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Elegir el tamaño de hoja para tu libro

Existen tres grandes estándares de tamaño:


–A5: hasta 14,8×21 cm
–A5 ampliado: hasta 17×24 cm
–A4: hasta 21×29,7 cm
El primero, el A5, es el más habitual a la hora de hacer un libro, y suele ser
el tamaño perfecto para cualquier novela, libro de poesía, etc.
El A5 ampliado se utiliza para libros extensos, para aligerar un poco el
grosor por la vía de aumentar el tamaño.
También en libros tipo manual que buscan un tamaño más ligero y
manejable que el clásico A4 o en libros con imágenes o tablas, para poder
reproducirlas a mayor tamaño y que se vean mejor.
El A4 se utiliza sobre todo para manuales o libros gráficos (por ejemplo,
libros infantiles, cómics).

Puedes experimentar con los distintos tamaños buscando por ejemplo


que el libro sea más vertical, más horizontal, cuadrado…
Un formato original puede ser lo que marque la diferencia en la mesa de la
librería… pero también lo que condene tu libro al ostracismo (por ejemplo
libros demasiado altos que no caben en los sitios habituales de la tienda).
Conviene, en todo caso, que compartas con tu impresor, con tu
distribuidor (si lo tienes) y con tu librero las inquietudes sobre el tamaño del
libro antes de maquetarlo. Ellos te darán consejos que te ahorrarán dinero y
disgustos.
Los estándares anglosajones difieren un poco y además se miden en
pulgadas, pero tendrás que familiarizarte con ellos porque son los que usa
por ejemplo Amazon y porque también se emplean mucho en Latinoamérica.
El tamaño Carta o Letter (8,5×11 pulgadas) es el equivalente del A4.
Media carta (5,5×8,5 pulgadas) sería nuestro A5.
Por último, se usa habitualmente, sobre todo para libros de no ficción, el
tamaño US Trade (6×9 pulgadas), cercano a un A5 ampliado.
Puede ser que te interese hacer tu libro en dos formatos: uno que te permita
imprimir al mejor precio en imprentas españolas o europeas y otro que te dé
acceso a los tamaños predefinidos de las plataformas de autoedición
anglosajonas.

Elegir el tipo de papel de tu libro

Una de las dudas más habituales de los escritores independientes tiene que
ver con la elección del papel del interior de su libro.
Sí, es verdad que las opciones son casi infinitas (papeles perfumados, de
colores, con texturas imposibles…). Pero también, tristemente, que las
imprentas no tienen un almacén infinito.
El papel es como todo: cuanto más compras, más barato sale. Así que si
quieres calidades raras, el libro se va a encarecer bastante. Conviene
intentar aprovechar los estándares que la imprenta compra al por mayor.

Los papeles más utilizados son tres:


–Offset (el blanco de toda la vida que tienes en tu impresora). Este nunca
desentona, vale para cualquier tipo de libro. Es el más barato.
–Ahuesado o marfil (de color amarillento, rugoso al tacto). Para ediciones
más lujosas y exclusivas, transmite cierta elegancia. Se usa sobre todo en
novela y poesía. Raramente en libros de divulgación. Suele ser un poco más
caro que el anterior.
–Estucado (o satinado o cuché). Este es el que encuentras por ejemplo en
un catálogo de pintura, una revista, un cómic, en definitiva se usa cuando se
imprime en color, ya que el barniz ayuda a que la impresión se ejecute con
la mejor calidad. Por contra es algo incómodo para leer debido a su brillo,
por eso nunca se debe usar en un libro de poesía o en una novela (queda un
poco hortera). Suele ser el más caro.
Los gramajes son otro cantar.
El estándar en offset blanco o ahuesado es 80/90 gramos. Si el libro es
muy grueso (por ejemplo un libro de 600 páginas) conviene utilizar el de 80
gramos para evitar que el libro se convierta en un “monstruo”.
En estucado, para garantizar cierta opacidad se suele usar 115 gramos,
aunque todo depende mucho del tipo de libro y de su tamaño. Por ejemplo,
en álbum infantil nosotros usamos 150/200 gramos por defecto. Para libros
en A5 ampliado o en A4, solemos usar estucado de 135 o 150 gramos, ya
que la sensación de grosor del papel se pierde en libros con un tamaño
mayor.

A mayor gramaje, más caro resulta el papel.


Pero, ojo, no siempre lo más caro es lo mejor. Hacer una novela de 500
páginas en un papel de 150 gramos, por ejemplo, es una barbaridad
porque aumentará el lomo de la novela hasta el absurdo.

Como siempre lo estándar está reñido con la bibliofilia. Es decir, cuanto


más pintorescas sean las calidades de los papeles de tu libro, más limitadas
verás tus opciones de distribución bajo demanda (en todos los sentidos:
precio, plazo, disponibilidad).
Amazon, por ejemplo, sólo imprime en su servicio de venta bajo demanda
en papel offset o ahuesado de 80/90 gramos (según su stock).
Tapa blanda o tapa dura

La cubierta de un libro (su portada, su lomo, su contra y sus solapas si las


lleva) puede ser básicamente de dos tipos: blanda o dura.
Si es blanda puede llevar solapas.

Y si es dura puede llevar sobrecubierta y/o guardas (impresas o no).

La cubierta blanda más extendida es una cartulina de unos 250/300


gramos, llamada gráfica porque no lleva la parte interior estucada (algo más
propio de una revista), que se imprime por una de sus caras (portada, lomo
y contra) y por la otra no. Se suele plastificar en brillo o mate para
protegerla sobre todo de manchas, ya que el papel al ser poroso absorbe los
líquidos con mucha facilidad.

Existen otros materiales para tapa blanda. Quizá el más utilizado después de
la cartulina gráfica es la cartulina verjurado. Se trata de un material
rugoso, que suele ser blanco o marrón, que no se suele plastificar, y que
penaliza la calidad de impresión (al ser rugoso da menos calidad) y la
resistencia a agresiones exteriores (al no ir plastificada) a cambio de un
aspecto mucho más elegante.
Las solapas son la extensión de la cubierta que se dobla hacia dentro (una
por cada lado) y que suelen contener una biografía del autor (o a veces
nada). Contribuyen a mantener la integridad del libro ya que protegen su
plastificado (al llevarse uno de sus bordes al interior del libro), aumentan su
cuerpo (muy interesante en libros finos) y evitan que la cubierta se combe
hacia afuera (ya que crean un contrapeso en su extremo exterior).

La tapa dura puede ser de muchos tipos pero lo más habitual es al cromo, o
estampado cromado en diversos materiales (guaflex, piel, etc.)
La cubierta tapa dura al cromo consiste en una pasta dura de papel sobre la
que se pega una fina lámina impresa, lo que permite ilustrar la cubierta con
lo que se quiera, sin ningún tipo de limitación de color o de calidad.

La tapa dura estampado cromado consiste en una cubierta hecha de un


material noble, sobre la que no se puede imprimir más allá del estampado,
éste suele ser monocromo (dorado, plata, blanco, etc.) y de elementos
sencillos (letras, un logo). Según la nobleza del material, este tipo de tapa
dura será más o menos cara. Lo más extendido es el guaflex, que existe en
infinidad de colores y relieves.

Normalmente los libros en tapa dura estampado cromado llevan una


sobrecubierta o camisa, que rodea su cubierta y los protege de manchas,
rayaduras, etc. La sobrecubierta se puede imprimir como se desee.

Encuadernación: pegado o cosido

La encuadernación puede ser pegada o cosida en cartoné (tapa dura) o en rústica (tapa blanda).


También existen otras posibilidades como el Wire-O (canutillo) o la grapa

–Pegado: Es el tipo de encuadernación que más se ha desarrollado en los últimos años, en


paralelo con las tecnologías de impresión, y en la misma línea de abaratar y acelerar la
producción de libros en tirajes cortísimos. Consiste en pegar todas las hojas con cola al interior
del lomo del libro. Se distingue a simple vista porque cuando se mira el libro de canto sus
páginas no se dividen en cuadernillos.
El primer miedo que tienen todos los autores con el pegado es si se va a romper su libro. Hoy en
día, y con pegados como el PUR o el EVA, eso es prácticamente imposible. Por su precio, por su
plazo y por su acabado, el encuadernado pegado suele ser la mejor opción para libros de lectura
(novelas, etc.). En libros gráficos que lleven papel estucado, que tengan pocas páginas o a los que
se le vaya a dar un uso más intensivo (por ejemplo manuales) puede ser recomendable plantearse
un encuadernado cosido.

–Cosido: Es el clásico por excelencia. Consiste en dividir el libro en cuadernillos que se cosen
entre sí. Una vez unidas todas las páginas que forman el interior del libro, se pega el conjunto con
cola a la cubierta por el reverso del lomo. El cosido es más caro y más lento que el pegado, pero
obtiene mejores resultados, sobre todo si hablamos de flexibilidad más que de resistencia. Muy
recomendable en libros demasiado finos o demasiado gruesos, en libros con papel estucado (que
en general pega peor que el papel offset), o en libros que vayan a tener un uso intensivo
(manuales).

–Wire-O o canutillo: Aquí se encuaderna el libro engarzándolo en una pieza de plástico en


forma de espiral, a través de unos agujeros realizados en uno de los lados de las páginas.
Nosotros desaconsejamos este tipo de encuadernación, salvo que no haya más remedio. Por
ejemplo no hace mucho realizamos un libro de fotografías en 3D y uno de los requisitos era que
el libro se pudiera abrir 180 grados, algo imposible con una encuadernación pegado o cosido. El
Wire-O no es más barato que el pegado, contrariamente a lo que pudiera parecer.

–Grapa: Otra encuadernación que sólo se debe usar si no queda más remedio (por ejemplo en
libros demasiado cortos de 16 o 24 páginas).

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