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Marzo 1

Más que usted


Estábamos tan agobiados bajo tanta presión, que hasta
perdimos la esperanza de salir con vida... Pero eso sucedió
para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios.
2 Corintios 1.8–9, nvi

Hay circunstancias que surgen y requieren más de lo que usted


humanamente puede dar. Y, sin importar cuánto se esfuerce, conti-
núan abrumándole. De hecho, mientras más se esfuerza por superar
sus dificultades, más parecen derrotarlo.
Esta es una indicación de que el Señor está exigiéndole más, pre-
parándole para aceptar su poder y sabiduría en todo lo que enfrenta.
Como ve, Él nunca se propuso que usted viviera la vida cristiana
por cuenta propia. Él tiene la intención de que esta sea más de lo que
usted puede imaginarse.
Así que, ¿teme que no se desarrollará lo suficiente o que no será
capaz de hacer todo lo que ha sido llamado a lograr? ¿Acaso honrar
a Dios en todos los retos que enfrenta parece imposible?
¡Qué bien! Usted está listo para aceptar la ayuda que Dios de
tan buen grado quiere proveerle. Confíe por completo en el Padre y
descubra cuánto Él puede hacer en y por medio de usted.

Jesús, te entrego mis preocupaciones, sabiendo que tú


eres fiel para ayudarme. Gracias por esta oportunidad
de experimentar tu provisión. Amén.

En su presencia... vea más


allá de usted mismo.

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Marzo 2

Usted queda perdonado


Todos hemos pecado... Sin embargo, Dios nos declara
justos gratuita y bondadosamente por medio de Cristo
Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados.
Romanos 3.23–24, ntv

¿Tiembla usted de miedo alguna vez después de leer los pecados que
menciona la Palabra de Dios? ¿Hay transgresiones que hacen que
sienta como si el Padre jamás pudiera aceptarle? Después de todo, el
apóstol Pablo advierte «que los que practican tales cosas no hereda-
rán el reino de Dios» (Gálatas 5.21). ¿Es posible que haya ofendido
a Dios de tal manera que sienta que Él le rechazará para siempre?
Romanos  3.23 es claro: toda persona tiene algún aspecto de
pecado en su vida. Por esto mismo es que necesitamos a Jesús. ¡No
podemos entrar en el reino de Dios sin Él!
Sin embargo, cuando usted recibe a Jesús como su Salvador, es
lavado con su sangre y la mancha de su pecado es quitada. Usted
tiene una relación restaurada, permanente y personal con el Padre.
Su pecado es incapaz de sorprender a Dios. Él le ha perdonado
en Cristo. No tiene ninguna razón para temer.

Jesús, mediante tu muerte y resurrección has lavado


mi alma, quitado la mancha de mi pecado, y traído un
gozo indescriptible a mi corazón. ¡Gracias! Amén.

En su presencia... reciba la
dádiva del perdón de Dios.

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Marzo 3

Apelación a la carne
Y vio la mujer que el árbol era... codiciable para
alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió.
Génesis 3.6

¿Sabía usted que Satanás conoce muy bien los deseos de su carne?
Él convenció a Eva para que comiera del árbol del conocimiento
apelando a su deseo de sabiduría. Y tal como lo hizo con ella, el
enemigo atizará sus deseos carnales a fin de seducirle para que se
destruya a sí mismo.
Como ve, una vez que el enemigo logra que peque, usted sentirá
vergüenza en la presencia de Dios y lo evadirá, tal como lo hicieron
Adán y Eva en el huerto. Se esconderá del Señor y dejará de escu-
charlo. Después de todo, el enemigo obra para hacer que se sienta
completamente alejado del Padre a fin de inutilizarlo para el reino
de Dios.
Sin embargo, usted no está aislado del Padre. ¡La poderosa san-
gre de Cristo lo ha reconciliado con Dios para siempre! El Señor
quiere que usted esté siempre con Él. Así que no le dé lugar al ene-
migo gratificando los deseos de su carne. Busque la dirección de
Dios y tenga confianza en que Él siempre tiene en mente lo que es
mejor para usted.

Padre, te agradezco por amarme y verdaderamente


satisfacer los deseos de mi corazón. Amén.

En su presencia... usted siempre es


bienvenido, amado y perdonado.

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Marzo 4

Sentido nada común


El temor de Jehová es el principio de la sabiduría,
Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
Proverbios 9.10

El sentido común no bastará en su situación. Así que, por más tenta-


do que se sienta a sacar conclusiones en cuanto a sus circunstancias
antes de buscar a Dios, no lo haga. Sin el punto de vista del Señor, lo
único que podrá hacer es una evaluación defectuosa de lo que le está
sucediendo.
Un buen ejemplo de esto ocurrió cuando el rey de Siria envió a su
enorme ejército para capturar al profeta Eliseo (2 Reyes 6.8–19). Lleno
de temor debido a los caballos y carros dispuestos contra ellos, Giezi,
el criado de Eliseo, preguntó: «¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?». Eli-
seo respondió orando con calma pidiendo a Dios que abriera los
ojos de Giezi. De inmediato, el criado percibió la realidad espiritual:
los batallones celestiales del Señor estaban listos para defender a Eli-
seo. La victoria ya estaba asegurada.
De igual manera, hay influencias en su situación que usted no
puede ver, fuerzas espirituales que el Dios Todopoderoso ha dis-
puesto a su favor.
Así que no se apoye en sus ojos naturales ni dictamine en cuan-
to a su situación. Usted llegará a la conclusión errada. En lugar de
ello, busque a Dios para entender y permítale que le conduzca al
triunfo.
¡Señor, verdaderamente tú eres Dios! Gracias por
obrar a mi favor y llevarme a la victoria. Amén.

En su presencia... confíe en
que Él está obrando.

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Marzo 5

No
Declaro lo siguiente acerca del Señor:
Solo él es mi refugio, mi lugar seguro;
él es mi Dios y en él confío.
Te rescatará de toda trampa.
Salmos 91.2–3, ntv

Es difícil oír la palabra no. Usted le suplica a Dios por cierta petiti-
ción, pero esta le es negada. En especial puede sentirse confuso, des-
ilusionado e incluso cuestionar los propósitos de Dios al negársela si
la petición en cuestión era santa o positiva.
Sin embargo, debe saber que cuando su voluntad y la de Dios
se contradicen, usted llega instantaneamente a un punto decisivo.
¿Se obstinará en hacer las cosas a su manera o aceptará la dirección
de Dios? ¿Ocupará usted el trono de su vida, o reconocerá que su
Señor y Salvador es absolutamente soberano, bondadoso y sabio, y
que nunca le hará daño?
Tenga por seguro que el «no» del Padre es tanto compasivo como
bueno. Debido a su carácter santo y su amor infalible, Él siempre
procura darle la dirección absolutamente perfecta a su vida. Usted
tal vez no comprenda el porqué de su «no» en el momento, pero a
la larga la entenderá. Y con seguridad se lo agradecerá por haberle
evitado cometer un error.

Jesús, tú eres mi autoridad, y sin que importe lo


difícil que sea, acepto tu «no». Confío en que tú me
guiarás de la mejor manera posible. Amén.

En su presencia... acepte su
protección inquebrantable.

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Marzo 6

Déjeselo a Dios
Encomienda al Señor tu camino,
confía en El, que El actuará.
Salmos 37.5, lbla

Cuando surge una decisión difícil, la respuesta natural es exami-


nar las consecuencias que puede esperar. Usted sopesa el grado de
dificultad de la alternativa, su capacidad para manejarla, y si vale la
pena el esfuerzo.
Todo eso está bien hasta que el Señor lo dirige a avanzar con
fe absoluta. Cuando lo hace, usted puede esperar que los obstácu-
los parezcan mayores de lo que usted es capaz de manejar y que la
derrota sea segura a menos que Él intervenga. Esa es la misma natu-
raleza de la fe: usted debe confiar en Dios antes que en sí mismo o
sus recursos.
¿Es esta la decisión que enfrenta hoy? ¿Siente que el Padre lo
está llamando a tomar una senda difícil? Recuerde que Dios tiene el
mejor plan para usted y que cuando se somete a él, hay recompensas
asombrosas que posiblemente no pueda vislumbrar.
Así que no se pierda lo mejor de Dios debido a lo que pueda o
no percibir con respecto a su decisión. En lugar de ello, obedezca a
Dios, deje a Él las consecuencias, y espere a que obre poderosamente
a su favor.

Señor, te obedezco. Confío en tu plan para mi vida, y sé


que tú nunca me guiarás a un descarrío. Amén.

En su presencia... confíe en
Él para que le dirija.

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Marzo 7

Un llamado al arrepentimiento
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento
para salvación, de que no hay que arrepentirse.
2 Corintios 7.10

Hay tres palabras que describen el proceso del arrepentimiento:


reconocimiento, acuerdo y consagración.
El reconocimiento viene a medida que estudiamos las Escrituras
y aprendemos qué cosas identifica Dios como pecado. Mientras no
reconozcamos que nuestras acciones son erradas, no veremos nin-
guna necesidad real de confesárselas a Dios.
Luego debemos estar de acuerdo con la evaluación del Señor
sobre nuestra conducta. Si no estamos de acuerdo con Él, nuestra
confesión tendría más que ver con evitar las consecuencias de nues-
tro pecado que con un pesar genuino por haber violado sus están-
dares santos.
Finalmente, la consagración también es necesaria. Debemos
procurar alejarnos constantemente del pecado escogiendo andar en
obediencia, siguiendo los mandamientos de Dios, y sabiendo que Él
nos fortalecerá para hacerlo.
Recuerde que Cristo promete que cuando Él lo hace libre, usted
es libre de verdad (Juan 8.36). Esto significa que cuando le pertenece
a Cristo, usted puede cambiar de forma permanente y ser totalmen-
te libertado de la servidumbre que le esclaviza. Por consiguiente,
arrepiéntase por completo para que pueda disfrutar de la vida abun-
dante para la cual Él le creó.

Señor, reconozco mi pecado, estoy de acuerdo con lo que tu


Palabra dice al respecto y te entrego mi vida. Amén.

En su presencia... arrepiéntase y sea limpiado.

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