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Democrático
El capitalismo del Siglo 21 se caracteriza por una creciente diferenciación entre
centro y periferia, con esta última creciendo más rápido que el centro y con
fortalezas en su capacidad de generar ahorros exportables. Este “nuevo”
capitalismo, de variante neoliberal, también muestra una alta frecuencia de crisis
económicas, seguida de costosas políticas de austeridad junto a una tendencia a
la acentuación de la desigualdad de ingresos y riquezas; en este contexto destaca
el fortalecimiento de pequeñas pero poderosas elites económicas. Estas
tendencias globales tienen implicancias geopolíticas y económicas importantes.
Una de estas es sobre el carácter de la democracia la que se ha vuelto de baja
intensidad y poco participativa dada la brecha existente entre la enorme influencia
de las elites económicas que movilizan sus amplios recursos para influir,
unilateralmente, en las decisiones políticas de las sociedades capitalistas y el
escaso poder e influencia de las clases medias y los sectores populares y menos
favorecidos de la población. Asimismo, este capitalismo del siglo 21 ha traído
consigo un déficit democrático no solo a nivel nacional sino también a nivel global.
Un ejemplo reciente de lo anterior es que varias economías europeas se han
transformado en verdaderos “Protectorados” del FMI, Banco Central Europeo y la
Comisión Europea, la llamada Troika. En efecto, este conjunto de instituciones
dictan las políticas públicas de los países Europeos en crisis con evidente
menoscabo de su soberanía y autonomía nacional y del derecho a decidir sus
propias políticas económicas y sociales.
Como se señaló al comienzo cabe destacar la pérdida que han experimentado los
estados nacionales en su capacidad de definir los términos de la “austeridad” la
que viene determinada por la Troika e influida directamente por grandes potencias
como Alemania y Estados Unidos y, en cierto grado, el Reino Unido que han re-
estrenado el antiguo modelo del “Protectorado” en la Europa periférica. Es
evidente que la prioridad está en proteger los intereses de los bancos de los
países acreedores más que el empleo, la producción y los beneficios sociales de
la población de los países aplicando las políticas de “austeridad”. La Troika busca,
además, debilitar los Estados de Bienestar de los países europeos e impulsa
políticas de privatización de activos del Estado como condición previa para
aprobar y desembolsar sus préstamos. Llama la atención, en este contexto, que
los gobiernos de los países afectados, junto con sus elites intelectuales y técnicas,
no hayan sido capaces de presentar a sus poblaciones y a la EU, programas
económico-sociales coherentes y progresistas que pongan como prioridad la
protección del empleo, la mantención del crecimiento económico, la defensa de los
derechos sociales de sus trabajadores antes que el servicio de la deuda
financiera.
Por otra parte varios países junto con reducir el empleo, los salarios y las
prestaciones sociales en el sector público han acelerado las privatizaciones de
actividades como los aeropuertos, los correos, el agua y la energía. En Grecia, la
Troika exigió, en el 2013, incluso, el cierre de la Televisión Pública, ERT, uno de
los iconos de la democracia griega. Además algunos países han introducidos
cambios constitucionales (caso español) para que el presupuesto fiscal tenga el
visado de organismos supra-nacionales disminuyendo aún más la falta de
soberanía nacional en las decisiones de política fiscal.
Estas medidas restrictivas han puesto una gran presión sobre el contrato social
Europeo de post-guerra basado en la seguridad económica, la cohesión y
protección social, la solidaridad y el empleo. El intento de reemplazar este contrato
social por uno neoliberal se ha hecho sin consultas ciudadanas, aprovechando las
urgencias de la crisis y el poder de la Troika y de los acreedores financieros. Por
otra parte, se observa en Europa, a raíz de la crisis, un fortalecimiento de los
partidos políticos nacionalistas de ultra-derecha como el “Frente Nacional” en
Francia, los “Verdaderos Finlandeses” en Finlandia, la “Cruz Dorada” en Grecia y
otros que han logrado atraer electorados en base a un discurso anti-migrantes y
anti-Unión Europea en sociedades agotadas por la falta de empleo y el
estancamiento.
Desigualdad y Elites económicas