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Bases generales del Medio Ambiente

El problema de la colisión de derechos

El problema de la colisión de derechos


Para el inicio de esta unidad revisaremos la relación entre distintos derechos, y en particular la colisión de
derechos, dada su relevancia en el ordenamiento constitucional actual.

La colisión de derechos constitucionales es un problema que ha surgido con mayor frecuencia en los últimos
decenios, motivado por el aumento en el número de derechos reconocidos en las constituciones y tratados
internacionales, y también, por la existencia de instrumentos de protección más eficaces1.
No es extraño, entonces, que la aparición en las constituciones –a partir de los años setenta del siglo pasado- del
derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación diera origen a conflictos cuando, por una parte, una
o varias personas, e incluso parte importante de una comunidad, exigiera tutela para su derecho a vivir en un
ambiente sano, el cual, a su juicio, estaba siendo vulnerado por una persona natural o jurídica, que a su vez
fundamentara la licitud de su actuar en el ejercicio de uno o más derecho que también cuenta con reconocimiento
constitucional, que es lo que ocurre con la libertad de locomoción, el derecho de propiedad y el derecho a
desarrollar una actividad económica.

La aparición de pretensiones contrapuestas entre personas, en cuyo apoyo invocan


ambos sujetos derechos constitucionales que aparecen como contrapuestos o
inconciliables, da origen a lo que se denomina conflicto de derechos.

Para la solución de este problema han surgido diversas teorías, siendo las más conocidas las de jerarquización
de derechos y de ponderación de derechos, de cuya aplicación dependerá que uno de los derechos invocados
ceda en favor de otro.
No todos, sin embargo, aceptan la existencia de conflictos de derechos propiamente tales; ya que, a juicio de
diversos autores y también de tribunales, lo que ocurre es un conflicto para cuya solución es necesario delimitar el
contenido de cada derecho en cuestión, para lo cual hay que tener presente lo que la constitución y también la
legislación complementaria hayan dispuesto en materia de enunciado y límites de cada derecho 2.

Derechos conexos y derechos antagónicos


Los derechos reconocidos constitucionalmente no operan aisladamente. Para una persona, los derechos de que
es titular, en conjunto, configuran lo que podemos llamar su estatuto constitucional en materia de derechos
humanos. En este conjunto, un derecho puede ser reforzado o complementado por otro con el cual presenta una
relación estrecha. Es apropiado, entonces, llamar a estos derechos, derechos conexos.
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El problema de la colisión de derechos

Si fijamos nuestra atención en el derecho a vivir en un medio ambiente libre de


contaminación, fácilmente podemos considerar como derechos conexos el derecho a
la vida y a la integridad física y psíquica, y también el derecho a la protección de la
salud.

La determinación del ámbito o esfera constitucional protegida aparece, de esta manera, configurada en primer
lugar por el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, cuyo contenido es preciso determinar
como punto de partida, para complementarlo a continuación con el de los derechos próximos o conexos, que
reforzarán su protección, la ampliarán, o incluso podrán ser invocados para otorgarles una tutela judicial que el
solo texto de la Constitución no les otorga.
Vamos, pues, primeramente, a ocuparnos del contenido del derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación, y luego, más brevemente, de los derechos conexos. Tal resulta necesario porque estos últimos –
derecho a la vida, derecho a la protección de la salud- en parte se superponen al primero, y además lo
complementan.

Disposiciones legales

La Constitución chilena, en su listado de derechos del artículo 19, no distingue entre categorías de derechos de
los cuales, unos, por ser fundamentales, tienen aplicación directa y son susceptibles de tutela judicial preferente, y
otros, los derechos sociales de prestación, que como ocurre en España, se les considera principios rectores de la
política económica y social, pero no pueden ser invocados directamente ante los tribunales sino solo a través de
las disposiciones legales que los desarrollen.
En Chile, aunque no existe tal distinción, ella está implícita y se manifiesta en la enumeración de los derechos
que, conforme a lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución, pueden fundamentar un recurso de protección.

No es casual, entonces, ni tampoco es una peculiaridad de nuestra Carta Fundamental, que los típicos
derechos sociales de prestación, como la protección de la salud, la educación o la seguridad social, no se
consideran susceptibles de tutela jurisdiccional a través de los medios que otros países contemplan y que
equivalen a nuestro recurso de protección, como es la acción de tutela en Colombia y el recurso de
amparo en España.

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El problema de la colisión de derechos

Ahora bien, el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación reviste un doble carácter, es un
derecho fundamental de libertad, pero también es un derecho social, y ello explica que su tutela jurisdiccional
sea más limitada como se observa en el inciso segundo del artículo 20 de la Constitución.

En cuanto derecho de libertad, el de vivir en un medio ambiente libre de contaminación, consiste en la facultad de
disfrutar, sin sufrir interferencias, de un bien jurídico como es el de vivir en un medio ambiente no contaminado. Es
inherente a tales derechos -los de libertad- una obligación correlativa exigible frente a todos, erga omnes, que
consiste en una obligación de no hacer o deber de abstenerse de toda conducta lesiva al derecho reconocido.
De ahí que la infracción a este deber, que es lo que ocurre con las conductas contaminantes potenciales –
amenazas-, o actuales –perturbaciones y privaciones- es susceptible de ser reparada judicialmente.

El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, sin embargo, presenta, a la vez, el
carácter de derecho social de prestación.

Tales derechos, no son todos los derechos sociales, pues entre estos hay derechos de libertad, como la libertad
de trabajo y el de sindicarse, sino únicamente aquellos que para su satisfacción, requieren del cumplimiento de
una obligación positiva, consistente en un dar o en un hacer.
El derecho a la vivienda, reconocido en un buen número de constituciones y también en el Proyecto Bachelet de
Nueva Constitución, y el derecho a la seguridad social, permanecerán en estado de meras aspiraciones mientras
sus titulares no reciban una vivienda (un bien inmueble) o la cantidad de dinero a que alcance el beneficio
correspondiente de la seguridad social.
Más compleja aún es la satisfacción de los derechos sociales de prestación que exigen la realización de una
acción que beneficie a su titular, de los cuales los que más frecuentemente aparecen en los textos
constitucionales e internacionales son el derecho a la educación y el derecho a la protección de la salud.
Y la razón de la dificultad en proporcionar satisfacción cumplida a estos derechos es que aparte de la necesidad
de obtener financiamiento –lo que también ocurre con el derecho a la seguridad social-, ellos requieren de
prestadores idóneos, sea educadores o personal sanitario y de los establecimientos especialmente
acondicionados para permitirles su trabajo profesional.

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El problema de la colisión de derechos

El artículo 19 Nº 8 de la Constitución, en la primera parte de su inciso primero,


enuncia de modo sintético el derecho que nos ocupa, como el derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminación, cuyo respecto exige a todos abstenerse de
cualquier conducta contaminante.

Pero, la Constitución va más allá, y después de enunciar el derecho, añade, es deber del Estado velar para que
este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza. La imposición de estos deberes al Estado,
y especialmente el primero de ellos, velar para que el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación no sea afectado, es indicativo de que este derecho reviste también la faceta de un derecho social
de prestación.
Es por ello que el Estado:

A través de sus diversos organismos, entre los que están los servicios públicos y las empresas del
Estado, como toda persona, institución o grupo, tiene la obligación de no contaminar, sino también algo
más –bastante más en verdad- que es realizar todas aquellas actividades que la Constitución no precisa y
que la legislación ha de señalar, encaminadas bien a prevenir o bien a reparar las situaciones de deterioro
ambiental que, de ocurrir, entrañarían una vulneración del derecho de las personas a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación.

La expuesta es la base constitucional de algunos instrumentos de gestión ambiental que aparecen en la Ley Nº
19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente. El Sistema de Evaluación Ambiental, el establecimiento de
normas de emisión, y la aprobación de planes de manejo, prevención o descontaminación, son ejemplos de esa
actividad estatal a que se refiere el inciso primero del número 8 del artículo 19 de la Constitución.
Estatuto que es necesario para satisfacer los derechos sociales de prestación y cuya creación no es materia de la
actividad de los tribunales, razón por la que el incumplimiento del deber de actuar del Estado a favor del medio
ambiente no es susceptible de ser reparado por el recurso de protección ambiental.

1 Un estudio muy completo sobre el conflictivismo es el de CIANCIARDIO, Juan: El ejercicio regular de los
derechos. Análisis y crítica del conflictivismo. Ad-Hoc. Buenos Aires Aires 2007.
2 El problema del conflicto de derechos y sus posibles soluciones está estudiado en BERTELSEN SIMONETTI,

Soledad, en Métodos de solución de conflictos entre derechos fundamentales, en Cuadernos del Tribunal
Constitucional N° 42 (2010), págs. 13-108.

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