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Comentaristas sobre Burke y la relación posible entre la teoría estética y la teoría política

Noelia Adánez González (“Introducción”, en Revolución y Descontento. Tres escritos políticos


de Edmund Burke)

Se verifican pocas traducciones de Burke. La dificultad de traducirlo y las múltiples


interpretaciones posibles pueden ser la explicación. Hay tres traducciones importantes. La de
Tierno Galván, la de Esteban Pujals y la de Carlos Mellizo.

Contexto de producción: Inglaterra del siglo XVIII. Una Inglaterra en “tránsito hacia la
parlamentarizacion de la monarquía, la ampliación del cuerpo político y la gestación del
Segundo Imperio forjado incipientemente sobre una identidad ya más británica que inglesa”
(5)

Burke, “había escrito en su juventud un breve tratado de estética… (la primera edición es de
1757), cuyos contenidos son perfectamente representativos del prerromanticismo europeo.”
(7)

Luego viene la parte que nos interesa, donde la autora realiza al pasar una consideración sobre
la relación entre estética y política en Burke. Me resulta sumamente novedosa y,
extrañamente, la autora no la destaca:

“Como muchos de sus contemporáneos, Burke pensó que las pasiones humanas giraban en
torno a dos fines complementarios: auto-preservación y sociedad. Se presuponía que la
actividad humana se encamina hacia ambos fines accionada por el dolor y el placer
respectivamente. Mientras que, en general, aquello que produce placer pertenece al ámbito
de lo bello, lo que causa dolor remite a lo sublime [Pero yo acá recordaría dos cosas: primero
que el dolor no es equivalente al placer. El dolor es mayor al placer, puestos al mismo nivel. Lo
dice explícitamente el autor: el mayor dolor que puede sentirse es superior al mayor placer que
puede sentirse. Lo que en realidad hace Burke con esta distinción es establecer que ambos
forman parte de ámbitos diferentes, para refutar la afirmación de que el dolor es ausencia del
placer y viceversa. En segundo lugar, me parece que “lo que causa dolor” es ajeno a lo sublime.
Cuando existe un dolor explicito ya no hay idea de lo sublime, hay dolor. Por eso, lo sublime es
la idea de un dolor probable, de ahí que se caracterice por el asombro, el miedo, el terror, pero
que a su vez tenga algo de delicioso. Esa deliciosa proviene de que justamente no hay dolor
explicito. Pero esto tengo realmente que verificarlo bien, porque no me queda del todo claro si
es realmente así], siendo además el dolor el emisario y hasta incluso en ocasiones la antesala
de la muerte. Por esta razón, la experiencia de lo sublime implica el conocimiento de nuestra
finitud, de nuestra limitada existencia. Y si una comunidad adecuadamente organizada
constituye una experiencia sostenida de lo sublime [Esta oración es excelente. No obstante, lo
sublime, a mi modo de ver, es constitutivo de los gobiernos, que, por otra parte, son inherentes
a la organización de una sociedad dado que son, junto con la religión, un instrumento
fundamental para moderar las pasiones que hacen posible la comunidad. Pero es excelente
este reconocimiento de la comunidad como una experiencia sostenida de lo sublime. Sin
embargo, también es posible recordar que no es lo sublime lo que hace unir a las personas,
sino las pasiones que se derivan de lo social (empatía, simpatía, belleza de los sexos, etc.), pero
lo que las mantiene unidas es una fuerza y poder superior, nuevamente, el gobierno, que para
poder mandar necesita la legitimidad posible a través de lo sublime], resulta sencillo anticipar
desde estos presupuestos el juicio de Burke sobre la revolución francesa [Que es
exactamente lo que quiero hacer]. Ésta desordenaba la comunidad, puesto que atentaba
contra sus fundamentos, es decir, la historia y la religión, y subvertía sus disciplinas, a saber,
el orden y la propiedad. Aniquilaba la confrontación con lo finito y representaba, por tanto,
una experiencia falsa, engañosa de lo sublime. [¿Una experiencia falsa, engañosa de lo
sublime?, Si el gobierno siempre es sublime, el despotismo también lo es. No se entiende como
lo sublime podría ser falso]. Aquella revolución era aterradora, y aunque el terror era una
condición de aquel sublime inefable, faltaban otras que no se encontraban presentes en la
acción revolucionaria y sus resultados [Sigue sin quedarme claro, en absoluto]. La revolución,
en definitiva, era un engaño en la medida en que aspiraba a producir una clase de infinito
humano que reemplazaba el espacio hasta entonces ocupado por el autentico infinito, Dios o
el destino.” [Bien, pero cuál es la relación de esto con lo sublime] (pág. 7-8)

Inicia su carrera política en 1759 como secretario privado de un parlamentario. En 1765 como
secretario del marqués de Rockingham, líder de los Whig. En 1766 logra un escaño en los
comunes, por Wendover y en 1774 por Bristol. Nuevamente, en 1780. En el transcurso de
estos años Burke escribe un buen número de panfletos y discursos.

La compilación que nuestra autora prologa, presenta tres artículos traducidos al español, que
son referencia de las disputas internas de Burke contra facciones rivales y radicalizadas de los
Whig.

El primero: “reflexiones sobre la causa del descontento actual” habla sobre los peligros del
aumento del poder del rey, que para Burke hiere los fundamentos de la Bill of rights.

El segundo: “discurso a los electores de Bristol”, donde Burke advierte a sus electores que él
representa a la nación y no a sus intereses particulares. Adanez, recalca de modo interesante
que este discurso se monta también sobre la disputa con las colonias americanas. La
representación que aquí defiende, como representación virtual (porque es de toda la nación,
no es un mandato imperativo), permite que también las colonias estén representadas no como
un territorio mas, tampoco enviando representantes, sino definiendo a la representación de
los que están como propia de todo el imperio británico.

La tradición. Para Adanez, “interpela a la Providencia y a la Historia en partes iguales, frente a


quienes pretenden, cegados por el entusiasmo [Ojo que esto era importante para Pocock
también] – la imaginación colérica – fundar un mundo político nuevo.” (14)

Una aclaración interesante de Adanez. El modelo ingles derivado de la revolución gloriosa y de


la Bill of rights y que puede resumirse en la idea “King in parliament” no suponía una reducción
de la prerrogativa real ni un modelo de monarquía parlamentaria en sentido moderno, sino
más bien una “monarquía mixta”, donde incluso se ausentaba el derecho de resistencia de
Locke.

Burke pertenece a una facción de los whig que se proclamara como Whig pura frente a otras
facciones del sector juzgadas por éstos como traidoras de sus bases ideológicas.
A su vez, hacia 1760, se habían perdido el esquema visible entre tories y whig para pasar a un
escenario de división en grupos cuyas adhesiones se concretan en lealtades de tipo personal.

Luego una síntesis que para mi continua siendo sumamente confusa: “cuando Burke
comenzó a escribir acerca de política, el alcance del concepto “asociación” (costumbre y
circunstancia, esto es, manners) en la economía de las pasiones y de la imaginación era más
que considerable. Al mismo tiempo, la cuestión del cultivo consciente de dinámicas estético-
afectivas se había afianzado notablemente. [No se entiende nada] (19)

“Burke responderá cultivando el afecto por el pasado, por la costumbre y la tradición, en su


caso, a través de lo sublime. Y en esas posiciones se mantendrá has el final de sus días”
[Nuevamente, que quiere decir “a través de lo sublime”?] (19)

[No obstante, por lo menos hay aquí alguien que ve la relación que efectivamente existe entre
esos escritos de juventud y los escritos políticos posteriores]

MacPherson. (“Burke”, Alianza, 1984)

El gran problema de la obra de Burke es la aparente contradicción entre sus elementos


conservadores y sus elementos liberales/utilitaristas. El autor señala que la economía política
es una solución posible para este dilema y tratará de probarlo a lo largo del trabajo.

En Burke la preocupación principal es la defensa de la experiencia, el sentido común y la


solución de los problemas puntuales de gobierno. Ocasionalmente existen apelación a
principios moral, aunque vagos, o apelación al derecho natural, aunque mas como deberes y,
por último, a la ley divina.

Sobre la relación estética y política en su obra, es tajante: “La teoría de la estética presentada
en Lo sublime y lo Bello es de escaso interés teórico. No tiene ninguna dimensión moral, aparte
de algunas homilías a los designios del Creador, pero procede inductivamente a partir de
observaciones fisiológicas y psicológicas simples. Puede decirse que da testimonio de la
naturaleza empírica de la mente de Burke, pero no une lo empírico a lo moral” (pág. 38)
[Pierde de vista que el libro constituye una teoría de la pasiones importante que se reflejara
luego en algunos conceptos vertidos sobre la revolución en Francia.]

Hace un repaso por distintos conceptos de Burke, con demasiada citación. Propiedad-herencia-
naturaleza humana y la necesidad de contener las pasiones. Luego trata sobre los derechos
heredados: derechos reales, resultado de instituciones a las que el pueblo se había
acostumbrado. Pueblo – sociedad civil. Contrato: integrador de generaciones.

Destaca dos contradicciones: armonía/oposición de clases. Derecho natural liberal/ armonía


católica. Oposición que intentará resolver el comentador en el último capitulo:

Conclusiones. Burke era un claro liberal en lo económico, cosa que ignoran los burkeanos del
siglo XX. Su orden jerárquico y tradicional se entremezcla con un orden jerárquico capitalista.
El orden capitalista era de hecho el orden tradicional de Inglaterra y había logrado así
insertarse en el orden tradicional. Se inserto en un cambio sin modificar nada, en consonancia,
más bien, con las instituciones fundamentales. El problema de la revolución francesa es ese
tercer estado que quería cambiarlo todo. La apelación al derecho natural es la afirmación de
un orden armonioso; solo que ahora ese contenido había cambiado y en realidad era ya
tradicional. Algunas citas que ilustran las conclusiones del autor:

“Lo que no se ha advertido [sobre la obra de Burke], en general, es que el orden tradicional
que él defendía no era un orden jerárquico cualquiera, sino un orden jerárquico capitalista.”
(93)

“De modo que, por la época de Burke, el orden capitalista era de hecho un orden tradicional en
Inglaterra desde hacia todo un siglo. Y había llegado a serlo insertándose en un orden
jerárquico mas antiguo sin alterar las formas políticas – subsistían el rey, la Cámara de los Lores
y la de los Comunes – ni las diferencias de clase fundamentales, las diferencias entre
propietarios, empresarios y trabajadores” (95)

“[Burke] siempre había defendido a un orden tradicional contra toda amenaza. Ahora el
contenido del orden social había cambiado, y en Inglaterra había cambiado desde hacía un
tiempo suficiente como para que el nuevo contenido fuese ya tradicional” (102)

“Pero esto no exonera a los que presentan a Burke como un defensor del derecho natural
cristiano puro sin comprender que dio un nuevo contenido burgués al derecho natural” (102)

“Burke y la moderna guerra ideológica” (2010) – Luis Gonzalo Diez Álvarez.

Este texto no hace ninguna referencia al concepto de Lo sublime en la teoría política de Burke.
En un apartado de un texto anterior sí hace referencia explícita. Es interesante que entre este
texto de 2010 y el anterior de 2007 no se retomen las referencias al concepto, siendo que éste
era central allí.

Rescataremos algunas cosas interesantes sobre la obra general de Burke y varios conceptos
importantes que se trataron allí.

En primer lugar, existen tres tradiciones de discurso presentes en el pensamiento político


burkeano:

1) La doctrina de la Ancient Constitution: siguiendo a Pocock, esta doctrina recibe su


formulación hacia el 1600. Su presupuesto fundamental era que toda ley en Inglaterra es una
common law. La common law “era la costumbre común, originada en los usos del pueblo y
declarada, interpretada y aplicada en los tribunales…todas las costumbres eran por definición
inmemoriales”. La Constitución inmemorial británica fue restaurada por la revolución gloriosa.
De ella emanan la autoridad, como reflejo de los hábitos, usos y costumbres del país.

2) La ilustración conservadora inglesa: con dos ideas clave. El acuerdo moderado entre el clero
y los filósofos escépticos respecto a los límites de la razón humana y al repudio respecto de las
consecuencias de la psique humana iluminada por la gracia o el conocimiento completo de sí
misma. Era, a su vez, sobre todo una reacción contra, dice Pocock, el “entusiasmo: la creencia
en la inspiración personal, la infusión, el derramamiento o la respiración del Espíritu Santo en y
a través de la psique del individuo” (11-12) [Nota al pie 91: una trama importante del siglo
XVIII es el enfrentamiento entre los defensores del comercio y su implicancias y los defensores
de la virtud clásica republicana. Para estos últimos, la sociedad comercial amenaza con
corromper el cuerpo político al incorporar en lo público los intereses particulares. Los primeros
consideran que el progreso de la sociedad comercial modificaba la virtud, no la anulaba o la
corrompía. Pocock, nuevamente aquí]

3) La ilustración escocesa: es en la que el comentador más se extiende. Esta orientación, marca


el paso del hombre como animal político al hombre como animal social e histórico. Por
ejemplo, Ferguson es de los que considera que a medida que avanza la civilización, la relación
entre la sociedad y el individuo se vuelve menos violenta y más armónica (Burke precisamente
se distanciará en esto de los escoceses). Nuevamente, dos ideas generales de esta ilustración:
que el hombre es un animal social antes que político, una criatura histórica resultado de la
evolución económica y cultural de las sociedades y, en segundo lugar, que el progreso de las
artes y el comercio había precipitado una socialización de la virtud en términos de manners
que se oponía al pensamiento republicano. La revolución francesa más que una socialización
comercial de la virtud (manners), era una socialización intelectual del nihilismo.

Concepto de MANNERS: En el siglo XVIII la virtud fue redefinida con la ayuda del concepto de
manners (en su traducción literal significa: modales, modos, maneras). “Conforme el individuo
se alejaba del mundo…de la ciudadanía antigua…ingresaba en un universo crecientemente
transaccional de comercio y artes…(donde) se veía más que compensado de esta pérdida de la
virtud antigua por un enriquecimiento indefinido y quizás infinito de su personalidad producto
de una relaciones que se multiplicaban tanto con cosas como con personas…Dado que las
nuevas relaciones eran sociales y no políticas en carácter, las capacidades que el individuo vino
a desarrollar no fueron llamadas virtudes, sino manners” (15), Tomado de Pocock. Es una
especie de humanismo comercial.

Tesis central. Gran diferencia de Burke con los ilustrados escoceses: “Burke consideraba que
las nuevas realidades económicas carecían de autonomía cultural para producir manners,
comportamientos reglados, y que solo darían frutos morales si se subordinaban al orden del
pasado. Lo que, en los ilustrados escoceses, es la consecuencia de la autonomía cultural de la
sociedad comercial; en Burke, es la consecuencia del anclaje religioso de la misma. Mientras el
comercio, para los primeros, refina las pasiones y perfecciona lo establecido, para el segundo,
solo un hombre religiosa, aristocrática y eclesiásticamente orientado hará del comercio una
práctica tolerante, pacífica y enriquecedora” (20)

Esta tesis central se repite en pág. 45: “Solo en países como Gran Bretaña, donde existe un
marco institucional y unas estructuras sociales enraizados en el pasado, pueden las nuevas
realidades del saber y el comercio dar todo lo bueno que llevan dentro. Si ese orden histórico
se debilita como en Francia, si la religión deja de ser un habito de disciplina social, el saber
permuta en filosofía atea y el comercio, en fiebre especulativa…La lección conservadora de
Burke es que la sociedad del conocimiento y el dinero necesita de un “poder controlador” que
la proteja de sus instintos autodestructivos”

Junto con Macpherson, Gonzalo Diez también considera la dimensión liberal de Burke como
central, para evitar las afirmaciones que lo vinculan únicamente con lo organicista o
providencial: que están ahí, pero “conviven en ella con la defensa de una sociedad de
individuos libres, abierta a los bienes del progreso, donde el Estado se limita a procurar el
marco general donde aquellos individuos persiguen sus fines…[Burke es, de este modo] un
hibrido intelectual cuya esencia desdice cualquier aproximación unilateral” (57)

Autoridad prima sobre libertad. “Para Burke, la Constitución británica, tal y como quedo
restaurada tras 1688-89, es la garantía de un ejercicio reglado de la libertad inspirado en usos
y costumbres antiguos. La Constitución constituye un hecho de autoridad tradicional que
limita, por su sola existencia, la libertad que ella misma otorga. De ahí que, en el
planteamiento del pensado irlandés, la autoridad tenga asegurada su primacía sobre la
libertad” (60)

Concepto de prescripción. Canavan: “es el fundamento original de toda propiedad conocida.


Carecemos de medios de conocimientos que nos permitan determinar qué individuos…
ocuparon por primera vez la tierra. Pero si podemos determinar si los presentes ocupantes la
han mantenido de buena fe durante el tiempo suficiente para…materia de derecho” (65).
Harver C. Mansfield: “En el derecho privado la prescripción otorga un título de propiedad sin
necesidad de escritura y, en el derecho público, otorga autoridad sin necesidad de un retorno
a los orígenes” (65).

Civilización de los medios vs. Política de los fines. A Burke le interesan los medios más que los
fines y los principios. Es decir, sus prácticas, arreglos, usos. Contrasta esto con la política de los
fines de los revolucionarios franceses. La civilización de los medios deja de lado los fines que
persiguen los individuos y se basa en “la renuncia a plantear la cuestión de los orígenes,
principios y fines últimos de aquellas, es decir, la cuestión de su legitimidad…Por el contrario…
se preocupa por la variedad de usos, costumbres y practicas; de disposiciones, procedimientos
y arreglos; de consensos, pactos y equilibrios” (69)

Convenciones vs. Ficciones. Las “Convenciones” son artificios consagrados en su utilidad por el
paso del tiempo, que han demostrado ser útiles para la sociedad y los individuos por su
duración”. Las “ficciones” son artificios de origen teórico, y no histórico, es decir, resultado
intencional de un acto de voluntad protagonizado por una serie de hombres en un momento
puntual de la histórica, y no consecuencia imprevista ni planificada de miles de acciones
individuales extendidas a lo largo del tiempo” (73)

El conservadorismo burkeano. Siempre oscila entre los políticos pragmático-providencialista,


razonado-movilizador. En sus reflexiones movilizara una más de tipo movilizador y
providencialista.

“Burke”, en “Derecho Natural e historia” – Leo Strauss – 2013

En lo que a nuestra investigación respecta, Strauss considera que la “Indagación…” es


precisamente la única obra teoría de Burke. En ella, puede encontrarse una primera referencia
a la advertencia del autor sobre las limitaciones de la ciencia teórica. La tesis más importante
de este texto es epistemológica, que luego será aplicada también a la revolución francesa. En
ella: “Burke niega que haya una conexión entre belleza, por un lado, y perfección, proporción,
virtud, conveniencia, orden, adecuación y cualquier otro tipo de “creaciones del
entendimiento”, por otro. Es decir que se rehúsa a entender la belleza visible o sensible a la luz
de la belleza intelectual” (338).
“La emancipación de la belleza sensible respecto del supuesto tradicional de direccionalidad
hacia la belleza intelectual prefigura o acompaña cierta emancipación del sentimiento y el
instinto respecto de la razón, o cierta depreciación de la razón” (338),

Es decir que este texto anticipa las diferencias del autor con el racionalismo moderno, pero en
el terreno de la estética.

Nota al pie 95. “En Lo sublime y lo bello, Burke dice que “nuestros jardines, por lo menos,
declaran que comenzamos a sentir que las ideas matemáticas no constituyen las verdaderas
medidas de belleza” y que es visión equivocada “surgió de la teoría platónica de la
adecuación y aptitud”…En las Reflexiones sobre la Revolución francesa, compara a los
revolucionarios franceses con los “jardineros ornamentales” franceses” (338). Esta cita
revela cierta conexión, codificada en torno a la oposición a la razón ilustrada de orígenes
platónicos, entre los políticos franceses y los estetas de la belleza pura.

“La estética empirista” – En Historia de las ideas estéticas (Bozal) - Francisca Pérez Carreño

Durante estos años se da forma en Gran Bretaña a las nociones básicas de la estética y la
crítica artísticas contemporáneas, sobre todo las del gusto y la experiencia estética y sus
categorías.

La nota saliente es la subjetivización de las cuestiones estéticas, que pone foco no ya en el


objeto sino en el sujeto que las contempla y las produce. Se deja de considerar los principios
objetivistas en el arte, porque lo cual lo bello ya no se entiende como la adecuación del objeto
a ciertos principios absolutos de belleza.

Lo bello es ahora un determinado sentimiento de placer; y, por tanto, “la belleza se define en
relación a un sujeto, al sentimiento de ese sujeto” (33).

De ahí que “el reconocimiento en una obra de arte de una adecuada mimesis de la naturaleza
o de los principios de armonía y proporción, según los ideales clásicos, no es ya motivo
suficiente para emitir un juicio valido sobre el arte” (33)

Durante la primera mitad del siglo XVIII se publican importantísimo texto sobre estética.
Addison, Hutchinson, Hume y Burke. La estetica británica del siglo XVIII es, en términos
generales, una estética empirista, con dos temas característicos, el gusto y lo sublime.

El “sentimentalismo moral” es también marca de la corriente británica, es decir, la creencia de


que el hombre posee una naturaleza moral y estética, cuyo órgano es el sentimiento. Esto
marca una cierta independencia del sentimiento sobre la razón, idea que de hecho es
transversal a todo el pensamiento ingles del periodo.

Para Burke: “en su faceta de pensador político, el individuo pertenece a una comunidad a la
que está ligado por vínculos sentimentales y afectivos. Ningún principio legal es más
poderoso que esta relación. Su crítica la revolución Francesa se basa precisamente en esta
idea de que ninguna ley puede imponerse por obligación a los súbditos y que una nación no
está fundada en la obediencia a una ley sino en el sentirse miembro de una comunidad, de
una tradición, una cultura y unos gustos propios. Ninguna ley puede imponerse por la fuerza
política, tampoco apelando al bien común o de Estado, a los súbditos” (35)

La experiencia de la belleza es inmediata a la sensibilidad.

“En sentido estricto, es bello lo que nos place. Ninguna otra definición es sustitutiva de ésta.
Esta placer no se debe a ninguna de las características en particular del objeto, sino a su
concordancia con la estructura de la mente que lo contempla” (38)

En relación a lo sublime, esta estética particular remarcó el hecho de que lo no-bello también
puede dar placer estético (lo sublime, lo pintoresco).

“Objetos no uniformes, excesivos, oscuros o inarmónicos pueden excitar en nosotros el


“asombro agradable” o la “deliciosa inquietud y espanto” de los que habla Addison. En efecto,
para Burke….es el asombro la pasión provocada por lo sublime. Solo un efecto de lo sublime
es ajeno a lo pintoresco: el temor. Pero precisamente el temor es la nota característica de lo
sublime. El placer negativo o deleite que acompaña lo sublime es esencialmente diferente
del placer positivo porque “la sombra del horror” está presente en él. El placer negativo era
hasta ahora definido como el placer que provoca el cese de un dolor. Para Burke, por el
contrario, el miedo no desaparece, sino que es esencial a lo sublime” (45)

En 1725 se traduce un texto clásico sobre la idea de lo sublime, el de Longino, que fue
importante para reintroducir esta categoría en las reflexiones estéticas. Sin embargo, no hubo
una recepción acrítica. Este trabajo es más bien un disparador que de hecho modifica el
concepto de lo sublime.

Lo basal para el concepto de lo sublime es la experiencia del receptor y las propiedades de los
objetos que lo provocan.

La gran pregunta es: ¿Por qué agrada lo sublime?, En Burke: “Del tronco común del temor
nacen las causas del deleitoso horror en qué consiste la percepción de lo sublime: el poder,
la grande, la infinitud, la oscuridad, la privación, etc. El principio del terror es universal, como
es universal el miedo a la muerte, pues nace del instinto de la propia conservación” (46)

“Edmund Burke” – En “Historia de las ideas estéticas” – Valeriano Bozal

¿Problema central de su obra es como lo terrible o lo negativo nos puede deleitar?

La clave de esta cuestión, y que resaltan también otros autores, es que lo terrible nos
complace “si no estamos sometidos a sus efectos reales. Esta es una condición que todos los
autores, Burke el primero, establecen como principio. Me atrevo a calificarla de condición
estética: no estar sometido a los efectos reales de una terrible tormenta o de un naufragio…
es convertirnos en espectadores…Como espectadores no estamos sometidos a sus efectos
negativos, no participamos de la situación: la contemplamos con una distancia estética” (55)
(esto es sin duda clave para nuestra interpretación sobre Burke), Scheck hablara de
“Distancia estética”. (SUBLIME = DISTANCIA ESTETICA (ESPECTADOR)
El dolor puede producir deleite. “Son deleitosas cuando tenemos una idea de pena y de
peligro, sin hallarnos al mismo tiempo en tales circunstancias…Llamo sublime a todo lo que
causa este deleite” (55)

La pasión central de lo sublime es el temor-terror. Esta es otra clave: porque el temor y el


terror, cuya máxima es el temor a la muerte, revela nuestra finitud y nuestras carencias. “El
terror implica dominio de algo o alguien sobre nosotros, de una fuerza superior en sentido
absoluto, ante la cual estamos perdidos”

“la sublimidad desaparece en el instante en que nos veamos directamente afectados por la
violencia de estos fenómenos, cuando perdemos la condición de espectadores y nos
convertimos en supervivientes” (56) CLAVE ESTA CITA.

“Lo sublime en la modernidad. De la retorica a la ética” – Daniel Scheck – 2009

El periodo o ciclo de lo sublime comienza en 1674, y finaliza con la última década del siglo
XVIII, hasta desaparecer casi por completo, y lo hace con la publicación de Boileau de un
tratado atribuido a un tal Longino, entre los siglos I y III, con gran repercusión y varias
ediciones y traducciones europeas a lo largo del siglo.

Longino solo circunscribía su tratado a la retorica, es la modernidad la que amplía su


significado.

Addison es quien le da su sentido primigenio, a partir de dos características que asentaran el


significado moderno de lo sublime: la distancia estética y el place negativo.

“[lo sublime] solo nos resultará placentero si escapamos a sus efectos devastadores y nos
convertimos en espectadores. Si sucumbimos al terror, si el objeto realmente amenaza nuestra
integridad, nada placentero puede darse. Esta es una exigencia que luego se repite tanto en
Burke como en Kant, la de una distancia espacial y a la vez estética…la separación física en
consonancia con la mediación de la composición del artista entre el objeto terrible y nosotros
mismos…Cuando observamos estos objetos espantosos, no obtenemos el más mínimo placer
si pensamos que estamos en verdadero peligro frente a ellos” (46)

Burke. “También repite la exigencia de distancia y posición de seguridad ante el objeto terrible,
y la distinción entre el objeto y los mecanismos subjetivos que originan nuestra idea de lo
sublime” (49)

Burke diferencia entre lo sublime como magnitud y lo sublime como poder (mmmmm)

El placer y el dolor ambos se derivan de ideas simples (o son ideas simples?)

El deleite es aquello que acompaña la remoción del dolor o peligro.

“Sublime es todo aquello que puede excitar nuestras ideas de dolor y peligro, todo lo que de
un modo u otro es terrible, o se asocia a objetos terribles, o es análogo al terror” (50) “No
obstante hay un límite, una cuota máxima de dolor y peligro que es dable soportar, cuando
este máximo se excede”
Poder. “todas las formas de poder que puedan ejercer algún tipo de terror sobre los
individuos; ya que, en algún sentido, todo lo que es sublime representa alguna variación del
poder. Creo que esto debe entenderse del siguiente modo: teniendo en cuenta que para Burke
la idea de dolor es siempre…más fuera que la idea de placer, allí donde las posibilidades de
padecer uno u otro se equilibran…se impone siempre la idea del sufrimiento por venir; por
esto, en tanto estamos en presencia de cualquier cosa poderosa o peligrosa que supongamos
capaz de infringirnos un gran dolor, es imposible evitar la experiencia del terror. Además del
poder que ostenta ciertos fenómenos naturales, Burke también tiene en mente el poder
institucionalidad…ambos guardan la misma conexión con el terror” (51)

Algo bien propio de la obra de Burke es la afinidad posible entre la fealdad y lo sublime.
Ningún otro autor la menciona.

“En otras palabras, en tanto la autoconservacion y la integridad mental y corporal del sujeto
estén aseguradas por la distancia estética, el terror, el dolor, el peligro, se transforman en una
fuente de lo sublime…si el dolor y el terror se apoderan verdadera y efectivamente del sujeto
ya no existe posibilidad para lo sublime, la causa termina por convertirse también en el efecto,
el dolor termina en dolor” (52-53)

“lo sublime provoca un sentimiento agradable o placentero muy distinto al placer por lo bello,
un placer mezclado con dolor; es un sentimiento estético, o emoción o experiencia” (60)

“Esto trasciende la esfera del gusto, añade aspectos políticos a la definición de lo sublime. Casi
en el mismo momento que ocurría la Revolución Francesa, desde Inglaterra, Burke la describía
como... (Lo más asombroso etc. etc.), una “monstruosa escena tragicómica”, que provoca en la
mente una mezcla de las pasiones mas opuestas, “alternando desprecio e indignación, risas y
lagrimas, desde y horror”

“lo sublime podría sobrevenir: o bien a consecuencia del horror y el peligro ante una nueva
forma de poder institucional que amenaza con expandirse y destronar el poder establecido; o
bien en razón de la esperanza y el indicio de un progreso hacia el despliegue total de las
aptitudes morales del hombre. En consecuencia, no solo encontraron un nuevo campo de
aplicación para este concepto, sino que además expandieron sus alcances y su definición” (77)

(Esto es muy interesante. Pero los pocos trabajos que tocan este tema, limitan su intervención
a reconocer que la Revolución Francesa es una experiencia que invita a lo sublime.”

“El espectador y lo sublime: condiciones estéticas y exigencias éticas en Addison, Burke y


Kant” – Daniel Omar Scheck – 2012

Acá y en otro artículo más, medio que ya empieza a chorear.

Antes una advertencia, sobre la que hay que ser muy sutil: “ni lo representado ni la
representación causan lo sublime, sino las ideas que la obra despierta en el sujeto” (56)

CLAVE la idea de que Burke es un ESPECTADOR de la Revolución francesa.

“El sujeto, además, debe auto-preservarse si pretende experimentar cierto deleite ante
objetos potencialmente destructivos…No obstante, aún desde esa posición de inmunidad…
espectadora que mantienen la distancia, pero que de algún modo sufren y comparten dolor
representado en una tragedia, una poesía, un cuadro” (56) (Agreguemos, una situación
política) “sin estar en real y verdadera situación de peligro, el espectador debe experimentar el
dolor y el terror como propios e inminentes. Tanto frente a un objeto natural como ante una
obra de arte…La inmunidad física, entonces, debe darse en consonancia con cierta
preservación mental. Lo cual permite al sujeto morigerar y transformar el dolor en deleite”
(57)

(ESTO está muy bien, pero habría que notar que además de la preservación dada por la
necesaria distancia estética, dicha amplitud geográfica también debe poder garantizar la cerca
suficiente de un peligro probable pero distante. Un peligro del que sea posible imaginar
realmente su efectivizacion, aunque sea en la imaginación. Esto lo aprendemos en Burke con
relación a la revolución francesa. A Burke no lo asusta dicha revolución solo por su carácter
terrorífico, sino también por su posibilidad de contagio.)

“Lo sublime y la reunificación del sujeto a partir del sentimiento: la estética mas allá de las
restricciones de lo bello” – Daniel Omar Scheck – 2013

Un poco más de choreo.

Esta cita exige mayor comprensión de mi parte: “en cuanto a la causa eficiente de lo sublime
en nuestra mente y nuestro cuerpo, Burke pretende discriminar aquellas afecciones de la
mente que operan ciertos cambios en el cuerpo; y, en un sentido inverso, aquellas cualidades
del cuerpo que son capaces de provocar ciertas pasiones en la mente. En el primer sentido, la
principal causa de lo sublime es el terror; en el segundo, el dolor” (117) Aunque aclara el autor
que es difícil discriminar ambos en la realidad. Lo cierto es que lo sublime se construye a partir
de alguna de estas pasiones. Pero NUNCA el dolor directo.

Sobre la cuestión del sufrimiento ajeno. “En estos casos, nuestro deleite se incrementa en
gran modo si quien sufre y padece es una persona excelente…Es decir, el sufrimiento y el
dolor de otras personas se transforman en una posible fuente de deleite solo merced a la
mediación del historiador o del poeta”

(Habrá cierto deleite en Burke por la desgracia francesa? Cierto placer en ver el escándalo de
sus enemigos filosóficos? En todo caso, esto se hallará enrevesado con el temor burkeano de
ver que ese mismo acontecimiento asalta a la “amable” Inglaterra, por vía de los sermones del
doctor Price, auspiciados por la sociedad de la Revolución. Riesgo y deleite conforman un
coctel esencial para lo sublime. La revolución francesa es sin duda, para el Burke espectador, el
paroxismo de lo sublime.

Cuestión de la simpatía: “nunca somos espectadores indiferentes…sentimos cierta simpatía…


ponernos en el lugar del otro y sentirnos afectado por el sufrimiento ajeno, pero
distinguiéndolo del propio” (119)

En suma, para acceder al deleite provocado por lo sublime: 1- distancia estética, 2- preservar la
integridad mental 3- deleite por el sufrimiento ajeno.
(Escribí unas hipótesis sobre las características del Burke espectador de la Revolución
Francesa: 1- Burke se encuentra el mismo afectado como espectador del o sublime de la
Revolución Francesa. Las epístolas son la descripción de la afectación de Burke por los
acontecimientos revolucionarios. Por eso, el tono retorico no esconde los argumentos de las
obra, más bien los argumentos de la obra son el resultado de la experiencia estética de
Burke. 2- El sufrimiento ajeno también da deleite, más si es una persona excelente. Y Francia
es una nación excelente. ¿Hay deleite por la desgracia francesa? 3- El espectador NO es
indiferente, hay simpatía y un ponerse en el lugar del otro. Y Burke le escribe esto a un
colega francés. 4- Burke no es un espectador indiferente porque la contracara del deleite en
la desgracia francesa es el riesgo revolucionario en Inglaterra, simbolizado en los sermones
del doctor Price auspiciados por la Sociedad de la Revolución. )

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