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El cambio es inevitable, la vida avanza con o sin permiso y arrastra cada

persona a medida que evoluciona, así como también le hace evolucionar a


esta, en ocasiones ella misma no se percata al instante. Se dan tantos
cambios durante las etapas que atraviesa el ser humano que es sumamente
difícil pero interesante estudiar esto, hallar un patrón, crear guías de cómo
sobrevivir y entender lo que ocurre. Después de todo ¿No es lo que siempre
se busca al pedir un consejo a otra persona? Saber qué, cómo, por qué y si
habrán consecuencias.

La edad adulta es una etapa relativamente larga, clave y de muchas


elecciones y momentos de adaptación. No sólo se necesita poner en práctica
lo aprendido desde el nacimiento hasta los 20 años, también implica
reaprender, modificar y desaprender, esta vez a un nivel más consciente que
cuando se era niño. Habrá situaciones que cada ser humano atraviesa casi
indispensablemente como la jubilación, enfermedades o sufrimiento de
pérdida, nuevo roles de vida…. Se dan ritos y conductas en común que
pueden ayudar o no a los adultos jóvenes en sus inicios.

La Psicología del Desarrollo salta con su curiosidad por comprobar si


realmente se dan cambios al entrar, durante y al salir de una etapa de
adultez joven; desea saber en qué ámbitos se dan dichas situaciones, si son
observables o no y si conservan una relación o secuelas. La meta es tener
una correcta y lo más sana posible etapa que conlleve a un envejecimiento
de igual calidad.

Surgen actividades de ocio, orientaciones y ocupaciones financieras,


preferencias en las relaciones interpersonales, todo manejado según la
flexibilidad que posea un individuo. Peck (1959, 1968) propuso cuatro
conflictos durante el desarrollo adulto: aprecio de la sabiduría antes que la
fuerza física; preferencia a la camaradería o grupos sociales íntimos antes
que a la intimidad sexual; la flexibilidad emotiva que nace cuando se dan
muchos cambios que llevan a la madurez en vez de al empobrecimiento
emotivo; por supuesto, el conflicto con el que se lida mayormente es la
flexibilidad mental pues dependiendo de qué tan rígido (obstinado y
desconfiado) se sea, más dificultad habrá para tener tolerancia y abrirse
camino fuera de la zona de confort.

Teniendo siempre en cuenta la subjetividad, Levinson estable que la


adultez temprano se da entre los 17 a 25. Psicológicamente también es
considerado un adolescente una persona en ese rango de edad debido a la
maduración completa del cerebro y su equilibrio químico. Erickson (1958,
1968, 1985) determinó ocho fases que se atraviesan para llegar a cada etapa
hasta lograr la senectud, en cada uno se da un conflicto que debe ser
superado. Acá se adquiere un rol social
más importante cuya influencia surge
efecto en otros, así como también se es
susceptible a los alrededores, el objetivo es
lograr la independencia, autonomía y autosuficiencia. Este último científico
plantea el dilema “intimidad vs aislamiento”, ya se tiene la capacidad de
discernir bueno y malo así como de aprender a través de las emociones
comportándose de una manera altruista. Al encontrar su identidad la fusión
con otro, sea laboral o afectivamente. De lo contrario, se da el aislamiento
que trae consigo cuadros como la depresión.

Schaie, por su parte, formula que la adultez joven llega hasta los 30 años
y durante surgen necesidades como: graduarse, tener un trabajo estable,
graduarse, formar un hogar; en si lo define como una etapa de
responsabilidad y donde se pone en práctica mucho conocimiento para la
resolución de conflictos.

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