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LA INGENIERIA CIVIL Y SU PARTICIPACION EN LOS DESASTRES

NATURALES

todas las personas cometemos errores. Es algo natural y, en la mayoría


de los casos, no hay nada de malo en eso. Sin embargo, hay personas
en nuestro planeta que no pueden cometer errores... ¿Por qué? Porque
sus errores pueden tener muchas consecuencias, y de ellos puede
depender incluso la vida de alguien. Estamos hablando, por supuesto, de
los ingenieros. Es una profesión muy difícil. Por ejemplo, para diseñar un
edificio, necesitas realizar una cantidad increíble de cálculos. Y aunque
los ingenieros no deberían cometer errores, siguen siendo personas
normales.
La Ingeniería Civil tiene un rol muy importante frente a los desastres
naturales, como sismos, terremotos, inundaciones y más. No solo la
prevención o el rápido y certero accionar nos salvan de un desastre, sino
también la resistencia y buena construcción de la infraestructura en la que
nos encontremos.

Debido a su importancia, las obras de infraestructura deben realizarse


con el mayor control de calidad, tanto de materiales de construcción como
en su proceso constructivo; para tal efecto, en nuestro país se tienen
leyes y reglamentos que señalan las normas y especificaciones para
proyección, diseño, cálculo, construcción y supervisión de las obras.
Dicha reglamentación está apegada a las normas internacionales que
emanan de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y nuestro
país, al formar parte de ésta, debe apegarse a lo estipulado en ellas.

Colombia cuenta con experimentados ingenieros civiles con diversas


especialidades: Estructuristas, Hidráulicos en mecánica de suelos,
Construcción sanitaria, además aquellos calificados como responsables
de obras, corresponsables de instalaciones (hidráulicas, sanitarias y de
gas) y Planificadores. Esta experiencia ha sido útil para mantener en
continua actualización nuestra reglamentación la construcción de obras
de infraestructura y edificaciones, pues debe considerarse que en nuestro
país tenemos distintos tipos de riesgos de desastres como sismos,
ciclones y huracanes en las costas; en otras regiones inundaciones por
desbordamiento de ríos, trombas y deslaves; erupciones de volcanes e
incendios forestales, así como incendios industriales en zonas de
combustibles y productos químicos.
La ingeniería civil participa de forma primordial para que las obras de
infraestructura cuenten con la máxima seguridad y así prevenir el riesgo
de desastres; dicha participación consiste en una supervisión estricta y
adecuada a cada obra en su sistema y procedimientos constructivos,
verificando que se cumplan con los lineamientos establecidos en su
normatividad de cálculo, especificaciones de construcción y control de
calidad que permitan detectar cualquier falla en los materiales y en el
proceso constructivo aplicado. En el caso de materiales, debe observarse
su adecuada selección y control de calidad, así como de la herramienta,
el equipo y la maquinaria y, por supuesto, de la mano de obra ejecutora
y del proceso constructivo, todo ello apegado a un programa de seguridad
para evitar incidentes o accidentes, de acuerdo al tipo de obra, el riesgo
que implica durante su construcción, la época y los tipos de desastres
(naturales o accidentales) que se presenten en la zona correspondiente.

Los desastres que ocurren con más frecuencia en nuestro país son
sismos, ciclones, desbordamientos de ríos y desgajes de cerros. Debido
a estas condiciones, la ingeniería civil aporta elementos para ayudar a los
diferentes organismos.
En caso de sismos, se efectúan inspecciones de los daños estructurales
en casas, edificios, centros comerciales, estadios, auditorios, hospitales,
mercados, vialidades, sistemas de drenaje y de distribución de agua
potable, instalaciones de gas y eléctricas, para valorar su estabilidad y
operatividad y, de ser necesario, tomar las medidas pertinentes a fin de
que no aumenten los daños y de inmediato se restablezcan los servicios
primarios de agua, drenaje, energía eléctrica y vialidades. Es por ello que
se crean brigadas que intervengan con maquinarias y equipos especiales
en el caso de derrumbes y de afectación a vialidades, de acuerdo con
programas emergentes de ataque; es así como se consigue evitar al
máximo el riesgo, tanto para la población como para los servicios
públicos.
Asimismo, se hace una verificación especial de los helipuertos de rescate
de emergencia, para que en su momento brinden un apoyo efectivo en el
rápido traslado de los lesionados a los hospitales cercanos. En cuanto a
los aeropuertos, se revisan pistas, calles de rodaje y plataformas para
evaluar la seguridad de la operación y garantizar el adecuado arribo de
aviones con insumos de ayuda (alimentos, agua, medicinas, etc.). En el
caso de carreteras se realiza la inspección de pavimentos y se revisa si
hay derrumbes que obstruyan la circulación; de ser así, se establecen
desvíos que aseguren su utilización, inspeccionando puentes y túneles.
Para lo anterior se localizan con antelación máquinas y personal
capacitado para manejarlas y retirar el escombro. Respecto a las obras
sanitarias, se hacen inspecciones de los sistemas de bombeo y, en su
caso, de los daños que pudieran presentar los sistemas de drenaje y las
plantas de tratamiento de aguas residuales. Por otra parte, se revisan los
sistemas de distribución de agua potable, sus tanques de
almacenamiento, así como los sistemas de bombeo y de conducción a la
red de la población.
En el caso de inundaciones y desgajes, se refuerzan las revieras de los
ríos y se establecen vías de desfogue del área inundada. En los desgajes
de cerros, se procede a remover el material con herramienta, equipo y
maquinaria, tomando todas las precauciones para no poner en riesgo a
los trabajadores. En cuanto a las obras hidráulicas, se inspeccionan los
diversos tipos de presa y sus sistemas de operación para conocer si las
afectaciones que sufrieron pudieran poner en peligro su operación. De
haber daños, se toman las medidas de emergencia pertinentes y se indica
el desalojo de las poblaciones que pudieran estar en riesgo.
En todos los casos, es el ingeniero civil quien dará instrucciones de como
efectuar las labores de inspección de las obras y, en su caso, las labores
de rescate, remoción y prevención, todo ello con el fin de evitar daños
mayores a los provocados por el desastre.

La influencia del hombre en el cambio climático es brutal y taxativo, pero


tal vez carezca de una asociación directa y tangible. Desligar la huella
humana de los desarreglos del medio ambiente sería desidia e
ignorancia. Asimilar y responder al evidente efecto de la población en las
catástrofes ambientales es útil para comprender la coyuntura y trabajar
en pos de las generaciones venideras. El escenario de incertidumbre y
precipitación del compromiso ecológico inauguró un nuevo campo de
investigación dedicado a explorar la ecuación ser humano-condiciones
climáticas extremas.

La sociedad, en relación a los fenómenos naturales, debe analizarse bajo


una perspectiva dual, pues generalmente se desenvuelve como causa y
como víctima principal de muchos desastres.
En efecto y como ya se ha mencionado, la actividad irracional y
desordenada de las poblaciones tiende comúnmente a acelerar y
magnificar el desarrollo y los efectos de los fenómenos naturales. Se han
visto así las consecuencias de la deforestación, minería, sobrepastoreo y
otras prácticas incorrectas de tipo agropecuario, de expansión urbana de
desadaptación y concepción incorrecta de ciertas obras de
infraestructura. Obviamente, no debe atribuirse esta problemática a la
acción exclusiva de individuos, sino también a la falta de definición de
políticas de desarrollo y colonización, congruentes con la realidad local y
regional y a la frustración y desmotivación de ciertos sectores socio-
económicos de la población, víctimas muchas veces de la incomprensión
de las clases políticas y técnicas, incapaces de atender las necesidades
de la sociedad y las condiciones ambientales de regiones remotas y
distantes de las metrópolis. Tan solo como ejemplo se puede citar el
requisito legal de "limpiar" el bosque en un 90% de las parcelas para
demostrar su puesta en laboreo y así obtener el título de propiedad. La
ausencia o ineficiencia de las asesorías técnicas para adecuar la
actividad agropecuaria a las condiciones ambientales, pedológicas y
geomorfológicas se puede también mencionar como ejemplo típico
adicional.
La degradación ambiental que esto conlleva es claramente un factor
multiplicador de los efectos destructivos de los fenómenos naturales:
erosión, deslizamientos, inundaciones, etc., a la vez que hace recaer
sobre el mismo tipo de población las más pesadas consecuencias.
Dada la lejanía, es muy difícil garantizar el respeto a las normas de diseño
y calidad de materiales en cuanto a la capacidad sismorresistente de las
obras, igualmente que la adaptación de los puentes a las inundaciones y
erosión y socavación. También se puede mencionar la existencia de
zonificaciones para evitar exponer a las poblaciones, infraestructura y
líneas vitales al desbordamiento de los ríos, a la actividad volcánica,
deslizamientos, etc. No es pues motivo de sorpresa el hecho de que
cuando ocurre un evento catastrófico las perdidas en vidas humanas, en
infraestructura y economía, alcanzan niveles asombrosos, a veces sin
relación con la magnitud del fenómeno.

Es evidente el impacto que pueden generar los fenómenos naturales


sobre las actividades productivas, las obras de infraestructura y la
influencia que pueden ejercer sobre los programas de explotación de los
recursos naturales, presentes y futuros.
Cada uno de los fenómenos acciona su propia influencia en función de la
modalidad con la que se manifiesta. De esta manera, se puede también
suponer que cada uno de ellos afectará en particular determinado sector
productivo y obras de infraestructura.
El efecto del vulcanismo es dual, pues por un lado; las erupciones pueden
destruir los cultivos, pero también aportar nuevos; nutrientes minerales al
suelo, fertilizándolo y aumentando su capacidad productiva a largo plazo.
Obviamente, otras manifestaciones volcánicas pueden ser
irreversiblemente destructivas: lluvias ácidas, explosiones, nubes
ardientes, coladas de lava, lahares.
La actividad sísmica puede traer consigo en forma directa, la destrucción
de las obras de infraestructura, según le aporte al terreno aceleraciones
que estas no pueden soportar. Pero esta no es su única manifestación
destructiva y de ello, el sismo del 5-3-1987 en Ecuador es un ejemplo
pues se produjeron además deslizamientos, aludes, avalanchas
inundaciones, etc.
Los deslizamientos, aparte de ocasionar rupturas y degradación en los
suelos, son particularmente dañinos para las líneas vitales (carreteras
acueductos, oleoductos). La erosión, al remover las partículas finas y
nutrientes del suelo hace perder su productividad y aporta sedimentos
que luego se depositarán en embalses y/o lechos fluviales perjudicando
la navegabilidad de los nos. Tanto la erosión como la sedimentación son
particularmente nocivos para las obras civiles relacionadas con los
cauces fluviales: puentes, muelles, ciudades ribereñas, etc.
En cuanto a las crecidas e inundaciones, el impacto que pueden provocar
es muy conocido pues ano con ano se repiten, siendo tal vez uno de los
fenómenos destructivos más frecuentes y persistentes y que generan las
pérdidas más grandes: destrucción de cultivos y líneas vitales,
aislamiento de poblaciones, erosión de bancos y terrazas aluviales, etc.
Ante todo, ello, es clara la necesidad de llamar la atención de los
planificadores y diseñadores, en el sentido de programar y concebir las
obras y proyectos productivos futuros en forma acorde con las
condiciones que impone la naturaleza; en este sentido la protección y
refuerzo de lo ya existente es también fundamental. Solo así se podrá
garantizar una optimización y longevidad adecuadas para las inversiones
que se realicen.

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