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Lesbianismo

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La palabra lesbiana puede hacer referencia a una identidad, un deseo o una


determinada conducta entre mujeres (Safo y Erina en un Jardín en Mitilene por
Simeon Solomon).
Lesbianismo es el término empleado en español para hacer referencia a la
homosexualidad femenina, es decir, las mujeres que experimentan amor romántico o
atracción sexual por otras mujeres. La palabra lesbiana procede de la isla de
Lesbos, en Grecia. Se utiliza para hacer referencia a una mujer homosexual que
siente atracción sexual, física, emocional y sentimental únicamente hacia las
mujeres.

A finales del siglo XIX los sexólogos publicaron sus observaciones sobre el deseo y
la conducta hacia personas del mismo sexo y distinguieron a las lesbianas en la
cultura occidental como una entidad distintiva. Desde entonces los historiadores
han reexaminado las relaciones entre las mujeres y cuestionan qué es lo que hace
que una mujer o una relación puedan calificarse de lesbianas. El resultado de este
debate ha introducido tres componentes a la hora de identificar a las lesbianas:
conducta sexual, deseo sexual e identidad sexual.

La sexualidad de las mujeres a lo largo de la historia ha sido en su mayor parte


construida por los roles de género, los cuales han limitado el reconocimiento del
lesbianismo como posibilidad o expresión válida de sexualidad. Los primeros
sexólogos basaron sus caracterizaciones de las lesbianas en sus creencias de que
las mujeres que desafiaban sus estrictamente definidos roles de género estaban
mentalmente enfermas. Desde entonces, muchas lesbianas han reaccionado a su
designación como marginadas inmorales mediante la construcción de una subcultura
basada en la rebelión contra los roles de género. El lesbianismo ha estado en
ocasiones de moda a lo largo de la historia, lo que afecta a cómo las lesbianas son
percibidas por los demás, y cómo se perciben a sí mismas. Algunas mujeres que
realizan conductas homosexuales pueden rechazar la identidad lésbica por completo,
y rehusar definirse a sí mismas como lesbianas o bisexuales.

Las diferentes maneras en las que las lesbianas han sido representadas en los
medios de comunicación sugiere que la sociedad occidental en su conjunto se ha
sentido simultáneamente intrigada y amenazada por las mujeres que desafían los
roles de género femeninos, y fascinada y asombrada por las relaciones románticas
entre mujeres. Sin embargo, las mujeres que adoptan la identidad lésbica comparten
experiencias que conforman un panorama similar al de la identidad étnica: como
homosexuales, están unidas por la discriminación y el rechazo potenciales que
sufren por parte de sus familias, amistades y otros. Como mujeres, tienen
preocupaciones distintas a las de los varones. Las condiciones políticas y las
actitudes sociales también continúan afectando la formación de relaciones y
familias lésbicas.

Índice
1 Etimología y desarrollo de la palabra
2 Teorías biológicas sobre las causas del lesbianismo
2.1 Desarrollo embrionario
2.2 Genética
2.3 Psicobiología
2.4 Evolución
2.5 Otras causas
3 Identidad y género
3.1 Construcción de la identidad lésbica
3.2 La Gran Depresión
3.3 La Segunda Guerra Mundial
3.4 La Posguerra
3.5 La segunda ola del feminismo en Estados Unidos
3.6 En otros países
3.6.1 Europa
3.6.2 Latinoamérica
4 Homosexualidad femenina sin identidad
4.1 Grecia antigua y Roma
4.2 Edad Media
4.3 Europa moderna
4.4 Esposos femeninos
4.5 Reexaminando la amistad romántica
5 Fuera de Occidente
5.1 Oriente Medio y Próximo
5.2 América indígena y precolombina
5.3 África
5.4 Asia
6 Demografía
6.1 Informe Kinsey
6.2 Informe Hite
6.3 Encuestas de población
7 Lesbianas y sexualidad
8 Salud
8.1 Física
8.2 Mental
9 Familias y política
10 Cultura
10.1 Literatura
10.2 Cine
10.3 Televisión
10.4 Deporte
10.5 Música
10.6 Revistas
11 Véase también
12 Notas
13 Referencias
14 Bibliografía
15 Enlaces externos
Etimología y desarrollo de la palabra
Pintura de una mujer vestida con túnicas griegas sentada en un banco de mármol con
árboles y agua en la distancia
Safo de Lesbos, aquí representada en una pintura de 1904 de John William Godward,
dio a la palabra «lesbiana» la connotación de deseo erótico entre mujeres.
La palabra «lesbiana» está derivada del nombre de la isla griega de Lesbos, hogar
en el siglo VII y VI a.C. de la poetisa Safo.1 De los escritos que se han
conservado, los historiadores han deducido que Safo estaba a cargo de un grupo de
mujeres jóvenes para su instrucción y diversión.2 No ha sobrevivido mucha de la
poesía de Safo, pero la que se conoce refleja los temas sobre los que escribió: las
vidas diarias de las mujeres, sus relaciones y rituales. Se centraba en la belleza
de las mujeres y proclamaba su amor por las jóvenes.3 Antes de finales del siglo
XIX, la palabra «lesbiano/a» era un adjetivo que normalmente calificaba a aquello
que derivaba de Lesbos, incluyendo un tipo de vino.nota 1 Sin embargo, el término
«lesbienne» con el sentido moderno ya se usaba en la literatura francesa desde el
siglo XVI. En Inglaterra, se puede rastrear el uso de «lesbian» con su significado
actual desde el siglo XVII, como documenta Emma Donoghue en Passions between women
(1993).5 En 1890, la palabra fue usada en un diccionario médico como adjetivo para
describir el tribadismo (como «amor lésbico»): gratificación sexual de dos mujeres
a través de la simulación del coito. «Lesbianismo», para describir la relación
erótica entre mujeres, fue documentado en 1870. El término era intercambiable con
«sáfica» y «safismo» hacia principios del siglo XX. El uso de «lesbiana» en la
literatura médica comenzó a ser prevalente; hacia 1925 la palabra aparece definida
como un sustantivo para referirse al equivalente femenino de un sodomita.1

Retrato Richard von Krafft Ebing. Un varón mayor, con barba blanca recortada.
La subcultura lesbiana se desarrolló en respuesta a la categorización del
lesbianismo como un problema médico por sexólogos como Richard von Krafft-Ebing.
El desarrollo del conocimiento médico fue un factor importante para las
connotaciones que iba a incluir la palabra. A mediados del siglo XIX, los
divulgadores médicos trataron de establecer formas de identificar la homosexualidad
masculina, que era vista como un problema social considerable en la mayoría de las
sociedades occidentales. Categorizando el comportamiento sexual, sexólogos como el
alemán Magnus Hirschfeld se referían a la «inversión» como un comportamiento sexual
normal para varones y mujeres, por lo que los varones y las mujeres variaban desde
el «tipo sexual masculino perfecto» hasta el «tipo sexual femenino perfecto».6 La
cantidad de literatura médica dedicada a la homosexualidad femenina era mucho menor
que la dedicada a la homosexualidad masculina, ya que los profesionales médicos no
la consideraban un problema significativo. En algunos casos, ni siquiera reconocían
su existencia. Sin embargo, los sexólogos Richard von Krafft-Ebing de Alemania y
Havelock Ellis del Reino Unido escribieron algunas de las categorizaciones más
tempranas y duraderas de la homosexualidad femenina, considerándola un tipo de
locura.7 Krafft-Ebing, que contemplaba el lesbianismo (que llamaba «uranismo») como
una enfermedad neurológica, y Ellis, influido a su vez por los escritos de Krafft-
Ebing, creían que la condición no era permanente. Ellis opinaba que los
sentimientos de muchas mujeres que profesaban amor por otras mujeres cambiaban
después de casarse y tener una «vida real».8 Sin embargo, Ellis admitía la
existencia de «auténticas invertidas» que pasarían toda su vida en relaciones
eróticas con otras mujeres. Estas eran miembros del «tercer sexo», que rechazaba el
papel subalterno, femenino y doméstico de las mujeres.9 La palabra «invertida»
calificaba a la que realizaba los roles de género opuestos a su sexo y sentía
atracción por mujeres, en lugar de por varones; debido a que las mujeres de la
época victoriana eran consideradas incapaces de iniciar encuentros sexuales, las
mujeres que lo hacían con otras mujeres se consideraba que tenían deseos sexuales
masculinos.10

Las obras de Krafft-Ebing y Ellis tuvieron una gran circulación y ayudaron a crear
una conciencia pública sobre la homosexualidad femenina.nota 2 Las afirmaciones de
los sexólogos de que la homosexualidad era una anomalía congénita, por lo general,
eran ampliamente aceptadas por los varones homosexuales; indicaban que su
comportamiento no estaba inspirado ni debía ser considerado un vicio criminal. En
ausencia de otras descripciones de sus emociones, los homosexuales aceptaron la
designación de «diferente» o «pervertido» y usaron su estatus de proscritos para
formar círculos sociales en París y Berlín. «Lesbiana» y «lesbianismo» comenzaron a
describir elementos de una subcultura.11

Teorías biológicas sobre las causas del lesbianismo


Desarrollo embrionario
Estudios científicos llevados a cabo por la Universidad de Auckland en 2018 apuntan
a que la orientación sexual de una mujer podría estar parcialmente influenciada por
la exposición a andrógenos durante la gestación. Una mujer con rasgos andrógenos y
comportamiento masculino puede ser indicación de alta testosterona en su desarrollo
fetal en el útero. 12

Genética
Un estudio realizado en Reino Unido en el año 2011 con gemelas idénticas llegó a la
conclusión de que los factores genéticos juegan un papel importante de hasta el 25%
en cuanto a la predisposición al lesbianismo. El estudio descubrió que las gemelas
idénticas que comparten la totalidad de su código genético tienen más
probabilidades de ser ambas lesbianas a diferencia de las gemelas fraternales,
quienes en comparación comparten la mitad de sus genes. Esto demuestra que la
genética puede influir hasta en un 25% en la homosexualidad en las mujeres.13

Psicobiología
Según un estudio publicado por la Universidad de Essex en el Reino Unido en la
revista Journal of Personality and Social Psychology, las mujeres pueden ser
lesbianas o bisexuales, pero muy raras veces son completamente heterosexuales. Los
investigadores monitorearon los comportamientos de 345 mujeres al ver imágenes
explícitas de mujeres y hombres desnudos. Usando tanto dispositivos de seguimiento
ocular que medían factores como la dilatación de la pupila (que se sabe, es un
claro indicio de excitación sexual), así como medidas directas de respuesta sexual
psicológica, el estudio encontró que las mujeres que se identificaron como
heterosexuales respondieron con la misma excitación sexual tanto al ver imágenes de
mujeres como de hombres desnudos. Mientras tanto, las mujeres lesbianas mostraron
muchas más respuestas sexuales hacia su género preferido (las mujeres), por sobre
las imágenes de los hombres.1415

Evolución
Se ha descubierto que el cromosoma Y, el cual define la expresión del fenotipo
masculino, se está encogiendo y, según biólogos de la Universidad de Kent, se habrá
perdido completamente dentro de aproximadamente unos 4,6 millones de años,
propiciando la desaparición de los hombres.16 El nacimiento virginal, conocido como
partenogénesis, sería la respuesta asexual de la naturaleza a un mundo sin machos.
En el futuro, las hembras tendrían relaciones sexuales con otras hembras como un
vestigio evolutivo de la reproducción sexual que alguna vez practicaban. Desde un
punto de vista evolutivo, el lesbianismo sería producto de un proceso evolutivo, el
cual sería la única salida de la naturaleza en el futuro para que las hembras
satisfagan sus necesidades sexuales en un mundo donde se reproducirían asexualmente
sin ayuda de los hombres.17

Otras causas
Popularmente, se cree que las mujeres que fueron víctimas de abuso sexual por parte
de un perpetrador varón o durante su niñez, especialmente por parte de familiares
masculinos, se vuelven más propensas a ser lesbianas. Si bien es cierto que sufrir
una experiencia de este tipo podría dar como resultado el desarrollo de un fenómeno
conocido como misandria o aversión hacia los hombres, esto no necesariamente
significa que la víctima se sienta atraída por personas de su mismo sexo, por lo
que esta teoría podría considerarse solo un mito.18

Identidad y género
Las lesbianas, en particular en la cultura occidental, a menudo consideran que
tienen una «identidad» que se define por su propia sexualidad individual, así como
por la pertenencia a un grupo que comparte características comunes.19 A través de
la historia, las mujeres de muchas culturas han tenido relaciones sexuales con
otras mujeres, pero rara vez eran consideradas como parte de un grupo específico de
personas que se definía por el tipo de relaciones sexuales. Debido a que las
mujeres han sido una minoría política en las culturas occidentales, la designación
adicional como homosexuales produjo el desarrollo de una identidad subcultural
entre las lesbianas.20

Construcción de la identidad lésbica


Para algunas mujeres, darse cuenta de que participaban en comportamientos o
relaciones que podían clasificarse como «lésbicas» provocó que las rechazaran u
ocultaran, como la catedrática Jeannette Marks en el Mount Holyoke College, que
vivió con la directora del College, Mary Woolley durante 36 años. Marks
desaconsejaba a las mujeres jóvenes tener «amistades» anormales e insistía en que
la felicidad solo podía ser alcanzada con un varón.20nota 3 Otras mujeres, sin
embargo, aceptaron la distinción y emplearon su singularidad para distinguirse de
las mujeres heterosexuales y los varones gais.21

Portada de la revista alemana con el título Die Freundin mostrando a dos mujeres
vestidas con la moda de la época, con vestidos de talle bajo
Edición de la revista lésbica alemana Die Freundin («La novia / amiga»), 1928.
Berlín tenía una vibrante cultura homosexual en la década de 1920, existiendo
incluso un himno, Das lila Lied, que las lesbianas también percibían como propio.
Había unos cincuenta clubs y bares para mujeres, que iban desde los grandes y
lujosos cabarés y cafés, como el famoso «Eldorado», visitado por estrellas como
Marlene Dietrich, o «Chez ma belle-soeur», pasando por los mixtos, con todo tipo de
público, como el «Dorian Gray» en la Bülowstrasse, y populares como el «Club des
amies», que realizaba fiestas tres veces por semana, hasta los más sórdidos, como
el «Café Olala», al que también acudían varones travestidos, o el «Tavern», que
tenía una habitación reservada para las damas. En 1928, un libro titulado Berlins
lesbische Frauen («Las mujeres lésbicas de Berlín») de Ruth Margarete Roellig
popularizó la capital alemana como centro de la cultura lésbica europea.22 Las
fiestas y eventos eran publicados en diversas revistas, que funcionaban como
vínculo de unión para la comunidad.23 También se produjo una auténtica explosión de
la cultura lésbica como dan muestra artistas de la talla de Claire Waldoff, Jeanne
Mammen, Christa Winsloe o Anna Elisabet Weirauch, autora de la trilogía Der
Skorpion, la novela lésbica por excelencia de la época. La homosexualidad masculina
estaba prohibida por el artículo 175, pero la policía de ciudades como Berlín y
Hamburgo solía mirar hacia otro lado. La lucha por la eliminación del artículo
permitió articular el primer movimiento homosexual, del que las mujeres, menos
afectadas, formaron solo una parte marginal. Aun así, las mujeres del entorno del
Comité Científico Humanitario realizaron una contribución notable a la lucha por la
emancipación tanto de la mujer como de los y las homosexuales, pudiéndose mencionar
a Theo Anna Sprüngli, la primera activista lesbiana de la historia,24 Johanna
Elberskirchen y Emma (Külz-) Trosse.25

Entre las décadas de 1890 a 1930 la heredera estadounidense Natalie Clifford Barney
mantuvo un salón literario semanal en París al que se invitaba a las grandes
celebridades artísticas y que se centraba en temas lésbicos. Combinando influencias
griegas con el erotismo contemporáneo francés, intentó crear una versión
actualizada e idealizada de Lesbos en su salón.26 Entre sus contemporáneas se
incluían artistas como Romaine Brooks, que pintaba a las mujeres en su círculo; las
escritoras Colette, Djuna Barnes, Gertrude Stein y la novelista Radclyffe Hall.
París también tenía una notable escena lésbica, sobre todo en la zona de
Montmartre, que era conocida por ello desde el siglo XIX, Pigalle y Montparnasse.
Uno de los primeros clubs nocturnos fue «Le monocle» abierto por Lulu de
Montparnasse, al que acudían mujeres vestidas con esmoquin y pelo corto o moño.27
Otro local famoso fue el abierto por la cantante Suzy Solidor, «La vie parisienne»;
aunque visitado por artistas como Tamara de Lempicka, que pintó un famoso retrato
de la cantante, y Colette, Solidor no recibió la aprobación de la intelligentsia
lésbica parisina.28 También se celebraban grandes fiestas a las que acudían parejas
de gais y lesbianas, como el de la «Montagne de Sainte-Geneviève», que evolucionó
hasta convertirse un gran baile el día de Mardi Gras.27

En 1928, Radclyffe Hall, una aristócrata británica, publicó la novela El pozo de la


soledad. Su trama se centra en torno a Stephen Gordon, una mujer que se identifica
como invertida tras leer el Psychopathia Sexualis de Krafft-Ebbing y vive dentro de
la subcultura homosexual de París. La novela incluía una introducción de Havelock
Ellis y pretendía ser una llamada a favor de la tolerancia con los invertidos,
publicando las desventajas y accidentes de haber nacido invertido.29 Hall seguía
las teorías de Krafft-Ebbing y Ellis y rechazaba las de Freud que afirmaba que la
atracción homosexual estaba causada por traumas infantiles y era curable. La
publicidad que Hall recibió tuvo consecuencias inesperadas; la novela fue llevada a
juicio por obscenidad en Londres, un escándalo espectacular descrito por la
profesora Laura Doan como «el momento en el que cristalizó la construcción de una
subcultura lésbica moderna inglesa».30 Los periódicos ingleses divulgaron que el
libro incluía «relaciones sexuales entre mujeres lesbianas» y la fotografía de Hall
pasó a acompañar todas las historias sobre lesbianismo publicadas por los grandes
periódicos durante los seis meses siguientes.31 Hall reflejaba la apariencia de la
mujer masculina europea en la década de 1920, la garçonne: pelo corto por la nuca,
traje chaqueta (a menudo con pantalones) y monóculo, que se convirtió en un bien
conocido «uniforme» asociado con el lesbianismo, aunque versiones menos extremas,
las flapper, se pusieron de moda entre las mujeres «modernas».32

Foto publicitaria de una recia mujer afroamericana vestida con un esmoquin blanco
con cola y sombrero de copa, llevando un bastón blanco en la mano y su firma en la
esquina inferior derecha
La habitante del Harlem, Gladys Bentley, era conocida por sus blues sobre sus
amoríos con mujeres.
En los Estados Unidos, la década de 1920 fue de experimentación social,
especialmente en cuestiones de sexo. El hecho estaba muy influido por las teorías
de Sigmund Freud, que afirmaba que el deseo sexual se expresaba de forma
subconsciente, a pesar de la voluntad del individuo de ignorarlo. Las teorías de
Freud eran mucho más populares en Estados Unidos que en Europa. Las grandes
ciudades con una vida nocturna eran inmensamente populares y las mujeres comenzaron
a buscar aventuras sexuales. La bisexualidad se puso de moda, especialmente en los
primeros barrios gais de Estados Unidos.33 Ningún otro lugar ofrecía tantas
posibilidades al visitante como Harlem, el barrio de Nueva York habitado
mayoritariamente por personas de origen africano. Estos visitantes eran los
llamados slummers, blancos que disfrutaban del jazz y los clubs nocturnos. Las
cantantes de blues Ma Rainey, Bessie Smith, Ethel Waters y Gladys Bentley cantaban
sobre sus aventuras con mujeres para visitantes como Tallulah Bankhead, Beatrice
Lillie y la que pronto se llamaría Joan Crawford.3435 Los homosexuales comenzaron a
comparar su nuevo estatus de minoría reconocida con el de los negros.36 Entre los
residentes de Harlem, las relaciones lésbicas eran comunes y toleradas, aunque no
aceptadas abiertamente. Algunas mujeres realizaban fastuosas ceremonias de boda,
incluso solicitando licencias de matrimonio en la ciudad de Nueva York, usando
nombres masculinos.37 Sin embargo, la mayoría de las mujeres que mantenían
relaciones homosexuales estaban casadas con varones; la bisexualidad era más
aceptada que el lesbianismo.38

Al otro lado de la ciudad de Nueva York, en el Greenwich Village, también estaba


aumentando la comunidad homosexual; tanto en Harlem como en Greenwich Village se
ofrecían habitaciones para varones y mujeres solteros, lo que fue uno de los
factores principales para su desarrollo como centros de la comunidad homosexual.39
Pero el ambiente era diferente en el Greenwich Village. Los intelectuales bohemios
que rechazaban los ideales victorianos se concentraban en el Village. Los
homosexuales eran en su mayoría varones, aunque figuras como la poeta Edna St.
Vincent Millay, la anfitriona Mabel Dodge y la escritora Eva Kotchever, dueña del
famoso «Eve's Hangout»,40 eran conocidas por sus amoríos con mujeres y la promoción
de la tolerancia hacia la homosexualidad.41 Las mujeres que no podían visitar
Harlem o vivir en el Greenwich Village, pudieron por primera vez visitar bares en
la década de 1920 sin ser consideradas prostitutas. La existencia de espacios
públicos en los que las mujeres podían socializar, que incluso servían a lesbianas,
«se convirtieron en la manifestación pública más importante de la subcultura
durante muchas décadas», según palabras de la historiadora Lillian Faderman.42

Durante las décadas anteriores a la Guerra Civil Española también hubo un cierto
florecimiento de la cultura y la visibilidad lésbica en España. Cipriano Rivas
Cherif estrenó en 1929 con su grupo de teatro El Caracol en Madrid su obra Un sueño
de la razón,43 sobre una pareja de mujeres que buscan un varón para tener un
hijo.44 Lucía Sánchez Saornil, la fundadora de la sección feminista de la CNT,
Mujeres Libres, también publicó algunos poemas dedicados a mujeres bajo el
seudónimo «Luciano de San-Saor». En novela fue Carmen de Burgos quien introdujo el
lesbianismo en sus tramas.45 Incluso se llegó a formar un círculo sáfico en Madrid
en torno a Victorina Durán, como lugar de encuentro y tertulia para mujeres.46
Entre las lesbianas que tuvieron una cierta relevancia en la época se pueden
mencionar a Victoria Kent,4748 primera mujer en actuar como abogada en un juicio en
España, Carmen Conde, primera académica de la lengua, Ana María Sagi o Irene
Polo.4950 A ellas hay que unir a la famosa bailarina y musa de las artes Carmen
Tórtola Valencia, que vivió casi treinta años, hasta su muerte en 1955, con su
amante Ángeles Vila-Magret, a la que adoptó para cubrir las apariencias, aunque era
un secreto a voces.51

La Gran Depresión

La mujer como madre del pueblo ario. Típica imagen de propaganda en la Alemania
nazi. Aquellas que no se conformaban al rol asignado, eran consideradas
«asociales».52
El principal componente necesario para animar a las lesbianas a llevar una vida
pública y buscar a otras mujeres era la independencia económica, que prácticamente
desapareció en la década de 1930 con la Gran Depresión. La mayoría de las mujeres
en los Estados Unidos creyeron necesario casarse con un varón para mantener la
«fachada», a menudo un hombre gay, para que ambos pudiesen mantener relaciones
homosexuales con discreción, pero también con un varón que buscara a una mujer
tradicional. A las mujeres independientes en la década de 1930 se les echaba en
cara que les quitaban el trabajo a los varones.53 Esta actitud social produjo
comunidades pequeñas muy cerradas y centradas en torno a bares en las grandes
ciudades, mientras que en las zonas menos urbanizadas, las lesbianas permanecían
aisladas. Hablar de homosexualidad en cualquier contexto era tabú y las mujeres
rara vez discutían el lesbianismo incluso entre ellas; se referían a las personas
abiertamente gais como in the Life («en la vida»).54nota 4 La teoría psicoanalítica
de Freud, omnipresente en la comunidad médica, consideraba la homosexualidad como
una neurosis que afectaba a las mujeres inmaduras.55

En Alemania, la situación social de las mujeres lesbianas era similar, aunque


todavía más opresiva. El partido nazi ya había conseguido en 1930 ser la segunda
mayor fuerza en el parlamento y las SA comenzaban a actuar en las calles,
amenazando a todo aquel que no fuese conforme a sus ideales. A finales de la década
de 1920 el movimiento homosexual estaba en decadencia y con la llegada de Hitler al
poder en enero de 1933 se precipitaron los acontecimientos: en febrero, el
Ministerio del Interior de Prusia ordenó el cierre de todos los locales y revistas
que estuviesen relacionadas con los homosexuales; en mayo el Institut für
Sexualwissenschaft fue cerrado y saqueado, y su biblioteca ardió junto a otras
obras «contrarias al espíritu alemán» el 10 de mayo de 1933. En junio se
disolvieron definitivamente las asociaciones de homosexuales.56 A pesar de todo, el
«club de bolos» Die lustige Neun («El nueve divertido»), creado en Berlín en 1924,
consiguió organizar fiestas de lesbianas en las que participaban entre doscientas y
trescientas mujeres, por lo menos hasta abril de 1940. No se sabe si las fiestas,
conocidas por las descripciones de las actas de la Gestapo que las vigilaba de
cerca, continuaron durante los años de la Guerra.57

En Suiza, el Damen-Club Amicitia de mujeres, junto con el Excentric-Club Zürich


para varones, crearon en 1932 la revista Freundschafts-Banner («Bandera de la
amistad»), órgano del «movimiento de la amistad suizo». La revista y el movimiento
estuvieron desde su principio dominado por mujeres, sobre todo por Anna Vock,
Mammina, hasta principios de la década de 1940, un desarrollo inusual, quizás
impulsado por la ilegalidad de la homosexualidad femenina en algunos cantones. La
revista, heredera del movimiento homosexual alemán, evolucionó en 1942 a Der Kreis
- Le Cercle - The Circle, única revista para homosexuales que se editó durante la
II Guerra Mundial y semilla de lo que sería el movimiento homófilo tras la
Guerra.58
La Segunda Guerra Mundial
En Alemania, en general, se puede afirmar que el lesbianismo como tal no fue
perseguido por el sistema durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que algunos
juristas pedían que se castigara la conducta, y que el movimiento lésbico y
feminista fuera prohibido. Existen informes de casos individuales de lesbianas que
fueron secuestradas y llevadas a prostíbulos en los campos de concentración, pero
los hechos son tan vagos —y en algunos casos contradictorios— que se ha dudado de
su autenticidad.595260 Las dificultades de las lesbianas durante la Guerra
radicaron en la amenaza de persecución, que produjo una gran inseguridad, y sobre
todo en la prohibición de realizar trabajos «de prestigio» a mujeres. Todas las
mujeres quedaron en consecuencia relegadas a mano de obra barata, lo que en el caso
de las lesbianas, sin ayuda del sueldo de un marido, fue especialmente duro para su
supervivencia.52 El nazismo era tan patriarcal que en 1942 el Ministerio de
Justicia todavía consideraba que la homosexualidad femenina era más discreta y por
tanto difícil de descubrir, por lo que, si se decidía ilegalizarla, se corría el
peligro de condenar a mujeres inocentes. Además decían que al tener menos
relevancia pública, el lesbianismo no era tan peligroso como la homosexualidad
masculina, que podía servir para chantajear a cargos públicos. Finalmente, el
Ministerio afirmaba que habitualmente el lesbianismo no era permanente.59 Austria
sí tenía un artículo, el §129, que incluía el lesbianismo como delito. A pesar de
ello, no se puede hablar de persecución sistemática y como máximo un 5 % de los
casos perseguidos por el §129 entre 1938 y 1945 eran de mujeres.61

Una foto de la época de la II Guerra Mundial de cinco mujeres trabajando en


taladros, todas vestidas con pantalones, camisas de trabajo, sobreros y mandiles.
La experiencia de las mujeres como obreras y fuerzas militares durante la II Guerra
Mundial les dio posibilidades económicas y sociales que les ayudaron a formar la
subcultura lesbiana.
El inicio de la II Guerra Mundial produjo un enorme cambio en la vida de los
estadounidenses, ya que la movilización militar implicó a millones de varones. Las
mujeres también fueron aceptadas en el ejército, el Women's Army Corps (WACs) y la
marina, el Women Accepted for Volunteer Emergency Service (WAVES), de los EE. UU.
Al contrario que el procedimiento implementado por el ejército estadounidense desde
el inicio de su creación para excluir a los homosexuales masculinos, no se
introdujeron métodos equivalentes para eliminar a las lesbianas; se fueron
introduciendo poco a poco durante la Guerra. A pesar de la actitud habitual frente
al rol femenino en la década de 1930, el ejército reclutaba mujeres independientes
y masculinas en la década de 1940, y rechazaba la fragilidad. Algunas mujeres que
llegaban a la estación de reclutamiento vestidas con traje de varón, podían
responder negativamente a la pregunta de si habían estado enamoradas de otra mujer,
y ser aceptadas con facilidad.62 De todas formas, la actividad sexual estaba
prohibida y las «licencias azules» (blue discharge) eran casi seguras si una mujer
se identificaba como lesbiana. Según se iban encontrando, las lesbianas formaban
grupos compactos en la base, se reunían en los clubes de servicio y comenzaban a
usar palabras en clave. El historiador Allan Bérubé documenta que los homosexuales
en las fuerzas armadas consciente o inconscientemente rechazaban identificarse como
homosexuales o lesbianas, y tampoco hablaban sobre la orientación sexual de los
demás.63

Las mujeres más masculinas no eran necesariamente abundantes, pero eran visibles,
así que tendían a atraer a mujeres interesadas en encontrar a otras lesbianas. Las
mujeres debían abordar el tema de su interés por otras mujeres de forma cuidadosa,
a veces se tardaba días en desarrollar un entendimiento sin preguntar y sin decir
nada con claridad.64 Se apelaba agresivamente a las mujeres que no se habían
apuntado al ejército para que realizasen trabajos en la industria que habían dejado
vacantes los varones, para mantener la productividad nacional. El incremento de
movilidad, sofisticación e independencia de muchas mujeres durante y después de la
Guerra, convirtió en una opción el vivir sin marido, algo que no hubiese sido
posible bajo circunstancias económicas y sociales distintas, fortaleciendo aún más
las redes y ambientes lésbicos.65

La Posguerra
Tras la II Guerra Mundial, en EE. UU. hubo un deseo general de volver a la
situación social de la preguerra tan pronto como fuese posible.66 Unido a la
creciente paranoia sobre el comunismo y la teoría psicoanalítica que se había
convertido omnipresente en la comunidad médica, en 1950 la homosexualidad se
convirtió para el Gobierno estadounidense en una característica indeseable para sus
funcionarios. Se creía que los homosexuales eran vulnerables al chantaje y el
Gobierno eliminó de sus filas a todos los homosexuales conocidos, comenzando un
amplio esfuerzo por conseguir información sobre la vida privada de los empleados.67
Los gobiernos de los estados y ciudades siguieron el ejemplo, arrestando a personas
en bares y parques, y publicando leyes contra el travestismo tanto masculino como
femenino.68 El ejército y el gobierno realizaron numerosos interrogatorios,
preguntando a mujeres si habían tenido relaciones sexuales con otras mujeres, e
identificando experiencias aisladas en una identidad criminal, separando de forma
estricta heterosexuales y homosexuales.69 En 1952 la American Psychiatric
Association incluyó la homosexualidad en el Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales entre los desequilibrios emocionales patológicos.70 La opinión
de que la homosexualidad era una enfermedad curable estaba muy extendida en la
comunidad médica, la población en general e incluso entre muchas lesbianas.71 Las
actitudes y prácticas para descubrir a homosexuales entre los funcionarios públicos
se propagaron a Australia72 y Canadá.73 Se añadió y aprobó un apartado en una
proposición de ley en la Cámara de los Comunes en Reino Unido para crear el delito
de "máxima indecencia" entre mujeres en 1921, pero fue posteriormente rechazada por
la Cámara de los Lores ya que por lo visto existía la preocupación de que prestar
atención a la conducta sexual desviada serviría para promocionarla.74

Había muy poca información sobre el lesbianismo, aparte de los textos médicos y
psiquiátricos. Los encuentros de la comunidad lésbicas se reducían a los bares,
donde se llevaban a cabo frecuentes redadas policiales (una vez al mes de media),
con la consiguiente publicidad en los periódicos para aquellos que habían sido
arrestados. En respuesta, ocho mujeres de San Francisco empezaron a reunirse en sus
hogares en 1955 para conversar y bailar. Cuando decidieron hacer de ello una
reunión regular, se convirtieron en la primera organización lésbica de los Estados
Unidos, llamada Daughters of Bilitis (DOB). DOB comenzó a publicar una revista
llamada The Ladder en 1956; en la primera página se encontraba la declaración de
objetivos, el primero de los cuales era «educación de la variante» y que pretendía
dar información sobre la homosexualidad a las mujeres, específicamente sobre el
lesbianismo, y sobre lesbianas famosas en la historia. Sin embargo, hacia 1956, el
término «lesbiana» tenía un significado tan negativo, que DOB rechazaba su uso como
descripción, empleando la palabra «variante» (variant) en su lugar.75 DOB se
extendió a Chicago, Nueva York y Los Ángeles, y The Ladder era enviado por correo a
cientos —incluso a miles— de miembros de DOB, con discusiones sobre la
homosexualidad, a veces desafiando la idea de que era una enfermedad,
contribuciones de las lectoras ofreciendo sus propias razones para ser lesbianas y
sugiriendo formas de aceptarlo o de sobrellevar el rechazo social.71 Las lesbianas
británicas siguieron con la publicación de Arena Three en 1964, con una misión
similar.76

Como reflejo de las estrictas categorías sexuales definidas por el gobierno y la


sociedad en general, la subcultura lésbica desarrolló roles de género
extremadamente rígidos entre mujeres, particularmente en las clases trabajadoras en
los Estados Unidos y Canadá. Aunque muchos municipios habían publicado ordenanzas
contra el travestismo, algunas mujeres, las llamadas butch acudían a los bares con
ropas de varón y reflejando el comportamiento tradicional masculino. Otras llevaban
ropa de mujeres y asumían comportamientos más modestos y típicamente femeninos. Los
modelos de socialización butch y femme estaban integradas de tal forma en los
locales lésbicos, que las mujeres que se negaban a elegir entre uno de los dos
modelos eran ignoradas o por lo menos no conseguían citas; no era aceptable que las
mujeres masculinas, butch, tuvieran relaciones románticas con otras mujeres
masculinas, al igual que no era aceptable que las mujeres femeninas, femme,
tuvieran relaciones con otras femmes.77 Las mujeres masculinas no eran una novedad
de la década de 1950, sin embargo, los roles eran omnipresentes en las décadas de
1950 y 60, y no estaban limitados a Estados Unidos: de 1940 a 1970, la cultura
butch/femme floreció en el Reino Unido, aunque había menos distinciones de clase.78
La distinción entre lesbianas masculinas y femeninas era considerada como vulgar
por las lesbianas estadounidenses de clase alta de la época. Muchas mujeres ricas
se casaban para satisfacer las obligaciones familiares y otras escapaban a Europa
para vivir como expatriadas.79

A pesar de la falta de datos sobre la homosexualidad en los textos académicos, o


quizás precisamente debido a ello, aparecieron otras fuentes de información sobre
el lesbianismo. Una novela barata titulada Women's Barracks, que narraba las
experiencias de mujeres en las Fuerzas francesas libres, se publicó en 1950. El
libro describía una relación lésbica que la autora había presenciado. Tras venderse
4,5 millones de copias, fue incluida en la lista de material pornográfico, Current
Pornographic Materials, por el House Select Committee en 1952.80 Su editorial, Gold
Medal Books, continuó con la publicación de la novela Spring Fire en 1952, con la
misma temática, que vendió 1,5 millones de copias. Gold Medal Books, abrumado con
el correo de mujeres escribiendo sobre el asunto, decidió proseguir con la
publicación de más libros, creando el género de la ficción pulp lésbica.81 Entre
1955 y 1969, más de 2000 libros con temática lésbica fueron publicados y vendidos
en las tiendas de la esquina, estaciones de tren, paradas de autobús y quioscos de
prensa de todo Estados Unidos y Canadá. La mayoría se dirigían al público
masculino. En las cubiertas figuraban palabras en clave e imágenes; en lugar de
«lesbiana», se empleaban palabras como «extraña», «crepúsculo», «extravagante» o
«tercer sexo» en el título, y la ilustración de la cubierta era inevitablemente
voluptuosa.82 Un pequeño grupo de autoras de ficción pulp lésbica eran mujeres que
escribían para lesbianas, entre las que se encontraban Ann Bannon, Valerie Taylor,
Paula Christian y Vin Packer/Ann Aldrich. Bannon, que también leía ficción pulp
lésbica, afirmó más tarde que las mujeres identificaban las novelas por la
ilustración de la cubierta.83 Muchos de los libros empleaban referencias
culturales: dando lugares, términos, describiendo modos de vestir y otros códigos a
las lesbianas aisladas. Como resultado, este tipo de literatura ayudó a la
propagación de la identidad lésbica, tanto entre las lesbianas, como entre los
lectores heterosexuales.84

La segunda ola del feminismo en Estados Unidos


La rigidez social de la década de 1950 y principios de los 60 produjo una respuesta
de movimientos sociales que trataban de mejorar la situación de los afroamericanos,
los pobres, las mujeres y los gais. Los dos últimos, el movimiento de liberación
gay y movimiento feminista, conectaron tras los violentos disturbios de Stonewall
ocurridos en Nueva York.85 Lo que siguió fue un movimiento que se caracterizó por
un surgimiento del activismo gay y de la conciencia feminista que transformaron la
definición de lesbiana.

Durante la revolución sexual de la década de 1970 se produjo la diferenciación


entre identidad y comportamiento sexual para las mujeres. Muchas mujeres
aprovecharon sus nuevas libertades sociales para tener nuevas experiencias. Hubo
mujeres que experimentaban con las relaciones homosexuales, aunque muchas
mantuvieran su identidad heterosexual.86 Sin embargo, con la llegada de la segunda
ola del feminismo, el lesbianismo creció hasta convertirse en una identidad
política que describía una filosofía social, a menudo haciendo sombra a los
aspectos sexuales como característica definitoria. Una organización feminista
militante llamada Radicalesbians publicó en 1970 un manifiesto titulado The Woman-
Identified Woman («La mujer identificada con la mujer») que declaraba que «una
lesbiana es la rabia de todas las mujeres condensada hasta el punto de la
explosión».87nota 5 Las feministas militantes expresaron desdén por una sociedad
intrínsecamente sexista y patriarcal, y concluyeron que la forma más efectiva de
superar el sexismo y llegar a la igualdad con los varones era negar a estos
cualquier tipo de poder o placer sobre las mujeres, incluyendo la sexualidad. Las
mujeres que seguían esta filosofía —autodenominadas feministas lesbianas— usaban el
término «lesbiana» para describir a cualquier mujer cuya interacción social y
motivación política se consagrase al bienestar de la mujer. El deseo sexual no era
una característica definitoria de una lesbiana feminista, sino que lo era su
compromiso político. La independencia de los varones, definidos como opresores, era
un dogma central del feminismo lésbico, y muchas «creyentes» aspiraban a separarse
física y económicamente de la cultura tradicional centrada en el varón. En la
sociedad ideal, llamada Nación Lésbica, «mujer» y «lesbiana» eran
intercambiables.88

En 1980, la poetisa y ensayista Adrienne Rich expandió el significado político de


lesbiana proponiendo un continuo de la existencia lésbica basado en la «experiencia
identificada con la mujer» (woman-identified experience).89 Todas las relaciones
entre las mujeres, proponía Rich, tienen algún elemento lésbico, independientemente
de si reivindican una identidad lésbica: madres e hijas, mujeres que trabajan
juntas y mujeres que se cuidan unas a otras, por ejemplo. Esa percepción de las
relaciones entre mujeres las conecta a través de la historia y las culturas, y Rich
consideraba la heterosexualidad una condición que había sido impuesta por la fuerza
por los varones a las mujeres.89 Varios años antes, las fundadoras de DOB, Del
Martin y Phyllis Lyon, relegaron de igual forma los actos sexuales como
innecesarios para determinar lo que es una lesbiana, dando su propia definición:
«una mujer cuyos intereses eróticos, psicológicos, emocionales y sociales están
principalmente en el propio sexo, incluso cuando ese interés no sea expresado de
forma abierta.»90

Aunque el feminismo lésbico fue un cambio importante, no todas las lesbianas lo


apoyaron. El feminismo lésbico era un movimiento orientado a la juventud: sus
miembros eran principalmente universitarias con experiencia en la Nueva Izquierda y
causas radicales, pero que no tuvieron éxito en convencer a las organizaciones
radicales para que retomasen la causa de las mujeres.91 Muchas lesbianas mayores
que habían descubierto su sexualidad en una época más conservadora preferían
mantener sus formas de sobrellevar un mundo homófobo. Daughters of Bilitis
desapareció en 1970 a causa de un desacuerdo en dar prioridad a los temas gais
sobre los temas feministas.92 Como la igualdad era una prioridad para las
feministas lésbicas, la diferencia de roles entre el varón y la mujer, o butch y
femme, eran consideradas patriarcales. Evitaban los roles de género que habían sido
omnipresentes en los bares, así como lo que percibían como chovinismo de los
varones gais; muchas se negaban a trabajar con los hombres gais o tomar parte en
sus causas.93 No obstante, las lesbianas con un punto de vista más esencialista,
que consideraban que habían nacido homosexuales y empleaban el término «lesbiana»
para definir una atracción sexual, a menudo consideraban las opiniones separatistas
y airadas de feministas lésbicas como perjudiciales para la causa de los derechos
de los homosexuales.94

En otros países
Europa
La Constitutio Criminalis Carolina de 1532, una de las pocas leyes europeas que
condenaba el lesbianismo, tuvo una gran influencia en las legislaciones
posteriores. Así, Hirschfeld nombraba en 1914 seis países europeos en los que la
homosexualidad femenina era ilegal. Entre estos países se encontraban Suecia (desde
1864) y Finlandia (desde 1889), cuyas leyes contra la sodomía estaban redactadas de
forma neutral. Las cifras de persecución eran mucho menores que las de los varones:
en Suecia, entre 1880 y 1944, un 0,8 % de las personas juzgadas fueron condenas por
lesbianismo y en Finlandia, entre 1894 y 1971, un 5 %. Dinamarca modificó sus leyes
en 1933 para incluir a las mujeres en las leyes antihomosexuales, al igual que hizo
Islandia en 1940. En Noruega el lesbianismo nunca estuvo prohibido y a partir de
1854 dejó de perseguirse a mujeres por esta causa. Los países escandinavos fueron
de los primeros en Europa en legalizar los actos homosexuales consentidos entre
adultos a mediados del siglo XX: Dinamarca y las Islas Feroe en 1933, Islandia en
1940, Suecia en 1944; Finlandia en 1971 y Noruega en 1972, lo hicieron algo más
tarde. La equiparación en la edad legal de consentimiento se hizo en los países
nórdicos con un retraso de 30 a 40 años, respecto a la legalización de los actos
sexuales entre adultos. Con la excepción de Noruega, estas legalizaciones se
hicieron sin que el movimiento de liberación LGBT ejerciese mucha influencia
política. Desde mediados del siglo XIX, Dinamarca ha sido la pionera y Copenhague
el centro cultural de los homosexuales escandinavos.95

En Francia, la homosexualidad femenina fue «capaz de evitar una condena moral


seria» al mantenerse en privado y «habitando en las áreas prohibidas entre los
límites éticos» de la sociedad, como hace notar Catherine van Casselaer. No es que
pudiese librarse de la regulación social, ni de la censura homófoba, pero desde la
Revolución Francesa se beneficiaba de una fuerte tradición de libertad individual.
La relativamente escasa persecución de las lesbianas también se ha explicado como
una consecuencia de la poca importancia dada culturalmente a la mujer y a la
sexualidad femenina. En la década de 1970, lesbianas y gais se unieron en
organizaciones como la Frente Homosexual de Acción Revolucionaria para luchar,
entre otras cosas, por la equiparación de la edad de consentimiento sexual, la
única ley discriminatoria que permanecía vigente en Francia.96 Las figuras
importantes del feminismo y lesbianismo francés de la segunda mitad del siglo xx
fueron Françoise d'Eaubonne, Colette, Simone de Beauvoir, Monique Wittig y
Geneviève Pastre.

En Alemania Occidental, el movimiento LGBT moderno surge de la película Nicht der


Homosexuelle ist pervers, sondern die Situation, in der er lebt (1971) de Rosa von
Praunheim, tras la que se formaron, entre otros, el Homosexuelle Aktion Westberlin
(HAW). El HAW formó en 1972 una sección de lesbianas, que en 1973 realizaron la
primera manifestación de lesbianas del país, protestando por una serie de artículos
en los periódicos que las difamaban. Los grupos lésbicos fueron creciendo en número
y visibilidad y en la década de 1990 el movimiento estaba completamente articulado.
Alemania es en la actualidad uno de los lugares más liberales y tolerantes del
planeta, y las lesbianas están protegidas por leyes contra la discriminación;
aunque todavía no existe el derecho a matrimonio para los homosexuales, existe la
posibilidad de la unión civil.97

Latinoamérica
En América Latina la consciencia y el asociacionismo lésbico aparecieron en la
década de 1970 y han ido ampliándose a medida que los diversos países han alcanzado
la democracia o, en el caso de los que ya la tenían, la reformaron. Pero aun así,
hasta finales del siglo XX, ningún régimen de la zona, democrático o no, ha
respetado los derechos de gais o lesbianas. Pese a ser legal la homosexualidad en
la mayoría de los países, durante mucho tiempo se han empleado tácticas de
intimidación y acoso, cuando no se empleaban las leyes de «corrupción de menores» o
de «faltas a la moral o las buenas costumbres» para perseguir a homosexuales.98 En
el ámbito hispánico, el conflicto con la lesbofobia de las feministas y la
misoginia de los gais ha generado una trayectoria difícil para las lesbianas y sus
asociaciones.99

Argentina fue el primer país de Latinoamérica en contar con un grupo LGBT, Nuestro
Mundo (NM), organizado en 1969. NM creó en 1971 el Frente de Liberación Homosexual
(FLH), junto con otras cinco organizaciones, todo de forma clandestina y en casas
particulares. Hacia 1972-73, entre sus formantes se encontraba la organización
lésbica Safo. De la actividad inicial en Buenos Aires, se pasó pronto a colaborar
con las feministas en Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, e incluso en Tucumán.100
Las persecuciones y el acoso fueron constantes y se agravaron con la llegada de la
dictadura en 1976, cuando se disolvieron todos los grupos a causa del Terrorismo de
Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980. El movimiento lésbico autónomo
comenzó en 1986 con la creación del Grupo Autogestivo de Lesbianas (GAL) y la
revista Codo con codo, ambos de poca duración. En 1987, comenzaron a publicarse los
Cuadernos de Existencia Lesbiana, que seguían publicándose en 2000. El V Encuentro
Feminista fue el catalizador para la creación en 1990 de los grupos Frente Sáfico
(Fresa), Las Lunas las Otras y el Grupo de Reflexión de Lesbianas. La aparición en
la televisión de Ilse, fructificó en la creación en 1991 de Convocatoria Lesbiana,
del que más tarde surgieron los grupos Buenas Amigas y Sentimientos. Los grupos
lésbicos se unieron posteriormente en el Frente de Lesbianas para superar sus
dificultades con el heterofeminismo y colaborar con la Comunidad Homosexual
Argentina.101

México ha sido el país de América Latina en el que el movimiento lésbico ha estado


más vivo. Una de sus figuras principales fue Nancy Cárdenas, vocera del Frente de
Liberación Homosexual (FLH), la primera organización LGBT del país, aun a pesar de
que las lesbianas en el FLH fueran minoría. Cárdenas también fue protagonista en
1973 de la primera entrevista a una persona homosexual en la televisión pública
mexicana. Hacia 1975, Año Internacional de la Mujer, existía el sentimiento de que
los varones, tanto hetero como homosexuales, centraban su sexualidad en el falo,
símbolo de placer y poder, punto de visto rechazado por las lesbianas. Hubo varios
intentos del entorno de Cárdenas de crear una organización lésbica propia, pero las
leyes y el menosprecio social abortaron el proyecto. La primera organización
lésbica de México se llamaba Lesbos y se fundó en 1977, surgida de la necesidad de
defender sus intereses dentro del movimiento feminista, que, a pesar de intentos de
acercamiento de la nueva organización, las rechazó por miedo a ser identificadas
con ellas. En 1978 surgió Oikabeth, una organización más agresiva, que luchaba por
la visibilidad de las lesbianas y que, tras una breve colaboración, se separó del
misógino Frente Homosexual de Acción Revolucionaria, convirtiéndose en el primer
grupo independiente tanto del movimiento homosexual como del feminista, que allanó
el camino a numerosos otros. Las tendencias separatistas siguieron siendo evidentes
en el primer Encuentro de Feministas Lesbianas de América Latina y el Caribe,
celebrado en 1987 en México, de cuyas polémicas nació la Coordinadora Nacional de
Lesbianas (CNL), que se asoció más tarde con la Coordinación de Feministas de la
Ciudad de México. A principios de 1997 existían trece grupos lésbicos en la Ciudad
de México, pero, a pesar de todo, las organizaciones lésbicas han tenido poca
influencia tanto en el movimiento homosexual, como en el feminista.102

En Chile, la dictadura impidió la creación de una asociación lésbica hasta 1984,


fecha de la creación de la colectiva Ayuquelén, el primer grupo de su tipo. El
punto de inflexión fue el asesinato a golpes de una lesbiana en plena calle y ante
numerosos testigos, al grito de «¡Maldita lesbiana!». La asociación estuvo desde
sus inicios ligada al movimiento feminista, aunque sus relaciones fueron difíciles.
En 1987 realizaron su primera entrevista en un periódico, que les dio visibilidad,
pero produjo problemas con las feministas que temían una identificación de ambos
movimientos. En esa época entraron en contacto con el ILIS y el ILGA y más tarde
colaboraron con el MOVILH en algunos temas como la abolición de artículo 365 del
código penal. Hoy existe una Coordinación de Lesbianas que edita la revista
Amazonas.99

En Nicaragua comenzó a formarse la consciencia lésbica todavía más tarde, en 1986,


cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) expulsó de sus filas a
gais y lesbianas. La persecución del estado evitó que se formaran asociaciones,
hasta la aparición del sida, cuando los esfuerzos educativos del gobierno
impulsaron el asociacionismo. La primera organización lésbica fue Nosotras, fundada
en 1989. Un intento de visibilización del colectivo LGBT en 1991/92 llevó al
gobierno a ilegalizar la homosexualidad en 1994. El golpe dejó al movimiento
exhausto y no volvió a recuperarse hasta 2004, con la creación de Grupo Safo /
Grupo de Mujeres Lesbianas de Nicaragua, cuatro años antes de la legalización de la
homosexualidad.103104

Los Encuentro de Feministas Lesbianas de América Latina y el Caribe, a veces


simplificado como Encuentros de Lesbianas, han sido desde finales de la década de
1980 un importante centro de intercambio de ideas para las lesbianas
latinoamericanas. De sede cambiante y ritmo bianual, sus principales fines son la
creación de redes de comunicación, cambiar la situación de las lesbianas en
Latinoamérica, tanto desde el punto de vista legal como social, aumentar la
solidaridad entre las lesbianas y tratar de destruir los mitos sobre ellas.105

Homosexualidad femenina sin identidad


Artículo principal: Historia del lesbianismo
Los diferentes significados de lesbiana desde comienzos del siglo xx han impulsado
a algunos historiadores a revisar las relaciones históricas entre mujeres antes de
que el uso de la palabra tuviera mayoritariamente connotaciones eróticas.
Discusiones entre historiadores han llevado a poner en duda todavía más aquello que
puede denominarse como relación lésbica. Tal como han afirmado las feministas
lésbicas, un componente sexual no es necesario para declararse lesbiana si sus
principales y más estrechas relaciones son con mujeres. Cuando se consideran
relaciones del pasado dentro de un contexto histórico adecuado, ha habido épocas en
las que el amor y el sexo eran nociones separadas y no relacionadas.106 Además de
las dificultades de esta cualificación, la sexualidad femenina, a menudo, no está
representada de forma adecuada en textos y documentos. Hasta muy recientemente,
mucho de lo que estaba documentado sobre la sexualidad femenina había sido escrito
por varones, en el contexto de la comprensión masculina y relevante para las
asociaciones de las mujeres con los varones, en su función de esposas, hijas o
madres, por ejemplo.107 A menudo, las representaciones de la sexualidad femenina
sugieren tendencias o ideas de forma poco precisa, dando a los historiadores pistas
de lo extendida y aceptada que estaban las relaciones eróticas entre mujeres.108

Grecia antigua y Roma


Véanse también: Homosexualidad en la Antigua Grecia y Homosexualidad en la antigua
Roma.
La historia se analiza a menudo a través de las ideologías contemporáneas. La
Antigua Grecia, como tema, gozó de gran popularidad entre las clases dominantes en
la Gran Bretaña del siglo XIX. Basándose en sus prioridades sociales, los primeros
estudiosos interpretaron la Antigua Grecia como una sociedad occidental, blanca y
masculina, y básicamente quitaron a las mujeres cualquier importancia histórica.109
La vida social de las mujeres en Grecia tenía lugar casi exclusivamente entre
mujeres, al igual que ocurría entre los varones. En este ambiente homosocial, las
relaciones eróticas y sexuales entre varones eran comunes y están recogidas en la
literatura, el arte y la filosofía. Aunque no existen prácticamente testimonios
sobre la actividad homosexual entre mujeres, se especula sobre la existencia de
relaciones similares a las masculinas entre mujeres adultas y jóvenes. El poeta
Alcmán de Esparta empleó el término aitis, como la forma femenina de aites — que
era la denominación oficial para el miembro más joven de una relación pederasta.110
Aristófanes, en El banquete de Platón, menciona a las mujeres que aman a otras
mujeres, pero usa el término trepesthai (estar centrado sobre) en lugar de eros,
que era la palabra empleada para otras relaciones eróticas entre varones y entre
varones y mujeres.111

La historiadora Nancy Rabinowitz afirma que imágenes de jarrones rojos antiguos


griegos mostrando a mujeres con sus brazos en torno al talle de otras mujeres o
recostándose sobre el hombro de otras mujeres pueden ser interpretadas como una
expresión de deseo romántico.112 Gran parte de la vida diaria de las mujeres en la
Grecia antigua es desconocida, específicamente la expresión de su sexualidad.
Aunque los varones participaban en relaciones pederastas fuera del matrimonio, no
hay indicios claros que a las mujeres les fuese permitido o que se apoyase que
tuvieran relaciones homosexuales antes o durante el matrimonio, mientras cumpliesen
con las obligaciones maritales. Las mujeres que aparecen en la cerámica griega
están representadas con afecto y en las ocasiones en que las mujeres aparecen con
otras mujeres, sus imágenes están erotizadas: bañándose, tocándose, con
representaciones de consoladores cerca de la escena, a veces con imágenes que
también se ven en representaciones de matrimonios heterosexuales o de seducción
pederasta. No se sabe si estas representaciones surgen del observador o una
representación exacta de la vida de las mujeres.110113

Las mujeres en la Antigua Roma estaban sometidas de forma similar a la definición


masculina de la sexualidad. Los estudios modernos indican que los varones veían la
homosexualidad femenina con hostilidad. Consideraban a las mujeres que tenían
relaciones sexuales con otras mujeres como rarezas de la naturaleza que intentarían
penetrar a mujeres — y a veces también a varones — con sus clítoris
«monstruosamente aumentados».114 De acuerdo al estudioso James Butrica, el
lesbianismo «no solo desafiaba la visión de sí mismo del varón como dador exclusivo
de placer sexual, sino que también desafiaba los fundamentos básicos de la cultura
Romana dominada por los varones.» No existe documentación histórica sobre mujeres
que tuviesen como compañeras sexuales a otras mujeres.115

Edad Media

Capitel de una ventana del ábside de la Colegiata de Cervatos, s. XII. La


sensibilidad medieval era muy distinta de la actual.
En la Edad Media europea, la condición homosexual fue reprimida y ocultada. Por lo
tanto es difícil encontrar casos y datos con referencias históricas sobre
relaciones erótico-amorosas entre mujeres.116 Las principales fuentes son los
archivos eclesiásticos (sermones, homilías, encíclicas, concilios, catecismos) y
jurídicos (procesos judiciales, denuncias, sentencias). Los Concilios de París
(1212) y Ruan (1214) prohibían a las monjas, a fin de evitar la tentación, dormir
juntas y se exigía que una lámpara ardiese toda la noche en los dormitorios.108

Hasta época reciente se creía que el lesbianismo había sido ignorado por las leyes
civiles medievales. Estudios más modernos tienden a desmentir el hecho, a pesar de
que todavía es necesaria mucha más investigación. La primera ley civil que
condenaba el lesbianismo fue el código de Orléans, el Li Livres de jostice et de
plet (1260):117
Feme qui le fet doit à chescune foiz perdre membre, et la tierce doit estre arsse.
Mujer que lo hace debe perder cada vez un miembronota 6 y a la tercera deber ser
quemada.
Li Livres de jostice et de plet (1260)
Sin embargo, sería Cino da Pistoia quien en 1314, con la publicación de su
Comentario, interpretaría por primera vez el derecho romano de forma condenatoria
para el lesbianismo. Da Pistoia interpretó una oscura ley de Diocleciano y
Maximiano, la Lex foedissiman de 287 d. C., que condenaba la prostitución y las
mujeres libertinas, para condenar a las mujeres que tienen relaciones con otras
mujeres. En 1400 Bartolomeo de Saliceto retoma esta interpretación de la Lex
foedissiman para condenar el lesbianismo con la pena de muerte. Las Lecturas de
Saliceto se convertirían en una referencia para toda Europa, cuya legislación se
basaba en la romana, hasta el siglo XVIII.118 En general, se han encontrado pocos
casos en los que se aplicaran estas leyes y no parece que existiera una persecución
generalizada.119

El lesbianismo aparece también en la literatura, aunque sea de forma muy escasa. En


el Cancionero de la Biblioteca Vaticana se encuentra la siguiente cantiga de
escarnio:
Mari'Mateu, ir-me quer'eu d'aquem,
porque non poss'un cono baratar;
alguien que mh'o daria non o tem,
e alguem que o tem non mh'o quer dar;
Mari'Mateu, Mari'Mateu,
tan desejosa ch'es de cono com'eu!

E foi deus ja de conos avondar


aquí outros que o non am mester,
e ar fezer muyto desejar
a min e ty, pero que ch'és molher;
Mari'Mateu, Mari'Mateu,
tan desejosa ch'es de cono com'eu!
Mari'Mateu, irme quiero de aquí
porque no puedo un coño negociar;
alguien que me lo daría no lo tiene,
y alguien que lo tiene no me lo quiere dar;
Mari'Mateu, Mari'Mateu,
¡tan deseosa de coño como yo!

E hizo Dios de coños abundar


aquí otros que no lo tienen menester,
y hacerlo mucho desear
a mí y a ti, pero que eres mujer;
Mari'Mateu, Mari'Mateu,
¡tan deseosa de coño como yo!
Afonso de Cotom, Cancionero Vaticano, Cántiga n.º 1115120
Europa moderna
Una ilustración renacentista de frente y de espalda de un hermafrodita, mostrando a
una persona con características faciales femeninas, pechos y lo que parece ser un
pequeño penis o gran clítoris. Lleva una pequeña capucha y una toga atada en varios
puntos alrededor de las piernas, que se abre por el frente. La apariencia por la
parte trasera es de una concha de algún tipo, en la que faltan dos rectángulos en
la cabeza y el torso. No tiene glúteos.
El lesbianismo y el hermafroditismo, mostrados en este grabado de hacia 1690, eran
conceptos muy similares durante el renacimiento.
La homosexualidad femenina no recibió a lo largo de la historia el mismo tipo de
respuesta negativa de las autoridades religiosas o criminales como la
homosexualidad masculina o el adulterio. Mientras que la sodomía entre varones,
entre varones y mujeres y entre varones y animales era condenada a muerte en
prácticamente todos los países de Europa, en muchos el reconocimiento del contacto
sexual entre mujeres era prácticamente inexistente en los textos médicos y legales,
como era el caso en Gran Bretaña. En España, Italia y el Sacro Imperio, la sodomía
entre mujeres (habitualmente, el uso de instrumentos fálicos para la penetración)
estaba incluida entre los actos considerados contra natura y castigables con la
hoguera.121

En España está documentado un caso de principios del siglo xvii en el que dos
mujeres conocidas como Las Cañitas fueron juzgadas por la Inquisición Española en
Salamanca por «bujarronas» —según la expresión utilizada por el tribunal—. En el
acta se especificaba que «trataba la una a la otra con un artificio de caña en
forma de natura de hombre». Halladas culpables fueron azotadas y condenadas al
destierro, aunque años más tarde llegó el perdón real.122

Sin embargo, el homoerotismo femenino era tan común en la literatura y el teatro


ingleses que los historiadores han sugerido que estuvo de moda durante algún tiempo
en el Renacimiento.123 Una consecuencia de la Masacre neerlandesa de sodomitas de
1731/32, fue el comienzo de la persecución de las tríbades en los Países Bajos. De
1731 a 1811, fecha de la introducción del código penal francés, solo en Ámsterdam,
se juzgó a 23 mujeres por ese delito.124

Las ideas sobre la sexualidad femenina estaban unidas a la comprensión


contemporánea de la fisiología femenina. La vagina era considerada una versión
cóncava del pene; donde la perfección natural creó al varón, se pensaba a menudo
que la naturaleza intentaba corregirse, convirtiendo la vagina en un pene en
algunas mujeres.125 Es el caso de Juan Huarte de San Juan, médico y psicólogo
español cuyo Examen de ingenios para las ciencias tuvo una influencia considerable
en toda Europa. Huarte opinaba que si un feto masculino era sometido al frío, sus
genitales se retraerían para convertirse en una vagina, creando a una niña
fisiológicamente femenina, pero psicológicamente masculina.126 Más tarde se pensó
que estos eran casos de hermafroditismo, que se convirtió en sinónimo del deseo
homosexual femenino. La consideración médica del hermafroditismo dependía de las
mediciones del clítoris; se pensaba que las mujeres usaban este clítoris más largo
y protuberante para penetrar a otras mujeres. La penetración era el principal foco
de preocupación en todos los actos sexuales y una mujer de la que se consideraba
que tenía un deseo incontrolable debido a su gran clítoris era llamada tríbade
(literalmente, «frotadora»).127 No solo eran los clítoris grandes los que se creía
que producían deseos en algunas mujeres, lo que las llevaba a masturbarse, sino que
algunos panfletos advertían a las mujeres que la masturbación podía producir estos
clítoris aumentados. Durante algún tiempo, la masturbación femenina y el sexo
lésbico fueron sinónimos.128

Las diferencias de clase pasaron a estar relacionadas con el lesbianismo cuando la


moda del homoerotismo pasó. Las tríbades eran consideradas a la vez miembros de las
clases más bajas, tratando de corromper a mujeres virtuosas, y representantes de
una aristocracia arruinada por el libertinaje. Los escritores satíricos comenzaron
a sugerir que sus rivales políticos (o más a menudo sus esposas) eran tríbades para
arruinar su reputación. Por ejemplo, existían rumores de que Ana I de Gran Bretaña
tenía un apasionado romance con Sarah Churchill, que se convirtió en duquesa de
Marlborough gracias a su proximidad con la reina. Cuando Churchill fue desbancada
como la favorita de la reina, la misma Churchill esparció rumores de que la reina
tenía relaciones con sus damas de compañía.129 También hubo rumores sobre María
Antonieta durante algunos meses entre 1795 y 1796,130 y sobre la reina Maria
Carolina, hermana de la anterior y esposa del rey Fernando I de las Dos Sicilias,
de la que se decía que era amante de lady Emma Lyon.131

Esposos femeninos
Pintura de una mujer del Renacimiento vestida como varón, de pie y mirando hacia la
izquierda, mientras una mujer vestida como tal sentada a su derecha, le toma de la
mano y la mira implorante, todo sobre un fondo bucólico.
La confusión del sexo fue un recurso dramático muy popular en los siglos XVI y
XVII, como esta escena de Noche de reyes de Shakespeare, pintada por Frederick
Pickersgill.
El hermafroditismo había aparecido en la literatura médica tan a menudo que se
consideraba conocimiento común, aunque los casos eran raros. Los elementos
homoeróticos en la literatura eran muy frecuentes, específicamente la confusión de
un sexo por otro para engañar y seducir a una mujer inocente. Quizás el ejemplo más
extraordinario de la literatura en español sea el que aparece en Los siete libros
de la Diana del portugués Jorge de Montemayor. En la escena, Ismenia es un varón
que se hace pasar por una mujer vestida de varón que enamora a una pastora. Aunque
Ismenia sea un varón, la pastora no lo sabe y a pesar de ello acepta el cortejo,
los besos y arrumacos.132 Este tipo de recurso dramático fue muy común en España
durante el Siglo de Oro, como muestran las obras Don Gil de las calzas verdes
(1615) de Tirso de Molina o Las manos blancas no ofenden de Calderón de la Barca.
En Inglaterra estos papeles se llamaban breeches role y fueron empleados con
frecuencia por autores teatrales, como Shakespeare en su Noche de reyes (1601) o
Edmund Spenser en The Faerie Queene (1590).133

Existen casos documentados excepcionales de mujeres renacentistas que tomaron el


papel de varones sin ser detectadas durante años o décadas.nota 7 Si eran
descubiertas, los castigos iban desde la muerte, un tiempo en la picota, hasta
simplemente ser castigadas a llevar ropa de mujer. Uno de los casos más conocidos
es el de Catalina de Erauso, que incluso llegó a conseguir permiso papal para
vestir de varón. En 1746, Henry Fielding escribió un panfleto titulado The Female
Husband («El marido femenino»), basado en la vida de Mary Hamilton que se casó con
diferentes mujeres en tres ocasiones y fue condenada a latigazos públicos. Ejemplos
similares son los de Catharine Linck en Prusia en 1717, ejecutada en 1721; y la
suiza Anne Grandjean, que se casó y se trasladó a Lyon, pero fue denunciada por una
mujer con la que había tenido una aventura amorosa anteriormente y sentenciada al
cepo y a la cárcel.134 La tendencia de la reina Cristina de Suecia a vestir de
varón era bien conocida en su época y excusada por su noble cuna; fue criada como
un varón y en la época se especulaba con que fuese un hermafrodita. Incluso después
de que abdicase del trono en 1654 para evitar el matrimonio, le son conocidos
relaciones amorosas con otras mujeres.135

Algunos historiadores contemplan los casos de mujeres travestidas como


manifestaciones de mujeres que se reclaman un poder que naturalmente no hubiesen
podido disfrutar vestidas de mujeres o como su forma de racionalizar su deseo por
otras mujeres. Lillian Faderman afirma que la sociedad occidental se sentía
amenazada por las mujeres que rechazaban su papel femenino. Las mujeres que eran
acusadas de usar consoladores, como dos monjas españolas del siglo XVI, ejecutadas
por usar instrumentos materiales, eran castigadas más severamente que aquellas que
no usaban elementos de penetración.134136 Existen documentos sobre dos matrimonios
entre mujeres en Cheshire, Inglaterra en 1707 (entre Hannah Wright y Anne Gaskill)
y 1708 (entre Ane Norton y Alice Pickford), sin ningún comentario sobre el hecho de
que ambas partes fuesen femeninas.137138 Informes de clérigos con estándares laxos
que realizaron bodas y más tarde escribieron sobre sus sospechas de que el marido
era una mujer continúan apareciendo hasta finales del siglo siguiente.

Fuera de Europa, las mujeres pudieron vestir de varones y pasar inadvertidas


durante largo tiempo. Deborah Sampson luchó en la Revolución estadounidense como un
varón, bajo el nombre de Robert Shurtleff, teniendo relaciones con mujeres.139
Edward De Lacy Evans nació como mujer en Irlanda, pero tomó un nombre masculino en
un viaje a Australia, viviendo 23 años como varón en Victoria, casándose en tres
ocasiones.140 Percy Redwood produjo un escándalo en Nueva Zelanda en 1909 cuando se
descubrió que era Amy Bock, que se había casado con una mujer de Port Molyneaux;
los periódicos discutían si se trataba de un signo de locura o de un defecto
inherente de carácter.141 En España, en 1901, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez
Loriga se casaban en la iglesia de San Jorge en La Coruña, con Sánchez Loriga
adoptando el papel masculino; aunque el matrimonio no se llegó a anular, ambas
tuvieron que huir a Argentina al ser perseguidas por la justicia.142

Reexaminando la amistad romántica


Foto en blanco y negro de dos mujeres sentadas en una hamaca, vestidas con la moda
de principios del siglo XX; una está reclinada y la otra está sentada a su cintura
y la abraza, ambas mirándose.
Intimidad entre mujeres estuvo de moda entre los siglos XVII y XIX, aunque la
sexualidad era admitida públicamente en contadas ocasiones.
Entre los siglos XVII a XIX, estaba de moda que las mujeres expresasen amor
apasionado entre sí, siendo este hecho aceptado e incluso fomentado.138 Estas
relaciones se llamaban amistades románticas o sentimentales y eran muy comunes en
los Estados Unidos y Europa. Estas amistades están documentadas con una gran
cantidad de correspondencia escrita por mujeres. El que este tipo de relaciones
incluyeran un contacto físico sexual no era algo discutido públicamente, pero las
mujeres podían formar relaciones estrechas y exclusivas y seguían siendo
consideradas virtuosas, inocentes y castas; una relación similar con un varón
hubiese arruinado su reputación. De hecho, estas relaciones eran fomentadas como
una alternativa y como un ejercicio previo al matrimonio.143nota 8

En el mundo hispano se pueden rastrear amistades románticas entre mujeres desde el


siglo XVII, como la de María de Zayas y Sotomayor, novelista, y Ana de Caro,
dramaturga y ensayista. Ambas vivían juntas en Madrid, ganando su sustento como
escritoras, sin depender de ningún varón.144 Pero quizás las más conocidas son las
formadas por Sor Juana Inés de la Cruz y las virreinas Leonor Carreto de Toledo,
marquesa de Mancera, y María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, marquesa de la
Laguna de Camero Viejo, a las que dedicó encendidos poemas. A María Luisa Manrique
de Lara le dio los sobrenombres de Lisi, Lísida, Fili o Filis.145

Yo, pues, mi adorada Filis,


que tu deidad reverencio,
que tu desdén idolatro
y que tu rigor venero:
[...]
Ser mujer, ni estar ausente,
no es de amarte impedimento;
pues sabes tú que las almas
distancia ignoran y sexo.
op.cit. Villena p. 108
En Francia el caso más conocido quizás sea el de madame de Staël, quien, a pesar de
sus varios matrimonios, mantenía una intensa amistad con mademoiselle Juliette
Récamier:
Eres lo primero en mi vida. Cuando te vi, me pareció que ser amada por ti sería
como ser una con el destino. Me bastaría si pudiera verte. Tu eres la reina de mi
corazón, dime que nunca me harás daño; precisamente ahora tendrías en tu mano
hacerme terriblemente daño.
Adiós, mi amada y adorada. Te abrazo en mi corazón. Mi ángel, dime al final de tu
carta: te amo. El sentimiento que tendré al leer esas palabras me hará creer que te
estoy abrazando.
op.cit. Feustel p. 71
Un grabado de dos robustas damas inglesas sentadas en una biblioteca privada con su
pelo recogido en moños y vestidas de esmoquin. Están sentadas en una mesa muy
ornamentada con relieves sobre la que reposan varios objetos. En primer plano, un
gato está sentado en una silla.
Eleanor Butler y Sarah Ponsonby tuvieron una relación que fue considerada devota y
virtuosa, después de fugarse de Gales y vivir 51 años juntas.
En el Reino Unido también eran muy frecuentes este tipo de amistades. En 1709 Lady
Mary Wortley Montagu escribía a Anne Wortley que «nadie era tan completamente y
sinceramente tuya [...] no creo posible que un hombre sea tan sincero como yo.»146
La poetisa Anna Seward tuvo una profunda amistad con Honora Sneyd, a la que dedicó
multitud de poemas.147 También Mary Wollstonecraft, escritora y filósofa, estuvo
relacionada con otra mujer llamada Fanny Blood.nota 9 La primera novela de
Wollstonecraft, Mary: A Fiction, en parte trataba de su relación con Fanny
Blood.148 Quizás la amistad romántica más conocida en el Reino Unido fuera la que
unió a Eleanor Butler y Sarah Ponsonby, llamadas las señoritas de Llangollen.
Butler y Ponsonby se fugaron en 1778, para alivio de la familia de Ponsonby
(preocupada por su reputación, de haberse fugado con un varón),149 para vivir
juntas en Gales durante 51 años, siendo consideradas «excéntricas».150 Su historia
fue considerada «el epítome de las amistades románticas virtuosas» e inspiró la
poesía de Anna Seward y Henry Wadsworth Longfellow.151 La diaristanota 10 Anne
Lister, cautivada por Butler y Ponsonby, relató sus relaciones con mujeres entre
1817 y 1840, usando lenguaje codificado en parte para ofrecer detalles de sus
relaciones sexuales con Marianna Belcombe y Maria Barlow.152 Tanto Lister como
Eleanor Butler eran consideradas masculinas en escritos contemporáneos y, aunque
existían sospechas sobre la naturaleza sáfica de estas relaciones, aun así éstas
fueron alabadas en la literatura.153154

En Estados Unidos las amistades románticas más intensas solían llamarse


«matrimonios de Boston». La poetisa Emily Dickinson escribió más de 300 cartas y
poemas a Susan Gilbert, quien más tarde se convirtió en su cuñada, y estuvo
envuelta en otra amistad romántica con Kate Scott Anthon. Anthon rompió su relación
el mismo mes en que Dickinson decidió aislarse para el resto de su vida.155 En
Hartford, Connecticut, dos mujeres negras nacidas libres, Addie Brown y Rebecca
Primus, dejaron rastros de su amor en cartas: «Ningunos besos como los tuyos».156
En Georgia, Alice Baldy escribía a Josie Varner en 1870, «¿Sabes que si me tocas o
me hablas, no hay un nervio en mi cuerpo que no responda con un estremecimiento de
placer?»157

Hacia principios del siglo xx el desarrollo de la educación superior abrió muchas


posibilidades a las mujeres. En el Reino Unido, en ambientes completamente
femeninos, se desarrolló una cultura de búsqueda de romance en los colegios
femeninos. Las estudiantes mayores hacían de mentoras de las más jóvenes, les
hacían visitas sociales, las llevaban a bailes de mujeres y les enviaban flores,
tarjetas y poemas que declaraban su amor eterno.158 Se escribía sobre estos
llamados smash (choque, golpe) o spoon (cuchara) de forma bastante franca en
historias para muchachas que aspiraban a entrar en la universidad, en publicaciones
como Ladies Home Journal, una revista infantil llamada St. Nicholas y la colección
Smith College Stories, sin ninguna crítica.159 Lealtad, devoción y amor duradero
eran partes de estas historias y los actos sexuales, más allá de un beso, estaban
siempre ausentes.158 Las mujeres que tenían la posibilidad de estudiar una carrera
en lugar de casarse se llamaban a sí mismas nuevas mujeres y se tomaban esta
posibilidad muy en serio.nota 11 Faderman denomina a este periodo como «el último
soplo de inocencia» antes de 1920, cuando las caracterizaciones del afecto femenino
se conectan con la sexualidad, marcando a las lesbianas como un grupo único y a
menudo poco favorecido.158 De forma específica, Faderman relaciona el aumento de la
independencia de la mujer y el comienzo del rechazo de los roles estrictamente
prescritos de la era Victoriana con la designación científica del lesbianismo que
implicaba un tipo de comportamiento sexual aberrante.160

Fuera de Occidente
Mientras el comportamiento homosexual femenino puede estar presente en todas las
culturas, el concepto de lesbiana como mujer que se junta exclusivamente con otras
mujeres no lo está. La actitud frente al comportamiento homosexual femenino depende
del rol de la mujer en cada sociedad y de la definición que cada cultura hace del
sexo.

Oriente Medio y Próximo


Las mujeres de Oriente Medio y Próximo han estado históricamente segregadas de los
varones. En los siglos VII y VIII algunas mujeres extraordinarias vestían con ropas
masculinas, cuando los roles de cada sexo eran menos estrictos, pero los roles
sexuales que acompañaban a las mujeres europeas no estaban asociados a las mujeres
islámicas. En la corte califal de Bagdad había mujeres que vestían ropas de varón,
incluyendo vello facial falso, aunque competían unas con otras por obtener la
atención de los varones.161 Las mujeres muy inteligentes, según los escritos del
siglo XII de Sharif al-Idrisi, tenían una mayor probabilidad de ser lesbianas; su
poder intelectual las ponía en una posición más a la par con los varones.161
Algunas mujeres de al-Ándalus privilegiadas tenían acceso a la educación y en dos
antologías modernas de poesía femenina de aquella época, de Teresa Garulo y de
Maḥmud Subḥ,162163 el amor entre mujeres aparece tratado con normalidad.164

Las relaciones entre las mujeres que vivían en los harenes y los temores de que las
mujeres tuvieran relaciones íntimas en los baños turcos fueron expresados en los
escritos de varones. Las mujeres, sin embargo, guardaban mayoritariamente silencio
y los varones rara vez hablaban de relaciones lésbicas. No está claro que las pocas
veces que el lesbianismo es mencionado en la literatura sea una representación
histórica exacta o si más bien servía de fantasía a los varones.

Un tratado de 1978 sobre la represión en Irán afirmaba que las mujeres eran
silenciadas por completo: «En toda la historia de Irán, [a ninguna mujer] se le ha
permitido hablar sobre estas tendencias [...] Admitir deseos lésbicos sería un
crimen inaceptable.»161 Aunque los autores de Islamic Homosexualities
(«Homosexualidades islámicas») afirmaban que esto no implica que las mujeres no
pudieran tener relaciones lésbicas, una antropóloga lesbiana visitó en 1991 Yemen e
informó que en la ciudad que visitó las mujeres no eran capaces de entender su
relación romántica con otra mujer. De las mujeres de Pakistán se espera que se
casen con un varón; aquellas que no lo hacen son marginadas e ignoradas
socialmente. Las mujeres, sin embargo, pueden tener relaciones íntimas con otras
mujeres mientras cumplan con sus deberes conyugales, mantengan sus asuntos privados
con discreción y la mujer con la que están involucradas esté relacionada de alguna
forma lógica o sea de la familia.165

América indígena y precolombina


Tras el primer encuentro de los conquistadores europeos con el continente
americano, se comienza un registro a modo de crónica sobre el comportamiento de los
nativos, siendo la sexualidad uno de los aspectos que más escandaliza. En estos
textos se menciona la sodomia foeminarum, lo cual representa una prueba fehaciente
de la existencia de prácticas homosexuales en varias etnias del continente
americano. Puntualmente, el jesuita Pêro Correa escribe:166

Hay aquí muchas mujeres que realizan oficios de hombres y tienen otras mujeres con
las que están casadas
Pêro Correa, 1551.
Hacia 1576, Pêdro de Magalhães de Gândavo se refiere a relaciones homosexuales de
mujeres tupinambás
Algunas indias de esta región juran y prometen castidad y así no se casan ni
conocen hombre de ninguna calidad, ni lo consentirán aunque por eso las maten.
Estas dejan todas las actividades de mujeres e imitan a los hombres y realizan sus
oficios como si no fuesen mujeres. Traen el cabello <cortado como los machos, van a
la guerra y de cacería con arcos y flechas ... y cada una tiene una mujer a su
servicio y que le hace de comer como si estuviesen casadas.
Pêro de Magalhães de Gândavo, 1576.166
Durante el siglo XVIII otros europeos, misioneros y exploradores describían a
personas del tercer sexo como berdaches, tanto en los casos femeninos como
masculinos. Para las mujeres específicamente, se relata que vestían ropas de hombre
y participaban en actividades guerreras, de caza y otras que su cultura consideraba
masculinas, como la confección de armas; pero además tenían esposas o compañeras
duraderas.167 Los zuñi llaman a las mujeres que toman el rol masculino katsotse168
y los mojave les dan el nombre de hwame.169 Estos roles transgénero tienen menos
que ver con la sexualidad que con la espiritualidad y la ocupación. Las relaciones
entre «dos espíritus» femeninos y mujeres que no son transgénero se consideran como
de «heterogénero».170

África
Los roles transgénero y los matrimonios entre mujeres también han sido documentados
en más de treinta sociedades africanas.171 Las mujeres se pueden casar con otras
mujeres, criar sus hijos y ser consideradas generalmente como varones en sociedades
de Nigeria, Camerún y Kenia. Los hausas de Sudán poseen un término similar al de
lesbiana, kifi, que también se puede aplicar a varones, con el significado de
«ninguna de las partes insiste en un rol sexual particular».172 Cerca del río
Congo, entre los nkundo, una mujer que participa en una relación emocionalmente
fuerte o sexual con otra mujer es conocida como yaikya bonsángo («una mujer que se
aprieta contra otra mujer»). Las relaciones lésbicas también son conocidas en las
sociedades matriliniales de Ghana entre los pueblos akan. En Lesoto, mujeres
realizan lo que se considera habitualmente en Occidente como sexo: se besan,
duermen juntas, frotan sus genitales y mantienen relaciones exclusivas. Pero como
las personas en Lesoto creen que para que exista sexo es necesario un pene, no
consideran este comportamiento sexual, ni las mujeres se consideran lesbianas.173

La colonización de África tuvo como resultado un cambio de valores; la sexualidad


aborigen pasó de considerarse fluida y dinámica, a binaria y fijada de por vida.
Tras la colonización, algunas mujeres que se identificaban como lesbianas fueron
sometidas a violaciones con la idea de que el sexo con varones podía «curar» el
lesbianismo.174 A pesar del cambio de paradigma, el gobierno de Sudáfrica fue el
primero del mundo que prohibió la discriminación basada en la orientación sexual en
su constitución.175 Además, Sudáfrica fue el primer país africano (y quinto del
mundo) en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.176

Asia
China, antes de su occidentalización, era una sociedad en las que los varones y las
mujeres vivían separados. Históricamente, la cultura china no reconoce el concepto
de orientación sexual, o un marco que divida a las personas basándose en la
atracción por otras personas del mismo sexo o del opuesto.177 Aunque existía una
cultura significativa rodeando al varón homosexual, no había ninguna para la mujer.
Fuera de sus obligaciones de dar hijos a su marido, se consideraba que las mujeres
no tenían ninguna sexualidad.178 Esto no significa que las mujeres no pudiesen
mantener relaciones con otras mujeres, sino que ese tipo de relaciones no podía
ponerse por delante de las relaciones con varones. Una de las escasas referencias
al lesbianismo ha sido transmitida por Ying Shao, que llama a las relaciones
homosexuales entre mujeres de la corte imperial, que se comportaban como marido y
mujer, dui shi (comida en pareja). Las asociaciones de la orquídea dorada en el sur
de China se mantuvieron hasta el siglo xx y realizaban matrimonios entre mujeres a
las que se les permitía adoptar a niñas.179 La occidentalización trajo nuevas
ideas, entre ellas, la que decía que todo comportamiento sexual que no resultase en
reproducción era aberrante.180 La libertad que conllevaba un empleo en las fábricas
de seda a partir de 1865 permitió a algunas mujeres convertirse en tzu-shu nii (que
nunca se casan) y vivir en comunidad con otras mujeres. Otros chinos las llamaban
sou-hei (que se peinan a sí mismas) porque adoptaban el peinado de las mujeres
casadas. Estas comunas desaparecieron a causa de la Gran Depresión y fueron
desalentadas por el gobierno comunista como una reliquia de la China feudal.181 En
la sociedad contemporánea china, tongzhi (mismo fin o espíritu) es el término usado
para referirse a los homosexuales; la mayoría de las chinas prefieren no
clasificarse con más detalle como lesbianas.182

En Japón, en la década de 1920, se empleaba la palabra rezubian como equivalente de


«lesbiana». La occidentalización trajo más libertad a las mujeres y permitió a
algunas japonesas llevar pantalones.183 La palabra tomboy («marimacho») es empleada
en las Filipinas, sobre todo en Manila, para denominar a las mujeres que son
masculinas.184 Las mujeres virtuosas de Corea colocan sus prioridades en la
maternidad, la castidad y la virginidad; fuera de estos aspectos, muy pocas mujeres
son libres de expresarse a través de la sexualidad, aunque existe una creciente
organización lésbica llamada Kkirikkiri.185 El término pondan es usado en Malasia
para denominar a los varones gais, pero, como no existe un contexto histórico de
referencia para lesbianas, el término también es empleado para las mujeres
homosexuales.186 Al igual que en muchos países asiáticos, la homosexualidad
masculina pública es reprimida a muchos niveles, de forma que los malasios llevan
doble vida.187 Una mención del siglo XIV de una pareja lésbica que tuvieron un hijo
tras hacer el amor, recogida en un texto de la India, es una excepción al silencio
general sobre la homosexualidad femenina. Esta invisibilidad desapareció con el
estreno de la película Fire en 1996, lo que provocó ataques en algunos cines por
parte de fanáticos. Los términos para nombrar a los homosexuales son rechazados a
menudo por los activistas indios, por ser el resultado de una influencia
imperialista, pero la mayoría del discurso sobre la homosexualidad se centra en los
varones. Los grupos de defensa de los derechos de la mujer en la India continúan
debatiendo si es legítimo incluirlos asuntos lésbicos en sus plataformas, ya que la
información sobre la homosexualidad femenina es suprimida a menudo.188

Demografía
Informe Kinsey
El más amplio de los primeros estudios sobre homosexualidad femenina lo llevó a
cabo el Instituto Kinsey para la investigación sexual, que publicó un informe en
profundidad sobre las experiencias sexuales de las mujeres en 1953. Alfred Kinsey y
sus colaboradores entrevistaron a más de 8000 mujeres plasmando los resultados en
el libro Comportamiento sexual de la mujer, segundo tomo del conocido popularmente
como Informe Kinsey. El tratamiento objetivo por el informe de la homosexualidad
como una forma más de comportamiento sexual humano fue revolucionario para la
época. Antes de este estudio solo los médicos y los psiquiatras habían estudiado el
comportamiento sexual, y casi siempre los resultados habían sido interpretados
desde un punto de vista moral.189

La escala Kinsey establece una gradación en la orientación sexual, con varios


grados de bisexualidad, indicándose en azul la proporción de prácticas
homosexuales.
Kinsey publicó que el 28 % de las mujeres se habían sentido atraídas sexualmente
por otra mujer, y el 19 % habían tenido algún contacto sexual con otra mujer.190
nota 12 De las que habían tenido contacto sexual con otra mujer, entre la mitad y
dos tercios habían tenido un orgasmo. Las mujeres solteras tenían una tasa mayor de
contactos sexuales con otras mujeres, seguidas de las mujeres viudas, divorciadas o
separadas. La tasa más baja la presentaban las mujeres casadas; entre estas, las
que habían mantenido experiencias homosexuales anteriores informaban que se habían
casado para terminar con esas actividades.191 La mayoría de las mujeres que
afirmaban haber tenido prácticas homosexuales las habían experimentado menos de
diez veces y un 51 % sólo con una pareja.192 Las mujeres con educación
universitaria tenían las tasas de experiencias homosexuales más altas, seguidas por
las mujeres con educación secundaria; la prevalencia más baja estaba en las mujeres
con educación primaria (inferior al 8.º grado).193

Kinsey estableció una escala para representar la orientación sexual de las


personas, en la que el 0 representaba una persona exclusivamente heterosexual, el 6
a una persona exclusivamente homosexual, y los números entremedias correspondían a
los distintos gradientes en la prevalencia de prácticas sexuales con ambos sexos.
El 6 % de las entrevistadas se encuadraron en el 6, exclusivamente homosexuales, y
el 71 % se asignaron al 0, exclusivamente heterosexuales. De los demás grados el
más común fue el 1 (15 %),194 mujeres predominantemente heterosexuales que alguna
vez habían mantenido algún contacto lésbico. Aunque el informe Kinsey remarcaba que
la clasificación describía un periodo de la vida de la persona y que la orientación
podría cambiar.194 El muestreo sobre el que se basó el informe recibió críticas por
sobrerepresentar a las mujeres con comportamientos homosexuales, por lo que las
cifras exactas no son aceptadas por todos investigadores posteriores.189

Informe Hite
En 1976, veintitrés años después, la sexóloga Shere Hite publicó otro informe de un
estudio realizado sobre una encuesta realizada a 3019 mujeres, bajo el título The
Hite Report (el informe Hite). Las preguntas del cuestionario de Hite se
diferenciaron de las de Kinsey en que se centraban más en cómo se identificaban las
propias mujeres, o qué preferían más que en lo que habían experimentado. Las
encuestadas por Hite indicaron que el 8 % prefería el sexo con mujeres y el 9 %
contestó que se identificaban como bisexuales o que habían tenido experiencias
sexuales tanto con varones como con mujeres y negaban tener una preferencia.195 Las
conclusiones de Hite se basan más en los comentarios de las encuestadas que en los
datos cuantificables. Encontró sorprendente que muchas mujeres que no habían tenido
experiencias lésbicas indicaran que estaban interesadas en el sexo con otras
mujeres, particularmente porque no se hacía esa pregunta en el cuestionario.196
Hite encontró dos diferencias significativas entre las encuestadas con experiencias
con varones, y las que las tenían con mujeres. Las primeras destacaban la
importancia que le daban a la estimulación clitorídea, y las segundas la mayor
implicación emocional y las respuestas orgásmicas.197 Como Hite realizó su estudio
durante el auge del feminismo de los años 1970, ella misma admitió que algunas
mujeres podrían haberse identificado como lesbianas por motivos políticos.198

Encuestas de población
Se estima que en EE. UU. las lesbianas representan el 2,6 % de la población, según
una encuesta completada en el año 2000 del National Opinion Research Centers
(Centros nacionales de investigación de opinión) sobre la actividad sexual de
adultos que habían tenido experiencias homosexuales en el último año.199 Una
encuesta sobre parejas homosexuales en EE. UU. muestra que entre 2000 y 2005, el
número de personas que afirmaban tener relaciones homosexuales se había
incrementado un 30 %, cinco veces la tasa de incremento de población de EE. UU. El
estudio atribuye este salto a que la gente se siente más cómoda que antes
autoidentificándose como homosexual ante el gobierno federal.nota 13 El gobierno
del Reino Unido no pide a sus ciudadanos que definan su sexualidad, pero estima que
está entre el 5-7 %.200 El cálculo no diferencia a las lesbianas como lo hace el
censo de EE. UU., incluyendo en él a gais, lesbianas y bisexuales. Las encuestas en
Australia registran una tasa de mujeres que se autodefinen como lesbianas o
bisexuales de entre el 1,3 % y 2,2 % de la población total femenina.201

Lesbianas y sexualidad
Artículo principal: Prácticas sexuales lésbicas
La necesidad de existencia de una relación sexual física o sentimental entre
mujeres para definir el lesbianismo sigue debatiéndose. Según la escritora
feminista McCormick, la sexualidad femenina ha sido construida por los varones,
para los cuales el principal indicador de la orientación sexual lésbica son las
experiencias sexuales con otras mujeres, aunque no se exija la práctica sexual con
varones para definir a una mujer como heterosexual. McCormick afirma que las
conexiones emocionales, mentales e ideológicas con otras mujeres son tan
importantes o más como la genital.202 Sin embargo en los años 80 un significativo
movimiento rechazó la desexualización del lesbianismo realizada por las feministas,
lo que causó una gran polémica denominada «guerras del sexo».203 Se retomaron los
papeles butch y femme, aunque no de forma tan estricta como en los años 50. A
partir de los años 90 el lesbianismo se convirtió en una forma optativa de expresar
la propia sexualidad. Una vez más las mujeres se sintieron seguras para ser más
aventureras, y la flexibilidad sexual se hizo más aceptable.204

El sueño, de Gustave Courbet.


Uno de los tópicos que han centrado el debate sobre la sexualidad lésbica es un
fenómeno descrito por la sexóloga Pepper Schwartz en 1983. Schwartz registró en un
estudio que las parejas lésbicas de larga duración mantenían contactos sexuales con
menos frecuencia que las parejas heterosexuales u homosexuales masculinas,
denominando a este fenómeno muerte de la cama lésbica. Sin embargo, las lesbianas
han discutido esta teoría por la definición que se hace en el estudio de contacto
sexual, y apuntan que existen otros factores que unen a las parejas de mujeres más
allá de la mera repetición de relaciones sexuales, como las conexiones más
profundas existentes entre las mujeres que hacen que redundantes las relaciones
sexuales frecuentes, la mayor fluidez sexual en las mujeres que causa que durante
su vida se muevan entre la heterosexualidad, la bisexualidad y el lesbianismo
numerosas veces durante sus vidas —o que incluso rechacen las etiquetas.
Posteriores argumentos señalan que el estudio tenía errores y no representaba de
forma exacta el contacto sexual entre mujeres, o que desde 1983 la situación ha
cambiado y ha aumentado el contacto sexual entre mujeres ya que muchas lesbianas se
sienten más libres para expresar su sexualidad.205

Otros debates sobre género y orientación sexual atañen a cómo se denominan o se ven
muchas mujeres. En las culturas occidentales se ha dado mayoritariamente por
sentado que la heterosexualidad es una cualidad innata. Cuando una mujer pone en
práctica su atracción sexual o romántica por otras mujeres puede experimentar una
«crisis existencial» y muchas van más allá y adoptan la identidad de lesbiana,
desafiando los estereotipos homosexuales de la sociedad, y aprenden a desenvolverse
en la subcultura homosexual.206 Las lesbianas de las culturas occidentales
generalmente comparten un sentido de identidad cultural similar al de las minorías
étnicas, construido por experiencias discriminatorias parecidas y que han llevado a
muchas lesbianas a rechazar los principios heterosexuales. Esta identidad es única
y diferente a la de los varones gais y la de las mujeres heterosexuales, y
frecuentemente crea tensión con las mujeres bisexuales.207 Algunos teóricos de la
sociología han destacado que el comportamiento y la identidad no siempre coinciden,
que hay mujeres que se definen como heterosexuales que mantienen relaciones
sexuales con otras mujeres, mujeres que se autodenominan lesbianas pueden tener
relaciones sexuales con varones, u otras que creían que tenían una orientación
sexual inmutable que ha cambiado a lo largo del tiempo. Un artículo de 2001 sobre
la identificación de las lesbianas en los estudios médicos sugiere su
reconocimiento tanto por identidad como por comportamiento sexual. El artículo
declina incluir el deseo o la atracción como método ya que raramente ha sido
mensurable como un asunto de salud o psicológico.208

Véanse también: Sexualidad humana y Tribadismo.


Salud
Física
En lo relativo a cuestiones médicas, a las lesbianas se las conoce como mujeres que
se acuestan con otras mujeres (MAM) debido a los prejuicios y creencias acerca de
la sexualidad de las mujeres, y debido también a la reticencia de las mujeres a la
hora de relatar de manera exacta su historial sexual incluso a sus propios
médicos.209 Muchas lesbianas que se autoidentifican como tales no van al médico
porque no tienen relaciones heterosexuales y no requieren métodos anticonceptivos,
factores principales a la hora de que las mujeres sexualmente activas busquen
consultar a un ginecólogo.210 Por consiguiente, muchas lesbianas no se hacen
regularmente la prueba de Papanicolaou. En Estados Unidos, el gobierno señala que
algunas lesbianas no se hacen esta prueba al carecer de seguro de salud debido a
que muchas empresas no lo ofrecen a las parejas de hecho.211

La carencia de información médica en las MAM surge de la percepción por parte de


los profesionales médicos y de algunas lesbianas de que tienen un riesgo menor de
contraer una infección de transmisión sexual o distintos tipos de cáncer. Cuando
las mujeres acuden a consulta, los profesionales médicos no llegan a tomar una
historia médica completa. En un estudio reciente con 2345 lesbianas y mujeres
bisexuales, solo el 9,3 % afirmaron haber sido preguntadas acerca de su orientación
sexual por parte de su médico. Un tercio de ellas señalaba que creían que contar su
historial sexual provocaría una reacción negativa, y el 30 % había recibido una
reacción negativa por parte de su médico tras haberse identificado como lesbianas o
bisexuales.212 El historial completo de un paciente ayuda a los profesionales
médicos a identificar las áreas de mayor riesgo y corrige los prejuicios existentes
sobre las historias personales de las mujeres. En una encuesta similar con 6935
lesbianas, el 77 % había tenido contactos sexuales con uno o más varones, y el 6 %
había tenido ese contacto durante el año anterior.212nota 14

Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, las


cardiopatías son la primera causa de muerte para las mujeres. Los factores de
riesgo de las enfermedades del corazón incluyen la obesidad y el fumar, ambos más
prevalentes en las lesbianas. Los estudios muestran que las lesbianas tienen una
mayor masa corporal y en general están menos preocupadas por problemas de peso que
las mujeres heterosexuales, y consideran con más frecuencia que las mujeres con
índices de masa corporal más elevados son más atractivas. Las lesbianas tienden a
ejercitarse más regularmente que las heterosexuales, y generalmente no por razones
de estética, como las heterosexuales.213 Hace falta más investigación para
determinar las causas específicas de la obesidad en las lesbianas.211212
Recomendaciones para el sexo seguro entre mujeres:
«Evitar el contacto con el periodo menstrual y con lesiones genitales visibles.
Cubrir los juguetes sexuales que penetran más de una vagina o ano con un nuevo
condón para cada persona; considere usar distintos juguetes para cada persona.
Use una barrera (ej., látex, un condón abierto, un envoltorio de plástico) durante
el sexo oral.
Use guantes de látex o de vinilo y lubricante para el sexo manual que pudiera
producir sangre.»
—Sally A. Mravack212
La falta de diferenciación entre mujeres homosexuales y heterosexuales en los
estudios médicos que tratan sobre la salud de las mujeres distorsiona los
resultados para las lesbianas y para las que no lo son. Los informes sobre la
prevalencia del cáncer de mama en lesbianas son inconcluyentes.212 Sin embargo, se
ha determinado que el menor número de lesbianas que se hacen la prueba de
Papanicolau hace más difícil detectar el cáncer de cérvix en sus etapas iniciales
en ellas. Los factores de riesgo para desarrollar el cáncer de ovarios son más
elevados en lesbianas que en heterosexuales, quizá porque muchas lesbianas no
cuentan con factores protectores como el embarazo, el aborto, los métodos
anticonceptivos o dar el pecho al bebé.214

Algunas enfermedades de transmisión sexual se pueden transmitir entre mujeres, como


el virus del papiloma humano (VPH) (en concreto, las verrugas genitales),
tricomoniasis, sífilis y el virus del herpes simple (VHS). La transmisión de
infecciones de transmisión sexual específicas entre mujeres depende del tipo de
prácticas sexuales que hayan mantenido. Cualquier objeto que entre en contacto con
las secreciones del cérvix, la mucosidad vaginal o el periodo menstrual, sean los
dedos o un objeto penetrante, puede transmitir infecciones de transmisión
sexual.215 El contacto oral con los genitales puede conllevar un mayor riesgo de
contraer VHS,216 incluso en mujeres que no hayan tenido ninguna relación sexual
previa con varones.217 La vaginosis bacteriana (VB) aparece con mayor frecuencia en
las lesbianas, pero no está claro si la VB se transmite mediante el contacto
sexual; aparece en mujeres célibes y en mujeres sexualmente activas. La VB
frecuentemente aparece en las dos mujeres que componen la relación lésbica;218 un
estudio reciente de mujeres con VB halló que el 81 % tenían parejas con VB.219 Las
lesbianas no conforman una categoría separada en los datos de frecuencia de
transmisión del VIH, aunque la transmisión es posible mediante las secreciones
vaginales y cervicales. La mayor tasa de transmisión del VIH en lesbianas ocurre en
las mujeres que participan en la toma de drogas por vía intravenosa o que tienen
relaciones sexuales con varones bisexuales.220221

Mental
Desde que la literatura médica comenzó a describir la homosexualidad, la pauta ha
sido frecuentemente intentar encontrar una psicopatología inherente como su causa
principal, siguiendo las teorías de Sigmund Freud. Aunque él consideraba que la
bisexualidad era inherente a todo el mundo, y que la mayoría pasa por fases de
atracción o experimentación homosexual, Freud atribuía la atracción exclusiva por
personas del mismo sexo a un desarrollo detenido debido a un trauma o a conflictos
paternos.222nota 15 Mucha literatura de la salud mental de los homosexuales se
centraba en la depresión, abuso de sustancias y suicidio. Aunque estos problemas se
dan en las lesbianas, el debate sobre sus causas sufrió un cambio al retirarse la
homosexualidad del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en
1973. En su lugar, el ostracismo social, la discriminación legal, la
internalización de estereotipos negativos y las estructuras de apoyo limitadas son
factores que frecuentemente afectan de manera adversa la salud mental de los
homosexuales en las sociedades occidentales .223 Las mujeres que se autodefinen
como lesbianas informan sentirse significativamente distintas y aisladas durante la
adolescencia;223224 se ha citado que estas emociones aparecen de media a los 15
años en las lesbianas y a los 18 en mujeres que se autodefinen como bisexuales.225
En conjunto, las mujeres tienden a desarrollar el autoconcepto propio de manera
interna o con otras mujeres con las que son íntimas. Las mujeres también limitan a
quién divulgan su identidad sexual, y frecuentemente ven el ser lesbiana como una
opción, al contrario que los varones gais, que son más abiertos y que consideran
que ser gay es algo fuera de su control.224

Los trastornos de ansiedad y la depresión son los problemas de salud mental más
frecuentes para las mujeres. Las tasas de depresión en lesbianas son similares a
las de mujeres heterosexuales,226 aunque el trastorno de ansiedad generalizada
tiende a aparecer en mayor proporción en lesbianas y mujeres bisexuales que en
mujeres heterosexuales.223nota 16 La depresión es un problema mucho más
significativo en las mujeres que piensan que deben esconder su orientación sexual
de sus amigos o familia, que experimentan conjuntamente discriminaciones por etnia
o religión, o que soportan problemas de pareja sin un sistema de apoyo.227 Se ha
comprobado que los estereotipos de los varones sobre la sexualidad femenina afectan
a la forma en que las lesbianas perciben sus propios cuerpos. Los estudios muestran
que los varones heterosexuales y las lesbianas tienen estándares diferentes de
atractivo femenino. Las lesbianas que se ven a sí mismas según los modelos
masculinos de belleza femenina pueden experimentar una baja autoestima, trastornos
alimentarios y una mayor incidencia de depresiones.213 Más de la mitad de las
encuestadas en un estudio de 1994 sobre problemas de salud mental en lesbianas
contestaron que tenían pensamientos suicidas, y el 18 % había intentado
suicidarse.228

Un estudio basado en la población llevado a cabo por el Centro de Investigación de


Alcohol Nacional de EE. UU. (National Alcohol Research Center) encontró que las
mujeres que se identifican como lesbianas o bisexuales tienen menos probabilidades
de ser abstemias. Las mujeres lesbianas y bisexuales tienen mayor probabilidad de
informar sobre problemas con el alcohol, y de que no están satisfechas con el
tratamiento de los programas de abuso de drogas.229 Muchas comunidades de lesbianas
se localizan en bares, y beber alcohol es una actividad que se correlaciona con la
participación en la comunidad de lesbianas y mujeres bisexuales.230

Familias y política
Aunque la homosexualidad femenina se ha dado en muchas culturas a lo largo de la
historia, la creación de familias entre parejas del mismo sexo es un fenómeno
reciente. Antes de la década de 1970, la idea de que personas del mismo sexo
formaran relaciones comprometidas a largo plazo era completamente desconocida para
mucha gente. La mayoría de lesbianas (entre un 60 % y un 80 %) declaran estar en
una relación a largo plazo.231 Los sociólogos asocian el alto número de parejas de
mujeres a la socialización del rol de género: la inclinación de las mujeres a
comprometerse en una relación se duplica en una unión lesbiana. Al contrario que en
las relaciones heterosexuales, que tienden a dividir el trabajo basándose en los
roles sexuales, en las relaciones lésbicas se dividen las tareas equitativamente.
Los estudios también señalan que los lazos emocionales son más estrechos en las
relaciones lésbicas y gais que en las relaciones heterosexuales.232

Los asuntos relacionados con las familias fueron una preocupación importante para
las lesbianas cuando el activismo gay se volvió más prominente en las décadas de
1960 y 1970. Los problemas de custodia en particular resultaban de interés, ya que
frecuentemente los tribunales no otorgaban la custodia a las mujeres abiertamente
homosexuales, incluso aunque fueran las madres biológicas.233 234 Como consecuencia
de los conflictos de custodia, se realizaron varios estudios para comparar el
desarrollo de los menores con progenitores del mismo y con madres solteras
heterosexuales. Estas investigaciones no encontraron diferencias en la salud mental
del menor, su felicidad y su adaptación, por lo general. La orientación sexual,
identidad de género y roles sexuales de los menores que crecen con madres lesbianas
no sufren ningún efecto. Las diferencias halladas incluyen el hecho de que las
lesbianas divorciadas tienden a vivir con una pareja, que los padres visitan a las
madres lesbianas divorciadas más frecuentemente que a las madres divorciadas no
lesbianas, y que las madres lesbianas expresan un mayor miedo a perder a sus hijos
a través de medios legales.235

El mejorar las oportunidades para formar familias para las parejas del mismo sexo
ha perfilado el paisaje político en la última década. El movimiento a favor del
matrimonio entre personas del mismo sexo en países occidentales ha sustituido otros
objetivos políticos. En 2012, once países, diez jurisdicciones de EE. UU., dos
estados de México y una jurisdicción de Brasil permitían el matrimonio homosexual.
Además, las uniones civiles se presentan como una opción en varios países de Europa
y estados y municipios de EE. UU. La posibilidad de adoptar o proporcionar un hogar
a menores también es una prioridad familiar y política para muchas lesbianas, al
igual que el mejorar el acceso a la inseminación artificial.235

Cultura

En la cama, de Henri de Toulouse-Lautrec, 1892.


Artículo principal: Cultura lesbiana
La cultura lesbiana se ha incluido históricamente dentro de la tradición femenina,
y más específicamente en la cultura feminista. Durante muchos años y en épocas más
difíciles que las actuales, la cultura de las mujeres se ha desarrollado en
diferentes campos; de esta forma ha habido músicas, poetas, escritoras y artistas,
etc.

Dado que las lesbianas son consideradas un grupo social minoritario, se habla muy a
menudo de subcultura lesbiana, lo cual no significa una situación de inferioridad
presupuesta, sino algo que es parte de la propia especificidad de las lesbianas,
respecto al mundo heterosexual mayoritario.236

Literatura
Artículo principal: Literatura lésbica
Además de la obra de Safo,nota 17 la historiadora literaria Jeannette Howard Foster
incluye el Libro de Rut,237 y la tradición mitológica antigua entre los primeros
ejemplos de lesbianismo en la literatura. En las historias griegas sobre
divinidades a menudo aparecen figuras femeninas cuya virtud y virginidad están
intactas, que practican actividades masculinas, y que están acompañadas por un
devoto grupo de doncellas. Foster cita a Camilla y Diana, Artemisa, Calisto, Iphis
y Ianthe como ejemplos de figuras mitológicas femeninas que muestran una
inclinación por las mujeres o desafían los papeles tradicionales del género
femenino.238 También se debe a los griegos la difusión de la historia de una
mitológica raza de mujeres guerreras, las amazonas. En-hedu-ana, una sacerdotisa de
Mesopotamia dedicada a la diosa sumeria Inanna, tiene el honor de haber firmado la
primera poesía lésbica de la historia, donde ella misma se nombraba la esposa de
Inanna.239

Durante los diez siglos siguientes a la caída del imperio romano el lesbianismo
desaparece de la literatura.240 Foster apunta a la visión particularmente estricta
que se tenía de Eva, representante de todas las mujeres y causante de la caída de
la humanidad, por lo que el pecado original entre las mujeres era una preocupación
mayor, y debían cuidar su castidad especialmente por ser consideradas la fuente de
la vida.241 Durante este periodo la mayoría de las mujeres eran analfabetas y no se
les permitía acceder a la cultura, así que los varones eran quienes se encargaban
de establecer las ideas sobre la sexualidad.242 En el siglo XVI las descripciones
de las relaciones entre mujeres de los escritores ingleses y franceses (Vida de las
damas galantes de Brantôme de 1665, la erótica Memorias de una mujer de placer de
John Cleland de 1749 o El espía inglés de varios autores de 1778) presentan una
actitud que va desde la sorprendida tolerancia hasta la excitación, aunque un
personaje masculino debía participar para completar el acto. Se fomentaban a menudo
las relaciones físicas entre mujeres, que no se percibían como una amenaza para los
varones cuando estos no estuvieran disponibles, al considerar que no serían tan
satisfactorias como las de un varón con una mujer.243 En el peor de los casos si
una mujer se enamoraba de otra se convertía en una figura trágica. La satisfacción
física y por lo tanto emocional se consideraba imposible sin la intervención de un
falo natural. La intervención masculina en una relación entre mujeres se hacía
necesaria cuando estas actuaban como varones y demandaban los mismos privilegios
sociales.244

Fotografía de 1900.
En Europa el lesbianismo se convirtió en un tema casi exclusivo de la literatura
francesa en el siglo XIX, basándose en la fantasía masculina y el deseo de iluminar
los valores morales burgueses.245 Honoré de Balzac, en La chica de los ojos de oro
(1835), usó el lesbianismo en su historia sobre tres personas que describía la
degeneración de París, y lo repitió en La prima Bette y Séraphîta. Su obra influyó
en la novela de Théophile Gautier Mademoiselle de Maupin, que tiene la primera
descripción física del tipo que se asociaría a las lesbianas: «alta, ancha de
hombros, estrecha de caderas y de inclinación atlética».246 Charles Baudelaire
usará el lesbianismo como tema recurrente en sus poemas «Lesbos», «Femmes damnées
1» (Mujeres malditas), y «Femmes damnées 2».247 Criticando la sociedad francesa,
además de utilizarlas como personajes chocantes, muchos de los personajes lésbicos
de la literatura francesa del XIX eran prostitutas y cortesanas: personificaciones
del vicio que morían temprano, con muertes violentas y con moraleja final.248 El
poema de Samuel Taylor Coleridge Christabel (1816) y la novela Carmilla (1872) de
Joseph Sheridan Le Fanu presentan el lesbianismo asociado al vampirismo.249 Estas
representaciones de la homosexualidad femenina no fueron las únicas que formaron la
conciencia europea sobre el lesbianismo, Krafft-Ebbing menciona las personajes de
Gustave Flaubert en Salambó (1862) y Ernest Feydeau en El conde de Chalis (1867)
como ejemplos de lesbianas ya que ambas novelas muestran protagonistas femeninas
que no siguen las normas sociales y que expresan sentimientos sexuales
contradictorios, aunque de ninguna de ellas muestra deseos o comportamientos
homosexuales.250 Havelock Ellis usó ejemplos literarios de Balzac y varios poetas y
escritores franceses para desarrollar su obra principal sobre la inversión de la
identidad sexual en las mujeres.251

Gradualmente las mujeres empezaron a dedicarse a la literatura, plasmando sus


propios pensamientos sobre las relaciones lésbicas en sus obras. Hasta la
publicación de El pozo de la soledad , la mayoría de las obras sobre lesbianismo
habían sido escritas por varones. Foster sugiere que las mujeres habían sido
reacias a escribir sobre sus propias vidas o utilizar el tema de la homosexualidad,
y que algunas escritoras como Louise Labé, Charlotte Charke y Margaret Fuller
habrían masculinizado los personajes de sus obras literarias y plasmado las
relaciones de forma ambigua.252 La escritora George Sand fue representada como
personaje en varias obras del siglo XIX. El escritor Mario Praz acreditó la
popularidad del lesbianismo como tema con la aparición de Sand en la sociedad
parisina de la década de 1830.253nota 18 La novela de Charlotte Brontë Villette
(1853) inició el género de las historias de internados con temas homoeróticos.254

Retrato de Virginia Woolf.


A comienzos del siglo xx tanto en Londres como en París, en una atmósfera y un
clima intelectual y artístico resplandeciente, se crearon las primeras comunidades
de mujeres poetas, escritoras y artistas. Algunas de las mujeres parisinas más
conocidas fueron: Marguerite Yourcenar (primera mujer elegida para integrar la
Academia francesa), Natalie Clifford Barney, Gertrude Stein, Tamara de Lempicka,
Colette y sus amigas Natalie Clifford Barney y Liane de Pougy; algunas de las
mujeres lesbianas londinenses más conocidas en ese entonces fueron Virginia Woolf y
Katherine Mansfield. En otros países, sin embargo, el tema sencillamente se
ignoraba: una excepción a la regla sería por ejemplo Carmen de Burgos Colombine,
escritora y periodista española de principios del siglo XX, que abordó sin reservas
en sus obras la vida sexual de un colectivo sexualmente alternativo y favoreció el
descubrimiento literario de la homosexualidad femenina en España.255 La primera
obra española en tratar de la homosexualidad femenina fue Zezé (1909) de Ángeles
Vicente.256 En 1929 se estrenó la primera obra teatral que trataba del tema, Un
sueño de la razón de Cipriano Rivas Cherif.257 La única que se atrevió a publicar
versos homoeróticos fue Lucía Sánchez Saornil.

Las escritoras de mediada la primera década del siglo xx utilizaban frecuentemente


mensajes cifrados como una forma de enmascarar la temática lesbiana; personajes que
cambian de sexo como en el Orlando de Virginia Woolf, muchas novelas con historias
entre varones gais, como Marguerite Yourcenar; historias abiertamente lésbicas,
pero algunas de ellas escritas bajo un seudónimo, como el caso de Patricia
Highsmith y su libro El precio de la sal de 1951 firmado como Claire Morgan, dan
cuenta de esta situación.

Otras escritoras como Amy Lowell, H.D., Vita Sackville-West y Gale Wilhelm también
abordaron en sus obras relaciones lésbicas o transformaciones de género como tema.
Otras como Mary Renault y Carson McCullers escribieron o tradujeron obras de
ficción que se centraron en los varones homosexuales; aunque ambas mantuvieron
relaciones lésbicas, sus principales amigos fueron varones gais.258

Cuando los libros en rústica se pusieron de moda, los temas lésbicos quedaron
relegados a la pulp fiction. Muchas de estas novelas de pseudoliteratura
presentaban tópicamente a mujeres muy infelices, o relaciones que terminaban
trágicamente. Marijane Meaker posteriormente escribió que le aconsejaron terminar
negativamente la historia de Spring Fire, porque los editores estaban preocupados
que de no ser así, el servicio postal de los EE. UU. confiscaría los libros.259

Tras los disturbios de Stonewall los temas lésbicos se hicieron mucho más diversos
y complejos, y en vez de presentarse como erotismo para varones heterosexuales, las
obras pasaron a dirigirse a las lesbianas. Las revistas feministas como The Furies
y Sinister Wisdom reemplazaron a The Ladder. Varias escritoras serias incluyeron
personajes y tramas lésbicas en sus obras, como Rita Mae Brown en Rubyfruit Jungle
(1973), que presenta una heroína feminista que elige ser lesbiana.260 La poetisa
Audre Lorde se enfrentó a la homofobia y el racismo en sus obras y Cherríe Moraga
es la principal responsable de llevar la perspectiva latina a la literatura
lésbica. El cambio de valores es evidente en los escritos de Dorothy Allison, que
se centró en el abuso sexual de menores y los temas deliberadamente provocativos
como el sadomasoquismo lésbico.261

En décadas recientes han proliferado las escritoras que tocan temas lésbicos como
Jeanette Winterson, el mundo fantástico proyectado en los libros de Marion Zimmer
Bradley. También se suman escritoras de habla española como Ana María Moix, Silvia
Molloy, Ena Lucía Portela, Esther Tusquets, Rosamaría Roffiel, Susana Guzner, Zoé
Valdés, Lola Vanguardia, Lucía Etxebarria, Isabel Franc, Thaís Morales, Odette
Alonso, Isabel Prescolí y Cristina Peri Rossi.262

Véanse también: Louise Labé, Alice B. Toklas, Djuna Barnes y Roberta Gregory.
Cine
Artículo principal: Homosexualidad en el cine

Marlene Dietrich ataviada de forma masculina en 1933.


El lesbianismo explícito o sugerido aparece muy pronto en la filmografía. Las
lesbianas serán representadas en el cine de la misma forma que la literatura de la
época. Curiosamente los argumentos con mujeres que desafiaban los roles femeninos
eran más fácilmente aceptados por la audiencia que el de los varones que
transgredieran los masculinos. Aparecen actrices vestidas como varones por diversas
causas tan pronto como 1914 en A Florida enchantment con Edith Storey, en Marruecos
(1930) donde Marlene Dietrich además besaba a otra mujer en los labios, Katharine
Hepburn finge ser un varón en Christopher Strong de 1933 y Sylvia Scarlett (1936).
El Hollywood de la época sigue la moda que llevaba al público a ver espectáculos
sofisticados y ambiguos a Harlem en los que se sugería bisexualidad.263 Aunque no
se atreverán a representar una relación homosexual femenina explícitamente hasta
1929 en la película alemana La caja de Pandora, entre los personajes interpretados
por Louise Brooks y Alice Roberts. Pero la primera película cuya trama principal es
una historia lésbica es la también alemana Mujeres de uniforme (1931), que trata
del amor de una adolescente por una profesora en un internado.264

A partir de 1930 el código Hays censuró la mayoría de las referencias a la


homosexualidad en las películas producidas en Hollywood, prohibiendo la
representación de «perversiones sexuales», por lo cual el lesbianismo será
eliminado de las películas e incluso de las adaptaciones de obras literarias con
tramas lésbicas o personajes que son lesbianas declaradas. Por ejemplo en la
adaptación de la obra teatral de Lillian Hellman, The children's hour, la pareja
lésbica se transformó en un triángulo amoroso heterosexual, con el título These
Three. La película biográfica La reina Cristina de Suecia de 1933, protagonizada
por Greta Garbo, disimuló las escenas que sugerían los devaneos de la reina con
mujeres.264 La homosexualidad o el lesbianismo nunca se mencionaban explícitamente
en las películas estadounidenses mientras estuvo en vigor el código Hays. Las
razones aducidas por los censores para eliminar una escena lésbica en Olivia
(película francesa de 1951) fueron que era: «Inmoral, podría inducir a corromper la
moral».265 La aplicación del código se relajó alrededor de 1961, cuando William
Wyler volvió a filmar The children's hour, con Audrey Hepburn y Shirley MacLaine.
En ella después de que el personaje interpretado por MacLaine admite su amor por el
de Hepburn se suicida ahorcándose, siendo uno de los primeros ejemplos de la
costumbre que se asentará durante mucho tiempo de finalizar de forma infeliz todas
las historias homosexuales.266 Será frecuente matar a los personajes homosexuales
al final de la película como en el caso del personaje de Sandy Dennis en la
película de 1968 The Fox (La zorra). Cuando no son infelices víctimas, las
lesbianas son representadas como villanas o personajes moralmente corruptos, como
las madames de prostíbulo interpretadas por Barbara Stanwyck en Walk on the Wild
Side (La gata negra) de 1962 y Shelley Winters en The balcony (1963). Se representa
a las lesbianas como depredadoras en Rebeca (1940), en películas carcelarias como
Caged (Sin remisión) 1950, o en personajes como Rosa Klebb en From Russia with Love
(1963).267 Reaparecen los temas de vampiras lesbianas en películas como La hija de
Drácula (1936), Et Mourir De Plaisir (Francia,1960) y The Hunger (El ansia,
1983).268 Continúa esta costumbre de representaciones negativas Basic Instinct
(1991), que muestra una asesina bisexual interpretada por Sharon Stone, una de las
muchas películas que ocasionaron protestas por la representación de los
homosexuales como asesinos.269

Still shot of a film trailer showing Shirley MacLaine looking down at the left and
Audrey Hepburn to her right staring at her, in a bedroom. The words "Can an ugly
rumor destroy what's beautiful?" obscure much of MacLaine's face
La censura obligó a que no se mencionaran los términos lesbianismo u homosexualidad
en La calumnia (1961) aunque era el rumor por el cual el personaje de Shirley
MacLaine se suicida.
A pesar de que también lo hace de forma bastante negativa, la primera película que
intenta representar el lesbianismo con cierta profundidad es El asesinato de la
hermana George en 1968, en la que algunos de sus escenarios eran auténticos clubs
de lesbianas de Londres. En ella por primera vez un personaje se define como
lesbiana. El historiador cinematográfico Vito Russo considera que la película
representa de forma compleja a un personaje con múltiples facetas que es obligada a
permanecer en silencio por otras lesbianas.270 En Personal Best (1982) y Lianna
(1983) se trata a las lesbianas y las relaciones lésbicas de forma más amable y
aparecen escenas de sexo lésbico, aunque ninguna de las dos representa relaciones
felices. Personal Best fue criticada por mostrar el tópico de la mujer que tras
estar con mujeres vuelve a una relación con un varón, dando a entender que el
lesbianismo es una fase, además de por tratar la relación lésbica con «manifiesto
voyeurismo».271 En esa época también aparecieron personajes y relaciones lésbicas
representados de forma ambigua, como en Silkwood (1983), El color púrpura (1985) y
Tomates verdes fritos (1991), en argumentos en los que el lesbianismo era uno de
los temas principales.272

El cine independiente hizo posible que se abordaran nuevos temas. Barbara Hammer
rodó varias películas experimentales de tema lésbico como Dyketactics (1974),
Superdyke (1975) y Nitrate kisses (1992). Desert Hearts de 1985 fue una de las que
tuvo más éxito. Dirigida por la lesbiana Donna Deitch, está libremente basada en la
novela de Jane Rule Desert of the heart. No recibió muy buenas críticas en su época
pero sí las ha obtenido en las revisiones de prensa gay.273 Al final de la década
de los años 80 e inicio de los 90 aparecen películas en los que se tratan los temas
homosexuales con seriedad, producidos por los propios gais y lesbianas, denominado
New Queer Cinema.274 Entre las películas que tratan de lesbianas destacan la
innovadora comedia romántica Go Fish (1994) de Rose Troche y la primera películas
sobre lesbianas afroamericanas The watermelon woman (1995) de Cheryl Dunye.275 El
realismo de las películas que representan lesbianas da paso a otro tipo de
representaciones como las historias románticas como The incredibly true adventure
of two girls in love y Cuando cae la noche, ambas de 1995, Better than chocolate
(1999), sátiras sociales como But I'm a cheerleader de 2001, o incluso el realismo
mágico de El niño pez (2009).276 También han reaparecido temas recurrentes como la
lesbiana asesina en películas como Criaturas celestiales (1994) de Peter Jackson,
Monster (2003) de Aileen Wuornos, o la exploración y descubrimiento de la
orientación sexual y el primer amor en películas como Fucking Åmål (1998), Besando
a Jessica Stein (2001) y Persiguiendo a Amy (1997).277Entre las cineastas lesbianas
más reconocidas de la actualidad se encuentran Jamie Babbit (But I'm a
cheerleader), Patricia Rozema (Cuando cae la noche), Léa Pool (Lost and Delirious),
Rose Troche (The L Word) y Barbara Hammer. La película Las horas (2002) enfoca el
lesbianismo y su impacto social en tres épocas diferentes de la historia, algo
parecido a lo que hace la película If These Walls Could Talk 2 (2000). En el año
2004 la película D.E.B.S. cuenta la historia de una ladrona y una espía que tiene
una relación lésbica. En 2015, la película Carol, basada en la novela
autobiográfica El precio de la sal, de Patricia Highsmith, debuta en el Festival de
Cannes con excelentes críticas.278279

Véase también: Claude Cahun


Televisión
La homosexualidad empezó a tratarse en la televisión mucho más tarde que en el
cine. Algunos talk shows de televisiones locales de Estados Unidos trataron el tema
invitando a equipos de expertos -por lo general ninguno de ellos era homosexual-
para discutir los problemas de los varones gais en la sociedad. Raramente se
mencionaba el lesbianismo. La primera vez que se representó a una lesbiana en una
serie de televisión fue en el drama psiquiátrico de la NBC The eleventh hour al
principio de los 60. En el episodio una actriz se siente perseguida por su
directora y la angustia la lleva a acudir al psiquiatra, que le explica que tiene
sentimientos lésbicos reprimidos que le hacen sentir culpable. Sin embargo tras
hacérselo ver el tratamiento se orientará a que pueda mantener relaciones
heterosexuales.280

La invisibilidad de las lesbianas continuará durante los años 70 cuando el tema de


la homosexualidad empieza a representarse en las series, al principio en dramas
médicos (The bold ones, Marcus Welby, M.D., Medical Center), en las generalmente se
muestra a pacientes gais que se confiesan con los médicos o el personal sanitario.
Esto permitía que se discutiera clínicamente la homosexualidad: el protagonista
solía guiar a los atribulados personajes gais, o bien corregía a los antagonistas
homófobos, mientras que se comparaba a la homosexualidad con la psicosis, el
comportamiento delictivo o el abuso de drogas.281
Otro tipo de argumentos en los que aparecían personajes homosexuales en los años 70
fueron los dramas policiales. Podían ser víctimas del chantaje o de la violencia
homofóbica, pero lo más frecuente era que fueran delincuentes. Empezó al final de
la década de los 60 en series como N.Y.P.D., Police story y La mujer policía, y la
utilización de historias homosexuales fue haciéndose más frecuente a medida que
creció el activismo LGBT.282 Las lesbianas se incluían como villanas asesinas,
inclinadas al crimen por sus deseos, por haber interiorizado la homofobia o por
miedo a ser expuestas públicamente como homosexuales. Un episodio de La mujer
policía provocó protestas de la National Gay Task Force antes de ser emitido por
representar a un trío de lesbianas asesinas que mataban jubilados para robarles su
dinero.283 A causa de las protestas la NBC editó el episodio para modificarlo, lo
que no evitó una sentada en las oficinas centrales de la NBC.284 A mediados de la
década de 1970, los gais y las lesbianas empezaron a aparecer como agentes de
policía y detectives, haciendo frente al tema de la salida del armario. En 1991
apareció una abogada bisexual interpretada por Amanda Donohoe en La ley de Los
Ángeles, que protagonizaría el primer beso lésbico famoso de una serie de máxima
audiencia, junto a Michele Greene,nota 19 que causó polémica a pesar de ser
calificado como «casto» por el The Hollywood Reporter.285

Ellen DeGeneres en 1994, unos años antes de que su carrera corriera peligro al
salir del armario en 1997. Estuvo varios años sin trabajo a raíz del revuelo
mediático,286 hasta que consiguió su propio programa, The Ellen DeGeneres Show, que
tuvo un gran éxito.
Aunque las series de televisión no empezaron a tener personajes homosexuales entre
el reparto permanente hasta el final de los años 80, algunas comedias de situación
anteriores tenían un personaje que Stephen Tropiano denomina "gay-hetero". Era un
personaje secundario extravagante que no cumple con las normas de género o que
tiene una vida personal ambigua, que «para todos los efectos debería ser
homosexual» aunque no se explicita. Entre estos se incluye a Zelda de The many
loves of Dobie Gillis, Miss Hathaway de The Beverly Hillbillies y Jo de The Facts
of Life.287 Desde mediados de los años 80 y en los 90 las comedias de situación
suelen tener un episodio de salida del armario, donde un amigo de los personajes
protagonistas se declara homosexual, provocando que los protagonistas traten el
tema. En Designing Women, The Golden Girls y Friends aparecieron lesbianas de esta
forma.288 También se recurrió a personajes lésbicos que salían del armario en
Married with Children, Mad about you y Roseanne. En este último el episodio Don't
Ask, Don't Tell despertó el temor entre los ejecutivos de la ABC de que el beso
entre Roseanne y Mariel Hemingway podría bajar la audiencia y hacer que se
retiraran los anunciantes. En cambio ese episodio fue el de mayor audiencia de la
semana.289

De lejos la comedia de situación americana con mayor impacto para la imagen de las
lesbianas fue Ellen. La publicidad que supuso en 1997 la salida del armario de la
protagonista tanto en la ficción como en la realidad fue enorme. Ellen DeGeneres
apareció en la portada de la revista Time la semana antes de la emisión del
Episodio del cachorro con el titular «Yep, I'm Gay» (Sip, soy homosexual). Se
organizaron reuniones en muchas ciudades de Estados Unidos para ver el episodio, y
las protestas de las organizaciones conservadoras fueron intensas. El guion ganó un
Emmy, pero cuando la serie continuó con el personaje de Ellen Morgan como lesbiana
cada semana, la audiencia bajó, y los ejecutivos de la cadena se sintieron
incómodos con la dirección que el programa estaba tomando y lo cancelaron.290

Las series dramáticas, de fantasía y ciencia ficción ocasionalmente incorporan


temas homosexuales y alguna trama continuada lésbica como en Relativity, Picket
Fences, Star Trek: The Next Generation y Deep Space Nine. En estas dos últimas se
han explorado los límites de la orientación sexual y el género.291 Entre estas
destacan la serie inglesa Torchwood donde sus dos protagonistas femeninas, Gwen y
Toshiko, han tenido contactos sexuales tanto con mujeres como con personajes
femeninos tan diversos como extraterrestres o robots humanoides. La serie para
adolescentes Buffy the Vampire Slayer también tuvo tramas lésbicas. En la cuarta
temporada Willow y Tara se enamoran la una de la otra y su relación continúa a lo
largo de la serie hasta que matan a Tara.292 Este suceso trastorna tanto a Willow
que por un tiempo es atraída al mal y usa sus poderes mágicos para la venganza.
Tras volver a la normalidad encontrará consuelo en una nueva relación con Kennedy.

A estas apariciones ocasionales y tramas secundarias le siguieron series de


temática específicamente homosexual. Inició este género la británica Queer as Folk
(1999) seguida por su versión estadounidense más larga, con cinco temporadas
emitidas del 2000 al 2005. En ambas series dos de sus personajes principales eran
una pareja de lesbianas, llamadas Lindsay y Melanie en la versión americana de
Queer as Folk. Showtime, la productora de esta última, promocionó la serie con
lemas como «Sin límites», y en la serie se abordaron gráficamente muchos temas
sobre homosexualidad. La calidad de la serie y su agresiva publicidad consiguió que
tras la primera temporada su audiencia doblara a la de cualquier otro programa de
la cadena.293 En 2004 Showtime estrenó The L Word (La Palabra L en Latinoamérica, L
en España), una serie dramática protagonizada por un grupo de mujeres lesbianas y
bisexuales, que se emitió hasta 2009.

Las series médicas han seguido introduciendo personajes y relaciones lésbicas, pero
ya no solo entre los pacientes que aparecen esporádicamente, sino también entre el
personal de las plantillas sanitarias del reparto permanente. Tal es el caso de ER,
House, Anatomía de Grey y la española Hospital Central. En esta última destaca la
trama lésbica por implicar a dos de los personajes protagonistas, Maca y Esther.294
Más adelante, en la serie también española, Los hombres de Paco se formaría otra
relación lésbica, con Pepa Miranda y Silvia Castro de protagonistas.

En Japón destaca la presencia del Yuri, que muestra en el manga y el anime el amor
entre mujeres. Series como Maria-sama ga Miteru, Shōjo Kakumei Utena o Sasameki
Koto emplean el yuri como elemento central, mientras que otras como Sailor Moon
(con la conocida pareja Haruka/Michiru) lo emplean como un elemento secundario.295

Latinoamérica no estuvo ajena a estos cambios. En Argentina, durante al año 2002,


fue emitida por canal 13 de Buenos Aires, una serie televisiva policiaca titulada
099 Central. En la misma, los personajes de Marisa (representada por Carolina
Peleritti), y Silvina (Eugenia Tobal), son dos mujeres policía que se descubren
lesbianas. Marisa tiene asumida su identidad lésbica desde hace mucho tiempo, pero
Silvina no. Ambos personajes tienen que superar muchos obstáculos y apoyarse
mutuamente para seguir juntas: la serie fue traducida al inglés y vendida a Medio
Oriente.296

Deporte
Desde hace años, la lucha por el reconocimiento y la entrada al mundo del deporte y
la perseverancia y el triunfo en eventos deportivos ha sido parte esencial de la
historia de la cultura lésbica. Sin embargo, la homofobia existente disuadió a
muchas deportistas de hacer pública su orientación sexual mientras estaban en
activo. La primera deportista que públicamente reconoció ser lesbiana fue la
tenista Billie Jean King en 1981. Ganadora del Abierto de Australia, Roland Garros,
Wimbledon (en seis ocasiones) y el US Open (en cuatro ocasiones), tuvo que hacer
pública su orientación forzada por las circunstancias: había mantenido una relación
extramarital con su asistente Marilyn Barnett, quien amenazaba con demandarla y
publicar las cartas de amor que King le había escrito. Los juzgados finalmente
desestimarían la demanda. Para King fue un periodo difícil, pues su familia era muy
homófoba y estaba muy preocupada por su reacción ante la noticia, que tuvo una gran
repercusión en los medios de comunicación.297

Más tarde ese mismo año, la tenista Martina Navratilova también admitió tener una
relación sentimental con la escritora Rita Mae Brown. Navratilova llegó a ganar en
tres ocasiones el Abierto de Australia, en nueve el torneo de Wimbledon, se hizo
con el US Open en cuatro ocasiones y consiguió por partida doble alzarse con la
victoria en Roland Garros, lo que la convierte en una de las mejores tenistas de la
historia de este deporte. Su salida del armario le valió mucho respecto, pero
paralelamente perdió patrocinadores, que temían las posibles consecuencias
comerciales de asociarse a una persona abiertamente homosexual.298

En 1999, la tenista francesa Amélie Mauresmo hizo pública su homosexualidad tras


vencer en la semifinal del Abierto de Australia con 19 años a Lindsay Davenport.
Tanto Davenport como Martina Hingis, que ganó la final, hicieron comentarios
negativos sobre el aspecto y juego «varoniles» de Mauresmo, que celebró el haber
sido la primera francesa en llegar a la final desde 1922 corriendo a abrazar a su
novia. La tenista posteriormente recibió muestras de apoyo de medios de
comunicación y aficionados, que se revolvieron contra la actitud de Hingis.299
Posteriormente ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y la
Copa Federación con Francia, y alcanzó el número 1 de la WTA ese mismo año, para
después alzarse con el triunfo en Wimbledon en 2005 y el Abierto de Australia en
2006.

Desde 1982 se celebran cada cuatro años los Gay Games, un evento deportivo y
cultural a semejanza de los Juegos Olímpicos. El Comité Olímpico Internacional no
permite el uso del término Gay Olympics, lo cual ha generado controversia.300 El
principal objetivo de los Gay Games es «promocionar y aumentar el autorespeto de
lesbianas y varones gais del mundo, y generar respeto y comprensión del mundo no
gay».301

Música
La cantante canadiense de pop y country k.d. lang, ganadora de cuatro premios
Grammy, salió del armario en 1992 en una entrevista en la revista The Advocate. Más
tarde, en 1993, protagonizó una portada transgresora junto a Cindy Crawford en la
revista Vanity Fair, mostrando su lado más butch. En 2008 admitió que recibió
cierta presión por parte de su compañía discográfica para no salir del armario,
pero cree que gracias a esa decisión su carrera terminó de despegar.302

Melissa Etheridge, cantante de rock ganadora de dos premios Grammy en 1992 y 1994,
y de un Óscar en 2006 por la canción I need to wake up (del documental Una verdad
incómoda), salió del armario en 1993 durante la gala presidencial del primer
mandato de Bill Clinton.303 Férrea activista de los derechos homosexuales, declaró
tras la aprobación de la proposición 8 que le impedía casarse con su pareja Tammy
Lynn Michaels —con la que tiene gemelos— que, como medida de protesta, se negaría a
pagar sus impuestos al no ser «una ciudadana de pleno derecho».304

El grupo español Mecano escribió la famosa canción Mujer contra mujer sobre la
homosexualidad femenina.305 La canción Sol, noche y luna de Chenoa hace referencia
también a este tema.306 Asimismo, el dúo ruso t.A.T.u. hizo referencia al
lesbianismo en sus declaraciones públicas y en varias de sus canciones, entre las
que destaca su éxito All the things she said.307

Revistas
La primera revista LGBT del mundo fue Uranus, publicada en 1870 por el alemán Karl
Heinrich Ulrichs.308 Sólo tuvo una edición. La primera revista exclusivamente
lésbica de la que se tiene constancia fue Die Freundin (1924-1933; «La amiga»),
editada en Alemania por Friedrich Radszuweit.309 Llegó a haber cinco revistas para
lesbianas en Alemania durante la República de Weimar, además de Die Freundin,
Ledige Frauen (1928-1929), Frauenliebe (1926-1930), Frauen, Liebe und Leben (1938),
Garçonne-Junggesellin (1930-1932), la única publicada exclusivamente por mujeres, y
Blätter idealer Frauenfreundschaft (1924-1927).31023

En Estados Unidos, la pionera fue Vice Versa, publicada en 1947 por Lisa Ben
(anagrama de Lesbian, Lesbiana en inglés).311 The Ladder fue la primera distribuida
a nivel nacional en ese país. En España, por otra parte, la primera revista lésbica
fue Femme fatal, publicada en 2004.312

Véase también
Cultura lesbiana
Historia del lesbianismo
Historia del lesbianismo en Estados Unidos
Homofobia
Movimiento gay
Utopía lésbica
Familias homoparentales
Ver el portal sobre LGBT Portal:LGBT. Contenido relacionado con LGBT.
Notas
Un intento de los nativos de la isla de Lesbos (llamada Mitilene en Grecia) en
2008 de reclamar en los tribunales griegos la palabra como exclusiva de los
habitantes de Lesbos no tuvo éxito. Los habitantes afirmaron que el uso de
«lesbiana» y «lesbianismo» para referirse a la homosexualidad femenina violaba sus
derechos humanos y los «avergonzaba en todo el mundo».4
En Alemania, entre 1898 y 1908, se publicaron más de mil artículos sobre la
homosexualidad. (Faderman [1981], p. 248) Entre 1896 y 1916, se publicaron 566
artículos sobre las «perversiones» femeninas en los Estados Unidos. (Faderman,
[1991], p. 49.)
Otras figuras históricas que fueron etiquetadas como lesbianas a pesar de su
comportamiento: Djuna Barnes, autora de Nightwood, una novela sobre su aventura
amorosa con Thelma Wood, le ganó la denominación de «escritora lesbiana», a lo que
ella contestó: «No soy una lesbiana. Solo amaba a Thelma.» Virginia Woolf, que basó
el héroe/heroína de su novela Orlando en Vita Sackville-West, con quien estaba
teniendo una relación amorosa, se distanció de las mujeres que querían relaciones
con otras mujeres escribiendo «Estas safistas aman mujeres; la amistad nunca está
completamente libre de amorosidad.» (Castle, p. 4–5.)
El historiador Vern Bullough publicó un artículo basado en un estudio inacabado de
las características mentales y físicas demostradas por una lesbiana en Salt Lake
City en las décadas de 1920 y 1930. La compiladora del estudio informó sobre 23 de
sus colegas, indicando que existía una comunidad lésbica clandestina en la ciudad
conservadora. Bullough señala que la información se usaba para apoyar el punto de
vista de que las lesbianas no eran anormales o inadaptadas, reflejando además que
las mujeres incluidas en el estudio se esforzaban de todas las formas posibles por
adaptarse a las expectativas del rol de género, tratando con hostilidad a
cualquiera que traspasase los límites de la respetabilidad. Bullough escribió, «de
hecho, su éxito disimulando su orientación sexual al mundo exterior nos lleva a la
hipótesis de que el lesbianismo era más prevalente en el pasado de lo que las
fuentes parecen indicar, ya que la sociedad no sospechaba nada.» (Bullough, Vern;
Bullough, Bonnie [verano 1977]. "Lesbianism in the 1920s and 1930s: A Newfound
Study", Signs, p. 895–904.)
Una declaración similar apareció en un panfleto feminista aparecido en Leeds, en
Inglaterra, afirmando que «Nuestra definición de una lesbiana política es una mujer
identificada con la mujer que no jode con varones. No significa una actividad
sexual obligatoria con mujeres.» (Jennings, p. 177.)
No está claro que significa exactamente «perder cada vez un miembro»; Crompton, p.
202
Existe una discusión en la sociología contemporánea sobre si estos casos deben ser
descritos con mayor exactitud como transgénero, basándose en los detalles
individuales de cada caso.
En una de las raras ocasiones en las que la sexualidad era un punto central de la
amistad romántica, dos profesoras de escuela escocesas de principios del siglo xx
fueron acusadas por estudiantes de dormir en la misma cama, besarse y hacer que la
cama se moviese. La abuela de los estudiantes informó a las autoridades, que no
creían que sus acciones fuesen de naturaleza sexual o que se extendiese más allá de
la amistad normal: «¿Debemos decir que toda mujer que ha formado una amistad íntima
y que ha dormido en la misma cama con otra es culpable? ¿Dónde está la mujer
inocente en Escocia?» (Aldrich, p. 233.)
Wollstonecraft y Blood fundaron una escuela privada para niñas, de forma que
pudiesen vivir y trabajar juntas, y Wollstonecraft bautizó a su primer hijo con el
nombre de Blood.
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«diarista». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Madrid: Espasa. ISBN
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La primera dama Eleanor Roosevelt intercambió anillos y escribió cartas a la
periodista Lorena Hickok, expresándole su amor y su deseo de besarla; sus escritos
estaban dentro del estilo de la amistad romántica. La idea de que la relación de
Roosevelt con Hickok pudiera ser sexual, y por lo tanto calificada como lésbica,
creó polémica entre los biógrafos de Roosevelt. (Faderman [1981], p. 297–313.)
Contacto sexual según el informe Kinsey incluía los besos en los labios, los besos
profundos en la boca, tocamientos en el cuerpo, la estimulación manual de los
pechos o los genitales, la estimulación oral de pechos o genitales y la penetración
vaginal con objetos. (Kinsey, p. 466–467.)
El estudio estima que la población total de gais, lesbianas y bisexuales es de 8,8
millones, pero no hace distinción entre varones y mujeres. (Gates, Gary [octubre de
2006]. Same-sex Couples and the Gay, Lesbian, Bisexual Population: New Estimates
from the American Community Survey, The Williams Institute on Sexual Orientation
Law and Public Policy, University of California Los Angeles, p. 1–25.)
Otro estudio que resumía las encuestas y estudios existentes encontró que entre el
80% y el 95% de las mujeres que se autodefinían como lesbianas había tenido algún
contacto sexual previo con un varón, y en algunos casos conductas sexuales de
riesgo (King, p. 221.)
Un estudio de 1966 sobre la literatura psicológica de la homosexualidad comenzó
con la teoría de 1924 de Freud de que se trataba de una fijación en el padre del
sexo opuesto. Como las opiniones de Freud eran la base de la psicoterapia, los
artículos posteriores estaban de acuerdo con esto, incluyendo uno de 1951 que
afirmaba que los homosexuales eran heterosexuales que jugaban con ambos roles de
género, y que los homosexuales intentaban perpetuar «fijacion(es) infantiles,
incestuosas» en relaciones prohibidas. (Zucker, Luise [July 1966], Mental Health
and Homosexuality, Journal of Sex Research 2 (2), p. 111–125.)
Las lesbianas y las mujeres bisexuales también tienen más probabilidades de
informar sobre síntomas de trastornos múltiples el trastorno depresivo mayor,
ataques de pánico y abuso de alcohol y drogas. (Cochran, et al., 2003)
Además Safo ha servido como personaje en muchas obras literarias escritas tanto
por autores anónimos como por reconocidos como John Donne, Alexander Pope, Pierre
Louÿs que han interpretado sus relaciones tanto con varones como con mujeres. Se ha
usado su figura como la personificación del deseo homosexual, y usado en personajes
libremente basados en su vida. (Castle, pp. 125, 208, 252, 319, 566.)
La vestimenta masculina de Sand fue también objeto de varios sonetos de Elizabeth
Barret Browning (Castle, p. 426–427).
En 21 Jump Street hubo un beso entre el personaje regular de Holly Robinson Peete
y el de Katy Boyer en el episodio A Change of Heart (1990) pero no despertó ninguna
atención de la crítica ni del público. (Capsuto, p. 235)
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