Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La conmoción que supuso la publicación de la obra de Darwin implicó no sólo a la comunidad científica sino también
al público en general. A partir de ese momento, los enunciados de la teoría de la evolución enfrentan a los
enunciados de la teología, y comienzan una lucha entre instituciones por el poder de un determinado conocimiento
acerca de la vida del hombre.
Incluso estos enunciados (los evolucionistas del S.XIX) van a ser tomados como bandera por los partidarios de
posiciones libertarias y socialistas, politizando la polémica, sacándola de los ámbitos científicos.
Desde un primer momento a esta teoría no se la circunscribe al campo estrictamente biológico, sino que se la
relaciona con la teología, la sociedad y la política. Los argumentos que se oponen a la teoría en ese momento son de
dos tipos: 1. los que se refieren a cuestiones puramente teológicas, y 2. los que le cuestionan deficiencias técnico-
metodológicas: noción de especie y variación, insuficiencias demostrativas, la teleología.
En cuanto al primer tipo de argumentos, la obra de Darwin, tiende al materialismo y al ateísmo: el pensamiento
evolucionista es visto como un pensamiento destinado a terminar con una serie de ideas religiosas. El debate se
entabla entre los creacionistas y los evolucionistas. Más allá de su obra, Darwin, no entra en esa polémica y se
muestra respetuoso con los dogmas cristianos, expresando que sus teorías no tenían nada que ver con la explicación
de las últimas causas. Sin embargo, sus seguidores van a confrontar con las ideas religiosas. Haeckel (seguidor de
Darwin) afirma que no existe ninguna diferencia esencial entre el hombre y los animales y niega el dogma de la
resurrección de los cuerpos y la inmortalidad del alma.
La teoría de la evolución se inscribe en esa corriente ideológica, que unida a la revolución industrial y a las
revoluciones políticas, a partir del siglo XVIII, va a hacer cambiar los intereses científicos, dando origen a una serie de
teorías acerca de la evolución social y cultural de la humanidad. De teorías que amenazaban el orden existente, que
van a dejar atrás el pensamiento dualista cartesiano: que distinguía, por un lado, al hombre “res cogitans”, dotado de
alma y razón; y, por el otro lado, veían al hombre como “res extensa”, mensurable y cuantificable en su aspecto
físico-anatómico.
A fines del S.XVIII y principios del XIX, una serie de hechos científicos y sociológicos convergen hacia una
concepción unitaria del hombre, en la que tanto la anatomía y la fisiología como la psicología y la moral son
consideradas partes de un mismo saber; el saber sobre el hombre, saber que va a consistir en pensarlo como
emparentado con los animales, colocándolo dentro del mismo medio natural y dentro de una historicidad con tiempo y
leyes humanas.
La obra de Darwin arranca de estos supuestos. La situación social del comienzo de la era industrial (liberalismo
económico) le ofrece el modelo explicativo para el mundo biológico, incluido el hombre. El utilitarismo biológico de su
teoría está de acuerdo con la ideología reinante.
La obra de Darwin va a reforzar la ruptura epistemológica que supuso esta nueva corriente de ideas.
Además de la polémica iglesia/teoría de la evolución, o materialidad/espiritualidad en el hombre, la teoría de la
evolución va a dar lugar a otra, la que va a enfrentar lo natural con lo histórico o cultural en el hombre. Pero, que trata
de otra situación, en la que no se discute la materialidad del cuerpo del hombre y la existencia o no del alma, sino la
interpretación de sus comportamientos, atribuyéndolos a la biología o a la historia, en forma exclusiva. Dando lugar a
los determinismos biológicos o cultural, entendidos como falacias metodológicas.
Esta controversia se va a caracterizar por el hecho de que las pruebas aportadas por cada una de las posiciones van
a resultar insuficientes. Y que, en muchos casos se van a transformar en reflexiones de tipo metafísico, en el sentido
de que las argumentaciones van a expresar más un sistema de creencias que aseveraciones sostenidas con la
fuerza de los hechos.
Ashley Montagu argumenta que “los hombres y las sociedades se han hecho de acuerdo con la imagen que tenían
de sí mismos, y han cambiado conforme a la nueva imagen desarrollada por ellos”.
En los temas que nos ocupan, vamos a poder construir distintos tipos de sociedades, según pensemos que los
comportamientos de los hombres estan determinados biológicamente, significando con esto su fijismo, o bien que
pensemos que dichos comportamientos se arman a partir de la vida social de los hombres, significa con esto la
posibilidad de transformarlos.
Recorrido histórico del debate biologicismo/historia, que va a partir desde posiciones irreductibles, situadas en la
segunda mitad del S.XIX, hasta llegar a la actualidad con posturas más conciliadoras:
La realidad económica y sociopolítica del S.XIX necesita hallar nuevas fundamentaciones para la acción. La situación
de Inglaterra en la 2da mitad del siglo, conduce a la expansión colonial. El país alcanza en pocas décadas un rápido
aumento de población y un incremento económico que permite a un número considerable de personas, elevar su
nivel de vida. El aumento de población plantea el problema de la relación entre población y medios de subsistencia.
Si, como plantea Malthus, los bienes de subsistencia aumentan aritméticamente y la población geométricamente, es
necesario prevenir las posibles situaciones catastróficas futuras. Cada uno debe esforzarse en obtener su parte,
mediante el trabajo en la sociedad; los pobres, perezosos, inútiles no tienen derecho a vivir a expensas de los demás.
Su desaparición es un efecto beneficioso para la sociedad. No hay que hacer nada para evitar la competencia entre
los hombres en cuanto a los bienes de subsistencia se refiere.
Fue Darwin quien se inspiró en teorías sociales, especialmente las desarrolladas por Malthus, para construir la teoría
de la evolución.
La teoría que postula el proceso de la sociedad a través de la lucha lleva el nombre de “darwinismo social”.
Spencer, en 1852 escribe un ensayo titulado “Una teoría de población”, que es una respuesta a la teoría de Malthus.
Su argumentación la va a desarrollar en términos fisiológicos y no en términos socio-culturales. Sostiene que la
inteligencia y la fertilidad están en relación inversa.
Harris: “las células de la mente y las del sexo compiten por los mismos materiales. El exceso de fertilidad estimula
una mayor actividad mental porque cuanta más gente hay, más ingenio se necesita para mantenerse en vida. Los
individuos y las razas menos inteligentes mueren y el nivel de inteligencia se eleva gradualmente. Pero este aumento
de inteligencia sólo se logra a costa de intensificar la competencia entre las células de la mente y las células del sexo,
y, en consecuencia, se produce una progresiva disminución de la fertilidad”.
Las exigencias de la lucha por la vida hacen desaparecer a los ineptos y preservar a los más aptos.
Según Harris, estos acontecimientos servirían para mostrar, que a fines del XIX, la tendencia hacia la biologización
no tenía ninguna relación con el mayor prestigio de las ciencias biológicas. De acuerdo a como ocurrieron los hechos
se trataría de que ambas disciplinas, la biología y las ciencias sociales respondieron de manera independiente a
necesidades ideológicas similares.
En relación, también, con los contenidos ideológicos del liberalismo económico finisecular, Ashely Montagu, señala
cómo una determinada interpretación del mundo animal modeliza una interpretación de la sociedad humana. La falsa
idea de que el mundo anima se caracteriza por una feroz lucha por la existencia y que la sociedad humana
descendiente directa de ese mundo animal se caracteriza por “la lucha, la hostilidad, la competencia desaforada y la
agresividad”, van a dominar la escena. La selección natural va a ser mal expuesta hasta el extremo de alejarla de su
intención original por la llamada “teoría gladiadora de la existencia”. La responsabilidad de que esto haya sucedido no
recae sobre Darwin sino en uno de los divulgadores de su teoría: Thomas Huxley, quien público el artículo “la lucha
por la existencia: un programa”, en el que planteó “desde el punto de vista del moralista, el mundo animal se
encuentra en un nivel aproximadamente idéntico al espectáculo de los gladiadores. A las criaturas se las dispensa de
un trato bastante bueno, para ponerlas después a luchar. El espectador no necesita indicar con el pulgar hacia abajo,
porque no se conoce cuartel”.
Esta escena no guarda relación con el concepto de selección natural. Según ella, cada individuo, cada tribu, cada
nación debía resolver el problema de su lucha por la vida. Más que científica, esta forma de concebir la evolución era
una pretendida justificación del liberalismo económico. Pero planteado de esa manera quedaba como “más
dramático, más fácil de entender y por lo mismo más popular”.
Se habría producido lo que sintetiza Sahlins cuando dice “la naturaleza, imaginada culturalmente, ha sido usada a su
vez, para explicar el orden social humano, y viceversa, en un intercambio reciproco sin fin entre darwinismo social y
capitalismo natural”.