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El análisis etológico del

comportamiento: un ejemplo
aplicado al estudio de primates*

Fernando Peláez del Hierro


Departamento de Psicobiología, U.A.M.

INTRODUCCION nos estudiados (Papio spp.) era infrecuente


y altamente contextual, nos llevó a la nece-
Cualquier estudio del comportamiento, sidad de reproducir el análisis etológico des-
desde una perspectiva etológica, requiere de de sus comienzos. Manejando un conjunto
una base descriptiva sólida. Es necesario de patrones motores sencillos que configu-
identificar la conducta y clasificarla junto a raban unas pautas de conducta más comple-
otros comportamientos con los que compar- jas, hemos llegado a definir una categoría
ta factores causales o con los que posea una de comportamiento que denominamos
consecuencia adaptativa común. «Movimientos de saludo» (Peláez, 1982a y
• En el conjunto de nuestras investigacio- b). El estudio de los movimientos de saludo
nes del comportamiento social de primates, no ha sido nunca un fin en sí mismo; pero
nos hemos encontrado con pautas de con- ha servido para ampliar el etograma del gé-
ducta que necesitaban de esta descripción y nero Papi° (babuinos) y para demostrar la
clasificación. En muchas ocasiones, dada la importancia que algunos comportamientos
enorme cantidad de bibliografía existente, tienen como reguladores sociales (Peláez,
tanto la descripción como la clasificación 1982a y b, 1983, 1984 y Peláez et al., en
han sido hechas de forma satisfactoria en prensa).
estudios previos. Sin embargo, debido a la
versatilidad del comportamiento (máxime
en primates), no se puede contar nunca con Estudio de los movimientos de saludo
que el etograma de una especie se encuen-
tre definitivamente ultimado. Cuando hablamos de «Movimientos de
La existencia de unos comportamientos saludo» nos estamos refiriendo a un con-
complejos, cuya aparición dentro del reper- junto de pautas de conducta que hemos ca-
torio de conducta de los machos de babui- tegorizado como tales. Debido a que care-

* Este artículo forma parte de un estudio -más amplio que fue subvencionado por el Dpto. de Obras Sociales
de La Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. Desde aquí queremos manifestar nuestro agradecimiento.

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cemos de la información necesaria en torno (1962), Hall y DeVore (1965), Anthoney
a los factores causales que pudieran com- (1968 y 1975), Kummer (1968, 1973 y
partir con otras conductas y/o de las con- 1975), Kummer et al. (1974 y 1978), Saay-
secuencias adaptativas comunes a las que man (1971), Ransom (1971), Ransom y
sirven, o de la naturaleza de los cambios Rowell (1972), Altmann y Altmann (1970),
ocurridos durante su evolución y desarrollo Sugawara (1979), Owens (1973) y Peláez
(Hinde, 1970), el nombre no corresponde (1982a y b) en distintas especies de babui-
al de una categoría de conducta en un sen- nos. En macacos (Macaca), Altmann
tido estricto. A pesar de que se han hecho (1962), Kawamura (1967), Blurton Jones y
algunas referencias funcionales, no ha ha- Trollope (1968), Massey (1977), Hanby
bido ningún acuerdo que permitiera la ca- (1972). En chimpancé? (Pan), De Waal y
tegorización satisfactoria de este conjunto Roosmalen (1979), Kuroda (1980), Nishi-
de conductas. da (1970), Van Hoof (1973). También se
Algunos autores han dado distintos nom- han descrito en lemures (Presbytis entellus)
bres a categorías obtenidas a partir de con- por Jay (1965), y en humanos (Homo sa-
ductas más o menos parecidas: «respuestas piens) por Wickler (1967) y Eibl-Eibesfeldt
de saludo» (Bernstein, 1967), «conductas de (1977a y b). Una revisión de algunos mo-
notificación» (Kummer, 1968), «ceremo- vimientos de saludo puede verse en Wick-
nias de saludo» (Anthoney, 1975), «saludo» ler (1967) y Peláez (1982a y b).
(Anthoney, 1968; Altmann y Altmann, A lo largo de la literatura se ha hecho re-
1970; Nishida, 1970), «conductas de salu- ferencia a este conjunto de pautas, hacien-
do» (Hall, 1962), «conductas de apacigua- do hincapié en distintos aspectos de las mis-
miento-dominación» (Sugawara, 1979) y mas. Se ha planteado su origen sexual (p.
«movimientos de saludo» (Peláez, 1982a y e. Zuckerman, 1932; Maslow, 1936a y 1940;
b). En otras ocasiones, algunos autores se DeVore, 1962; Hall, 1962; Kawamura,
han referido a algunas pautas consideradas 1967; Anthoney, 1968; Saayman, 1971;
como saludos sin hacer referencia a la ca- Wickler, 1967; Kummer et al., 1974;
tegoría: lipeo (DeVore, 1962; Andrew, Owens, 1973; Hanby, 1972; Hinde, 1977;
1963; Blurton Jones y Trollope, 1968; Ro- Eibl-Eibesfeldt, 1977a y b; Peláez, 1982a y
well, 1966 y 1967; Van Hooff, 1962; etc.), b) y su emancipación durante las ontoge-
palpación de grupa (DeVore, 1962; Hall y nias (MasIow, 1936b; Kawamura, 1967;
DeVore, 1965), presentación (Rowell, Anthoney, 1968; Ransom y Rowel1,41972;
1966; Bernstein y Sharpe, 1966; Jay, 1975; Hinde, 1977; Owens, 1973; Hanby, 1972),
Kuroda, 1980; etc.), monta (Itani, 1954; el significado (Maslow, 1936b; DeVore,
Marler, 1965; Massey, 1977; Kuroda, 1980; 1962; Hall y DeVore, 1965; Hall, 1962;
Richards, 1974; etc.), hocico a hocico (Hall, Bernstein, 1967; Altmann, 1962; Van
1962; Blurton Jones y Trollope, 1968), ti- Hooff, 1962; De Wall y Roosmalen, 1979;
rón de pene (Rowell, 1966 y 1967; DeVo- Kuroda, 1980; Altmann y Altmann, 1970;
re, 1962; Ransom y Rowell, 1972; etc.). Por Kummer, 1968) y valor específico de las es-
otra parte, se han considerado saludos o pecies para algunas de las pautas (Kummer,
conductas asociadas a ellos, desde distintos 1968; Sugawara, 1979; Peláez, 1982a y b),
puntos de vista, a conducta tales como abra- la relación con la organización social de los
zo (Goodall, 1965 y 1968; De Waal y Roos- grupos (Kummer, 1968; Sugawara, 1979;
malen, 1979; Anthoney, 1968 y 1975), beso Peláez, 1982a y b) y más concretamente con
(Hall, 1962; De Waal y Roosmalen, 1979; el mantenimiento del «código social» en los
Van Hooff, 1973), espulgamiento (Hall, mismos (Bernstein, 1967 y Peláez, 1982a y
1962; Anthoney, 1968 y 1975; Kuroda, b).
1980; etc.). El problema esencial para el estudio de
El conjunto de estas conductas o algunas los movimientos de saludo es que sin crite-
de ellas, clasificadas como movimientos de rios que definan una categorización (aun-
saludo o no, aparecen descritas en varios que ésta siempre será operativa), la litera-
grupos de primates: DeVore (1962), Hall tura se ha encontrado muy diversificada, sin
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llegar a dibujar tan siquiera un campo de Peláez (1982a y b) propuso una defini-
tratamiento que clarificase unas conductas ción de los movimientos de saludo con la in-
complejas y de gran importancia social. tención de clarificar el tema y asentar una
Prueba de esta importancia resulta el gran base para futuras discusiones y estudios: «...
número de analogías, siempre consideradas los movimientos de saludo son conductas ri-
con precaución, encontradas para la especie tualizadas entre dos individuos y caracteri-
humana (p. e. Kummer, 1968; Wickler, zadas, de una forma general, por una apro-
1967 e Eibl-Eibesfeldt, 1977a y b). Quizá la ximación, un intercambio de señales cohe-
dificultad que puede encontrarse para esta- sivas y una posterior separación. Estos mo-
blecer esta clasificación provenga de la pro- vimientos . sirven para comunicar el ánimo
pia complejidad de las conductas, al tener de cada participante, como un sistema de
éstas distintas funciones en los diferentes control de la agresividad en orden a man-
contextos sociales: la presentación puede tener el "código social"» (págs. 236-239).
servir como un saludo o gesto de reafirma- Los movimientos de saludo que se conside-
ción para un animal de bajo rango por par- raron en estos estudios fueron las pautas de-
te de uno con rango más alto, como un ele- nominadas: «lipeo aislado», «saludo en cír-
mento de conducta sexual, como una invi- culo», «saludo en semicírculo», «saludo cara
tación a distintas actividades o como un ges- a cara», «saludo con presentación de gru-
to de sumisión (Ransom, 1971). pa», «saludo de monta» y «saludo con tirón
Teniendo en cuenta el enorme grado de de pene» (Peláez, 19826).
distorsión que sufren los rituales a lo largo Independientemente de que los movi-
de la filogenia y durante su asentamiento mientos de saludo hayan sido considerados
en las ontogenias (Lorenz, 1978) y dado que como tales en la literatura anterior o que
existe una versatilidad considerable en la en esa misma literatura se tuviesen en cuen-
expresividad social de los individuos de un ta otras pautas distintas de las menciona-
grupo, puede ocurrir que las comparaciones das anteriormente, a continuación se revi-
con conductas y ceremoniales de otras es- sarán exclusivamente aquellos que se ajus-
pecies resulten inadecuadas (Hall, 1962). tan a la definición propuesta por Peláez
Algunas señales nuevas comienzan su evo- (1982b).
lución a partir de otras señales que poseían
una función distinta y a las que el animal
respondía de una forma definida. Estas res- Lipeo (Lip-smackin)
puestas pueden llegar a cambiar si el estí-
mulo que las produce, aun siendo el mismo, El lipeo no es una conducta que se pro-
se emite en situaciones o contextos nuevos. duce exclusivamente como un movimiento
Un caso muy concreto podría ser el de los de salutación. A lo largo de la bibliografía°
movimientos de saludo. Algunos gestos y se ha descrito antes y durante las sesiones
displays, considerados generalmente como de espulgamiento (DeVore, 1962; Hall y
sexuales, se han emancipado y unido a mo- DeVore, 1965; Van Hooff, 1962), durante
tivaciones no sexuales, con la función de la monta sexual (Zuckerman, 1932; Wick-
mantener o establecer las relaciones entre ler, 1967) y durante la ejecución de casi to-
los individuos del grupo social. O como se dos los saludos considerados (Van Hooff,
ha llegado a plantear en el hombre, en el 1962; Hall y DeVore, 1965; Peláez, 1982b).
que las tendencias sexuales no dependen es- Sin embargo, el lipeo puede ser por sí mis-
trechamente de las fluctuaciones y cambios mo un movimiento de salutación cuando se
fisiológicos, el atractivo de los sexos puede produce aisladamente («isolated lip-smac-
estar determinado por factores emancipa- king» en Peláez, 1982b).
dos de las relaciones sexuales mismas y caer El origen y desarrollo de esta pauta mo-
en un ámbito sociosexual definido median- tora se ha considerado desde distintos pun-
te otras formas de comunicación (Wickler, tos de vista. Para Anthoney (1968), el II-
1967) que también pueden explicar la es- peo es un patrón motor derivado del refle-
tructura social de' los grupos humanos. jo repetido de succión sobre el pezón de la

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madre durante el amamantamiento. Esta movería una actitud positiva de acercamien-
idea surge como consecuencia de la seme- to entre los individuos, más fuerte que la
janza encontrada entre los sonidos que se tendencia a huir (Van Hooff, 1976). En este
emiten durante la succión y los producidos sentido resultan clarificadores los estudios
al lipear el animal, aunque en el primer caso experimentales de Blurton Jones y Trollo-
la frecuencia de los mismos sea más lenta. pe (1968), con Macaca arctoides, en los que
Durante las primeras semanas de vida, con observaron cómo un macho lipeaba a una
frecuencia, algunas hembras cetcanas al proyección de una diapositiva de sí mismo
grupo social del joven lipean mientras es- en posición amenazadora.
pulgan a la madre de éste. Posteriormente, Se ha estudiado la relación entre lipeo y
las hembras pasan a lipear al joven al tiem- dominancia como criterio para llegar a es-
po que se agachan en dirección a sus geni- tablecer ésta. Rowell (1966) encontró que
tales. Ante esta actividad el joven responde los animales dominantes solían lipear a los
con una erección del pene, de forma que subordinados, de forma que la frecuencia de
«según maduran los infantes, el patrón mo- lipeo correlacionaba con el rango aparente
tor que aparecía como de amamantamiento de dominancia establecido mediante otros
se convierte durante el desarrollo en un pa- criterios. Sin embargo no encontró correla-
trón de saludo y conducta sexual» (Antho- ción de este rango con la frecuencia de li-
ney, 1968, pág. 362). peos recibidos. El lipeo podría interpretar-
Otro posible origen ha sido apuntado por se como una pauta de apaciguamiento uti-
Andrew (1963) al considerar al lipeo como lizada para asegurar a otros animales, de
derivado de las presiones sucesivas ejerci- mayor o menor rango, las intenciones amis-
das entre los labios para sujetar las partí- tosas del individuo que lo realiza. Los ma-
culas removidas durante el espulgamiento. chos lipeaban más a las hembras que al re-
Esta presión se iría combinando con cam- vés (Rowell, 1967) y los machos adultos,
bios sucesivos en la abertura de los labios y más agresivos entre sí, se lipeaban en raras
con el golpear de la lengua contra la cavi- ocasiones (Saaymán, 1971). Kummer et al.
dad formada. El origen del lipeo y del beso (1974) llegaron a una conclusión parecida
podría derivarse, asimismo, de actividades al afirmar que el lipeo resultaba el indica-
alimentarias como el traspaso de comida dor más real de una motivación social po-
desde la boca de la madre a la del hijo sitiva, sin componentes agresivos de huida.
(Wickler, 1967); resultando en definitiva Esta afirmación se encontraba basada en al-
patrones de conducta de cuidado parental gunos experimentos en los que se crearon
que, entre adultos, se convierten en pautas artificialmente relaciones triádicas entre
apaciguadoras. dos machos y una hembra de la especie Pa-
Se ha aceptado generalmente el signifi- pio hamadryas. El macho «poseedor» de la
cado cohesivo del lipeo (Rowell, 1966). De- hembra era el único que lipeaba al «rival»,
Vore (1962) lo consideraba como un gesto independientemente de cualquier posición
apaciguador o neutral que aparecería en si- jerárquica previamente establecida entre
tuaciones potencialmente agresivas, como ambos. Según Kummer y sus colaborado-
la aproximación directa, contacto físico, etc. res, la dirección del lipeo era independiente
(véase también Rowell, 1967), de forma que de las relaciones de dominancia (véase el
en los casos de mayor tensión el lipeo se apartado de «presentación de grupa» en re-
produciría de una manera más vigorosa y lación con este experimento).
prolongada (véase también Hall y DeVore, Aunque como se ha visto, el lipeo puede
1965). aparecer en diversas situaciones sociales,
El lipeo se intercambia normalmente en- antes y/o durante todos los movimientos de
tre individuos que poseen relaciones esta- saludo descritos y como un saludo en sí mis-
blecidas (Van Hooff, 1962), manifestándo- mo, en nuestros estudios sólo hemos con-
se más claramente tres períodos de separa- siderado el último caso, es decir, cuando el
ción (como saludo). Esta conducta estaría lipeo aparece aislado. Si bien en una ince-
motivada por una atracción social que pro- racción puede darse el intercambio de la
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misma conducta entre ambos participantes La presentación (y también la monta)
(interacción simétrica), el lipeo como salu- son funcionales en el contexto sexual. Du-
do no se encuentra combinado con ningún rante la presentación se muestran los geni-
otro movimiento de salutación. De esta for- tales diseminando las feromonas y durante
ma el saludo de lipeo se estudia en función la monta, obviamente, se lleva a cabo el apa-
de un único patrón motor que resulta ser la reamiento. A tenor de esta relación podría
conducta misma (Peláez, 1982b). pensarse que la presentación y la monta se
hubieran formado juntas a lo largo de la fi-
Presentación de grupa logenia y, por supuesto, con una función re-
productiva (Hinde, 1977). Sin embargo, el
«Presentación de grupa» ha sido una de hecho de que en muchas especies ambas
las interacciones sociales que más han apa- conductas posean una función claramente
recido en la literatura relacionada con los diferenciada de la reproductiva, hace pen-
saludos y por tanto de la que tenemos un sar que pudieran tener distintos orígenes
mayor número de referencias. No siempre evolutivos y que las analogías hechas entre
se ha considerado como una pauta de salu- la presentación sexual y la presentación so-
tación, aunque en muchos de los contextos cial se hayan inferido por la observación de
en los que se ha definido haya aparecido simples semejanzas de forma (Hanby,
como tal. 1972).
Se ha aceptado generalmente el origen Para Ransom y Rowell (1972) la presen-
sexual de esta conducta, dado el extraordi- tación era ilustrativa de una conducta que
nario parecido entre la presentación sexual ontogénicamente derivaba a una conducta
como invitación a la cópula y la presenta- especializada de saludo, al menos en babui-
ción social en contextos no sexuales. De he- nos: a los cinco o seis meses de edad los in-
cho, algunos autores no han diferenciado fantes comienzan las secuencias de «ascen-
ambos tipos de presentación por la dificul- sión-inspección» por sí mismos, aproxi-
tad de distinguirlos (Saayman, 1971; véase mándose a animales mayores que ellos, dan-
también Ransom, 1971). Este origen sexual do vueltas alrededor y caminando retrasa-
de la presentación ha dado pie a interpre- dos en los órdenes de marcha. A través de
taciones curiosas en los primeros estudios estos comportamientos tan activos, las gru-
primatológicos (para una visión más deta- pas de los jóvenes llegan al nivel de las ca-
llada de estas interpretaciones puede verse bezas de los otros miembros del grupo. Este
el apartado referido a «monta»). patrón de conducta se iría abreviando y ri-
En la mayoría de los primates del Viejo tualizando de forma que a la edad de doce
Mundo, los cuartos traseros poseen formas a quince meses los jóvenes se presentan en
y coloraciones muy especiales que pudierail un contexto emancipado del anterior.
haber evolucionado con una función de se- Otros autores han visto el desarrollo de
ñal. Este hecho parece patente entre todos la presentación exclusivamente ligado a la
los babuinos y sobre todo en los hamadría- conducta sexual, en la que la presentación
des, en los que los parches traseros son vi- y la monta van surgiendo gradualmente. Es-
sibles incluso por los lados (Nagel, 1973). tas pautas sexuales aparecían casi comple-
Así, la presentación puede haber derivado tas a la edad de diez-trece meses en los ba-
primariamente de una función sexual: los buinos (Owens, 1973) y todos los elemen-
cuartbs traseros de los machos parecen imi- tos copulatorios se desarrollaban al tiempo
tar la piel sexual de las hembras para que que iban formando parte de contextos agre-
el valor de su presentación sea tan efectivo sivos o de juego. Los cambios que van ocu-
como el de éstas. Según Wickler (1967) aquí rriendo con la edad no contribuyen exclusi-
habría que encontrar la razón por la que la vamente al desarrollo de la pauta funcional
presentación de grupa se encuentre tan ex- de la cópula, como si entendiésemos que
tendida entre los primates, incluyendo a ésta surge a partir de la reordenación y ajus-
aquellos cuyas hembras carecen de hincha- te de unos patrones aislados o mal orienta-
zón sexual. dos. En realidad lo que aparece es el ,resul-
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tado de una diferenciación progresiva de rece haber una clara relación entre la agre-
dos conjuntos de pautas de conducta: la con- sividad intraespecífica y la necesidad de
ducta sexual con función reproductora y al- amortiguarla. Algunos comportamientos
gunas formas de conducta estrictamente so- evolucionan paralelamente (Krummer et
ciales que se producen también entre miem- al., 1974), evitando que las consecuencias
bros del mismo sexo (Hanby, 1972). No mal adaptativas de alguno de ellos se tra-
obstante puede haber un origen común: la dujesen en una dispersión del grupo.
postura de cabalgamiento sobre la madre pue- La presentación tiene elementos motiva-
de ser el origen tanto de la presentación como cionales de sumisión o conciliación por par-
de la monta sexuales y de otros tipos de mon- te del animal que se presenta, como una es-
ta y presentación meramente sociales (antho- trategia de «cut-off» (Chance, 1962) que re-
ney, 1968; Hanby, 1972; Owens, 1973). duce la tensión entre los miembros del gru-
Aparte del origen evolutivo y de su dife- po social (Jay, 1965). En este sentido, la fun-
renciación a lo largo de la ontogenia, la pre- ción de la presentación dependería en gran
sentación se ha considerado, al igual que medida de la flexibilidad de la organización
otros movimientos de saludo, como un ele- social y de la tolerancia mutua entre los
mento importante en las dinámicas socia- miembros del grupo, ya que ambos paráme-
les de los grupos. «Hay poca duda de que tros repercuten directamente en el grado de
los saludos sirvan, en parte, para mantener tensión en el seno del mismo.
la cohesión del grupo, aunque su relación Esta asunción entronca directamente con
con la dominación individual y agresividad la idea de una estrecha relación existente
probablemente sea muy compleja...» (Hall, entre la presentación y la dominancia social
1962, pág. 130). Estas dos relaciones han (véanse otros apartados y Peláez et al., en
'sido las más manejadas en toda la literatu- prensa b). Durante la presentación, por su
ra sobre saludos y más concretamente en el analogía con la presentación sexual, el ani-
caso de la presentación. A pesar de ello, los mal dominante toma siempre «el papel de
resultados no han esclarecido, ni mucho me- macho», mientras el subordinado «adquiere
nos, el auténtico significado social de la pre- el de hembra» (sobre esta interpretación
sentación y como veremos existen numero- puede verse Maslow, 1936b y 1940; Zucker-
sas contradicciones. man, 1932; Wickler, 1967). Los subordina-
La presentación se ha considerado como dos se presentaban generalmente a los do-
una pauta de conducta amistosa (Rowell, minantes, de forma que recibir presentación
1966), significando apaciguamiento por de grupa correlacionaba con el rango apa-
parte del animal sumiso y atendiendo a las rente, mientras que presentarse no lo hacía
diferencias de sexo, edad o estatus social (Rowell, 1966; Seyfarth, 1976); los indivi-
(Saayman, 1971). Al igual que otros ritua- duos de alto rango se presentaban menos
les se producía cuando en el encuentro en- (Seyfarth, 1976) que los de rango inferior
tre dos individuos aparecía una clara incer- (Sugawara, 1979; Anthoney, 1975). La pre-
tidumbre ante la posibilidad de una amena- senración se consideraba como un índice de
za o ataque potencial (Hall, 1962) y era el dominancia social (Jay, 1965), posiblemen-
resultado de un conflicto entre las tenden- te de los mejores (Hall y DeVore, 1965),
cias de permanecer y huir (Blurton Jones y aunque en muchos casos no se hiciese refe-
Trollope, 1968; Altmann, 1962; Van Hooff, rencia a la dirección de las interacciones y
1962). Las interacciones agonísticas suelen a algunas excepciones a las mismas. Lo que
ir seguidas de otras interacciones amistosas sí parecía evidente era que la presentación
(Anthoney, 1975; Seyfarth, 1976; De Waal no resultaba ser una conducta que aparecie-
y Roosmalen, 1979; Peláez, 1982b), ya que se al azar entre todos los miembros del gru-
parece evidente que a pesar de su significa- po, sino que se daban «preferencias» en el
do adaptativo, la agresión intraespecífica momento de la ejecución y en cuanto a las
tiende a dispersar a los individuos y a dis- respuestas obtenidas (Hall y DeVore, 1965;
locar los grupos sociales (p. e. Wilson, 1980; Bernstein y Sharpe, 1966; Bernstein, 1967;
Peláez et al., en prensa, a). Según esto, pa- Saayman, 1971; Peláez, 1982b).
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A pesar de todo este conjunto de datos movimientos de acercamiento entre los in-
han aparecido otros resultados que contra- dividuos, la tensión aumentaba como con-
dicen la idea de una relación directa entre secuencia de que la distancia normal (entre
presentación y dominancia. Bernstein y machos 2,5 metros) se sobrepasaba hasta
Sharpe (1966) observaron presentaciones llegar a una aproximación de unos pocos
(y montas) mutuas entre algunos machos, centímetros, momento en el que se produ-
coincidiendo con períodos de una mayor cía la presentación (véase también Peláez,
frecuencia de agresiones severas dentro de 1982b).
las mismas diadas que se presentaban mu- Entre machos la presentación no apare-
tuamente. La presentación de machos adul- cía como una señal de sumisión, sino como
tos hacia jóvenes era también muy frecuen- una señal entre ambos participantes que
te en determinados contextos (Blurton Jo- anunciaba un próximo cambio en sus res-
nes y Trollope, 1968; Kummer, 1968; Pe- pectivas situaciones espaciales o el inicio de
láez, 1982a) y podía considerarse que, en un viaje, de forma que el receptor podía se-
ocasiones, la presentación de un animal de guir al notificador una vez iniciado el or-
alto rango podría ser una conducta de rea- den de progresión (Kummer, 1968).
firmación para el de rango más bajo (Alt- Posteriormente, en cautividad, las con-
mann, 1962; Van Hooff, 1962) o una con- ductas de notificación se relacionaban con
ducta afirmativa en general, independiente el principio de «posesión» en un sentido
de los rangos relativos de los individuos amplio (hembra, alimento, objeto, etc.). El
participantes (Lawick-Goodall, 1968; Kuro- animal «poseedor» (véanse otros aparta-
da, 1980). dos) se presentaba frecuentemente a su «ri-
Entre los babuinos geladas (Theropithe- val», el cual se inhibía por las relaciones
cus gelada), después de un conflicto abierto previamente establecidas entre el poseedor
el ganador lipeaba y se presentaba al per- y su posesión. La inhibición resultaba ma-
dedor. La función de la presentación no se- yor cuanto más estrechas eran las relacio-
ría mostrar la superioridad, sino el estable- nes poseedor-poseído, y más presentaciones
cer o restablecer una relación positiva des- recibía el rival. Esta inhibición no se pro-
pués de alguna confrontación causada por ducía cuando poseedor y rival eran desco-
la dislocación de rangos o «posesiones» nocidos entre sí por pertenecer a distintas
(Kummer et al., 1974). Este hecho estaría tropas. Sólo el poseedor se presentaba al ri-
relacionado con la observación de algunas val y la inhibición de éste parecía indepen-
presentaciones por parte de un individuo diente de las relaciones de dominancia es-
hacia el resto de los miembros del grupo, tablecidas previamente entre ambos ma-
antes de ser separado en una situación ex- chos (Kummer, 1973; Kummer et al.,
perimental (Blurton Jones y Trollope, 1974).
1968). Sin embargo, resultaba que los rivales
Para Kummer (1968), la presentación de más peligrosos de un líder de harén eran
los cuartos traseros formaba parte de un sus propios seguidores, con los cuales había
conjunto de conducta perteneciente a una mantenido las relaciones más estrechas
categoría más amplia que denominó «con- (hasta estados de espulgamiento, Kummer,
ductas de notificación». A partir de sus ob- 1975). Los seguidores, antes de tomar sus
servaciones de campo de babuinos hama- propias hembras, podían evaluar la relación
dríade (P. hamadryas), Kummer hizo las entre los costes de la competición durante
aproximaciones más sistemáticas, aunque la usurpación de éstas al poseedor y los po-
indirectas, respecto a los movimientos de sibles beneficios reportados por la toma de
salutación. Kummer y sus colaboradores di- dichas hembras. Parece ser que los rivales
señaron un conjunto de experimentos a rea- podían obtener la suficiente información
lizar tras haber observado a los mismos su- para tomar la iniciativa en la usurpación a
jetos en su medio natural (véase Kummer, partir de dos factores: la actitud de la hem-
1973 y 1975; Kummer et al., 1974 y 1978). bra hacia el macho poseedor, que se mani-
En libertad se encontraba que durante los festaba en su respuesta a las conductas de
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100 Estudios
pastoreo («herding behaviour») realizadas misma actividad copulatoria (Hanby, 1972;
por su macho y el número de presentacio- Hinde, 1977). El tirón de pene podría ser
nes que el poseedor dirigía al rival. Median- una pauta sustitutiva de la presentación en-
te las presentaciones, el poseedor, utilizan- tre machos (Ransom y Rowell, 1972) que
do una conducta reafirmativa, notificaba al empieza a desarrollarse en estadios tempra-
rival la seguridad que tenía de mantener su nos de sus ontogenias (véase Anthoney,
posesión (Kummer et al., 1978). 1968). También para Anthoney (1968), la
Como hemos podido ver, a lo largo de la monta pudiera tener un origen común con
bibliografía no aparece una noción clara del el abrazo y la palpación de grupa, ambos de-
significado y función de este movimiento de rivados del reflejo de agarrarse al pelo de
salutación. Sin embargo, puede resultar cho- la madre durante el transporte. La monta,
cante, dada la amplia difusión de este com- el abrazo y la palpación de grupa serían en
portamiento en primates, el que no se ha- esencia los mismos patrones motores: los
yan realizado investigaciones sistemáticas jóvenes comienzan pronto a responder a la
para su esclarecimiento. No obstante, las di- presentación de las hembras adultas, su-
ficultades de ese estudio, al igual que para biéndose a ellas y haciendo intromisiones
otros movimientos de saludo, hacen pensar con movimientos pelvianos. Posteriormen-
que su valor social se encuentra precisamen- te se iría produciendo una disociación entre
te en su enorme versatilidad y posibilidad la pauta copulatoria y lo que serán los mo-
de acomodación a un gran número de con- vimientos de salutación (véase el apartado
textos sociales diferentes. Estas distintas si- de presentación y Hanby, 1972; Owens,
tuaciones deberán tratarse por separado y 1973). Kummer (1968), observando ma-
en su conjunto, a partir de estudios longi- chos jóvenes de babuinos hamadríade, des-
tudinales de grupos concretos. cribió algunas montas que se producían al
tiempo que los individuos se agarraban y
amenazaban a los observadores. Este hecho
Monta, palpación de grupa y tirón de reforzaba la posibilidad, como ya se apun-
pene taba anteriormente, de un origen común
para ambos comportamientos.
La razón para situar juntos estos tres ti- La monta y la palpación de grupa pue-
pos de movimientos de saludo radica en den producirse como actividades conciliato-
que, unido con la presentación de los cuar- rias, posteriores a una confrontación entre
tos traseros, aparecen muy próximos en una machos (Kummer, 1968; Kuroda, 1980; Pe-
cadena secuencial (por ejemplo DeVore, láez, 1982a y b; Peláez et al., en prensa a).
1962; Richards, 1974; Peláez, 1982a y b). Richards (1974), por el contrario, opinaba
Al igual que para la presentación, se ha que tanto una como otra no se producirían
discutido el valor sociosexual de estos tres tras una agresión abierta, sino en situacio-
tipos de movimientos de salutación, habién- nes de tensión para distraer el ataque (véa-
dose llegado a considerar la monta no se- se también Kawamura, 1976 y Peláez et al.,
xual como una conducta de «prostitución» en prensa a, desde el punto de vista de la
(Maslow, 1936b y Zuckerman, 1932). prevención de la pérdida de intimidad rela-
Kempf (1917, cit. en Maslow, 19366) utili- tiva).
zó por primera vez el término de conducta La visión de los cuartos traseros o de los
prostitutiva para describir aquellas conduc- flancos reduciría la emisión de señales ago-
tas sexuales que se producían con la función nísticas que pudieran elicitar una respuesta
de obtener «ventajas económicas» como ali- agresiva (Hinde, 1966), aunque el tirón de
mento o inmunidad en el ataque, en con- pene pareciese provocar caza o lucha más
textos no sexuales. que la evitación o reducción de la tensión
La monta podía observarse en ambos se- (DeVore, 1962). Para Marler (1965), el
xos y a todas las edades, encontrándose aso- agresor potencial sería el dador más que el
ciada a la presentación durante el desarro- receptor de los estímulos táctiles evocados
llo, como distintos patrones motores de una por la invitación a montar del oponente. El
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Estudios 101
agresor poseería un feed-back táctil asocia- subordinación (Sugawara, 1979). Además,
do con la monta que le distraería de la agre- como ya observara Maslow, podría produ-
sión abierta, aunque no existiese intromi- cirse una inversión en los roles con la con-
sión. En el caso del receptor, la respuesta siguiente variación en la dirección de la con-
evocada por la monta dependería de su sexo ducta (véase Kummer, 1968) y frecuencia
y de su estado fisiológico. de montas. Hall y DeVore (1965) encontra-
La monta, palpación de grupa y tirón de ron pocas montas cuando estudiaban gru-
pene se han asociado también a la domi- pos con, aparentemente, alta estabilidad y
nancia social. Una de las características del DeVore (1962) anotó las mayores frecuen-
animal dominante consiste en provocar res- cias de aparición entre los machos que per-
puestas de «prostitución» (véanse páginas tenecían a la jerarquía central con aquellos
anteriores de este mismo apartado) en los que se encontraban fuera de ella, deducien-
animales subordinados (Zuckerman, 1932). do que la monta ocurría entre individuos
Tan sólo durante cortos períodos de juego con baja tolerancia mutua.
entre jóvenes, las relaciones de dominancia Kummer (1975) no encontró ninguna re-
se suprimían temporalmente y los subordi- lación entre la monta y la jerarquía de do-
nados podían montar a los más dominan- minancia, considerando que la monta se
tes. «Cuando se producían estos tipos de su- producía indistintamente en ambas direc-
presiones, parecía como una orgía sexual de ciones de la escala. De nuevo, en situacio-
grupo en la que todos se presentaban fre- nes triádicas, el macho «poseedor» podía
cuente e indiscriminadamente a cualquier presentarse y ser montado por el «rival» en
otro animal cercano. Posteriormente había lugar de su propia hembra, asegurándose de
montas meramente nominales que ocurrían esta forma su posesión. Nuestros propios
durante breves segundos y en las que se pro- resultados (p. e. Peláez et al., en prensa a)
ducía una inversión dq los roles que conti- indican que la monta podría ser un com-
nuaba durante el juego...» (Maslow, 1936b, portamiento con la función de reafirmar los
pág. 271). Así, «... la homosexualidad (en niveles de intimidad relativa entre indivi-
hamadríades) es una expresión de la domi- duos con relaciones amistosas establecidas.
nancia. Podríamos esperar encontrar más La palpación de grupa entre machos es
homosexualidad donde existe mayor domi- más frecuente que la monta. La diferencia
nancia. Por supuesto la esperamos como un esencial radica en quién lleve la iniciativa,
producto del celibato forzado al que están ya que en la palpación parece ser el domi-
sometidos los jóvenes hamadríades» (Mas- nante el que se presenta para ser palpado
low, 1940, pág. 319). por el subordinado. En otros casos, la pre-
Al margen de ciertas connotaciones que sentación se realizaba con la grupa en po-
aparecen en las reseñas anteriores, los es- sición muy baja (Peláez, 1982b) y nunca
tudios de A. H. Maslow hacían referencia a aparecía seguida de monta (DeVore, 1962;
hechos considerados posteriormente en la Hall y DeVore, 1965).
literatura de forma más objetiva. La monta El tirón de pene fue considerado como
no sexual aparecía como una conducta de una actividad de dominante por Rowell
juego a partir de un origen' común con la (1966). Sin embargo, Sugawara (1979) dis-
monta copulatoria, emancipándose de ésta tinguió entre la realización de la pauta en
durante la ontogenia (Hanby, 1972) y con- situaciones asimétricas, en las que sí parece
virtiéndose en una conducta afirmativa de confirmarse una correlación con el rango de
rango en contextos no sexuales (Kawamu- dominancia del actor, y en situaciones simé-
ra, 1967). La monta se había considerado tricas, en las que ambos machos la realizan
como una actividad propia de animal domi- mutuamente pareciendo que la dominancia
nante (Hall y DeVore, 1965; Kuroda, 1980; estuviese ausente.
Sugawara, 1979), pero aunque los indivi- Aunque además de la presentación, la
duos montados tuviesen rangos más bajos monta, palpación de grupa y tirón de pene
en una jerarquía de dominancia (Richards, pudieran tener orígenes comunes y aparez-
1974), el ser montado no era indicativo de can frecuentemente en una misma secuen-
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102 Estudios
cia, deben considerarse separadamente en mientras el otro permanecía estático. En el
los estudios sistemáticos de los movimien- Parque Zoológico de la Casa de Campo de
tos de salutación. El hecho de que muy a Madrid, los dos únicos machos adultos que
menudo aparezcan separadas puede inter- participaban en los movimientos de saludo
pretarse como una falta de correlación en- los realizaban de una forma simétrica, con
tre los factores causales que provocan estas un acercamiento mutuo y una posterior se-
conductas (Hinde, 1977) o como una prue- paración (Peláez, 1982b). Los saludos de
ba de que los mecanismos que las producen cara a cara se producían sólo entre los ma-
varían en los distintos contextos sociales chos hamadríade e híbrido que, por otra
(Ransom, 1971). parte, eran los únicos líderes de sus respec-
tivos harenes. Aunque se plantearon algu-
Cara a cara nas hipótesis, no se pudo establecer ningu-
na conclusión sobre el significado y función
Los movimientos de saludo de cara a cara de esta conducta, debido sobre todo a la baja
son los únicos que se han considerado al frecuencia con que se producían estos mo-
margen de un posible origen sexual. Sólo vimientos.
tres autores han descrito este tipo de mo- En la literatura sobre otras especies de
vimientos, observados exclusivamente en- primates han aparecido descripciones de
tre hamadríades o híbridos de esta especie acercamientos frontales asimétricos que
con otros babuinos. En función de este he- eran denominados interacciones boca a boca
cho se han considerado como específicos de («Mouth to mouth behaviours»). Esta con-
la especie P. harnadryas (Kummer, 1968; ducta se observaba, por lo general, inmedia-
Sugawara, 1979; Peláez, 1982a y b). Peláez tamente después de que el animal receptor
(1982a y b) describió los movimientos de se hubiese introducido algún alimento en la
saludo cara a cara («Face to face greetings») boca (Hall, 1962; Struhsaker, 1967; Blurton
entre los machos adultos de una tropa hí- Jones y Trollope, 1968), por lo que llegó a
brida de babuinos (P. hanzadryas x P. cyno- pensarse en un mecanismo de trasvase de
cephalus). Estos movimientos parecían informacia alimentaria.
coincidir con la «conducta de giro» («Tur- Como se ha visto a lo largo de esta revi-
ning behaviour») observada por Sugawara sión de los movimientos de salutación, no
(1979) entre hamadríades e híbridos de és- existe ningún conocimiento definitivo sobre
tos y anubis (P. anubis) en libertad. A su el significado y función de los mismos. La
vez Sugawara hacía mención de la semejan- única forma de llegar a esclarecer todos los
za entre estas conductas y la «presentación puntos de vista sería el estudio parcial de
de cara» («Face presentation») descrita por cada uno de ellos para contrastar los resul-
Kummer (1968) entre m,achos hamadríades tados con cada una de las hipótesis apare-
en libertad (Sugawara, 1979 y comunicación cidas en la bibliografía. Sin embargo, nues-
personal). tra idea era esencialmente la aportación de
Peláez (1982b) describió otros movi- un material bibliográfico que unido a nues-
mientos de salutación que denominó «salu- tra experiencia observacional permitiera
do en círculo» y «saludo en semicírculo» dar una visión global de la forma de con-
(«Circular and Semicircular greetings») que feccionar, discutir y utilizar la descripción
" poseían unos patrones motores semejantes exhaustiva de unos comportamientos. Ob-
al saludo cara a cara. Seguramente, Sugawa- viamente, la descripción no es, en sí mis-
ra y Kummer omitieron esta diferenciación ma, un fin en el estudio de la conducta; pero
porque en libertad no les fue posible dis- junto con el conocimiento de los factores
tinguir estas pautas o porque su tratamien- causales y/o función de los comportamien-
to por separado producía dificultades de tos, se hace un requisito previo para cual-
tipo metodológico. quier consideración más amplia de las inte-
Sugawara y Kummer habían observado racciones, relaciones y organización social
estos movimientos como asimétricos, es de- de los grupos, así como de las dinámicas o
cir, uno de los individuos se aproximaba procesos que se producen en los mismos.
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Resumen
Desde una perspectiva etológica, el estudio del comportamiento requiere una base descriptiva. La descrip-
ción no es en sí misma un fin, pero sí una herramienta necesaria para llegar a conocer el significado y/o función
de la conducta. Partiendo de la descripción hecha en artículos anteriores, hemos utilizado los movimientos de
saludo como un ejemplo de lo que la perspectiva etológica puede aportar al conocimiento de algunos aspectos
relevantes de la conducta social en primates.

Summary
From an ethological point of view, the study of behaviour requests a descriptive base. Description is not an
end in itself, but a necessary tool to know meaning and/ or function of behaviour. From description made in
articles befo re, we have use greeting movements to give an example of ethological approach in order to study
relevant aspects of social behaviour in primates.

Résumé
D'aprés une perspective éthologique l'étude da comportement demande une base descriptive. La ,description
n'est pas de soi un fin mais un outil nécessaire pour árriver á la connaissance da signifié et/ ou de la fonction
de la conduite. Selon la description faite en articles antérieurs, nous avons utilisé les mouvements de salutation
comme un exemple de ce que la perspective éthologique peut apporter á la connaissance de quelques aspects
relevés de la conduite sociale des primates.

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