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VIAJE DE ESTUDIOS A ROMA. 15 AL 22 DE MARZO DE 2010. I.E.S.

POETA SÁNCHEZ
BAUTISTA. LLANO DE BRUJAS (MURCIA).

Roma caput mundi (Roma capital del mundo). Así la bautizaron los propios romanos, cuando esta
ciudad fue, durante siglos, la más importante, la más poblada y la más bella del mundo. En la
actualidad es la capital de Italia y de la cristiandad, y aunque obviamente ha cambiado mucho,
sigue conservando importantes vestigios de su impresionante pasado.

BREVE HISTORIA DE ROMA.


La Monarquía (753 a. C.- 510 a. C.). Según la leyenda la ciudad fue fundada en el año 753 a.
C. por Rómulo y Remo, los cuales establecieron un régimen monárquico que duró hasta el año
510 a. C. Ya en el mismo acto de la fundación, Rómulo mató a Remo, lo que va a ser el primer
precedente de una constante en toda la historia de la Roma romana (valga la redundancia): el
asesinato frecuente de magistrados y emperadores en el ejercicio del poder. De la época de la
monarquía es poco lo que conocemos, casi todo cubierto por una pátina de leyenda. En cualquier
caso la ciudad fue creciendo y fue recibiendo las influencias de dos importantes civilizaciones, la
etrusca y la griega.
La República (510 a. C.- 27 a. C.) En el 510 a. C. es expulsado de la ciudad el último rey
etrusco de Roma: Tarquinio el Soberbio. Ese mismo año se instaura la república (literalmente en
latín: la cosa pública). Durante casi 500 años, Roma se va a gobernar con un sistema político
copiado de las democracias griegas, con tres instituciones básicas: las asambleas, las
magistraturas y el Senado.
Las asambleas (o comicios, como las llamaban los antiguos romanos). Hubo de varias clases y
con distintas competencias a lo largo de los 500 años de la República, estaban integradas por el
pueblo romano, y tenían como función principal elegir a los magistrados y aprobar las leyes.
Los magistrados, que eran funcionarios encargados de gobernar la república, tenían una triple
característica; eran colegiados (se elegían dos o varios magistrados para cada cargo con
idénticos poderes, de esta manera se intentaba evitar la tiranía), anuales (el periodo de vigencia
en el cargo era de un año, las asambleas se encargaban de renovar anualmente casi todas las
magistraturas, nuevamente para evitar la tiranía) y electivos (todos los magistrados salvo uno, el
de dictador –que lo nombraba el senado en situaciones excepcionales- eran elegidos por la
asambleas). Los magistrados más importantes eran los cónsules, ostentaban el mando del
ejército y el poder ejecutivo.
El senado era un consejo formado por exmagistrados. Su nombre deriva de que casi todos ellos
llegaban a formar parte de él a una edad ya avanzada. Aunque en teoría no tenía funciones
ejecutivas sino solo consultivas, en la práctica se convirtió en el verdadero detentador del poder
durante todo el periodo republicano; sus célebres senadoconsultos eran de acatamiento
obligatorio para la república.
Durante los 500 años de existencia de la república, Roma pasó de ser una pequeña ciudad-
estado ubicada en el centro de la península itálica a dominar la casi totalidad de los territorios
ribereños del mar mediterráneo, al que los romanos denominaron Mare Nostrum, y que en
realidad constituía el centro de su imperio (mediterráneo significa en mitad de la tierra).
El Imperio (27 a. C.- 476 d. C.). A finales de la república se puso en evidencia que las
estructuras políticas diseñadas para gobernar una pequeña ciudad estado (las cuales ya hemos
mencionado anteriormente), no servían para gobernar un vasto imperio que abarcaba casi todo
el ámbito mediterráneo. El primero en comprender esto fue Julio César. César intentó convertir la
república en una monarquía, pero su intento se vio abortado por su propio asesinato en el 44 a.
C. Tras la guerra civil que se produjo a continuación, su sobrino-nieto, Cayo Octaviano, más
tarde Augusto, se hizo con el poder absoluto y llevó a cabo el proyecto político de César, pero se
cuidó mucho de proclamarse rey, había aprendido la lección política de su tío-abuelo. Fundó un
nuevo régimen político: el principado. El princeps (o emperador, como lo llamamos nosotros) era
sólo el principal ciudadano de la república, cuyas instituciones siguieron existiendo durante todo
el imperio, pero vaciadas de competencias y de poder político. En realidad el imperio se convirtió

Francisco Ventura Fernández González


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en una monarquía hereditaria, a la manera de las monarquías helenísticas engullidas por Roma
en los dos últimos siglos de la república, aunque sin rey formal.
Durante la primera mitad del imperio, hasta el 230 d. C., se sucedieron varias dinastías de
emperadores (Julio-Claudios, Flavios, Antoninos y Severos), después, una profunda crisis en el
siglo III, que casi acaba con el imperio y que esboza ya la Edad Media (del 230 hasta el 290), y
por último un periodo final de decadencia, con el imperio ya cristianizado (del 290 hasta el 476).
En cualquier caso durante el imperio, Roma concluyó las conquistas con el dominio de toda la
costa mediterránea, y, sobre todo, asentó y consolidó en todo su territorio la civilización clásica,
con el latín como lengua vehicular.
La Edad Media (476-siglo XV). Con las invasiones bárbaras la ciudad entra en un periodo de
crisis y de decadencia del que no saldrá hasta mil años después. En apenas doscientos años
pierde el 98 % de su población (de un millón a unos 20.000 habitantes). Durante todo el periodo
la ciudad es poco más que una aldea entre impresionantes ruinas que son utilizadas como
canteras o como materia prima para los hornos de cal.
El Renacimiento (siglo XVI). Con el Renacimiento Roma, convertida ahora en capital de la
cristiandad, vuelve a convertirse en un importante centro artístico y cultural. Los papas,
monarcas absolutos que gobiernan la zona central de la península itálica, actúan como mecenas
de importantes artistas, como Miguel Ángel, Bramante y Rafael. La iglesia y la burguesía romana
construyen imponentes palacios y suntuosas iglesias que rememoran el glorioso pasado clásico.
Las excavaciones para construir los cimientos de estos edificios sacan a la luz impresionantes
restos artísticos de la época romana, muchos de los cuales veremos en los museos vaticanos.
Roma vuelve a ser caput mundi, ahora como sede de la cristiandad.
El Barroco (siglos XVII-XVIII). Esta época constituye un nuevo periodo de esplendor de la
ciudad. El nuevo estilo artístico, que nace de hecho en Roma desde donde se expandirá a toda
Europa, tiene aquí su máximo exponente. Arquitectos, como Bernini y Borromini, escultores
como Bernini, y pintores como Caravaggio y los Carraci convierten la ciudad en un gigantesco
muestrario del nuevo estilo.

ITINERARIO TURÍSTICO

Voy a pasar a comentar brevemente las principales visitas que vamos a realizar por orden
cronológico.

Martes 16: La piazza del Popolo es una bellísima plaza elíptica que marca el límite norte del
casco antiguo de Roma. El obelisco egipcio que preside la plaza es de época de Ramsés II y fue
traído a Roma por Augusto para decorar el circo Máximo. En el siglo XVI fue transportado aquí
por Domenico Fontana.
La piazza de Spagna fue durante siglos el centro artístico y cultural de la ciudad. Sus pensiones
y hoteles alojaron a importantes personalidades, como el poeta inglés Keats (que murió aquí a
los 25 años de tuberculosis, la pensión donde murió, hoy convertida en museo, se puede visitar),
el pintor Giorgio de Chirico o el escritor alemán Goethe). En la actualidad es uno de los puntos
neurálgicos de la ciudad, siempre lleno de turistas y de romanos. Destacan las impresionantes
escaleras que unen la plaza con la iglesia de santa Trinidad del Monte, la fuente de la Barcaccia,
obra de Bernini o las elegantes tiendas de vía Condotti.
La Fontana de Trevi es uno de los lugares más famosos de Roma, está incrustada en la
fachada del neoclásico palacio Poli y representa al dios Neptuno sobre una carroza tirada por
caballos que parecen galopar sobre las aguas y conducida por dos tritones. Fue construida a
mediados del siglo XVIII, y el agua que alimenta la fuente procede, todavía hoy, de un acueducto
romano de época de Augusto que alimenta también las fuentes de la plaza Navona y de la de
Spagna. Por supuesto hay que cumplir con el rito de arrojar unas monedas en la fuente si
queréis volver a Roma.

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El Panteón de Agripa es uno de los edificios más
importantes de toda la historia de la Arquitectura. Está
prácticamente intacto y es de época del emperador
Adriano (117-138 d. C.). Hoy se especula con la
posibilidad de que el autor fuera el propio emperador,
ya que sabemos que le gustaba la arquitectura y que
incluso diseñó el templo de Venus y Roma en el foro
romano. Se trata de un templo dedicado a todos los
dioses (panteón) con una fachada de templo romano
clásico pero con un interior único en la historia de la
arquitectura, un enorme espacio circular cubierto con
una cúpula hemiesférica perfecta de igual altura que
anchura. Esta rematado por un óculo de casi 9 metros
de diámetro (si, ese agujero del techo mide 9 m.) y la
anchura de la cúpula es de 43 metros, la mayor cúpula de la época preindustrial, ni siquiera la de
M. Ángel en el Vaticano es más ancha, aunque sí más alta). En la actualidad están enterrados allí
Víctor Manuel II, primer rey de la Italia unificada y el pintor Rafael.
La Piazza di Pietra todavía conserva los restos del inmenso templo de Adriano, construido por
su sucesor Antonino Pío.
La iglesia de San Ignacio presenta una maravillosa pintura en la bóveda principal, donde una
impresionante perspectiva de trampantojo proyecta los muros de la iglesia más allá de los límites
arquitectónicos de los mismos.
En la iglesia de San Luis de los Franceses podemos apreciar unos cuadros de Caravaggio,
uno de los grandes genios de la pintura de todos los tiempos. Representan varias escenas de la
vida de san Mateo.
La iglesia del Gesú de finales del siglo XVI es la primera obra de transición hacia el barroco. La
pintura de la bóveda, El triunfo del nombre de Cristo, de excepcional belleza anuncia ya este
estilo. El derroche de mármoles polícromos y la exuberante decoración interior, se van convertir
en un modelo a seguir para todas las iglesias barrocas de Roma.
La plaza Navona tiene esa forma tan peculiar porque es el antiguo estadio de Domiciano (fines
del I d.C.). En el centro la fuente de los cuatro ríos, de Bernini. Representa los principales ríos
mundiales conocidos hasta entonces (Nilo, Ganges, Río de la Plata y Danubio). A su lado una
iglesia de Borromini. Estos arquitectos coetáneos (siglo XVII) se profesaban una gran rivalidad.
Dice la leyenda que una de las figuras de la fuente se cubre el rostro con el brazo para no ver la
iglesia de Borromini y otra está de espaldas y como atemorizada, esperando que la iglesia se le
caiga encima.
La plaza de Largo Argentina aloja en su interior el conjunto de templos más antiguos del Roma.
Hay cuatros templos, que se han conservado parcialmente, que van del siglo IV al II a. C. En la
esquina con el Corso de Víctor Manuel II fue asesinado Julio César. La plaza se ha convertido en
un refugio de gatos. La gente los abandona allí y los vecinos los alimentan, aunque desde hace
unos años las autoridades han castrado a todos los gatos y multan a todo aquel que abandone
uno de ellos en la Plaza.
Obviaremos el horrible Altar de la Patria, monumento a Víctor Manuel II –primer rey de la
Italia unificada en 1870- (la máquina de escribir, o la tarta, llaman los indígenas al monumento),
y estaremos ante el foro de Trajano (del 100 al 117 d.C.), muy destruida la basílica, pero casi
intacta la columna trajana y los mercados trajanos. La columna narra las campañas de Trajano
en la Dacia, última conquista del imperio y tan romanizada que todavía hoy, rodeado ese país de
pueblos eslavos, sigue hablando una lengua romance muy parecida al español y llamándose la
“otra Roma”, es lo que significa de hecho Rumanía. La columna es la principal fuente de
información que tenemos sobre el ejército romano, ya que aparece realizando todo tipo de
actividades, marchando, construyendo campamentos, puentes y calzadas, batallando en todas
las formaciones posibles, etc. Ese edificio semicircular que veis son los mercados de Trajano.
Son increíbles, más de 150 tiendas perfectamente conservadas en varios pisos (un centro

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comercial de la época) en la planta superior tiene hasta piscinas para vender el pescado fresco),
es verdaderamente impresionante.
La plaza del Campidoglio, fue diseñada por M. Ángel. Ocupa la colina principal de la antigua
Roma, el Capitolio. En ella se encontraba el templo de Júpiter Capitolino, el más importante de
Roma, y era el lugar en el que se celebraban las asambleas más importantes. En los museos que
hay en ambos lados de la plaza, hay piezas emblemáticas de la arqueología romana, como la
Loba Capitolina, fragmentos de la gigantesca estatua de Constantino (la que había en la basílica
de su nombre), con un pie de unos dos metros de largo, el galo moribundo o la estatua ecuestre
del emperador Marco Aurelio (la que hay en el centro de la plaza es una copia de ésta).
La isla Tiberina es la isla poblada más pequeña del mundo. Está unida a la ciudad por el puente
Fabricio construido en el siglo I a. C., el más antiguo de Roma.
Al otro lado del Tíber nos encontramos con el Trastévere, barrio popular de Roma. En algunos
de sus rincones la Roma de los años de la posguerra ha quedado prácticamente congelada.

Miércoles 17: El Coliseo, la ruina más impresionante de Roma y el monumento más famoso
del mundo. Su nombre deriva de su proximidad a una estatua colosal de Nerón, de unos 30
metros de altura y cuyo basamento cuadrado todavía se conserva y podéis contemplar. Fue
inaugurado en el 80 d. C. y tenía como funcionalidad los juegos de gladiadores (ludi gladiatori),
luchas contra fieras (venationes, los romanos provocaron la extinción de numerosas especies
salvajes de Europa y sus alrededores) y batallas navales (naumaquias), para las que se inundaba
la arena. Estuvo en uso la friolera de 450 años (en el 450 d. C. aproximadamente se prohibieron
los juegos de gladiadores y en el 525 las venationes). Cabían unos 50.000-70.000 espectadores
y bajo la arena tenía un complicado sistema para subir las fieras por más de 24 ascensores). A lo
largo de estos 2.000 años ha sufrido varios terremotos (le falta la fachada sur por esta causa),
saqueos, destrucciones, ha sido expoliado del mármol polícromo que lo recubría, de las estatuas
y hasta de las grapas que unían los sillares (son esos agujeros cuadrados que hay en los grandes
bloques), ha sido fortaleza durante varios siglos en la edad Media, pero sigue resistiendo el paso
de los siglos. Ya lo advirtió un viajero inglés (Beda el Venerable) cuando visitó Roma en el 700
aproximadamente: Mientras el Coliseo se mantenga en pie, Roma se mantendrá en pie, cuando
el Coliseo caiga, Roma caerá, cuando caiga Roma caerá el mundo. Por ahora la profecía de Beda
se ha cumplido, aunque han pasado casi 1.300 años desde que él la formulara, por eso se han
detectado planes de al-Quaeda para destruirlo, por el enorme valor simbólico que ello tendría (la
caída de la civilización occidental). Por último un par de curiosidades: no está demostrado
documentalmente que se ejecutara a cristianos en el Coliseo (a pesar de la lápida que veréis en
él, parece que estas ejecuciones se realizaron el Circo Máximo) y la última; cuando a mediados
del XIX se empezó a estudiar el edificio y a velar por su conservación se descubrió que poseía
una flora realmente peculiar, había muchas plantas extrañas que no existen en otro lugar de
Italia, sólo aquí, en el Coliseo. Se hizo un inventario florístico y aún no se explica esta
peculiaridad, se piensa que las fieras podrían haber traído semillas en la piel o las patas o que los
espectadores, que provenían de todos los rincones del imperio podían traer sus alimentos cuyas
semillas quedaron el Coliseo.
Pegado al Coliseo está el arco de Constantino, levantado para conmemorar el triunfo de este
emperador sobre su rival Majencio, en la batalla del puente Milvio (313 d.C.), en la afueras de
Roma. Cuenta la leyenda que la noche anterior a la batalla Constantino tuvo una visión, en el
cielo vio una cruz con una leyenda: in hoc signum vinces (con este sigo vencerás). Al día
siguiente Constantino arengó a sus soldados diciendo que contaba con la ayuda del omnipotente
dios de los cristianos, les pintó una cruz en la espalda y éstos, henchidos de moral de victoria
arrollaron a las legiones de Majencio. Constantino declaró inmediatamente el cristianismo religión
tolerada dentro del imperio, aunque en la práctica se convirtió en religión oficial del estado y el
emperador en su máximo responsable (Constantino era un pillastre y un político audaz e
inteligente: rápidamente comprendió que la ideología cristiana de un reino universal en el cielo
regido por Dios se adaptaba perfectamente a la visión que él tenía de lo que debía ser el imperio
romano en la tierra; él y su estado eran el reflejo terrestre del reino celestial, por eso legalizó el
cristianismo). El arco es de tres vanos y se nota ya la decadencia galopante de la civilización

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romana, de hecho la mayor parte de sus relieves fueron expoliados de otros monumentos más
antiguos de época de Trajano, Adriano y de los Severos. Los pocos relieves originales muestran
ya la rigidez, antinaturalismo y esquematismo que serán normativos en la iconografía occidental
durante casi toda la Edad Media.
El Foro está casi totalmente arruinado como podréis comprobar. Es una pena, porque como dijo
Humboldt (o fue Byron, ya no sé) ese lugar es la cuna del pensamiento occidental. En el se
ubicaban los templos y las basílicas principales y la Curia (lugar donde se reunía el Senado) y era
el lugar donde el ciudadano romano desarrollaba su actividad social, política y mercantil. Lo
primero que veremos en el foro entrando desde el Coliseo es el arco de Tito (80 d. C.), erigido
para conmemorar el triunfo de este emperador sobre los judíos y la conquista y destrucción de
Jerusalén y del Templo de Yahvé. Como veis en el interior del arco los legionarios portan como
botín la menorá, el famoso candelabro de los siete brazos (Tito como hijo y sucesor de
Vespasiano inauguró el Coliseo que su padre empezó, y que se financió casi en su totalidad con
el botín obtenido en la campaña de Jerusalén). Más adelante veréis a la derecha otro de los más
impresionantes restos romanos, la basílica de Majencio o de Constantino, construida a comienzos
del siglo IV. Era un gigantesco edificio con funciones judiciales y comerciales, de tres naves, una
central más ancha y alta que las dos laterales. Aunque sólo se ha conservado una de las naves
laterales, podemos darnos cuenta de la magnificencia del edificio. Originalmente estaba cubierto
en su interior con mármol. Fijaos en la altura y anchura de los arcos de medio punto y de las
bóvedas de cañón. Albergaba una estatua colosal de Constantino algunos de cuyos restos se
pueden ver en los museos capitolinos (en la plaza del Campidoglio). El edificio de la Curia se
conserva bastante bien, es del siglo III d.C., en él se reunía el Senado. Las puertas de bronce
originales se llevaron a la basílica de s. Juan de Letrán y allí se conservan, tienen unos 12 metros
de altura creo recordar. Al final del foro encontramos el arco de Septimio Severo, del 200 d. C.
aproximadamente. También de tres vanos, muestra ya el barroquismo al que estaba derivando la
iconografía romana en esa época. Aparte de eso en el foro queda poco más que ruinas: restos de
basílicas (Emilia y Julia) y de templos (de Vesta, de Vespasiano, de Cástor y Pólux…). En los
restos del templo de Julio César y sobre el lugar en el que fue incinerado, permanentes ramos de
flores frescas homenajean a la más famosa e importante personalidad romana y una de las
figuras cumbre de la Hª Universal.
El Palatino es el más antiguo lugar de poblamiento de la ciudad. En época romana esta colina
fue el lugar de residencia de las clases altas romanas, que disfrutaban en ella de lujosas
mansiones. Los emperadores residieron formalmente en ella. Domiciano construyó un lujoso
palacio con dos partes diferenciadas, una pública y otra privada. Desde la parte oeste de la colina
había una excepcional vista sobre el circo Máximo; incluso Domiciano se construyó su propio
circo en el interior de la colina, y que se ha conservado bastante bien. La colina dio nombre a la
suntuosa residencia imperial y ésta a todos los palacios del mundo.
Del Circo Máximo, lugar donde se celebraban carreras de cuadrigas no ha quedado
prácticamente nada, sólo una gigantesca explanada en pleno centro de Roma de unos 600 m. de
largo por unos 200 de ancho. Las fuentes dicen que tenía un aforo de más de ¡¡¡250.000
espectadores!!!

Jueves 18. Pompeya fue destruida y sepultada en el año 79 d. C. por una erupción volcánica.
Fue descubierta a mediados del siglo XVIII, siendo rey de Nápoles el futuro Carlos III de España.
En la actualidad se ha excavado sólo una tercera parte de la ciudad. La erupción sorprendió a
muchos de sus habitantes sin tiempo para escapar. Han aparecido más de 2000 cadáveres que
fueron sepultados por una capa de más de 7 metros de ceniza. Esta ceniza se ha ido
compactando con el tiempo, mientras, las partes blandas de los cuerpos han desaparecido
dejando un hueco en el depósito arqueológico. Cuando los arqueólogos descubren uno de estos
huecos lo rellenan de escayola líquida, dejan que fragüe y se obtiene un molde perfecto del
cuerpo desaparecido. Las excavaciones han sacado a la luz una ciudad congelada en el tiempo. El
foro, las calles prácticamente intactas, las casas, algunas de ellas con la mesa puesta, hasta un
lupanar que ha sido restaurado nos muestran como era una ciudad romana en el siglo I del
imperio. Entre las visitas a destacar veremos la casa del Fauno, de más de 2000 m2 y dos

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enormes patios, con el famoso mosaico de la batalla de Isos, la villa de los Misterios con unas
pinturas murales de oscuro significado y el lupanar, con sus catres de piedra y sus pinturas
pornográficas.

Viernes 19. El Vaticano es el templo más grande de la Cristiandad. La cúpula, de 135 m. de


altura y 41 de anchura la hizo M. Ángel en la 2ª mitad del XVI. Es una cúpula de tipo florentino,
con un perfil apuntado, que se convierte en el elemento más expresivo de la construcción. Es
una cúpula pesada, con casquete hemiesférico interno y cúpula apuntada externa, ambas sin
fundir como la de Florencia Si subimos a ella podréis comprobarlo, puesto que el pasadizo de
subida pasa justo entre las dos cúpulas, la externa y la interna. Se apoya sobre pechinas, por lo
que tuvo que reforzar los pilares, que alcanzan los 18 m. de anchura y zuncharla con 10 cadenas
de hierro que recogen los empujes de la base del tambor. Es una gigantesca cúpula de 42 m. de
ancho (menos que el Panteón) y 132 de altura. Como la florentina, está rodeada de una serie de
16 nerviaciones para evitar la monotonía y rematada por una linterna. Se constituyó en prototipo
para las posteriores, tanto renacentistas como barrocas. Justo debajo de la cúpula, en el interior
de la basílica, está el baldaquino de Bernini, especie de dosel gigante de más de 20 m. de altura
ubicado sobre el lugar donde supuestamente se encuentra la tumba de S. Pedro. Entrando a la
basílica a la derecha podemos apreciar la Piedad de M. Ángel en la que una virgen-niña sostiene
en sus brazos el apolíneo cuerpo de su hijo muerto. Es la única obra firmada de M. Ángel. Los
museos vaticanos tienen obras maestras de la cultura occidental, como el archiconocido
Laocoonte, una de las esculturas más famosas e influyentes de la Historia que maravilló al propio
M. Ángel (fue hallada en Roma en 1506). Es una copia romana de un original helenístico en
bronce del siglo II a. C. y representa una de las escenas de más intenso dramatismo de la Hª del
Arte. El sacerdote troyano Laocoonte es castigado por Poseidón a ser devorado por una serpiente
marina para que no advierta a los troyanos de que el caballo que los aqueos han abandonado en
la playa será la causa de la caída de Troya. El Apolo Belvedere, copia romana del siglo II d. C. de
un original griego en bronce, atribuido a Leocares (330-320 a. C.), colocado en el Ágora de
Atenas. Representa al Dios de la belleza, con un brazo extendido para sostener
probablemente un arco, y una flecha en la otra mano. Durante el período neoclásico fue tomado
como ejemplo de perfección formal y de virtuosismo técnico, y fue llevado al Vaticano por
decisión de Julio II.
La capilla Sixtina alberga dos impresionantes pinturas de M. Ángel. La Bóveda (1508-1512),
pintada al fresco, fue obligado a ejecutarla por el papa Julio II, para quien también estaba
realizando al mismo tiempo su sepulcro, y a instancias de Bramante, celoso del favor que el Papa
prestaba a M. Ángel. Recoge un vastísimo programa iconográfico tomado de pasajes del Antiguo
Testamento: la creación del Mundo, del Hombre, la expulsión del Paraíso, el arca de Noé... Pinta
más de 350 figuras de tamaño superior al natural sobre una enorme superficie luchando con las
irregularidades de los lunetos. Finge arquitecturas de arcos pilastras y medallones para
encuadrar las figuras en un espacio inexistente, es la quadratura. El dibujo de trazo firme, el
claroscuro de las figuras, y los violentos y casi inverosímiles escorzos contribuyen a potenciar el
efecto plástico (no olvidemos que M. Ángel se sentía ante todo escultor, y que esta consideración
se plasma en toda su obra no escultórica a la que imprime por tanto un fuerte carácter plástico).
En el tramo central las escenas del Génesis anteriormente citadas, flanqueadas por profetas y
sibilas que, sentados en las más variadas posiciones, toman posesión del espacio con gran
energía. La Creación de Adán es una de las escenas más famosas: Dios Padre extiende su índice
como símbolo de toda la Creación, índice que emite vida sin necesidad de contacto, ya que no lo
hay entre el dedo del Creador eterno y el de la estatua de barro de la que surgirá la vida;
ángeles sin alas y no evanescentes, corpóreos y robustos, rodean al Creador. En la creación de
los astros aparece Yahvé de frente y de espaldas, probablemente para reforzar la espacialidad.
Completan la iconografía los ignudi, efebos impúberes y andróginos que se muestran indiferentes
ante el vasto despliegue creador; representan la humanidad, la materia, el cuerpo. No hay ni la
más mínima referencia a la redención de la cruz.
25 años después M. A. volvió a la Sixtina para pintar el muro cabecero de la capilla, donde
ejecuta el Juicio Final: un Cristo imberbe (el único de Hª del Arte) descarga todo el peso de su

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justicia, con ese brazo derecho que parece que va a dar un porrazo sobre la mesa, es la famosa
terribilità de M. Ángel. Cataratas de desnudos pregonan la fuerza del exterminio final, ángeles
trompeteros anuncian el fin, los muertos resucitan, unos son precipitados a los abismos
infernales y otros ascienden hacia la Gloria divina. Cristo, rodeado de santos, profetas y
apóstoles imparte justicia inmisericordemente, las intercesiones de éstos no parecen hacer efecto
en Cristo, hasta la propia Virgen parece acobardada ante la figura de su hijo. Los cientos de
figuras desnudas herían la sensibilidad de los papas, por lo que poco después de la muerte del
maestro intentaron destruirlas. Afortunadamente Daniel de Volterra, un discípulo de M. A. los
convenció para que no lo hicieran. Este discípulo taparía las vergüenzas de las figuras con
mantos y calzones, desvirtuando el original y pasando a la historia del arte como Maese
Braghetone.
El Ara Pacis es un altar levantado en mármol por el Senado para conmemorar el regreso de
Augusto tras las guerras contra los cántabros y astures y el fin de las Guerras Civiles. Es una
estructura hípetra (sin techo) de planta cuadrada de 11 x 10 x 4'60 metros construida en mármol
de Carrara. El ara propiamente dicha se levanta sobre un pedestal escalonado y sobre un podium
o basamento. A su alrededor se construyó un muro de piedra en el que se abrían dos puertas de
acceso: una, la principal con escalinata de acceso para los oficiantes, otra, a ras de suelo por la
que se introducían los animales para sacrifico. El muro perimetral presenta un relieve escultórico
de notable influencia griega. Conmemora la paz octaviana: altas personalidades, magistrados,
sacerdotes y dignatarios, desfilan para rendir tributo a la paz. Augusto, Livia y Tiberio aparecen
purificados con corona de laurel. Las figuras se muestran en dos planos: medio relieve, para los
personajes principales que aparecen en primera fila (entre los que destaca el propio Augusto) y
relieve más plano para los personajes secundarios ubicados en segunda fila.

Sábado 20. San Pablo Extramuros es la 2ª basílica más grande de Roma, aunque en realidad
ésta es una reconstrucción de la original, que se mantuvo más o menos intacta hasta que un
incendio la destruyó en 1823. La que se ve ahora es una reconstrucción neoclásica que ha
conservado la planta de cruz latina y el concepto espacial de la primitiva basílica paleocristiana.
Las catacumbas eran antiguos lugares de enterramiento de los cristianos (los romanos
permitían el enterramiento por separado a las distintas comunidades religiosas que había en
Roma). Para ello los cristianos aprovecharon viejas canteras abandonadas. En alguna de ellas se
llegaron a enterrar hasta medio millón de personas en nichos excavados longitudinalmente y en
varios pisos en las galerías. Las catacumbas, al contrario de lo que la gente cree, no eran lugares
de culto cristiano (no son muy espaciosas para celebrar la Eucaristía), sólo de enterramiento.
La galería Borghese es un importante museo romano ubicado en un palacete construido en el
siglo XVII por el cardenal Scipione Borghese, mecenas y amigo de Bernini. Está rodeado de un
vasto jardín que actualmente es uno de los más grandes de Roma. Las visitas duran dos horas
como máximo, y en él podremos ver importantes mosaicos romanos con escenas de luchas de
gladiadores y sobre todo importantísimas obras maestras de Bernini, como el David, el Apolo y
Dafne y el Rapto de Proserpina que ya os explicaré allí cumplidamente. También obras de
Caravaggio.

Domingo 21. Santa María de los Ángeles y de los Mártires. Es el antiguo tepidario (sala de
agua templada) de las Termas de Diocleciano (del siglo III d. C.), de hecho el nombre de la
plaza, Termini, deriva de termas. Las Termas de Diocleciano, las más grandes e imponentes de
todo el imperio, eran unas impresionantes instalaciones con, no sólo termas, también bibliotecas,
palestras, gimnasios, jardines… ubicadas en un gigantesco cuadrado de casi 400 metros lado
(por cierto, el emperador Diocleciano pisó Roma por 1ª vez siendo ya emperador, y apenas
estuvo un mes en ella, marchó pronto para no volver en sus más de 20 años de reinado). De
estas termas sólo quedan algunas cosas: el nombre de la plaza, restos en el interior del museo
de arte romano aledaño y la forma de la plaza de la República, el semicírculo de esta plaza
corresponde a un antiguo graderío para ver los ejercicios gimnásticos que se realizaban donde
ahora está la puerta de la iglesia. Pero sin duda, como hemos dicho antes, el resto más
importante de las termas lo constituye la actual iglesia de Santa Maria degli Angli Dei, restaurada

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por también por M. Ángel en el XVI y situada en la citada Plaza de la República. Es una de las
cosas más impresionantes de Roma. La actual iglesia es el tepidario de las antiguas termas: una
sala gigantesca cubierta con bóvedas de arista originales del III d. C. Mide más de 100 metros de
largo por 27 de ancho y 28 de altura y prácticamente se conserva como en el III d. C. Las
columnas de granito rojo y fuste monolítico son originales de época de Diocleciano y miden 15
metros de altura por 1,5 de ancho, M. Ángel hizo una restauración muy respetuosa, sin tocar
prácticamente nada de la primitiva sala de las termas. Otra de las curiosidades de esta iglesia es
la meridiana. Un pequeño orificio oblicuo, ubicado a una determinada altura en uno de los
muros de la iglesia, permite determinar anualmente los solsticios y los equinoccios; esos días, los
rayos solares atraviesan el orificio e inciden en unos puntos previamente marcados en el suelo.
De esta manera se podían ajustar los días y las horas al calendario solar y oficial.

Los obeliscos. Estos afilados mástiles monolíticos fueron construidos por los egipcios como
símbolo del dios Sol. Se solían disponer en parejas a la entrada de los templos y están grabados
con inscripciones jeroglíficas. Hay trece obeliscos egipcios en Roma (de hecho en Egipto sólo
quedan cinco). Todos ellos fueron traídos aquí por los antiguos romanos cuando el país fue
conquistado por Roma en el 30 a. C., en algunos casos construyendo barcos especiales para
poder transportarlos. Fueron reutilizados a partir del siglo XVI por los papas para decorar plazas
y jardines. Casi todos ellos permanecieron abandonados en el suelo durante toda la Edad Media;
otros se hallaron enterrados en el siglo XVII y XVIII y vueltos a reutilizar. Los más famosos son
el de la plaza de del Vaticano (el único sin jeroglíficos), el de la plaza Navona, el de la plaza del
Popolo y el de la plaza de S. Juan de Letrán.

Las Murallas. Las que podéis ver en la actualidad fueron construidas sobre el año 270-280 d. C.
por el emperador Aureliano. Roma hacía más de cinco siglos que no tenía muralla, por lo que la
construcción de esta estructura defensiva nos informa del estado de inseguridad que había
alcanzado el imperio en esta época. La muralla tiene un perímetro de 19 kms, una anchura de 4
metros y una altura de entre 8 y 10 metros. Fueron restauradas y recrecidas en distintas épocas,
pero al final no pudieron impedir que la ciudad fuera saqueada repetidas veces durante los siglos
V y VI por los bárbaros, e incluso en 1527 por las tropas imperiales de Carlos I de España. Se
han conservado bastante bien y nos las tropezaremos a menudo por nuestros recorridos por la
ciudad.

Francisco Ventura Fernández González


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