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Ponencia preparada para el XII Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la Sociedad

Argentina de Análisis Político y la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 12 al 15 de agosto de 2015

Biometría y voto electrónico. Balances y perspectivas


a partir de las elecciones de 2014 en Brasil

Autor: Mtrando. Patricio G. Talavera (UBA/UNTREF)

Mail: pgomeztalavera@gmail.com

Area Temática: POLITICA COMPARADA

Subárea temática 1: Política comparada y Reforma política

Subárea temática 2:Representación política y Sistemas Electorales

En materia de legislación e innovación electoral, Brasil constituye un caso lleno de


particularidades, entre las cuales sobresale la antigüedad de sus ensayos en materia de
informatización de todo el proceso vinculado a la elección de autoridades, nacionales y
subnacionales. El voto electrónico en sí mismo, es introducido en 1996, aunque el proceso
de informatización ya había comenzado 14 años antes, en las etapas más iniciáticas de la
transición a la democracia.

La búsqueda de informatización del proceso electoral tiene razones históricas y


políticas bien específicas. A lo largo de su historia, Brasil conoció diversas etapas y
procesos: La denominada República Velha (República Vieja) período conservador-
oligárquico que abarcó desde 1889 hasta 1930; la misma fue reemplazada por el
movimiento liderado por Getúlio Vargas, que gobernó entre 1930 y 1945. A su caída, su
régimen fue reemplazado por la República Populista (1945-1964) y la Dictadura Militar
(1964-1985), hasta desembocar en la redemocratización de la República Nova, a partir de
1985. Todos esos períodos tuvieron varios denominadores comunes, entre los cuales
resalta uno: las dificultades (cuando no imposibilidad directa) en consagrar elecciones
íntegras que permitieran la selección de autoridades de manera clara y representativa,
fortaleciendo la legitimidad de las instituciones. Esas dificultades radican en aspectos
propios y particulares de la sociedad brasileña, y que no sólo condicionarían el desarrollo

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del ejercicio del sufragio, sino también, implantado aquél como rutina democrática, el
devenir y formato de las instituciones electorales que administrarían los comicios.

En esencia, podríamos sintetizar tres obstáculos básicos: en primer lugar, la anomia


política de la sociedad y sus organizaciones representativas; en segundo lugar, el rol del
Estado en la sociedad; y en tercer lugar, las marcadas desigualdades socio-educativas que
caracterizaron y caracterizan a la sociedad brasileña. El primer y segundo punto están
íntimamente ligados: a partir del siglo XIX, el problema político de Brasil pasó a ser la
construcción de ciudadanos en un país formado por ex súbditos de la corona portuguesa. La
centralidad del Estado fue remarcada por Edmundo Faoro en su obra Os Donos do poder.
Formaçao do patronato político brasileiro (Sao Paulo, Globo, 2001). Allí el autor
desarrolla su tesis, la cual gira en torno de la idea de que el poder político siempre fue
ejercido por un “estamento burocrático” anclado en instituciones anacrónicas, sin
congruencia con la modernización económica del país. Según Faoro, la historia política
brasileña está atravesada por la ausencia de un aparato administrativo autónomo, o mejor
dicho, de un personal administrativo con identidad propia. La jefatura política descansa,
dispersa, en el mando personal del fazendeiro y de los coroneles, con un perfil netamente
patriarcal. Es en este contexto que Faoro señala que dicha capa burocrática, al perpetuar su
dominación política, desde tiempos coloniales, no ha hecho más que obstruir, cuando no
retardar, el desarrollo de la nación brasileña.

Mientras en Estados Unidos vastos sectores sociales luchaban por sus derechos
políticos, en Brasil se multaba a quien no los ejerciera. Dichos razonamientos empujaron
reformas institucionales, reflejadas en la Carta Magna de 1834, que sin embargo no
lograron una mayor institucionalización política de la sociedad brasileña.

El sistema de negociación entre élites, que comenzaba en el municipio, pasaba por


el Estado y llegaba al gobierno federal. Se cumplía la profecía del vizconde de Uruguay: se
consolidaba el despotismo del poder privado. De alguna manera, los liberales
descentralizadores debieron admitir las dificultades de su propuesta cuando pregonaban el
papel de las leyes y de la propaganda reformista en la modificación de las costumbres y la
cultura. Para entonces, el problema central se transfería a la estrategia de la construcción
de ciudadanía: en la versión del liberalismo de entonces, aquella podría ser construida a

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partir de la acción del poder público, principalmente a través de la garantía de los derechos
civiles y en especial, el derecho a la educación. Una ciudadanía sólida sería un paso hacia
la participación política y hacia el auténtico autogobierno. Pero el único remedio que se
prescribió fue la educación. El campo quedó así abierto para un nuevo conservadurismo, el
cual levantó las banderas del Estado como demiurgo de la nación. Este conservadurismo de
nuevo cuño sería la cimiente a partir del cual se levantarían las murallas autoritarias del
Estado Novo varguista, que centralizaría el Estado Nacional, y potenciaría sus órganos
ejecutivos, creando nueva burocracia. De hecho, entre la nueva burocracia creada, resalta el
decreto 21.076, sancionado el 24 de febrero de 1932: nacía la Justicia Electoral de Brasil.
Ese mismo año se sancionó el Código Electoral Brasileño, creado a partir de las ideas del
hacendado y diplomático Joaquim Francisco de Assis Brasil y, en líneas generales,
inspirado en el modelo de justicia electoral checo (Ferreira Filho, 1989, p.157; Cardoso
Vale, 2011). Sin embargo, el nuevo órgano del estado varguista conocería pronto sus
límites: en las elecciones municipales de 1936, el magistrado Moisés Viana sería asesinado
por facciones partidarias, por su intento de imponer limpieza al proceso comicial. El primer
código electoral, además de innovar en materias como el voto femenino, tiene una mención
curiosa para la época: contemplaba la instalación futura de “máquinas para votar”. Para esa
época, dichas ideas sólo podían formar parte de novelas de ciencia ficción, lo cual distingue
el caso brasileño y el énfasis de su preocupación sobre la integridad de los comicios. Con el
término de la dictadura varguista, en 1945, se reforman y amplían las facultades y
dependencias de la justicia electoral. Sin embargo, su expansión conocería un receso bajo la
dictadura militar a partir de 1964, cuando quedaría relegada a funciones administrativas o
participación marginal en la supervisión electoral, controlada por el gobierno militar.

Una permanente pugna en torno al eje centralización-descentralización se percibe


como constante en la historia de Brasil, la “diástole” y la “sístole” de la política brasileña,
en palabras del militar y político Golbery do Couto (1981). Aquello significa relajación y
descentralización de potestades en la vinculación entre el Estado central-Estados federales,
que mutaba cíclicamente en centralización y autoritarismo. Reinstaurada la democracia en
1985, y finalizada la dictadura militar, se inició un movimiento de redescentralización, que
abarcó aspectos claves de la vida nacional, como el fiscal, el político o el económico. Pero
dicha descentralización fue imperfecta, y muchos nichos burocráticos de aquel Estado

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mantuvieron sus características sin mayores afectaciones, algo lógico si se observa que el
tipo de transición democrática brasileña sobresale por el pacto y no por la ruptura con el
régimen anterior. Un ejemplo de esa resistencia a los cambios es el mismo Tribunal
Superior Electoral (TSE), que supervisa los procesos electorales en colaboración con los
Tribunales regionales (TRE). Quizás el mismo desafío de la vuelta a la democracia, y la
inclusión a la vida electoral de millones de nuevos electores hayan blindado la posibilidad
de reformas que distribuyeran la capacidad ejecutiva acumulada por el TSE. El universo de
electores a administrar había crecido exponencialmente: si en 1945 apenas 7,4 millones de
brasileños sufragaban, para 1994 (segundas elecciones de voto directo de la
redemocratización) lo hacían 94,3 millones, con un padrón multiplicado 12 veces en 50
años1. Pero también es cierto que la tradición de elecciones fraguadas era fuerte en la
historia de Brasil, y los temores de repetir experiencias desafortunadas estaban fundados.
Entre 1964 y hasta 1982, las elecciones bajo gobierno militar, si bien no habían alcanzado
un nivel de desarrollo del “know-how” del fraude que alcanzaron en otras latitudes
(México, por ejemplo), si constituían procesos usualmente controlados y muchas veces
mutilados por la intervención del gobierno para volcar el resultado en su favor. Dentro de
ese marco, existía un tercer factor de riesgo incluso para la integridad de los procesos
electorales: la inclusión de millones de nuevos electores analfabetos. Según datos del
IBGE, para 1980, casi el 32% de la población brasileña era analfabeta, lo cual tenía un
claro correlato sobre la población habilitada para ejercer el sufragio. Aún con cifras
descendentes en forma constante en las últimas décadas, regiones más postergadas albergan
Estados con un gran componente de electorado analfabeto.. Ese electorado era, por
carencias socioculturales heredadas, pasible de ser manipulado, con lo cual su asistencia se
transformó en preocupación prioritaria de las autoridades electorales. La incomprensión
potencial del proceso de voto por parte de esos segmentos, podía llevar al desencanto y la
apatía, como antesala de la pérdida de legitimidad por abstencionismo masivo, una
amenaza grave para los procesos de redemocratización de América Latina en los años 80.
La necesidad de encontrar mecanismos efectivos de estímulo, promoción y capacitación
para el electorado se hizo patente, y obligó a las autoridades federales y estaduales a buscar
alternativas para hacer del voto algo comprensible, y por tanto, cercano y accesible.

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Cifras disponibles en el Tribunal Superior Eleitoral (TSE), www.tse.gov.br

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Inicios fallidos. El Caso Proconsult

La decisión militar de iniciar una transición controlada hacia la democracia sirvió de


gran oportunidad para canalizar en la práctica esas preocupaciones. En 1974, el ala
moderada del gobierno militar llega a la presidencia con el veterano general Ernesto Geisel.
Con él comienzan las articulaciones para la construcción de una lenta y pactada “salida
institucional” a la dictadura militar. Esas iniciativas conocieron una particular aceleración
durante la segunda mitad del mandato, con la sanción del denominado “Pacote de Abril”
(1977)2, un conjunto de reformas tendientes a generar un mayor control político del proceso
de transición por parte del gobierno, y la derogación de las proscripciones políticas (1979),
comprendidas en el célebre “Ato Institucional 5” (AI-5), lo que distendió, por lo menos
parcialmente, las relaciones oficialismo-oposición. Sentadas las bases, en 1979 fue electo,
con mecanismos tradicionales, o sea, no democráticos, el general Joao Baptista Figueiredo
como nuevo presidente. Bajo su gobierno se haría efectiva la transición política a la
democracia, aún con participación extremadamente acotada y bajo estricto control del
Estado. En ese contexto se dieron las primeras elecciones abiertas para elegir gobernadores,
alcaldes y demás cargos de carácter subnacional, en noviembre de 1982. Al igual que las
elecciones de 1974, que implicaron contundentes triunfos opositores que impulsaron al
gobierno hacia la calendarización de la apertura política, los comicios de 1982 marcaron la
irreversibilidad del proceso en tanto empoderaron a la oposición en la cima de los
gobiernos estaduales, a partir de los cuales podía presionar sobre la Administración central
hacia una mayor velocidad y concreción de la misma apertura. El gobierno militar impuso
sus condiciones a la hora de reglar la votación: el elector debía necesariamente elegir la
boleta completa de un partido a la hora de sufragar, no pudiendo cortarla para distinguir sus

2
El denominado “Pacote de Abril” de 1977 fue la respuesta política del gobierno militar a la avanzada
opositora: se alteró el cálculo de representación en beneficio de los estados mas proclives al gobierno;
elección indirecta para un tercio del Senado; se reduce el quórum para reformas constitucionales; se
mantienen las limitaciones vigentes para propaganda electoral. El gobierno buscaba así mantener bajo control,
entre radicales y opositores, la apertura política (Fleischer, 1986; Lamounier, 1985; Moreira Alves, 1980).
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Partido Democrático Social (PDS) fue la sigla que los partidarios del régimen adoptaron, en forma
mayoritaria, tras la disolución del bipartidismo ARENA-MDB, en 1979.

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opciones entre los distintos cargos en juego. La elección era especialmente crucial, dado
que determinaría la composición del Colegio Electoral, el cual elegiría al sucesor del
presidente Figueiredo. Río de Janeiro, en ese colegio, era la tercera entidad más grande del
país en electores, sólo por detrás de San Pablo y Minas Gerais. A este contexto se agregó la
profunda polarización generada, entre el partido oficial ARENA (Açao Renovadoura
Nacional) y el PMDB (Partido do Movimento Democratico Brasileiro). En una contienda
especialmente reñida, los resultados serían equilibrados, conquistando la oposición la
gobernación de los principales Estados, como Minas Gerais (Tancredo Neves), Sao Paulo
(Franco Montoro) y Río de Janeiro (Lionel Brizola). En este último caso, la elección era
especialmente difícil, dada la ruptura en el bando democrático. En Río, el PMDB local
mantuvo, mediante su líder Chagas Freitas, muy buenas relaciones con el régimen militar,
transformándose en 1979 en el único gobernador del MDB elegido por el voto indirecto
vigente durante esa época. Ante el fin de las limitaciones legales creadas por la dictadura,
generadoras de un bipartidismo artificial, el líder nacional del PMDB, Ulysses Guimaraes,
impidió la incorporación de Chagas Freitas y sus seguidores al movimiento, optando éstos
por una solución brindada desde el sector moderado pemedebista, liderado por Tancredo
Neves. Así, Chagas Freitas constituyó el Partido Popular (PP), como oposición moderada al
régimen militar. Necesitado empero, de fortalecerse territorialmente para conquistar Río, el
PMDB finalmente flexibilizó su posición, e incorporó al PP en 1981, un año antes de las
elecciones. Incluso transigió en consagrar candidato al principal heredero del chaguismo, el
periodista y abogado Miró Teixeira. Dicha negociación implosionó al PMDB, que padeció
fuga de dirigentes, entre los cuales se encontraban el alcalde de Niteroi, Wellington
Moreira Franco, finalmente convertido en candidato del partido del gobierno, el Partido
para la Democracia Social (PDS, ex ARENA). Otro sector viró hacia Lionel Brizola,
histórico líder trabalhista recién llegado del exilio y exponente de la oposición más
intransigente al gobierno militar, ayudando a formar el Partido Democrático Trabalhista
(PDT). De esa manera, se concurría a una elección sumamente polarizada y sumamente
ríspida, no solo por la tensión gobierno-oposición, sino por el enfrentamiento al interior del
bando opositor.

Sobre ese escenario, para el cual se esperaba además una gran cantidad de votos
blancos y nulos, se buscó innovar en materia electoral introduciendo un sistema

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informatizado de conteo rápido de votos, provisto por la empresa Proconsult. Dicha


empresa había ganado la licitación convocada para adjudicar la instalación del sistema, ante
el desistimiento de sus dos competidoras, Datamec y Serpro, las cuales no cumplían con las
condiciones del pliego licitatorio. Al momento del conteo de votos, a una notoria lentitud le
sobrevino el escándalo: el conteo daba a Moreira Franco ganador frente a Brizola. Las
denuncias de fraude del comando brizolista comenzaron a esparcirse, y los resultados se
demoraron por días. Comenzaron a aparecer reportes sobre camiones vinculados al Sistema
Nacional de Informaçoes (SNI) que recorrían centros de votación. Fueron encontradas
miles de cédulas de identidad en la vía pública de la periferia de la capital carioca (Amorim
y Passos, 2005). Pero todo esto fueron incidentes reportados, que a fin de cuentas hablarían
de la logística y la seguridad institucional del proceso, pero no del software dispuesto para
el conteo rápido de los votos. Arcadio Vieira, director de Proconsult, anunció la noche
electoral el triunfo de Moreira “por 60 mil votos” de ventaja sobre Brizola. En reacción, el
candidato del PDT, alertado por mensajes anónimos, contrató a la empresa Sysin Sistemas
para realizar un conteo paralelo, que informó terminado el mismo del triunfo del líder
trabalhista. En el clímax del escándalo, finalmente se probó que el sistema utilizado por
Proconsult para el conteo oficial computaba los votos blancos y nulos como votos al
candidato del PDS, Moreira Franco, en lugar de contabilizarlos como correspondía. Esto
implicaba trasladar al candidato oficialista casi 440 mil votos, más de un 8% de los
sufragios totales. Regularizada la situación, se proclamó al cabo de una semana a Lionel
Brizola como gobernador de Río de Janeiro, con el 34,2% (1.7 millones de votos) contra
30,6% de Moreira Franco (1,5 millón de votos) y 21,4% de Miro Teixeira, del PMDB
(poco más del millón de votos)3.

El primer capítulo de la informatización del proceso electoral en Brasil cerraba en


falso. Pero la experiencia carioca y sus consecuencias también fueron un aliento a quienes
buscaban la informatización total del sistema, depositando la responsabilidad del escándalo,
por lo menos en parte, a haberlo impulsado como aplicación parcial y accesoria a todo el
proceso electoral.

3
De Souza et al. (1987).

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La Informatización Total. El camino del voto electrónico

El camino fue gradual, pero sin pausa. En 1985, con el fin del gobierno militar, se
informatizó el padrón electoral, expandiéndose en los años subsiguientes la infraestructura
nacional necesaria para hacer lo propio con el recuento general de votos. La primera prueba
de voto con urna electrónica se produjo en las primeras elecciones con voto directo luego
de 30 años, en 1989. A iniciativa de un juez de la quinta sección electoral de Santa
Catarina, Carlos Prudencio, la localidad de Brusque, del mismo Estado, sufragó con
microcomputadoras. En realidad, no se trataba de una prueba enteramente desconocida:
Brusque había votado en otras ocasiones de manera similar. El Tribunal Superior Electoral
de Brasil, en 1994, bajo la presidencia del ministro Carlos Velloso, se propuso como meta
acelerar al conversión informática del voto, bajo el precepto de que sólo la informatización
cancelaría las posibilidades de fraude, como dejó expuesto el mismo Velloso en su discurso
de toma de posesión. El último paso se inició en 1996 con la introducción de “urnas
electrónicas” o “e-urnas”, las cuales abarcaron un tercio del electorado ese mismo año de
1996, dos tercios para las presidenciales de 1998, y la totalidad para las municipales del
2000. El proyecto fue diagramado por el TSE en colaboración con el Comando Geral da
Tecnología-Aeroespacial (CTA) y el Instituto Nacional de Pesquisa Aeroespacial (INPA).
En la licitación, concretada en diciembre de 1995, se presentaron tres modelos
completamente distintos de “urna electrónica” a ser considerados. IBM propuso un modelo
inspirado en el voto electrónico japonés, cuya base era una notebook. La norteamericana
Procomp presentó un artefacto en exceso sofisticado, similar a los cajeros automáticos
bancarios, cuyo peso era superior a los 20 kilos. La licitación fue vencida por la empresa
Unysis, la cual, en copatrocinio con la brasileña Omnitech, presentaron la urna UE96. Se
produjeron 70 mil máquinas de prueba para municipios de más de 200 mil electores, de las
cuales 20 mil fueron donadas a Paraguay y otras 20 mil fueron descartadas en 2008.

Pero, ¿Cómo se votaba con este modelo de “urna electrónica”?

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Urna electrónica. El “know-how” de la modernización

Como ya ha señalado Amílcar Brunazo Filho4, ingeniero experto en materia de voto


electrónico, las e-urnas brasileñas reúnen una serie de características particulares.

1) Reciben el número de identificación del elector para que éste sea


autorizado a votar.
2) Reciben los votos de los electores habilitados a votar en una mesa
electoral. La misma no suele exceder los 400 electores.
3) El número de la lista o candidato que se desea votar se digita sobre
un teclado numérico y se presenta en una pantalla para la posterior confirmación o
corrección del elector. Se toma de esta manera, un voto digital o “virtual”.
4) Después de la emisión del sufragio, cada voto “virtual” es
“procesado”, donde es firmado digitalmente, encriptado electrónicamente y por
último, grabado en un archivo digital dentro de la máquina. En esta etapa del
procesamiento del voto, el elector no tiene forma de verificar lo que efectivamente
se grabó.
5) En la “e-urna” brasileña, no se emite ningún tipo de comprobante en
papel del voto, para que el mismo elector corrobore sus opciones.
6) Los “votos virtuales” por tanto, se cuentan al final de la jornada,
antes de desconectar las urnas. Los resultados de cada unidad son grabados en un
disquete que se traslada al centro de cómputos regional.
7) Al no existir ningún comprobante material del voto, no solo el elector
no puede corroborar que su opción fue respetada por el sistema, sino que además es

4
BRUNAZO FILHO, Amilcar, “El voto electrónico en Brasil”, en TULA, María Inés (comp.), Voto
Electrónico. Entre votos y máquinas. Las nuevas tecnologías del proceso (2005), pp.209-221, Editorial Ariel
Ciencia Política, Buenos Aires.

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imposible auditar pos facto el resultado del recuento electrónico. Sin registro
impreso, no se puede realizar un recuento paralelo para comparar resultados.

Dada esta situación, la efectiva concreción del sufragio y el recuento electrónico de


cada urna son los tramos del proceso que no cuentan con ningún tipo de auditoría. En este
punto, vale hacer una distinción entre lo que se entiendo por apuraçao y lo que se entiende
por totalizaçao. En la apuracao, se procede a la suma de votos contenidos en cada urna,
para la confección de los denominados “Boletines de Urnas”, documentos públicos que
contienen la información electoral, que permiten realizar un conteo rápido, y cuya
información se utilizará en la totalizaçao del comicio. En esta etapa se da el recuento final
de los sufragios, donde el TSE suma los votos indicados en cada uno de los “Boletines de
Urnas”, publicando el resultado de la elección y enviando respectivas copias de los
Boletines a las autoridades de los distintos partidos políticos participantes.

La urna electrónica brasileña conoció en sí misma varios modelos y soportes. Los


modelos implementados entre 1996 y 2000 (la UE96 de Unysis,la UE98 y la UE2000
producidas por la norteamericana Procomp) contaban con sistema operativo VirtuOS,
sistema multitarea proyectado exclusivamente para aplicación de microcomputadoras de
entre 16 y 32 bits. Los modelos de UE 2002 (Unysis), 2004 y 2006 evolucionaron hacia
otro sistema operativo, el WindowsCE, desarrollado por Microsoft para sistemas
embebidos como los de la urna electrónica. Los sistemas embebidos son aquellos
proyectados para la ejecución de una o dos tareas específicas a lo sumo, usualmente en
tiempo real, como es el caso de la Urna Electrónica. Su aplicación también ilustra una de
las intencionalidades iniciales del TSE, la reducción de costos. Los sistemas embebidos
suelen contener un procesador relativamente pequeño con una memoria de similares
dimensiones, lo que implica costes mucho más bajos que los implicados en otros sistemas.
Sin embargo, como tuvo que confesar tiempo después el secretario técnico del TSE, Paulo
Camarao, los costos aumentaron bajo esta modalidad de todas maneras, sobre todo porque
el sistema de identificación digital del elector fue conectado a la urna electrónica, un
proceso que implicaba para su instalación una mayor inversión de recursos. Hacia finales
de 2000, el mismo TSE admitía un aumento de costos cercano al 20%. Luego del 2008, por
otra parte, todas las urnas incorporaron el sistema Linux (Brunazo, 2005).

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La urna, en su última versión, consta de una memoria flash, donde se encuentra


grabado el sistema operativo; las aplicaciones; un pendrive para grabar el resultado; un
módulo impresor, cuya única función consiste en la impresión de lo que se denomina como
“zerésima”, documento emitido que certifica, antes de la votación, de la inexistencia de
votos computados antes de la apertura de la jornada electoral. Al final de la jornada, el
mismo módulo emite el “Boletín de Urna” al cual nos referimos anteriormente. Por último,
la urna reconoce dos terminales, una del “mesário” o autoridad de mesa, y otra para el
votante. La primera es una microterminal con un pequeño teclado numérico con lector
biométrico de impresión digital, con el cual la autoridad de mesa autoriza al elector a
introducir su número de identificación. El segundo terminal, destinado al votante, posee
una pantalla LCD y un teclado numérico, donde el elector digita sus opciones a través del
número de identificación de la formación política de su preferencia. Luego de seleccionado
el voto, el dispositivo muestra la selección hecha con el objeto de que el elector confirme o
rectifique su elección.

El nuevo sistema implicó una reducción considerable de los tiempos de espera de


resultados provisorios. A partir de la introducción del sistema biométrico, la identificación
del elector quedó totalmente informatizada. Las Maniobras de fraude quedaron sumamente
condicionadas hasta hacer imposible su concreción, aunque su disminución es una
tendencia que antecede largamente a la introducción de la “urna electrónica”. El TSE
realizó una marcada promoción de las bondades del nuevo sistema, presentándolo casi
como invulnerable, producto de aplicarse tecnología “de primer mundo”. La ausencia de
información sobre errores o potenciales problemas consolidó una imagen de pulcritud y
corrección del proceso. Elecciones dramáticas como la acontecida para la alcaldía de Sao
Paulo en 2000, con triple y hasta cuádruple empate técnico en las encuestas, o de notables
cambios de tendencias, como las de Goías para gobernador en 1998, no implicaron
problema alguno para el nuevo sistema, y el conteo no fue cuestionado, situación usual o
probable cuando las diferencias entre candidatos se reducen a mínimos y el clima político-
electoral toma carices polarizantes y altamente confrontacionales entre las opciones
partidarias en pugna.

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Sin embargo, el silencio oficial sobre potenciales problemas o desperfectos no


impidió la emergencia de los mismos a la discusión pública sobre la urna electrónica. La
misma fue creciente con el paso de los años, hasta transformarse en el día de hoy en un
cuestionamiento hacia el modo de votar vigente en Brasil: según la consultora Checon
Pesquisa/Borghi Lowe, encargada de evaluar la percepción ciudadana por encargo del
mismo TSE, dio que, a finales del 2014, luego del comicio presidencial, la desconfianza
hacia el sistema era el signo común de los encuestados, con especial hincapié en la falta de
seguridad del proceso. De la misma encuesta, se desprendían los testimonios de electores
sobre la seguridad de la “urna electrónica”. Hemos seleccionado los más ilustrativos5:

“La máquina es segura, lo que no es seguro son las personas que lo manipulan. Yo
puedo tomar este disquete (…) y colocar otro. Hasta que se pruebe lo contrario, hasta
ahora, estoy seguro de eso”

Elector de Pará, Clase C, Categoría 41 a 60 años

“(confía en los resultados?) No. Yo confío que nadie va a conocer a quien estoy
votando, sólo que no confío en el proceso de conteo (“apuraçao)”

Elector de San Pablo, Clase A, Categoría 26 a 40 años

“Yo trabajo en una área de IT. Todo sistema es burlable, por eso pienso que es
arriesgado colocar el futuro del país en un sistema. No es clara la auditoría, eso podría
hacerse más claro para el pueblo. (…) Se tendría que hacer de manera más transparente”

Elector de San Pablo, Clase A, Categoría 26 a 40 años

“Cualquiera puede cambiar la urna para que funcione de la manera que uno
quiere. Cualquiera que tenga acceso a la urna. Usted no sabe quien trabaja en el TRE
(Tribunal Regional Eleitoral, N. de A.). Si no hay alguien mal intencionado ahí adentro.”

Elector de Goiás, Clase A, Categoría de 18 a 25 años

5
Informe del Tribunal Superior Eleitoral, disponible en web: http://www.tse.jus.br/noticias-
tse/2015/Janeiro/tse-disponibiliza-pesquisa-sobre-eleicoes-2014. Accesado por última vez el 2 de febrero de
2015.

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La postura en el mismo informe de los técnicos del TSE es muy contundente frente
a estos cuestionamientos. A la vez que citan las respuestas arriba referidas en conjunto con
otras, se las acompaña con observaciones de meridiana claridad, como la que transcribimos
a continuación:

“(Se reportan) dudas sobre con relación a la urna electrónica en cuanto al destino
dado a los votos, la posibilidad de que las urnas no estén selladas, además de los lugares
comunes con relación a no existir un sistema 100% seguro, de la vulnerabilidad con
respecto a la acción de hackers y otros argumentos superficiales en la misma línea”

“Predomina una considerable desconfianza en lo que se refiere a la seguridad,


alimentada por mitos o noticias de los medios de comunicación, que incluso cuando se
refieren a excepciones, muchas veces adquieren fuerza por encima de lo razonable” (El
subrayado es nuestro, N. de A.).

En este sentido, la postura de las autoridades electorales es clara: cualquier


problema reportado o bien es anecdótico o bien distorsionado, generado por factores y
actores fronterizos al proceso electoral, cuyo objeto es obtener beneficio de la
desinformación e incertidumbre inoculada en el electorado.

Sin embargo, sucesivos incidentes demostraron que el optimismo y confianza del


Tribunal Superior Electoral podía no estar del todo fundamentado.

La inseguridad informática de la “urna brasileña”.

Pese a la pertinacia y ejecutividad propagandística del TSE en cuanto a la fiabilidad


del sistema, comenzaron a surgir voces objetoras del sistema e incidentes que implicaron
una alerta temprana sobre los riesgos del camino recorrido en materia técnica.

En 2000, en la ciudad paulista de Diadema, el candidato a alcalde del Partido dos


Trabalhadores (PT), Gilson Correa de Menezes, presentó objeciones al proceso electoral
para su revisión. Los resultados fueron preocupantes: de todas urnas instaladas en esa

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localidad, ninguna había pasado por el proceso de carga, test y lacrado dispuesto por la ley
9.504/97 y la resolución 20.563/00 del TSE. Ninguna de las urnas instaladas podía
garantizar que su configuración interna no hubiese sido alterada o adulterada. En paralelo a
eso, ocho urnas fueron cargas el mismo día de la elección; en una sección electoral de
Diadema, no se había emitido la “zeresima”; tres urnas con evidente mal funcionamiento
no fueron reemplazadas durante toda la jornada, y de hecho, fueron desconectadas mientras
los electores votaban, entre otras varias irregularidades. Ese mismo año, en localidades de
los Estados de Pará, Goiás y Bahía, debieron realizarse auditorías dado los deperfectos e
irregularidades acontecidas. En todos los casos, las auditorias fueron cerradas (no abiertas a
técnicos ajenos al TSE), y estuvieron plagadas de imprecisiones e inconsistencias (Brunazo,
2000).

En 2002, en la localidad de Camacari, Estado de Bahía, se detectaron que los


lacrados de varias urnas utilizadas dos años antes estaban rotos. Las “flash cards” o
memorias permanentes habían padecido un proceso de deterioro denominado “Run In”,
producto de haber sido resguardadas en mal estado (Brunazo, Coelho y Chadel, 2003).

En la misma localidad, en el 2001, el reempadronamiento informatizado de votantes


presentó graves falencias. El día 3 de noviembre, 120 electores se presentaron para
concretar su empadronamiento (Brunazo y Chadel, 2001). Al final del día, el recuento de
los empadronados deparó una sorpresa desagradable: el total daba 859 electores registrados
ese día. Al proceder a la revisación se encontraron errores tales como6:

a) Seis electores empadronados todos en un mismo minuto

Nombre del elector Día Hora Urna Operador

ANTONIO QUIRINO DOS ANJOS GOMES 16/11/01 9:41 07 DANIELLI

IRANY BATISTA DOS SANTOS BERNARDO 16/11/01 9:41 07 DANIELLI

UBALDO CUPERTINO DOS SANTOS 16/11/01 9:41 07 DANIELLI

SIMONE DO SANTOS REIS 16/11/01 9:41 07 DANIELLI

6
Datos disponibles en el sitio del Forum del E-Voto en Brasil, http://www.brunazo.eng.br/

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ROBSON AZEVEDO DE OLIVEIRA 16/11/01 9:41 07 DANIELLI

CARLOS DOS SANTOS 16/11/01 9:41 07 DANIELLI

b) Empadronadores presentes en dos urnas de empadronamiento al mismo tiempo

Nombre del elector Día Hora Urna Operador

MANOEL VITORINO DE JESUS FILHO 03/11/01 9:54 7 DANIELLI

MARIA CICERA DA SILVA FERREIRA 03/11/01 9:55 7 DANIELLI

MARCELO LOPES MATOS 03/11/01 9:55 7 DANIELLI

DOMIR RODRIGUES DOS SANTOS 03/11/01 9:55 10 DANIELLI

DAVI VITAL CONCEICAO DE JESUS 03/11/01 9:55 10 DANIELLI

MARIA ESTENILDA SILVA DE SOUZA 03/11/01 9:56 7 DANIELLI

MARIA DA CONCEICAO SANTOS DA


03/11/01 9:56 7 DANIELLI
ROCHA

DOMINGOS MANOEL SOARES 03/11/01 9:56 10 DANIELLI

DARLAN NERI DO VALE 03/11/01 9:56 10 DANIELLI

DANIEL GOMES MOREIRA 03/11/01 9:56 10 DANIELLI

MARIA SANTOS DA SILVA 03/11/01 9:57 7 DANIELLI

DANIEL DE SOUZA SANTOS 03/11/01 9:57 10 DANIELLI

DANIELA PEREIRA BARBOSA 03/11/01 9:57 10 DANIELLI

c) Mismo elector anotado varias veces

Nombre del Elector Título Día Hora Urna Operador

GIRALDO DAS CHAGAS 0512054905-


06/10/01 8:58 6 NILDA
OLIVEIRA 15

GIRALDO DAS CHAGAS 0512054905-


06/10/01 9:31 9 GENILDA
OLIVEIRA 15

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GIRALDO DAS CHAGAS 0512054905-


06/11/01 12:11 10 PAULO
OLIVEIRA 15

GIRALDO DAS CHAGAS 0512054905-


09/11/01 9:07 1 PAULO
OLIVEIRA 15

0661950505-
UBIRAJARA SILVA SANTOS 19/10/01 10:56 6 LUCIMAR
58

0661950505-
UBIRAJARA SILVA SANTOS 19/10/01 11:50 4 JANDIRA
58

0661950505-
UBIRAJARA SILVA SANTOS 03/11/01 12:50 10 GENILDA
58

A partir de ahí los casos de irregularidades se hicieron cada vez más frecuentes,
afectando a unidades electorales cada vez más importantes: Río de Janeiro y Brasilia en
2002; Marilia (San Pablo), en 2004; las elecciones a gobernador de Alagoas en 2006; los
comicios municipales de Itajaí, Santa Catarina en 2008; Saquarema (Río de Janeiro) y
Caxias (Maranhao) presentaron situaciones similares en 2012. En todos los casos, el
rechazo a una auditoría externa y el entorpecimiento en la labor de técnicos externos al TSE
fue la norma, aún cuando los casos implicaban claras señales de manipulación de los
programas de las urnas en elecciones políticamente determinantes, como el caso alagoano.
En líneas generales, el modelo de urna electrónica que se implementa en Brasil es
señalado como un modelo ya superado, de primera generación, cuando en muchas regiones
(Argentina y en algunos Estados de Estados Unidos, por ejemplo), ya se están utilizando
urnas de tercera generación. Pero ¿Qué se quiere decir cuando se habla de generación?
Básicamente, existen en la actualidad tres generaciones de urnas electrónicas. La
primera de ellas, y la que implementa Brasil, se denomina Direct Recording Electronic
Voting Machine o Máquina de Grabación Directa de Voto (DRE). En este caso, la principal
debilidad del sistema es que la confiabilidad del resultado publicado depende enteramente
de la confiabilidad del software instalado. Cuando los mecanismos de auditoría sobre el
software previstos son opacos e inflexibles, el grado de incertidumbre sobre la
transparencia del voto se potencia. Estas máquinas fueron usadas en los años 90 en Holanda
(que las dejó de utilizar), en la India y en Paraguay (país que las terminó rechazando).

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Brasil tenía previsto abandonar este modelo para las elecciones presidenciales de 2014,
algo que finalmente no ocurrió.
La segunda generación de urna electrónica se denomina Voter Verifiable Paper
Audit Trail o Documento de Auditoria Verifcable por el elector (VVPAT). Estas urnas
fueron diseñadas a partir de las concepciones de la especialista estadounidense Rebecca
Mercury. Esencialmente, se trata de la agregación de una segunda vía de contabilización de
los votos, además del registro previsto por las urnas DRE. Este segundo sistema graba en
papel el voto emitido para su comprobación por el elector, en forma independiente del
software que contabiliza digitalmente, facilitando así su auditoría por agentes externos al
administrador del sistema. Venezuela lo ha implementado a partir del 2004, aunque con
severas limitaciones para la realización de una auditoría eficiente. México en 2012 y
Ecuador en 2014 también lo han utilizado. Las empresas Smarmatic (en Venezuela) e Indra
(en España) se han encargado de su fabricación, entre otras. El TSE consideró en su
momento “inviable” su aplicación en Brasil.
Finalmente, la tercera generación de urnas es la denominada End-to-End
Verifiability (E2E, en sus siglas en inglés), lo que da cuenta de sus posibilidad de auditoría
de principio a fin del proceso electoral. Esta nueva generación, que comenzó a proliferar a
partir de 2008, se encuentra en fase de testeo en varias partes del mundo: la ciudad de
Takoma (Estados Unidos), la Tel Aviv University en Israel, la provincia de Azuay, en
Ecuador, y las provincias de Chaco, Salta, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, en
Argentina, han realizado pruebas piloto con este sistema. En 2009 se presentó en Estados
Unidos el modelo Scantegrity II, donde el voto criptografiado es impreso y entragado al
elector para su verificación, sin exponer el necesario sigilo del voto. Este nuevo sistema
parte de la base de la verificación con independencia del software instalado, innovando en
las facilidades que se otorga para la realización de auditorías, mejorando en este aspecto
con respecto a las urnas de segunda generación.
Como dijimos, en líneas generales, el TSE resistió esos cambios, solo innovando en
la aplicación de la identificación biométrica del elector para las elecciones de 2014.
Pero esta actitud hacia los reclamos de transparencia también tiene sus fundamentos
institucionales.

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Yo, el Supremo. El TSE, y el control del proceso electoral

El Tribunal Superior Eleitoral (TSE) es, en términos de competencias legales,


mucho más que el organismo encargado de la administración y gestión del proceso
electoral. Concentra bajo su autoridad potestades además de judiciales, legislativas y
ejecutivas sobre el proceso de votación, lo cual fue inicialmente importante en la búsqueda
de construir una referencia institucional suficientemente dotada contra el fraude. Pero dicha
acumulación de poderes se mantuvo luego y se acentuó con la informatización del sistema.

Si se compara con estándares internacionales, la situación del TSE y su


preponderancia sobre el proceso comicial es de una centralidad casi inaudita. Además de
administrar íntegramente el proceso, también administra la justicia electoral, manteniendo
su autonomía frente al Poder Ejecutivo como también frente al Poder Judicial. Además,
cada Tribunal Regional (TRE), junta o juez de capital y del interior de los Estados, trabaja
en clara subordinación para con el TSE. El mismo se compone de tres jueces del Supremo
Tribunal Federal (STF), máxima instancia jurídica del país, dos miembros del Tribunal
Federal de Recursos y dos miembros a propuesta del gobierno.

Hechas estas observaciones, parecerían fundamentadas las objeciones de muchas


organizaciones de la sociedad civil brasileña sobre la necesidad de establecer mecanismos
de auditoría y control por fuera de la autoridad del TSE. La posición del TSE tiene casi
ningún parangón en el mundo en cuanto a su capacidad de agenciamiento sobre lo electoral.
Sólo la Electoral Comission of India (ECI) tiene un nivel de autonomía similar al TSE. Al
igual que su homólogo brasileño, la ECI tiene presupuesto propio, ejerciendo ella misma el
control, vigilancia, administración y destino de sus propios recursos. Aún cuando existen
países con gestión unificada del proceso electoral (Costa Rica, Paraguay y Venezuela, por
ejemplo), ninguno posee potestades tan extensas como el TSE brasileño. La acumulación
de poderes en manos del TSE se ha justificado en aras de la transparencia del comicio e
independencia del resto de los poderes como garantía de la integridad del voto. Sin
embargo, a escala mundial, se han realizados elecciones íntegras bajo sistemas de
administración electoral que confían la dirección de los mismos al Poder Ejecutivo

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Nacional (Finlandia y Argentina) o a los municipios (Estados Unidos, Francia y Alemania).


En Brasil, entre otras muchas atribuciones, el TSE debe definir normativas sobre como los
actores pueden o no pueden proceder, además de auditarse a si mismo en materia
procedimental como presupuestaria, sin controles externos a la institución misma, ni de
dentro ni desde fuera del Estado brasileño. De esa manera, se dan situaciones paradojales e
institucionalmente dañosas. Por ejemplo, en el año 2000, el Partido Demócrata Trabalhista
(PDT), de Leonel Brizola (líder político que fue afectado por el descrito caso Proconsult en
1982), impugnó los programas de las urnas, alegando que parte de su configuración era
mantenida en secreto, contrariando el espíritu de la ley. En esa presentación, el entonces
presidente del TSE, el ministro José Nery Da Silveira, era parte denunciada y objeto de la
impugnación, fue a la vez encargado de llevar adelante las investigaciones, que
concluyeron con la exoneración del TSE y la desestimación del reclamo del PDT. Cabe
añadir además, que el TSE es la última instancia nacional en materia electoral, con lo cual
no cabe apelación. En la resolución en la cual se rechazaba la presentación de Brizola, se
concluía escuetamente que “todos los programas fueron presentados y aprobados por todos
los partidos”, lo cual constituye una verdad parcial, dado que los programas presentados y
aprobados fueron solamente los que contaban con la propiedad intelectual a titularidad del
TSE7.

Entidades tales como la Universidad de Campinas, que realizó una investigación en


la materia8, han insistido a lo largo de los años en la necesidad que se abra el sistema de
auditoría a la sociedad de manera no exclusiva. Defendiendo la participación de los
partidos, señala sin embargo que la participación no debe limitarse a ellos, sino expandirse
hacia especialistas y académicos vinculados a la temática. Según un informe de la Sociedad
Brasileña de Computación, los partidos no tienen recursos técnicos ni económicos para
hacer frente al desafío de un proceso de auditoría de los datos de 350 mil urnas esparcidas
en todo el territorio nacional en apenas horas9, lo que fue subrayado por el TSE en una

7
BRUNAZO FILHO, Amilcar, (2004)“Acumulo de Poderes e Transparencia Eleitoral”, Ponencia presentada
en Curso de Capacitación Política, auspiciado por OEA y BID, 18 de julio de 2004, Río de Janeiro.
Disponible en : http://www.brunazo.eng.br/voto-e/textos/poderes1.htm
8
Avaliacao do Sistema Informatizado de Eleicoes, UNICAMP, Mayo de 2002. Disponible en el portal del
TSE, http://www.tse.gov.br/internet/eleicoes/relatorio_unicamp/rel_final.pdf
9
VAN DE GRAAF, Jeroen; CUSTODIO, Ricardo Felipe, Tecnologia Eleitoral e Urna Eletronica, Relatorio
SBC 2002

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reciente resolución. Vale recordar que ese “conteo paralelo” fue crucial para que en 1982
para el descubrimiento de la trama del “Caso Proconsult”.

En forma sistemática, el STE, directa o indirectamente, obstruyó cualquier


posibilidad de reforma hacia una auditoria abierta a agentes externos del TSE, organismos
de la sociedad civil y partidos políticos. En 1999, el entonces presidente del TSE, Nelson
Jobim, realizó un intenso lobby contra el proyecto del senador Roberto Requiao (PMDB-
Paraná) que implicaba la introducción del comprobante en papel en el sistema de voto. Su
tratamiento fue pospuesto hasta en cinco ocasiones, todas a pedido del presidente del TSE,
José Neri da Silveira, y de su sucesor, Nelson Jobim. El líder de la bancada mayoritaria,
afín al Poder Ejecutivo, pidió la votación separada de las enmiendas presentadas por el
ministro Jobim a la propuesta de Requiao, lo que terminó desvirtuando su espíritu inicial y
anulando la incorporación del papel al proceso.

El 6 de noviembre de 2013, finalmente, los jueces del TSE en el STF, declararon


inconstitucional la introducción del voto papel, al considerar que se violaba el principio de
sigilo del voto. Por otra parte, la jueza del STF Carmen Lúcia, consideró “innecesaria” la
emisión de dichos comprobantes o la anexión de sistemas de auditorías extras a los
dispuestos, al considerar suficientes las auditorías realizadas por el TSE. Usó una sola
palabra para definir el sistema vigente: “Inatacable”.

Identidad Desconocida. Biometría, denuncias y elecciones 2014

El 5 de octubre de 2014, más de 115 millones de brasileños estaban convocados a


elegir en primera vuelta electoral para presidente, vicepresidente, gobernadores, senadores
y diputados federales, con una novedad técnica: 374 ciudades y 22 millones de electores

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fueron identificados biométricamente, esto es, la identificación del elector vía digital. La
misma fue precedida por un proceso de registración, donde se le solicitaba al ciudadano
comparecer ante los centros dispuestos por el TSE para su identificación, dejando las diez
huellas digitales.

La identificación biométrica fue protagonista de la noche electoral, propiciando los


mayores inconvenientes a la hora de votar que se tenga recuerdo para comicios generales.
En al menos cuatro estados y el Distrito Federal, errores de identificación retrasaron
severamente el proceso, poniendo en riesgo el derecho de votar de millones de personas. En
la región metropolitana de Río, se debió prorrogar el cierre de votación por demoras con la
identificación de los electores, situación que se repitió en Paraná y Río Grande Do Norte.
En Maranhao, el candidato a gobernador vencedor, Flavio Dinio (Partido Comunista Do
Brasil) no logró identificarse por fallas de sistema, y debió a esperar a que sus asistentes
fueran a buscar su documentación tradicional de identidad para ser habilitado a sufragar. En
Curitiba (Paraná) las demoras generadas por la biometría implicaron hasta 50 minutos de
congestión frente a las máquinas. El propio presidente del Tribunal Regional Eleitoral de
Paraná debió intentar hasta seis veces para ser finalmente identificado10. El problema fue la
generación persistente de “falsos negativos”, situación donde un elector registrado no es
reconocido como tal por el sistema biométrico.Sin embargo, los fallos técnicos no eran un
evento nuevo en el sistema: la prueba piloto de las elecciones del 2010 habían implicado
una tasa de error siete veces mayor a la prevista inicialmente por la empresa proveedora. La
licitación del sistema biométrico había quedado en manos de la empresa norteamericana
Diabold-Procomp, la misma abastecedora de urnas electrónicas del TSE, condenada por
irregularidades en los Estados Unidos11, mediante un proceso licitatorio sumamente
extraño, que contenía cláusulas inusuales, tales como la obligación del ganador de la
licitación de subcontratar, u omisiones tales como la ausencia de cualquier diseño de
contingencia ante errores operacionales del sistema biométrico, como los falsos negativos
ya descriptos. Pero sobre todo, quedó de relieve la absoluta falta de marco legal que
posibilitara al TSE a obligar a los electores a abastecer de sus datos al nuevo sistema de

10
“Com problemas, urna biometrica atingiu 21 milhoes de eleitores no paìs”, Folha de São Paulo, 5-10-2014,
disponible em http://www1.folha.uol.com.br/poder/2014/10/1527797-com-problemas-urna-biometrica-
atingiu-21-milhoes-de-eleitores-no-pais.shtml, Accesado por ultima vez El 15/7/2015.
11
“Americanos questionan urna electronica”, Folha de São Paulo, 30 de mayo de 2014.

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registro, situación que no se modificó y que terminó implicando una acumulación de


información privada de millones de electores en manos del tribunal en forma irregular.
Además, el nuevo sistema no implicaba adelanto alguno en modernización del proceso de
identificación del elector: la liberación de la urna para la recepción del voto continuaba
dependiendo de la autoridad de mesa, situación camuflada ahora bajo la esotérica
definición de “Código específico”. Por último, la previsión de costos realizada fue
ampliamente desbordada: la misma establecía en 15 dólares por urna como costo de la
incorporación del sistema biométrico. La práctica implicó una erogación 50 veces superior
(Rezende, 2013).

Cuando los errores del sistema comenzaron a llegar a la prensa internacional aquella
noche de octubre de 2014, el presidente del Tribunal, Dias Toffoli, organizó una
comparecencia para dar la versión oficial sobre la implementación de la biometría en las
elecciones: “Me gustaría destacar algunos hechos. Primero, decir que la identificación
biométrica fue un éxito y es un éxito. Si hubo casos en los que hubo atrasos, está más que
claro que fueron casos aislados. No se pueden generalizar esos problemas”12

La primera vuelta determinó la necesidad de una segunda instancia de votación,


entre la presidente Dilma Rousseff (PT) y el candidato del principal partido de la oposición,
el senador Aecio Neves (PSDB). Tras una campaña tensa e intensa, Rousseff se impuso
con el 51,64% de los votos, contra el 48,35% del senador mineiro, en la menor diferencia
entre candidatos en segunda vuelta de la historia de la democracia brasileña, una brecha de
apenas 3,5 millones de electores. Anunciados los resultados, el PSDB comunicó a la
prensa que presentaría denuncias para que se investigue posibles fraudes en los comicios.
El 30 de octubre de 2014 ingresó al TSE una solicitud de auditoría sobre las características
y transparencia del comicio presidencial, dada la situación de “desconfianza” inexistente y
las denuncias generadas a partir de la urna electrónica y el sistema biométrico. El abogado
del PSDB, Flavio Henrique Pereira, indicó que el objetivo era “restablecer la credibilidad
de los comicios”13, dadas las denuncias esparcidas “por internet”. En noviembre, el TSE

12
“Identificação biométrica foi um sucesso, diz Toffoli”,Revista Exame, 5-10-2014, disponible en
http://exame.abril.com.br/brasil/noticias/identificacao-biometrica-foi-um-sucesso-diz-toffoli-tse
13
“PSDB pede ao TSE auditoria para verificar “lisura” da eleição”, O Globo, 30-10-2014, disponible en
http://g1.globo.com/politica/noticia/2014/10/psdb-pede-ao-tse-auditoria-para-verificar-lisura-da-eleicao.html

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liberó los datos y archivos electrónicos de la votación para la auditoria solicitada por el
PSDB, aunque negó el pedido de formación de una Comisión Multipartidaria de
Investigación. En líneas generales, los miembros del tribunal calificaron la presentación
como “deservicio” y “antidemocrática”. Si bien el pedido del PSDB distaba de ser
concluyente en materia probatoria (hacía hincapié en denuncias emitidas por redes sociales
y ni siquiera contaba con el aval de los abogados del candidato Neves), existía consenso
entre especialistas y organizaciones de la necesidad de una auditoría. Aportados los datos,
el PSDB optó por cuestionar las cuentas de la campaña de Dilma Rousseff y dejar en
segundo lugar la cuestión de las urnas electrónicas.

Conclusiones

Como ha señalado el especialista Bruce Schneier, “Si crees que la tecnología puede
resolver tus problemas de seguridad, entonces no conoces los problemas y no conoces de
tecnología”. Este trabajo buscó explorar las limitaciones de la aplicación de tecnología a
procesos electorales, enfocándose en la caso brasileño. Inicialmente prevista como una idea
modernizadora, la “fetichizaciòn” de la tecnología degeneró las aspiraciones iniciales a
extremos costosos y vanos, como se demuestra en el caso de la biometría. Pero más
importante, la aplicación irreflexiva y con bajos niveles de control de la urna electrónica
afecta el principio de integridad del voto de la misma manera que los fraudes de antaño.
La opacidad y la autocomplacencia de las autoridades han implicado el descompromiso y
un creciente descreimiento de la sociedad civil con respecto al mecanismo. No en vano el
porcentaje de votantes jóvenes que han sacado registro de elector ha venido disminuyendo
convocatoria en convocatoria14. Ese es un ejemplo de cómo la disposición de un sistema de
votación en una dirección determinada puede influir sobre la asistencia, afectando a todo el
entramado institucional, cuya legitimidad depende del voto.

14
“Somente 25% dos jovens com 16 y 17 anos tiraram titulo de eleitor”, O Globo, 20-06-2014, disponible en
http://oglobo.globo.com/brasil/somente-25-dos-jovens-com-16-17-anos-tiraram-titulo-de-eleitor-12935182

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La negativa a la difusión de datos y al esclarecimiento de los reclamos afecta al


conjunto de la sociedad al abastecer de dudas y sombras a una institucionalidad ya afectada
y demandada por naturales problemas de gobernanza. El sistema no es infalible ni absoluto;
es perfectible. En este sentido, la transparencia fortalece y no debilita, reafirmando que el
compromiso cívico es tanto individual como colectivo, y no procesable por un chip, a
riesgo de producirse graves fallas de programación. De programación de la democracia.

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