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TODO ES RELATIVO, APLICA PARA SER “BUENO” O “MALO”.

"Conócete a ti mismo y conocerás a los dioses y al universo"


(Frase apócrifa, atribuida a Platón, Sócrates y Pitágoras… y dícese aparece
inscrita en el templo de Delfos)

Desde épocas inmemoriales mucho se ha dicho y escrito sobre estos dos

términos antagónicos: El bien y el mal.

Lo mismo se ha hecho en el afán de descubrir si el hombre es “bueno” o “malo”

por naturaleza.

Lo bueno y lo malo, como conceptos antagónicos han sido definidos como lo

que se debe y lo que no se debe hacer -o se debe evitar a toda costa- en aras de

que prime siempre lo correcto, justo, lo ejemplar y socialmente aceptable, sobre

lo negativo, reprochable, condenable, injusto e indebido, en una sociedad que se

ha estremecido permanente e históricamente ante sucesos o hechos “humanos”

reprochables que hacen ver al ser humano como antítesis de la “racionalidad”

que hacemos gala poseer, como un atributo evolutivo que nos debiera

precisamente diferenciar, de manera indudable y notoria, sobre los demás seres

irracionales que habitan el planeta.


La lucha permanente entre estas dos “fuerzas”, la benigna y la maligna, y en

especial la postura o el partido que adoptemos frente a ellas, nos define

socialmente como personas “de bien” o al contrario como “malas personas”.

De esa tipificación de buenas o malas personas, también se han encargado desde

tiempos inmemoriales los libros sagrados que rigen los destinos religiosos de la

humanidad, al punto de estigmatizar, aislar, criminalizar, perseguir, condenar y

exterminar a quienes se han atrevido a reñir con sus postulados, pues son

consideradas personas detestables y peligrosas socialmente, por no ser afines

con tales creencias dogmáticas que riñen con la racionalidad que debiera

caracterizarnos como especie “humana”, donde la divergencia de pensamiento,

opinión, credo, etc. Debieran ser puntos que nos unieran y fortalecieran desde la

diferencia.

Desde la teoría de la relatividad para las causas y leyes físicas, emanadas de un

ser pensante excepcional, como lo fue el físico Albert Einstein, que permitió la

predicción de fenómenos bastante extraños pero reales, partiendo desde la

situación o punto desde los cuales se analicen los mismos, podemos afirmar

también que la caracterización de ser “bueno” o “malo” es obviamente relativo,

pues no hay definiciones ni verdades absolutas, menos tratándose de los

comportamientos o actividades de un ser imperfecto y evolutivo como lo es el

“humano”.
Las decisiones que adoptamos a diario no solamente están regidas por nuestros

aspectos intrínsecos, internos, valores, sino por fenómenos externos, sociales,

económicos, culturales y sumado a esto lo referente a las situaciones que nos

influyan en el momento mismo de la toma de la decisión, o aspectos

situacionales.

Sumado a lo anterior ha de tenerse en cuenta que catalogar a otros como

personas buenas o malas, positivas o negativas, depende grandemente de

nuestros conceptos morales o incluso de nuestros prejuicios. Por ello se dice

coloquialmente que lo que para unos es malo para otros es bueno y viceversa.

La bondad y la maldad también es relativa, dependiendo de los intereses en el

resultado. De ello se han valido las élites que gobiernan para estigmatizar y

hacer odiar a quienes riñan con sus intereses, bajo el conocido precepto de que

“quien es enemigo de mi enemigo, es mi amigo”, ante lo cual lo importante no

es si es buena o mala la actuación de tal o cual persona o grupo, sino lo que

convenga conforme a sus intereses en un momento dado, y así se predica casi

siempre para el resto de la actividad cotidiana humana que lógicamente se ve

influenciada y bombardeada permanentemente por las fuerzas de poder.

Las leyes que se crean en un país, deben entenderse como las reglas que más

convienen para hacer posible y más justa la convivencia social en el mismo.


Pero ello tampoco es tan cierto, por ello también se predica que “ no todo lo que

es legal es justo”.

He allí una muestra de que todo es relativo y que depende desde la óptica que se

le mire o analice y sobre todo desde los intereses que defienda o el prejuicio del

que lo ve. Por ejemplo, el nazismo fue un movimiento político legal y el

holocausto judío fue su resultado que no fue para nada justo, ante el genocidio

de más de seis millones de personas. ¿Entonces, si lo legal se entiende

justo? ... Finalmente, todo es relativo.

“El hombre no es prisionero del destino, sino de su propia mente”


(Franklin Roosevelt)

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