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CULTURA

JOHN BROCl(MAN, ed.

Traducción de
David León

CRÍTICA
BARCELONA
Richard Foreman, dramaturgo y director de vang11ardia, obse- ~o
quió a Edge con una declaración y una pregunta en «Tortitas hu-
1Evo~1.1dón ele ia cu!t1,1ra
manas» (2005). La primera figura en el programa de su obra The
gods are pounding rny head («Los dioses 1ne están machacando el Daniel C. Dennett
cerebro»), y la segunda constituye 1lna puerta de entrada al futuro.
George Dyson, futurista consagrado a la historia, respondió con Filósofo, profesor universitario y codirector del Centro de
ou-a pregunta en «La red de Giidel a Google» (2005): Estudios Cognitivos de la Universidad de Tufts, autor de Romper
el hechizo: Ja religión canto fenchneno natural.
Tal con10 lo describe Richa:i;d Foren1an de un modo tan hern1oso, nos
han convertido en tortitas instantáneas, en sinapsis in1predeciblcs,
aunque críticas desde el punto de vista estadístico, <le1 conjunto de la L. as culturas evolucionan. En cierto sentido, se_ trata de una obvie-
red que va de GOdel a Google. ¿Nos pertenece la mente (tal como lo dad, y en otros, de la afir1nación de una u otra teoría de la cultura
expresaría [Lewis Fry) Richardson) que resulta de ello? controvertida, conjerural y no confirmada. Pense1nos en el inven-
tario cultural que pueda presentar una sociedad en un momento
En «La era de los informívoros» (2009), Frank Schirrmacher, determinado, como, por ejemplo, el año J900 d. C. En él deberían
autor, periodista e intelectual alemán de relevancia, afirn1a: incluirse todas las lenguas, las prácticas, las ceren1011ias, los edifi-
cios, los Inétodos, los útiles, los mitos, la 1núsica, el arte, etc., que la
Nos encontran1os, a ojos vistas, en una situación en la que la tecnolo- componen. Con el tiempo, dicha relación irá cambiando. Hoy,
gía 1noderna está cainbiando la forma de conducirse, de hablar, de transcurrido un siglo, habrán desaparecido algunos elementos, en
reaccionar, de pensar y de recordar del hon1bre, y no solo en el plano tanto que otros habrán tendido a multiplicarse, fundirse, transfor-
teórico, sino cu_ando conocef!l.OS a otras personas, cuando de pronto marse ... , y además habrán aparecido otros muchos que no existían.
empeza1nos a olvidar cosas, cuando de repente depende1nos de nues- El registro al pie de la letra de este inventario cambiante a lo largo
tros chisn1es para acordarnos de ciertas realidades. Este es so1o el prin- de la historia no constituiría una ciencia, sino _más bien una base de
cipio, una experiencia sin n1ás; pero si uno se detiene a pensarlo, a datos. Esa es la obviedad: las culturas evolucionan con el tiempo.
considerar su propio co1nportamiento, repara de súbito en que está Nadie discrepará de esta afirmación. Ahora, vamos a enfocar el as-
ocurriend-o algo funda1nental. En Edge hay un con1entario que ine en- pecto controvertido: ¿cómo debe1nos explicar las tendencias que
canta¡ la respuesta que 9freció Daniel Dennett a la pregunta anual de se verifican en esta base de datos? ¿Hay alguna teoría o modelo de
2007: para él, tene1nos una explosión demográfica de ideas y faltan evolución cultural sólidos?
cerebros dispuestos a hacerse cargo de ellas.

Jobn Brockman 1. ¿Ciencia o narración?


Editor, Edge.org
Cabe la posibilidad de que las únicas pautas susceptibles de ser ha-
lladas en la evolución cultural rehúyan toda explicación científica.

XVlll John Brodnnan


De hecho, habrá quien esté dispuesto a calificarlas de estructuras nen, sin 1nás, «ru1a condenada cosa tras otra»-, bien por ser tan
narrativas y no científicas. Sin embargo, aunque evidente1nente predecibles que resultan aburridos. Las buenas historias se hallan
hay en esto algo de verdad, lo cierto es que no se sostiene del todo, siempre entre lo aleatoi-io y lo cotidiano; en ellas, los 1nomentos de
ya que 1nuchas estructuras científicas son i:ambiéÍl estructuras his- sorpresa cobran sentido al contemplarlos de manera retrospectiva,
tóricas, y, como tales, se exponen y se explican, a su manera, de en el marco que proporcionan los menos sorprendentes. El punto
forma narrativa. La cosmología, la geología y la biología son cien- de vista desde el que podemos entender estas narraciones es lo que
cias históricas. El notable biólogo D'Arcy Thompson dijo en cier- yo llatno actitud intencional: la estrategia de analizar el fluir que si-
ta ocasión: «Todo es con10 es porque ha adoptado esa for1na». Si guen los acontecimientos hacia los agentes y sus acciones y reacciones
estaba en lo cierto, si todo es cotno es por haberse convertido en racionales. 1.~ales agentes -gentes, en este caso--- acf:lían por deter-
ello, toda ciencia debe ser, en parte, histórica. No faltará, sin em- 1ninados niotivos, y su proceder puede predecirse, hasta cierto pun-
bargo, quien sostenga que no toda la historia -toda descripción to, catalogando sus razones, sus creencias y sus deseos, y calcula.11-
de acontecín1ientos conforn1e a una secuencia te1nporal- es na- dO cuál puede ser, habida cuenta de aquellos motivos, la acruación
rrativa. La historia del hombre es única por 1nanifestar estructuras inás racional en el caso de cada agente. En ocasiones resulta evi-
que requieren un n1odo diferente de discernimiento: un discerni- dente cu-ál va a ser, y la narración, predecible (o verdadera), resulta
miento hern1enéuticoi un Ve'rstehen o -tenga por cierto el lector poco interesante e inst1uctiva. Por tomar un ejemplo lÍtil por su
que los alemanes poseen un buen número de palabras para afirma- sencillez: una partida concreta de ajedrez será atractiva si nos sor-
ciones como esta- GeisteS'dJissenschaft (que podrían1os traducir, prenden bien lo adn1irable de unos n1ovitnientos que superan
aproximada111ente, con10 «ciencia del espíritu»). A n1i ver, esto nuestros propios cálculos en cuanto a cuál sería la acción más ra-
también tiene su parte de verdad: existe de veras un género parti- cional, bien los errores que habíamos juzgado demasiado despre-
-cular de discernin1iento que se en1plea para dar sentido a las nafi~a­ ciables para tener en cuenta.
ciones _relativas a los agentes humanos, Tan1bién hay que recono- Lo dicho es aplicable al mundo, más amplio, de la actividad hu-
cer que lo que caracteriza a un buen relato es que sus episodios no mana. Si no nos parece interesante el que Jane haya ido al super-
se desarrollan a modo de consecuencia prevista de leyes_ generales n1ercado n1ientras volvía a casa tras salir de trabajar es, precisa-
y condiCiones iniciales, sino de for1nas delicíosa1nente inesperadas. mente, porque se desarrolla de un 1noclo n1uy predecible a partir
Estos hechos importantes, ernpero no de1nuestran que la evolu-
1 de la actitud intencional: hoy, dadas sus circunsta11cias, no ha topa-
ción cultural sea inasible para la ciencia y deba, por lo tanto, abor- do con ninguna opción atractiva. E,n otros casos, sin embargo, la
darse en cualquier otro ámbito de análisis, sino que la intelección acción más racional de un agente dista de ser obvia y puede resul-
hu1nanista de narraciones y la explicación científica de procesos tar punto 1nenos que incalculable. Cuando se nos of~·ecen estas na-
vitales, pese a las diferencias de estilo y finalidad que las separan, rraciones, nos sorprenden1os -y nos deleitamos u horrorizarnos
co1nparten w1a 1nisn1a médula lógica. Tal circunstancia se hace en otros casos- por el resultado.· Aunque en retrospectiva tiene
patente cuando examinamos el modo especial de entendimiento al sentido, ¿a quién se le podía haber ocurrido que Jane iba a decidir
que reculTimos al seguir-y al crear- narraciones de calidad. hacer semejante cosa? J.,a inmensa mayoría de los actos humanos
Los relatos rriediocres lo son bie11 por constituir una serie sin racionales habituales no serviría para hacer una buena novela, y sin
sentido de episodios dispuestos en orden temporal -que expo- embargo, es esta narración rutinaria lo que i1os brinda la estrucru-

2 Daniel C. Dennett Evolución de la cultura


ra de fondo que nos permite hallar sentido, al volver la vista atrás, a nando? Los proveedores de los bienes, y aquellos a los que recu-
los caprichos enign1áticos con que topan1os, así como predecir las rren en busca de ayuda, etc. Visto así, por lo tanto, el poder <<re-
i complicaciones a que darán lugar cuando choquen los trenes de plicativo» de varios bienes culturales -ya sean botellas de
los aconteciinientos que han puesto en marcha. Coca-Cola, estilos arquitectónicos o credos religiosos- se mide
1
i· El modelo tradicional empleado por los historiadores y los an- en el mercado de los cálculos de coste y beneficios efectuados por

1
tropólogos para tratar de explicar la evolución cultural emplea la los individuos.
actitud intencional en cuanto 111arco explicativo. Estos teóricos También los biólogos pueden descifrar la evolución -en un
tratan la cultura como una realidad compuesta de bienes, de pose- sentido neutro- de los rasgos del mundo natural tratándolos
siones que las personas administran de n1odos diversos, sabia o in1- con1o bienes que pertenecen a integrantes diversos de distintas es-
prudentemente. Estas preservan a conciencia tradiciones co1no las pecies: el aliento el nido, la 1nadriguera, el territorio, la pareja (o
1

de encender fuego, construir viviendas, hablar, contar, buscar jus- las parejas), el tiempo y la energía de cada uno. Los análisis de cos-
ticia, etc. Co1nercian con efectos culturales con10 hacen con otros te v beneficios arrojan cierta luz sobre la gestión de recursos que
bienes. No cabe duda de qne algnnos de aquellos son también bie- ef~ctúan los especín1enes de las especies que comparten un medio
nes: carros, pasta, recetas para un pastel de chocolate ... , y en con- con1ún.* Aun así, no toda «posesión» se considera un bien: la su-
secuencia pode1nos trazar su trayectoria mediante las herra1nientas ciedad y la mugre que se acumulan en el cuerpo de cnalquier indi-
propias de la econo1nía. Desde esta perspectiva, resulta evidente viduo, por ejemplo, por no hablar de las moscas y las pulgas qne las
qne las entidades culturales apreciadas se verán protegidas a ex- acompañan, carecen de todo valor positivo. Los biólogos no sue-
pensas de las menos estimadas, y que se dará un mercado competi- len considerar bienes a estos polizones, a no ser que sean manifies-
tivo en el que los agentes «Comprarán» o «venderán» géneros cul- tos los beneficios que de ellos se derivan (si bien cabe pregnntarse
turales. Si una culrura particular se ve invadida por un método por obrn de quién).
nuevo de- construGción arquitectónica o de cultivo, o por un estilo Este punto de vista tradicional explica, sin lugar a dudas, mu-
nuevo de música, será porque las personas que la integran perci- chos rasgos de la evolución cultural y biológica, aunque no resulta
ban en ellos ciertas ventajas. revelador de manera uniforme ni tampoco es forzoso. Qniero de-
Este 1nodelo entiende que dichas personas poseen una racio- mostrar en qué grado pueden obtener provecho los teóricos de la
nalidad autónoma: basta desposeer a una de ellas de sns bienes cultura ~historiadores, antropólogos, economistas, psicólogos,
para dejada desnnda pero racional y cargada de deseos funda- etc.- de la adopción de una perspectiva diferente en relación con
tnentados. Cuando se viste, se artna y se aprovisiona de aquellos estos fenómenos. Se trata de una aplicación distinta de la actin1d
para que se haga mayor su poder y se compliquen sus deseos. Si intencional, en la que la cuestión del czti bono signe ocupando el
proliferan en todo el mundo las botellas de Coca-Cola es porque
cada vez hay más individuos que prefieren cornprar este refresco. ~ Claro estii que no tiene por qué darse por supuesto que tales organismos ton1an decisio~
nes conscientes; pero el c:irácter racional, que lo es, de las «decisiones» que :idoptan se
Puede ser qne los engañe la publicidad, pero entonces miramos a
funda en el beneficio que espera recibir el organismo individual. Véase Elliott Saber YDa-
los publicistas, o a quienes los han contratado, a fin de dar con vid Sloan Wilson, l!,'l com¡J01·tt1111Je11to altruista: evolución y psicologfn (Siglo XXI, lVIaddd,
los agentes de relieve cuyos deseos fijan los valores de nuestros 2000), en donde se abordan de un modo digno de atención los beneficios genéticos, indivi-
cálculos relativos a costes y beneficios, Cui bono? ¿Quién salega- duales y colectivos de dicha toma de decisiones.

4 Daniel C. Dennett Evolución de la cultura


lugar de honor que le corresponde y que, sin embargo, puede brin- plicador, este permanecerá en su lugar, seductor tal vez, aunque
dar respuestas alternativas que a n1enudo se pasan por alto. Me re- incapaz de explicar nada.
fiero a lo que Richard Dawkins considera elpunto de vista del meme, * Contempla1nos. a una hortniga que se encarama con no poco
que reconoce -y toma muy en serio- la posibilidad de que las empeño a una brizna de hierba y nos preguntamos: ¿por qué lo
entidades culturales evolucionen conforme a regímenes de selec- hace?; ¿por qué despliega tal capacidad de adaptación?; ¿qué bien
ción que solo cobran sentido cuando, co1no respuesta al cui bono, obtiene de semejante acto? ... Y no es eso lo que debemos plantear-
son los propios caracteres culnirales los que se benefician de las nos, pues nuestro insecto no adquiere provecho alguno. ¿No se
adaptaciones que exhiben.** habrá sorbido el seso? Pues más o nl.enos: más bien, se lo ha inva-
dido un trematodo llamado Dicrocoelizmz dendriticum, un parásito
diminuto perteneciente a la cuadrilla de los que necesitan introdu-
2. Los memes como virus culturales cirse en el intestino de una oveja para reproducirse: igual que los
saln1ones nadan contra la corriente, estos gusanos invasores hacen
Siempre que se habla de costes y beneficios debemos preguntar- que las hormigas suban por la hierba a fin de aumentar la probabi-
nos: Cui bono? ¿Quién sale ganando? Por sí mismo, el provecho no lidad de que pase por allí uno de aquellos rnmiantes. • En conse-
constin1ye explicación alguna: situado en el vacío configura, de cuencia, los que se benefician no son las expectativas de reproduc-
hecho, algo semejante a un misterio. Hasta que pueda demostrarse ción del insecto, sino del tre1natodo. **
cómo redunda en la mejora del poder de réplica que posee un re- Dawkins propone pensar en los caracteres culturales, o 1nen1es 1

como parásitos. De hecho, son más como un simple vims que co-
1no un gusano. En teoría, los n1emes son análogos a los genes en·
* El 11~e1ne es, para D;iwkitL~, el equhr:1lente del gen en el á1nbito de la transtnisión cul~ral;
~_decir: la unidad mínima dot:ida de infonnacióu que pasa de un individuo, una gencra- cuanto entidades replicadoras de los medios culturales, aunque
cion, etc .., a otro. (N. t!el t.) ta1nbién poseen vehículos, o fenotipos: son con10· genes no tan
*" Saber YWilson, 1998, p. 171, ponen de relieve fa existencia de cierta itnperf~cción en su desnudos. Son con10 virus.*** En lo básico, un virus no es más que
n1odclo de evolución cultm·al: ~Podc111os decir que el comportamiento no funcional [rclati- una cadena de ácido nucleico con carácter, con1.o un guardapolvo
v~l a fa aptilu<l de! ser humm10 individual o_como grupoJ debería ser 1nás con1ún en Ja espe-
cie huniana que en cualquier otra, aunque no por qué ha evolucionado uno µarticular en
de proteínas. Por su parte, el viroide es un gen aún más desnudo.
una cultura detcrn1i11ada. Este género de entendiiniento requiere, tal vez, un conocilniento De igual modo, el meme constituye un paquete de información
histódco detallado de la culrura, y podría darse el caso de conductas que havan evoluciona- con carácter; es decir: con cierta envoltura fenotípica que influye
do por 1nera casualidnd». La de los 1nemes de Dawkins, tal como se esboza ~on brevedad en
l~n capítulo de Richard Dawkins, EL ge11 rgoístn (1.,abor, Barcelona, I 979), apenas puede con-
siderarse una teoría, en particular si se compara con Jos modelos de evolución cultural desa- * Rid!ey, 1995, p. 258.
rrollados por otros biólogos· como Caval!i-Sforza y Feldman (1981); Luinsden y \:Vilson ~~ En un sentido estricto, quienes ven favorecidas sus probabilidades de reproducción son
(1981), Y Boyd Y Richerson (l 985). A diferencia de estos, Dawkins no ofrece desarrollos los genes del gusano~ 1nejor, los de su «grupo-, raque, tal como señalan Sobery \Vil-
fonnalcs, nlo<lelos matemáticos, predicciones cuantitativas ni análisis sisteináticos de ha- son (1998, p. 18) al recurrir al D. dmtriticu:m con10 ejeinplo de proceder altruista, el que
llazgos ernpúicos relevantes. Sin embargo, sí que presenta una idea que todos Jos deinás to1na los mandos del cerebro de la honniga es algo se1nejante ~ un piloto kamikazc, pues
obvian, incluidos Sobe~y \:\'ilson, y que, a ini ver,-reviste una gran in1portancia pues consti- 1nuere sin posibilidad alguna de transmitir sus propios genes en tanto beneficia a los cuasi
tuye la el.ave para entend~r nuestra condición no solo de salvaguardias y transmisores de clones que, por reproducción asexual, se han instalado en otras p:irtes del insecto.
cultura, s1110 ta1nbién de en~dades culturales en todo mo1nento. "u Richard Dawkins, El gen egoísta, Labor, Barcelona, 1979.

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Daniel C. Dennelt Evolución de Ja cultura
en sus probabilidades de réplica. (¿De qué está hecho un meme? gativo, aunque sí nos es dado explorar con modelos las consecuen-
De información, susceptible de ser transmitida por cualquier ine- cias de dichos 1únites.
dia físico. Hablaremos de ello más adelante.) Cabría suponer, pues, que los memes se presentan timbién en
En el reino de los memes, el beneficiario último, al que hay que estas tres formas. Eso significa, por ejemplo, que sería erróneo
aplicar los cálculos definitivos sobre costes y beneficios, es el pro- asumir que la «selección cultural>-> de un rasgo sea siempre «por
pio n1eme) y no sus portadores. Esto no debe entenderse como una motivos legítii11os» por el beneficio que se supone -con o sin ra-
1

aseveración einpírjca enérgica que excluya, por ejen1plo, la fun- zón- que otorga al anfitrión. Siempre pode1nos preguntar si este,
ción que desempeñan los agentes humanos individuales a la hora en el presente caso los agentes hu1nanos que ejercen de vectores,
de concebir, valorar y garantizar la propagación y prolongación de perciben algún bien y -estén o no en lo cierto- coadyuvan a la
Caracteres Culturales. rfal COITIO he dicho ya, el punto de Vista tra- preservación y la réplica del atributo cultural en cuestión; si bien
dicional sobre la evolución cultural explica de un modo espléndido debemos prepararnos para que la respuesta sea negativa. Dicho de
muchas de las pautas que deben observarse. Mi propnesta se basa, otro modo: debemos considerar como posibilidad real la hipótesis
más bien, en la adopción de una perspectiva desde la que poder de que los anfitriones humanos sean, de nlanera individual o en
co1nparar una an1plia variedad de asertos en1píricos diferentes, in- grupo, poco conscientes de algunos de los caracteres culturales,
cluidos los tradicionales, y las pruebas que los sustentan consideradas indiferentes o aun contrarios a ellos, aun cuando ello no signifique
en un n1arco neutro, en el que considerar tan polémicas preguntas que puedan ser aprovechados por estos en calidad de vectores.
sin prejuicio algnno. Los casos m;ís conocidos de transmisión y evolución cultural
La analogía del trematodo nos invita a considerar un meme -los que suelen estir en el centro de atención del público- son
como el parásito que se apodera de un organismo para beneficiarse ·. innovaciones que, sin ser notados, suponen un beneficio directo o
de las posibilidades de reproducción que le brinda, aunque debe- indirecto a la capacidad genética del anfitrión. Con un anzuelo me-
ríanios recordar que semejantes autoestopistas o simbiontes pue- jor se pescan más peces, se alünentan tnás estómagos, se consi-
den clasificarse en tres categorías fundamentales: gue que sobreviva un nú1nero 1nayor de-nietos, etc. La única diferen~
cia que existe entre unos brazos más fuertes y un anzuelo mejorado
e parásitos, cuya presencia disminuye las capacidades del anfi- en el cálculo (supuesto) del impacto que tienen sobre la capacidad
trión; se da en que aquellos pueden transmitirse de forma bastante direc-
0 comeizsales, cuya presencia es neutra -aunque, tal cozno nos ta a través de la línea gernlinal, en tanto que este debe hacerlo, ne-
recuerda la etiino_logía, «Comparten mesa con él»-, y cesaria1nente, por vía cultural. (La fortaleza de los brazos también
.., nzutualistas, cuya presencia aumenta las capacidades tanto del tiene esta última posibilidad: así, por ejemplo, la existencia de una
huésped como del anfitrión. tradición culturista podría explicar por qué en determinada pobla-
ción se da un componente hereditario -genético- insignificante
Dado que estas variantes se encuentran dispuestas a lo largo de en lo tocante a los brazos fuertes en adultos y, sin embargo, una
un continuo, las línea_s.que las dividen no siempre están bien deli- incidencia estadística muy elevada de tal rasgo.) Con todo, sea cual
mitadas. No hay prueba práctica alguna que pueda medir de forma sea la forma de transmisión de estos elementos, los dos se tienen
directa el punto en el que el beneficio se vuelve nulo o se hace ne- por un avance positivo desde el punto de vista de la capacidad ge-

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8 Daniel C. Dennett Evolución de la cultura
nética. Este, no obstante, podría resultar miope; es decir: bueno do, con un grado de previsión impresionante, cómo obtener lo que
solo a corto plazo. Al cabo, auu la agricultura puede, a la larga, desea. Este sigue siendo el 1nodelo tradicional de evolución cultu-
constituir un progreso dudoso si lo que se toma como el bien ma- ral, en el .que las perso11as ad1ninistran sus bienes a fin de obtener
yor es la aptin1d darwinista.* ¿Qué alternativa~ existen? una cantidad máxima de lo que prefieren, y deben sus preferencias
En primer lugar, debemos señalar que, a corto plazo -desde el de un modo n1uy directo de su herencia genética. Con todo, este
punto-de vista de la evolución, o lo que es igual, de unos cuantos mismo proceso de cálculo racional pnede desembocar en posibili-
siglos y aun 111ilenios-~ puede florecer detertninado ele111ento en dades más interesantes. Al ver su vida complicada por dicho agen-
una cultura no tanto por favorecer o no de verdad a la aptitud ge- te, Jane adquirirá, casi con toda certeza, preferencias nuevas que
nética como por hacerlo en apariencia. Aun si pensa1nos que el constituyen, en sí misn1as, simbiontes de 'trans'~si_ón. cultural de
aumento de la aptitud darwiniana es el principio del que se alirnen- un género u otro. Su condición golosa la llevará a -hacerse con un
ta el motor de la evolución cultural, deberemos buscar un meca- libro de cocina que, a su vez, la inspirará· pai-a inscribirs·e en un cur-
nismo más rápido, n1ás inrnediato de retención y transn1isión. No so de artes culinarias, que resulta estar tan inal organizado que
es difícil. La genética nos ha dotado de cierta predisposición en lo Jane acabará por crear una plataforma de protesta estudiantil, en la
referente a la calidad de cuanto nos rodea: hay cosas que nos com- que tiene tanto éxito que la invitarán a dirigir un tnovinllento en
placen y cosas que no. Por lo común, nos dejamos guiar por e] si- favor de la reforma edncativa, para lo cual sería de gran utilidad
guiente principio: si te satisface, quédatelo; aunque huelga decir contar con un título de Derecho, y así sucesivamente. Cada n1eta
que esta regla tosca y fácil puede contravenirse. El de ]a tendencia nueva tendrá que abrirse camino por sí 111is1na hasta alcanzar la
a ser goloso es un ejemplo habitual: la explosión de caracteres cul- esfera de los memes explotando algún género de preferencia esta-
turales -productos, prácticas, recetas, usos agrícolas, rutas co- blecida de a11te1nano; pero este proceso reiterativo, que puede ve-
merciales ... - que dependen de forma no poco directa de la el<plo- rificarse a una velocidad de vértigo en comparación con el paso de
taci<?n de ~ste rasgo ha tenido, tal vez, un efecto neto negativo tortuga de la evolución genética, p~1ede transformar a los agentes
considerable en la aptin1d genética del ser humano. Nótese que humanos de forma indefinida hasta llevarlos muchísin\o más allá
explicar la aparición de tales atributos culturales recurriendo a los de sus co1nicnzos genéticos. En un pasaje citado con frecuencia,
beneficios «evidentes» que tiene para Ja capacidad genética no nos E. O. V!ilson aseguraba lo cohtrario: «Los genes tienen a la cultura
obliga, en absoluto, a afirmar que los individuos piensru1 estar au- asida por la correa, y aunque esta es muy larga, constriñe de mane-
mentando dicha aptitud cuando adquieren azúcar y la consumen. ra inevitable los valores conforme a los efectos que puedan tener
La base lógica no es de ellos, sino de la madre nannaleza: ellos se sobre el repertorio genético humano».*
limitan a elegir lo que les gusta. Con todo, la traílla de la que habla Wilson tiene una longitud
Con todo, dado lo que quiere de forma innata el ser humano lo indefinida y es por demás elástica. Pensen1os en el inmenso espacio
'
cierto es que este suele resolver, de un n1odo ingenioso y, a menu- de entidades, prácticas y valores culturales imaginables. ¿Habrá al-
gún rincón de dicha extensión que resulte de todo punto inalcan-
~ Véase Jared Dia1~1ond, Ai·nws, gérmenes]' acero, Debate, Barcelona, 1998, en donde se zable? Que yo sepa, no. Las constricciones de las que habla Wilson.
ofrecen reflexiones fas~i.nantes sobre los inciertos beneficios del hecho de abandonar el es-
tilo de vida propio de los. cazadores-recolectores. ~ Vi'llson, 1978,p.167.

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1)anid C. Dennett Evolución de la cultura 11
pueden emplearse en favor propio, explotarse y mitigarse de tal Los que proliferan son los que se replican de un modo u otro,
modo en una cascada inter1ninable de productos y subproductos por las buenas o por las malas. Cumple imaginarlos entrando en el
culturales, que bien podría haber bocacalles en cada punto de di- cerebro de Jos integrantes de una cultura y provocando alteracio-
cho espacio de posibilidades concebibles. Lo que quiero dar a en- nes fenotípicas en él antes de participar en el gran torneo de la se-
tender es que las contingencias culturales están menos constreñi- lección; no del que pone en juego la aptitud genética darwinista
das que las genéticas. Podemos articular argumentos biológicos -pues la vida es demasiado corta para ello-, sino el de la capaci-
persuasivos en favor de la inverosimilitud extrema de ciertas espe- dad rnemética dawkinsiana. Lo que sale a la palestra es su aptitud
cies imaginables -caballos voladores, unicornios, árboles parlan- en calidad de meme, y no la capacidad genética de su anfitrión.
tes, vacas carnívoras, arañas grandes como ballenas ...- ; pero ni Y el entorno que encarna las presiones selectivas que deter1ninan
Wilson ni ningún otro autor han ofrecido, que yo sepa, fw1dan1en- su capacidad se compone, en gran medida, de otros me1nes.
tos co1nparables para creer que existen obstáculos similares a las ¿Por qué soportan tal cosa sus anfitriones? ¿Por qué deberían
trayectorias que pueda uno concebir en los confines del diseño cul- asun1ir los especímenes de H. sapiens los costes generales que-supo-
tural. Muchos de estos puntos ilnaginables serán, sin lugar a dudas, ne la creación de un sistema totalmente nuevo de reproducción
callejones sin salida en lo genético, en el sentido de que cualquier diferencial? Téngase en cuenta que la pregunta que debe formu-
linaje de Humo sapiens que pueda llegar a ocuparlos acabará por larse y contestarse aquí es análoga a la que hacemos en lo referente
extinguirse en consecuencia; au11que esta eventualidad funesta no a cualquier relación establecida entre un simbionte y su anfitrión:
constituye barrera alguna a la evolución y la adopción de tales rne- ¿por qué debe soportarlo este último? Y la respuesta más breve es
mes en la fugaz línea del tiempo de la historia cultural.* Voy a tratar que resulta demasiado costoso de erradicar, aunque eso solo signi-
de combatir la metáfora de Wilson con una de cosecha propia: los fica que los beneficios obtenidos por el n1ecanis1no que están ex-
genes, 1nás que una traílla, constituyen una platafor1na de lanza- \ plotando los parásitos son tales que el de mantener a aquel y tole-
miento desde la que es posible llegar a casi cualquier parte por una rar a estos -en la medida en que son tolerados- ha constituido,
u otra de las rutas tortuosas que se extienden ante ella. Es, precisa- hasta entonces, el mejor acuerdo posible. Y con independencia de
mente, para explicar los patrones que se dan en la evolución cultural que, a la larga -habla1nos de inillones de años-, se considere esta
y no es,tán determinados de forn1a n1arcada por las fuerzas genéti- infestación mutualis1no, co1nensalismo o parasiti~mo, a corto pla-
cas para l? que necesitamos la teoría de los men1es. zo Jos resultados han sido espectaculares: la creación, nada menos,
de un nuevo tipo de entidad-biológica: una persona.
Boyd }' Richcrson (1992) ponen.de manifiesto que «casi toda conclucra puede volverse
k
Me gusta co1nparar este desarrollo con la revolución que se pro-
nonna! en el seno de un grupo social si se ve lo bastante sustentada por las uonnas sociales»
(Saber Y '"'ilson, 1998, p. 152). Dado que nuestra constitución biológica nos predispone
dujo entre las bacterias hace unos mil millones de años cuando las
con firmeza a valorar la salud, los alimentos nutritivos, la prevención del daíi.o físico)', por células procariotas, relativamente sencillas, se vieron invadidas por
supuesto, la procreación de una descendencia nu111erosa, cualquier teórico que se encontra- algunos de sus vecinos. Los grupos endosimbióticos resultantes
se aislado del inundo podría suponer por demás ünprobable que ningún grupo hunrnno
eran más aptos que sus hermanos no infectados, y prosperaron en
fuese a seguir una moda favorable, pongamos por caso, a la fragilidad corporal o la bulünia,
la perforación de ciertas partes del cuerpo, el suicidio o el celibato. Si pnicticas cmno est<.1s
consecuencia. Estas células eucariotas, que vivían al lado de sus pa-
conttavienen de fornia tan pateflte nuestras propensiones üu1atas, ¿en qué aspectos podr.í rientes procariotas siendo muchísimo 1nás complejas, versátiles y
ejercer constricción seria _¡¡lguna fa correa de la que habla Wilson? competentes que ellas gracias a sus polizones, abrieron las posibili-

12 13
Daniel C. Dennett Evolución de la cultura
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ll/1! !
H¡:i¡ dades de diseño de los organismos multicelulares. De igual modo, que efectúan criadores y agricultores ele forma deliberada, progra-
!111/i la aparición de homínidos infectados por la cultura ha abierto otra mada e intencionada. Conllenza, en resumidas a1entas, en un te-
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!1.,.', f
'
región del espacio de disefio hasta entonces desierta y no hollade- rreno familiar y poco contmvertido en el que sabe que sus lectores
ra. Convivimos con nuestros hermanos anitn~les, siendo, sin em- estarán de acuerdo con él:
bargo, muchísimo más complejos, versátiles y competentes. Tene-
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. 1
i i mos el cerebro mayor, sin duda, aunque debe su poderío, sobre No poden1os suponer que todas las razas se produjeron de pronto, tan
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todo, al hecho de haberse visto infestado por memes. Al aliarnos perfectas y útiles como las ve1nos ahora; de hecho,_en varios casos,_sa-
11,·1 con nuestros propios i11en1es, creamos candidatos nuevos para ser ben1os que no ha sido esta su historia. La clave está en la facultad que
1 i recipiente de los beneficios, nuevas respuestas al cui bono.
'1 tiene el ho1nbre de seleccionar acurnulando: la naturaleza ofrece varia-
ii
1
ciones sucesivas, y el ho1nbre las sun1a en cie~ta dirección úti_l para él.*
1

1
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3. la vía darwinista a la ingeniería memética Sin embargo, prosigue, a este proceso añade otro, carente de.
1
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toda intencionalidad y previsión, que él de1:101niila selección inco1_is-
¡1 La teoría de los memes no solo crea puntos de vista nuevos para ciente:
entender los patrones culturales, sino que proporciona la base so-
1 bre ía que responder una pregunta que deja sin resolver el modelo En nuestros tiempos, los criadores de relieve.emplean la selección 1ne-
tradicional de evolución cultural. Este último presupone la exis- tódi.ca con un objetivo claro: crear una variedad nueva, una raza supe-
1
tencia de.una serie de agentes egoístas que centra su atención en rior a todas las que existen en el país. Sin en1bargo, para lo que nos
j comprar, vender y mejorar su suerte. ¿De dónde han venid,o?-Por de
ocupa, reviste una importancia mayor un. género ·selección que lla-
lo común se da por supuesto que se trata, sin más, de aninl1ales y n1aremos inconsciente y que resulta del intento de cada uno por poseer y
que. la cuestión del cai bono debe abordarse, en su caso, en relación engendrar de los individuos animales más sobresa1i~ntes. Así, un hom-
con el impacto que suponen respecto a la aptitud genética, tal bre que pretenda obtener perdigueros tratará, naturahnente, de ha-
como hen1os visto. Sin embargo, cuando las personas adquieren cerse con los tnejores ejen1plares que pued~1 conseguir para después
otros intereses, incluidos algunos contrarios a los genéticos, en- ton1ar los rnás destacados y hacerlos procrear, aunque sin intención ni
tran en un espacio nuevo de posibilidades, algo que no pueden ha- esperanza algunas de alterar la raza ~e inodo pernianente. **
cer los salmones ni las moscas del vinagre. ¿Cuál puede ser el ori-
gen de este colosal río de novedades? Todas nuestras especies domesticas se crearon y refinaron por
Llegados a este punto, tengo para mí que podemos recurrir a la selección inconsciente mucho antes de que existiese la cría delibe-
presentación inicial de la teoría de la selección animal de Darwin. rada, y el proceso continúa aún en el presente. Darwin ofrece de
En el primer capítulo de El origen de las especies, el inglés ofrece su esto un ejemplo famoso:
gran idea n1ediante un mecanis1no expositivo muy ingenioso, un
ejemplo del gradualismo que estaba a punto de abordar. Comienza
* Charles Darwin, The 01-igin of specicr, I-Iarvard University Press, Cambridge (Mássachu-
hablando no ele la selección natural -que era adonde quería lle- sctts), 1964 (cd. facsimilar), p- 30. ' '
gar-; sino de 10 ,que llamó selección nzetódica, la «mejora de la raza» ~ .. lbid, p. 34.

14 15·
Daniel C. Dennett Evolución de la cultura
r··

No faltan motivos para creer que la variedad de perro de aguas conoci- y las dos modalidades, según señala al fin, no son otra cosa qne
da como del rey Carlos ha sufrido una modificación inconsciente consi- casos especiales de un proceso aún más abarcador: la selección na-
derable desde los tiempos de dicho monarca.* tural, en la que la inteligencia y la elección humanas no tienen peso
alguno. Desde el punto de vista de este género de selección, los
No hay duda alguna de gue la selección inconsciente ha consti- cambios que se dan en el linaje a causa de la selección inconsciente
i' tuido una fuerza fundamental en la evolución de especies domesti-
" 0 metódica no son sino transfor1nacio11es en las que la actividad
cadas.** En nuestros tie1npos, de hecho, se está dando a pasos de humana constituye uno de los agentes selectivos n1ás pro1nine11tes
gigante, y si hacen1os caso on1iso de ella es por nuestra cuenta y del entorno. Co1no hemos visto, no está restringida a las especies
riesgo. El ejemplo más relevante y nefasto es el de la resistencia a domesticadas. El ciervo de cola blanca de Nueva Inglaterra raras
los _antibióticos que desarrollan bacterias y virus. Ténganse en veces exhibe.ya durante su huida el «pabellón blanco» de su inquie-
cuenta también los <<genes de la longevidad» que se han creado de to rabo, que, s~gún es de sobra conocido, observaron sus primeros
forma reciente en anitnales de laboratorio co1no ratones y ratas. cazadores: hoy día, lo más normal es que la llegada de seres huma-
Quizá sea cierto, sin e1nbargo, que buena parte del efecto que se ha nos lo lleve a ocultarse en silencio entre la maleza en lugar de salir
obtenido en estos experitnentos -si no todo- ha consistido, sin corriendo, pues parece ser que el distintivo que enarbolaba lo con-
n1ás en deshacer la selección inconsciente favorable al acorta-
1 vertía en una pieza fácil para los cazadores armados de escopeta.
nllento de la vida a manos de quienes proporciona11 dichos anin1a- Sen1ejante conjunto de procesos diferentes de selección natural
les. La cepa de la gue partieron los investigadores poseía una espe- tiene en nuestros días un integrante más: la ingeniería genética.
ranza de vida Jnenor que sus congéneres salvajes por haber sido ¿En qué difiere esta de la selección metódica de los tiempos de
criada a lo largo de mnchas generaciones para que adquiriesen m¡,a . Darwin? Simplemente, depende menos de la variación preexisten-
robustez y una madurez prematuras para la reproducción, y la rec te en el catálogo de genes y avanza de un modo más directo hacia
ducción .de su existencia fue un efecto secundario involuntario (e nuevos genomas candidatos, sin necesidad de tantas pruebas de
inconsciente).*** ensayo y error ni del tiempo que implican. Darwin lo había señala-
Da1"\\ in señaló que la que. separaba la selección inconsciente de
1
do ya en sus días: <-<t\penas puede el hombre seleccionar, si no es
la 1netódica era una divisoria borrosa y gradual: con gran dificultad, cualquier desviación estructural que no sea vi-
sible en lo externo v de hecho, raras veces se interesa por lo inter-

El ho1nbre que seleccionó por vez prünera una pa10111a por tener una no», y sin e1nbargo hoy los ingenieros genéticos han centrado su
1

cola un tanto mayor no soñó jamás con la transfonnación que iban a atención en las tripas moleculares de los organis1nos que tratai1 de
experiinentar los descendientes de aquel animal merced a un proceso crear. El grado de previsión es más preciso que nunca, y aun así, si
de selección en parte inconsciente y en parte n1etódico. **** nos acerca1nos a las prácticas que se llevan a término en el labora-
torio, toparemos con no pocas pruebas de ensayo y error durante
la búsqueda de las mejores combinaciones de genes.
,. Ibid,p.35.
** Sobre la selección inconsciente de plan ras y anin1alcs do1nescicados, véase Diaiuond, 1997.
Podemos usar los tres niveles de selección genética de Darwin;
*** Daniel Promislow, correspondencia particular. a1nén de nuestra cuarta fase -la íngeniería genética- en cu,anto
'"'*" Danvin, 1964,p. 39. modelo de los cuatro grados de selección memética que se dan en

16 Daniel C. Dennctt Evolución de la cultura 17


la cultura humana. Llevado de cierto espíritu conjetural, voy a es- do a descansar: bu1n, bu1n, bznn ... Y lo hizo sin tener ningún nzotivo
bozar un posible esquema al respecto empleando cierto ejemplo depeso pa.ra ello, sino solo por pasar el rato, acaso como resultado de
que ha planteado más de un reto a no pocos darwinistas y se ha un sistema en.docri.no ligeramente descompensado. El lector po-
convertido, en consecuencia, en un escollo. digno de considera- drá imaginarlo, quizá, como un simple jugueteo nervioso; pero lo
ción: un tesoro cultural que los evolucionistas no osan tocar: la cierto es que los sonidos repetitivos que llegaron a sus oídos resul-
música. Se trata de una manifestación exclusiva de nuestra especie taron representar para él una ligera mejora respecto del silencio.
que, sin e1nbargo, se halla presente en cada una de sus culturas. Su AquelJa acción provocó la reacción esperada, y la' repetición que se
complejidad es manifiesta; su diseño, intrincado, y consume no produjo en consecuencia -bu.1n, buni, bunt ... ~ resultó «gratifi-
poco tie1npo, energía y 1nateriales. ¿Cón10 se originó? ¿Có1no res- cante». Si dejan1os solo a este individu?, ~an1borileando sobre su
ponde a la cuestión del cui bono? Steven Pinker es uno de los darwi- tronco, podríamos decir que acaba de adqüirir,_ ·sin 1nás; un hábito,
nistas que se han declarado desconcertados ante el estudio de los terapéutico tal vez, por cuanto le ha serVid~ pata «aliviar su ansie-
posibles orígenes evolutivos y la supervivencia de la tnúsica, aun- dad», aunque también, con un grado idéntico de probabilidad, un
que tal cosa se debe solo a que la ha abordado a la antigua, buscan- mal hábito, pues, lejos de hacerles bien alguno a él ni a sus genes,
do la contribución que podía hacer a la aptitud genética de quienes explota sin otro fin la anon1alía que parece ~arse en su sistema 1~er­
la hacen y participan en su proliferación.* Aunque acaso exista al- vioso y crea una reacción que dese1nboca en réplicas individtiales
gún aspecto en que sea relevante en este sentido, lo cierto es que de su tabaleo bajo diversas circunstancias. No es necesario atribuir
aquí prefiero centrarme en demostrar que podría haber una expli- a nuestro solista apreciación musical ni perspicacia algunas, ni
cación puramente memética del origen de la música. He aquí, ta1npoco una n1eta) un ideal o un proyecto.
i' pues, mi cuentecillo etiológico, constrnido de forma gradual a par- Al1ora, va1nos a introducir algún que 'Otro <J.ncestro 1nás que
tir de la jerarquía darwiniana de las clases de selección. · acierte a ver v oír a nuestro percuSionista. ·Tal vCz ninguno de los
suyos le pre;te atención, o quizá se tnuestre 101 bastante in·itado
para oblig-arlo a estarse quieto o ahuyentarlo;. aunque también
Selección natural de memes musicales cabe la posibilidad de que, una vez más sin motivo alguno, unoS
cuantos se encuentren con que sus circuitos de ünitación se ponen
Un bu~n día, uno de nuestros priineros ancestros honúnidos acer- en marcha y los impulsan a tamborilear junto con este Adán musi-
tó a golpear con un palo el árbol caído sobre el que se había senta- cal. ¿A qué me refiero cuando hablo de circuitos de imitación?
A cualquier cosa capaz de hacer más probable que improbable la
* «¿Qué benef:icio puede derivarse del hecho de desviar tien1po y energía para dedicarlos n emulación, por un individuo, de la actividad que 'realiza alguien de
fa creación de ruiditos nco1npasados o a abrigar sentimientos de tristeza sin que haya nnier- su misma especie. Un simple reflejo) si se quiere, del que aún po-
to nadie? ... En lo que a causa y efecto biológicos se refiere, la música no tiene utilidad algu-
dernos vislumbrar un resto fósil cuando los espectadores de un .
na» (Steven Pinkcr, llow the núnd works?, 1997, p. 528¡ hay trad. cast.: Cóuto fin1do11a fa
1ne11te, Destino, Barcelona, 2004). Poco después (ibid, p. 538), pone de relieve Jo que úcne la
partido de fútbol no pueden evitar ponerse a dar patadas a un ba-
nu'isica de contra!¡te con el resto de asuntos que rrnta en el libro: «Los he escogido por con- lón imaginario con movimientos análogos a los de quienes están
tener en sí Signos e'_'l.dentes de ser adaptaciones, en tanto que Ja elección de la música se jugando en el campo. Uno puede aducir razones por las que el po-
debe a que n1ucstra inPicios manifiestos de no serlo».
seer tal propensión imitativa deba considerarse una adaptación va-

18
Daniel C. Demiett Evolución de Ja culLunt 19
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1111
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liosa -por aumentar Ja aptitud geneuca de quien da muestras Permita el lector que me detenga a formular la siguiente pre-
de ella~; sin e1nbargo, si bien tal cosa es adn1isíble y aun se acepta de gunta: ¿de qué está hecho un hábito? ¿Qué es lo que se transmite
forma amplia, la verdad es que, en un sentido estricto, resulta in- de un individuo a otro cuando se copia uno de aquellos? No se tra-
necesaria para mí relato. El deseo irresistible de en1ular a un con- tá de nada tang·ible; no es ningún paquete n1aterial, sino simple
génere podría ser también una consecuencia sin funcionalidad al- información: Li información que da lugar al patrón de comporta-
guna de cualquier otro rasgo de adaptación del sisten1a nervioso miento que se reproduce. Los virus culturales, a diferencia de los
hun1ano. Vainas a suponer, pues, que por 1111 inotivo cualquiera, el biológicos, no están_ ligados a ningún 111edio de transmisión física
hábito de tabalear es, sin más, contagioso: cuando un hon1ínido particular.*
cornienza a hacerlo, no tardan en in1itarlo otros. Esto podría ocu-
rrir, y así, es posible que quede instaurada en detern1inada co1nu-
nidad una práctica inútil, despojada de todo provecho en lo relati- Selección inconsciente de memes
vo al incren1ento de la aptitud de una raza. Y aun podría ocurrir
que fuese no ya itnproductiva, sino contraproducente, toda vez que Sigan1os con nuestro relato ..Entre los percusionistas, hay algunos
el ruido a que da lugar ahuyenta el alimento o supone un gasto de que con1ienzan a canturrear, y de todos los tarareos distintos, los
cantidades considerables de una energía por demás preciada. En hay n1ás contagiosos que otros. Sus autores no tardan en trocarse
tal caso, ta1nbién es posible que actúe como una enfern1edad, que en el centro de atención en cuanto origen de aquella nueva prácti-
se propaga solo porque puede propagarse y se mantiene en el ca. Entonces comienza una co1npetición entre los diversos patro-
tiempo mientras pueda dar con hospedadores a los que infectar. Si nes de canturreo, en la que podemos reconocer la transición gra-
fuese perniciosa en este sentido, acabarían por evolucionar hábitos dual a la selección inconsciente. Supongan1os que sienta bien eso
diferentes menos perjudiciales -menos vimlentos- que la sustic de atraer la atención de los demás por se1nejante n1edio, con inde-
tuyeran sü1 mqdificar el resto de circunstancias, pues tendería a pendenc.-ia de que mejore o no ligeramente la aptitud genética
dar con a11fitriones sanos disponibles a los que migrar. Y claro -cosa que bien podría hacer, claro está: acaso las n1ujeres tiendan
está, se1nejante hábito podrla llegar a proporcionar un beneficio a mostrarse más receptivas con quienes han dado principio a los
evidente a sus anfitriones -si aun1entase, por ejemplo sus proba- tarareos que han conocido más aceptación-. Entre los virus y
bilidades de reproducción, sueño compartido por los músicos de otros patógenos, por cierto, se verifica el mismo paso de la selec-
todo el mundo que bien podría ser real o, cuando menos, haberlo
sido en el pasado-. Sin embargo, el de brindar tal suerte de pro- * f<.:Sla diferencia, en can1bio, no es tan decisiva con10 pretenden algunos de cuantos critican

vecho genético es solo uno de los caminos que podría seguir dicho Ja teorfa de los 1nemes. Podemos iniaginar sin dificultad sin1biontes de aspecto vírico que
posean otros medios de transmisión}' sean -1nás o n1enos- indiferentes al hecho de acce-
hábito en su búsqueda mecánica de la inmortalidad. Los hábitos
der al nuevo anfitrión por transporte directo ---co1no ocurre por lo general con las bacte~
-sean buenos, sean 1nalos o neutros- podrían persistir y repli- das, los vin1s, los viroides, Jos hongos...- o por algwla vía análoga al proceso de transcrip-
carse, inapreciables e inadvertidos, durante un período indefinido ción del ARN 111ensajero: pennanecen en sus anfitriones origiuales, aunque imprimen su
con la única condición de que se les proporcionen los medios de infonnación sob1-e algún ele1nento ttansinisor -imagine1nos algo sen1ejante a un prión-
para después difundirla a fin de que quede transcrita e.11 el anfitrión a modo de copia del
réplica y dispersión necesarios. Asistimos así al nacimiento del vi-
«remitente». Si pudiesen darse dos de estos <..-anales de comunicación, también podría darse
ms de la percusión. una docena o un centenar, tal como ocurre a la hora de n-ansmitir los hábitos culturales.

20
Daniel C. Dennett Evolución de la cultura 21
ción inconsciente. Si rascar la zona en que se percibe un picor re- Selección metódica de memes
sulta agradable y permite, co1no efecto secundario, inantener el
suministro de emigrantes víricos gracias al vehículo que propor- A medida que crece, la estructura comienza a adoptar un papel
¡
' cionan las puntas de los dedos, que es la parte del cuerpo que más más activo en la selección. Dicho de otro modo: los cerebros de los
probabilidades posee de entrar en contacto con otro anfitrión, anfitriones, como la de los propietarios de anünales domésticos, se
quien siente el pru1ito está efectuando una selección inconsciente convierten en agentes selectivos 1nás potentes y expertos, todavía
n1ediante un rnodo así de transmisión n1erced a su preferencia, de for1na inconsciente en gran medida, aunque de m1 modo muy
niiope e inconsciente, por el 11echo de frotarse la región afectada. influyente pese a todo. Resulta que a algunas personas se les da
Esto no significa que tal acto proporcione beneficio alguno a la tnejor esto que a otras. Tal co1no asegura Darwin de los criadores
aptitud de su autor: puede ser, sin 1nás -con10 el deseo que e1npu- de anitnales: «Quienes poseen el tino y el juicio suficientes para
ja a la hormiga a encaramarse a lo alto de la brizna de hierba-, un llegar a ser criadores sobresalientes no llegan a uno eiTtre 1nil».
impulso que favorezca al parásito, y no a su anfitrión. Del inisn.10 Honramos la me1noria de Bach, de su genio artístico, y sin en1-
modo, si variar el ritmo y el tono de los canturrees resulta agrada- bargo, no era nadie a quien la 1núsica sal_iera «porque sí», un genio
ble a quien los emite y tarnbién acierta a crear una provisión de intuitivo que se limitase a «tocar de oído», sino un ver~adero
ruidos capaces de llamar la atención y que puedan divulgarse entre maestro de la tecnología musical de su tiempo, heredero de mstru-
los de su propia especie, es posible que la preferencia estética pri- mentos músicos cuyo diserio se había ido perfeccionando con el
1nitiva del individuo empiece a dar forma, de un n1odo inconscien- paso de los milenios y beneficiario de adquisiciones que s_e. habían_
te, a los linajes del hábito del tarareo que irán divulg·ándose en el incorporado hacía relativamente poco a la caja de herramientas de
seno de su comunidad. los autores e intérpretes: un sisten1a reflnado de notación musical;
Los cerebros que la conforman empiezan a verse infectados por instrumentos de teclado que permitían hacer sonar varias notas a
cierta variedad de dichos memes, y la competencia por el tiempo y la vez, y una teoría del contrapunto explícita, codificada y raciona-
el espació que ocupen en dicl1as seseras se volverá más seria. Las lizada. Estos útiles intelectuales fueron revolucionarios por an\-
que hayan sufi:ido contagio comenzarán a asurnir una estructura, pliar los confines del diseño musical a Bach y a sús sucesores. .
pues los 1ne1nes entrantes irán «aprendiendo» a cooperar en la y el compositor alemán, ignal que el hombre entre un millat
labor de transfor1nar aquel cerebro en una 1nadriguera de 1ne111es que poseía el discernimie11to necesario para descollar e~ ~l terreno
que ofrezca numerosas oportunidades de entrada y salida -y en de Ja cría de animales, sabía obtener cepas nuevas de 1nus1ca a par-
consecuencia, de réplica-.* Entre tanto, cualquier meme del exte- tir de las viejas. Piénsese, por ejemplo, ell el éxito calosa~ de sus
rior que «busque» anfitrión habrá de competir por el espacio que cantatas corales. Su perspicacia lo llevó a elegir, como ganado de
quede disponible dentro. Lo mismo que ocurre con los gérmenes. cría los corales, hilllilOS que ya habían demostrado no poco vigor
en ~alidad de habitantes de sus anfitriones humanos, melodías yd
dornesticadas que su auditorio llevaba varias generaciones tararean-
"' En Sober y VVilson, 1998, se describen circunstancias en las que cabe seleccionar con do, y con las que, en consecuencia, había construido asociaciones Y
vistas a que cofab9ren individuos de linajes no en1parentados enfrentados a situaciones de
recuerdos, memes que habían hundido las raíces en lo 1nás hondo
grup_o. El nlodo cmn9 puede -si es que puede-.,-m.laptarse este modelo 11 la unión n1eméti-
ca debetá abordarse e1~ investigaciones posteriores. de los hábitos emocionales y los resortes de los cerebros en los que

23
22 Daniel C. Dennett Evolución de la culu1ra
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1

llevaban años replicándose. A continuación, se sirvió de la tecnolo- de las cosas, a merced de la selección natural en lo relativo a la
gía que tenía a su alcance a fin de crear sobre dichos me1nes varia- suerte que habrán de correr sus creaciones - y ese es, a la postre, el
ciones con las que reforzar sus aspectos inás _sólidos y subsanar los rnotivo por el que nos 1nostra1nos tan cautos a la hora de dejar que
puntos flacos al colocarlos en entornos nuevos y producir híbridos pongan sus inventos en el mundo-, los ingenieros meméticos,
nunca vistos. por refinados que puedan ser, signen viéndose obligados a enfren-
tar la labor abmmadora de ganar los certámenes de réplica que se
producen en la memesfera. Uno de los más exquisitos de los que
Ingeniería memé.tica ha tenido el ámbito de la música en nuestro tiempo, Leonard
Bernstein, lo expresa con gran ironía en un artículo excelente titu-
A continuación cabe preguntarse si, merced al enfoque refinadísi- lado <<Why don 't you rnn upstairs and write a nice Gershwin
mo con que abordó el diseño de memes musicales replicables, no tune?» («¿Por qué no subes a tu cuarto y escribes una melodía me-
habría que considerar a Bach un ingeniero me1nético n1ás que un morable con10 las de Gershwin?»). *
simple criador de memes. A la luz del comentario admirativo de Cuando lo escribió, en 1955, a Bernstein le sobraban los méri-
Darwin acerca de la rara habilidad -el genio- del buen criador, tos y los laureles académicos; pero aún no figuraba ninguna obra
resulta interesante reflexionar sobre la marcada distinción que es- suya en las listas de las más escuchadas.
t~blecen1os, conforme a la actiru.d do1ninantei entre el -«arte» de Ja
cría selectiva, a la que hacemos merecedora de nuestro reconoci- I-Iace unas semanas, un an1igo compositor de gran seriedad y yo ...
miento, y la «tecnología>> de la escisión genética, acreedora de no acabamos por echar chispas de rabia al respecto. <<.¿Por qué no vamos a
poco recelo y rep~obación. «Pase si es arte -pe.nsainos-, pero no si ser capaces de crear un gran éxito -nos ~reguntába1nos-, cuando el
es tecnolo~a», y olvida~os que ambos térrninos comparten u~ nivel está por los suelos?» Decidimos que lo único que tenían1os que
ancestro común: tejne, palabra con la que los griegos designaban el hacer era tratar de n1eternos en el cerebro de un idiota y escribir una
arte, la destreza o"la pericia en cualquier ocupación. Retrocedemos 1nelodía ridícula para catetos.
aterr3.dos al, topar con to1nates fruto de la ingeniería genética y
ensanchamos las aletas de la nariz ante los tejidos «artificiales» de No lo consiguieron, y no por falta de intentos. Tal como señaló
nuestra_ ropa, en tanto que ensalzamos productos <<orgánicos» y mela11cólico Bernstein: «Lo único que digo es que 1ne gustaría oír
«naturales» como la harina integral, el algodón o la lana, obviando a alguien silbando por silbar algo mío, sea donde sea y aunque fue-
que los cereales, las plantas de algodón y las ovejas también son ra solo una vez». Su deseo se cu1nplió, claro está, unos años más
producto de ..la tecnologia del ser humano, de la hibridación y de tarde, cuando irrumpió en la 111emesfera la música de West Side
las técnicas de cría. De hecho, quien pretenda vestirse con fibras story.
que no haya mejorado la tecnología y sustentarse con alimentos
procedentes de seres sin domesticar está condenado a pasar frío y
hambre.
Además, del mismo modo que los ingenieros genéticos siguen " Leonard Bernstein, «V/hy don't you run upstairs and write a nice Gershwin tune?», At-
estando, pese al dilatado conocimiento que poseen de las entrañas lm1tic Monthly (abril de 1955); recogido en id., The joy ofntusic, 1959, pp. 52-62.

24 Evolución de la cultura 25
Daniel C. Dennett


4. Conclusiones cer con ellos una selección negativa. Y por último, los hay más pa-
recidos a bacterias o virus por apropiarse de determinados aspec-
Aún queda, sin lugar a dudas, mucho, muchísimo por decir -y tos del con1portan1iento humano -como es, por ejemplo, el
por descubrir- acerca de Ja evolución de la in-úsica. Si n1e he cen- provocar estornudos- en sus «empeños» en propagarse de unan-
trado en ella ha sido por considerar que ilustra de un modo muy fitrión a otro. Existe Ja selección artificial de memeS «buenos>>,
cumplido la colaboración que puede darse entre el punto de vista co1no los de la aritn1ética y la escritura, la teoría del co11trapm1to o
tradicional y el evolutivo respecto de la cultura, considerados por las ca11tatas de Bach, que se enseñan con esn1er,o a la ge11eración
lo común opuestos e inconciliables. Si tiene el lector .la rnúsica por un siguiente, y también la selección inconsciente de n1en1cs de toda
rasgo singular, n1aravilloso e idiosincrásico de nuestra especie que suerte, como las sutiles tnutaciones de pronunciación q11e se difun-
tenen1os en alta estin1a pese a que no se creó con la intención de den entre grupos lingüísticos, presun1iblen1ente con alguna venta-
aumentar nuestras probabilidades de obtener una descendencia ja en lo tocante a la eficacia, aunque tal vez como simples polizones.
rnás nutrida, podría ser que esn1viese en lo cierto, y de ser aJi, lt1 a bordo de alguna floritura por la que muestren especial preferen-
evolución tiene una explicación al reJpecto. No es posible eludir la obli- cia los humanos. Entre los n1c1nes seleccionados de 1nanera in-
gación de explicar có1110 ha florecido en este n1undo cruel una acti- consciente, los hay, asjmistno, que constituyend? una an1enaza en
vidad tan onerosa, que tanto tiempo nos ocupa, y para investigar toda regla, hacen presa en fallos del sistema humano de toma de
tal cosa dcbe1nos tener en cuenta que una teoría darv,rinísta de la decisiones, aprovechando cierta predispoSición del genon1a y la
cultura tiene que ser 1nás un aliado que un estorbo. 1nejora y el ajustan1iento que le proporcio11an otras innovaciones
Si bien es cierto que Darwin deseaba oponer la total falta de pre- culturales, como el meme de la abducción por extraterrestres, que
visión o intención que existe en la selección natural a la bqsq~ueda cobra sentido cuando se considera su propia aptitud en cr1anto re-
deliberada de objetivos de los selectores artificiales o metódicos a plicador cultural. El punto de vist~ del meme es el único capaz de
fin de demostrar que aquel proceso es capaz, en principio, de ac- agrupar todas estas posibilidades bajo una sola tesis.
tuar sin que 1nedie 1ne11talidad consciente alguna, eso no quiere Por últüno, uno de los 1notivos de malestar 111ás persistente en
decir que hiciese inanifi.esto -tal con10 parecen haber dado por lo relativo a los n1eni.es es la espantosa sospecha de que dar explicá-
supuesto n1uchos- que la selección deliberada, dirigida a una ción a las mentes humanas entendiéndolas como cerebros en los
nieta e intencionada no constituye una variai1te 1nenor de la selec- que han anidado aquellos en calidad de parásitos pueda servir de
ción nan1ra1. No existe conflicto alguno entre la aseveració11 de menoscabo a las preciosas tradiciones de la creatividad hun1a-
que los artefactos -incluidos los abstractos, los memes- son pro- na. Un servidor piensa, por el contrario, que es evidente que solo
ducto de la selección natural y la de que-a menudo- constituyen concibiendo la creatividad a través de los 1nemes podemos tener
el fruto previsto y diseñado de la actividad humana intencionada. ocasión de poseer un medio que nos permita identificarnos con el
Algunos me1nes son como anitnales domesticados: son valiosos producto de nuestro propio intelecto. Aunque los seres humanos
por los be11eficios que-procuran, y sus propietarios humanos fo- extrudimos a diario otros productos, desde la infancia no tende-
mentan su réplica y la co1nprenden relativamente bien. Otros, en mos a observar nuestras propias heces con el orgullo propio de un
cambio, se1nCj~n más a ratas: prosperan en el entorno del hombre autor o un artista: se trata de simples productos biológicos secun-
pese a que sus reacios anfitriones han tratado -sin éxito- de ha- darios, y aunqne poseen su modesta individualidad e idiosincrasia

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Daniel C. Dcnnett Evol11ción de la cultura 27
propias, no puede decirse que los apreciemos. Entonces, ¿cón10
:l!o
podemos justificar el contemplar con más orgullo las secreciones
de nuestros pobres cerebros infectados? Porque nos identificamos ¿i"@r qn.ué hay s©ciedades que toman
con algunos de los subconjuntos de mernes (iue albergamos. ¿Por dedsi@nes desas1:r@sas'l'
qué? Pues ¡porque entre ellos se encuentran los que hacen subir el
Jared Dianzond
valor que posee el hecho de identificarse con dicho subconjunto'
S1 careciésemos de esta actitud movida por los n1e1nes, no sería-
Profesor de geografía de la Universidad de California en Los
n1os n1ás que puntos de interacción; pero la tenemos, y tal cosa
Ángeles (UCLA), y autor de Armas, gérmenes y acero y de Colapso.
deter1nina lo que so1nos.

Se supone que la enseñanza se funda en la trans1nisión de conoci-


n1iento de los profesores a sus alutnnos, aunque ninguno de los
pritneros ignora que, ante un grupo bueno de estudiantes, tan1bién
estos acaban por impartir no poca instn1cción a sus supuestos do-
centes y por poner en entredicho lo que tienen por asumido.
Quien esto escribe ha vivido una experiencia así estos últimos me-
ses, al verse) por vez primera en su trayectoria académica, dando
clase a universitarios aún P.ºr licenciar, alumnos de la UCLA con
un g-rado considerable de motivación, sobre el desmororamiento
de diversas sociedades. ¿Qué hace qne hayan fracasado algunas so-
ciedades del pasado y otras no? 'Abordé ocasos célebres como el de
los anasazi, del suroeste de Estados Unidos; el de la civilización
maya clásica, en el Yucatán; el de Ja sociedad que vivió en la isla
de Pascua, sita en el océano Pacífico; el de la que habitó la región de
Angkor, en el Sureste Asiático; el del Gran Zimbabue, en África;
el de las sociedades del Creciente Fértil, y el de las de Harappa, en el
valle del Indo. Todas estas civilizaciones, según han revelado los
hallazgos arqueológicos de los veinte últimos años, recurrieron
con insistencia a su entorno más inmediato y se destruyeron, en
parte, por haber socavado los recursos medioambientales de los
que dependían.
Así, por ejemplo, las gentes de la isla polinesia de Pascua, se
asentaban en una tierra que fue boscosa en otro tiempo, y entre

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