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INTUICIONES ARGENTINAS. [26/5/20].

Int. #1: Para los argentinos y su ecuménica espiritualidad, Dios, Pachamama, Alá, Viracocha,
Jehová, Inti, Buda, Tao, Cientología, Zeus, Natura, Gea, Auto Organización de la Vida, entre varias otras
deidades y conceptos, existen como aciertos o como errores. Pero existen: verdaderos o falsos, certeros o
fantasiosos, son una positividad antagónica a la nada. Y, por lo tanto, susceptibles de tomar sentido, portar,
absorber una carga existencial. Capacidad que está más allá de la verificación lógica de sus enunciados y del
rigor académico de su discurso, para apoyarse en la coherencia vital de quien cree en alguno de ellos y por
eso mismo tiene, en consecuencia practica, por lo tanto se obliga a un modo de vida afín a su espíritu. Porque
el argentino humilde, el de las barriadas pobres, el de visible piel, pelo y mirada con rasgo indígena, respeta
a quien respalda con el cuero lo que su pico dice, y hace de eso su códice de verdad, su ética conurbana. La
ausencia de escuela europea y la cercanía de cultura oral precolombina asoman así en su cuerpo y su alma.

Int. #2: De manera borrosa, sin demostración alguna de ello, pero con la certeza de quien vive y da
crédito a lo que sus ojos ven y su corazón siente, los argentinos humildes creen que el alma se da también en
otras formas de vida, más allá de lo humano. No consideran al espíritu un privilegio exclusivo del hombre. Y
tratan a sus animales como si fuesen niños de corta edad: con cariño, los protegen y ayudan a crecer, en una
ceremonia ritual de la vida que también acepta, como parte del orden natural, tener que comérselos un día.
Pero con los que eligen como mascotas, comparten su vida y su familia, les dan trato humano. Y no faltan los
que les hablan a las plantas. Es lo mismo: celebración de la vida. Porque muy en el fondo, lejos aún de su
propia mirada, los argentinos admiten la existencia de alma en todas las expresiones de la vida, no solo en la
propia. Su poderoso mundo interior reconoce la alegría de la tropilla cuando retoza, con relinchos y brincos,
recién llegada y libre en un alfalfar. Igual los pájaros en la mañana. O las plantas, cuando por fin llueve.

Int. #3: Para el argentino pobre, la fiesta de la amistad tiene olor a asado, a humo de leña. Pero
Dios tiene otro olor, más puro y profundo, limpio de humo y de fuego, que anuncia a todos su presencia,
poderosa y benéfica: Dios huele a tierra mojada, a Pampero que se avecina arremolinando hojas en el otoño.
Y en esa mezcla de aromas, con uno caliente y el otro frío, pero no agresivo ni contrapuesto, la amistad y la
espiritualidad se hacen una sola sacralidad. Entonces el arte, con forma de guitarra, recitado, relato, canto,
o una manta tejida, un poncho, una cerámica, un mate, despliega sus alas de libertad y el pobre argentino
toma contacto con la eternidad compartida, esa que heredó de sus mayores y él legará a su descendencia.
Continuo histórico en el que perros, caballos, canarios, plantas del pasado recobran la vida en el recuerdo
junto a sus dueños, a veces bajo una forma no siempre reconocida del arte popular: el humor familiar en la
forma de anécdota exagerada o deformada de los acontecimientos. Así, bellamente, se profundiza el alma.

Int. #4: Aunque no pueda expresarlo en palabras, en enunciados, en sentencias filosóficas, el alma
colectiva del conurbano argentino es un yacimiento riquísimo de conceptos. Y tiene una identidad propia que
no se contrapone a su espíritu universal. Es argentino y local, pero al mismo tiempo universal y ecuménico.
El mundo lo acepta y lo interpreta así: cantantes de rock, que creían estar haciendo rock, son reconocidos en
el extranjero como músicos de… tango. Las formas de encarar y resolver un trabajo industrial tienen una
impronta nacional inconfundible para el extranjero entendido y observador. Pero los argentinos creen ser un
capítulo ecuménico de la historia universal y resultan sorprendidos por su propia argentinidad. En tanto son,
se sienten ciudadanos del mundo, creen poder pasar desapercibidos en un contexto internacional, como unos
más entre chinos, africanos, europeos, norteamericanos, hindúes, japoneses, a los cuales entienden y conocen
porque en Argentina también hay. Parecen olvidar que en Argentina hay sobre todo… argentinos como ellos.

Int. #5: De esa argentinidad conurba proviene la idea, rea, hirsuta y para nada académica, de que
toda vida tiene un alma. También las plantas. Pensamientos, sentimientos, creencias, intuiciones que los
argentinos consideran confirmadas por su propia vida y sus propios dichos, formas populares y anteriores
del leer y el escribir con las que anulan y reemplazan a las lecturas y las escrituras de los eruditos. Entonces,
se sienten confirmados a ultranza por documentales de televisión en los que, ¡sorpresa!, las plantas de una
especie, al ser atacadas por insectos y pestes, reaccionan químicamente para defenderse, logrando que otras
de su cercanía lo hagan preventivamente, antes de sufrir el ataque, por simpatía con las primeras, de igual
modo que lo harían una jauría de perros, una manada de ciervos, una tropilla de caballos. Y lo mismo dicen
cuando, en otro documental, una vieja leona, débil, flaca y desdentada, sobrevive inexplicablemente… hasta
que se descubre que otra, joven y cazadora, le abre las presas para que coma vísceras blandas, no músculo.
Int. #6: Con aire de superada, la argentina conurba no se sorprende ante la confirmación de lo que
ya sabía: que toda vida tiene un alma, también las plantas. Por eso no admite que la traten de loca porque le
habla a las macetas: es cuestión de tiempo para que aparezca en la tele el documental que también confirme,
¡sorpresa!, que las plantas oyen. Así, humilde y borrosamente, el conurbano instala su idea filosófica. La que
hace del alma una consecuencia de la vida y no una exclusividad del ser humano. La que asigna a todos una
cultura universal del amor, a partir de la cual el ser se desdobla y aparece la consciencia de sí, de la vida y
del mundo. Infinito interior, pequeño pero poderoso, al que se deben los sentimientos de solidaridad para con
los otros. Sabiduría a la que se debe acceder con naturalidad, despreocupadamente, acariciando un gato o
regando una flor. Pero vida general sobre la que el ser humano tiene una responsabilidad especial, porque es
su lúcido adelantado, la vanguardia existencial de los demás, el encargado del equilibrio, del Pachakuti.

Int. #7: Así el conurbano argentino discurre sobre la vida y el mundo. Amparado de los dogmas de
la instrucción europea por la pobreza material de su existencia, permanece abierto a la cultura oral de los
pueblos originarios. Así su espíritu, humilde, pero por eso mismo también libre, se enriquece con la voz de la
Pachamama precolombina. Filosofía amplia y generosa, cuyo amor desconoce a la Virgen de Lourdes, por
ser francesa y no constarle sus fabulosos milagros, pero es devota del Gauchito Gil y la Difunta Correa, tan
santos como el que más, y argentinos, cercanos y verificables, aunque los curas los nieguen, como le pasa a
ella misma. Filosofía que establece al alma como evolución del ser, como efecto o producto de la vida, de la
consciencia de sí y de los otros. Auto organización espiritual, metafísica, intangible, cultural, subjetiva, que
no se cierra sobre los hombres solamente, sino que se abre a todo lo vivo. Común unión del hombre con la
Pachamama y su hermano puma, su hermana hierba… ¡Ni San Francisco de Asís lo habría hecho mejor!...

Int. #8: Especie humana como vanguardia existencial de la vida en general. El alma como parte de
la evolución de la misma y no exclusiva del ser humano. Dos conceptos indispensables para comprender el
sentido trascendente de la vida y el mundo en clave argentina. Y el rol de la humanidad en ese contexto. Esto
es, la custodia de todas las formas de vida, a partir de ser su observadora esclarecida, en un viaje cósmico,
con destinos maravillosos, pero que recién empieza y debe transitarse responsablemente. Porque viene desde
el infinito pasado, abarca este presente, perecedero pero central, y se desarrollará en el infinito futuro, los
tres en una eternidad compartida, que transcurre aquí y ahora, como ya hizo antes y repetirá después. Lapso
que no nos pertenece más que colectivamente, en el cual somos junto a todos los demás. Tiempo que debemos
respetar como la propia vida, que otros nos dieron y transmitimos a nuestra descendencia de igual modo: con
la generosidad de los agradecidos, con la sonrisa de un niño que recibe o da un regalo. Así es el argentino.

Int. #9: Identidad en la que su humilde condición lo ampara del extrañamiento que los poderosos y
los eruditos sufren por igual. Acostumbrados a que su palabra sea ley y a que su pensamiento se edite como
la interpretación dominante, tienden ambos a confundir su fecundo mar interior, su rica subjetividad, ese
mundo infinitamente pequeño que existe piel adentro de los seres humanos, con la objetividad externa, con lo
que son, piensan, dicen y les interesa a todos los demás. Entonces, ante tamaño extravío, el pobre les saca
ventaja a partir de su pobreza, precisamente. Sin el poder del que manda ni la erudición del que dicta, debe
escuchar atentamente para no ser lastimado por uno o por otro, y debe postergar sus propias apetencias para
satisfacerlas recién luego de cumplir con las de esos dos, no antes. Porque el primero le paga el sueldo y el
segundo le enseña, su relación es siempre la de un subordinado que obedece o aprende. Y solo obtiene lo que
desea en una segunda instancia, a condición de cumplir primero con los otros dos. Así es la vida del pobre.

Int. #10: Pero hay una filosofía clandestina en los conurbanos bonaerense, cordobés, tucumano,
mendocino… Y esa filosofía, por pobre, es libre: teje, cocina, escribe, pinta, conversa, baila, llora, canta, ríe,
festeja, trabaja, sueña, juega. Y, aunque le duelan las injusticias hasta desear morir a veces, salvo dolorosas
excepciones, opta siempre por la vida: “…Cristo de las redes/ no nos abandones/ y en los espineles/ déjanos
tus dones./ No creas que nos perdiste:/ es la pobreza que nos pone tristes,/ la sangre tensa/ y uno no piensa
más que en morir.../ Agua del río viejo/ llévate pronto este canto lejos/ que está aclarando/ y vamos pescando
para vivir…” Maravilla popular sentipensante. Bellísima positividad que habla en plural de sí misma. Calor
de vida en la palabra y en el concepto. Valores universales que el mundo entero reconoce: Holanda, y toda la
Europa junto a ella, lloran de emoción ante la música instrumental de Adiós Nonino, al que traducen como
Farewell Father. Idioma universal que ese otro universal, el ser argentino, templa en cuerda, fuelle, poesía.

Int. #11: Y aunque de modo harto clandestino, lejos de la censura del claustro, la filosofía conurba
reflexiona y dice: El medio de una línea es un punto que equidista de sus extremos. El de una superficie otro
que está a igual distancia de sus bordes. El de un volumen aquel que ocupa el centro de su masa, a la misma
distancia de su superficie. Entonces, la única posición posible en un sistema infinito es el medio, ya que hacia
cualquier lado que se avance la distancia hacia sus límites es la misma, es infinita. Por lo tanto, en el infinito
espacio, el cuerpo del hombre, de todos los hombres, por equidistante de sus fines, ocupa el medio. Y, en el
infinito tiempo, el presente del hombre, de todos los hombres, separado del inicio por el infinito pasado y del
fin por el también infinito futuro, ocupa, es, vive en el punto medio. Concepto que resulta verdadero para la
idea de un tiempo línea recta, impuesta por el imperialismo europeo conquistador, tanto como para la de los
pueblos originarios, de un tiempo espiral ascendente. Y pensamiento real, que no busca aprobación de nadie.

Int. #12: La falta de validación de sus enunciados filosóficos poco y nada importan en el conurbano.
La revisión lógica de lo que se dice le huele a patronal y a policía. El fundamento de sus afirmaciones es la
propia vida. El respaldo es ético, no lógico. La verdad de lo que se dice se demuestra viviendo de igual modo
que se habla. En la Argentina pobre, la filosofía es, volvió a ser, una actividad heroica. Lo que se dice con el
pico, se banca con el cuero. Es el código de los guapos, de la secta del coraje, capaz de matar o morir nada
más que por saber quién es más diestro con el cuchillo… que guapos son los dos, por el hecho de enfrentarse.
Y de ahí cosas que nadie explica, otras que deben ser descubiertas y algunas que tendrían que inventarse. No
por casualidad el boxeo, que hace del coraje y la violencia un deporte, es el que más campeones del mundo le
dio al país. País que nació peleando, contra España, contra Inglaterra, contra Francia e Inglaterra unidas,
contra Holanda e Inglaterra luego, y contra Estados Unidos, siempre. País que, si no pelea, se desangra.

Int. #13: El conurbano argentino está convencido de que la erudición es una dificultad más que una
ventaja. La considera un exceso de conocimientos de dudosa utilidad. Cree que mejores resultan menos cosas
pero más, mejor aprehendidas, que tanta información ajena. Dice que los estudiosos, de tanto y tanto que han
fragmentado a la vida y al mundo, han perdido totalidad. Que ya no pueden ver, ni siquiera al hombre que
ellos mismos son, como conjunto único e indivisible. Y se burla: sostiene que, en presencia de cinco gallinas,
los eruditos consideran verdadero al número cinco… pero dudan de las gallinas. No puede haber esperanza
en estos cosos, dice el conurba argento. Jamás nos darán lo que necesitamos. Venden carne podrida. No son
conscientes de sí mismos, de su deformante subjetividad. Para volver a la Pachamama y al Pachakuti, a la
opción preferencial por los pobres, al equilibrio con la naturaleza, a la solidaridad y respeto a la vida, estos
tipos no sirven. Los profesores jamás nos darán el sentido trascendente de la vida y el mundo que hace falta.

Int. #14: Mejores que estos bichos son los negros del barrio, sostiene, desafiante, el conurbargento,
tan morocho como el que más. Ellos, por humildes, no perdieron la intimidad con el mundo. Desarrollaron
otra consciencia de sí mismos. Ven a la nada como un peligro exterior, que los somete a la desocupación y a
la injusticia en tono material-imperialista. Pero que también puede extraviarlos desde su propio interior, que
habita en calidad de separador del ser y su consciencia de sí. Entonces el pobre, por lego, se rescata de la
fragmentación de los eruditos. Su cuerpo, su finito ser material, es prudente, porque habita el exacto medio
del infinito espacio, en el cual se siente inseguro, débil y vulnerable. Pero igual siente su espíritu, metafísico,
que habita el exacto medio de lo infinitamente pequeño, de ese mundo interior, en el que también resulta, es,
inseguro, débil y vulnerable, y por lo tanto prudente. Por eso desconfía del demasiado seguro de sí. Teme que
le mienta, que lo falsee. En su dura vida, error y mentira se pagan caros: el pobre sufre o muere fácilmente.

Int. #15: Tanto racionalismo científico, hizo del hombre un extraño a su propia tierra, dice el pobre.
Está más cerca del mundo y de la verdad un humilde trabajador, un albañil, que toca a diario los materiales
y manipula sus herramientas, que esos doctores de manos cuidadas y pensamiento abstracto, que apoyan su
veridicción en la coherencia lógica de sus enunciados. Y las verdades que ellos dicen, acá, abajo, en la villa,
el barrio y el asentamiento, no sirven para nada. Porque resuelven problemas que no tenemos y se olvidan de
los nuestros. Sus pensamientos se creen autosuficientes: imponen temas ajenos a nosotros. Porque el pobre
no separa el alma del cuerpo. Y menos los contrapone. No acepta ni le conviene la postergación de la vida de
ahora por otra que empezaría, cuando el cáliz de los ricos se derrame, en lo material, o ya esté muerto, en lo
espiritual. Sin un sentido trascendente de la vida y el mundo, sin una misión existencial que una su presente al
pasado del que viene y al futuro hacia el cual marcha, su alma vivirá sin paz y su cuerpo no tendrá sustento.

Int. #16: El conurbano argentino tiene una personalidad, una clase, una nacionalidad, un género y
más, muchas otras identidades, bostero, gallina, cuervo, cristiano, moishe, facho, zurdo, peroncho, radicheta,
gordo, flaco, pelado, peludo, a las que pertenece. Pero su proyección universal, que brilla en el folklore y el
tango pero el rock también absorbe, le viene de los pueblos originarios: al no conocer más que América, las
culturas precolombinas la confundían con el mundo todo, y hablaban de ella como hoy se habla del planeta.
Entonces, su discurso no era el de un territorio, sino el de una totalidad. Era terrícola, ecuménico. Eso es lo
que los extranjeros reconocen en el artista argentino cultor de la música-literatura de sus canciones. Por eso
les dicen que hacen tango, aún cuando el argentino les toque rock. Y por eso también es que se identifican
con su arte: porque están, se sienten extrañamente representados en él. Así de potente es la cultura que se
transmuta de india en floklore, luego en tango, y después en rock. Oral y argentina, pero también global.

Int. #17: En contacto íntimo y secreto con todo lo que la cultura oficial denigra, el pobre tiene un
ser que no siempre puede presentar en sociedad. Él mismo lo auto censura antes de que el otro se lo reprima.
Pero, aunque tenga que aceptarlo por su debilidad, no por ello le duele menos. Y así, dolorido y resentido es
como brota en la cumbia villera, la cultura under ground y los bandidos rurales. Agredido y sometido su ser,
el pobre desearía verlo huir como un ladrón al que nunca pueden atrapar. Por eso es que la filosofía-sentido
es una herramienta fuerte en sus manos: le da un cauce ordenado por el cual su ser puede fluir, ecuménico y
libre, más allá de quienes lo desprecian. Y en esta organización sistemática de su discurso, el poder espiritual
precolombino, como ya sucede con lo indio-folklórico-tanguero-rockero, aparecerá en todo su esplendor, con
el carácter universal de sus orígenes. Peligro mortal para el materialismo capitalista, que ningún claustro es
capaz de alentar sin perder el trabajo y el prestigio, pero el pobre debe alentar, y pronto, en defensa propia.

Int. #18: El argentino pobre del conurbano sabe, y no precisa que nadie se lo diga, que el mundo, de
la mano del materialismo, marcha hacia su propio fracaso. Porque vive en constante peligro, su ser y la gran
consciencia de sí a la que el instinto de conservación lo obliga, son más fuertes y profundos de lo que su débil
apariencia indica. Entonces, ayudado por la filosofía-sentido que tanto se necesita, el argentino del barrio, la
villa o el asentamiento puede convertirse en el sujeto histórico de la hora. Porque la racionalidad actual está
al servicio del capital y es conducida por la ambición insana de acumular, aún a costa del agotamiento de los
recursos naturales. Torpeza que más de un erudito denuncia, pero a la cual tarde o temprano obedecen, y no
enfrentan, nunca desafían, jamás combaten. Cosa que, quien pasa hambre en el país de los alimentos, puede y
debe hacer para seguir vivo. Injusticia atroz que, en la medida que se tome consciencia de ella, puede mover
masas como las del 17/10/45. Historia feraz que abunda en semillas y humus proclives a la liberación.

Int. #19: Los pobres y los ricos del mundo son muy parecidos a los de su propia clase. Los primeros,
se parecen en sus necesidades básicas insatisfechas. Los segundos, ostentan los mismos privilegios indebidos.
Y ambos son parte del mismo dipolo: los pobres son oprimidos por los ricos opresores. Indefensos, débiles e
impotentes, ven cómo los poderosos se apropian de lo que debería ser de todos y para todos. El bien común
que es la naturaleza se ha vuelto propiedad privada a fuerza de violencia y sangre. De seguir así, pronto el
aire, la luz y el agua serán privados también, como ahora lo es la tierra… ¿Por qué no?... ¿No fue así en
tiempos de la conquista española?... ¿No siguió así por la Guerra del Desierto contra los indios?... ¿No es así
también ahora mismo, a través de otras guerras y en otras latitudes, que matan vidas pobres pero respetan a
los capitales y el petróleo de los ricos?... En los conurbanos de Argentina, como caballo que rumea, el pobre
tasca el freno con que lo dominan: su arte dice que Dios está empleado en un mostrador, y da para recibir.

Int. #20: Si la vida toda es susceptible de tener alma o solamente la tienen los seres humanos, lo dirá
el debate en ciernes por la filosofía-sentido. Si el hombre es la vanguardia esclarecida de los seres vivos y
por lo tanto debe constituirse en el custodio de la vida en general, también. Pero nadie que haya escuchado
debidamente al conurbano argentino puede negar que estos dos conceptos existen, con fuerza y junto a otros
muchos más, en la mente y el corazón de los humildes. Si tales cosas son una sorpresa para los eruditos de la
cultura académica, no lo son para los artistas que los proveen de la libertad espiritual necesaria para seguir
vivos. Así como los guapos respaldaban sus dichos y su fama con la propia vida, el pobre considera que sus
cantores, escritores, pintores, respaldan lo suyo con la vida de artista, esto es, consagrándose en cuerpo y
alma a la pasión que los devora y postergando toda otra cosa, así esta sea la familia, la casa o el bienestar.
Esa es el alma viajera que venera en la bailantera Gilda, del conurbano bonaerense, Rodrigo, del cordobés, o
Leo Mattioli, del santafesino. Pero que también respeta en el refutador argentino de leyendas, porteño, y el
emigrado Cortázar, contrapuestos ideológicamente, pero fatalmente unidos en la literaturargenta. Y en Perón
y sus adversarios, Balbín, Vandor, Lanusse, opuestos a él y derrotados, pero abrasados por igual fiebre.
Fundamentos no lógicos sino éticos, ya que todos ellos vivieron de la misma forma que hablaron.
Respaldaron con su vida, con su dedicación, aquello que más amaban. Y siendo consecuentes con su amor,
daban ejemplo a toda la sociedad de lo que el argentino puede cuando se consagra en cuerpo y alma a lo que
lo apasiona. Característica nacional que el imperio detecta tempranamente y se prepara a reprimir, porque
la lee mejor que los propios causantes. Idiosincrasia argentina de alcance universal, que cree en la sagrada
misión de respetar y proteger la vida, de la cual ella misma es beneficiaria y está agradecida. Amor por el
mundo y todos sus habitantes, que hace de la tierra su nueva patria, su navío estelar, su sentido trascendente.

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