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“Los sofistas insistían en que sólo podemos conocer aspectos o fenómenos de las cosas, pues no existe
una verdad objetiva y universal (escepticismo), ni nada es en sí verdadero ni falso (relativismo). Estos
principios, según ellos, se justifican tanto desde los objetos como desde los sujetos, así, por una parte,
de las múltiples realidades existentes en el mundo sólo una mínima parte se encuentra próxima a
nosotros y de éstas únicamente se nos ofrecen algunos aspectos; por otra, todos nuestros conocimientos
dependen de las sensaciones; pero el estado de las facultades sensitivas varía de acuerdo con las
circunstancias, la situación y los propios sentimientos afectivos de cada persona. Así pues, cada individuo
posee una opinión particular de acuerdo con los aspectos de la realidad que se le brindan, la situación
en que se encuentra y las experiencias por él vividas. En este sentido, señalaba Protágoras, el sofista
más importante, que ‘el hombre es la medida de todas las cosas. Esta posición les llevaba a afirmar
la relatividad de las cosas, en consecuencia, aseguraban que los mismos objetos al mismo tiempo son y
no son, la misma cosa puede ser buena y mala, bella y fea, y, en último término, la realidad, la verdad y
la belleza dependen del gusto de cada persona. podríamos afirmar, entonces, que habría tantas
medidas para las cosas como hombres y mujeres existen en el mundo.
La afirmación de que ‘el hombre es la medida de todas las cosas’ supone situar a los seres humanos
como centro o referencia de todas las cuestiones filosóficas. Desde esta posición, los sofistas se
desentendieron, casi totalmente, de los temas del origen del universo y de los dioses, y se inclinaron
hacia los asuntos prácticos, esto es, hacia las cuestiones morales y políticas: las costumbres y las
creencias, la justicia y el Estado, las instituciones y las clases sociales.
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• ¿De qué temáticas se ocupaban los sofistas?