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Sermón el Amor ágape no busca lo suyo

Leccionario: 1 Corintios 13:1-7


Texto de la prédica: 1 Corintios 13: 4b-5

Introducción a la Escritura

El apóstol Pablo enfrenta una variedad de asuntos y problemas en esta carta. Uno de ellos
es la falta de amor que los ha convertido en personas orgullosas pues se creen más
espirituales que sus hermanos. La Escritura va a tratar todos estos asuntos con fe, doctrina y
amor en Cristo. Hemos leído los versos 4 y 5 notando 2 partes: la que inicia con dos verbos
en positivo acerca del amor (es sufrido y es benigno) y hoy vemos la segunda parte que
trata de 7 acciones que dicen lo que el amor no hace porque el amor sencillamente no es
así. El amor acciona de muchas otras maneras, pero las que aparecen aquí con un firme
“no” muestran cómo estaban comportándose los corintios: tratándose de manera contraria
al amor.

Introducción al sermón

A veces quitarle una palabra a un texto no altera su significado. Otras veces tiene
consecuencias pero no tan graves. Pero aquí, al quitarle la palabra “no” a este texto bíblico
encontramos un lamentable desastre, porque terminando precisamente el mes del amor, no
amamos como la ley de Dios nos demanda. Tuvimos la oportunidad de tratar con amor a
los otros pero lo que mostramos fue formas de desamor. A su vez, tuvimos momentos en
que nos trataron con desamor y pudiendo responder con amor, no lo hicimos. La Escritura
nos muestra que este amor es capaz de solucionar los problemas de una iglesia, de las
relaciones de los unos con los otros como Pablo lo predica aquí.

Tú y yo necesitamos urgentemente amarnos con esta clase amor ágape, el amor de Dios;
para no seguir comportándonos de una manera destructiva cuando servimos con nuestros
dones a nuestra iglesia, a nuestros hermanos, a nuestro prójimo.

Desarrollo

Como miembros de la iglesia de Cristo debemos amarnos los unos a los otros:

1. Debemos amar a los otros rechazando formas que no muestran el amor de Dios.

El contexto del amor verdadero o ágape que tenemos aquí es la fe en Cristo Jesús. Pablo
nos dice que no predicó con palabras sabias y elocuentes sino con demostración del poder
del Espíritu para que así la fe de los corintios dependiera del poder de Dios (2:5). De la
misma manera se lo dice a los gálatas: “…lo que vale es la fe que actúa mediante el amor”
(5:6). Es decir que la sola palabra “amor” no es suficiente para comunicarnos lo que
significa el amor de Dios. Necesitamos este contexto porque nuestra tendencia es definir el
amor de una manera aislada como un sentimiento y practicarlo de manera egoísta y no
como el resumen de la ley dado por Cristo mismo: amar a Dios y al prójimo.

Encontramos en nuestro texto de hoy, que las primeras 5 acciones: envidia, jactancia,
orgullo, rudeza, y egoísmo son pecados que están mostrando los corintios. Puedes pensar:
“qué malos los corintios” pero lo cierto es que tú y yo también llevamos esos males dentro
de nosotros. Es decir somos como Hulk, el hombre verde pero por dentro. Volviendo a la
iglesia de Corinto; los hermanos se estaban hiriendo, haciéndose daño poniendo por encima
de los demás, su condición socioeconómica, conocimiento, forma de pensar y actuar sin
considerar al otro. No tenía nada de exitosa esta congregación. Y sin embargo era la iglesia
de Cristo. Por tanto, con amor Pablo procede a atenderla y edificarla en el amor de Dios
que conocemos como amor ágape.

Para ello nos muestra el camino excelente del amor y desde ya recordamos que Cristo nos
dijo que Él es el camino. Así que podemos sustituir la palabra amor por Cristo y ver que
nuestra Señor nos llama a rendirnos a este amor: Su amor.

1. El amor no es envidioso. Es decir siendo que la envidia es desear aquello que es ajeno,
en este caso implica rivalidad porque no tienen el ministerio y dones de Pablo. También
manifiesta ingratitud ante Cristo, ya que no se conforma con lo que se tiene. La envidia
entonces crea altas y gruesas paredes para alejarse del otro. Pero el amor impide que tú y yo
estemos en rivalidad en el uso de nuestros dones. El amor manifiesta gratitud al Señor y
con eso superas la envidia: tú y yo nos agradecemos lo que tienes y lo que tiene el otro.

Tu amor, ese dado por Dios, hace que te preguntes: ¿qué puedo hacer para ayudar a mis
hermanos en este tiempo que me das y con estos dones? Y ora: “Señor, aparta mis peleas
con mis hermanos para servirlos”

2. El amor no es jactancioso. En otras palabras, no le impones al otro que tú seas su centro


de atención. No impones lo que piensas, lo que ansías sino que eres humilde. Los
jactanciosos en Corinto demandaban tener la razón con su “espiritualidad y sabiduría”. Pero
al amor no le importa su bienestar sino el del otro, de la iglesia. Puedes notar cuál es cuál
cuando obras porque la jactancia mira sus frutos y se enorgullece, pero el amor mira los
frutos del otro. ¿Celebras los frutos de tus hermanos por humildes que sean o los miras
como que no están a tu altura?

3. El amor no es orgulloso. Los corintios se sentían inflados en contra de Pablo. El orgullo


es arrogante: falto de santidad, de amor. Se ofende si alguien siente lástima por él. Y
entonces no cede de tal manera que interrumpe, no cesa de hablar ni de alzar la voz. El
amor, por el contrario, no se mira a sí mismo, no tiene nada de qué enorgullecerse sino que
valora los dones y acciones del otro.
4. El amor no se comporta con rudeza. Acciones como herir, ofender, ser áspero, ser
grosero, no están en el vocabulario del amor ya que no es su naturaleza y por tanto no se
comporta así. El amor ágape se mantiene en calma, es suave, no hace lo indebido, no
desprecia al otro: sabe que somos un cuerpo con miembros diferentes, con servicios
diferentes, y que Cristo, la cabeza de la iglesia quiere que nos comportemos como
hermanos.

5. El amor no es egoísta. Este es el componente principal de lo que es el amor cristiano.


Otra traducción es: “no busca lo suyo” es decir el que ama no debe buscar su propio bien
sino el de los otros. El mayor bien no es propio bienestar sino el de sus hermanos. El
vocabulario del egoísmo se conoce fácilmente: yo primero, es mío, dame, lo quiero para mí,
sírveme. El vocabulario del amor es: tú primero, es tuyo, te doy, quiero que sea para ti, yo
te sirvo.

Puede que digas “pero a veces tenemos el genio atravesado, a veces nos levantamos con el
pie izquierdo, o es culpa del otro, o es que ya soy así, desde chiquito” No. Lo tuyo es falta
de amor. Porque si antes como ahora actúas con el vocabulario y acciones del desamor, de
tal manera que hieres, ofendes, sigues siendo áspero y grosero, egoísta, no quieres servir,
entonces no estás caminando en el camino excelente del amor.

Y no sea entonces que un día te veas como aquel hombre que no rechazó estas formas feas
que no mostraban amor por su vecino sino que alimentaba todas estas maneras de desamor.
Dios se compadeció de este hombre, y mandó unos de sus ángeles para cumplirle algún
deseo que le hiciera comprender que sus hijos se deben amor los unos a los otros. El ángel
le dijo a este hombre: te concederé un deseo pero de lo que pidas, a tu vecino se le
concederá el doble. Este hombre pensó y en vez de buscar el bien del otro y recibir una
recompensa cuando menos, esto fue lo que pidió: “deseo ser ciego de un ojo” con lo cual
mostró cuan endurecido estaba, cuánta raíz de amargura y desamor tenía en su corazón.

Pero tú no has sido conocido así por Dios. Resulta que tú has sido empoderado con Cristo
porque Pablo dice en 1:24 que has sido llamado, y para ti entonces “Cristo es el poder de
Dios y la sabiduría de Dios” y tú puedes amar con este amor de Dios. En 1:30 nos
confirma que estamos “unidos a Cristo, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría -es decir,
nuestra justificación, santificación y redención”

Cristo te llama a amar rechazando todas estas formas que no muestran el amor de Dios. Tú
puedes amar en forma contraria a estos desamores: contento con lo que tienes y lo que
tienen los otros, humilde, suave, no buscas lo tuyo. Y esto se convierte entonces en un amor
distintivo: el amor de Cristo que nos impulsa a amar al otro como Él nos amó.

Esto era en cuanto a lo que llevamos a formas de no amor que llevamos por dentro, pero
¿qué ocurre cuando formas de no amor vienen del prójimo? ¿Cómo debemos responder?
2. Debemos amar a los otros respondiendo con amor ante el mal que nos causan.

6. El amor no se enoja fácilmente. Ahora se trata de cómo tú y yo debemos responder


ante el mal que hay en los demás con el que nos tratan. La iglesia tuvo que lidiar con su
enojo ante los muchos problemas que tenían. La Escritura nos llama hoy a nosotros a que el
amor se imponga sobre el enojo ligero. Pablo apunta a que el amor no deja espacio para el
enojo inmediato.

El enojo inmediato sucede cuando hay falta de amor. La persona se irrita si su espacio es
invadido, o su comodidad, o su tiempo, o sus derechos, pero el amor importuna porque hay
una necesidad de amor en el mundo. Asi que un hijo de Dios entiende que enojarse
rápidamente demuestra su falla de amor por los demás. Demuestra que tiene un vacío en su
corazón que le impide responder con alguna forma de amor como la paciencia por ejemplo.
El amor no se deja provocar el mal recibido. No medita en resentimientos sino que perdona,
dejando el mal en el pasado de tal manera que cierra la herida con el amor que Dios le
tiene.

7. El amor no guarda rencor. Es decir no considera lo malo y por tanto no lleva un registro
como un contador, de tal manera que sencillamente su respuesta al mal que recibe es no
pensar mal ni responder siquiera. El record del que no ama está lleno de recuerdos listos
para cobrar. El record que lleva el amor está en cero y responde con perdón y olvido.

Decíamos al principio que podemos sustituir la palabra “amor” por Cristo y sería
perfectamente posible porque Cristo fue aquel que “no nos tomó en cuenta nuestros
pecados” (2 Co. 5:19) de igual manera tú y yo estamos llamados a responder como Cristo:
no guardemos un registro del mal que nos cometen sino esperemos en Dios.

Hemos enumerado las diferentes acciones que muestran lo que es el amor verdadero o
ágape. No se trata de simplemente presentar una lista: se trata de que Pablo nos está
urgiendo a que tú y yo tengamos este amor: ¡sin este amor sencillamente no somos
cristianos! Hermano -dígamelo más claro- “ahí va”: Solo el amor de Dios puede hacer que
comportes de manera contraria a cómo te estás comportando hoy.

Tiene que haber evidencias de que tú has sido transformado en tus formas de ser antes de
actuar ya sea rechazando formas de desamor y respondiendo con amor al mal. Puede ser
que digas “pero como que hay hermanos que no puedo amar, cómo que me falta amor
entonces” si has experimentado el amor de Cristo, tú puedes amar. Necesitamos ir a su
presencia, humillar nuestro orgullo, arrepentirnos, entonces para amar solo necesitas
hacerlo porque solo puedes amar, amando.

“Pastor, y la iglesia corintia, luego de esta carta, ¿solucionaron todos sus problemas?
bueno ya que hablas de la iglesia tenemos que examinarnos nosotros ¿sigo amando esta
iglesia que Cristo me dio, amo a los hermanos que me dio? El amor se revela en tu estima,
tu compromiso, tu servicio, cuando cada vez mas aceptas el hecho de que ya no te
perteneces a ti mismo sino a tu fiel Salvador Jesucristo, entonces tu amor confiesa: aquí
estoy para amar a mis hermanos, para ofrecer mis dones y mi ser en obediencia Cristo, a
novia que es la iglesia.

Entonces rendidos como esclavos de Cristo, buscamos la manera de compartir los unos a
los otros, no los que yo seleccione, sino todos y juntos velamos por oportunidades para que
nos podamos amar los unos a los otros, mostrando que somos el cuerpo de Cristo.

¿Y la iglesia de Corinto? Bueno ellos siguieron con problemas y falta de amor, en 2 Co. 20
Pablo dice “Temo que haya peleas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, calumnias, chismes,
insultos, y alborotos” también esto puede ser muy real para nosotros luego de este sermón.

Puede que la crítica precisamente sea usada como una vacuna anti-amor tanto para librarse
de dar como para recibir amor porque no se quiere dar ni recibir tiempo para compartir, ni
dones, ni recursos. Pero tú y yo podemos cambiarlo. No uno, todos. Si nos decidimos a
amarnos y dejar atrás el registro de Debe y Haber de pecados del hermano que te haya
ofendido.

A esto nos llama el Espíritu porque mas adelante dice: “examínense para ver si están en la
fe; pruébense a si mismos. ¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes? (2 Co.
13:5).

Esto no es para desanimarnos al contrario hermanos, Cristo nos anima cuando dice:
“¡alégrense, busquen su restauración, sean de un mismo sentir, vivan en paz y el Dios de
amor y de paz estará con ustedes” (2 Co. 13:11). ¡Amén!

C.G

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