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Como contraposición a la sociedad unidimensional, la dimensión estética abre los

campos de posibilidad para nuevas formas de experimentar el mundo, ajenas a la


agresividad y la represión. Partimos del hecho según el cual la razón que le ha dado
forma a la sociedad industrial avanzada ha relegado los valores estéticos a la mera
irrealidad. Ellos no son posibles de ser realizados en un mundo en el que la
subjetividad ha quedado relegada a los mandatos del principio de actuación. Para
Marcuse, si bien la organización social ha traído consigo nuevas formas de
experimentar sensorialmente el mundo, esta experiencia no le pertenece a los sujetos;
por el contrario, la satisfacción de los deseos se ha visto reducida a una serie de
factores externos al sujeto que le dictan cómo debe darse tal satisfacción. El placer, la
belleza, la sensualidad, puestos por la filosofía moderna como valores estéticos a
través de los cuales los hombres somos capaces de imaginar otras formas posibles de
entender y organizar el mundo, han quedado reducidos a desenvolverse dentro de una
marco establecido de “libertades”.

Lo que está en juego en la nueva sensibilidad es la posibilidad de una nueva relación


entre el hombre consigo mismo y la naturaleza externa. El concepto de naturaleza
usado por Marcuse al introducir esta relación 1 no hace referencia a una entidad
ahistórica a la cual sea posible llegar. Por el contrario, al ser la naturaleza humana los
impulsos básicos del hombre y su sensibilidad y la naturaleza externa el ambiente en
que desarrolla su existencia, tal concepto sólo puede ser entendido desde las
relaciones materiales que se han ido construyendo y la subjetividad de los individuos
que surge producto de tales relaciones y de las propias formaciones del individuo.
Siendo así, la revolución para Marcuse implica superar el estado actual de la
naturaleza al formar una nueva relación con ella. Si bien más adelante volveremos a
este punto, es importante tener en cuenta que la nueva sensibilidad no se constituye en
un fenómeno psicológico, como si la transformación fuera únicamente un factor
individual. La nueva sensibilidad es la mediación entre la práctica política y el
impulso por la liberación personal.

Siguiendo el argumento de Kant sobre la unión que hace el campo de la estética entre
la razón teórica y la razón práctica, Marcuse entiende el campo de la estética como

1
Ver Contrarevolución y revuelta, capítulo 2.
una dimensión del ser humano guiada por la sensualidad 2, cuya naturaleza “es la
receptividad, el conocimiento mediante el hecho de ser afectados por objetos dados” 3.
La sensualidad no es un acercamiento del sujeto frente a su mundo con la intención de
determinarlo y darle leyes de funcionamiento; pero tampoco es el sujeto receptivo en
términos de ser determinado en su comportamiento por factores externos.

En “El hombre unidimensional” encontramos una crítica al empirismo y al


pensamiento positivo (capítulo 7), no significa que Marcuse plantee un rechazo a la
sensibilidad. Por el contrario, la revalorización que hace de la misma como la forma
de la experiencia humana en la que no sólo hay una recepción del mundo exterior en
sus aspectos empíricos e históricos, sino que precisamente en esta condición histórica
“they discover and can discover by themselves, in their practice, new (more
gratifying) possibilities and capabilities, forms and qualities of things, and can urge
and guide their realization”4.

Rebelarse contra ls sociedad del consumo no es un factor del entendimiento o de la


razón; como se verá en el tercer capítulo, estas facultades juegan en Marcuse un papel
de vital importancia en la organización de la sociedad con una nueva tecnología en
relación con la naturaleza que se manifiesta en sus distintas formas. Pero la apuesta de
Marcuse va encaminada a liberar la parte instintiva que ha sido reprimida por la
racionalidad tecnológica; al ser liberada tiende a volverse práctica, a transformarse en
un vehículo para la construcción de nuevas formas de vida. Este rechazo de la
racionalidad por parte de la sensibilidad se da de dos maneras: negativamente: en
tanto que el mundo no sea experimentado en el contexto de la agresividad y la
competencia; y objetivamente: a través de la apropiación de la naturaleza que sirva al
desarrollo del hombre en unión con la misma, que permita desarrollar las facultades
humanas creativas, estética. Pero, ¿cómo esta condición subjetiva puede volverse un
factor de libertad objetiva?

Marcuse encuentra solución a esto en la forma en que el idealismo alemán trata el


problema del universal y el particular. Apelando a posiciones metafísicas de la filoso

2
Marcuse utiliza el concepto Sinnlichkeit, haciendo referencia al campo de la sensualidad, como experiencia
sensible del mundo.
3
Marcuse, H (1971). Eros y civilización. España: Seix Barral, p. 167.
4
Marcuse, H ( ). Counterrevolution and revolt. P. 71.
´fia kantiana y a aspectos de Hegel, Marcuse intenta llevar la individualidad en la
sensibilidad a un marco general en el que “my immediate sense certainty reveals the
“We” in the “I” of intuition and perception” 5. De la “Crítica del Juicio” de Kant,
rescata Marcuse la posibilidad de que hombre y naturaleza puedan reconciliarse.
Ahora bien, si en esta Crítica el juicio estético, es decir aquel relacionado con el
sentimiento de placer y dolor , es desinteresado, para Marcuse no lo es; es un juicio
cuyo propósito es la felicidad y la gratificación. No obstante hacer uso de conceptos
como biología, instintos o referirse al trascendentalismo kantiano, Marcuse no
pretende en ningún momento develar al esencia del sujeto, como su hubiera cabida a
una experiencia auténtica del mundo, una verdadera y una falsa que deba ser negada.
Al entrar al historia y la sociedad en su análisis del conocimiento, se deja de lado la
posibilidad de una a priori puro a ser encontrado.

5
Marcuse, H ( ). Counterrevolution and revolt. P. 72.

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