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Los dioses griegos del Olimpo han sido esenciales en la cultura

occidental desde tiempos de Homero. Durante siglos, fueron


objeto de culto por parte de miles de personas, que hacían
sacrificios en los templos y oraban ante los altares para ganarse
su favor. Cuando la religión pagana desapareció, sustituida por el
cristianismo, los dioses griegos continuaron teniendo una
presencia constante en las artes. Pintores, escultores, poetas,
novelistas y cineastas han hecho de los dioses griegos temas
preferentes de su obra.

Los dioses griegos son mucho más que las divinidades de una
religión politeísta que desapareció hace miles de años. Cada una
de estas divinidades es depositaria de una tradición milenaria que
ha cambiado, se ha interpretado, nos ha enriquecido y nos ha
hecho ser como somos hoy en día.

A continuación ofrecemos un resumen de los dioses griegos del


Olimpo y de algunas de las divinidades menores que formaron
parte de panteón de la Antigua Grecia.

1- Zeus, señor del Olimpo


Zeus es el señor de los dioses olímpicos, el padre de muchos de
ellos y aquel al que todos rinden pleitesía. A pesar de que fue el
último de sus hermanos en nacer, su poderío físico, su sabiduría y
su arrojo en la batalla le ganaron el respeto de todos sus
hermanos, que le coronaron rey del Olimpo.
La simbología de Zeus es muy fácil de reconocer y ha sido
reproducida por artistas de todas las épocas desde la Antigüedad
hasta nuestros días. Siempre se le representa como un hombre
anciano con barba blanca (en ocasiones cabellos oscuros) y en la
plenitud de su musculatura y su poderío físico. El animal que
representa a este dios es el águila, y en las pinturas y esculturas
podemos ver a Zeus bien acompañado de este ave o bien
transformado en este ave. El arma de Zeus es el rayo, fabricado
por su hijo Hefesto y sus cíclopes en las fraguas de este dios. El
rayo de Zeus es el arma más poderosa de todos los dioses de
Grecia y con él puede fulminar a hombres e inmortales por igual.

El dios Cronos, padre de Zeus, había escuchado un oráculo


según el cual uno de sus hijos le derrocaría y le arrebataría su
poder. Ante esto, tomó la decisión de devorar a todas las criaturas
que engendrara con su esposa Rea. Ésta, sin embargo, pronto se
cansó de parir hijos para verlos morir, y decidió ocultar uno de
ellos ante el ansia devoradora de su esposo. En lugar de al bebé
recién nacido, le entregó una piedra envuelta en pañales, que
Cronos devoró de inmediato. El niño salvado de la muerte, al que
su madre puso el nombre de Zeus, fue criado en secreto y creció
como un joven fuerte y de gran valor. Cuando llegó a la madurez,
Zeus decidió enfrentarse a su padre. Armado con el poder del
rayo, derrotó a Cronos y a los titanes que combatían junto a él.
Tras alzarse con la victoria, Zeus obligó a su padre a que
vomitara a todos sus hermanos a los que había devorado al
nacer.
Una vez Cronos y los titanes fueron derrotados y estos últimos
confinados al Tártaro, Zeus y sus hermanos se repartieron el
mundo para su gobierno. A Zeus le correspondió el ámbito
celeste, mientras Poseidón se reservaba para si las aguas y
Hades era nombrado señor del Inframundo y los muertos.

Zeus tomó como esposa a su hermana Hera, diosa del hogar y la


estabilidad familiar, con la que tendría dos hijos: Ares, dios de la
guerra y la violencia, y Hefesto, dios de los artesanos y la fragua.
A pesar del amor que Zeus siempre profesó a su esposa, el señor
del Olimpo tuvo s
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