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ECONOMÍA COLABORATIVA

Carlos Górriz López

1. Actualizo brevemente la información proporcionada en la sección sobre economía colaborativa del


curso Contratación y mercado digital. A fin de facilitar la comprensión, sigo el orden de los videos, razón por
la que empiezo con la legislación. Merece destacarse que la Unión Europea ya ha empezado a regular las
plataformas digitales. Ha aprobado el Reglamento 2019/1150 del Parlamento Europeo y del Consejo, de
20 de junio de 2019, sobre el fomento de la equidad y la transparencia para los usuarios profesionales de
servicios de intermediación en línea, que se aplicará a partir del 12 de julio de 2020. Disciplina
determinados aspectos de la relación triangular entre las plataformas, los proveedores de bienes y
servicios a través suyo y los consumidores. En particular, disciplina determinados contenidos de las
condiciones generales de la plataforma, el modo en que deben proceder si suspenden o ponen fin a la
prestación de servicios de los usuarios profesionales, cómo realizan la clasificación de los proveedores, la
oferta de bienes y servicios auxiliares, el acceso de los proveedores a los datos de los consumidores o de
otros proveedores y los medios de solución de conflictos. Respecto del último extremo permiten a las
asociaciones y organizaciones de consumidores y usuarios ejercitar acciones judiciales contra las
plataformas (rectius, contra los proveedores de servicios de intermediación).

El European Law Institute también ha estado trabajado sobre este ámbito (la relación triangular entre las
plataformas, los proveedores de servicios y los usuarios) y ha elaborado una Ley Modelo sobre
Plataformas En línea que sirve tanto para los Estados que deseen legislar sobre este tema como para las
plataformas que quieran elaborar su propia normativa o códigos de conducta. Puede consultarse aquí.
Asimismo, presentan mucho interés las consideraciones hechas por la Dra. Aneta WIEWIÓROWSKA-
DOMAGALSKA en el documento del Parlamento Europeo: “Online Platforms: How to Adapt Regulatory
Framework to the Digital Age?”, de 8.9.2017, disponible en
https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/BRIE/2017/607323/IPOL_BRI(2017)607323_EN
.pdf.

Continuando con los aspectos legislativos, cabe advertir que la Comisión Europea está trabajando en una
nueva normativa de Derecho de la competencia pensada para el sector digital (Digital Services Act). Entre
otras medidas, desea establecer un control apriorístico para evitar que los grandes gigantes digitales
monopolicen los datos e impidan que se genere competencia en el mercado. Así, quiere poder imponerles
determinadas obligaciones, como la de compartir información. Puede consultarse la documentación
relevante (estudios hechos y una consulta pública) aquí.

2. Existen novedades relevantes, sobre todo de corte judicial, respecto del acceso al mercado. Ahora bien,
antes que nada cabe recordar que la crisis generada por el covid-19 ha golpeado duramente a las
plataformas que ofrecen servicios turísticos. Entre ellas destaca Airbnb, que ha tenido que despedir a
1900 empleados, un 25% de la plantilla (cfr. la nota de Brian Chesky, CEO de la empresa, aquí). Además,
continúa la tensión existente entre las plataformas, los ayuntamientos, los vecinos y los turistas. Buena
prueba de ello es Ámsterdam, que ha anunciado la prohibición de alquilar casas a turistas en los barrios
de Burgallen-Oude Zijde, Burgwallen-Nieuwe Zijde y Grachtengordel-Zuid a partir del 1 de julio de 2020.
En el resto de la ciudad sí se podrán arrendar viviendas, pero será necesaria la previa obtención de un
permiso (puede obtenerse información aquí y aquí). La razón que ofrece el Ayuntamiento es proteger a
los residentes frente a la gentrificación y la invasión de turistas. Explica que el alquiler ha aumentado
cinco veces, con la llegada de las plataformas colaborativas. La respuesta de Airbnb no se ha hecho
esperar. De un lado, considera que esta normal es ilegal. De otro, informa que ha tomado medidas para
luchar contra los perjuicios que, según se afirma, el alquiler vacacional ocasiona. También subraya que
esta actividad sirve de sustento para numerosas familias.
En el video dedicado a esta parte explicaba el caso Uber y advertía que estaba en curso la respuesta a la
cuestión prejudicial del caso Airbnb Ireland UC. En cuanto al primero, interesa comentar que el Tribunal
Supremo ha anulado determinadas normas españolas que restringen el arrendamiento de vehículos con
conductor y que, por lo tanto, perjudican a esta plataforma colaborativa (sentencias 332/2020, de 6 de
marzo y 349/2020, de 10 de marzo). Ha declarado que los arts. 1 y 2 del Real Decreto 1076/2017, de 29
de diciembre son ilegales. El primer precepto prohíbe transmitir licencias VTC durante los dos años
siguientes a su expedición. La máxima autoridad judicial española afirma que no respeta los principios de
la Ley 20/2013, de 9 de diciembre, de garantía de la unidad de mercado. En particular, la prohibición no
está justificada por una razón imperiosa de interés general como exige la Ley. El art. 2 exige que el
prestador del servicio de transporte notifique, por vía electrónica y antes de su ejecución, a la
Administración el lugar y fecha de celebración del contrato, el lugar, fecha y hora en que ha de iniciarse
el servicio y el lugar y fecha en que haya de concluir, la matrícula del vehículo y la identificación tanto del
arrendador como del arrendatario. Esta norma está justificada, pero es desproporcionada: pide
información que no es necesaria para el fin perseguido (comprobar que los vehículos VTC desarrollan la
mayor parte de su actividad en la Comunidad Autónoma que concedió la autorización). Además se
superpone con otras medidas de control ya existentes.

En cuanto a Airbnb, el Tribunal de Justicia falló, en la sentencia de 19.12.2019 (C-390/18), que la sanción
impuesta en virtud de la Loi n.º 70-9, du 2 janvier 1970, réglementant les conditions d’exercice des activités relatives
à certaines opérations portant sur les immeubles et les fonds de commerce (en adelante, Ley Hoguet) era ilegal. Aplica
la misma doctrina que en su sentencia Uber, pero llega a una conclusión diferente: Airbnb presta un
servicio mixto, cuyo principal elemento es la intermediación entre el arrendatario y el propietario de la
vivienda. Por lo tanto, no es el responsable del servicio de alojamiento; entre otras razones, porque no
ejerce una influencia decisiva sobre las condiciones del contrato de arrendamiento de vivienda vacacional,
a diferencia de Uber respecto de sus conductores.

El Tribunal de Justicia también analiza la Ley Hoguet, en virtud de la cual se había castigado a Airbnb
porque llevaba a cabo una labor de intermediación sin poseer la tarjeta necesaria. La autoridad judicial
europea considera que esta norma introduce una restricción a la prestación de servicios de la sociedad de
la información inadmisible. Recuerda que las restricciones pueden ser válidas, pero deben estar
justificadas y ser necesarias y proporcionales. No concurren estos requisitos en el caso, puesto que Francia
no había notificado a la Comisión esta norma, tal como exige el art. 3.4.b) de la Directiva 2000/31. Por
lo tanto, la sanción a Airbnb era ilegal.

3. Otro tema básico para la economía colaborativa es la responsabilidad de las plataformas. Durante el
curso comentamos sus obligaciones en materia de protección de datos personales y de competencia
desleal. Hicimos referencia a la famosa demanda de una asociación de taxistas contra Uber. Pues bien, el
18 de septiembre de 2019 el Juzgado de lo Mercantil núm. 7 de Barcelona se pronunció sobre un tema
similar: la compañía propietaria de un restaurante en Valencia ejerció diversas acciones de competencia
desleal contra TripAdvisor por los comentarios denigratorios publicados en la página web. La demanda
no prosperó. El Magistrado-juez rechazó que la plataforma de viajes y restauración se hubiera
aprovechado del buen nombre del restaurante, entre otras razones porque su reputación era mayor y las
partes del juicio no actuaban en el mismo sector económico. También desestimó que hubiera infringido
sus obligaciones contractuales y recordó que hay procedimientos específicos para proteger el honor, sin
que la normativa de la competencia desleal sea adecuada a esos fines (puede ampliarse la información
aquí). En relación con este último extremo interesa comentar que la prensa española se hizo eco de otro
juicio en que sí se condenó a TripAdvisor por vulnerar el derecho al honor de un hotel (aquí y aquí).

Las plataformas colaborativas gestionan numerosos datos de los proveedores de servicios y de los
usuarios, de ahí la importancia que tiene la legislación sobre este extremo y, en especial, el Reglamento
General de Protección de Datos. Durante el curso me referí al caso líder sobre el derecho al olvido: la
sentencia del Tribunal de Justicia 13.5.2014 (C-131/12), Google Spain, SL, Google Inc y Agencia Española de
Protección de Datos y Mario Costeja González. Ha habido más resoluciones interesantes. Destaco dos. La
primera tiene su origen en el ejercicio del citado derecho por parte de varios políticos franceses. Como
Google no atendió a sus peticiones, solicitaron a la Commission nationale de l’informatique et des libertés (CNIL)
que actuara. Ante la negativa de ésta, interpusieron una demanda judicial que dio lugar al fallo del TJUE
de 24.9.2010 (C-136/17), GC, AF, BH, ED y Commission nationale de l’informatique et des libertés (CNIL). En
ella, la autoridad europea reitera la doctrina mantenida en el caso Google Spain acerca de la necesidad de
encontrar un equilibrio entre los intereses en juego; en particular entre los derechos al respeto a la vida
privada y a la protección de los datos personales, por una parte, y la libertad de información de los
internautas por otra. Pero añade que, en todo caso, el motor de búsqueda debe estructurar la lista de
resultados “… de tal manera que la imagen global que resulte de ella para el internauta refleje la situación
judicial actual, lo que requerirá, en particular, que en dicha lista se indiquen en primer lugar enlaces a
páginas web que contengan información al respecto”.

La segunda sentencia es de 24 de septiembre de 2019 (C-507/17), Google LLC y Commission nationale de


l’informatique et des libertés (CNIL) y su importancia reside en que el Tribunal de Justicia delimita el alcance
del derecho al olvido. Google Inc había aceptado la petición de una persona física de suprimir las
referencias que se hacían a ella en la lista de resultados de su motor de búsqueda. Pero había suprimido
los enlaces solamente respecto de las extensiones de su buscador en los Estados miembros (“bloqueo
geográfico”). La Comisión Nacional de Informática y Libertades de Francia consideró que la
multinacional estadounidense había incumplido sus obligaciones y le impuso una sanción de 100.000
euros. La autoridad judicial europea se manifiesta en sentido contrario.

El principio básico es que debe existir proporcionalidad entre los derechos y libertades referidos. Destaca
que esta proporción no es igual en todo el mundo y que existen países que no otorgan tanta importancia
a la protección de la privacidad. La Unión Europea no ha querido garantizar el cumplimiento de los
objetivos de la normativa de protección de datos personales en todo el mundo. Por lo tanto, no puede
entenderse que un gestor de datos, cuya actividad cae dentro del ámbito de aplicación del Reglamento
General de Protección de Datos, deba retirar los enlaces en todas las versiones nacionales de su motor
de búsqueda; basta que lo haga en los de los Estados miembros.

4. La polémica sobre la calificación de los riders y prestadores de servicios para plataformas colaborativas
continúa. Hay dos hechos que merecen atención. El primero es el auto del Tribunal de Justicia de 22 de
abril de 2020 (C-692/19), B v Yodel Delivery Network Ltd. Se preguntó a la autoridad europea si un
repartidor que trabaja (rectius presta servicios) para una empresa de paquetería es un trabajador por cuenta
ajena o un autónomo. La institución judicial explica que la clave está en la existencia de una relación de
subordinación entre la empresa y la persona que ejecuta los servicios y advierte que hay que prestar
atención a todos los hechos y circunstancias del vínculo entre las partes. En el caso, considera que la
persona que presta los servicios es un autónomo y no un trabajador, dado que no estaba obligado a
realizar su actividad personalmente, sino que podía hacerse substituir o subcontratar el encargo recibido.
En segundo lugar, no existía una relación de exclusiva, sino que el/la señor/a B podía prestar servicios
para los competidores de Yodel Delivery Network. Tercero, tenía derecho a rechazar los encargos que la
empresa le hacía. Por último, tenía discrecionalidad, dentro de ciertos límites lógicos, para decidir cuándo
cumplía su encargo.

El segundo hecho es la posibilidad de que se regule la relación entre los repartidores y las plataformas
para las que trabajan y se imponga su condición de trabajadores, de autónomos o que se cree una nueva
categoría. En el caso de España, la prensa informa que el Ministerio de Trabajo y Economía Social opta
por la primera opción (por ejemplo, aquí, aquí y aquí); es decir, los riders serán trabajadores por cuenta
ajena.
5. La tributación es otro de los frentes abiertos en la economía colaborativa. La ingeniería corporativa y
financiera permite a las plataformas digitales estructurar su organización y actividad del modo que les sea
más beneficioso para pagar menos impuestos. Algunos Estados están luchando contra esa realidad. Les
comento el caso de Hungría, pues su normativa ha acabado en el Tribunal de Justicia. En 2014 aprobó la
Ley XXII relativa al impuesto sobre la publicidad, que grava la difusión de publicidad por internet
predominantemente en húngaro o en un sitio web predominantemente en húngaro. Obliga a todas las
empresas a las que sea aplicable la Ley a darse de alta ante la Administración Tributaria húngara. Al
incumplir esta obligación, impuso una multa de 31.000 euros a Google Ireland Limited. Y como seguía
sin cumplir, impuso nuevas sanciones en los cuatro días siguientes hasta llegar al astronómico montante
de 3,1 millones de euros. El Tribunal de lo Contencioso-Administrativo y de lo Social de Budapest que
debían conocer del recurso interpuesto por la multinacional sancionada plantearon siete cuestiones
prejudiciales al Tribunal de Justicia. La autoridad europea ha mantenido que la sanción es contraria al
Derecho comunitario en su sentencia de 3 de marzo de 2020 (C‑482/18), Google Ireland Limited y Nemzeti
Adó- és Vámhivatal Kiemelt Adó- és Vámigazgatósága.

Considera lícita la obligación de darse de alta ante la Administración Tributaria húngara, pues no genera
unos costes que desincentiven la prestación de servicios. En cambio las sanciones por incumplir esta
obligación son ilícitas. Las razones principales son dos. De un lado, constituyen una restricción a la libre
prestación de servicios, puesto que se son muy superiores y se incrementan mucho más rápido que las
previstas en el régimen general. De otro, son desproporcionadas. El Tribunal de Justicia afirma que “…
no existe correlación alguna entre el aumento exponencial, en plazos especialmente breves, del importe
acumulado de las multas, que puede ascender a varios millones de euros, y la gravedad del
incumplimiento, en tales plazos, de la formalidad administrativa que constituye la obligación de
información establecida en el artículo 7/B, apartado 1, de la Ley relativa al impuesto sobre la publicidad.
Por lo tanto, resulta que el importe de las multas impuestas se establece sin considerar el volumen de
negocios que constituye la base imponible del impuesto que se supone debe recaudarse” (párr. 50).

La conclusión que se extrae es que el problema reside en la sanción; mejor dicho, en su alcance
desorbitado. Pero el impuesto es válido. Por eso, es probable que otros países repliquen esta iniciativa
legislativa o la mejoren. Esperemos que con un régimen sancionador menos disparatado.

6. Para terminar, informar de que he profundizado en la batalla entre los operadores tradicionales y las
plataformas colaborativas en el artículo “Incumbent Strategies against Collaborative Platforms: Lessons
from the battle between taxi drivers and Uber in Spain”, publicado en Law in Context, 36:2, 2019,
disponible en https://journals.latrobe.edu.au/index.php/law-in-context/article/view/97. A nivel más
general, “Les principals qüestions de l’economia col·laborativa”, Revista Jurídica de Cataluña, 118:4, 2019,
891-928.

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