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CANTAR DE MIO CID 3

El Cid entra en Burgos


1.
El Cid convoca a sus vasallos; éstos se Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz
destierran con él. Adiós del Cid a Vivar. entró. Sesenta pendones lleva detrás el
(Envió a buscar a todos sus parientes y Campeador.
vasallos, y les dijo cómo el rey le mandaba Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
salir de todas sus tierras y no le daba de plazo a las ventanas de Burgos mucha gente se
más que nueve días y que quería saber quiénes asomó.
de ellos querían ir con él y quiénes quedarse. ¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era
el dolor! Y de los labios de todos sale la
A los que conmigo vengan que Dios les dé misma razón:
muy buen pago; también a los que se quedan "¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen
contentos quiero dejarlos. señor!"
Habló entonces Álvar Fáñez, del Cid era
primo hermano: "Con vos nos iremos, Cid, por 4
yermos y por poblados; no os hemos de faltar Nadie hospeda al Cid.
mientras que salud tengamos, Sólo una niña le dirige la palabra para
y gastaremos con vos nuestras mulas y mandarle alejarse.
caballos y todos nuestros dineros y los El Cid se ve obligado a acampar fuera de la
vestidos de paño, población, en la glera.
siempre querremos serviros como leales
vasallos." Aprobación dieron todos a lo que ha De grado le albergarían, pero ninguno lo
dicho don Álvaro. Mucho que agradece el Cid osaba,
aquello que ellos hablaron. El Cid sale de que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha
Vivar, a Burgos va encaminado, saña. La noche pasada a Burgos llevaron una
allí deja sus palacios yermos y desheredados. real carta con severas prevenciones y
fuertemente sellada mandando que a Mío Cid
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van nadie le diese posada, que si alguno se la da
llorando; hacia atrás vuelve la vista y se sepa lo que le esperaba:
quedaba mirándolos. Vio como estaban las sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
puertas abiertas y sin candados, y además se perdería salvación de cuerpo y
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con alma. Gran dolor tienen en Burgos todas las
mantos, sin halcones de cazar y sin azores gentes cristianas de Mío Cid se escondían: no
mudados. pueden decirle nada.
Y habló, como siempre habla, tan justo tan Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
mesurado: "¡Bendito seas, Dios mío, Padre cuando a la puerta llegó se la encuentra bien
que estás en lo alto! Contra mí tramaron esto cerrada.
mis enemigos malvados". Por miedo del rey Alfonso acordaron los de
casa
2 que como el Cid no la rompa no se la abrirán
Agüeros en el camino de Burgos por nada. La gente de Mío Cid a grandes voces
llamaba,
Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las los de dentro no querían contestar una palabra.
riendas. Cuando salen de Vivar ven la corneja Mío Cid picó el caballo, a la puerta se
a la diestra, acercaba, el pie sacó del estribo, y con él gran
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su golpe daba,
izquierda. Movió Mío Cid los hombros y pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien
sacudió la cabeza: "¡Ánimo, Állvar Fáñez, cerrada. La niña de nueve años muy cerca del
ánimo, de nuestra tierra nos echan, pero Cid se para: "Campeador que en bendita hora
cargados de honra hemos de volver a ella! " ceñiste la espada,
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su
1
carta, con severas prevenciones y fuertemente Si logro escapar con vos, Campeador, sano y
sellada. vivo,
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada, el rey más tarde o temprano me ha de querer
porque si no perderíamos los haberes y las por amigo; las cosas que aquí me dejo en muy
casas, perderíamos también los ojos de poco las estimo."
nuestras caras. Tirada 6
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando
nada. Seguid y que os proteja Dios con sus El Cid, emprobrecido, acude a la astucia de
virtudes santas." Esto le dijo la niña y se Martín Antolínez. Las arcas de arena.
volvió hacia su casa. Habla entonces Mío Cid, que en buen hora
Bien claro ha visto Ruy Díaz que del rey no ciñó espada: "¡Oh buen Martín Antolínez, el
espere gracia. De allí se aparta, por Burgos a de la valiente lanza!" Si Dios me da vida he
buen paso atravesaba, de doblaros la soldada.
a Santa María llega, del caballo descabalga, Ahora ya tengo gastado todo mi oro y mi
las rodillas hinca en tierra y de corazón plata,
rogaba. Cuando acabó su oración el Cid otra bien veis, Martín Antolínez, que ya no me
vez cabalga, de las murallas salió, el río queda nada. Plata y oro necesito para toda mi
Arlanzón cruzaba. compaña,
Junto a Burgos, esa villa, en el arenal posaba, No me lo darán de grado, lo he de sacar por las
las tiendas mandó plantar y del caballo se baja. malas. Martín, con vuestro consejo hacer
Mío Cid el de Vivar que en buen hora ciñó quisiera dos arcas, Las llenaremos de arena
espada en un arenal posó, que nadie le abre su por que sean muy pesadas, bien guarnecidas
casa. de oro y de clavos adornadas.
Pero en torno suyo hay guerreros que le
acompañan. 7
Así acampó Mío Cid cual si anduviera en Las arcas destinadas para obtener dinero de
montaña. Prohibido tiene el rey que en Burgos dos judíos burgaleses.
le vendan nada de todas aquellas cosas que le
sirvan de vianda. Bermejo ha de ser el cuero y los clavos bien
No se atreven a venderle ni la ración más dorados.
menguada. Buscadme a Raquel y Vidas, decid que voy
desterrado
5 por el rey y que aquí en Burgos el comprar me
Martín Antolínez viene de Burgos a proveer de está vedado. Que mis bienes pesan mucho y no
víveres al Cid. podría llevármelos,
yo por lo que sea justo se los dejaré
El buen Martín Antolínez, aquel burgalés empeñados.
cumplido, a Mío Cid y a los suyos los surte de Que me juzgue el Creador, y que me juzguen
pan y vino; sus santos,
no lo compró, que lo trajo de lo que tenía él no puedo hacer otra cosa, muy a la fuerza lo
mismo; comida también les dio que comer en hago.
el camino.
Muy contento que se puso el Campeador 8
cumplido y los demás caballeros que marchan Martín Antolínez vuelve a Burgos en busca de
a su servicio. los judíos.
Habló Martín Antolínez, escuchad bien lo que
ha dicho: "Mío Cid Campeador que en tan A lo que el Cid le mandó, Martín Antolínez
buen hora ha nacido, descansemos esta noche marcha, atraviesa todo Burgos, en la judería
y mañana ¡de camino! entraba,
porque he de ser acusado, Cid, por haberos por Vidas y por Raquel con gran prisa
servido y en la cólera del rey también me veré preguntaba.
metido.
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9 poco os ha de pedir por dejar su haber en
Trato de Martín Antolínez con los judíos. salvo. Muchos hombres se le juntan y todos
Éstos van a la tienda del Cid. necesitados, el Cid tiene menester ahora de
Cargan con las arcas de arena. seiscientos marcos."

A los judíos encuentra cuando estaban Dijeron Raquel y Vidas: "Se los daremos de
ocupados grado". "El Cid tiene mucha prisa, la noche se
en contar esas riquezas que entre los dos se va acercando, necesitamos tener pronto los
ganaron. Les saluda el burgalés, muy atento y seiscientos marcos".
muy taimado: "¿Cómo estáis, Raquel y Vidas, Dijeron Raque y Vidas: "No se hacen así los
amigos míos tan caros? En secreto yo querría tratos, sino cogiendo primero, cuando se ha
hablar con los dos un rato". cogido dando". Dijo Martín Antolínez: "No
No le hicieron esperar; en un rincón se tengo ningún reparo, venid conmigo, que sepa
apartaron. el Cid lo que se ha ajustado y, como es justo,
"Mis buenos Raquel y Vidas, vengan, vengan después nosotros os ayudamos
esas manos, guardadme bien el secreto, sea a a traer aquí las arcas y ponerlas a resguardo,
moro o a cristiano, con tal sigilo que en Burgos no se entere ser
que os tengo que hacer ricos y nada habrá de humano". Dijeron Raquel y Vidas:
faltaros. De cobrar parias a moros el rey al Cid "Conformes los dos estamos.
le ha encargado, grandes riquezas cogió, y En cuanto traigan las arcas tendréis los
caudales muy preciados, pero luego se quedó seiscientos marcos". El buen Martín Antolínez
con lo que valía algo, muy de prisa ha cabalgado,
y por eso se ve ahora de tanto mal acusado. van con él Raquel y Vidas, tan satisfechos del
En dos arcas muy repletas tiene oro fino trato. No quieren pasar el puente, por el agua
guardado. atravesaron para que no lo supiera en Burgos
Ya sabéis que don Alfonso de nuestra tierra le ningún cristiano. Aquí veis cómo a la tienda
ha echado, aquí se deja heredades, y sus casas del famoso Cid llegaron; al entrar fueron los
y palacios, dos a besar al Cid las manos.
no puede llevar las arcas, que le costaría caro, Sonrióse Mío Cid, y así comenzara a
el Campeador querría dejarlas en vuestras hablarlos:
manos empeñadas, y que, en cambio, les deis "Sí, don Raquel y don Vidas, ya me habíais
dinero prestado. Coged las arcas del Cid, olvidado.
ponedlas a buen recaudo, pero eso tiene que Yo me marcho de Castilla porque el rey me ha
ser con juramento prestado desterrado. De aquello que yo ganare habrá de
que no las habéis de abrir en lo que queda de tocaros algo,
año." Raquel y Vidas están un rato y nada os faltará, mientras que viváis, a
cuchicheando: ambos". Entonces Raquel y Vidas van besarles
"En este negocio hemos de sacar nosotros las manos.
algo. Martín Antolínez tiene el trato bien ajustado
Cuando el Cid cobró las parias, mucho dinero de que por aquellas arcas les darán seiscientos
ha ganado, de allá de tierra de moros gran marcos, bien se las han de guardar hasta el
riqueza se ha sacado. cabo de aquel año, y prometido tenían y así lo
Quien muchos caudales lleva nunca duerme habían jurado,
descansado. Quedémonos con las arcas, buen que si las abrieran antes queden por perjuros
negocio haremos ambos, pondremos este malos y no les dé en interés don Rodrigo ni un
tesoro donde nadie pueda hallarlo. ochavo.
Pero queremos saber qué nos pide el Cid en Dijo Martín Antolínez: "Raquel y Vidas,
cambio y qué ganancia tendremos nosotros por lleváos las dos arcas cuanto antes y ponedlas a
este año." resguardo, yo con vosotros iré para que me
Dice Martín Antolínez, muy prudente y muy deis los marcos,
taimado: "Muy razonable será Mío Cid en este que ha de salir Mío Cid antes de que cante el
trato: gallo."
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¡Que alegres que se ponían cuando los cofres burgalés bien afamado,
cargaron! Forzudos son, mas cargarlos les merecido lo tenéis, os daremos buen regalo,
costó mucho trabajo. Ya se alegran los judíos calzas os podréis comprar, buena piel y rico
en los dineros pensando, manto.
para el resto de sus días por muy ricos se La donación os hacemos, don Martín, de
juzgaron. treinta marcos, y bien los habréis merecido si
nos guardáis este trato, que vos sois el fiador
10 de aquello que hemos pactado." Lo agradece
Despedida de los judíos y el Cid. don Martín, recibe los treinta marcos,
Martín Antolínez se va con los judíos a de su casa quiere irse, ya se despide de ambos.
Burgos. Por Burgos atravesó, el Arlanzón ha pasado,
encamínase a la tienda de Mío Cid
Raquel coge a Mío Cid la mano para besarla: bienhadado.
"Campeador, el que en buena hora se ciñó la Ruy Díaz le ha recibido, abiertos ambos los
espada, hoy de Castilla os vais para las tierras brazos: "Ya estás aquí, don Martín Antolínez,
extrañas. fiel vasallo, Dios quiera que llegue el día en
Vuestra suerte así lo quiere, grandes son que pueda darte algo." "Aquí estoy,
vuestras ganancias. Una piel morisca quiero de Campeador, y buena ayuda os traigo,
rico color de grana, humildemente os pido me para vos seiscientos marcos, y para mí treinta
la traigáis regalada." he sacado. Mandad recoger la tienda y a toda
"Concedido, dijo el Cid, la piel os será prisa partamos;
mandada, que en San Pedro e Cardeña nos coja el cantar
si no, la descontaréis de lo que valen las del gallo. Veremos a vuestra esposa, esa
arcas". Los cofres de Mío Cid los judíos se prudente hijadalgo.
llevaban, Muy corta sea la estancia, de Castilla no
el buen Martín Antolínez por Burgos los salgamos,
acompaña. Así con muy gran secreto llegaron así es menester, que el plazo del destierro va
a su morada. expirando."
Tendieron un cobertor por el suelo de la
cámara 12
y encima de él una sábana de tela de hilo muy El Cid monta a caballo y se despide de la
blanca. Contó Don Martín de un golpe catedral de Burgos, prometiendo mil misas al
trescientos marcos de plata, con la cuenta le altar de la Virgen.
bastó, sin pesarlos los tomaba,
los otros trescientos marcos en otro se los Esto dicho, manda el Cid alzar su tienda en
pagaban. Cinco escuderos traía y los cinco seguida. El Cid y todos los suyos cabalgan a
llevan carga. mucha prisa.
Cuando acabó Don Martín, a los judíos La cara de su caballo vuelve hacia Santa María
hablaba: alza la mano derecha y la cara se santigua:
"En vuestras manos, Raquel y Vidas, están las "A ti lo agradezco, Dios, que el cielo y la tierra
arcas guías;
mucho ganáis, bien merezco que me deis para que con vos en deuda quedo de haceros cantar
unas calzas". mil misas".

11 Hoy a Castilla abandono, del rey me arroja la


El Cid, provisto de dinero por Martín ira:
Antolínez, se dispone a marchar. ¡quién sabe si he de volver en los días de mi
vida! Que vuestro poder me valga al
Entonces Raquel y Vidas allí a un lado se marcharme de Castilla, y que él me ayude y
apartaron: me acorra de noche como de día. Si así lo
"En verdad que esta ganancia él es quien nos hacéis, Virgen Santa, y si la suerte me auxilia
la ha buscado." Dicen: "Martín Antolínez, a vuestro altar mandaré muchas cosas y muy
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ricas, No quiero que el monasterio por mí sufra
que con Vos en deuda quedo de haceros cantar ningún gasto. Para mi esposa Jimena os
mil misas." entrego aquí cien marcos;
a ella, a sus hijas y damas podréis servir este
13 año.
Martín Antolínez se vuelve a la ciudad.
Dos hijas niñas os dejo, tomadlas a vuestro
Con mucho dolor se arranca el Campeador de amparo.
allá. Las riendas soltaron todos, empiezan a A vos os las encomiendo en mi ausencia, abad
cabalgar, Dijo Martín Antolínez, aquel don Sancho, en ellas y en mi mujer ponedme
burgalés leal: todo cuidado.
"Vuelvo a Burgos, que a mi esposa despacio Si ese dinero se acaba o si os faltare algo,
tengo que hablar y advertir a los de casa de lo dadles lo que necesiten, abad, así os lo mando.
que en mi ausencia harán. Por un marco que gastéis, asl conveto daré
Si el rey me quita mis bienes poco se me cuatro." Así se lo prometió el abad de muy
importará. Con vos estaré otra vez cuando el buen grado.
sol quiera rayar." Ved aquí a doña Jimena, con sus hijas va
llegando, a cada una de las niñas la lleva una
14 dama en brazos. Doña Jimena ante el Cid las
El Cid va a Cardeña a despedirse de su dos rodillas ha hincado. Llanto tenía en los
familia. ojos, quísole besar las manos.
Le dice: "Graciias os pido, Mío Cid el
Don Martín se torna a Burgos, su camino el bienhadado. Por calumnias de malsines del
Cid siguió, llegar quería a Cardeña, el caballo reino vais desterrado."
espoleó
y con él los caballeros que de su compaña son. 16
Aprisa cantan los gallos y quebrar quiere el Jimena lamenta el desamparo en que queda la
albor niñez de sus hijas. El Cid espera llegar a
del día, cuando a San Pedro llega el buen casarlas honradamente.
Campeador. Estaba el abad don Sancho muy
buen cristiano de Dios, rezando a San Pedro "¡Merced os pido, buen Cid, noble barba tan
apóstol y a Cristo Nuestro Señor: "Tú, que crecida! Aquí ante vos me tenéis, Mío Cid, y a
eres guía de todos, guíame al Campeador." vuestras hijas, de muy poca edad las dos y
todavía tan niñas.
15 Conmigo vienen también las damas que nos
Los monjes de Cardeña reciben al Cid. Jimena servían. Bien veo, Campeador, que preparáis
y sus hijas llegan ante el desterrado. vuestra ida; tenemos que separarnos estando
los dos en vida.
A la puerta llaman; todos saben que el Cid ha ¡Decidnos lo que hay que hacer, oh Cid, por
llegado. Santa María!" Las dos manos inclinó el de la
¡Dios, qué alegre que se ha puesto ese buen barba crecida,
abad don Sancho! Con luces y con candelas a sus dos niñitas coge, en sus brazos las subía,
los monjes salen al patio. al corazón se las llega, de tanto que las quería.
"Gracias a Dios, Mío Cid, le dijo el abad don Llanto le asoma a los ojos y muy fuerte que
Sancho, puesto que os tengo aquí, por mí suspira. "Es verdad, doña Jimena, esposa
seréis hospedado." Esto le contesta entonces honrada y bendita, tanto cariño os tengo como
Mío Cid el bienhadado: "Contento, de vos tengo al alma mía.
estoy y agradecido, don Sancho, prepararé la Tenemos que separarnos, ya los veis, los dos
comida mía y la de mis vasallos. en vida; a vos os toca quedaros, a mi me toca
Hoy que salgo de esta tierra os daré cincuenta la ida.
marcos, si Dios me concede vida os he de dar ¡Quiera Dios y con Él quiera la Santa Virgen
otro tanto. María que con estas manos pueda aún casar
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nuestras hijas y que me puede ventura y con él van.
algunos días de vida para poderos servir, Del plazo de nueve días seis están pasados ya
mujer honrada y bendita!" y nada más que tres días les quedaban por
pasar. Mandado tenía el rey a Mío Cid vigilar,
17 por que si, pasado el plazo, en sus reinos aún
Un centenar de castellanos se juntan en Burgos está ni por oro ni por plata se pueda el Cid
para irse con el Cid. escapar.
Ya se va acabando el día, la noche quería
¡Qué gran comida le hicieron al buen Cid entrar, a todos sus caballeros el Cid los manda
Campeador! Las campanas de San Pedro juntar. "Oídme, varones, y que esto no os sirva
tañían a gran clamor. de pesar, poco tengo pero quiero a todos su
Por las tierras de Castilla iba corriendo el parte dar.
pregón de que se va de la tierra Mío Cid Ahora fijáos muy bien en lo que voy a mandar:
Campeador. quiero que al amanecer, cuando el gallo
¡Cuántos dejaron su casa, su tierra o su cantará, sin perder tiempo mandéis los
posesión! caballos ensillar. A maitines en San Pedro ya
En aquel día en el puente que pasa el río tañerá el buen abad y él nos rezará la misa de
Arlanzón júntanse muchos guerreros, más de la Santa Trinidad.
ciento quince son. Todos iban en demanda del En cuanto acabe la misa echemos a cabalgar,
buen Cid Campeador. el plazo ya viene cerca, mucho tenemos que
andar". Así como el Cid lo manda sus
Llega Martín Antolínez, con ellos se reunió, caballeros harán.
y se van para San Pedro en donde está su Pasándose va la noche, viene la mañana ya,
señor. cantan los segundos gallos, y comienzan a
ensillar. Tañe el abad a maitines, mucha prisa
18 que se dan.
Los cien castellanos llegan a Cardeña y se Mío Cid y su mujer para la iglesia se van.
hacen vasallos del Cid. Éste dispone seguir su Echóse doña Jimena en las gradas del altar y a
camino por la mañana. Dios reza, lo mejor que ella sabía rezar,
Los maitines en Cardeña. Oración de Jimena. por que a Mío Cid le guarde el Señor de todo
Adiós del Cid a su familia. mal. "A Ti, Señor glorioso, Padre que en el
Últimos encargos al abad de Cardeña. cielo estás: hiciste el cielo y la tierra, al tercero
El Cid camina al destierro; hace noche después día el mar,
de pasar el Duero.
luna y estrellas hiciste y el sol para calentar, en
Cuando supo que venían Mío Cid el de Vivar Santa María madre fuiste Tú carne a tomar
y que su compaña crece, con que más fuerza y en Belén te apareciste conforme a tu
tendrá, aprisa monta a caballo, y a recibirlos se voluntad. Pastores te glorifican, laudos te van
va. a cantar, llegan tres reyes de Arabia que te
¡Cómo se sonríe el Cid cuando ya a su vista vienen a adorar y que se llaman Melchor y
están! Van acercándose todos para su mano Gaspar y Baltasar,
besar. oro, incienso y mirra ofrecen con toda su
Habló entonces Mío Cid con palabras de voluntad. A Jonás salvaste Tú cuando se cayó
verdad: "Yo ruego a nuestro Señor y Padre en el mar,
Espiritual a Daniel, de los leones también le fuiste a
que a los que por mí dejáis vuestra casa y salvar, en Roma la salvación llevaste a San
heredad antes de morir os pueda con otros Sebastián, libraste a Santa Susana de aquel
bienes pagar, que lo que perdéis, doblado os lo falso criminal; por nuestra tierra quisiste
pudierais cobrar". treinta y dos años andar
Muy contento estaba el Cid porque se le juntan enseñándonos milagros que nunca se han de
más olvidar, hiciste vino del agua, de la piedra
y muy contentos los hombres que al destierro hiciste pan,
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a Lázaro resucitas, porque así es tu voluntad: damas que allí están, a las dos hijas del Cid
dejaste que te prendieran, luego te dejas llevar que en San Pedro han de quedar; sepa el abad
al Gólgota y en la cruz te dejas crucificar; que por ello buen premio recibirá.
de tu cruz a cada lado sendos ladrones están; Ya don Sancho se volvía, Álvar Fáñez le fue a
entra el uno en paraíso, pero el otro no entrará; hablar: "Si veis venir a más gente para
desde la cruz gran milagro hiciste, Padre buscarnos, abad,
eternal: Longinos, el ciego aquél, que no vio la les diréis que el rastro sigan y marchen a buen
luz jamás, andar, sea en yermo o en poblado ya nos
con su lanza en el costado te hiere y te hace podrán alcanzar". Sueltan entonces las riendas,
sangrar, va la sangre lanza abajo, sus manos empiezan a cabalgar, que el plazo para salir
hubo de untar, alza las manos Longinos, y se iba acabándose ya.
las lleva a la faz, Mio Cid aquella noche duerme en Espinaz de
abre los ojos y a todas las parte se pone a Can; de todas partes guerreros se le vienen a
mirar; desde entonces creyó en Ti, se salvó de juntar.
todo mal. De la tumba en que te ponen supiste Otro día de mañana empiezan a cabalgar. De
resucitar, su tierra va saliendo el Campeador leal,
a los infiernos bajaste porque fue tu voluntad, San Esteban deja a un lado, aquella buena
rompes sus puertas y sacas a muchos santos de ciudad. Por Alcubilla pasó, Castila se acaba
allá. Rey de los reyes Tú eres, Padre de la ya,
humanidad, en Ti creo, a Ti te adoro con toda la calzada de Quinea luego hubieron de pasar,
mi voluntad por Navas de Palos van el río Duero a cruzar
y a San pedro ahora le pido que a Ti me ayude y el Cid en la Figueruela descanso manda
a rogar por el Cid Campeador, que Dios le tomar. De todas partes guerreros se le vienen a
guarde de mal. juntar.
Y que si hoy nos separamos vivos nos vuelva a
juntar." Ya la oracion se termina, la misa
acabada está, 19
de la iglesia salieron y prepáranse a marchar. Última noche que el Cid duerme en Castilla.
El Cid a doña Jimena un abrazo le fue a dar y Un ángel consuela al desterrado.
doña Jimena al Cid la mano le va a besar;
no sabía ella qué hacerse más que llorar y En cuanto que fue de noche el Cid a dormir se
llorar. A sus dos niñas el Cid mucho las vuelve echó,
a mirar. "A Dios os entrego, hijas, nos hemos le cogió un sueño tan dulce que muy pronto se
de separar y sólo Dios sabe cuándo nos durmió. El arcángel San Gabriel a él vino en
volvamos a juntar." una visión: "Cabalgad, Cid -le decía-,
Mucho que lloraban todos, nunca visteis más cabalgad, Campeador,
llorar; como la uña de la carne así apartándose que nunca tan en buena hora ha cabalgado
van. varón, bien irán las cosas vuestras mientras
Mío Cid con sus vasallos se dispone a vida os dé Dios." Mío Cid al despertar la cara
cabalgar, la cabeza va volviendo a ver si todos se santiguó.
están.
Habló Minaya Álvar Fáñez, bien oiréis lo que 20
dirá: "Cid, en buena hora nacido, ¿vuestro El Cid acampa en la frontera de Castilla.
ánimo dónde está? Pensemos en ir andando y
déjese lo demás, El Cid, después de signarse, a Dios se fue a
todos los duelos de hoy en gozo se tornarán, encomendar mucho contento tenía del sueño
que fue a soñar.
Otro día de mañana empiezan a cabalgar,
y Dios que nos dio las almas su consejo nos último día es del plazo, un día queda no más.
dará. En la sierra de Miedes acampan a descansar,
Al abad don Sancho vuelve de nuevo a a la derecha de Atienza, que es tierra de moros
recomendar que atienda a doña Jimena y a las ya.
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21 Corred la tierra sin miedo, por valor no quede
Recuento de las gentes del Cid. nada. ~ Hasta más abajo de Hita llegad, y a
Todavía era de día, no se había puesto el sol, Guadalajara hasta la misma Alcalá acérquense
revistar quiere a su gente Mío Cid Campeador; las vanguardias,
sin contar a los de a pie, gente de mucho valor, la riqueza de esa tierra que de botín se la
traigan
lleva el Cid trescientas lanzas cada cual con su y que por miedo a los moros no vayan a dejar
pendón. nada.
Y con los otros cien hombres me quedaré aquí
El Cid entra en el reino moro de Toledo a la zaga; de amparo nos servirá Castejón, por
tributario del rey Alfonso. "En cuanto sea mí guardada.
temprano, cebada a las bestias dad. Si a los que corréis la tierra alguna cosa os
Luego que coma el que quiera y los que no a pasa un aviso mandaréis en seguida a
cabalgar. retaguardia.
Esa sierra tan bravía la tenemos que pasar Del socorro que os lleve se ha de hablar en
y a la noche ya las tierras del rey quedarán toda España".
atrás.
Luego el que quiera buscarnos dar con Va nombrando a los guerreros que en la
nosotros podrá". correría marchan y a los otros que se quedan
De noche pasan la sierra, llega la mañana ya y allí con él a la zaga.
por esa loma abajo empiezan a caminar. Rompen albores del día y se acerca la mañana.
En medio del alto bosque que allí en la Va saliendo el sol. ¡Dios mío, qué hermoso
montaña está manda acampar Mío Cid y que despuntaba! Las gentes de Castejón ya
pienso a las bestias dar. todas se levantaban,
Dice a sus hombres que aquella noche tendrían las puertas de la ciudad abren y afuera se
que andar y ellos, tan buenos vasallos, por marchan, camino de sus trabajos, de las tierras
muy contentos se dan que todo lo que les que labraban. Todos se van y las puertas
mande su señor ellos lo harán. abiertas se las dejaban.
Antes del anochecer empiezan a cabalgar Es muy poca aquella gente que en Castejón se
para que no les descubran quiere el Cid de quedara y la que está por los campos anda muy
noche andar. Toda la noche anduvieron, desparramada. Sale el Cid del escondite que le
ningún reposo se dan. sirve de emboscada, sin tropiezo a Castejón
Al lugar de Castejón, que junto a Henares está, entero la vuelta daba.
Mío Cid una emboscada les quería preparar. Moros y moras que encuentra a todos los
apresaba y a los ganados aquellos que por el
23 contorno andan.
Plan de campaña.
Castejón cae en poder del Cid por sorpresa. Mío Cid Campeador hacia la puerta cabalga:
Algara contra Alcalá. cuando se ven asaltados los hombres que la
guardaban, mucho miedo que tuvieron, déjanla
Toda la noche emboscados el Cid y los suyos desamparada.
pasan, que así se lo aconsejó Álvar Fáñez de De la ciudad por las puertas ya el Campeador
Minaya. se entraba.
"Cid Campeador que en buena hora ceñiste la En la mano Mío Cid desnuda lleva la espada
espada, ya que a Castejón tenemos tendida y a quince mató, de moros que a su paso se
buena celada, encontrara.
vos os quedaréis aquí con cien hombres a la
zaga A Castejón ha ganado con todo el oro y la
y yo haré una correría con doscientos en plata. Ya cargados del botín sus caballeros
vanguardia; con Dios y con vuestra suerte será llegaban, déjanselo a Mío Cid, que no lo
la empresa ganada." Díjole el Campeador: aprecian en nada.
"Muy bien hablaste, Minaya. Mientras iban los doscientos tres hombres de
8
la vanguardia corriendo tierras sin miedo y 25
mucho las saqueaban. El Cid vende su quinto a los moros. No quiere
lidiar con el rey Alfonso.
Hasta Alcalá se pasea la bandera de Minaya
y desde allí dan la vuelta otra vez con la Las riquezas del botín están ya todas juntadas.
ganancia por río Henares arriba y junto a Ha pensado Mío Cid, que en buen hora ciñó
Guadalajara. espada,
De la correría aquella mucho botín se llevaban que acaso el rey don Alfonso tras él mande sus
tanto ganado de ovejas, tanto ganado de vacas, compañas y que a atacarle vendrían todas las
tantas ropas de valor, tantas riquezas sin tasa. reales mesnadas.
Las riquezas del botín manda repartir sin falta
Muy orgullosa se yergue la bandera de Minaya y que los repartidores su recibo a todos hagan.
y no hay nadie que se atreva a atacarlos por la Los caballeros del Cid muy buena porción
espalda. Con rico botín volvía esa valiente alcanzan: le dieron a cada cual unos cien
compaña. marcos de plata,
Miradlos ya en Castejón donde Mío Cid y a los peones les toca la mitad justa y sin
estaba. El Campeador guardado deja el castillo falta. Pero allí a nadie podía venderla ni
y cabalga, a recibirlos salía, le acompaña su regalarla,
mesnada ni quiere llevar cautivos Mío Cid en su
y con los brazos abiertos acoge el Cid a campaña.
Minaya. "¿Estáis aquí ya, Álvar Fáñez, el de la Con gente de Castejón habló, y a Guadalajara
atrevida lanza? En vos puse con razón, al e Hita manda a preguntar por cuánto se la
mandaros, mi esperanza. compraban, aunque muy poco le diesen por
El botín mío y el vuestro júntense, y de la toda aquella ganancia. Ofreciéronle los moros
ganancia os daré la quinta parte, si vos la sus tres mil marcos de plata. Del botín la
queréis Minaya." quinta parte a Mío Cid se le guarda.
Mío Cid aquella oferta muy gustoso la
24 aceptaba. Al tercer día el dinero le fue
Minaya no acepta parte alguna en el botín y entregado sin falta. Pensó entonces Mío Cid
hace un voto solemne. que él y toda su compaña en un castillo tan
chico no pueden tener morada, defenderlo sí
podrán, mas les faltaría el agua.
"Mucho que os lo agradezco, Campeador "Vencidos están los moros, la paz con ellos
afamado: de este quinto del botín, que ponéis firmada, el rey Alfonso atacarnos podría con
entre mis manos por contento se daría hasta su mesnada.
Alfonso el Castellano. Dejar quiero a Castejón, óiganme todos,
Pero yo os lo devuelvo, Mío Cid, en paz Minaya.
estamos. Quiero prometer a Dios, a Aquél que
está allí en lo alto,
que mientras yo no me harte, montado en mi
buen caballo, de lidiar bien con los moros y
vencerlos en el campo, hiriéndolos con la
lanza, poniendo a la espada mano, mientras no
vea la sangre chorrearme codo abajo
estando delante el Cid, ese guerrero afamado,
ni tomará ni un dinero del Campeador mi
mano.
Ya me quedaré con algo si es que algo bueno
os gano, pero todo esto de ahora para vos,
buen Cid, guardadlo."

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