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Sermonario Evangelismo Primavera 2020
Sermonario Evangelismo Primavera 2020
ESPERANZA
Encuentros inolvidables
Salvo que se indique lo contrario, los textos bíblicos fueron extraídos de la versión Nueva Reina-Valera 2000.
IMPRESO EN ARGENTINA.
ÍNDICE
Capítulo 1 El encuentro de Jairo, y el gran milagro ....................... 07
5
Apreciados Evangelistas:
"El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio".
Proverbios 11:30
Con aprecio,
6
El encuentro de
Jairo, y el gran 1
milagro
INTRODUCCIÓN
Los cuatro evangelios registran 35 milagros de Jesús. Cada uno difie-
re de los demás en su forma y en su esencia, sin embargo, tienen algo es
común: su autor.
El milagro que analizaremos a continuación incluye elementos úni-
cos. En el ámbito teológico su estructura es conocida como “sándwich”:
arranca con una historia, luego pasa a otro relato y finalmente regresa a
la historia inicial.
En las historias de este pasaje encontramos algunas similitudes:
a. Los personajes curados son mujeres.
b. En ambos casos, la cura se realiza mediante un toque.
c. El padecimiento de la mujer y la edad de la niña: 12 años.
I. JAIRO
a. ¿QUIÉN ERA ESE PADRE? (vers. 21, 22).
Jairo era un influyente líder religioso judío, encargado de velar por
los preceptos establecidos en la Torah.
La Palabra de Dios afirma que Jairo tenía un cargo honorable en
la sinagoga. Mateo dice que era “un jefe”, aunque no explica sus
7
CAPÍTULO 1
CONCLUSIÓN
a. La historia de la mujer con flujo de sangre no interrumpe la histo-
ria de Jairo por casualidad. Quizá nos ayude a comprender la acti-
tud de Jairo: ¿Fue a buscar al Señor para satisfacer su necesidad, o
porque reconocía que Jesús era Dios?
Si Jairo sólo hubiera ido a buscar al Señor por su necesidad (la sa-
nidad de su hija), al enterarse que había muerto se habría enojado
con el Señor, por la dilación en atender su caso. Jesús lo desafió a
ejercitar su fe: “cree solamente”.
10
EL ENCUENTRO DE JAIRO, Y EL GRAN MILAGRO
APELACIÓN
a. ¿Le gustaría que Dios realice hoy el mayor milagro en su vida?
b. El pecado nos deja en una condición de degradación y muerte es-
piritual. Pero la Palabra de Dios quiere obrar en usted el mayor de
los milagros: la salvación.
c. ¿Acepta las promesas de Dios? Él nos ofrece hoy la bendición o la
maldición (Deut. 30:19). Su decisión determinará su futuro.
d. ¡Elija la bendición de experimentar el encuentro con Jesús y recibir
la salvación!
11
El encuentro del
ciego Bartimeo 2
INTRODUCCIÓN
Las personas siempre están dispuestas a ayudar a los ciegos que ne-
cesitan cruzar la calle. Ellos despiertan nuestra empatía y altruismo.
Sin embargo, algunos ciegos llaman la atención: los que no se acercan
a Jesús porque son incapaces de apreciar los beneficios de la gracia. Les
cuesta percibir su condición espiritual, o luchan por cambiar ellos mis-
mos sus vidas. Para este tipo de ceguera sólo existe una salida: recono-
cer humildemente su condición y caminar con valentía hacia Cristo,
ejercitando la fe, con perseverancia.
En cierta ocasión el emperador Adriano le disparó por error a uno de
sus sirvientes, provocándole la pérdida de la visión. Entristecido, Adria-
no le ofreció una compensación, pero el siervo sólo pudo decir: “Me
gustaría volver a ver”.
El texto de estudio relata la historia de un hombre que anhelaba vol-
ver a ver. Este incidente permitirá, además, descubrir los pasos que nos
llevan a Cristo.
Este episodio se encuentra registrado en los evangelios de Mateo,
Marcos y Lucas. En Marcos aparecen otros relatos entrelazados, narra-
dos en una secuencia determinada. Por ejemplo, el versículo 13 cuenta
que los discípulos reprendieron a los padres que llevaron a sus niños
12
EL ENCUENTRO DEL CIEGO BARTIMEO
para que Jesús los bendijera; el versículo 24 dice que los discípulos no
entendieron el mensaje de Jesús al joven rico; el versículo 37 afirma que
dos discípulos, los hijos de Zebedeo, le pidieron una posición de privile-
gio y el versículo 48, que algunos discípulos discriminaron y desprecia-
ron a un hombre ciego que mendigaba.
La actitud de los discípulos nos deja algunas enseñanzas:
Los niños y el ciego eran despreciados.
Aunque el joven rico era apreciado y valorado, los niños y el ciego
fueron ignorados.
Los niños y el ciego no recibieron apoyo.
El joven rico le caía bien a los discípulos.
Los niños y el ciego no estaban obsesionados por las posesiones
materiales.
El joven rico mostró su apego por las posesiones materiales.
Los niños y el ciego recibieron las bendiciones de Jesús. El joven
rico se retiró triste.
Cristo siempre está dispuesto a escuchar el clamor de los necesita-
dos. Él da vista a los ciegos y libera a los que padecen algún tipo de os-
curidad. Jesús nos invita a participar en su reino, promoviendo nuestra
restauración.
I. EL PASO DE LA HUMILDAD
a. RECONOCE HUMILDEMENTE SU CONDICIÓN FÍSICA. El texto describe la con-
dición de Bartimeo: era ciego, mendigo y, aparentemente, no tenía
dónde vivir (vers. 46).
Aunque estas características pueden resultar humillantes, las va-
mos a analizar desde una óptica diferente.
La ceguera genera muchas limitaciones. Quien la padece carece de
un derecho inherente a la mayoría de los seres humanos: el de ir y
venir en forma independiente.
En la Biblia, esta deficiencia también tiene una connotación espiri-
tual: ciego es el que no quiere ver ni acepta la voluntad de Dios, el
que vive en la oscuridad moral y sólo ve la vida desde la perspec-
tiva engañosa de este mundo. Es alguien que se encuentra deses-
perado y vive en la oscuridad.
13
CAPÍTULO 2
lidad era un mendigo sin hogar, sin nombre y sin apoyo de su fa-
milia ni del estado.
En nuestros días, los ciegos pueden contar con la ayuda de enti-
dades de asistencia y seguridad social. Además, se les ofrece la
oportunidad de capacitarse e insertarse en el mercado laboral. En
aquel entonces, las cosas no eran así.
Bartimeo era un ciego pobre y humillado —pero supo aprovechar
la única oportunidad que tuvo en su vida. Cuando se enteró que
el Maestro pasaba por allí, de inmediato comenzó a gritar: “¡Jesús!
¡Hijo de David! ¡Ten compasión de mí!” Ese fue el primer paso para
encontrarse con Jesús.
El mendigo reconoció su condición y abrió su corazón para ser
salvo. Sólo los humildes pueden clamar a Jesús, aunque el mundo
no los apoye. Jesús dedicó una bendición a los humildes: “Bien-
aventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de
los cielos” (Mat. 5:3).
III. EL PASO DE FE
a. FE PARA ABANDONAR EL PASADO. Cuando Bartimeo llamó “Maestro” a
Jesús, utilizó el término Rabbuni (vers. 51) que significa “mi Maes-
tro”. Los evangelios registran a otra persona que utilizó ese térmi-
no para referirse a Jesús: María (Juan 20:16).
El mendigo lo llamó dos veces “Hijo de David” (vers. 47), mostran-
do que lo reconocía como el Mesías prometido. Pero la palabra Ra-
bbuni demuestra que creía en él.
Jesús no respondió directamente el llamado. Le ofreció a sus dis-
cípulos la oportunidad de redimirse, enviándolos con un mensaje
de fe. “Levántate, te llama”. Nosotros te regañamos, pero él no. ¡Deja
ese banco, muévete! ¡Haz tu parte! ¡Sé valiente y constante! “¡Ten
confianza!” (vers. 49).
Nosotros somos enviados, como los discípulos, a compartir las
buenas nuevas del evangelio con los oprimidos, a animar a los
débiles y levantar a los caídos.
16
EL ENCUENTRO DEL CIEGO BARTIMEO
Bartimeo pidió algo que sólo Dios podía hacer —demostrando que
creía que Jesús era el Hijo de Dios. Caminó hacia él con su peti-
ción y Jesús tuvo en cuenta su perseverancia. Además de recibir la
curación física, alcanzó la restauración espiritual.
Si creemos, él puede abrir nuestros ojos para que podamos ver las
maravillas de su gracia.
CONCLUSIÓN
Este relato comenzó con una escena desalentadora. Imagine cómo
sería vivir siendo ciego y mendigo, a un costado de la carretera.
La historia arranca con un mendigo y culmina con un entusiasta
seguidor de Cristo. Se inicia con una multitud siguiendo a Jesús y
termina con un hombre que sigue a Jesús.
Bartimeo dio cuatro pasos que cambiaron su vida. Caminó hacia
Cristo con humildad, coraje, fe y perseverancia.
► La humildad le permitió reconocer que necesitaba a Cristo.
► El coraje lo llevó a clamar por la ayuda de Jesús —incluso ante
una fuerte oposición.
► La fe lo llevó a reconocer el origen divino de Cristo y a deposi-
tar su confianza en él, descartando incluso la capa que le había
resultado tan útil hasta ese momento.
► La perseverancia lo mantuvo activo antes, durante y después
de ser sanado por Cristo.
Este episodio ocurrió en el camino de Jericó a Jerusalén. Noso-
tros también nos encontramos en camino a Jerusalén, aunque por
ahora estamos en Jericó. Esta ciudad había sido construida sobre
19
CAPÍTULO 2
20
El encuentro del
joven rico 3
INTRODUCCIÓN
¿Se puso a pensar en la cantidad de dinero que invierten los seres
humanos en cosas innecesarias? La regla es gastar.
Aunque se dice que las mujeres gastan mucho, el deseo de tener,
comprar y ganar lo tenemos todos. Los estudios revelan que los consu-
midores procuran, más que un producto, una experiencia. Por eso las
empresas líderes han cambiado su forma de vender.
La Palabra de Dios afirma que el dinero es la fuente de todos los ma-
les, ¿verdad? ¡No! Pablo dice que el amor, o el apego al dinero es la raíz de
todo mal (1 Tim. 6:10). ¿Podría el dinero, o cualquier otra cosa, ser un
obstáculo que dificulte nuestro compromiso con Cristo?
DESARROLLO
Abra su Biblia en Mateo 19:16-30.
“Entonces un joven se acercó a Jesús y le preguntó: ‘Maestro bueno,
¿qué bien haré para tener la vida eterna?’ ” (Mat. 19:16).
El relato del encuentro del joven rico con Jesús es escueto, por lo tan-
to ofrece poca información sobre este personaje. Sin embargo, Mateo
aclara que era rico.
21
CAPÍTULO 3
“Jesús le dijo: ‘Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, dalo a
los pobres y tendrás tesoro en el cielo. Y ven, sígueme’ ” (Mat. 19:21).
La perfección no se encuentra en la impecabilidad, o en la capacidad
de hacer lo correcto sino en el amor que manifiesta una vida trans-
formada por la gracia de Cristo. Mientras el egoísmo no sea aplastado,
nuestras buenas acciones serían intentos aislados, no el resultado de
una vida transformada.
“Al oír esta palabra, el joven se fue triste, porque tenía muchas posesio-
nes” (Mat. 19:22).
Nadie se entristece por poseer muchas propiedades. Tener dinero o
recibir un salario alto no es pecado. Sin embargo, la tristeza de este mu-
22
EL ENCUENTRO DEL JOVEN RICO
CONCLUSIÓN
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: ‘Os aseguro que difícilmente un
rico entrará en el reino de los cielos. Repito: Es más fácil que un came-
llo entre por el ojo de una aguja, que un rico en el reino de Dios’. Al oír
esto, sus discípulos se espantaron en gran manera, y dijeron: ‘Entonces,
¿quién podrá salvarse?’ Jesús los miró, y les dijo: ‘Esto es imposible para
los hombres, pero para Dios todo es posible’. Entonces Pedro preguntó:
‘Nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido, ¿qué, pues, tendre-
mos?’ Jesús les dijo: ‘Os aseguro que en la regeneración, cuando el Hijo
del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis
seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce
tribus de Israel. Y todo el que deja casas, hermanos o hermanas, padre
o madre, esposa o hijos, o tierras, por mi Nombre, recibirá cien veces
más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y
muchos últimos serán primeros’ ” (Mat. 19:23-30).
A los discípulos les pareció que el discurso del Maestro había sido
demasiado duro, por eso le preguntaron quién podía cumplir los requi-
sitos. Entonces Jesús les aseguró que sólo Dios es capaz de lograr lo que
el hombre jamás podrá conseguir por sus propios medios: salvar del
pecado y guiarlos a su Reino.
En el encuentro con el joven rico Jesús deja claro que, lo menos que
acepta de nuestra parte es todo —un corazón sin reservas. Pero la re-
compensa final es la vida eterna.
APELACIÓN
Quizá considere que los bienes materiales no son un problema por-
que usted es fiel con los diezmos, las ofrendas y siempre ayuda a los
necesitados. Pero, ¿cómo está su vida?
¿Qué puede estar ocupando el lugar que le pertenece a Dios? Sea lo
que fuere, eso lo que Dios le está pidiendo que deje.
23
CAPÍTULO 3
24
El encuentro de
Zaqueo 4
INTRODUCCIÓN
Lo primero que dice el texto es que Zaqueo era un recaudador de
impuestos, rico y de baja estatura. Aparentemente, se encontraba ator-
mentado por los manejos espúreos de recursos que no eran suyos. En
nuestros días muchas personas viven perdidas, acosadas por sus pen-
samientos y sentimientos, abrumadas por sus propias recriminaciones.
No encuentran paz consigo mismos, ni con Dios. Este era el caso del
publicano Zaqueo.
BAJA ESTATURA
En la cultura de aquella época, las discapacidades físicas eran consi-
deradas un signo de maldición divina y se menospreciaba a quienes las
padecían. Zaqueo cargaba, además, con el estigma de ser ladrón y vivía
con su conciencia atormentada. Además, sentía que Dios lo despreciaba
por su baja estatura.
Este hombrecito no tenía, aparentemente, ninguna virtud que exhi-
bir. Por lo tanto, podría haber desistido de buscar a Jesús.
¿Cuántas veces estuvo allí? Si fuera despreciado y ofendido perma-
nentemente, sin tener la posibilidad de expresar su pensamiento, segu-
ramente sacarían conclusiones falsas sobre usted. ¡Quizá le esté suce-
diendo ahora mismo! Su familia no lo acepta, su padre lo echó de casa o
está involucrado en una relación en la que la otra persona no lo escucha
y siempre dice tener la razón.
Quizá en este momento usted sea Zaqueo: se siente desanimado y
despreciado; no logra vislumbrar una solución para su vida. Tal vez este
sea el momento de tomar medidas como Zaqueo, porque la única solu-
ción es conocer a Jesús.
“Procuró ver quién era Jesús. Pero no podía a causa de la multitud, por-
que era bajo de estatura. Corriendo, se adelantó y subió a un sicómoro
para verlo, porque Jesús iba a pasar por allí” (Luc. 19:3, 4).
CONCLUSIÓN Y APELACIÓN
Este publicano era un hombre pequeño sin valor para la sociedad.
Pero cuando conoció a Jesús se convirtió en un gigante. Superó los obs-
táculos, se acercó a Jesús y terminó alcanzando la salvación.
“Zaqueo no había recibido a Jesús meramente como a un forastero,
sino como al que moraba en el templo del alma” (Ibíd. p. 510).
Hoy tiene la oportunidad de aceptar el llamado de Cristo. Baje del
árbol y permita que hoy quede en su casa. “Porque el Hijo del Hombre
vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (vers. 10).
Oremos para que su encuentro con Jesús lo convierta en un gigante.
29
El encuentro en
medio de una gran 5
tormenta
INTRODUCCIÓN
Según una encuesta reciente, uno de los mayores anhelos del ser hu-
mano es viajar. Se han editado muchos libros y guías de turismo, lo que
demuestra el interés de la gente por viajar.
Según el sitio Tecmundo, la frase más buscada en Google, antes de
la pandemia, era: “Cómo llegar a tal lugar”. La gente está interesada en
buscar un lugar donde ir y se ocupa de trazar planes para emprender el
viaje que se ha propuesto.
La historia del apóstol Pablo siempre nos ha impresionado. A partir
de su conversión, pasó de ser un perseguidor de cristianos a un cristia-
no perseguido. Durante los años en los que sirvió al Señor, Pablo realizó
muchos viajes como apóstol y líder de la iglesia cristiana. No es de ex-
trañar que en las últimas páginas de la mayoría de las versiones de la
Biblia aparezcan varios mapas para identificar los lugares que recorrió
en sus tres grandes viajes misioneros.
30
EL ENCUENTRO EN MEDIO DE UNA GRAN TORMENTA
leones, pero el ángel del Señor cerrará la boca de las bestias (Dan. 6:22).
Dios no nos abandona, siempre está a nuestro lado. Debemos vivir con
la certeza que tenía Pablo cuando dijo: “Porque esta noche se me presentó
un ángel del Dios de quien soy, y a quien sirvo, y me dijo: ‘Pablo, no temas’…
Por tanto, tened buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como me
ha dicho” (vers. 23-25).
En ese momento el Señor vino a ayudar a Pablo. Quizá parezca que
tarda demasiado, pero no dejará de apoyar a los suyos y la promesa del
salmista se tornará en una realidad: “El llanto puede durar una noche,
pero a la mañana viene la alegría” (Sal. 30:5).
El texto agrega que los marinos, temiendo de ser arrojados contra
las rocas, arrojaron cuatro anclas por la borda y comenzaron a orar. En
medio de nuestras luchas también debemos arrojar nuestras anclas de
seguridad por la borda:
EL ANCLA DE LA FE: Crea que Dios tiene el control de la tormenta. Aún
no ha sido escrito el último capítulo de su vida.
EL ANCLA DE LA ADORACIÓN: Una cosa es adorar a Dios cuando todo va
bien y otra es hacerlo cuando las cosas van mal. Pero es en ese
momento cuando necesitamos adorar más.
EL ANCLA DE LA ORACIÓN: Los marineros comenzaron a orar para que
amaneciera pronto. Ruegue a Dios para que su día se aclare. Estos
náufragos perdieron todo, pero llegaron a una isla. Se aferraron a
la vida, que era su mayor activo.
EL ANCLA DE LA CERTEZA: En este relato Pablo repite varias veces “es
necesario”. En nuestras vidas no todo son alegrías. Lamentable-
mente los reveses también forman parte de nuestra existencia,
porque todavía vivimos en este mundo de pecado. Pero debemos
aprender a confiar en Dios.
CONCLUSIÓN
Finalmente, los mismos que habían afirmado que Pablo era un ase-
sino cambiaron de opinión. Pablo no impuso su voluntad (las circuns-
tancias como un prisionero, no lo permitían), pero cuando surgieron
34
EL ENCUENTRO EN MEDIO DE UNA GRAN TORMENTA
35
El encuentro en la
casa de Pedro 6
INTRODUCCIÓN
Cuando estudiaba en la universidad leí un libro que marcó mi vida:
El ministerio de curación, escrito por Elena de White. Lo que más me
llamó la atención fue el capítulo “La curación del alma”. Este tema caló
tan hondo que nunca olvidé su mensaje. A partir de entonces traté de
profundizar, aplicar y compartir esta enseñanza con otros: los detalles
de la medicina que cura nuestra alma.
Desde hace mucho tiempo el mundo está procurando llenar el va-
cío del alma y darle sentido a la vida. Se ha buscado en la prosperidad,
en la restauración física, en los bienes materiales, en los placeres. Las
personas dedican sus vidas a encontrar esta cura y la búsqueda parece
interminable; nunca logran llenar su corazón porque lo que necesitamos
es una cura superior: “la curación del alma”.
Todos necesitamos recibir este mensaje.
quedado sanos; aun leprosos habían sido limpiados. Y los amigos que
le referían estas cosas, le animaban a creer que él también podría ser
curado, si lo pudieran llevar a Jesús. Pero su esperanza decaía cuando
recordaba cómo había contraído su enfermedad. Temía que el Médico
puro no le tolerase en su presencia.
“Sin embargo, no era tanto la curación física como el alivio de su car-
ga de pecado lo que deseaba. Si podía ver a Jesús, y recibir la seguridad
del perdón y de la paz con el Cielo, estaría contento de vivir o de morir,
según fuese la voluntad de Dios” (Elena de White, El Deseado de todas las
gentes, pp. 222, 223).
Jesús se encontraba en la casa de Pedro, enseñando la Palabra. Cuan-
do llegaron los amigos con el paralítico había mucha gente dentro y
fuera de la casa. Eran curiosos, incrédulos y creyentes sinceros que im-
pedían a este grupo acercarse a Jesús. Intentaron forzar el paso, pero sus
esfuerzos fueron en vano.
Pero el paralítico decidió no rendirse: estaba demasiado cerca de la
curación. Finalmente sugirió que lo subieran a la azotea, quitaran parte
del techo y lo depositaran ante Jesús, interrumpiendo la reunión.
Más que tener un cuerpo sano, bienes materiales y todo lo que pode-
mos aspirar para satisfacer nuestros deseos, necesitamos estar en paz
con Dios. Debemos ser sanados espiritualmente; la curación del alma
nos hará sentir completos.
APELACIÓN
Seguramente habrá visto la foto de una niña corriendo con su cuerpo
quemado por causa de los bombardeos que sufrió Vietnam, en la guerra
de 1972. Esa niña se llama Kim Phuc Phan Thi y esa foto tuvo repercu-
siones a nivel mundial. Su historia es una impresionante demostración
de superación y perdón. Ella no quedó atrapada por el pasado, tuvo un
encuentro con Dios que le quitó el resentimiento y la ira contra los que
le habían causado tanto daño.
Durante mucho tiempo Kim llevó la carga y las marcas de aquella
tragedia. Ella necesitaba recibir una cura mayor que la eliminación de
sus cicatrices.
Kim creció y fue educada por una familia que profesaba el caodaís-
mo, una religión sincrética que se practica en Vietnam. A los 19 años se
convirtió al cristianismo y ella afirma que su nueva fe le brindó paz y
un propósito para su vida.
Hoy ella es embajadora de buena voluntad de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)
y dirige su propia organización no gubernamental que ayuda a niños
afectados por la guerra. KIM Foundation International brinda tratamiento
y prótesis a niños heridos en diversos conflictos bélicos. Además patro-
cina la construcción y mantenimiento de hospitales, escuelas y orfana-
tos en todo el mundo.
“No quiero ver que otros Kim sufran como yo”. Esta vietnamita en-
contró, mediante su vida de oración, la forma de perdonar a los que la
habían lastimado. En 1996, se celebró una ceremonia, el Día de los Ve-
teranos de Guerra, en Washington (DC), Estados Unidos. Durante ese
evento Kim se reunió con John Plummer, uno de los oficiales estadou-
nidenses que había dirigido el ataque con napalm (nafta gelatinosa que
produce una combustión más duradera que la nafta común) en Trang
Bang. John, que ahora es pastor, le pidió perdón a la mujer que había he-
rido 24 años antes.
—“Esta todo bien. Te perdono” —respondió Kim.
40
EL ENCUENTRO EN LA CASA DE PEDRO
CONCLUSIÓN
Kim y John eran dos paralíticos modernos. La chica necesitaba elimi-
nar el rencor, la ira y el odio que llevaba en su corazón, y el comandante,
la carga de haber producido tanto daño. Los dos recibieron la curación
que tanto anhelaban: ofrecer perdón y recibir el alivio de haber sido per-
donado. Y usted, ¿también necesita ser curado?
Nunca olvide que Dios lo ama —al margen de los errores que haya
cometido. Él quiere perdonarlo, restaurar su vida y concederle la salva-
ción. Esta cura real puede ocurrir hoy mismo. No mida sus esfuerzos;
haga su parte y Dios hará la suya. La parte de Dios es hacer el milagro;
la nuestra, buscarlo de corazón (Jer. 29:13).
Los milagros pocas veces ocurren como pensamos y cuando lo tenía-
mos previsto. Sólo Dios sabe qué es mejor y maneja los tiempos. Pode-
mos vivir en paz, confiando en que sus planes siempre son mejores que
los nuestros (Jer. 29:11; Isa. 55:8-10).
Deje de lado los prejuicios, el orgullo, los miedos y el pensamiento de
que no puede ser perdonado (1 Juan 1:9). Suba al techo de la fe, la perse-
verancia y la persistencia, y encuéntrese con Jesús. Hallará la cura que
tanto estaba buscando. Su vida no volverá a ser la misma.
41
El encuentro en el
Mar de Tiberias 7
I. CONTEXTO
Este episodio forma parte del encuentro que tuvo el Maestro con los
discípulos, luego de su resurrección. El jueves anterior a la Pascua Jesús
había sido arrestado en el jardín de Getsemaní. Los soldados lo azotaron
y lo humillaron; posteriormente fue llevado ante los líderes del templo:
Anás y Caifás. Más tarde compareció ante Herodes y Poncio Pilato y fue
42
EL ENCUENTRO EN EL MAR DE TIBERIAS
CONCLUSIÓN
La respuesta de Pedro nos deja una gran enseñanza. Aunque había
caído, se levantó. Cuando el Maestro se volvió a encontrar con Pedro, lo
encontró transformado.
Cristo hace la siguiente declaración: “Yo estoy a puerta y llamo. Si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a su casa, y cenaré con él, y
él conmigo” (Apoc. 3:21). La puerta representa a nuestro corazón.
46
EL ENCUENTRO EN EL MAR DE TIBERIAS
47
EL encuentro del
gadareno con 8
Jesús
INTRODUCCIÓN
Existen diferentes tipos de esclavitud. Se estima que en nuestros
días hay más de dos millones y medio de personas sufriendo en algún
tipo de esclavitud. No es casualidad que en el inframundo de internet
se vendan esclavos, prostitutas e incluso, órganos humanos.
La mayoría de las personas que padecen esta condición son mujeres
menores de 25 años y niños. Esto se debe al tráfico de personas, ya sea
para la prostitución o la venta de órganos.
Sin embargo, hay otras formas de esclavitud: internet, las redes so-
ciales, las bebidas alcohólicas, las drogas, la pornografía, los videojue-
gos, etc. Muchos viven presos de alguna de estas adicciones y no pue-
den librarse. Es como si hubieran sido encerradas en una prisión de
máxima seguridad y no pueden escapar.
LA TRANSFORMACIÓN
En el pasado ese joven había vivido desnudo, pero ahora estaba ves-
tido. Jesús había restaurado su dignidad.
Muchas personas deambulan por la vida sin identidad. Agotaron sus
energías, perdieron la esperanza y están a punto de renunciar a la vida.
Satanás robó el don más preciado que recibió el hombre: la imagen de
Dios que él colocó en sus hijos, su dignidad. Tenemos un Padre celestial
que se compadece de sus hijos.
La Biblia afirma que ahora este joven se encontraba sentado a los
pies de Jesús. Anteriormente corría de un lugar a otro sin saber a dónde
iba, sin rumbo ni esperanza. Pero ya no necesitaba correr; estaba al lado
de quien es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Jesús le otorgó un
nuevo significado a su vida.
Muchas personas necesitan hoy ser liberadas porque han perdido su
estilo de vida. Corren de aquí para allá procurando encontrar la verda-
dera paz y felicidad; están enfermos y no le encuentran sentido a la vi-
da. Si aceptaran la invitación de tener un encuentro personal con Cristo
y se sentaran a sus pies, encontrarían el significado de sus vidas. Jesús
cambiaría nuestra historia.
Por otra parte, la Biblia afirma que este joven estaba en su sano juicio
porque Jesús había restaurado su capacidad mental. Nuevamente era un
hombre libre y podía tomar sus propias decisiones. Todo comienza en
nuestra mente; es allí donde tomamos las mejores y las peores decisio-
nes de nuestra vida.
Cuando somos prisioneros del enemigo no logramos razonar y nues-
tro intelecto se ve afectado. Nuestra capacidad de decisión ha sido de-
bilitada, lo que se refleja en las decisiones que tomamos. Muchas veces
nos herimos y afectamos a nuestros seres queridos. Jesús lo invita a te-
ner un encuentro personal para librarlo y restaurar su capacidad mental.
Entonces podrá tomar las mejores decisiones, si permanece a su lado.
50
EL ENCUENTRO DEL GADARENO CON JESÚS
CONCLUSIÓN
Cuando Jesús libera a una persona, lo hace en forma completa; el
mayor ejemplo de esta realidad lo podemos encontrar en la historia de
este joven gadareno.
Luego de este episodio, Jesús subió al barco para regresar, junto a
sus discípulos, a la región de Galilea. Entonces este joven pidió que le
permitiera acompañarlo. Sin embargo, el Maestro tenía una idea mejor:
“Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales las grandes cosas el Señor ha hecho
contigo, y cómo tuvo compasión de ti” (vers. 19).
Este muchacho fue el primer misionero del Nuevo Testamento, en-
viado a una tierra extranjera. Y este nuevo creyente hizo un excelente
trabajo; cuando Jesús regresó a la región de Decápolis, una multitud sa-
lió a recibirlo (Mar. 7:31-8:10).
El testimonio de una persona librada del poder del enemigo es pode-
roso. Luego que este testigo realizara su labor, Jesús pudo atraer a miles
de personas. No existe un testimonio más poderoso que el de una vida
transformada, hecha a imagen del Creador.
51
N