Está en la página 1de 8

Queer Punk: Performatividad Simbólica y Resistencias Performáticas1

VII Coloquio ¿Del Otro la'o?: Perspectivas y Debates Sobre lo Cuir


Carlos G. Feliciano Collazo
2018

“No se trata de temer o de esperar, sino de buscar nuevas armas”


-Gilles Deleuze

I.
Cada quien elige desde donde y como hacer sus activismos. Desde lo conceptual, o en la lucha
callejera, o desde el arte. Muy poco se habla del jangueo y el tiempo de ocio como espacios políticos, y
en efecto no lo son, sino que son espacios donde se puede hacer política de una forma alternativa a las
acciones tradicionales. El punk es una cultura que ha hecho de de su jangueo una práctica subversiva.
Es por eso que voy a utilizar al queer punk como el ejemplo fundamental para apoyar mi tesis. Pero
esta no es la única vía que me encamino a hablarles de este tema. Mis experiencias como activista me
han planteado el afán por buscar nuevas formas de subversión o por sacar a la luz viejas formas que
han quedado invisibilizadas. Es por eso que me propuse pensar en eso que este panel llama resistencias
performáticas que son pensadas como alternativas a los modos de resistencia tradicionales y como la
herramienta paradigmática de subvertir cotidianidad y el jangueo. Ahora bien, lo que me gustaría
hacer en los siguientes minutos es una contribución a los temas del queer punk que valla más allá del
análisis del discurso que tanto domina en el campo de los estudios de culturas derivadas de
movimientos musicales, y también una modesta contribución a las políticas queer y los estudios del
performance desde la perspectiva de la antropología simbólica y del performance.

La postura tradicional de lo que es o no es político deja de lado la potencialidad radical de


lugares donde la des-organización de sí (en el sentido deleuziano del termino) es una de las
posibilidades de los espacios liminales. Por esta linea se estará utilizando la noción de performance en
dos sentidos, el primero es la concepción de performance tal como la plantea Victor Turner: cómo la
presentación de sí mismo en la vida diaria y/o en situaciones de conflicto o de ectasis lo cual este autor
clasifica bajo la categoría performance social. Por otro lado, la noción de performance en su
concepción artística y teatral que según Turner la clasifica bajo la categoría de performance cultural.
Los demás conceptos que se serán nuestras guías de interpretación son el concepto de liminalidad de la

1 Ponencia prentada en el panel Alternativas Otras de una Resistencia Performática: Espacios, Música y Política.
antropología del ritual de Victor Turner, la noción de performatividad simbólica que la inicia Turner y
luego la desarrollan una diversidad de antropólogos simbólicos, y la noción de violencia simbólica en
Pierre Bourdieu.

II.
Para poder hablar del queer punk y otros movimientos identitarios anti-sistema primero me
gustaría aclarar la función de los mitos y discursos que han estructurado el sistema de pensamiento
Occidental desde tiempos antiguos hasta nuestros días. Estoy hablando de los ejes simbólicos donde se
sostienen el discurso dominante en el mundo Occidental, estos son el judeocristianismo, la filosofía
griega y la jurisprudencia grecoromana, y a eso hoy en día se le suma el régimen semiótico del
capitalismo actual. Usualmente no se suele pensar en el capitalismo neoliberal como un sistema de
símbolos y significaciones responsables de la construcción de agenciamientos. Pero lo incluyo en esta
clasificación siguiendo la definición de Felíx Guattari quien define al capitalismo como “un modo de
evaluación, y medio técnico de control de los agenciamientos de potencia y de sus formaciones de
poder correspondientes” (Guattari, 2004: p. 102) porque ha creado un tipo de individuo con una lógica
cultural de competencia y consumo desmedido, que ha penetrado en todas las áreas de la vida social.

Dicho todo esto, ahora podemos ver como el poder diseminativo de los símbolos que se da
mediante el discurso y la socialización que construye a los sujetos (en el sentido estricto de la palabra)
y a su vez crea el pensamiento heterocentrado, el sexismo y el adrocentrismo. Esa subjetividad
construida por el discurso hegemónico constituye a los cuerpos con un imprint cultural que establece
una diferencia antagónica a partir de una diferencia fenotípica (Lamas, 1999: p. 173). Para contrarrestar
esta violencia simbólica es necesario ejercer formas de violencia objetiva, y en esto desde la década de
los sesenta y setenta la naciente cultura punk ha sido pionera. Como forma de denuncia a lo que el rock
se había convertido, la música punk se centro tocar temas políticos y sociales desde perspectiva anti
sistema. Usaban la música como estrategia de denuncia, pero sobretodo como una magnífica
herramienta de des-subjetivación y re-subjetivación de sujetos en agentes políticos y tornaba la
cotidianidad en una serie de actos subversivos. (Restrepo, 2005: p. 12). la transformacón de la
cotidianidad en una serie de actos subversivos Andrea Restrepo lo describe así:

“Vuelve mecanismos de expresión política al lenguaje, la música, la estética, el arte y el


cuerpo; bombardeando así a la sociedad de mensajes y denuncias directas. De esta manera la
concepción del cuerpo tradicional se disgrega para convertirse en un escenario social. El punk
asume lo político como un espacio de constitución de sujetos y hace de la vida una acción
directa contra las estructuras de dominación social. El sujeto en el punk es ante todo un
instrumento de lucha.”(Restrepo, 2005:p.12)

Pero una de las contradicciones del ideal anti-sistema del movimiento punk era la misoginia,
sexismo y la homofobia que había en las acciones y en el discurso de algunas bandas por lo menos en
la primera década su surgimiento. A raíz de esto surgen las primeras bandas de mujeres feministas que
dieron paso al movimiento de las riot grrrls. Las punkas inspiradas por el feminismo de tercera ola y su
filosofía punk, lanzan una crítica mordaz al machismo y el sexismo dentro de las escenas punk. Habían
creado una forma de resistencia a través de los performances a nivel musical, cibernético y social.

Paralelo a la consolidación del feminismo punk también había otro sector dentro del punk que
en este caso es el de interés para este trabajo: el queercore. Antes de que se cuirizara el punk, el
movimiento estaba dominado por el pensamiento heterocentrado y por hombres blancos heterosexuales
(Villareal, 2017). Surge el queercore denunciando eso y cuirizando la escena pero la denuncia más
importante era contra un sector del movimiento gay y lesbiana los cuales -según Bruce LaBruce y otras
personas que iniciaron el movimiento- tendían a asimilarse culturalmente con la lógica heterosexual y
rechazaban la idea de que entre los gays y las lesbianas no debía de haber ninguna distinción en
relación con los heterosexuales (Villareal, 2017). De esta manera el queercore se opone a cualquier
práctica o discurso que busque normalizar lo queer, constituyendose de este modo no en una identidad
estática que defina lo que es ser queer, sino que lo queer es algo que se opone a la idea misma de
identidad, constituyendose de este modo en una anti-identidad.

“Queer Punks aim to show that not every homo is an assimilationist i.e. someone who is gay
but wants to be part of mainstream culture, equal rights means women and homos in the army,
the rigth for shitty job life, and think that freedom of choice means Coke, Pepsi, and Seven-Up”
(Tom Jennings, editor, Homocore #7 citado por O'Hara, 1999: p. 118).

Lo que Tom Jennings y Bruce LaBruce plantean implícitamente en sus afirmaciones es una
puesta en tela de juicio a el orden simbólico dominante que no hace más que naturalizar toda práctica
heterocentrada y androcentrica, de ese modo se in visibiliza todas las prácticas que no sean
heterosexuales y se codifican los cuerpos en el binomio hombre/mujer cancelando toda variación
genética y fenotípica o calificándola como cuerpos abyectos y monstruosos. Esto ultimo que acabo de
mencionar es la forma paradigmática de violencia simbólica que es ejercida no solo por el Estado, sino
también y fundamentalmente, por el registro cultural de nuestra sociedad. Pierre Bourdieu advierte en
su libro La dominación masculina que “sino se produce una revuelta subversiva que conduzca a la
inversión de símbolos y de las categorías de percepción, el dominado tiende a adoptar el punto de
vista del dominador” (Bourdieu, 2000: p. 144).

Pero la apropiación de símbolos es algo que ya el punk y las políticas queer han sabido hacer
con éxito desde el principio. Primero ocurre una desterritoralización del símbolo y luego una
reteritorialización con un significado diferente aunque el significante sea el mismo. Este es un proceso
de constante devenir que se contrapone con otra observación que hace Bourdieu sobre el movimiento
de gays y lesbianas. El autor plantea que hay una contradicción estructural en los movimientos salidos
de grupos dominados que los condena a permanecer de una u otra forma en la invisibilidad, o de alguna
manera volverse neutros en relación a la estructura dominante (Bourdieu, 2000: p. 146). La
contradicción radica en la aceptación de las medidas que el Estado realiza para “descuirizar” lo cuir,
para enderezar lo desviado y para normalizar la disidencia ética, política y sexual. Pero lo que Bourdieu
olvida es que gracias a la naturaleza cambiante de lo queer existe la posibilidad en el constante flujo
de devenires de volverse imperceptible2. De esta forma, se escapa de las contradicciones estructurales,
sentando las bases de una anti-estructura donde hay una constante efervescencia social donde se
generen nuevos símbolos y significaciones. El problema de la anti-estructura que planteo es que es un
estado en el proceso social que no es permanente, es solo un espacio liminal y temporalmente
autónomo.

III.

Los espacios liminales son los lugares paradigmáticos para la efervescencia social, ya que estos
se caracterizan por ser espacios donde los símbolos se diseminan y crean performances. La noción de
efervescencia social Turner la rescata de Durkheim para dar cuenta de la generación de símbolos
nuevos después de una acción pública (Turner 1988: p. 77). La liminalidad es el punto medio entre la
estructura y la anti-estructura, es un periodo transgresor donde los símbolos cumplen con una función
performativa que induce la acción colectiva o individual (Turner, 1988: p. 102). A lo que me refiero con
espacios liminales es a aquellos espacios que por algunas situaciones o eventos han entrado en una fase
liminal con respecto a la estructura dominante, como por ejemplo, para los 70 en las discotecas eran un
lugar donde se podía ser abiertamente gay sin que fueran reprimidos y el show de punk cuando inicia el

2 La noción de imperceptible la tomo de la conceptualización del devenir-imperceptible de Gilles Deleuze y Felíx


Guattari. El devenir-imperceptible “es la ruptura de todas las identidades, molares y moleculares, mayoritarias o
minoritarias” (Grosz 1996: p. 208). En otras palabras es decodifiación total del sujeto en la sociedad; es volverse
irreconocible culuturalmente hablando.
mosh pit entra en un periodo transgresor. Es esta trangresión que ocurre en ese periodo lo que puede
devenir en un mecanismo de acción simbólica y política.

Los símbolos que se invierten y se diseminan en el periodo liminal estimulan la acción social,
crean un imaginario y pueden crear performances subversivos por parte de los actores sociales. Es aquí
donde radica su fuerza performativa. El antropólogo Pedro Osvaldo Vázquez sigue los planteamientos
de Judith Butler sobre la performatividad del género donde Butler plantea que la constitución de una
identidad se da a través de la reiteración del código cultural que se le impone al actor social. Por esta
linea, Vázquez describe la construcción performativa del símbolo como:

“[Un] proceso de repeticiones cuya actividad produce interpretaciones sin un anclaje que
determine fijamente su significación. Aquí la fuerza política del símbolo radica en su
posibilidad de ser reiterable en múltiples formas, insertándose en diversos contextos
interpretativos […].”(Vázquez, 2014: p. 60)

De este modo, la eficacia de la fuerza simbólica radica en su naturaleza dinámica que induce a
la acción en los procesos sociales y abren paso para que sucedan actos performáticos en el día a día o
dentro de las confrontaciones que surgen a partir de las acciones. Las resistencias performáticas son un
ataque a los fundamentos metafísicos (Tort, 2011) de la sociedad heterocentrada que permiten crear
nuevas significaciones que ponen en tela de juicio el estado actual de las cosas (Vazquez, 2014: p. 60).

Por ejemplo, lo que sucedió en un show de punk que hubo el pasado 9 de febrero de 2018 de la
banda Campo-Formio ejemplifica muy bien la idea de liminalidad y de performatividad simbólica que
considero son muy importantes para pensar teóricamente las resistencias performáticas. Al inicio del
show cómo casi siempre pasa la masa de personas movían sus cuerpos tímidamente atrapados en su
organismo, amarrados por el código social y la normativa que no permite la manifestación absoluta del
cuerpo. De un momento a otro, o mejor dicho, de un acorde a otro, la gente desato su deseo, su
emoción y su ira. Hicieron del espacio donde se encontraban bailando y moshando uno liminal, donde
el código social era imperceptible. Los roles de genero dejaron de existir por dos horas. Las personas se
empujaban, se golpeaban y se agarraban, unidos en un estado de catarsis sometiéndose a lo que dicta el
cuerpo.

Claramente hubo una inversión de las marcas simbólicas de nuestra cultura que elevó el climax
del show. Pero aquí lo importante es el acto subversivo de la inversión de los símbolos y la constitución
de eso que llamamos resistencias performáticas. Este tipo de resistencia se constituye en las
teatralidades de la vida cotidiana y en los espacios de ocio. Me refiero a ese ocio reflexivo que sale de
la heteronormatividad y busca la des-subjetivación en el baile y en el performance. Por esta razón
quiero que veamos al mosh pit como un espacio subversivo, como una resistencia performática donde
se denuncia la normalización de nuestras vidas, con una conexión espontanea entre el performance de
la banda y la performancia del público. Las queer-punks buscan una subversión cultural mas allá de una
política identitaria y encuentran estrategias de subversión en la cultura punk que combinen las
demandas (anti)identitarias y con la destrucción del status quo sociocultural.

IV.
Lo queer y lo punk son formas de resistencia que emergen de situaciones de conflicto y de una
posición de marginación. Crean una estética y una ética del devenir, evitando así la sedimentación de
las identidades y por tanto, promoviendo la producción de subjetividades y de significaciones. Hay que
buscar nuevas armas - dijo Deleuze alguna vez – y hacer de la cotidianidad una resistencia
performática mediante la transgresión en la estética y la apropiación y re-inversión de los mecanismos
de subjetivacón mediante actos performáticos ya sean culturales y sociales mi nueva arma.
Bloqueemos todo! - dice un famoso grito anarquista – Yo digo: Cuirizemos todo! El punk, los raves, la
música urbana, los activismos, el independentismo puertorriqueño y también todo lo que nos jode.
Apropiemosnos, pues, de los códigos culturales de la cotidianidad y del jangueo.
Bibliografía

Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.

Guattari, F. (2004). Plan sobre el planeta: Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares.

Madrid: Traficantes de sueños.

Grosz, E. (1994). A Thousand Tiny Sexes: Feminism and Rhizomatics. En C.V. Boundas y D.

Olkowski (eds.). Gilles Deleuze and the theater of philosophy. Routledge: New York. Pp. 187-

210.

Restrepo Restrepo, A. (2005). Una lectura de lo real a través del punk. Historia Crítica, num. 29,

enero-junio, 2005, pp. 9-37.

O'Hara, C. (1999). The philossophy of punk: More than noise. San Fransisco: AK Press.

Tort, B. (2011). Violencia meta-física como ética del futuro: Un manifiesto para el performance.

Recuperado el 12/9/2017 de 80grados.net.

Turner, V. (1988). El proceso ritual: Estructura y anti-estructura. Madrid: Taurus.

________. (1988). The anthropology of performance. New York: PAJ Publications.

Villareal, D. (2017). Queercore: La sucia historia del movimiento LGBTTIQ que le escupe a los gays

conservadores. Documento en Internet. https://hornetapp.com/stories/es/queercore-historia/.

Recuperado en 18/1/18.

También podría gustarte