Está en la página 1de 9

TEMA 3. LENGUAJE Y PENSAMIENTO.

ÍNDICE.

1. INTRODUCCIÓN.
2. EL LENGUAJE, ESPEJO DE LA MENTE.
3. EL SIGNIFICADO “EN LA CABEZA”.
4. SEGUIR UNA REGLA.
5. LO QUE APORTA LA HISTORIA.
6. LO QUE APORTA LA SOCIEDAD.
7. LAS RELACIONES ENTRE CULTURA Y LENGUAJE.
8. CATEGORÍAS DE PENSAMIENTO Y CATEGORÍAS DE LENGUA
9. EL COGNITISMO Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL.
10. PROCESOS PSICOLÓGICOS EN EL USO DEL LENGUAJE
11. CONCLUSIÓN.
12. BIBLIOGRAFÍA Y APLICACIÓN DIDÁCTICA.

1.INTRODUCCIÓN.

Uno de los problemas que han sido foco continuo de atención para la
Psicolingüística es el de las relaciones existentes entre pensamiento y lenguaje.

Por abstractas o particulares que sean las operaciones del pensamiento, reciben
expresión en la lengua. Podemos hablar de todo y decirlo como queramos. De ahí que
pensar y hablar sean consideradas dos actividades distintas por excelencia. Pero el
pensamiento recibe su forma y su expresión en el lenguaje, si no sería algo tan vago e
indiferenciado que no tendríamos medio alguno de aprehenderlo como contenido. La
cuestión de si el pensamiento puede prescindir de la lengua aparece despojada de sentido.

2.EL LENGUAJE, ESPEJO DE LA MENTE

Acero sostiene en su obra Lenguaje y filosofía (1993) que para los filósofos de los
siglos XVII y XVIII, el lenguaje era un espejo de la mente. Conociendo el lenguaje se
podrían estudiar los misterios del pensamiento, la imaginación, la percepción y el
razonamiento de los seres humanos. Para Descartes, el hombre es un ser semiótico,
capaz de usar palabras e inventar signos.

El lenguaje es un medio de expresión del pensamiento. Sólo los seres racionales


poseen la capacidad de usar el lenguaje. Las ideas se expresan por medio de palabras y
representan las cosas del mundo. El conocimiento de las cosas pasa por la mediación de
las ideas que nos hemos hecho de las realidades del mundo.

La mente es un sistema que opera con módulos: el entendimiento, la memoria, los


sistemas perceptivos, la imaginación... Estos operan sobre la res cogitans. La creatividad
lingüística es un efecto de la creatividad de la mente, que permite comportarse en
situaciones inéditas de forma independiente a los estímulos.

1
La escuela de Port Royal llevó hasta sus últimas consecuencias la teoría de que el
lenguaje es un espejo de la mente humana. La estructura profunda de la oración se halla
mucho más cerca de la estructura del pensamiento que su estructura superficial. Por ello,
un objetivo central de la gramática es ponerla al descubierto.

Para Acero, son tres los polos que hay que tener en cuenta para analizar las
relaciones entre lenguaje y pensamiento; el lenguaje, el pensamiento y la realidad. Y tres
las teorías que los relacionan:
1) la teoría del significado es una teoría de las relaciones entre el lenguaje y
el pensamiento.
2) la teoría de la referencia estudia los vínculos por los que se conectan las
palabras y las cosas.
3) una teoría psicológica se ocuparía de las interacciones entre los estados
de la mente y los estados del entorno.

3.EL SIGNIFICADO EN LA CABEZA

Para Fodor, la mente es un procesador semántico en la medida en que es una


máquina sintáctica. Las propiedades formales de las expresiones del mentalés, o
hipotético lenguaje de la mente, codifican propiedades semánticas. Si se acepta que la
sintaxis es una recapitulación parcial de la semántica, la labor que hay que acometer es
doble: hay que explicar cómo puede quedar apresado el significado en las redes
sintácticas y especificar qué género de significado es ése.

Lo que hace de algo una representación es una propiedad intrínseca de la


mente/cerebro. El contenido de una representación es el significado que está en la cabeza.
Es una especie de carácter; a una diferencia del rol conceptual corresponde una
diferencia de carácter. Mientras que los nombres propios poseen un carácter estable, un
pronombre como “yo” es altamente inestable, puesto que puede ser usado por todos los
hablantes para aludir a sí mismos.

El referente de cada uno de los conceptos puede variar a la vez que cambia el
contexto de uso y, pese a ello, el carácter puede ser siempre el mismo. El carácter tiene
credenciales para ser ese género de significado que sí está en la cabeza.

Según Fodor, el lenguaje externo es una imagen, deformada hasta cierto punto, del
lenguaje interno y admite que las oraciones de éste posean significado en virtud de las
relaciones que guardan entre sí, con la estimulación sensorial provocada por el entorno y
con la conducta verbal y no verbal que ellas causan.

Acero se pregunta en qué condiciones la ejecución de una preferencia cuenta como


la transmisión de un determinado contenido. Para ello recurre al artículo de Grice,
Significado (1977). Un hablante comunica a un interlocutor un pensamiento que ha
tenido. El éxito de la preferencia del hablante depende del reconocimiento de su
intención por parte del interlocutor. El conocimiento mutuo de la intención de causar una
creencia por medio de un reconocimiento de esa intención es lo que provoca la
significación. Para que la intención sea reconocida por el interlocutor hace falta que se
produzca un acto comunicativo. Grice iguala significado lingüístico a intención y a
reconocimiento de la misma por el interlocutor.

4.SEGUIR UNA REGLA

El segundo Wittgenstein (Investigaciones filosóficas) criticaba la doctrina del


significado como presencia mental, como algo que esté en la mente. Ni una imagen ni
ninguna otra cosa puede adquirir por sí sola la naturaleza de signo o una función
representativa. Tampoco una imagen representa nada de forma intrínseca. La relación de
semejanza entre la una y los otros sólo se limitaría a establecer un método de proyección.
La mera asociación de una palabra con una entidad mental es insuficiente para establecer
a qué cosas se aplicará esa palabra. una regla es como un indicador de caminos. No hay
que mirar el lenguaje como algo que tiene en el pensamiento su naturaleza oculta.

Una regla se sigue, no en el escenario de la conciencia, sino en el de la conducta


manifiesta. Seguir una regla es una costumbre, una práctica. El indicador de caminos es
expresión de una regla cuando hay una estabilidad, una constancia en el obrar conforme a
la regla.

Para Wittgenstein, el significado de una palabra es su uso en el lenguaje. Se usa


una palabra con un determinado significado si se la emplea conforme a una pauta o
práctica estable. El uso de las palabras y el empleo de los conceptos son para
Wittgenstein técnicas.

Lo que critica Wittgenstein es el carácter puramente ostensivo del lenguaje, e


insiste en la condición del lenguaje como juego: “al conjunto consistente en el lenguaje y
las acciones que lo acompañan lo llamaré también el juego lingüístico”. El juego
lingüístico equivale a un uso del lenguaje conforme a unas reglas. “Seguir una regla”
significa, según Wittgenstein, aceptar unos usos, unas instituciones y costumbres, en
suma, una práctica.

Seguir una regla es algo que se funda en la repetición. Si hay un lenguaje del
pensamiento, sus expresiones han de adquirir significado por sus lazos con las
costumbres e instituciones humanas. No podemos desear decir algo si no hemos
aprendido una lengua. Algunas de nuestras intenciones se construyen extrínsecamente por
referencia a los usos lingüísticos y a otras costumbres sociales. Seguir una regla es algo
natural, frecuentemente automático y no reflexivo, enraizado en nuestras costumbres y en
nuestra naturaleza.

La principal consecuencia de este tipo de análisis del lenguaje fue la destrucción de


la concepción estática del significado predominante de la semántica anterior (Frege y
Russell).

5.LO QUE APORTA LA HISTORIA

Para Frege, en su trabajo Sentido y referencia, no está exclusivamente en nuestras


manos fijar de qué hablamos al proferir un nombre propio o en qué pensamos al emplear
un concepto individual. No somos la última autoridad sobre la referencia de nuestras
preferencias y pensamientos. La referencia de nombres propios y de conceptos no está en
la cabeza sino que depende de otras personas en la comunidad, de la historia de cómo nos
llegó el nombre. La clave consistía para Frege en la distinción entre el signo y el
significado, y dentro de éste último, la diferencia entre el sentido y la referencia.

El objeto al que una expresión se refiere es su referencia. Su peculiar manera de


referirse a él es su sentido. Por poner un ejemplo aclaratorio de las explicaciones
fregerianas, en las siguientes expresiones: “La capital de España”, “La villa del oso y del
madroño” y “La ciudad natal de José Ortega y Gasset”, todas tienen como referente
“Madrid”, pero con distinto sentido. Frege no sólo se contentó con distinguir con el
sentido y la referencia de las expresiones nominales, sino que trataba de extender esta
distinción a todo tipo de expresiones lingüísticas.

Según Frege, un enunciado tiene como referencia su valor veritativo, y como sentido el
pensamiento objetivo por él expresado, que no hay que confundir con la representación
subjetiva que se puede formar en la mente del que usa el enunciado. Por lo tanto, en el
análisis lógico del lenguaje, la referencia de una expresión lingüística sería los valores de
verdad que se le asigna a los objetos del discurso mediante las conectivas veritativo-
funcionales. De esta manera, los valores veritativos son objetos, los enunciados son
nombres de los objetos (lo verdadero o lo falso) a los que se refieren. Todos los
enunciados verdaderos son nombres de lo verdadero, y todos los enunciados falsos, son
nombres de lo falso. En estas consideraciones se fundamenta la semántica de la lógica
proposicional.

Kripke afirma en su teoría del bautismo inicial y las cadenas de comunicación, que
para que un individuo reciba un nombre debe recibir una ceremonia de bautismo inicial.
Pero la condición de pertenencia a una cadena causal de transmisión del referente no es
fácil de establecer.

Las creencias que tengan los usuarios de un nombre acerca de su referente y las
intenciones que presidan sus usos de él no son determinantes de quién o qué es la
persona, cosa o lo que sea de la que hablan. Una cosa es la vivacidad de un retrato o de un
paisaje y otra muy distinta el hecho de que lo sea de una persona o de un paisaje real.

6.LO QUE APORTA LA SOCIEDAD

El contenido de muchos de nuestros conceptos y estados mentales no puede


explicarse con independencia del significado socialmente determinado de nuestras
palabras.

Humboldt se opuso a la doctrina de que las palabras sean signos externos de


nuestras representaciones internas. El lenguaje no sólo es un medio de expresión, sino
también un medio de construcción del pensamiento.

No es lo que está en la cabeza del agente, concebido de forma individual, lo que da a


sus conceptos y pensamientos el contenido que tienen, sino el que sea responsable ante
las convenciones o normas socialmente vigentes a las que él mismo se adhiere. Para
entender esto, Humboldt toma como ejemplo el enunciado verdadero: Edipo quería
casarse con Yocasta, frente a otro enunciado falso: Edipo quería casarse con su madre,
pues en su mente los conceptos de Yocasta y madre no se habían identificado, aunque sí
en el mundo en el que vivía. Esta falta de concordancia entre la representación mental y
la representación social del significado provocó su tragedia.

Para Burge, hay varias posiciones acerca de la prioridad relativa de pensamiento y


significado:
a) una explica el pensamiento en términos de significado lingüístico y otra el
pensamiento en términos del uso de símbolos.
b) un punto de vista más tradicional explica el significado lingüístico en
términos de pensamiento.
c) Burge considera correcto el punto de vista que expone que las dos
nociones se hallan entrelazadas de forma compleja haciendo imposible analizar una en
términos de la otra.

Hay dos formas de entender del lenguaje: 1) una lo concibe como exteriorización
del pensamiento, 2) y la otra defiende que el lenguaje ha de situarse en medio e los usos,
costumbres e instituciones humanas como algo inseparable de ellas. Estas concepciones
no tienen por qué ser incompatibles entre sí, sino que atienden a aspectos de la naturaleza
del lenguaje que son complementarios entre sí.

El lenguaje podría ser, al mismo tiempo, expresión de nuestros estados mentales y


medio a través del cual se accede a muchos pensamientos que de otra forma nos estarían
vedados. La metáfora del lenguaje como espejo de la mente no niega que las palabras
sean expresión de los pensamientos, pero sí que éstos siempre antecedan a ellas.

Para Chomsky (Reglas y representaciones), el lenguaje no es un fenómeno unitario,


sino modular, y sus diversos componentes se relacionan y determinan entre sí de forma
muy intrincada. Uno de los ingredientes es el componente generativo, responsable de los
aspectos sintácticos. Otro es el componente interpretativo o sistema conceptual, al que
pertenecen aquello aspectos del contenido de las representaciones, que dependen de los
vínculos de estas con el mundo externo y de las representaciones de otros miembros de la
comunidad lingüística.

Para Fodor, la sintaxis trata de lo que está en la cabeza de uno, mientras que la
semántica trata de cómo la cabeza de uno está conectada con el mundo. Este ajuste de
fronteras no sólo se aplicaría al lenguaje público sino también al mentalés. Sus aspectos
de naturaleza generativas se regirían por principios internos a la mente. Buen número
serían innatos, otros dependerían de la experiencia del individuo y reflejarían su
idiosincrasia.

La modularización de nuestra imagen del lenguaje pondría de manifiesto que tanto


la tradición cartesiana como los argumentos externalistas y antropológicos responden a
otras tantas facetas de una misma realidad:
a) la tradición cartesiana subrayaría la naturaleza computacional del
lenguaje.
b) y la concepción antropológica se haría eco de los mecanismos a través de
los cuales el mundo externo y el entorno social insuflan contenido en la representación
mental y, gracias a ella, dotan a las palabras de usos.

7.LAS RELACIONES ENTRE CULTURA Y LENGUAJE.

A partir de los trabajos de Humboldt, en el XIX se empieza a creer que el lenguaje


no es el reflejo de las estructuras sociales, culturales o psíquicas, sino que se convierte en
la causa de ellas. El lenguaje ya no designa una realidad preexistente, más bien es el que
organiza para nosotros el mundo circundante.

Tales ideas, que en Humboldt representan una posición filosófica, motivarán en el


siglo XX varios tipos de estudios empíricos, tales como los del grupo neohumboldtiano
en Alemania, para el cual el lenguaje está unido a la visión global del mundo. El estudio
de cada lengua permitirá conocer el espíritu del pueblo que la habla. Este estudio se basa
en el análisis de los campos semánticos que se organizan de manera diferente en cada
lengua.

En las décadas del 30 y del 40, ocurre un desarrollo paralelo en los EE.UU, donde
surge la idea, con el etnólogo Franz Boas, de que la cultura tiene una función específica
en la configuración del lenguaje de cada pueblo.

La influencia de Boas tuvo que se decisiva para que Sapir, aún conociendo las ideas
de Humboldt, se manifestase mucho más moderado y limitara el problema a la
influencia del lenguaje sobre la percepción de la realidad por la sociedad.

Basándose en algunas afirmaciones de Sapir, Benjamín Lee Whorf (hipótesis


Sapir-Whorf) se propuso demostrar que las categorías más fundamentales del
pensamiento (tiempo, espacio, sujeto, objeto...) no son las mismas en inglés y en una
lengua no indoeuropea como la de los indios hopi: “la sustancia del contenido
organizada en una forma diferente por cada una de las lenguas no es tampoco universal,
sino que corresponde a distintas visiones del mundo”.

8.CATEGORÍAS DE PENSAMIENTO Y CATEGORÍAS DE LENGUA

Benveniste, en su artículo “Categorías de pensamiento y categorías de lengua”,


señala que la realidad de la lengua permanece inconsciente para el hablante ya que, aparte
del estudio lingüístico, apenas tenemos conciencia débil y fugaz de las operaciones que
realizamos al hablar.

Postular pensamiento y lenguaje como dos términos solidarios y mutuamente


necesarios no nos indica cómo son solidarios, por qué son juzgados indispensables el uno
para el otro. En cualquier caso, es evidente que los términos en cuestión no son
simétricos. El pensamiento no es una materia a la que la lengua prestaría forma, puesto
que en ningún momento puede ser imaginado este “continente” vacío de su “contenido”,
ni el contenido independiente de su continente. El pensamiento puede especificar
libremente sus categorías, instaurar categorías nuevas, en tanto que las categorías
lingüísticas no son modificables al gusto de cada uno. Las categorías de pensamiento son
universales, las categorías lingüísticas son siempre categorías de una lengua particular.

Las diez categorías que Aristóteles establece para el pensamiento: sustancia,


cuánto, cuál, relativamente a qué, dónde, cuándo, estar en postura, estar en estado,
hacer y sufrir, son ante todo categorías lingüísticas. Las seis primeras son categorías
nominales y las cuatro últimas verbales. Lo que se puede decir es lo que organiza lo que
se puede pensar. Más allá de esta categorización se despliega la noción de “ser” como
condición de los predicados.

No obstante, Benveniste concluye diciendo que ningún tipo de lengua puede ella
misma y por sí sola favorecer ni impedir la actividad del pensamiento. El vuelo del
pensamiento está ligado mucho más estrechamente a las capacidades de los hombres, a
las condiciones generales de la cultura, a la organización de la sociedad, que a la
naturaleza particular de la lengua. Pero, la posibilidad del pensamiento está vinculada a la
facultad del lenguaje, pues la lengua es una estructura informada de significado, y pensar
es manejar los signos de la lengua.

9.EL COGNITIVISMO Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Los estudios para el desarrollo de la inteligencia artificial, la traducción automática


y la fabricación de ordenadores que pueden interactuar con el hombre de forma natural,
han puesto de manifiesto el carácter borroso y ambiguo del pensamiento humano no
formalizado. La lógica borrosa y la lógica modal han avanzado hacia una formulación
más práctica del problema de las relaciones entre lenguaje y pensamiento.

El mentalismo y el cognitivismo han volcado la atención sobre los fenómenos


cualitativos del pensamiento y del lenguaje. Por una parte, la mente es descrita en
términos cibernéticos y se habla de memoria a corto plazo, de memoria a largo plazo, de
repertorio enciclopédico, del sistema semántico como un modelo recursivo y rizomático,
más que como un modelo rígidamente jerarquizado. En este campo es mucho lo que
queda por investigar y descubrir todavía. Pero se está en el camino de comprender mejor
el funcionamiento del lenguaje a partir de categorías del discurso y del texto. Los textos
son semánticamente incompletos, están llenos de lagunas y de presuposiciones que el
receptor tiene que completan cooperando con su significado parcial, que deja a la
interpretación un amplio margen.

De otro lado, la Neurolingüística, hace una representación del hadware del


pensamiento, el cerebro, como un conjunto de conexiones múltiples y de relés de paso
que permiten que la información fluya y se canalice en múltiples sentidos, estableciendo
variadas conexiones, que están guiadas por el interés, la necesidad o la curiosidad.
Estamos en un proceso de investigación en el que van a quedar atrás las hipótesis
filosóficas sobre las relaciones entre pensamiento y lenguaje, para someter este campo a
un revisión interdisciplinar más realista y centra en el funcionamiento real de la mente y
de los diversos sistemas de codificación de la información que maneja, entre ellos el
sistema lingüístico natural.
Para la psicología cognitiva del lenguaje, como vemos en la obra de Belinchón, la
evolución relativamente rápida de ese órganon mental específico que es el lenguaje sólo
puede explicarse en virtud de que la posesión de un código simbólico tan complejo
reportara ventajas adaptativas tangibles a sus usuarios. El nuevo sistema hacía capaces de
1) compartir experiencias, 2) transmitir la experiencia acumulada, 3) regular la acción
conjunta, 4) categorizar la realidad, y 5) realizar inferencias deductivas.

El lenguaje pudo contribuir a situar a los miembros de la especie spiens sapiens en


una espiral evolutiva que condujo finalmente a una nueva forma de vida, basada en el
desarrollo tecnológico y cultural. El proceso que conduce desde las formas expresivas y
comunicativas más elementales a la conciencia reflexiva, se reproduce en el desarrollo
ontogenético de cada niño. Y está mediado por el lenguaje.

10.PROCESOS PSICOLÓGICOS EN EL USO DEL LENGUAJE

El comportamiento lingüístico se presta a ser examinado desde múltiples niveles de


descripción. El individuo humano es un sujeto activo que elabora significativamente los
estímulos del medio, organizando su actividad según planes y estrategias que controlan y
guían su comportamiento. El comportamiento está organizado de forma jerárquica y
recursiva, por medio de esquemas y de estructuras de procesos y representaciones
internos. El funcionamiento de esas “formas de organización” es sistemático, está guiado
por reglas dotadas de una lógica interna propia.

El “sujeto cognitivo” es un complejo sistema de manipulación de símbolos o


representaciones mentales. Un proceso mental es cualquier operación, que aplicada sobre
un estado mental que le sirve de entrada, produce como resultado un estado mental
diferente al anterior. En un ordenador, lo mismo que en nuestros procesos mentales, se
puede identificar un conjunto finito de estado internos del sistema, denominados
“computacionales”, y una serie de instrucciones que prescriben, para cada posible estado,
las operaciones que deben ejecutarse para acceder a otro estado distintos. Estas
operaciones tienen un carácter sistemático, en la medida que suponen la aplicación o la
ejecución de reglas de forma no aleatoria.

En suma, la mente humana, al igual que el ordenador, se concibe a la vez como un


sistema físico y un mecanismo abstracto de computación o de procesamiento de
información. Este símil representa en la psicología cognitiva actual un papel explicativo
de primera magnitud. Éste es el llamado paradigma computacional.

En el paradigma clásico los procesos se definen como instrucciones que el sistema


ha de ejecutar para convertir cada representación de entrada en una representación de
salida. Uno de los procesos necesarios para convertir la representación sintáctica en una
representación conceptual (SN de sujeto, SN del objeto) a papeles semánticos (agente,
paciente), al objeto de interpretar la función que desempeña cada entidad en la situación
descrita en la oración.
11.CONCLUSIÓN.

Abordamos en esta exposición una de las clásicas dicotomías que ha sido estudiada
tanto por filósofos, lingüísticas, psicólogos, antropólogos, pedagogos… A pesar de las
innumerables investigaciones realizadas, no se sabe con certeza cuándo y cómo nació el
lenguaje, esa facultad que el hombre tiene para comunicarse con sus semejantes,
valiéndose de un sistema formado por el conjunto de signos lingüísticos y sus relaciones.
Aunque muchos investigadores tratan de echar luces sobre este misterio, sus resultados
no pasan de ser más que meras especulaciones. Desde el punto de vista antropológico y
etnológico, es indudable que el lenguaje articulado constituye una de las manifestaciones
características que separan al hombre de los seres irracionales. La conducta humana se
define por la actividad intelectual, que se vale no solo de la experiencia humana, sino
también de la experiencia colectiva. El hombre sabe planificar sus acciones, y el
instrumento fundamental para tal planificación y solución de las tareas mentales es el
lenguaje.

12.BIBLIOGRAFÍA.

La bibliografía que hemos consultado para la realización del tema, es la siguiente:

- Acero, Lenguaje y filosofía, Barcelona, Octaedro, 1993.


- Belinchón, Psicología del lenguaje. Investigación y teoría, Madrid, Ed. Trotta, 1994.
- Benveniste, Problemas de lingüística general, México, S. XXI, 1972.
- Bruner, Acción, pensamiento y lenguaje, Madrid, Alianza, 1989.
- Fodor, Psicosemántica. El problema del significado en la filosofía de la mente, Madrid,
Tecnos, 1994.
- Garrido Medina, Lógica y lingüística, Madrid, Síntesis, 1988.
- Malmberg, La lengua y el hombre, Madrid, Ed. Istmo, 1973.

También podría gustarte