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La generosidad en los niños:
Educar para compartir
Cuando los niños descubren lo que es justo o no es
justo para ellos y los demás, es porque han desa-
rrollado un sentido de la moral. La generosidad es
uno de esos valores morales que los niños aprenden
a medida que crecen, ya que no es un sentimiento
natural en los niños. Para eso, es fundamental que
los padres y los educadores les enseñen, desde pe-
queños, el valor de lo que tienen ellos y los demás,
para poder aprender a compartir y llegar a ser adul-
tos generosos y comprometidos socialmente.
Qué es ser generoso
Ser una persona generosa significa compartir volun-
tariamente lo que a uno le pertenece. Esto no signi-
fica sólo compartir cosas materiales, sino también
el tiempo libre, los conocimientos, los sentimientos
y experiencias que tenemos. También ser generoso
significa aprender a recibir de los demás y reconocer
que ellos tienen aptitudes, valores y cosas que son
importantes y no nos pertenecen. Saber escuchar
al otro y reconocerle sus méritos es un acto de ge-
nerosidad.
Todo es mío
El egocentrismo del niño pequeño es algo absolu-
tamente normal. Antes de los dos años el niño no
tiene capacidad para compartir voluntariamente sus
juguetes, sus chuches o el tiempo que su madre le
dedica. El niño se ve a sí mismo como el centro del
universo. Su deseo está por encima de todo y no
diferencia lo que es del otro y no suyo. En esta fase
lo más importante es dejarle al niño claro cuáles son
sus cosas y cuáles son para compartir entre todos,
así como aquellas que son de los adultos y que hay
que respetar.
Comparto para que no me castiguen
Posteriormente, de los dos a los cuatro años, el niño
empezará a compartir porque sabe que si no lo hace
sus padres se enfadarán. Comparte sus cosas con
cierto recelo para evitar el castigo. No hay que for-
zarle siempre a compartirlo todo, pero sí ayudarle a
que lo haga, dar ejemplo y hacerle ver lo contentos
que nos ponemos cuando lo hace. El que a un niño le
cueste compartir antes de los 4 años no significa que
vaya a ser siempre un egoísta, sino que tiene apego
a sus cosas y está desarrollando el sentido de la
propiedad, defendiendo sus posesiones. A pesar de
eso, hay que ser paciente y convertir los encuentros
con otros niños en ocasiones para compartir juegos
y juguetes, tolerar sus enfados y alabarle cuando
tenga un gesto de generosidad espontáneo.
Te dejo si me dejas
Una vez que el niño sale de su egoísmo natural y que
tiene claro que él tiene sus cosas y los demás las su-
yas, aprende a compartir por qué existe una recom-
pensa; ya que el otro también comparte sus cosas.
Esta fase es necesaria para que entienda lo que es
el intercambio (es la fase del “te doy si me das”, del
intercambio de cromos, juguetes, chuches…) que
se suele dar de los cuatro a los seis años. Pero no
puede quedarse sólo ahí dando sólo a cambio de
otra cosa y deberá ir evolucionando en su relación
con los demás a medida que vaya creciendo. Como
imita mucho a los adultos, habrá que dar ejemplo
evidente.
Si juntamos todo, tenemos más
A partir de los cinco o seis años más o menos los
niños conocen el valor de lo que poseen y de lo que
poseen los demás y saben que se pueden compartir
e intercambiar las cosas, por lo que verán las ven-
tajas de juntar lo que tienen para entre todos tener
más. Éste es el principio del sentimiento de perte-
nencia a un grupo y de disfrutar de los bienes co-
munes. Hay que animarle a que junte sus juguetes y
sus cosas con los de los demás para que vean cómo
entre todos pueden jugar a más cosas y disfrutar el
doble. También es importante que aprendan a jugar a
lo que los demás quieren. Reconocer al otro implica
ceder en el juego y renunciar a veces a lo que que-
remos y nos apetece hacer, teniendo que practicar
el autocontrol y la renuncia por el bien de todos. Es
un momento en el que empieza el juego reglado, los
turnos y las normas.
Comparto porque me importas
Reconocer las necesidades de los demás, más allá
de las suyas, es otro paso fundamental que tendrá
que dar el niño para ser generoso. De esto será ca-
paz a partir de los seis o los siete años, una edad
de mayor apertura emocional con sus iguales. Irá
descubriendo el valor de dar algo de lo suyo, mate-
rial o no, para hacer sentir bien al otro. El bienestar
de los demás será su recompensa, ya que el hecho
de compartir le hará sentirse bien consigo mismo y
con los demás. Esto llegará con el tiempo si se tiene
paciencia y se es constante a la hora de dar impor-
tancia a lo que otros necesitan de nosotros.
Comparto porque es lo justo
Cuando va a comenzar la adolescencia se empieza
a desarrollar un sentimiento de solidaridad con per-
sonas que no conocemos, simplemente porque se
considera que compartir lo que uno tiene es lo justo.
Para esto ha tenido que ser necesario que vaya ad-
quiriendo las capacidades que se han descrito an-
tes. Cuando uno es capaz de ponerse en el lugar de
otro, es más capaz de dar y también es más capaz
de recibir, de reconocer las diferencias entre unos
y otros. Ésta es la raíz del civismo que les permitirá
ser un adulto comprometido con su entorno social
y con las necesidades de los demás.
Los padres son el mejor ejemplo
Se aprende fundamentalmente a ser generoso por-
que los padres lo son. El niño habitualmente se iden-
tifica con los padres y actúa como lo harían ellos
desde pequeño. Cuando uno sabe lo que es
justo y lo que no y actúa egoístamente, lo sano
es que surja el sentimiento de culpa. Por eso es
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fundamental que se le dé al niño la oportunidad de
disculparse y enmendar las cosas si se ha compor-
tado egoístamente. Valorarle cuando lo haga, le hará
convertirse en una persona con conciencia social
y le hará sentirse responsable de sus actos. Esto
es más fácil si en la familia se vive un ambiente de
participación y servicio a los demás.
ESKUZABALTASUNA BULTZATZEKO, HAU
DA BERHARREZKOA:
  1. Oso argi utzi behar zaio zer den berea,
besteena edo helduena bakarrik.
  2. Bere gauzekin bakarrik jolastea baino
jostailuak partekatzea dibertigarriagoa
dela ikustaraztea.
  3. Jokoetan txandak markatzea, gaine-
rakoekin ez haserretzeko eta gatazkak
ekiditzeko.
  4. Gauzak partekatzeko modu desberdi-
nak adieraztea (jostailuak trukatzea, li-
buruak uztea, litxarreriak banatzea...).
  5. Gauza partekatzen ahalegintzera anima-
tzea eta bere ekimen eskuzabalak go-
ratzea (opariren bat egin badu aurreztu
duen diruarekin, erabiltzen ez dituen
jostailuak apartatu baditu beste ume
batzuentzat edo neba-arrebentzat…).
  6. Gauzak partekatzen dituzuenean edo
beste batzuei gauzak ematen dizkie-
zuenean zuek ondo sentitzen zaretela
azaltzea.
  7. Beti gainerako pertsonen lekuan jar­
tzen irakastea, egoera onetan eta txa-
rretan.
  8. Egoera onean dauden jostailuak, liburuak
edo arropa aukeratzen laguntzea, bere
zortea ez daukaten beste ume batzue-
kin parteka ditzan (kanpaina berezietan,
gabonetan, bere urtebetetzean…).
  9. “Mandatu txikiak” proposatzea, bere
egozentrismotik atera dadin eta bes-
te batzuen alde ahalegina egin dezan,
bere denbora eta lana parteka dezan.
10. Familiakoak edo lagunak bisitatzen
dituzuenean, bere denborarekin, bere
solasarekin eta maitasunarekin esku-
zabala izaten irakastea.
11. Beste batzuengandik gauzak jasotzea eta
euren merezimenduak onartzea ere jar-
duera eskuzabala dela azpimarratzea.
12. Eraman handikoak eta irmoak izatea,
ume bakoitzak bere erritmoa eta gaine-
rakoengana heltzeko modua baitauka.
Ibone Ruiz de Velasco Artaza
CSM infanto-juvenil Julián de Ajuriaguerra