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Diplomado en Terapia

Cognitivo Conductual
Alumna: Diana Karina Barrita
Ortiz
Tema: Lectura
Fecha de entrega: 21/03/2021
PENSAR BIEN SENTIRSE BIEN

En el siguiente documento, se abordarán de manera breve, datos interesantes referentes a la


Terapia Cognitivo Conductual, prestando atención a la población infantil y adolescente. El
objetivo es comprender de mejor manera la conducta y cogniciones de cada individuo,
incluyendo a los más jóvenes.
La terapia cognitivo conductual es un método científicamente probado, que ha mostrado en
pacientes adultos y jóvenes un alto nivel de eficacia para el tratamiento de los trastornos de
ansiedad, trastornos de conducta, depresión y síntomas físicos de origen psicosomático.
En un inicio se retoma el postulado de que los problemas conductuales y emocionales podían
tener su génesis a partir de sus tres fuentes: la del pensamiento, la emocional y la conductual.
Si bien es cierto que la TCCl, al igual que otras psicoterapias, tiene ventajas y desventajas que
son estudiadas por investigadores que buscan alcanzar la evidencia empírica de la Psicología, este
modelo se desarrolla con evidencia de estudios controlados y sugiere su efectividad por encima
de otros tratamientos cuando se trata de aprender a identificar y tener consciencia de los
pensamientos, sentimientos y emociones que evidentemente repercuten en las conductas del
individuo.
A continuación, se abordan algunos puntos relevantes referentes a la TCC, haciendo especial
énfasis en la población adolescente e infantil.

La terapia cognitivo-conductual: orígenes teóricos, fundamentos y técnica


La terapia cognitivo-conductual (TCC) describe las intervenciones que tienen por objeto reducir
el malestar psicológico y las conductas desadaptativas mediante la modificación de los procesos
cognitivos. Así mismo, se basa en el supuesto de que las emociones y las conductas constituyen
en su mayor parte un producto de las cogniciones y de que, en consecuencia, las intervenciones
pueden generar cambios en la forma de pensar, sentir y actuar. Esta terapia se centra en la
relación entre las cogniciones (lo que pensamos); los afectos (lo que sentimos) y las conductas
(lo que hacemos).
Una de las primeras influencias es la de Pavlov y el condicionamiento clásico pues demostró que
las respuestas emocionales podían ser condicionadas por acontecimientos y situaciones
específicas. Wolpe, por su parte, desarrolló la desensibilización sistemática donde las respuestas
emocionales pueden ser inhibidas recíprocamente.
Otra gran influencia la constituye la obra de Skinner (1974), que enfatizó el papel de las
influencias ambientales sobre la conducta con el condicionamiento operante, centrándose en la
relación entre los antecedentes (las condiciones del contexto), las consecuencias (el refuerzo) y la
conducta.
Más tarde Albert Bandura (1977), explicó el papel mediador de los procesos cognitivos y la
teoría del aprendizaje social, reconociendo la importancia del entorno. A partir de los trabajos de
Meichenbaum (1975), se comenzó a abordar la conducta bajo el control de los pensamientos o de
los diálogos internos, dando paso al autocontrol y las autoinstrucciones.
El vínculo existente entre las emociones y las cogniciones fue propuesto por Albert Ellis (1962)
en la terapia racional-emotiva que propone que la emoción y la conducta se derivan de la forma
en que se interpreta lo que sucede. Desde este enfoque, los sucesos activadores (A) se valoran a la
luz de las creencias (B), lo que genera a su vez unas consecuencias emocionales (C). Las
creencias pueden ser racionales o irracionales, estas últimas tienden a suscitar y perpetuar los
estados emocionales negativos.
El modelo de Beck propone que los pensamientos desadaptativos respecto de uno mismo, del
mundo y del futuro (tríada cognitiva) inducen distorsiones cognitivas que generan sentimientos
negativos. Aquí se presta una atención a los esquemas nucleares o creencias fijas que se
desarrollan y consolidan durante la niñez y en relación con las cuales se evalúan los
acontecimientos.
Una vez activadas, las creencias fijas generan una serie de pensamientos automáticos que pueden
estar sujetos a distorsiones, contribuyendo a asociar un mayor número de cogniciones negativas
al estado de ánimo. En 1990, Young propuso que los esquemas cognitivos desadaptativos se
desarrollan durante la niñez y pueden estar asociados a determinados estilos de educación de los
padres.

El modelo cognitivo
El modelo de Aaron Beck sugiere que las primeras experiencias y la educación temprana
conducen al desarrollo de un pensamiento fijo y rígido. Las creencias y esquemas nucleares son
desencadenados o activados por acontecimientos importantes, lo cual conduce a una serie de
supuestos que generan pensamientos automáticos relacionados con uno mismo, los demás o el
mundo, tanto en el presente como en el futuro. A su vez, estos pensamientos automáticos pueden
generar una serie de cambios emocionales, conductuales y somáticos.
Los déficits cognitivos y las distorsiones cognitivas
Se considera que las anormalidades están asociadas a las distorsiones cognitivas, por esta razón
las intervenciones psicoterapéuticas tienen el objetivo de aumentar la conciencia de la persona
respecto de sus cogniciones, creencias y esquemas disfuncionales e irracionales y facilitar su
comprensión respecto de los efectos de dichas cogniciones sobre la conducta y las emociones.
Los distintos programas de intervención suelen incluir la autosupervisión, identificación de
cogniciones desadaptativas, comprobación de pensamientos y reestructuración cognitiva. Para
enseñar habilidades cognitivas y conductuales, se incluye el entrenamiento en solución de
problemas sociales, aprendizaje de nuevas estrategias cognitivas, práctica y el autorrefuerzo.

Características esenciales de la terapia cognitivo-conductual


La terapia cognitivo-conductual (TCC) comparte una serie de características esenciales con las
distintas intervenciones:

1. La TCC se sustenta en una determinada teoría.


2. La TCC se basa en un modelo de colaboración.
3. La TCC tiene un plazo limitado.
4. La TCC es objetiva y estructurada.
5. La TCC se centra en el aquí y ahora.
6. La TCC se basa en un proceso de autodescubrimiento y experimentación convenientemente
guiados.
7. La TCC es un modelo basado en la adquisición de nuevas habilidades.

El objetivo de la terapia cognitivo-conductual


El objetivo general de la TCC es aumentar la conciencia y el conocimiento de sí mismo, facilitar
una mejor comprensión de uno mismo, y mejorar el autocontrol con base a desarrollar unas
habilidades cognitivas y conductuales. Al identificar los déficits cognitivos y conductuales, se
aprenden, comprueban, valoran y refuerzan nuevas habilidades cognitivas de solución de
problemas, además de otras formas diferentes de actuar para afrontar con éxito y apropiadamente,
situaciones nuevas y difíciles.

Los componentes esenciales de las intervenciones cognitivo-conductuales


Los componentes específicos del tratamiento vienen determinados por la formulación del
problema, por lo cual los tratamientos deben adaptarse. Los programas de intervención suelen
incluir muchos de los siguientes elementos:
1. Formulación y psicoeducación: Educar respecto al vínculo entre los pensamientos,
sentimientos y conducta.
2. Observación y registro de los pensamientos: Identificar cogniciones y pautas de pensamiento
comunes. La tríada cognitiva es útil para estructurar, organizar y evaluar la información.
3. Identificación de distorsiones y déficits cognitivos: Identificar las cogniciones y creencias
disfuncionales para aumentar la conciencia y el conocimiento respecto de la naturaleza y el
tipo de efectos.
4. Evaluación de los pensamientos y desarrollo de procesos cognitivos alternativos: Se fomenta
la comprobación y elaboración de procesos cognitivos para el desarrollo de procesos de
pensamiento equilibrados o reestructuración cognitiva.
5. Aprendizaje de nuevas habilidades cognitivas: Se puede incluir la distracción, el
entrenamiento en autoinstrucciones, el pensamiento consecuente y las habilidades de solución
de problemas.
6. Educación emocional: Tiene por objeto aprender a identificar y distinguir las emociones
esenciales para prestar la atención en los cambios fisiológicos asociados y facilitar la
conciencia respecto de la forma personal de manifestarlas.
7. Observación y registro de las emociones: Se identifican los momentos, lugares, actividades o
pensamientos asociados tanto a las emociones agradables como a las desagradables.
8. Autodominio emocional: Programas de intervención para niveles elevados de activación
general con entrenamiento en relajación.
9. Establecimiento de objetivos y reprogramación de actividades: Se discuten y definen
mutuamente los objetivos generales. La transferencia de las habilidades a la vida cotidiana se
alienta con la asignación de tareas. El logro de objetivos específicos se revisa regularmente.
10. Experimentos conductuales: Un proceso de descubrimiento guiado donde se cuestionan y
ponen a prueba distintos supuestos y pensamientos.
11. Exposición: Algunos programas incluyen exposición gradual para contribuir a facilitar el
dominio de las situaciones o imágenes difíciles. Se define el problema, el objetivo general se
descompone en pasos y después cada uno es clasificado en una escala que sigue un orden
creciente de dificultad.
12. Role play, modelado y ensayo conductual: Se pueden aprender nuevas habilidades y nuevas
conductas con la escenificación, dramatización o representación de papeles.
13. Refuerzos y recompensas: Es conveniente reforzar positivamente las conductas apropiadas.
Puede ser mediante autorrefuerzo, a nivel cognitivo, conductual o material.

Para intervenir con la población infantil y adolescente, se necesitan formular modelos cognitivos
apropiados desde el punto de vista evolutivo, que permitan comprender los problemas
emocionales y conductuales.

La terapia cognitivo-conductual aplicada a niños y adolescentes

Aunque la TCC se ha aplicado a niños pequeños, es necesario adaptar y ajustar conceptos y


técnicas al nivel evolutivo propio del niño para contribuir a superar dificultades evolutivas. Es
recomendable alcanzar el nivel de las operaciones concretas para realizar la mayoría de las
principales tareas que incluye la terapia cognitivo-conductual. El uso de técnicas concretas con
instrucciones claras y sencillas es de utilidad en el caso de los niños más pequeños.
La TCC tiene que ser divertida, interesante y atractiva, además de incluir materiales y conceptos
correspondientes al nivel apropiado a la edad.

Evaluación de las habilidades básicas necesarias para poder beneficiarse de una terapia
cognitivo-conductual

A un nivel elemental, el niño necesita tener la capacidad de acceder a sus pensamientos y poder
comunicarlos. Además requiere la capacidad de concebir atribuciones alternativas en relación con
los hechos y los acontecimientos, la conciencia y el conocimiento de las diferentes emociones, y
la capacidad de relacionar y vincular los pensamientos y los sentimientos en distintas situaciones.
Las entrevistas pueden brindar buena información en relación con los pensamientos y los
soliloquios internos, puede usarse un enfoque directo o indirecto. En los más pequeños se puede
pedir describir o dibujar la situación difícil y advertir si son capaces de ofrecer una descripción
de lo que sucedió junto con algunos pensamientos o atribuciones en relación con los hechos.
Los niños más pequeños pueden tener dificultades al acceder a sus cogniciones y describirlas,
pero son capaces de hablar de lo que otros puedan estar pensando, por eso es útil usar muñecos y
juegos para recrear y escenificar la situación difícil. Un procedimiento alternativo y más
estructurado consiste en ofrecerle al niño una serie de opciones de entre las cuales tiene que
escoger una.
Otro enfoque, no verbal consiste en mostrar algunas viñetas o dibujos y pedir que sugiera lo que
podrían estar pensando las distintas personas o personajes implicados. De igual manera se pueden
usar cómics generativos donde se muestran dibujos o viñetas y se pide que dibuje o escriba todas
las ideas que se le ocurran respecto de qué puede estar pensando uno de los personajes en
concreto. Por último se puede jugar con marionetas y escenificar las situaciones adversas.
Conciencia y conocimiento de las propias emociones
La educación emocional, pretende ayudar a los niños y adolescentes a tomar conciencia de los
diferentes sentimientos y a ser capaces de distinguirlos. Para ello, los niños tienen que ser capaces
de poder acceder a sus propios sentimientos y brindar una descripción de los mismos. Se pueden
utilizar escenificaciones, juegos, dibujos y acertijos para valorar si el niño es capaz de identificar
lo que siente otra persona y si da señales de tener conciencia y conocimiento de las diferentes
emociones en distintas situaciones.

La terapia cognitivo-conductual aplicada a adolescentes


Para utilizar la terapia cognitivo-conductual con adolescentes es preciso tener en cuenta algunas
cuestiones evolutivas que podrían ejercer un impacto sobre el proceso terapéutico. Algunos de
estos aspectos son:

1. Reconocer el egocentrismo del adolescente.


2. Fomentar la colaboración.
3. Fomentar la objetividad.
4. Formular preguntas socráticas.
5. Cuestionar el pensamiento dicotómico.
6. Implicar e incluir a otras personas significativas o importantes.

Problemas más frecuentes al inicio de una terapia cognitivo-conductual aplicada a niños y


adolescentes

1. Niños poco comunicativos: Cuando un niño se resiste a hablar o le cuesta trabajo, es


necesario adaptar los materiales sobretodo, los materiales no verbales. En el caso de los
adolescentes, es útil emplear un enfoque más retórico o en casos específicos, analizar los
problemas similares de una tercera persona.
2. Sujetos reticentes: No siempre es el niño o adolescente el que pide ir a terapia, por esta razón,
hay que llevar a cabo una evaluación detenida para ayudarles a reconocer que su situación
podría ser diferente.
3. No asumir la responsabilidad respecto de lograr el cambio: Puede que los niños y
adolescentes logren identificar algunos problemas y dificultades y también logren identificar
algunos objetivos, pero no les parece que sean ellos los que tengan la responsabilidad de
alcanzarlos. Algunas veces esta actitud puede ser realista, pero otras puede deberse a factores
orgánicos.
4. Implicar a los padres: El papel de los padres en los tratamientos cognitivo-conductuales puede
variar, e incluye el de facilitador, coterapeuta y paciente. El facilitador ayuda a transferir las
habilidades de las sesiones de terapia al entorno doméstico. El coterapeuta desempeña un
papel más activo, de manera que el progenitor puede advertir, registrar y revisar el uso que
hace el niño de las habilidades cognitivas.
5. ¿Debemos aliarnos con el niño o con sus padres o cuidadores?: El profesional debe manejar
diferentes perspectivas escuchando y manifestando interés por todas, al tiempo que mantiene
una posición neutral, objetiva e imparcial.
6. Problemas familiares importantes: Las dinámicas intrafamiliares pueden derivar en que
los niños sean percibidos como los responsables de todos los problemas familiares.
7. Dificultad en acceder a los pensamientos: A los niños y adolescentes les suele resultar
difícil identificar y verbalizar sus pensamientos. La escucha atenta desvelará creencias,
supuestos y apreciaciones para identificar pensamientos, sentimientos y emociones
asociadas a diversas cogniciones.
8. No hacer las tareas para casa: Desde el inicio, es importante ir explicando la importancia
de las tareas para casa y llegar a un acuerdo respecto de lo que podría hacer siendo
realistas.
9. Capacidades cognitivas / habilidades verbales limitadas: Se requiere tener un nivel básico
de habilidades cognitivas, memorísticas y verbales para poder beneficiarse de una TCC y,
en consecuencia, puede que los niños que tengan problemas evolutivos importantes no
sean capaces de implicarse directamente en el proceso.
10. Intervenciones breves: Los niños y adolescentes suelen adoptar una perspectiva a corto
plazo y centrada en el problema. Por esta razón, hay que poner un mayor énfasis en
facilitar y desarrollar habilidades cognitivas de afrontamiento.

En definitiva, existe una gran importancia en el abordaje de las creencias irracionales que
conducen a los individuos a iniciar y mantener perturbaciones emocionales, independientemente
si se trata de castigarse, evitar problemas, emitir juicios o cualquier otra situación en la que pueda
verse involucrado el individuo, lo primordial es que a través de este modelo se puede retomar la
responsabilidad del individuo en la manera que piensa sobre lo sucedido, buscando hacer de él un
ser racional capaz de decidir su reacción ante los problemas. 
Sin duda alguna la TCC resulta ser una opción viable para abordar estos aspectos. Sin embargo
como psicóloga en formación me recuerdo constantemente que todos los métodos, estrategias y
técnicas que se utilicen dentro de la profesión, deben ser sometidos al método científico para
poder ser tomados como una verdadera ciencia y de esta manera romper con la idea que los
pseudocientíficos han generado en la población.
Referencia: Stallard, P. (2002). PENSAR BIEN – SENTIRSE BIEN. Manual práctico de terapia
cognitivo-conductual para niños y adolescentes. Editorial Desclée De Brouwer: España

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