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Devo Luci On
Devo Luci On
Capítulo 3
Brindando devolución continua.
En el Capítulo 1 les pedí que imaginaran cómo sería obtener una licencia de conducir, tocar
en una competencia de bandas y ser evaluado como profesor, si las pruebas para ello fuesen
diseñadas como la mayoría de las pruebas escolares. He aquí una analogía similar, que
ilustra lo disfuncional que es para el aprendizaje del estudiante nuestro sistema actual de
evaluación, divorciado de la devolución. Imaginen que la temporada de basketball de la
escuela consistiera en un juego, jugado el último día del año, y que los jugadores no
supieran cuál de los cientos de juegos que han aprendido será evaluado. Más aún, imaginen
que este juego no es el basketball tal como lo juegan los adultos, ni es el basketball como lo
ven los entrenadores y jugadores profesionales, sino que consiste de una serie de ejercicios
(una selección diferente de movimientos y jugadas aisladas cada año) inventados por
expertos y válidos para ellos. Imaginen un sistema de puntajes que, por tanto, sólo pueden
comprender completamente los evaluadores, no los estudiantes jugadores ni sus
entrenadores. Finalmente, imaginen que los estudiantes no se enteran hasta varias semanas
después, cuáles de las jugadas (de estas realizadas fuera del contexto de un partido y
desvinculadas del lanzamiento de pelotas al cesto), han sido juzgadas como exitosas.
¿Quién mejoraría su juego bajo estas condiciones? ¿Quién entendería el juego y su propio
rol con este tipo de evaluación? Pues bien, esta es la manera en que habitualmente
evaluamos. La supuesta devolución que brinda no puede ser descifrada o utilizada por los
jugadores y entrenadores para llevar a cabo un desempeño o una mejora real.
Para captar cuan debilitante puede ser este tipo de sistema desde el punto de vista de los
aprendices, consideren los comentarios de recientes examinados que experimentaron la
última innovación en los exámenes a gran escala: el llamado sistema adaptativo de
evaluación por computadora. Parecería que un examen que adapta sus preguntas a tus
repuestas, para establecer mejor el nivel de dificultad y complejidad que puedes lograr,
sería bienvenido. Sin embargo, no es así, al menos en lo que concierne al examinado, dada
la completa ausencia de devolución dirigida al usuario en este tipo de exámenes:
En la pantalla aparece una sola pregunta por vez y los examinados deben responderla para
poder seguir adelante. Esto significa que no puedes recorrer explorando distintas preguntas
o volver atrás a cambiar una respuesta…
Es un sistema que no puede ayudar, sino poner nerviosos a los examinados. Es casi
imposible saber si te está yendo bien, y pueden ocurrir sorpresas desagradables. Edie
Sagenkahn, una enfermera de 30 años en el Johns Hopkins University Hospital en
Baltimore, recuerda su pánico cuando, sin llegar siquiera a un tercio de las 265 preguntas
en un examen para obtener su licencia, se le cortó la comunicación. “Estaba navegando y
de pronto la computadora se apagó, luego de que había respondido la pregunta 75”, dijo.
“No sabía si había pasado o perdido. Me quedé allí sentada diciendo, ‘Oh, Dios, ¿qué
significa esto?” Más tarde se enteró de que una amiga había llegado a contestar 210
preguntas y se sintió todavía peor. Dos semanas después se enteró de que había aprobado;
la computadora se apaga tempranamente si el examinado se está desempeñando bien.
¿Cuál es, entonces, la lección involuntaria de las pruebas escolares?: responde, ten
esperanza y sigue adelante –una visión antitética a la del trabajo de calidad-. ¿Cómo puede
el estudiante aprender a mejorar y querer mejorar, si la evaluación se lo permite? Ni que
hablar del absurdo mayor aún, constituido por la devolución de resultados de exámenes y
pruebas luego de terminado el año escolar y los cursos. Cuando la evaluación formal es
vista como lo que uno hace después de que termina la etapa de enseñar y aprender, aún
cuando las tareas de evaluación sean auténticas, la batalla por la excelencia está perdida.
....
¿Qué es la devolución?
No llegaremos muy lejos en la reforma de la evaluación sin no nos damos de que muchos
educadores actúan como si no entendieran lo que es la devolución. Si tuviera que resumir lo
que he visto en la última década en todo tipo de escuelas (públicas y privadas; de primaria,
secundaria y universitarias; con y sin programas de exámenes estatales), debería reportar
que muchos educadores parecen creer que la devolución significa brindar a los estudiantes
mucha aprobación y un poco de desaprobación y consejo. En los salones de clase, la
expresión más frecuente de la mal llamada devolución es: “¡buen trabajo!”, “te felicito” o
una frase equivalente. Por supuesto, es importante elogiar a los estudiantes porque los
satisface y los anima. Los elogios te mantienen en el juego; pero sólo la devolución real te
ayuda a mejorar. La devolución te dice lo que hiciste y lo que no, y te permite realizar auto-
ajustes. Por tanto, cuanto más auto-evidente sea la devolución, mayor será la autonomía que
desarrollará el estudiante, y vice-versa.
La devolución es información sobre como una persona se desempeñó, a la luz de lo que
intentó hacer – intento contra efecto, desempeño real contra desempeño ideal-. En el
lenguaje más formal de la teoría de los sistemas, la devolución es evidencia que confirma o
no si las acciones han sido correctas. Hechos acerca del desempeño del estudiante le son
devueltos a él o ella sin el agregado (o, lo que es peor, la sustitución) de una visión adulta
acerca del valor de dicho desempeño.
....
Pero incluso con sistemas de evaluación mejor diseñados, los educadores a menudo
argumentan que no hay tiempo para hacer el tipo de evaluación que proponemos aquí. Me
temo que estos educadores han perdido de vista sus propósitos educativos. La meta no es
enseñar y esperar que resulte; es lograr que los estudiantes aprendan, así como cualquier
entrenador lo haría. Repetidos intentos de enseñar con buenos modelos como ejemplos
concretos de desempeños a alcanzar, con devolución descriptiva y con acompañamiento
orientado a los objetivos, esto es lo que puede generar excelencia. Parece claro que una
dosis interminable de contenidos aislados, sin importar cuán rigurosos sean, no producirá
por sí misma los resultados educativos esperados. ¿Cómo, entonces, puede no haber tiempo
para brindar y utilizar buenas devoluciones? Es como decir que no hay tiempo para brindar
devolución al trompetista porque hay demasiado para enseñar sobre música y trompetas.