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Es muy común escuchar en algunas personas que el juego simboliza una pérdida de

tiempo y no creen en la función tan importante que cumple este en el niño, por lo que

muchas veces los niños son privados de su tiempo de juego y los presionan a realizar

actividades no propias para su edad, ya que para muchos padres es más importante aprender

a escribir, hacer planas y leer menospreciando los frutos que reciben a través de las

experiencias y vivencias durante el juego.

Es importante entender que el juego nos da unos resultados increíbles en el aprendizaje

de los niños, sin importar que al inicio el juego simplemente es una actividad creativa

natural, el cual realizamos sin un aprendizaje anticipado, que proviene de la vida misma.

El juego es de vital importancia ya que fortalece muchos aspectos como lo son entre

ellas las capacidades cognitivas, sociales, emocionales y lingüísticas de niños y niñas. Por

medio de él aprenden por ejemplo a resolver problemas de la vida cotidiana, a esperar

turnos, regular su conducta, a confiar en sí mismos y compartir, entre otros beneficios.

El juego, así como comer, dormir, ejercitarse etc., es una función necesaria y vital para

el buen desarrollo y aprendizaje de los niños.

Para que el juego tenga unos resultados acordes con lo que deseamos que el niño

aprenda de manera lúdica y divertida sin ejercer presión sobre ellos, depende del medio en

el que este se lleve a cabo, el cual va a mediar en el desarrollo de las habilidades y destrezas

de los niños.
Por último, debemos tener en cuenta que el momento y la acción de jugar debe ser

automotivada en el que primen los intereses personales y los gustos del niño.

Zapata (1990) demarca que el juego es “un elemento primordial en la educación

escolar”. Los niños aprenden más mientras juegan, por lo que esta actividad debe

convertirse en el eje central del programa.


El concepto de lúdica es tan extenso como complejo, pues se refiere a la necesidad de

todas las personas, de comunicarse, de sentir, expresarse y provocar una serie de emociones

encaminadas hacia el entretenimiento, la diversión, el esparcimiento, todo esto llevándolos

a gozar, reír, gritar e inclusive llorar es una verdadera fuente generadora de emociones.

La lúdica de la mano con el juego fomenta el desarrollo psico-social de los niños, el

desarrollo de la personalidad, evidencia los valores, como también puede orientarse a la

adquisición de saberes, encerrando una amplia gama de actividades donde participan el

placer, el gozo, la creatividad y el conocimiento.

Es una combinación de muchas emociones y actividades, justo por eso es que los

docentes deberíamos utilizar la propuesta lúdica como un modo de enseñar contenidos,

siendo el niño quien juega, apropiándose de los contenidos escolares a través de un proceso

de aprendizaje; este aprendizaje no es simplemente espontáneo, es producto de una

enseñanza sistemática e intencional, siendo denominado aprendizaje escolar.


Jiménez (2002) respecto a la importancia de la lúdica y su rol proactivo en el aula,

considera que: “La lúdica es más bien una condición, una predisposición del ser frente

a la vida, frente a la cotidianidad. Es una forma de estar en la vida y de relacionarse

con ella en esos espacios cotidianos en que se produce disfrute, goce, acompañado de

la distensión que producen actividades simbólicas e imaginarias con el juego. El

sentido del humor, el arte y otra serie de actividades que se produce cuando

interactuamos con otros, sin más recompensa que la gratitud que producen dichos

eventos” (p. 42)

Realizado por
Liliana Tobón López

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