Mi experiencia empieza cuando mi familia decide ir de turismo a varias locaciones del territorio mexicano, partimos el 10 de diciembre del 2016. El día del viaje hicimos todo el proceso de check-in y abordaje en el aeropuerto El Dorado en la ciudad de Bogotá. Cuando estábamos en el avión en la silla que me correspondió fue la ventanilla, yo estaba al lado de una pareja, era un mexicano y una colombiana en el transcurso del vuelo empecé a conversar con el ciudadano mexicano intercambiando más cosas sobre nuestras cultura, por ejemplo, jerga, platos y experiencias que él tuvo en nuestro país con su pareja; pude notar una gran admiración por parte del extranjero por nuestra diversidad de cultura y paisajes que tuvo la oportunidad de conocer en nuestro país, cabe recalcar que era su primera vez en Colombia. Cuando llegamos al aeropuerto Benito Juárez en la Ciudad de México (CDMX) ya empezaba mi experiencia como tal en México, lo primero que note es la amabilidad de los empleados del aeropuerto, no nos miraban como “Narcos” (término popular entre los mexicanos) por el hecho de ser colombianos ya que al entablar una conversación con el operario del aeropuerto me dijo – “Todos Somos iguales, sin importar la fama que tengan nuestros países”- , cuando salimos del aeropuerto pedimos un taxi para que nos llevara al hotel donde nos íbamos a hospedar en CDMX, el conductor del vehículo mostró su admiración por los colombianos y nos dijo que algún día le gustaría conocer nuestro país, ya que compartimos muchas cosas tradicionales entre nuestras tierras, como dijo el –“Somos hermanos, hermanos latinos”- Ya en el hotel descansamos hasta el otro día, pues llegamos de noche a México. Al siguiente día fuimos a desayunar al restaurante del hotel, en ese momento pedí unas tortillas con huevo, nada del otro mundo, cuando almorzamos en un restaurante ubicado en el norte de la cuidad pedí las tan populares enchiladas de carne con guacamole, lo primero que note es que comen demasiado picante lo cual me pareció normal pues soy un consumidor constante de picante. Luego fuimos a un bar y la noche empezó con una serenata si se puede llamar así de los tradicionales mariachis mexicanos, escuche canciones que son típicas en Colombia, también otras que no conocía, pero me pareció interesante el show. Ya en los últimos días me gusto ir a museos, conocer gente local y probar cosas nuevas, cosas que en Colombia no son muy comunes. Lo que puede notar de sus locales es que son muy amigables, abiertos otras culturas, no le demuestran mucha importancia a la fama de los países que reciben como turistas, también nuestros países comparten mucho, como decimos aquí celebramos la vida y eso ellos también lo hacen y desde mi perspectiva lo hacen bien. Es un viaje que he tenido la oportunidad de repetir y lo seguiré haciendo muchas veces más.