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Max Horkheimer y David Hume
Max Horkheimer y David Hume
Autor: Cecilia Coronado
Índice
1. Biografía
5. Bibliografía
1. Biografía
Max Horkheimer nació el 14 de febrero de 1895 en Stuttgart, Alemania,
en el seno de una familia judía adinerada. Había sido educado para los
negocios antes de iniciar el servicio militar. Sin embargo, debido a un viaje
que hizo a París en donde se adentró en la lectura de Schopenhauer, Hegel
y Marx, redirigió su carrera —pese a la negativa de su padre— a un terreno
filosófico y sociológico. En 1922 conoció a Hans Cornelius, catedrático
liberal y antidogmático que lo introdujo en la lectura de Kant y Husserl. Bajo
su dirección realizó su tesis doctoral sobre las antinomias del juicio
teleológico en Kant. En ese mismo año, durante la asistencia al seminario
de Husserl en la Universidad de Frankfurt, conoció a Theodor Adorno —su
compañero de toda la vida— con quien compartiría inquietudes intelectuales
y escribiría la “Dialéctica de la Ilustración” (Dialektik der Aufklärung). Se
complementaban de un modo interesante: Adorno tenía una vena musical y
Horkheimer una literaria. Aunque ambos autores persiguieron objetivos
bastante contrarios; sus diferencias no surgieron durante su esfuerzo
conjunto al escribir Dialéctica de la Ilustración sino más adelante. Habermas
en su Teoría de la acción comunicativa aborda con claridad algunos de los
principales puntos de convergencia y disonancia entre ambos autores.
una misma razón sólo que expresada de dos modos distintos. Por razón
objetiva puede entenderse: 1) la capacidad que contiene en sí misma el
concepto de crítica [Horkheimer 2000c: 90]; 2) un instrumento capaz de
entender los fines y determinarlos [Horkheimer 2010: 21] y 3) la inteligencia
capaz de regular las relaciones entre el hombre y la naturaleza [Horkheimer
2010: 50 y 51]. Se trata de una razón que vincula a ella conceptos tales
como la libertad, la justicia y la verdad [Horkheimer 2000c: 89]. La razón
objetiva conforma una estructura inherente a la realidad que requiere,
llevada por su propia lógica, un determinado modo de comportamiento
teórico o práctico [Horkheimer 2010: 51]. El individuo es capaz de
imponerse sus propios fines sin requerir instancias exteriores. En suma, es
el individuo quien concreta su acción hacia fines supremos sin entregar su
existencia al azar [Horkheimer 2010: 177]. A partir del uso de la razón
objetiva la vida humana conserva su sentido dado que está inscrita en un
mundo de fines.
Al oponer dichos usos de la razón, vemos que existe una gran diferencia
entre concebir a la razón como un principio «inviscerado en la realidad y en
ella operante» [Horkheimer 2010: 46] (razón objetiva) y la doctrina que sólo
ve en ella una capacidad para ponderar entre los distintos medios (razón
subjetiva). Sin embargo, aclaremos que a pesar de la crítica que
Horkheimer hace a la instrumentalización de la razón, es consciente de las
ventajas que suponen los avances técnicos para la vida del individuo.
Simplemente intenta señalar el precio que la humanidad ha pagado por
tales adelantos.
5. Bibliografía
5.1. Opera omnia
Existe una edición de las obras completas de Horkheimer (Gesammelte
Schriften) en 19 volúmenes a cargo de Alfred Schmidt y Gunzelin Schmid
Noerr, publicada por la editorial S. Fischer de Frankfurt entre 1985 y 1996.
Los títulos de los volúmenes son:
Índice
1. Introducción
2. Vida y obras
3. Empirismo y escepticismo
4. Inducción y causalidad
5. La moral
5.3. La libertad
7. Observaciones conclusivas
8. Bibliografía
1. Introducción
Hume es uno de los autores más influyentes de la tradición empirista, del
periodo ilustrado y del liberalismo. Más que en la originalidad, la fascinación
de sus escritos se basa en la radicalidad, en la manera de proponer los
límites y las consecuencias del pensamiento, con un estilo literario de primer
orden.
2. Vida y obras
David Hume nació el 26 de abril de 1711, según el calendario juliano (7
de mayo en el gregoriano), en Edimburgo, en el seno de una familia
acomodada. La madre, Katherine Falconer, mujer devota, enviudó en 1713
y se dedicó a la educación de los tres hijos, John, David y Katherine. Hume
describe del siguiente modo sus preferencias intelectuales durante los
estudios preuniversitarios:
3. Empirismo y escepticismo
3.1. Las ideas en el empirismo
El empirismo de Hume hunde sus raíces en la tradición que parte de
Guillermo de Ockham [Ghisalberti 1991: 3; Weinberg 1977: 55]. La
simplificación de las nociones gnoseológicas del teólogo medieval implican
una reducción de la percepción sensible —las intuitiones— a fenómenos
físicos, lo cual compromete el conocimiento de la realidad externa, pues de
ese modo no es posible distinguir “las cosas” de sus efectos sobre los
órganos de los sentidos, y esos efectos, de los contenidos nocionales de la
mente [Polo 1997: 25-37]. La propuesta de Ockham tendrá un influjo notable
en amplios sectores de la filosofía moderna, y a Hume llegará a través de
Locke y Berkeley. Por otra parte, la amplia difusión del término idea se debe
a Descartes, quien no se ocupó en explicar de manera detallada la
naturaleza de estos ambiguos fenómenos mentales, como lo hizo notar el
contemporáneo de Hume, Thomas Reid [Malherbe 1984: 69-70].
Para otros autores, todos esos pasajes críticos serían una especie de
“escalera de Wittgenstein”, de la cual se puede prescindir (como del
lenguaje), una vez que se haya alcanzado un nivel superior de
conocimiento, indispensable como terapia antes de desarrollar una filosofía
coherente [Flew 1961: 270].
5. La moral
5.1. El libro 3 del Tratado
El Libro 3 del Tratado vio la luz aproximadamente un año y medio
después que los dos anteriores. Al parecer, el filósofo pensó seriamente en
publicar una segunda edición corregida del Tratado, que contuviera también
el Libro 3. Lo que está claro es que publicó una recensión anónima (An
Abstract of A Treatise of Human Nature), y añadió al Libro 3
un Apéndice (Appendix), con pequeñas correcciones y glosas sobre algunos
de los pasajes más polémicos del Libro 1 [Mossner 1980: 124-139].
Hume, con el asimilado estilo ciceroniano, ilustra con ejemplos del mundo
antiguo las distintas virtudes y algunos vicios, subrayando los sentimientos
positivos o negativos que suscitan. Las evaluaciones más elaboradas se
basan sobre todo en los efectos para la vida social. Esta perspectiva
volcada hacia la justicia legal se refleja en la noción del juez imparcial, que
no es simplemente la moderación y el desinterés a los que puede llegar una
persona madura, sino la constitución de un observador que posee esa
capacidad de juzgar, al margen de sus propios condicionamientos. La moral
se convierte en materia de contemplación y juicio, más que de ejercicio. La
figura del espectador o juez imparcial se explica a través del
comportamiento del público ante las obras dramáticas: los efectos de una
actuación o de una buena narración, aunados a la comunidad de afectos —
se subraya incluso el refuerzo de los sentimientos por una comunicación
entre los miembros del público— son un modelo a escala reducida de lo que
ocurre con las valoraciones morales [EPM 5.2,3-20].
Hay varios ensayos —La norma del gusto, La delicadeza del gusto y la
pasión, El escéptico— en los que Hume refiere al gusto moral (moral taste)
como sensorio de la calidad ética de las acciones. La posición del filósofo
oscila entre la exaltación de la naturalidad y la universalidad de esta
capacidad, y la dificultad para encontrar un “paladar moral” realmente
preciso. No vale la pena entrar en detalles sobre esta elegante distinción,
tan cercana a la figura del juez imparcial, pues siempre cabe resumir la tesis
sin radicalizarla y afirmar que toda persona normal, medianamente bien
educada (según los cánones de la Gran Bretaña de mediados del siglo
XVIII), tendrá un gusto lo suficientemente desarrollado para actuar según la
norma del gusto (standard of taste) [Works 3: 91-94, 223, 266-284].
5.3. La libertad
Hume explica la libertad a partir de nuestro conocimiento de los
fenómenos físicos, ya expuesto en el apartado 4. Vale la pena exponer los
detalles de su propuesta.
En este sentido vale la pena recordar la evaluación final del filósofo sobre
los libros que no presentan razonamientos matemáticos o científicos, en las
últimas líneas de la Investigación sobre el intelecto humano: hay que darlos
al fuego sin titubeos. Además, la religión natural deberá ser preservada de
las instituciones que, como ya se ha señalado, imponen un orden para
mantener privilegios y una ascética que deprime el sano desarrollo humano
[EHU 11, EPM 9.1, NHR 10]. La ciencia de la naturaleza humana desvela y
repara todos estos abusos.
7. Observaciones conclusivas
No es fácil definir los confines de la influencia de la obra de Hume. Ocurre
con él, como con muchos otros, que no es posible distinguir del todo hasta
qué punto son portavoces de un modo de pensar y hasta qué punto son
generadores de ideas. En distintas materias, sobre todo en cuestiones de
tipo moral, social, crítica literaria y evaluación de la historia, Hume es un
brillante sintetizador y catalizador de corrientes.
8. Bibliografía
8.1. Obras de D. Hume
8.1.1. Principales ediciones