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COMUNIDADES ALIADAS

POR LA CONSERVACIÓN Y EL MANEJO DE LOS BOSQUES


Un tercio de la superficie terrestre la componen bosques, cuyos ecosistemas
albergan el 80 % de especies animales y vegetales terrestres, al ser estos
poblados por más de mil millones de personas pensaríamos que son
preservados. Sin embargo, de acuerdo a las Naciones Unidas, 13 millones de
hectáreas se deforestan cada año. Este año el lema es Restauración forestal: un
camino a la recuperación y el bienestar, para ello es necesario conocer
iniciativas que han tenido éxito o en están en camino.
Debemos saber que los bosques mitigan el cambio climático al absorber 2000 millones
de toneladas de dióxido de carbono al año y regular el ciclo hidrológico en la
atmósfera.
Para el Dr. Manuel Guariguata, investigador principal del Centro para la Investigación
Forestal Internacional (CIFOR), el modelo del manejo forestal comunitario puede
salvar los bosques, la biodiversidad y alcanzar el desarrollo económico, pues es
planificado y sustentable.
México: Desde los 80’s, 2300 comunidades indígenas como: Oaxaca, Durango,
Michoacán, Chihuahua y Quintana Roo instauraron los bosques comunitarios dejando
de lado las concesiones forestales. A partir de ello, el manejo forestal sustentable,
incluyendo especies no maderables, les ha permitido conservar sus bosques,
monitorear ciertas especies de fauna y flora, controlar plagas, controlar incendios e
incluso ingresos para comunidades y hogares; en casos más afortunados, el
ecoturismo y fabricación de muebles han tenido lugar.
Por otro lado, la falta de políticas públicas ha hecho que la mayoría de las
comunidades solo aproveche la madera y la venda en el mercado nacional, ya que
compiten con empresas que tienen mayor tecnificación, costos de producción más
bajos y no realizan acciones de conservación. En ese sentido el reto, según Lesly
Aldana de Rainforest Alliance México, es lograr que los consumidores reconozcan su
labor de conservación y compren productos certificados provenientes de estas
comunidades.
Guatemala: Hace poco más de 20 años, el gobierno guatemalteco declaró 2.1
millones de hectáreas de bosques tropicales como Reserva de la Biósfera Maya en la
zona de Petén, lugar donde un grupo de comunidades corrían el riesgo de ser
expulsadas, al haber explotado los recursos de forma desmedida en el pasado. No
obstante, dichas comunidades se organizaron y recibieron asesoría, teniendo como
modelo la experiencia de México. Así consiguieron para 1994 concesiones forestales,
que hoy alcanzan las 500 mil hectáreas.
El apoyo de varias organizaciones ha logrado diversificar sus actividades, según la
FAO el 48% de sus ingresos anuales surge al aprovechar la palma xate, el chicle y la
pimienta, ser apicultores y promover el turismo comunitario. Parte de estas ganancias
cubren becas de estudios universitarios para los jóvenes de la comunidad.
Manuel Guariguata resalta que los casos “exitosos” de manejo forestal los determina el
grado de cohesión y organización social, que también depende de contextos
culturales, el área destinada al manejo y sus objetivos como la seguridad de la
tenencia de la tierra.
En este contexto, las tasas de deforestación son casi nulas: 0.1 % al año; en
contraste, las áreas de reserva no concesionadas alcanzan el 2.2 % y del 5.5 %. Algo
que pone en peligro la actividad de estas comunidades es que algunas de las
concesiones vencen en 2022 y depende del gobierno su renovación.
Perú: El Dr. Manuel Guariguata (CIFOR), opina que en el caso peruano al igual que
otros países latinoamericanos, las normas y regulaciones forestales ignoran las
realidades locales en cuanto al uso del recurso y hace falta el componente técnico-
gerencial de parte de los gobiernos centrales.
Pese a ello, los proyectos forestales en las zonas de Ucayali y Muyuy son eficientes,
pues las comunidades nativas y pequeños productores que aprovechan la madera,
también protegen los árboles semilleros e impulsan la regeneración natural del
bosque.
En Madre de Dios, la recolección de castaña ha demostrado que las comunidades
pueden aprovechar los recursos, sin tener extraer solo madera, desde el año 2000, el
gobierno reconoce los derechos de los recolectores de castaña con contratos de
extracción. Actualmente, la recolección, procesamiento y venta de castaña genera
entre 3 y 8 millones de dólares anuales, empleando a casi 30 000 personas y
brindándoles el 67 % de sus ingresos anuales.
El 2019 un estudio de CIFOR reveló que en la Reserva Nacional Tambopata las
concesiones de castaña tienen un mejor desempeño. Además, se conservan especies
como: jaguares, pumas, perros de monte, osos hormigueros, huanganas, tapires,
yaguarundís y venados grises y rojos, entre otros.
Colombia: A partir del caso mejicano y guatemalteco, en Colombia organismos como
la FAO, ONGs y el mismo Ministerio del Ambiente han visto en el manejo forestal
comunitario una forma de conservar los bosques, que en su territorio comprenden el
52%, y cuya mitad es ocupada por comunidades indígenas y afrocolombianas.
En base a esto, los primeros pasos los ha dado Acción Comunal del Capricho
(Asocapricho), una asociación que reúne a familias del corregimiento El Capricho, en
el Parque Nacional Chiribiquete y la serranía de La Lindosa, sus planes aprovechan
especies no maderables como la fibra de la palma de cumare, el aceite de la palma
seje, la baya del asaí y la palma canangucho.
Esperemos que estas experiencias de manejo forestal comunitario que contribuyen a
la permanencia de los servicios ecosistémicos se repliquen en muchas más naciones y
bosques.

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