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Valentina Stevens, Santiago Valencia, Andrés Vélez & Sofía Tapias.

Inquilinos en su propio hogar.

Un vistazo a la crisis vivida por el desplazamiento forzado.

El desplazamiento forzado es un fenó meno que se caracteriza por la expulsió n de personas


mediante el uso de la fuerza, ya sea hacia el interior o exterior de las fronteras de su país.
En el siguiente artículo, se abordará el tema antes mencionado con el fin de dar a entender
todo lo que conforma esta gran problemá tica: sus causas, trayectoria y posibles soluciones.
Centrá ndonos el contexto colombiano, para así, sensibilizar al pú blico lector, creando
conciencia frente a lo que afronta la població n generalmente rural del país.
Podemos decir que, para los colombianos no es ningú n secreto que el desplazamiento
forzado es una realidad en la que nos hemos visto inmersos, no solo por largos periodos de
tiempo, sino también en grandes extensiones del territorio nacional. Esto podría deberse a
que, como nos lo ha planteado Acnur (1995): “El derecho a vivir con seguridad es, en ú ltima
instancia, má s importante que el derecho a permanecer en la propia comunidad o país”
(citado por Má rmora, 2002. Pg. 267). En otras palabras, la tragedia de ver a mú ltiples
habitantes del pueblo colombiano emigrando de sus tierras por obligació n, se presenta
constantemente por el cuidado de su propio bienestar y en nuestro caso, temor a los
actores armados, reconocidos como los primeros causantes de este tipo de sucesos en
Colombia.
Un ejemplo de que estos grupos armados sean la causa del mayor nú mero de migraciones
internas en Colombia, puede ser el caso del Ejército de Liberació n Nacional (ELN), el cual
bajo el vacuo argumento de exigir una reforma estatal y apertura política, se han tomado el
atrevimiento de tomar posesió n de tierras en zonas como el Cauca, Boyacá , Santander y
muchas otras, asentá ndose no solo en el monte sino ademá s arrebatando propiedades
ajenas a personas que no deberían verse involucradas en el conflicto armado. Un
testimonio que comprueba esta afirmació n, es el de María Rosalba Pinilla, quien solía tener
una finca en los campos de Colombia donde vivía con sus seis hijos y su esposo,
dedicá ndose a la producció n alimenticia y ganadería; así pasaron ocho añ os hasta que la
guerrilla llegó a quitarle a sus hijos mayores y a su esposo, y a pesar de su oposició n ante
este cruel hecho, tuvo que salir de su vereda junto con sus hijos menores, dejando su tierra,
su hogar y su familia.
De acuerdo a los datos recogidos en el Informe nacional del desplazamiento forzado en
Colombia, realizado por Myriam Herná ndez Sabogal (2015):
De los casi seis millones y medio de personas desplazadas, desde el punto de vista
diferencial, un poco má s del 50 por ciento de la població n desplazada son mujeres
(3.301.848); 2.279.576 son personas menores de edad (de las cuales 1.480.983 tienen
menos de 12 añ os); segú n los datos demográ ficos de 2005, se estima que cerca del 15 por
ciento del total de la població n afrocolombiana y el 10 por ciento de la població n total
indígena han sido desplazadas. El 87 por ciento de la població n expulsada de sus regiones
vivía en el campo; algunos afro e indígenas, en territorios colectivos reconocidos por el
Estado. En un país que tiene un problema agrario persistente, con una historia signada por
el difícil acceso a la tierra, se calcula que 8,3 millones de hectá reas han sido despojadas o
abandonadas por la fuerza. El 99 por ciento de los municipios colombianos han sido
expulsores. A la luz de las cifras precedentes, no es excesivo caracterizar a Colombia como
una nació n desplazada.

Para terminar con el desplazamiento forzado en Colombia, el gran obstá culo que se
evidencia en nuestra nació n, se basa en que la confrontació n siempre viene de distintos
bandos, es decir, que al ser testigos de factores como: diferencias étnicas, culturales y
territoriales, esto implica que cada uno busque transformar a la sociedad colombiana segú n
sus ideales (Universidad del norte, 2009. Pg. 5). Sin embargo, este tipo de pensamiento
radical solo ha conllevado a convertir al país en el escenario de conflicto má s complejo en
América, provocando estigmatizació n y exclusió n social en la població n, poniendo por
encima la discriminació n de género, origen social y/o clase expresados por manifestaciones
violentas que terminan en una guerra por territorio y, por ende, despojo del mismo a
campesinos, trabajadores, entre otros.

Así que, con base en las ideas de la brillante antropó loga y politó loga Gloria Naranjo Giraldo
(2011), podemos concluir que, existe una relació n directa entre el desempeñ o de los
pobladores de la urbe a nivel tanto pú blico como social y la posibilidad de que los medios
culturales y sociopolíticos dedicados a la construcció n/reconstrucció n de la sociedad, pero
má s que nada, a los derechos que esta posee (en la nació n y en la ciudad), se constituyan en
plataformas mú ltiples para aprovechar, resistir e influir dentro de los cambios en la misma
en pro del bien comú n. Lo que quiere decir, que el reto para la nació n que se ha encontrado
en juego recientemente, sobre todo en las ciudades colombianas, es el reconocimiento del
mestizaje político y cultural para la nació n.
Referencias.
Naranjo Giraldo, G. (94). (2001). El desplazamiento forzado en Colombia. Reinvención de la identidad e
implicaciones en las culturas locales y nacionales. Medellín, Colombia: Scripta Nova. Recuperado de:
http://www.ub.edu/geocrit/sn-94-37.htm

Pinilla, M.R (s.f.). La historia de una familia desplazada por la violencia. Recuperado de:
http://www.mennonitechurch.ca/files/programs/peace/Displacement1.pdf

Villa, M.I. (2006). Desplazamiento forzado en Colombia. Recuperado de:


http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100920090346/art02desplazamientoforzadoCo
ntroversia187.pdf
Es importante recalcar cómo a través de estas formas diversas de migración forzada, se ha producido
una verdadera reconfiguración del territorio colombiano: mientras el 87% de los municipios han
registrado expulsión de la población, el 71% han sido receptores; además, se calcula que alrededor de
4,8 millones de hectáreas han sido forzosamente abandonadas (Conferencia Episcopal, Codhes, 2006,
142)

En los últimos años se ha reconocido, además, el desplazamiento intraurbano como una tipología de
desplazamiento interno ligado a lo que se ha conocido como urbanización de la guerra, esto es, el
traslado de la confrontación armada que antes parecía exclusiva el campo a la ciudad, especialmente en
los principales centros urbanos como Medellín, Bogotá, Barranquilla y Cali, lo cual se expresa, de
manera específica, en la disputa de paramilitares y guerrilla por el dominio de vastos sectores, en el
intento del estado por tomar el control militar de estos territorios y, de manera especial, en la estrategia
empleada, por todos ellos de crear una situación de terror y control de la población civil (Villa, 2004)

Lo que el desplazamiento forzado pone en cuestión es la condición humana, la relación existente entre
la idea de la dignidad con los derechos y la solidaridad. Exaltar el punto de vista jurídico y normativo que
sustenta la autonomía moral y política, pero al tiempo, abrir un lugar importante para los derechos
económicos, sociales y culturales, para integrar la lucha por reducir las desigualdades con la lucha para
afianzar las diversidades culturales, mientras se avanza en procesos de inclusión política. Se hablaría así,
de una actitud y una práctica de respeto y solidaridad.

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