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VIDA Y MUERTE DEL HOMBRE

Solo el hombre es consciente de su finitud y solo el hombre aspira a ser


inmortal.

El hombre al reflexionar sobre la propia muerte llega a la conclusión que su


existencia no finaliza con la muerte, sino que se alarga a la eternidad.

Es una verdad común en todas las culturas y religiones.

La interpretación de la muerte es algo que depende de la concepción que se


tenga sobre el hombre y sobre su existencia corporal.

Trivialización de la muerte
El hecho de que el hombre sea consciente de su muerte se resiste a ella y
reconoce que no puede esquivarla.

Deshumanización de la muerte
Aceptando y asumiendo libremente la muerte se alcanza una existencia
humana plena y lograda. La falta de aceptación, y por tanto el miedo a la
misma, ha deshumanizado la misma muerte.

Para evitar la deshumanización de la muerte por el hecho de ser imprevista, se


ha de hacer tomar conciencia al enfermo de la gravedad de su situación.

El cristianismo señala la novedad de que quien cree en Cristo es el vencedor


de la muerte.

Benedicto XVI comenta que, la verdadera hierba medicinal contra la muerte,


debería ser nuestra vida desde dentro, crear en nosotros una vida nueva,
verdaderamente capaz de eternidad, transformándonos de tal manera que no se
acabara con la muerte, sino que alcanzara la plenitud solo con ella. Esta
medicina se da en el Bautismo: una vida nueva que madura en la fe y no es
truncada con la muerte, sino que solo entonces sale plenamente a la luz.

Miedo a la muerte
Fenómeno natural. El temor a la muerte se agranda por las situaciones y
circunstancias que lleven a ella.

La muerte biológicamente es un mal por ser el final de la vida.


Sentido de la muerte
Muerte en la medicina: estudia la muerte como confirmación del
acabamiento de la vida. La muerte es el paro total de las funciones vitales del
ser humano. Como dice el Sagrado libro del Eclesiástico, toda carne se gasta
como un vestido, pues la ley eterna es que hay que morir; lo mismo que las
hojas caen y otras brotan, así la generación de carne y sangre, una muere y
otra nace.

Muerte en la filosofía
Se ha elaborado la tanatología o ciencia de la muerte. Sócrates tenía una
esperanza de una vida mejor después de la muerte; Marco Aurelio dirá que la
muerte no es otra cosa que cambiar de residencia; el vitalismo y el progreso
han sido el auge de la preocupación por el tema de la muerte; el
existencialismo del siglo XX se preocupó por el sentido de la muerte y la
existencia humana, llegando a la conclusión de Heidegger, que el hombre es
un ser para la muerte, y por tanto es innegable la realidad de la angustia ante
tal acontecimiento. Miguel de Unamuno afirma que la misma vida del hombre
es una muerte en potencia: el vivir del hombre es un vivir muriendo. El
materialismo dialectico o marxismo, afirma que la muerte es la paga que
ofrece el individuo en pro de la colectividad.

Muerte en la literatura
Muchos poetas han manifestados sus sentimientos sobre el morir humano, y
en sus versos hacen uso de todos los géneros literarios, desde la elegía y el
drama hasta el gozo de morir para vivir. La literatura clásica se dedicó
mucho al tema de la muerte. La poética en lengua castellana se ha
prolongado hasta nuestros días.

Sentido de la muerte en la Revelación cristiana


La Biblia desde el principio habla de la muerte como castigo a la
desobediencia de Adán y Eva. La muerte acontece en la historia de la
humanidad. Desde aquel desgraciado acontecimiento es frecuente que la
Biblia describa la existencia del hombre como un penoso camino hacia la
muerte. El AT considera la vida como un don y alaba la longevidad y muestra
la muerte como el malogrado camino en la vida que no lleva a ninguna parte.
El AT coloca un lugar para los muertos: el Sheol. El NT quita el dramatismo
de la muerte, porque por el acto redentor de Jesucristo, la muerte ya no tiene
la última palabra, sino que se abre la puerta para la inmortalidad del
hombre, ya que su espíritu permanece y retorna a Dios.
Es obvio que la existencia postmortal del alma y sobretodo la resurrección
final del cuerpo son tesis fundamentales de la escatología cristiana. (2Cor 5,
1-5; 1Cor 15, 55-57).

La consideración cristiana de la muerte debe moverse en esta doble


alternativa: 1. Apostar por vivir, porque la vida es un don de Dios y en ella se
desarrolla a existencia cristiana; 2. El deseo de morir para alcanzar la
plenitud de su ser en el encuentro definitivo con Dios.

La muerte no conduce a la nada ni divide la existencia humana en dos


mitades, sino que es la puerta que abre la vida terrena a una existencia nueva
y definitiva. La muerte es el puente que une las dos orillas de la existencia
humana.

Presupuesto histórico de la situación actual

Se dice que en el cristianismo oficial el mensaje escatológico se ha


corrompido profundamente, que la historia de la escatología ha sido una
historia de apostasía. Se dice que el cambio que se hizo de una práctica de la
esperanza hasta llegar a una doctrina de las postrimerías significaba una
mutación trascendental de lo que al principio se pensó.

Hace mucho que llama la atención el contraste existente entre el Maranatha de


los inicios del cristianismo y el Diesi rae de la Edad Media; el primero denota
la esperanza de que el Cristo llegará pronto con la gracia y el mundo pasará;
en el segundo domina el miedo del juicio que mira el final con la perspectiva
pavorosa de la salvación amenazada del alma.

El termino Maranatha ha de situarse en el contexto de la celebración


Eucarística en el cristianismo primitivo; es una oración de contenido presente
y futuro: el Señor que está ahí y a quien se ora pidiendo su presencia (el que
ha de venir).

La oración del primitivo cristianismo se dirige al oriente, hacia el sol naciente,


que es símbolo del Cristo Resucitado, que de la noche de la muerte ha subido
a la gloria del Padre dominando sobre el universo; es también signo del Cristo
que ha de volver, para establecer el Reino de Dios en el mundo. En este
sentido la oración tiene una fuerte tensión escatológica.
De estas dos simbologías se puede inferir por una parte la fe en la resurrección
y por otro lado la esperanza de la Parusía.

Con el Maranatha se puede hablar de: el Cristo que vino, realizo su obra,
murió y resucito; y también el Cristo que ha de venir definitivamente.

Ante todo, la esperanza y el miedo escatológicos, ha llevado desde la


antigüedad a buscar la intercesión de los santos por medio de las letanías. El
hombre ante los diversos peligros de la vida, que pueden afectar la salvación,
se busca protección en la comunión de los santos; en ellos encuentra y ve
realizada la promesa-esperanza escatológica. Se mira a los santos no como
parte del pasado sino como presencia del poder salvador del Señor.

La última petición del Padre Nuestro resume y culmina toda la oración: llega
al corazón del hombre el hecho de pedir ser liberados del mal. El mal del cual
el hombre se quiere librar es la muerte, considerada como el ultimo enemigo,
ante la cual es necesario buscar refugio y protección en el Señor por medio de
los Santos.

Resulta innegable que ha pasado a un primer plano la amenaza totalmente


personal que procede de la muerte y de los poderes a su servicio. La cuestión
escatológica se convierte en la cuestión de mi destino personal en la muerte.

La salvación que la fe promete se reduce a la salvación del alma de la que se


arranca la felicidad que busca el hombre en su vida.

La amargura de algunos teólogos acerca de las postrimerías surge por la visión


fatalista de la muerte: la salvación del alma como contrapuesta a este mundo y
la felicidad que el hombre busca en él.

La atención prestada a lo escatológico se debe a que la cuestión del futuro del


todo se vuelve a hacer candente.

Cap. I
CUESTIÓN ESENCIAL

Metodología
a) Hasta qué punto el Jesús histórico anunció la proximidad del fin del mundo
y el Reino de Dios. Dicha proximidad depende de la realidad, de lo que el
hombre tenga por real y de su misma situación interna en la realidad.
Importancia del anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús

El termino Reino, ya sea de Dios o de los cielos, se muestra como la auténtica


palabra clave de la predicación de Jesús en el NT. Se emplea en el NT 122
veces en total. 99 en los sinópticos, 90 se ponen en la boca de Jesús.

El termino era importante en la predicación de Jesús, pero en la predicación


post pascual se opaca, por la Cristología naciente. El termino Reino de Dios
hace referencia, por su traducción griega, al señorío y poderío de Dios, signo
de la obra que Dios está haciendo y va a hacer en la tierra.

J. Schmid propone que, en la entrada al Reino, en el día del juicio serán las
obras de amor que el hombre haya hecho u omitido las que decidirán si entrara
en el Reino o será excluido de Él.

K.L. Schmidt por el contrario propone que para Jesús y sus apóstoles no es el
individuo el que se encuentra bajo la promesa del Reino sino toda la
comunidad.

En la exegesis escatológica, que tiene en cuenta la visión de Jesús acerca de


que el final estaba a la puerta, Jesús contrapone el reino observable, el que
viene lentamente y el que irrumpe de repente.

Jesús habla en presente, el Reino de Dios no es observable a pesar de que esta


entre ellos, está en Jesús y puede hacerse inobservable. Jesús es el Reino no
meramente en su presencia física sino mediante la irradiación del Espíritu
Santo que sale de Él. El Reino de Dios es un acontecimiento no un espacio.

Jesús es Reino de Dios, porque el Espíritu de Dios obra en el mundo por Él.

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