Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Fernanda Trías: Qué orgullo que me haya tocado ser parte de esta generación de escritoras que cada
vez leo más y admiro más.
En el Carnaval de las Artes de Barranquilla, Gabriela Wiener leyó esta carta de amor, que ahora
releo y me vuelve a sacar lágrimas.
«Sé que no te gusta lo que decimos o, en realidad, cómo lo decimos, que no te gustan nuestras
formas, nuestra estética, nuestro tono de voz, la forma en que movemos las manos y abrimos la
boca y decimos ciertas palabras cuando queremos explicar lo que nos duele. O será que no te
gustamos, que no te gusta cómo nos vemos, a qué olemos, a qué te recordamos cuando decimos lo
que decimos y el estruendo con el que lo decimos. Nos ves, a lo mejor, demasiado alucinadas,
demasiado imperiosas, demasiado cáusticas para ser nosotras. Te gustaría que fuéramos un poco
más lo que crees que deberíamos ser, que nos bajáramos del banquito, de la escalera, de la cima, a
donde nos hemos subido hace un rato a hacer aspavientos.
Pero también crees que intentamos dar pena y que eso es lo más fácil. Quisieras que estuviéramos
en paz con nosotras mismas cuando por dentro somos un alboroto. Quizá te acostumbraste a otras
partes de nosotras, más inofensivas incluso para nosotras, pero luego te diste cuenta de que no
éramos solo eso. Y que esas otras dimensiones te asustaban. Sé que nos ha tocado un poco el lado de
la rabia, del grito, del apasionamiento. A veces siento que nos pides mesura y no sabemos cómo
explicarte que nos hemos pasado la vida haciendo esos cálculos para no incomodar, para no ser
pobres, para no morir, y ahora los hacemos para no volver al lugar inmóvil y callado, porque parte
de nuestra revolución es sacar esta rabia, pegar este grito, apasionarnos.
Que nuestra pedagogía es la terapia de choque ya lo sabes. Será porque para muchas de nosotras la
experiencia del mundo ha sido un habitar en estados de conmoción y a veces de trauma. No vamos
a hablarte al oído, a intentar seducirte, ni a tocarte la puerta fría para venderte algo con una sonrisa.
Pero sabemos ser tiernas. Llevamos siglos cuidando, pero también queremos cuidarnos entre
nosotras. No somos inocentes. Nos hacemos cargo de nuestra parte. De lo de dar miedo, de lo de
ser incluso peores de lo que te imaginas. No te culpamos, pero tampoco te quitamos
responsabilidad. No eres el enemigo, no eres la enemiga, estamos hartas de decirlo.
En cuanto a nosotras, ojalá fuéramos un bloque compacto y unitario, pero en realidad mejor no
serlo. Ojalá no tuviéramos que partirnos en dos, o en más mitades, pero si hay que partirse nos
partimos. Nos toca entendernos también en lo que nos separa, que es tan importante como lo que
nos une. Así quizá podamos ver el lado más débil de la cuerda. No quiere decir que no podamos
volver a juntarnos, porque somos trozos de un mismo cuerpo.
Sí, nos sentimos perdidas a veces. Defendemos el derecho a la pregunta, además de a la respuesta. Y
otras veces estamos cansadas. De confrontar. De exponernos. De no saber qué va a pasar mañana
por haber disparado contra lo que nos da de comer. Por renegar de las migajas. Por desobedecer.
Queremos justicia pero no impunidad, y quizá más temprano que tarde por n emerja del lago
como una diosa inca la justicia sin castigo. A lo mejor algún día nos pediremos perdón por todo,
pero todavía no ha llegado ese momento.
A veces, si hay que ser sinceras, nos vemos como madres que tienen que explicarles a sus hijos
pequeños por qué se van a la guerra, o algo mucho más simple, por qué se van a trabajar, por qué
no van a poder abrazarlos en muchas horas. Al principio no lo van a entender y alojarán dentro de
sí mismos la ausencia, la falta, el desamor, pero solo hasta comprenderlo del todo. Sabemos que
sientes lo mismo cuando crees que hemos traicionado u olvidado nuestro pacto, nuestros afectos,
nuestras coincidencias, por algo que nos importa más. Pero aprenderemos, como aprenden las
niñas y niños, que todo cambia pero que también todo sigue intacto, que se vuelve, que un día
regresaremos más libres, más alegres, más humanas, más fuertes. Espera como nosotras esperamos
ese reencuentro».