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“Año del Buen Servicio al Ciudadano”

Universidad Los Angeles de


Chimbote

Escuela Profesional de Derecho

FILOSOFIA DEL CONOCIMIENTO

CATEDRATICO : James Ivan Paredes Zumaeta

CURSO : Filosofía del Derecho

ALUMNOS :
o JUVENAL CERVANTES HUILCA
o LUCILA FERNANDEZ NOLASCO
o CINTYA XIOMARA APAGUEÑO RIOS
o WALDE DIAZ STIP WASHINGTON
o SANDRA DOLCI DIAZ

Pucallpa – Perú

2017
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INDICE

Pag.

INDICE 2

INTRODUCCION 3

FILOSOFIA DEL CONOCIMIENTO 4

EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO Y NO CIENTIFICO 6

TEORIAS FILOSOFICAS DEL CONOCIMIENTO 7

ANALISIS DEL CONOCIMIENTO 8

EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO 10

REALISMO 10

EMPIRISMO 11

APRIORISMO 11

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INTRODUCCIÓN

Conocer la verdad de los entes es la faena más radical de la Filosofía del


Conocimiento porque es la puerta de entrada para el filosofar y la construcción
de la civilización de la Vida. Razón por la cual, en forma aleatoria, formulamos
la visión gnoseológica de los filósofos fundadores, cristianos, liberales y post
liberales.

Los filósofos fundadores son aquellos que dieron las bases del pensar
occidental, hasta tal punto, que es imposible olvidarlos, son inolvidables y están
presentes en todo el quehacer filosófico actual. Los filósofos cristianos, son
continuadores de los filósofos primigenios, con mucha agudeza integran la
razón natural con la razón sobrenatural, la sabiduría humana con la sabiduría
cristiana. Los filósofos liberales, dejaron de lado a la razón sobrenatural, dieron
más importancia a los conocimientos científicos y filosóficos, dando más
primacía al saber científico. Los filósofos post liberales, son los que radicalizan
la libertad del pensar.

La libertad del pensar, expresión de la majestad humana que afirma su


posibilidad de conocer y revelar la verdad de los entes en conformidad con el
tiempo-espacio y las conquistas científicas-filosóficas, según el talento
formado.

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FILOSOFÍA DEL CONOCIMIENTO

Pensar, aprender a pensar, enseñar a pensar, tareas inexcusables para


quienes creen en la dignidad de la persona humana.

"El diálogo multicultural sobre los valores es imprescindible". "Existen valores


que se sustentan en la esencia del ser humano"

En un sentido concreto, es tarea de la filosofía del conocimiento someter el


poder al control de la ley a fin de garantizar que se haga un uso razonable de
él. No debe imponerse la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley. El poder
sometido a la ley y puesto a su servicio es el polo opuesto a la violencia, que
entendemos como ejercicio del poder prescindiendo del derecho y
quebrantándolo. Por eso es importante para toda sociedad superar la tendencia
a desconfiar del derecho y sus ordenamientos, pues solo así puede cerrarse el
paso a la arbitrariedad y se puede vivir la libertad como algo compartido por
toda la comunidad. La libertad sin ley es anarquía y por ende destrucción de la
libertad. La desconfianza hacia la ley, la revuelta contra la ley se producirán
siempre que ésta deje de ser expresión de una justicia al servicio de todos y se
convierta en producto de la arbitrariedad, en abuso por parte de los que tienen
el poder para hacer las leyes.

La necesidad de que la ley no sea instrumento de poder de unos pocos, sino


expresión del interés común de todos, parece, al menos en primera instancia,
satisfecha gracias a los instrumentos de la formación democrática de la
voluntad popular, ya que estos permiten la participación de todos en la creación
de la ley, y en consecuencia la ley pertenece a todos y puede y debe ser
respetada como tal. Efectivamente, el hecho de que se garantice la
participación colectiva en la creación de las leyes y en la administración justa
del poder es el motivo fundamental para considerar la democracia como la
forma más adecuada de ordenamiento político.

El conocimiento es un fenómeno con múltiples aspectos. Es un fenómeno


psicológico, sociológico, biológico incluso. Cabe, pues, su estudio desde

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muchos puntos de vista, a partir de múltiples ciencias empíricas. También en el
estudio del conocimiento científico cabe esta perspectiva científica,
representada ya de hecho por la ciencia de la ciencia. La epistemología
genética de Piaget pretende también constituir una teoría general del
conocimiento (de tipo racionalista: el conocimiento científico como modelo más
desarrollado de cualquier forma de conocimiento) con base en los resultados
de ciencias positivas que se ocupan de los procesos cognoscitivos, como la
psicología genética fundada y desarrollada por el mismo Piaget, la biología, la
sociología y la historia de las ciencias, &c. En el artículo epistemología nos
ocupamos de este programa de investigación. Por el momento aquí diremos
únicamente que, en cualquier caso, no parece que pueda negarse que todas
las investigaciones empíricas sobre los procesos cognoscitivos parten de
preconcepciones filosóficas acerca de qué es el conocimiento –qué
entendemos por conocer la realidad– sin las cuales no podrían orientarse
aquellas investigaciones. Igualmente cabe señalar, al término del proceso, la
posibilidad de diversas interpretaciones filosóficas de los resultados empíricos.

La gnoseología (del griego γνωσις, gnōsis, «conocimiento» o «facultad de


conocer», y λόγος, logos, «razonamiento» o «discurso»), también llamada
teoría o filosofia del conocimiento, es la rama de la filosofía que estudia la
naturaleza, el origen y el alcance del conocimiento.

La gnoseología no estudia los conocimientos particulares, como pueden ser los


conocimientos de la física, de la matemática o de nuestro entorno inmediato,
sino la naturaleza del conocimiento en general. Muchas ciencias particulares
tienen además su propia filosofía, como por ejemplo la filosofía de la física, la
filosofía de la matemática, la filosofía de la historia, etc. Otras disciplinas
también se ocupan del conocimiento en general, pero desde otros puntos de
vista. La psicología estudia los aspectos de la vida mental implícitos en el
conocer, la lógica estudia la corrección o incorrección de los razonamientos
que pueden implicar nuevos conocimientos, y la ontología estudia la naturaleza
de los objetos que se pueden conocer.

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Los problemas en torno al conocimiento son centrales en la filosofía y su
consideración se inicia con la filosofía misma, especialmente en el Teeteto de
Platón. Prácticamente todos los grandes filósofos han contribuido a la
gnoseología.

Es la relación entre conocimiento científico y no científico. Otro problema


importante es el de la relación entre esta teoría filosófica y las diversas
disciplinas científicas que también se ocupan del conocimiento. Terminaremos
aludiendo a las opciones filosóficas fundamentales en teoría del conocimiento.
Es una parte importante de la filosofía.

El conocimiento científico y el no científico


En el contexto de la filosofía tradicional (escolástica, fundamentalmente) es
normal referirse a varios tipos de conocimiento y establecer una jerarquía entre
ellos. Empezando por el llamado conocimiento vulgar o del sentido común, se
pasa inmediatamente al científico y se señalan después otras formas de
conocimiento como el artístico, el filosófico, el religioso o el teológico, de los
cuales este último suele ser considerado el más perfecto. Dentro de este
esquema es fácil advertir a veces un ligero desplazamiento hacia el
irracionalismo, a partir del cual el conocimiento científico no sólo ocupa un lugar
mínimo en la escala jerárquica de las formas de conocimiento, sino que incluso
puede aparecer como verdadero desconocimiento, por su carácter parcial,
limitado, &c.

Dentro de esta perspectiva, que llamaremos –por denominarla de alguna


manera– «conservadora», adquieren pleno significado los planteamientos
ciertamente metafísicos (en el mal sentido de la palabra metafísica) respecto a
la posibilidad, límites y esencia del conocimiento.

Desde una perspectiva racionalista, sin embargo, el modelo de cualquier forma


de conocimiento es el conocimiento científico. Si esta posición se lleva hasta su
extremo puede llegarse incluso a negar que haya otra forma real de
conocimiento que no sea el científico.

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Nos parece que la postura más adecuada es la racionalista (que algunos
denominarán cientificista) (cientificismo), pero siempre y cuando se mantenga
respecto a la ciencia una postura suficientemente crítica (El mito de la ciencia).
De acuerdo con esto no parece que tenga mucho sentido hablar de
conocimiento religioso o artístico, y mucho menos considerar a estas «formas
de conocimiento» como más «perfectas» que el conocimiento científico. La
misma idea de perfección no tiene mucho sentido aplicada al conocimiento,
salvo para declarar que es perfectible. Y esto cuadra bien ante todo con el
conocimiento científico. Otra cuestión es que los aspectos afectivos, emotivos,
&c., que figuran en el arte o la religión cumplan también un determinado papel
en la ciencia y que, por consiguiente, la separación de ésta con respecto a
esas otras formas de pensamiento o de conciencia históricamente dadas sea
más bien relativa.

En una teoría general del conocimiento, la teoría crítica de la ciencia ocupará


por lo tanto un papel central; y paralelamente la problemática sobre las
«diferentes formas de conocimiento» quedaría mejor tratada en una teoría
previa sobre las «formas de pensamiento» en la que se distinguieran los
aspectos histórico-sociológicos o institucionales de éstas (el arte, la religión, la
ciencia) como partes de la cultura, de las cuestiones valorativas (su valor
cognoscitivo en este caso).

Teorías filosóficas del conocimiento


De hecho, las investigaciones sobre el conocimiento (de cualquier forma que se
entiendan éstas: científica y filosófica) tienen que enfrentarse desde el principio
con opciones de carácter estrictamente filosófico. Tal es el caso,
fundamentalmente, de la opción necesaria a favor de una de las dos
interpretaciones extremas: realismo o subjetivismo idealista. La concepción
realista parte del supuesto de que el mundo conocido es exterior al sujeto y de
que constituye un ideal de nuestro conocimiento el adecuarse con una realidad
previamente dada. La actitud realista más consecuente es la que viene
acompañada del calificativo «crítico». El realismo crítico añade al realismo la
idea de que nuestro conocimiento nunca agota de forma definitiva, ni se adapta
(o mejor, no sabemos si se adapta) de forma exacta a esa realidad

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previamente dada. Frente a esta posición, las diferentes formas de subjetivismo
idealista, implican en diversa medida la idea de que el conocimiento es un
asunto fundamentalmente subjetivo, sin que sea posible entender la conexión
entre nuestro conocimiento y la realidad que pretendemos conocer. Algunas
concepciones actuales como el fenomenalismo, el operacionalismo, el
instrumentalismo, representan en el fondo diversas variantes del idealismo
subjetivo.

Respecto a los supuestos ontológicos que pueden acompañar a las diversas


concepciones sobre el conocimiento, está claro que aunque no hay una
reacción de implicación lógica, las posturas más coherentes con el realismo por
una parte y con el subjetivismo por otra son, respectivamente, el materialismo y
el espiritualismo o idealismo objetivo.

El análisis del conocimiento


A los planteamientos iniciales de la teoría de la reminiscencia, expuesta en el
Menón y en el Fedón, con ocasión de la demostración de la inmortalidad del
alma, seguirá la explicación ofrecida en la República (libro VI) donde
encontramos la exposición de una nueva teoría -la dialéctica- que será
mantenida por Platón como la explicación definitiva del conocimiento. En el
Teeteto, obra posterior a la República, no encontraremos ninguna ampliación
de lo dicho en ésta respecto al conocimiento, sino una crítica a la explicación
del conocimiento dada por los sofistas, basada en la percepción sensible, con
objeto de definir cuáles son las condiciones que debe cumplir el verdadero
conocimiento, condiciones que se habían planteado ya en la República al
explicar la teoría dialéctica.

La explicación del conocimiento en los filósofos anteriores


El problema del conocimiento había sido abordado ya por los filósofos
presocráticos. Recordemos la distinción hecha por Parménides entre la vía de
la opinión y la vía de la verdad. Existen, para Parménides, dos formas de
conocimiento: una basada en los datos de los sentidos y la otra basada en la
razón. La vía de la opinión, en la medida en que remite a los datos sensibles,
procedentes de un mundo aparentemente en devenir, no constituye un

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verdadero conocimiento: su falsedad le vendría de la aceptación del no ser,
fuente de todas las contradicciones; en efecto, si el no ser no es ¿cómo confiar
en el conocimiento que derive de su aceptación? El verdadero conocimiento
nos lo ofrece la vía de la razón, al estar basada en el ser y rechazar, por lo
tanto, toda contradicción. Por lo demás, el ser es inmutable, por lo que el
verdadero conocimiento ha de ser también inmutable. La verdad no puede
estar sometida a la relatividad de lo sensible.

Para los sofistas, sin embargo, el conocimiento sensible es, simplemente, el


conocimiento. La verdad o falsedad no pueden existir como absolutos, estando
sometidas a la relatividad de la sensación. Si prescindimos de la sensación,
prescindimos del conocimiento. Lo que me parece frío, es frío, según
Protágoras, aunque a otro le pueda parecer caliente: y para él será caliente. La
razón debe partir de los datos sensibles para realizar sus operaciones, por lo
que depende absolutamente de ellos. No tiene sentido hablar de un
conocimiento racional como si fuera algo distinto y aún opuesto al conocimiento
sensible.

Se ocupa de la definición del saber y de los conceptos relacionados, de las


fuentes, los criterios, los tipos de conocimiento posible y el grado con el que
cada uno resulta cierto; así como la relación exacta entre el que conoce y el
objeto conocido.

El ser humano puede captar un objeto en tres diferentes niveles, sensible,


conceptual y holístico. El conocimiento sensible consiste en captar un objeto
por medio de los sentidos; tal es el caso de las imágenes captadas por medio
de la vista. Gracias a ella podemos almacenar en nuestra mente las imágenes
de las cosas, con color, figura y dimensiones. Los ojos y los oídos son los
principales sentidos utilizados por el ser humano. Los animales han
desarrollado poderosamente el olfato y el tacto.
En segundo lugar, tenemos el conocimiento conceptual, que consiste en
representaciones invisibles, inmateriales, pero universales y esenciales. La
principal diferencia entre el nivel sensible y el conceptual reside en la
singularidad y universalidad que caracteriza, respectivamente, a estos dos tipos

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de conocimiento. El conocimiento sensible es singular y el conceptual
universal. Por ejemplo, puedo ver y mantener la imagen de mi padre; esto es
conocimiento sensible, singular. Pero además, puedo tener el concepto de
padre, que abarca a todos los padres; es universal. El concepto de padre ya no
tiene color o dimensiones; es abstracto. La imagen de padre es singular, y
representa a una persona con dimensiones y figura concretas. En cambio el
concepto de padre es universal (padre es el ser que da vida a otro ser). La
imagen de padre sólo se aplica al que tengo en frente. En cambio, el concepto
de padre se aplica a todos los padres. Por esto decimos que la imagen es
singular y el concepto es universal.
En tercer lugar tenemos el conocimiento holístico (también llamado intuitivo,
con el riesgo de muchas confusiones, dado que la palabra intuición se ha
utilizado hasta para hablar de premoniciones y corazonadas). En este nivel
tampoco hay colores, dimensiones ni estructuras universales como es el caso
del conocimiento conceptual. Intuir un objeto significa captarlo dentro de un
amplio contexto, como elemento de una totalidad, sin estructuras ni límites
definidos con claridad. La palabra holístico se refiere a esta totalidad percibida
en el momento de la intuición (holos significa totalidad en griego). La principal
diferencia entre el conocimiento holístico y conceptual reside en las estructuras.
El primero carece de estructuras, o por lo menos, tiende a prescindir de ellas.
El concepto, en cambio, es un conocimiento estructurado. Debido a esto, lo
percibido a nivel intuitivo no se puede definir, (definir es delimitar), se capta
como un elemento de una totalidad, se tiene una vivencia de una presencia,
pero sin poder expresarla adecuadamente. Aquí está también la raíz de la
dificultad para dar ejemplos concretos de este conocimiento. Intuir un valor, por
ejemplo, es tener la vivencia o presencia de ese valor y apreciarlo como tal,
pero con una escasa probabilidad de poder expresarla y comunicarla a los
demás.

EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO.


Racionalismo.
Se denomina racionalismo a la doctrina epistemológica que sostiene que la
causa principal del conocimiento reside en el pensamiento, en la razón. Afirma
que un conocimiento solo es realmente tal, cuando posee necesidad lógica y

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validez universal. El planteamiento mas antiguo del racionalismo aparece en
Platón. El tiene la íntima convicción de que el conocimiento verdadero debe
distinguirse por la posesión de las notas de la necesidad lógica y de la validez
universal.

El empirismo.
Frente a la tesis del racionalismo, el pensamiento, la razón, es el único principio
del conocimiento, el empirismo ( del griego Empereimía = experiencia ) opone
la antitesis: la única causa del conocimiento humano es la experiencia. Según
el empirismo, no existe un patrimonio a priori de la razón. La conciencia
cognoscente no obtiene sus conceptos de la razón , sino exclusivamente de la
experiencia. El espíritu humano, por naturaleza, está desprovisto de todo
conocimiento. El racionalismo es guiado por la idea determinada, por el
conocimiento ideal, mientras que el empirismo, se origina en los hechos
concretos. Los racionalistas casi siempre surgen de la matemática; los
defensores del empirismo, según lo prueba su historia, frecuentemente vienen
de las ciencias naturales. Esto se entiende sin esfuerzo. La experiencia es el
factor determinante en las ciencias naturales. En ellas, lo más importante es la
comprobación exacta de los hechos por medio de una cuidadosa observación.
El investigador depende totalmente de la experiencia. Suelen distinguirse dos
clases de experiencia: una interna y otra externa. El fundamento de un
conocimiento válido, no se encuentra en la experiencia, sino en el
pensamiento.

Apriorismo.
En la historia de la Filosofía existe también un segundo esfuerzo de
intermediación entre el racionalismo y el empirismo: el apriorismo. El cual
también considera que la razón y la experiencia son a causa del conocimiento.
Pero se diferencia del intelectualismo porque establece una relación entre la
razón y la experiencia, en una dirección diametralmente opuesta a la de éste.
En la tendencia de apriorismo, se sostiene que nuestro conocimiento posee
algunos elementos a priori que son independientes de la experiencia. Esta
afirmación también pertenece al racionalismo. Si relacionáramos el

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intelectualismo y el apriorismo con los dos extremos contrarios entre los cuales
pretenden mediar, inmediatamente descubriríamos que el intelectualismo tiene
afinidad con el empirismo, mientras que el apriorismo, se acerca al
racionalismo. El intelectualismo forma sus conceptos de la experiencia; el
apriorismo rechaza tal conclusión y establece que el factor cognoscitivo
procede de la razón y no de la experiencia.

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