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La paz ha sido, desde los orígenes de la humanidad, una aspiración y una búsqueda, a pesar

de la casi interminable serie de conflictos y guerras que han conocido los seres humanos.
Como búsqueda, la paz es parte de los esfuerzos que apuntan a la construcción de un
mundo más humano. Pero no se trata de la búsqueda de una utopía, como si la paz fuese
solamente un ideal al que es necesario ver fuera de todo espacio y más allá de todo tiempo.
La paz no es únicamente la referencia a un deber ser ideal, pero, precisamente en cuanto tal,
aparentemente irrealizable. Tampoco es la simple renuncia a rechazar las situaciones de
injusticia y desigualdad a fin de evitar conflictos que parecieran ser males mayores. Ni
utopía ni resignación; ni utopismo ni pragmatismo. La paz es realismo, en el sentido más
profundo: es atender, prácticamente, a lo más real, la vida misma de las personas, las
sociedades, las culturas. Esto hace de la paz una construcción posible, a condición de que
unamos consciencia, responsabilidad y compromiso.
Cuando escuchamos hablar del término convivencia escolar, inmediatamente lo
asociamos con lo que es Bullying y Violencia en las escuelas. Pero la definición del
Ministerio de Educación sobre Convivencia Escolar es “la convivencia en paz de los
integrantes de una comunidad educativa, lo que significa la interrelación positiva entre ellos
y permite el adecuado cumplimiento de los objetivos educativos en un clima que favorece
el desarrollo integral de los estudiantes.

En gran medida, el futuro de la vida, en especial de la vida humana, depende de que


podamos pensar y llevar a la práctica sistemas de vida en común menos inequitativos, más
equilibrados y donde la cooperación desplace a la confrontación como manera de
relacionarse entre los seres humanos, las naciones y las culturas. En tal sentido, en la
convivencia el lugar central está ocupado por la consciencia, la responsabilidad y el
compromiso con la construcción de la paz, materializada en relaciones de respeto,
tolerancia activa y diálogo constructivo entre los diferentes actores del hecho educativo.

La educación para la paz consiste en analizar el mundo en que vivimos, pasarlo por
la crítica reflexiva emanada de los valores propios de una cosmovisión pacifista y lanzar a
los individuos a un compromiso transformador, liberador de las personas en cuanto que,
movidas por ese análisis crítico, quedan atrapadas por la fuerza de la verdad y obligados en
conciencia a cooperar en la lucha por la emancipación de todos los seres humanos y de sí
misma.

La educación es, sin duda alguna, un instrumento crucial de la transformación social


y política. Si estamos de acuerdo en que la paz es la transformación creativa de los
conflictos, y que sus palabras claves son, entre otras, el conocimiento, la imaginación, la
compasión, el diálogo, la solidaridad, la integración, la participación y la empatía, hemos de
convenir que su propósito no es otro que formar una cultura de paz, opuesta a la cultura de
la violencia, que pueda de desarrollar esos valores, necesidades y potencialidades.

Son varios los escenarios donde se promueven y desarrollan acciones relacionadas


con la formación ciudadana y la cultura de paz, la escuela, la familia, allí las experiencias
se pueden vivir cotidianamente, porque en este contexto se aprende a respetar las leyes,
defender y promover los derechos humanos e ir arraigando en cada ser humano una cultura
de paz.

La formación ciudadana debe generar acciones que orienten a los estudiantes hacia
la convivencia pacífica y generar compromisos que eduquen a los ciudadanos y promuevan
un modo de actuación comprometido con la construcción de una sociedad mejor, así mismo
es necesario que exista un compromiso real de los padres y representante para fomentar en
casa valores de convivencia social, para la búsqueda de la paz y la armonía tan necesaria
para mantener el equilibrio comunal y familiar.

No obstante, es de hacer notar la importancia que reviste vincular el clima social


que debe existir en la escuela, mediante la creación de espacios de aprendizajes para
estimular una sana convivencia, también se hace necesario promover las relaciones entre
docentes y estudiantes, como acciones conductuales decisivas para la construcción de una
fortalecida convivencia escolar dentro del plantel y el aula de clase.
Por lo tanto, una escuela que responda a su cometido de acción educativa en cuanto a
la formación de niños y niñas comprometidos y críticos en base a su realidad de convivir, lo
cual permite el logro de aprendizajes y la práctica de valores democráticos ,tales como:
promoción de la solidaridad, la paz, la justicia, la responsabilidad individual y social. Dicha
situación se traduce en las acciones cotidianas que transcurre en el aula de clases, en la
actitud comprensiva y educadora de los adultos que son los responsables de la formación de
niñas y niños.

Por ello el desafío de las instituciones educativas en cuanto al desarrollo académico


del aula de clases, busca propulsar el proceso de socialización armónica, democratización y
participación. A tal efecto tanto la escuela como el docente deben generar facilitar y
promover, tiempo y espacio para propiciar diálogos hacia una convivencia de paz.

Es así por lo anteriormente planteado después de algunas investigaciones y observaciones


del entorno, con apoyo de algunos habitantes de la comunidad se declina que no se conoce
a ciencias cierta la fecha de fundación de esta comunidad la misma lleva por nombre
Tropical, se encuentra

En Desde el diagnostico participativo la comunidad de Tropical no escapa de esta realidad,


ya que según observaciones del entorno, registros y entrevistas realizadas algunos
habitantes de la comunidad se pudo constatar que la comunidad de “Tropical”, la
mayoría de sus habitantes, los cuales hicieron referencia de haber migrado de otra zona en
búsqueda de mejor calidad de vida, buscando oportunidades laborales, específicamente en
empresas petrolera,

ya que con este nuevo milenio y su tecnología, ha ofrecido para algunos de sus habitantes
oportunidades con una visión futurista y creadora de darle realce al desarrollo de este sector
hacia una situación geográfica agradable.

Momento ii
LA UNESCO SERCE (2008)
La UNESCO y sus Estados Miembros celebraron entre el 2001 y el 2010, la “Década
Internacional por una Cultura de Paz y No Violencia para los Niños del Mundo”. Esta
acción refleja la relevancia que tiene la convivencia y la violencia en la educación a nivel
mundial. En el marco del Derecho a la Educación como derecho humano fundamental, y en
especial de la iniciativa “Educación para Todos” esto significa que la convivencia escolar,
entendida como prevención de violencia, generación de climas escolares
constructivos/nutritivos o formación ciudadana, debe ser parte de la garantía del derecho y
por tanto se ha ido constituyendo como un eje cada vez más central de las políticas
educativas.

La necesidad de priorización de las políticas y prácticas tendientes a mejorar la


calidad de la convivencia al interior de la escuelas latinoamericanas viene reforzada por los
resultados del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo de la calidad de la
educación (SERCE) de la UNESCO que, realizado conjuntamente con países de la región,
mostró la importancia que tiene la convivencia escolar para mejorar la calidad de los
aprendizajes. A pesar de esta evidencia y las políticas que se han desarrollado, subyacen
distintas lógicas respecto de por qué es importante preocuparse de la convivencia escolar.
Una parte de los esfuerzos por mejorar la convivencia escolar se basa en una
racionalidad instrumental que entiende a la convivencia escolar como un medio para lograr
buenos aprendizajes. Por cierto, esto ya no es un supuesto sino un hecho con suficiente
evidencia empírica. La existencia de un buen clima afectivo y emocional en la escuela y en
el aula es una condición fundamental para que los alumnos aprendan y participen
plenamente en las clases.

La convivencia es la cohesión, percepción de pertenencia de un grupo a un


proyecto o situación común; tolerancia, respeto a los demás cuando sus ideas o prácticas
son diferentes a la propia.

La convivencia escolar es una significación con identidad propia que sugiere


proceso implícitos y explícitos que responden al bien común y la vida en democracia de un
centro escolar, siendo el proceso de enseñanza-aprendizaje el pilar en el que se sustenta los
proceso implícitos, están referidos a los aspectos psicológicos de cada sujeto, tales como
aprender a conocerse y valorarse para alcanzar una buena autoestima, ser capaz de ponerse
en el lugar del otro y saber relacionarse con lo demás de forma afectiva, por otro lado los
procesos explicito estarán dado por la calidad de las relaciones interpersonales y la
adecuada gestión de la normas de convivencia, las que para ser efectivas requieren del
consenso de todo lo miembros del ámbito educativo. La convivencia es básicamente
convivir con el otro, aceptar el otro.

Tiene un enfoque evidentemente informativo. Se deben enseñar y aprender una


suma de conocimientos, habilidades y valores que permitan poner en práctica el vivir en
paz y armónica con otro porque es la base para el ejercicio de la ciudadanía.

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