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Historia de la IED
Resumen de lectura
Por:
Neury Decena
Franklin García
Lidia Uribe
INDICE
Neury Decena
Introducción.
De Franklin Mieses Burgos.
Apuntes sobre los Apuntes.
Brevísima y traumatizante Historia de Un Pueblo.
Apuntes para la Etnografía Dominicana.
“El Gancho”: La Paranoia del Dominicano.
La Sub-estimación de lo Nuestro I.
La Sub-estimación de lo Nuestro II.
El Dominicano y su Lenguaje.
Cultura y Nacionalismo.
Alimentación y Malos Hábitos Alimentarios.
El Dominicano y su Comida.
Franklin García
Lidia Uribe
Caja de Resonancia.
Son Santiagueros, no Santiaguenses.
Un Dominicano Es Siempre Un Dominicano.
¿El Bovarismo Nuestro?
Nuestros Productos.
Estar Chivo y Bronco, ¿Es Paranoia?
Dominicana Es Un Vocablo no Dominicano.
El Sifilazo.
Somos Pesimistas.
El Regreso a las Cavernas.
Red Beach.
Conclusión.
Dr. Antonio Zaglul Elmúdesi
Médico, psiquiatra, escritor, profesor universitario y
diplomático.
Antonio Zaglul Elmudesí nació en San Pedro de Macorís
el día 2 de abril de
1920. Hijo de los esposos Don José Miguel Zaglul y Doña
Clara Elmúdesi, ambos de origen libanés radicados en la
República Dominicana. Se graduó de médico en la
Universidad de Santo Domingo e hizo su especialidad en
Madrid, España.
Publicó varios libros, entre los cuales figuran "El apasionante tema de la
locura", "Mis 500 locos" y "Despreciada en la vida y olvidada en la
muerte"
(Biografía de Andrea Evangelina Rodríguez, la primera mujer que estudió
y ejerció medicina en República Dominicana). En 1982 fue nombrado
embajador, primero en España y después en la Santa Sede.
En este libro se recogen artículos publicados en la prensa nacional desde el año 1968
hasta la fecha (Septiembre de 1977). El tema: la caracterología del dominicano y
dominicanidad. Ninguno de los artículos tiene carácter científico, ni tampoco puedo
decir que mantengan entre ellos una halación. Pero todos tienen un denominador
común.
He escuchado muchas críticas acerca de mis opiniones y en relación al tema. Todas las
acepto como buenas y validas, pero mi experiencia, mis vivencias y mi criterio personal
me han hecho un convencido de lo que sostengo. Puede que esté errado, y puede que no
lo esté. Únicamente el lector cuando haya leído y meditado cada parte de este libro se
convertirá en juez, flexible o inflexible de cuanto sustento.
Por otra parte, el concepto psiquiátrico de “paranoia” es mucho más fácil de explicar.
Mayer Gross define la pequeña paranoia con una corta frase muy elocuente:
“Paranoia es la sensación que alguien experimenta cuando entra a un restaurant y piensa
que todos han dejado de comer para mirarlo”.
Al principio, los indios caribe reprimieron a los taínos, después los españoles
reprimieron a los taínos y a los caribes, y acabaron con ellos.
Después, nos abandonaron a nuestra suerte, nos trasladaron en masa de un lugar a otro,
arrasando con casas, siembras y pertenencias, y por azares del destino los haitianos nos
sometieron a su férula, y cuando al fin se alcanza la independencia y comienza la época
republicana, los gobiernos son todos represivos y lo fusilamientos están a la orden del
día. Para mayor frustración, nos anexan de nuevo a España, y después de la
Restauración, vuelve la represión con gobiernos como el de Buenaventura Báez y Ulises
Eureaux, para no menciona también los demás regímenes, también represivos.
Es decir, toda nuestra historia está caracterizada por la frustración y la agresión del
poderoso mandamás sobre las clases más económicamente pobres y no pobres, creó y
sigue creando un concepto de idea persecutoria que también es parte de la paranoia.
Creo que la infravaloración del dominicano nos hace mucho daño y nos atrasa y ata,
obligándonos a buscar en todo lo extranjero la solución de nuestros problemas. Se me
puede acusar de nacionalista ramplón, pero si algo quiero de verdad es a mi pueblo, y
para el quiero lo mejor, y creo que haciendo conciencia de una falla de personalidad
adquirida a través de una historia traumatizante, podemos mejorarnos cambiando el
criterio depresivo de nosotros mismos. Ojalá esta serie de artículos sirvan de algo.
Septiembre, 1974.
Antes del descubrimiento de la isla, grabes problemas entre los indios Caribe y los
Tainos. Los primeros practicaban el canibalismo y entre sus platillos favoritos figuraban
los segundos. Con la llegada de Colón, ya los Caribes constituían parte de los habitantes
de la isla. Caonabo, indio caribe, era cacique y se había casado con Anacaona, taína y
hermana de Bohechío.
Cronología histórica
También llegaron chinos y filipinos, estos grupos desaparecieron tras mezclarse con
blancos, negros y mulatos.
Que sea este capítulo el inicio de otros acerca del problema de nuestra etnografía. Los
numerosos huecos que he dejado por ignorancia deben ser llenados por nuestros
historiadores y etnógrafos, a fin de lograr un mejor conocimiento de nuestro ámbito
cultural a través de las influencias de los grupos étnicos que en nuestra patria sentaron
sus plantas.
¿Se ha sentido usted, alguna vez, paranoico? ¿Sabe usted lo que es?
¿Las causas? Diversas. Básicamente, nuestra historia, nuestros hombres. Desde Santana
hasta Trujillo. Los españoles, haitianos, franceses, ingleses, norteamericanos. Todos han
colaborado para crear un tipo de personalidad latinoamericano, muy diferente al resto:
el dominicano.
La mayoría de nosotros pensamos en el “gancho”. Si alguien habla, dice, escribe o, lo
que sea, va a pasar por el filtro cerebral de nuestra desconfianza. “Nos están poniendo
un gancho”, es la expresión.
Desde Osorio con las devastaciones de la costa Norte hasta Bobadilla, que hizo preso a
Colón, más que por razones verdaderas, por paranoia, hasta Trujillo, el gran desconfiado
que hizo germinar más la desconfianza en sus gobernados que en sí mismo; desde la
llegada de los españoles hasta la llegada de los inmigrantes libaneses, todas las nacidas
y criadas en esta tierra sufren de este mal.
LA SUB-ESTIMACION DE LO NUESTRO I
Nada de nadie de lo que nace y crece en este pedazo de isla, sirve o creemos que no
sirve. El trópico nos hace haraganes. El taino del platano nos embrutece manchando
nuestras circunvoluciones cerebrales. Nuestra vista solo alcanza la altura de un cocotero
y pensamos en piñate.
Somos todos ladrones, aunque ahora estamos disfrazados con un feo eufenismo:
Macuteo. ¿Quién ha creado nuestra leyenda negra? ¿Quién habla mal de los
dominicanos? ¿Los haitianos? ¿Los yankis? ¿Los puertorriqueños? Ninguno de ellos. El
dominicano habla mal de los dominicanos. Esta es la realidad.
Los hijos lo aprenden de los padres, de los maestros, de los historiadores, y también de
nuestros propios gobernantes. Es algo increíble. El dominicano no cree en el
dominicano.
¿Es que somos un pueblo con una depresión mental colectiva y crónica? Solo el
paciente siquiátrico depresivo se infravalora.
Hay una frase cotidiana en nuestro ambiente: “Yo no valgo nada, ni el resto de mis
compatriotas valen nada”. Subestimamos lo nuestro y lo subestimamos con verticalidad,
desde el primero de arriba hasta el humilde recogedor de basuras, que no cree ni en los
zafacones por ser fabricados en la República Dominicana.
Nunca subestimo a nada ni a nadie. Por eso no soy anti-nada. Siempre veo nuestras
cosas con positividad y las comparo con las de otros países mayores o iguales que el
nuestro, con menos problemas, con más seguridad, con menos paranoia y menos
hambre.
Ese criterio de restarnos capacidad debe erradicarse de la mente de los dominicanos. Así
como hay otros países que por un narcisismo exagerado consideran siempre lo suyo
como mejor, el criterio nuestro de ser siempre lo peor debe desaparecer. Ni muy por
encima, ni muy por debajo. Tan dañino lo uno como lo otro. Apreciemos lo nuestro en
su justo valor.
LA SUB-ESTIMACION DE LO NUESTRO II
Hace algunos días estuve en Santiago de los Caballeros, y por supuesto visité la
hermosa “boite” Montecarlo. En el bar hay un grabado bello y vicioso barrido del
Principio de Mónaco.
En forma estereotipada iba yo repitiendo los nombres de las marcas de los cigarrillos de
nuestro país: Premier, Cremas, Hollywood, Casino, Montecarlos, y recordaba también
los viejos: Cacique, Fama, Tubor, Country Club, y rebuscaba en las células grises de mi
cerebro un nombre netamente un dominicano. Al fin recordé uno: Benefactor. Me fue
tan desagradable que lo deseché inmediatamente. Pero encontré uno que me hizo feliz:
Constansa. Al poco rato alguien me dijo que la compañía había hecho un concurso para
conseguir el nombre.
En conclusión: la mayoría de los nombres de los cigarrillos que se fabrican aquí tienen
nombre extranjero.
EL DOMINICANO Y SU LENGUAJE
El profesor de Oxford, después de veinte años de estudios, pudo terminar lo que llamó
el inglés básico. Con un vocabulario de alrededor de 600 palabras se puede hablar
inglés.
A raíz de la publicación del libro un filósofo español me confesaba que los dominicanos
hacía ya muchos años que dominaba el Español Básico. Con un vocabulario de 200
palabras, se desenvuelve perfectamente bien un compatriota nuestro. Es una realidad
que al salir de nuestro país quedamos totalmente mal frente a los que tienen perfecto
dominio del idioma.
En fin, seguimos los dominicanos con nuestro español básico. Para corregir este defecto
tenemos que atravesar la barrera de una generación cuando los padres vallan a mejores
escuelas, o simplemente vallan a la escuela. Mejorar nuestros medios pedagógicos,
cultivar la lectura en voz alta y el uso regular de diccionarios.
CULTURA Y NACIONALISMO
Son dominicanos que les sobra nacionalismo, pero que les falta dinero, y marchan a
otras tierras en busca de una vida mejor, al menos, en lo material.
Tenemos que evitar que nos convirtamos de seres inteligentes en en cretinos. Hay que
romper las murallas de Jericó, cargadas de falsos valores. Abonemos nuestros cerebros
con conocimientos. Reconozcamos lo nuestro e impidamos su exportación, como si
fuese azúcar a granel.
Más maestros capaces, para que nos transmitan sus conocimientos. Roturemos con
firmeza la tierra de nuestro nacionalismo.
Es increíble el saber que el dominicano es el portador de las frutas más ricas en nivel
nutricional y por pura ignorancia no las consume.
Los niños no pueden comer cítricos: naranja, limones, toronja, etc, en etapas del
desarrollo físico y ciertas etapas fisiológicas. Las niñas, no solamente en el desarrollo,
ni tampoco en el embarazo, durante la menstruación, durante el puerperio, durante el
climaterio y menopausia. Como resultado, una campesina podrá comer una naranja solo
en la vejez y si llega a ella.
EL DOMINICANO Y SU COMIDA
El caprichoso comer de los dominicanos es algo que puede y debe desaparecer. Somos
desnutridos por pobres, pero también por criterios arcaico-religiosos malos hábitos,
transmitidos de generación en generación.
Debemos todos aunar esfuerzos para enseñar a comer a nuestros compatriotas dentro de
los límites de su magra economía, desde la dañina tizana hasta la estúpida idea de que
las frutas durante el desarrollo “aguan la sangre”.
Rafael Díaz Niesse fue un gran compositor, literarios, crítico de arte, fue director de
bellas artes, sus obras literaria están desaparecida en los peridicos de la época, también
fue psiquiatra, estudio en francia con los grandes de la psiquiatría francés, estudio en
Viena con friud. Mientras vivió en Europa escribió numerosos artículos. ¿Sus obras
dónde están?
A Dolores le cantan;
“Dolores, ombe, no llore, ombe, dolore mia, ombe no llores más, ombe, porque si llora,
ombe me va a mata”
Para mis estadísticas, cerca del 60 por ciento de las respuestas a preguntas que se le
hacen a campesinos u obreros Dominicanos incluye el: “No me doy cuenta”
Nosotros los dominicanos, con nuestro lenguaje hablado y escrito, muy reducid, lo que
yo nuestro español básico, no podemos llenar nuestra lagunas a bases de vocablos
extranjeros. El español es rico y más en nosotros los iberoamericanos, que usamos
numerosos arcaísmos olvidados en España y uno que otro vocablo indígena.
El Dr. Malaga alba es una de las personas que más sabe de rabia en el mundo. Ha
visitado nuestro país en innumerables ocasiones, y jamás le oído hablar de en sus
conferencia a las cuales yo asistí, acerca de nuestro estilo de eliminar a los perros.
El hurón y el murciélago son dos animales que abundan en nuestro país y salud pública
nunca ha hecho campaña para eliminarlo.
No solo es triste el dominicano; también es mal humorado; es una tristeza irritable casi
permanente. Existe una frase popular que es: “coger cuerda” revela la cualidad nuestra
ante las bromas con los mecanismo típico de irritabilidad.
Tristeza y mal humor corresponden a una entidad mental llamada depresión que muchas
veces se acompaña de ideas tipo paranoicas.
Desde 10 años de ausencia taren como consecuencia, un mirar de arriba hacia abajo a
nuestra tierra, a su propia tierra.
COMPLEJOS DE ISLEÑO.
Por eso, el isleño sabe geografía y de esos isleños, el que más sabe es el dominicano, lo
obliga la isla cerrada.
CAJA DE RESONANCIA
Todo lo que tintinea en cualquier otra parte del mundo, resuena aquí,en una edición
dominicana sin ampliar y sin corregir.
Como ese tintineo viene de fuera es aceptado como bueno y válido en todas las esferas
de nuestra vida cotidiana.
Prats Ventós es un conocido escultor nacido en España con una doble nacionalidad
dominicana y refirió: “Somos un eco nunca seremos voz”.
¿Cómo podemos ser voz? Un gran escritor nuestro decían que lo nuestro no era un país,
que era un paisaje. Lo importante para mí no es el rejuego de palabras bonitas para
infravalorarnos, lo importante es: cómo convertir ese paisaje en un país.
Ese anti dominicano, o dominicano feo, que camina por las tortuosidades es el que
triunfa, si a eso le llamamos triunfar. Ese es un gran xenófilo, ama todo lo que viene de
fuera y a lo propio lo desprecia por qué, en el fondo, es un tipo que se desprecia
asimismo, no porque tenga complejo de inferioridad, sino porque es un inferior.
De esos hay muchos que son sólo eco, nunca voz, que convierte en un país en un paisaje
y, por desgracia, son los grandes maestros del arribismo.
Recuerdo a medias unos versos del poeta Rubén seguro que dicen: “En Santo domingo,
de la pediatría se pasa a la psiquiatría”.
Tengo entendido que Santiago de los Caballeros fue fundada entre los años del 1494 al
1496. Éste dato lo tome el almanaque mundial del 1972.
El diccionario de la real academia, en su 10º novena edición de fecha del 1970, dice
“Santiaguero, natural de Santiago de Cuba”. Esta ciudad cubana fue fundada por
españoles que salieron de nuestra isla en el año 1514, casi cerca de 20 años después.
A eso le llamo Pasivismo Xenofílico. Somos muy pasivos ante lo que viene de fuera y
por eso deambulan por nuestras calles muchos piratas, bucaneros y filibusteros.
Que ahora la ir real Academia de la Lengua quiera deshacer entuertos y ocuparse de los
hispanoamericanos, bien, pero que acepte muchísimos de nuestros vocablos. Que sean
producto de un mal español o de un español arcaico, pero son nuestros y no nos envíen
envuelto en Celofán y con lacito eso de Santiaguenses, que huele más a latín que ha
cibaeño.
¿Es esto un defecto? Al contrario; es una virtud. Es mucho más grande el amor a lo
telúrico de lo que nos creemos. Somos nacionalistas aunque nos pasemos todo el tiempo
auto criticándonos.
Aunque nos pasen años y más años fuera de nuestra tierra, la seguimos amando como el
primer día como un todo, o por cuales quiera de sus partes.
Yo soy o me creo, como el personaje de la novela, que soy mucho mejor y más capaz.
El dominicano es un negro que le dice negro al haitiano.
Yo no creo que sea una actitud antihaitiana. El uso del vocablo negro en nuestro país
más bien obedece a razones de índole socioeconómicas.
Bovarismo o no, el dominicano debe llevar una vida de relación más estrecha con
nuestros vecinos, olvidar los rencores porque si seguimos rumiando el pasado en vez de
bovaristas vamos a ser neuróticos.
NUESTROS PRODUCTOS
Ese es en el fondo el problema, lo nuestro no sirve y para que nadie se entere de que es
nuestro se le esconde en la culebrilla que dice fabricado en República Dominicana.
Aquí se fabrican cosas malas, pero también las hay buenas y las habrán mejores. Vamos
a dejar de pensar que no servimos para nada.
El “estar chivo” puede ser una condición universal pero con una mayor intensidad lo
sentimos en esa media isla.
Ese “medirse hablando”, aun hablando de cualquier tema para evitar caer en un gancho
nos impide desenvolvernos mejor en nuestra vida cotidiana, pero con esto creemos que
nuestra vida será más larga.
Nuestras gente le tiene miedo al gancho y para reforzar esa conducta de desconfianza
aparecieron los Ovandos, los Osorios, los Santanas, los Báez, los Lilís y como
culminación, Trujillo.
Más del 60% de las compañías que se titulan Dominicana son compañías extranjeras....
Preferimos un nombre exótico y tenemos una gran debilidad por el vocablo motors, en
todo lo que se refiere a motores. El nombre inglés prima como si por eso vendieran más.
Y nuestra depresión nos hace sentir por debajo de lo que somos y junto con eso viene el
recelo, el temor al gancho, el estar chivo y unas que otras actitudes de irresponsabilidad.
EL SIFILAZO
Todo el mundo le rehuye al terrible flagelo de la sífilis, una enfermedad secreta, espuria,
destructora del organismo, traicionera en su forma clínica.
Todo el mundo le rehuye, menos los dominicanos. Un sifilazo, en nuestro país, puede
ser dos cosas: o se es muy torpe, se es muy inteligente. Un sifilazo, ya es parte de
nuestro refranero popular.
SOMOS PESIMISTAS
“pesimismo no, optimismo frustrado” (José García Aybar). Henriquez Gratereaux,
afirmaba en “última hora ": “el pesimismo dominicano es asunto de larga historia y de
gran interés sociólogico”, afirmando que el pesimismo se podía encontrar en el
contenido de las obras de nuestros intelectuales más importantes.
Casi todos los escritores, poetas y periodistas dominicanos en sus obras llevan un
marcado tinte pesimista.
Somos profundamente geófagos. Unos pocos tienen muchas tierras y muchos no tienen
nada y sólo comen tierra.
Las sociedades son cobardes, y los indeseables que viven en ella son aislados por la
justicia en centros llamados cárceles.
Nuestra depresión crónica y colectiva nos haces subestimarlos, nos hace ser paranoicos
y, por supuesto, no tenemos sentido del humor.
RED BEACH
I
Se nos hace tarde y nos pasamos todo el tiempo diciéndole estresada y país costumbres,
música, colores, nombre, vestimenta… En fin, de todo.
... Calcamos durante siglos la imagen del hombre de Europa y ahora la imagen del
norteamericano.
Todo éxito nos lleva a una crisis de identidad. Nosotros dejamos de ser nosotros, para
ser ellos. Un ser lobatomizado...
Hemos perdido parte de nuestro cerebro y, por ende, parte de nuestra iniciativa y
vivimos copiándolo todo.
Somos una copia fiel e inexacta de los europeos. Sin embargo, persistimos en copiarlos
y ahora agregamos a Norteamérica.
Mientras lo nuestro duerme un sueño eterno, todo lo que llega de fuera es lo bueno, es
lo correcto. Nuestras tradiciones se pierden por marasmo, por parálisis, y es por eso que
andamos bordeando los vegetales.
Y así nos desenvolvemos y vivimos o malvivimos... Abajo, muy abajo, hay un pueblo
que espera, que espera encontrarse a sí mismo, encontrar su propia identidad.
II
Se le andan buscando nombres bonitos a todas nuestras playas, porque los que tienen
son horriblemente feos. Por supuesto, son nombres dominicanos, indígenas, y esos no
nos gustan.
Dentro de esos “muchos” están los incapaces, que proyectan su inferioridad culpando a
su propia patria de todos sus fracasos y luego se arropan de una vestimenta santanista y
caminan por la vía para “hacerse”.
Y así pasan los siglos de nuestra historia y andamos en busca de nuestra identidad...
Seguimos calcando una cultura y escondiendo la nuestra por elemental, rudimentaria,
primitiva o como quiera llamársele, y nos quedamos varados y no avanzamos nada,
aunque demos la apariencia de que vamos hacia adelante.
Mientras andamos en busca de nuestra identidad, soñamos con una meta, la Meta de que
habla Adler, el compañero de Freud, pero cada día se nos aleja más.
III
Juan Pablo sí, y lo confirma su trayectoria política hasta su muerte... Jamás titubeó por
su plena identificación con el concepto de patria o nación, a la que él llamó: República
Dominicana.
Junto con él, vivieron los anexionistas; los vendepatria. Lo traicionaron y ofrecieron
esta media isla al mejor postor y ultimo subastador y le tocó en premio a España.
Luego aparecieron los Luperones, hombres de la misma casta de Juan Pablo y volvimos
a recobrar la libertad.
Y así, hasta hoy, ha vivido nuestro país; los hombres se dividen entre duartistas y
vendepatrias.
Lamentablemente, ése es el tipo que escala las alturas basadas en que el fin, justifica los
medios.
Decía Freud, que en los traumas encontrados no había sangre fresca, sino una herida
vieja y mal cicatrizada.