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Rita Segato
He podido observar, durante muchos años como profesora, sobre todo en los posgrados
en que los actué, que los alumnos que estaban en la gestión, en el activismo en sus
diversas formas o en las ONG , en algún momento necesitaban volver a pensar , ya que
la mera acción sin el anclaje en el pensamiento generaba un accionar que les producía
la sensación de dar vueltas en círculos. La imagen que al final obtuve de los alumnos
que llegaban a mis clases es que experimentaban cierto hartazgo de este accionar en
círculos, en especial los adultos, que se producía por esta falta de “pensar”.
A la Universidad se viene para volverse autor, autorizarse a nombrar, crear nombres,
realizar una invención de nombres y asi lograr nombrar aquello que no está
debidamente nombrado. A esto podemos denominar hacer teoría, que además tiene que
estar al alcance de todos. El profesor debe “ autorizar” a los alumnos, abrirles la puerta
para ser autores. Naturalmente que existe un rigor, no es el campo de la opinión, de la
doxa, cuando colocamos un nombre tenemos que argumentar, darle entidad. Pero
existe otra particularidad, cuando creamos un nombre o una categoría lo lanzamos, lo
ponemos dentro de una botella y lo enviamos al mundo. Si el nombre cala, es decir, si el
nombre nombra algo que está en la experiencia de los otros, como lo consideran los
filósofos pragmatistas americanos, o en la sociedad o en algún grupo dentro de la
sociedad, inmediatamente ese nombre es acogido, es tomado y el utilizado, se instala,
aunque uno no haga absolutamente nada, porque la “verdad” es una negociación entre
interlocutores, siempre es necesario “el otro” para que exista una verdad, no existen
verdades solipsistas, entonces el otro es indispensable, ya que es quien valida lo que
decimos.
El intelectual hace es precisamente esto, genera una gran oferta de nombres, se esmera
por observar bien dentro de su campo lo que existe, que ocurre. Lo que no podrá
observar es el poder. Y esto es necesario destacarlo, ningún poder es observable. En
estos pactos del poder, la negrura desconoce cómo pacta la blancura, las mujeres no
sabemos cómo pactan los hombres y de allí en adelante.
El poder puede si ser inferido por sus epifenómenos que son el reflejo de cómo actúa, en
qué lugar está, en qué consiste, que persigue, cuáles son sus intereses. Asi, por una
cantidad de eventos dispersos que conectamos como lo hace un detective cuando arma
un rompecabezas, podemos llegar a deducir hacia dónde se dirige el poder.
Por eso la importancia de pensar, sin pensar nuestro trabajo se vuelve burocrático,
repetitivo, pongo como ejemplo el feminismo dónde su producen algunas expresiones
que se instalan y que son muy potentes como: a “nosotros nos matan por ser mujeres”
o “ crímenes de odio”, que si bien en su momento fueron grandes descubrimientos, hoy
pasan como a ser meros clichés que repetimos sin examinarlos. Como todo está en
movimiento y se producen nuevas invenciones, siempre tenemos que volver rever las
fórmulas con que las que hablamos y analizamos el mundo.
Tenemos una guerra que todavía no está librada contra la Agenda Evaluadora Global,
que nos ha impuesto versiones que hemos acatado sin ningún cuestionamiento.