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Fernando Prado Ayuso

Fernando Prado Ayuso


«Sin la oración, toda acción corre
el riesgo de quedarse vacía y el
A pesar de la fuerte secularización de nuestras sociedades

«No podemos
anuncio, sin alma. Jesús quiere occidentales, parece que los estudiosos de la fenomeno-
evangelizadores que anuncien logía de la religión siguen afirmando que hay una especial
la Buena Noticia no solo con sed de espiritualidad en nuestros contemporáneos. Al menos

dejar de respirar»
palabras, sino, sobre todo, con en muchos de ellos. Hay un interés más allá de la Iglesia,
una vida que se ha transfigurado pero también hay interés por parte de muchos cristianos por
en la presencia de Dios» profundizar en las cuestiones del espíritu, por aprender a Fernando Prado Ayuso
(Evangelii gaudium, n. 259). rezar más y mejor.
Raíces espirituales Bilbao (1969). Misionero claretiano
sacerdote. Licenciado en Ciencias
Este breve libro quiere ayudarnos a descubrir y a profundizar
en lo que es la naturaleza íntima de la verdadera oración y magisterio sobre la oración de la Información-Periodismo
(Univ. País Vasco-EHU) y Máster en
cristiana, de la mano de quien comenzó su pontificado
poniéndonos a todos a rezar. Puede resultarnos instructivo y
en el Papa Francisco Edición (Univ. de Salamanca).
Licenciado en Estudios Eclesiásticos
vitalmente enriquecedor. –Baccalaureatus in Theologia–
(Univ. de Deusto) y en Teología
de la Vida Religiosa (Univ. Pontif.
Salamanca-ITVR).
En la actualidad es director de la
editorial católica ‘Publicaciones
Claretianas’ y profesor ordinario de
la asignatura Teología de la misión
en el Bienio de Licenciatura en el
Instituto Teológico de Vida Religiosa

«No podemos dejar de respirar»


(ITVR) de Madrid.
Igualmente, imparte las asignaturas
de Medios de Comunicación Social
y Teología de la misión en el Aula
de Noviciado y en otros programas
formativos en la Escuela Regina
ISBN: 978-84-7966-705-4 Apostolorum (ERA) de Madrid.

9 788479 667054

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Fernando Prado Ayuso

«No podemos
dejar de respirar»
Raíces espirituales y magisterio
del papa Francisco sobre la oración

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«El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que
establece penas de prisión y/o multas, además de las co-
rrespondientes indemnizaciones por daños y perjuicios,
para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o co-
municaren públicamente, en todo o en parte, una obra
literaria, artística o científica, o su transformación, inter-
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cedimiento, comprendida la reprografía y el tratamiento
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«No podemos dejar de respirar»


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Índice

Introducción............................................ 9
Hablar de oración hoy ............................. 10
Perspectiva, estructura y fuentes
de esta reflexión........................................ 14
Primera Parte: Conocer a Bergoglio
para comprender a Francisco................... 17
El mismo, pero no lo mismo...................... 18
El nieto de su abuela Rosa......................... 19
«Miserando atque eligendo»...................... 23
«El Jesuita».............................................. 25
«El que ora mucho por su pueblo»............. 29
Francisco, hombre de oración ................... 31
Segunda Parte: El Magisterio de Francisco
sobre la oración ...................................... 35
La oración, aliento del alma..................... 36
«Solo tú eres Santo».................................. 42
Orar es decir «Padre»............................... 46
Nuestra carne en oración.......................... 53
Orar es interceder..................................... 58
Liturgia y oración ................................... 60
La prueba del nueve ............................... 62
Palabras Finales........................................ 65
Selección Bibliográfica ......................... 69
Introducción

No son pocos los analistas que, desde hace


años, nos hablan de la búsqueda de espirituali-
dad como uno de los rasgos de nuestra cultura
actual. También la Iglesia, desde hace ya treinta
años, ha querido responder acertadamente a esta
demanda y, como no puede ser de otra forma,
se ha preocupado expresamente por ayudar a
quienes buscan, dando unos criterios de carác-
ter doctrinal y pastoral «que permitan educar en
la oración, en cualquiera de sus manifestaciones,
permaneciendo en la luz de la verdad revelada en
Jesús, que nos llega a través de la genuina tradi-
ción de la Iglesia»1.

1
Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, «Ora-
tionis formas». Carta a los obispos sobre algunos aspectos de la
meditación cristiana (1989), n. 1. En un marco más cerca-
no y más reciente, los obispos españoles han presentado un
documento que también aborda esta preocupación, bajo el
título: Mi alma tiene sed del Dios vivo. Orientaciones doctri-
nales sobre la oración cristiana, con fecha de 28 de agosto
de 2019.

9
Hablar de oración hoy
A pesar de la fuerte secularización de nuestras
sociedades occidentales, parece que los estudio-
sos de la fenomenología de la religión siguen afir-
mando que hay una especial sed de espiritualidad
en nuestros contemporáneos. Al menos en mu-
chos de ellos. Hay un interés más allá de la Igle-
sia, pero también hay interés por parte de mu-
chos cristianos por profundizar en las cuestiones
del espíritu, por aprender a rezar más y mejor.
Ni nuestra sociedad ni nuestra cultura nos
ponen las cosas fáciles. Se hacen difíciles el silen-
cio, el sosiego y ese recogimiento tan necesario
para encontrarse con uno mismo, con los otros
y con Dios. Vivimos tiempos caracterizados por
el cambio constante, la hiperconectividad (de la
mano de las tecnologías de la información), el
movimiento «nervioso» y esa «rapidación» de la
que habla el papa Francisco en Laudato si’, que
afecta a nuestros intensos ritmos de vida y de tra-
bajo2. Es como si nos faltara el aire. En el número
277 de Christus vivit, Francisco ha advertido, so-
bre todo a los jóvenes, del peligro de cierto atur-
dimiento al que los somete esta velocidad:
«Hoy la ansiedad y la velocidad de tantos estí-
mulos que nos bombardean hacen que no quede
lugar para ese silencio interior donde se perci-
be la mirada de Jesús y se escucha su llamado.

2
Cf. Francisco, Carta encíclica Laudato si’, n. 18.

10
Mientras tanto, te llegarán muchas propuestas
maquilladas, que parecen bellas e intensas, aun-
que con el tiempo solamente te dejarán vacío,
cansado y solo. No dejes que eso te ocurra, por-
que el torbellino de este mundo te lleva a una
carrera sin sentido, sin orientación, sin objetivos
claros, y así se malograrán muchos de tus esfuer-
zos. Más bien busca esos espacios de calma y de
silencio que te permitan reflexionar, orar, mirar
mejor el mundo que te rodea, y entonces sí, con
Jesús, podrás reconocer cuál es tu vocación en
esta tierra».
Esta cultura del cambio constante y la veloci-
dad nos complica la búsqueda, ciertamente, pero,
a su vez, en el ambiente se da un cierto hartazgo,
cierto anhelo o nostalgia de que «no siempre fue
así» que hace que se acreciente también en no-
sotros el deseo de Dios. Nuestra cultura lleva la
impronta de esa sensación de vértigo y de veloci-
dad que nos está invitando, sin duda, a «bajar el
ritmo», buscar un poco la calma para no perder
el equilibrio que necesitamos, respirar hondo y
volver a conectar con Dios y lo sagrado.
Aun en medio de tanto ruido y velocidad, nos
seguimos preguntando por el sentido de la vida,
de la muerte y de muchas otras cosas. Parece que
nuevamente resuenan en nosotros vivamente
aquellas palabras de san Anselmo:
«Entra en lo íntimo de tu mente, saca todo, me-
nos a Dios, cierra la puerta y búscalo. Señor, en-

11
seña a mi corazón dónde y cómo puedo buscar-
te, dónde y cómo puedo encontrarte»3.
En estos últimos años (lo vemos España, en
otros lugares de la vieja Europa y en Estados Uni-
dos) han proliferado, dentro y fuera de la Iglesia,
diversas asociaciones, escuelas de espiritualidad y
formas de meditación que buscan esa conexión
con lo sagrado. Estas experiencias son diversas y,
más o menos acertadamente, y con más o menos
éxito de convocatoria, se nutren de lecturas, cur-
sillos, retiros y encuentros de diferente cuño.
Algunas de estas experiencias están vinculadas
o, al menos, adoptan –no siempre con el filtro
necesario– algunos rasgos de las religiones orien-
tales. Otras experiencias están ligadas a aspectos
de lo que se entiende por «religión natural». El
profesor y escritor Daniel Gamper ha caricaturi-
zado este fenómeno en su libro Las mejores pala-
bras4 diciendo que:
«No es raro hoy encontrar grupos de hombres
y mujeres de mediana edad bailando en torno
a un árbol y acariciando su corteza. De hablar
con Dios se ha pasado a abrazar troncos y lamer
piedras. Podría ser peor».

3
San Anselmo, Proslogion 1, EUNSA, Pamplona 2008.
4
D. Gamper, Las mejores palabras. De la libre expresión,
Anagrama, Barcelona 2019, p. 21 (Premio Anagrama de
Ensayo, 2019).

12
El propio papa Francisco, en Evangelii gau-
dium, califica estas búsquedas como de «fenóme-
nos ambiguos» (EG 89). En Gaudete et exsultate
habla de que estamos tal vez ante formas de «es-
piritualidad sin Dios», en medio de lo que pare-
ciera ser un «mercado religioso» (GE 111).
Ante esto, muchos cristianos nos pregunta-
mos: ¿Qué valor tienen estas formas de medita-
ción de matriz no cristiana? ¿Podríamos enrique-
cer nuestra «oración cristiana de siempre» con
elementos extraídos de otras religiones o cultu-
ras? ¿Estamos buscando bien? ¿Hay ahí una ver-
dadera espiritualidad o hay más confusión que
claridad? ¿Se trata, tal vez, de una espiritualidad
sin religión o sin Dios? ¿Las ofertas de este tipo
satisfacen la sed de Dios realmente? ¿Son válidas
para el común de la gente o son más bien pro-
puestas para una élite? No son pocas las dudas
que surgen en torno a estas búsquedas. Es algo
que debemos tener muy en cuenta.
En Evangelii gaudium, Francisco nos advierte
que:
«si los hombres de hoy no encuentran en la Igle-
sia una espiritualidad que los sane, los libere, los
llene de vida y de paz al mismo tiempo que los
convoque a la comunión solidaria y a la fecun-
didad misionera, terminarán engañados por pro-
puestas que no humanizan ni dan gloria a Dios»
(EG 89).

13
Este breve libro quiere ayudarnos a descubrir
y a profundizar en lo que es la naturaleza íntima
de la verdadera oración cristiana, de la mano de
quien comenzó su pontificado poniéndonos a
todos a rezar. Puede resultarnos instructivo y vi-
talmente enriquecedor. En estas páginas ofrezco
al lector un pequeño estudio de las raíces de la
espiritualidad y el magisterio del papa Francisco,
tal y como aparece en sus escritos y pronuncia-
mientos.
Se trata de un breve estudio que ofrecí ini-
cialmente en unas jornadas de espiritualidad a
un grupo de seminaristas, obispos, sacerdotes y
personas consagradas del País Vasco y Navarra
a comienzos del verano de 2019 y que, poste-
riormente, sirvió de base para la lectio magistral
en el acto de inauguración del curso académico
2019/20 en el Instituto Teológico de Vida Reli-
giosa de Madrid.
Perspectiva, estructura y fuentes de esta reflexión
La perspectiva con la que quisiera situarme es
la de tomar una nueva conciencia de que la ora-
ción es, como la respiración para el cuerpo hu-
mano, una dimensión imprescindible en la vida
de todo creyente, de todo discípulo-misionero.
Nadie da lo que no tiene. No hay evangeliza-
ción verdadera que contagie vida si antes no está
la experiencia viva del encuentro con Jesús en el
corazón del evangelizador. Solo un corazón ena-
14
morado es capaz de convencer y llamar a otros a
la fe. «Solo quien tiene una relación íntima con
el Señor puede llevárselo a los demás». Así lo de-
cía Benedicto XVI en la homilía de unas ordena-
ciones sacerdotales en el año 2010. Francisco lo
ha repetido también de diferentes maneras. En
Evangelii gaudium lo deja plasmado en el nú-
mero 259, dentro de ese capítulo dedicado a los
«Evangelizadores con Espíritu»:
«Sin la oración, toda acción corre el riesgo de
quedarse vacía y el anuncio, sin alma. Jesús quie-
re evangelizadores que anuncien la Buena Noti-
cia no solo con palabras, sino, sobre todo, con
una vida que se ha transfigurado en la presencia
de Dios».
Desde esta perspectiva netamente misionera,
presento estas páginas que se dividen en dos par-
tes fundamentales. La primera, referida a la per-
sona del papa Francisco y a su itinerario vital. En
ella podemos ver dónde se encuentran las raíces
de su espiritualidad y las influencias que la enri-
quecen a lo largo de su vida. La segunda está cen-
trada, propiamente, en los aspectos o subrayados
fundamentales sobre la oración que aparecen en
su magisterio pontificio.
Las fuentes en las que podemos encontrar su
pensamiento y su doctrina sobre el tema están
muy dispersas en sus homilías, discursos, cate-
quesis, documentos magisteriales e, incluso, en
las entrevistas periodísticas que han sido publi-

15
cadas. También encontramos ideas sobre la ora-
ción en sus escritos anteriores a ser elegido Papa.
Francisco ha hablado y reflexionado en múltiples
ocasiones sobre esta cuestión, de forma que ve-
mos una línea clara, insistente y coherente en su
pensamiento y magisterio.
Es importante considerar que su magisterio
actual, referido específicamente a la oración, no
nace de la nada. Es evidente que en Francisco hay
una evolución y que esta se desarrolla sin grandes
sobresaltos.

16
Primera Parte
Conocer a Bergoglio
para comprender a Francisco

Tenemos la suerte que poder conocer a este


Papa en muchas de sus dimensiones, pues su mi-
nisterio está siendo narrado y difundido al de-
talle por los medios de comunicación, día a día,
desde que comenzó su pontificado. En Italia hay
incluso un programa diario en la TV de la Con-
ferencia Episcopal que se titula Il giornale di papa
Francesco (El diario del papa Francisco).
Sabemos mucho de su biografía. Varios pe-
riodistas nos la han contado con pelos y seña-
les5. Hay también estudios que han examinado
la antropología del magisterio de Francisco, su
eclesiología, su pneumatología, las influencias in-
telectuales que le han configurado; se ha escrito
sobre sus gestos, sus actitudes… y sobre muchas
otras dimensiones de su vida y doctrina. Auto-

5
Destaco como más completo y mejor trabajo el libro bio-
gráfico escrito por la periodista italo-argentina Elisabetta
Piqué, corresponsal en el Vaticano del diario argentino La
Nación, que apareció bajo el título: Francisco, vida y revo-
lución (Planeta, 2013) y que, posteriormente, fue llevado
al cine por el director Beda Docampo Feijóo en el film:
Francisco, el padre Jorge (2015).

17
res como Massimo Borghesi, Antonio Spadaro,
Dominique Wolton, Chris Lowney, Victor Fer-
nández, Austen Ivereigh, Diego Fares, José Luis
Narvaja (sobrino de Bergoglio), entre otros, nos
han ayudado a comprender mejor al Francisco de
hoy mirando al Bergoglio de ayer.
El mismo, pero no lo mismo
A comienzos de su pontificado, tres meses
después de haber sido elegido Papa, Francisco
respondía una carta a su amigo Enrique Martí-
nez, sacerdote de la diócesis de La Rioja en Ar-
gentina, en la que le decía lo siguiente:
«Yo estoy bien y no he perdido la paz frente a un
hecho totalmente sorpresivo, y esto lo considero
un don de Dios. Procuro tener el mismo modo
de ser y de actuar que tenía en Buenos Aires, por-
que, si a mi edad cambio, lo más seguro es que
haga el ridículo».
Es evidente que mucho de lo que vemos en
el actual pontificado y en la persona de Francis-
co, no es nuevo, ni mucho menos improvisado.
Francisco es el mismo de siempre, aunque no sea
lo mismo de siempre. En la exhortación Chris-
tus vivit, dirigida a los jóvenes, el Papa hace una
confesión de cómo durante esta nueva etapa de
su vida –el pontificado– ha recibido, no obstan-
te, algunos frutos nuevos de Gracia, sintiéndose
bendecido por la gracia especial de «ampliar hori-

18
zontes y ser bendecido con el regalo de una nueva
juventud» (ChV 160).
Ahora es el Papa, pero en su trayectoria vital
hay una maduración, una continuidad, como he-
mos dicho, sin saltos espectaculares. Lo mismo
le sucedió antes, cuando muchos decían de él en
Buenos Aires que el cardenal Bergoglio era «el
padre Jorge».
Buceando en su biografía y en sus escritos,
extraigo a continuación algunas claves de su ex-
periencia vital que nos pueden ayudar a conocer
más a Francisco en su propia maduración. Aun-
que muchas de ellas son conocidas, examinarlas
aquí nos puede ayudar a comprender mejor las
raíces de su espiritualidad y de su doctrina sobre
la oración.
El nieto de su abuela Rosa
Le preguntaron a Francisco en una entrevis-
ta: «¿Qué salvaría usted en caso de incendio?».
Francisco contestó: «Salvaría el breviario y la
agenda. En la agenda tengo todos los contactos
y quehaceres; el breviario es lo primero que abro
por la mañana y lo último que cierro antes de
acostarme. Además, ahí llevo el testamento de mi
abuela»6.

6
F. Ambrogetti-S. Rubin, El Jesuita. Conversaciones con
el cardenal J. M. Bergoglio, Vergara, Buenos Aires 2010, p.
124.

19
Uno de los párrafos de ese testamento dice lo
siguiente:
«Que mis nietos, a los cuales entregué lo mejor
de mi corazón, tengan una vida larga y feliz, pero
si algún día el dolor, la enfermedad o la pérdida
de una persona amada los llenan de desconsue-
lo, recuerden que un suspiro ante el Tabernáculo
(Santísimo), donde está el mártir más grande y
augusto, y una mirada a María al pie de la cruz,
pueden hacer caer una gota de bálsamo sobre las
heridas más profundas y dolorosas».
Francisco ha dicho que fue su abuela Rosa la
que le enseñó a rezar y la persona que más influ-
yó en su vida. De su abuela, sin duda, Francisco
aprendió a valorar la fe como dimensión central
de su persona y a comprender la oración como
algo muy unido a la vida, especialmente, como
aquello que nos ayuda a vivir confiando en Dios,
incluso en la dificultad. La abuela Rosa, que tuvo
que emigrar del Piamonte italiano a la Argentina,
sabía que la única manera de superar las inhe-
rentes dificultades que estaban experimentando
como emigrantes era aferrarse a la fe en Dios.
Esta fe probada es la que transmitió a su nieto
Jorge7.
Francisco es también, desde joven, un hombre
de una fe profunda y probada. Vemos un ejemplo
7
Cf. R. Appendino-G. Libert, Nonna Rosa. La roccia della
Langhe. Desde Cortemilia a Argentina, Librería Editrice Va-
ticana (LEV), Ciudad del Vaticano 2018.

20
de ello en el episodio de enfermedad que tuvo en
su juventud y que lo llevó al borde de la muerte.
Esa enfermedad incluso frustró su marcha como
misionero a Japón, tal y como él soñaba. La fe
le ayudó a crecer y a aceptar la dificultad. A lo
largo de su vida como provincial, como obispo
y también como cardenal no le faltaron pruebas.
También hoy, como Papa, es así. Somos testigos
de las múltiples dificultades, de dentro y de fue-
ra, que Francisco está viviendo en su ministerio.
Hay, además, otra nota de su espiritualidad
que también le viene a Francisco de su abuela
Rosa: la devoción a la Virgen María. Desde niño
la abuela le enseñó a rezar el rosario y a acogerse
bajo su manto en los momentos de dificultad.
Francisco recibió esta piedad mariana, sin duda,
como herencia de su abuela. «El rosario es la ora-
ción que acompaña siempre mi vida; también es
la oración de los sencillos y de los santos... es la
oración de mi corazón»8.
Es conocido también que Bergoglio, al volver
de sus estudios doctorales en Alemania, introdu-
jo en Argentina la devoción a María Desatanu-
dos. Ahora, siendo ya Papa, no es extraño ver que
siempre saluda a la Virgen antes y después de rea-
lizar un viaje pastoral, yendo a rezar a la capilla
de Santa María la Mayor. También lo hace a su
regreso. «Siempre, en cada viaje, pido ayuda a la

8
Francisco (@Pontifex_es), tuit del 7 de octubre de 2016.

21
virgen para que sea Ella quien hable y actúe. Con
Ella viajo seguro», ha dicho Francisco9.
La devoción a María es parte de esa piedad
popular que Francisco estima como fuerza evan-
gelizadora y vive personalmente. En una carta
escrita a los sacerdotes, con motivo del 160º ani-
versario de la muerte del cura de Ars hacía Fran-
cisco esta confesión:
«Cada vez que voy a un santuario mariano, me
gusta ‘ganar’ tiempo mirando y dejándome mirar
por la Madre, pidiéndole la confianza del niño, del
pobre y del sencillo que sabe que ahí está su Madre
y que puede mendigar un lugar en su regazo. Y en
ese estar mirándola, escuchar una vez más, como el
indio Juan Diego: ‘¿Qué hay, hijo mío, el más pe-
queño?, ¿qué entristece tu corazón? ¿Acaso no estoy
yo aquí, que soy tu madre?»10.
Incluso en la Liturgia, Francisco ha dejado su
huella introduciendo la memoria obligatoria de
María, Madre de la Iglesia, el lunes posterior al
domingo de Pentecostés.

9
Rueda de prensa en el vuelo de regreso de Mozambique,
Madagascar, Isla Mauricio, 10 de septiembre de 2019.
10
Francisco, A mis hermanos presbíteros. Carta a los sa-
cerdotes en el 160 aniversario de la muerte del cura de Ars.
(4 de agosto de 2019), Publicaciones Claretianas, Madrid
2019, p. 27.

22
«Miserando atque eligendo»
Esta frase de Beda el Venerable no es un lema
al azar que tomó hace ya muchos años Francisco
como lema episcopal. En ella se recoge la expe-
riencia vital del encuentro con Jesús que Francis-
co sintió siendo joven. Lo ha contado muchas ve-
ces. Profundizando en lo que le sucedió aquel día
de su juventud en que se fue a confesar, con 17
años, Francisco ha dicho que él se siente identifi-
cado con la figura de Mateo, tal y como aparece
plasmado en el famoso cuadro de Caravaggio que
está en la iglesia de San Luis de los Franceses en
Roma, que tantas veces visitó y ante el que tantas
veces oró. Él se sintió, como Mateo11, como ese
joven que estaba, como aparece en el cuadro, al
fondo de la escena con la cabeza gacha, contando
las monedas, enredado en su vida. El Señor le
mira con misericordia y, a pesar de su pecado, lo
llama a dejarlo todo y a seguirle.
Francisco, desde joven, tiene muy viva la ex-
periencia de que, aun siendo pecador, el Señor,
desde su infinita misericordia, le ama y le llama.
Él ha dicho que se sintió «misericordiado» por
Jesús. Es la experiencia fuerte de encuentro con
Jesús de la que nace todo y que se mantiene muy
viva en él. «Dios nunca se cansa de perdonar. El

11
Entrevista de Antonio Spadaro el 19 de agosto de 2013,
publicada simultáneamente en 16 revistas de la Compañía
de Jesús.

23
problema es que nosotros nos cansamos de pedir
perdón»12. Esa Misericordia es una clave herme-
néutica importante que se echa de ver en el talan-
te de Francisco como pastor. Todo nace de esta
convicción profunda. Es la conciencia viva de ser
un pecador perdonado, invitado a testimoniar la
compasión del Señor.
Cuando aceptó ser Papa, así lo dijo también
en el Cónclave: «No sabéis qué habéis hecho. Soy
un pecador, pero… por la Misericordia de Dios,
acepto». Solo desde un corazón que mantiene
vivo este encuentro y esta experiencia vital se
comprende ese párrafo magistral de la Evangelii
gaudium en el que Francisco nos exhorta a vivir
esta experiencia y nos transmite su testimonio
personal más vivo.
«Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y
situación en que se encuentre, a renovar ahora
mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al
menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar
por Él, de intentarlo cada día sin descanso.
[…] Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y
cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús,
descubre que Él ya esperaba su llegada con los
brazos abiertos. Éste es el momento para decirle
a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de
mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy
otra vez para renovar mi alianza contigo. Te ne-
cesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame

12
Francisco, Angelus, 17 de marzo de 2013.

24
una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos
hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos
perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa
nunca de perdonar, somos nosotros los que nos
cansamos de acudir a su misericordia (…)»13.
Así entiende Francisco a Dios: un Dios pro-
fundamente misericordioso. Es el Deus Semper
primus que nos primerea, «como la vara florecida
del almendro a la primavera»14 y, a su vez, el Deus
semper maior, cuyo amor nos supera y va siempre
más allá, tal y como subraya la tradición jesuítica.
El Jesuita
Es también el título de un libro en forma de
entrevista, fruto de numerosos encuentros, que
publicaron Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin
en el año 2010. En ese título se capta, sin duda,
lo que más define a Francisco: su ser Jesuita. El
P. Jorge, Mons. Bergoglio, ahora papa Francisco,
desde su juventud está «marcado a fuego» por la
formación y por la espiritualidad recibidas en la
Compañía de Jesús.
En el noviciado de Jorge Mario Bergoglio,
las prácticas de piedad y las lectura espirituales
fueron algo importante en la formación de aque-
llos jóvenes jesuitas. Su generación fue educada

13
Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium,
n. 3.
14
J. M. Bergoglio, Reflexiones en Esperanza, Diego de To-
rres, Buenos Aires 1992, p. 205.

25
de una forma especialmente austera y exigente.
Según parece, calaron hondo en él, entre otros,
los sermones sobre la humildad de Doroteo de
Gaza. Escritos de Bergoglio como La acusación
de sí mismo, por ejemplo, así nos lo hacen ver15.
Francisco lo tiene claro: solo desde la humil­dad
podemos situarnos correctamente ante Dios16.
Francisco es un hombre que ha aprendido la hu-
mildad, la ha experimentado desde la dificultad y
la ha trabajado en su oración.
Francisco es un hombre «trabajado en la hu-
mildad» y la muestra en su relación, exquisita-
mente respetuosa hasta el detalle con cualquiera.
El Papa manifiesta una ternura especial, sobre
todo hacia los más pequeños17. Cualquier grafó-
logo que estudiara la caligrafía del papa Francis-
co vería que, incluso en su letra microscópica, se
proyecta esta humildad. En relación con esto, al
inicio de sus últimas catequesis sobre la oración
y los comentarios al Padrenuestro, a caballo entre
2018 y 2019, Francisco decía así:
«El primer paso para rezar es ser humildes, ir
donde el Padre y decir: “Mírame, soy pecador,
soy débil, soy malo”, cada uno sabe lo que tiene

15
J. M. Bergoglio, La acusación de sí mismo, Publicacio-
nes Claretianas, Madrid 2013.
16
Cf. Francisco, Homilía en Santa Marta, 3 de diciembre
de 2019.
17
Cf. E. Fernández, Francisco, el Papa de la ternura, Pla-
neta, Madrid 2019.

26
que decir. Pero se empieza siempre con la hu-
mildad, y el Señor escucha. La oración humilde
siempre es escuchada por el Señor»18.
Francisco está convencido de que la humildad
es indispensable para que no se arruinen las me-
jores obras. Esto le viene de su formación jesuí-
tica.
Pero como jesuita, sin duda los Ejercicios Es-
pirituales de san Ignacio son la fuente de su es-
piritualidad más profunda. Francisco profundizó
mucho en ellos y llegó a convertirse en un gran
predicador o director de Ejercicios (por ejem-
plo, a los obispos españoles, 200619). Cuestiones
como «El Principio y Fundamento» de los Ejer-
cicios le han enseñado a Francisco a situarse ante
Dios correctamente, como criatura ante el Crea-
dor, como «oyente de la Palabra» (K. Rahner). La
contemplación de la vida de Jesús le ha enseñado
a contrastar su propia vida y a buscar siempre un
más (magis) de configuración con Cristo, desde
el discernimiento de espíritus, entre consolacio-
nes y desolaciones, como dice la propia Fórmula
de la Compañía: «examinando el Espíritu que lo
mueve y auxilia».

18
Francisco, Señor, enséñanos a orar. Catequesis sobre el Pa-
drenuestro, Publicaciones Claretianas, Madrid 2019, p. 12.
19
J. M. Bergoglio, «En Él solo la esperanza». Ejercicios es-
pirituales predicados a los obispos españoles en 2006, BAC,
Madrid 2013.

27
En la Compañía de Jesús aprendió también
que el cristiano ha de vivir en actitud de comba-
te espiritual constante contra todo aquello que
lo quiere apartar de Cristo. No es extraño haber
leído en Gaudete et exsultate al papa Francisco ha-
blar del Maligno como de «ese ser personal» (GE
160) que todo lo desbarata y bajo cuya bandera
nunca se puede uno situar. El himno de san Igna-
cio, que tantas veces ha cantado Francisco desde
joven, habla también de todo esto. La vida cris-
tiana y la vida espiritual son un combate cons-
tante en el que solo bajo la bandera de Cristo se
puede salir triunfante y en el que cada hijo de
san Ignacio se siente «soldado de Dios» para «ser-
vir solo al Señor y a su esposa la Iglesia», como
continúa diciendo la Fórmula, «según pareciere
conveniente para la gloria de Dios (ad maiorem
dei gloriam) y para el bien común».
Todo esto está en el trasfondo de la espiritua-
lidad de Francisco. Es un hombre que conoce
bien la espiritualidad jesuítica. Basta leer alguno
de sus libros en el que explica en qué consiste ser
jesuita20, o escuchar la master class sobre espiri-
tualidad ignaciana y discernimiento que les dio
a sus hermanos jesuitas reunidos en la 36ª Con-
gregación General de la Compañía, en octubre
de 2016.

20
J. M. Bergoglio, Reflexiones espirituales sobre la vida
apostólica, Sal Terrae, Santander 2013.

28
«El que ora mucho por su pueblo»
Otra de las claves de la espiritualidad de
Francisco es la que le viene de su vida como pas-
tor. «Este es el que ama a sus hermanos, el que
ora mucho por su pueblo», es una frase bíblica
(2Mac 15,14) que rezamos en el responsorio de
las II Vísperas del Común de Pastores. Francisco
aprendió a ser pastor en Buenos Aires. Abraza a
las viejitas, besa a los pobres, a los enfermos, a
las personas con discapacidad, vemos cómo visita
a cualquiera, atiende o llama a las personas más
sencillas…
Desde su tiempo como provincial y como
pastor en Buenos Aires, no dejó de pedir cons-
tantemente a los curas que estuvieran disponibles
para el pueblo, que se mantuvieran abiertos a la
escucha y al diálogo, que no fueran funcionarios
de lo sagrado ni jueces implacables. Que cono-
cieran a la gente. El pastor tiene que conocer a su
pueblo. Así lo hacía él también, predicando con
el ejemplo. Alguno ha apuntado que a Francisco
le brillan especialmente los ojos cuando dice la
expresión «santo pueblo fiel de Dios»21.
Escribía Bergoglio en el año 92: «Estoy con-
vencido de que Dios se liga a la historia y asegura

21
G. Carriquiry, «La teología del Pueblo en el magisterio
pastoral del papa Francisco», en el Congreso Rediscovering
Pope Francis, Milwaukee, USA. Consultar en: https://bit.
ly/2XvLEtW (acceso: 12.07.19).

29
su presencia en medio del pueblo»22. El pueblo,
para Francisco, es el santo pueblo fiel de Dios.
Un lugar teológico, de hondo calado espiritual,
en el que Dios también habla y se manifiesta. La
oración del pastor siempre ha de estar unida a
su pueblo, escuchándolo, intercediendo por él,
dejándose ayudar por él. Hay que saber escuchar
sus demandas y leer también en ese libro, más
allá de preconceptos o de toda ideología23. Así
lo dijo Francisco a los sacerdotes en uno de sus
discursos:
«De la misma manera que escuchamos a nues-
tro Padre es como escuchamos al pueblo fiel de
Dios. Pasar sin escuchar el dolor de la gente, sin
enraizarnos en sus vidas, es como escuchar la
Palabra de Dios sin dejar que eche raíces y sea
fecunda»24.
Así decía también a los jesuitas de Rumanía:
«El pueblo de Dios tiene un sentido, el sensus fi-
dei que te corrige la línea y te pone en el recto
camino. La oración del pastor siempre ha de estar
unida a su pueblo. Escuchándolo, intercediendo

22
J. M. Bergoglio, Reflexiones en Esperanza, Diego de To-
rres, Buenos Aires 1992, p. 210.
23
Véase la obra de J. C. Scannone, La teología del pueblo.
Raíces teológicas del papa Francisco, Sal Terrae, Santander
2015.
24
Francisco, Discurso a los sacerdotes, religiosos y seminaris-
tas, Sta. Cruz de la Sierra-Bolivia, 9 de julio de 2015.

30
por él, dejándose ayudar por él»25. Ser «parte» de
este santo pueblo fiel de Dios, aun como pastor y
como Papa, es importante en la espiritualidad y
en la oración de Francisco.
Francisco, hombre de oración
Francisco es tan clásico como intenso en su
manera de orar. Él ha comentado en algunas en-
trevistas cómo reza. Se levanta temprano, a las
4 y media de la mañana, sin despertador, y lo
primero que hace, tras asearse y vestirse, es ir a
su capilla personal y ponerse ante Dios, ante el
crucifijo y el sagrario. Ahí reza Laudes y el Oficio
divino, como enseña la Fórmula de la Compañía,
en particular, sin coro26, como lo hizo siempre.
Así se siente unido a toda la Iglesia que ora.
Tiene una pequeña capilla al lado de su ha-
bitación, en la segunda planta de Santa Marta,
al lado de la habitación 201, contigua a la suya,
donde residía durante el cónclave y en la que,
bromea él, «habita el Espíritu Santo». Su medi-
tación la hace ante el crucifijo y ante el sagra-
rio, Tabernáculo lo llama él, como lo llamaba su
abuela Rosa.

25
Francisco, Encuentro con los jesuitas en el viaje apostólico
a Rumanía, 31 de mayo de 2019.
26
Fórmula del Instituto aprobada y confirmada por el papa
Julio III mediante la bula Exposcit debitum, 21 de julio de
1550, n. 5.

31
Después de un buen rato, vuelve sobre las lec-
turas de la Liturgia de la Palabra del día, que la
tarde anterior ha leído y ha orado, para ultimar
así, mentalmente, la homilía que de seguido va a
predicar en la misa. La Biblia, sin duda, es muy
importante en la oración del papa Francisco27. A
las siete baja a celebrar la Eucaristía. Una Euca-
ristía sencilla, austera, como la que se puede ce-
lebrar cualquier día en la misa de diario de una
pequeña parroquia o en cualquier comunidad re-
ligiosa. En su minimalismo, soy testigo de que el
clima de oración y fervor es sobrecogedor.
Tras la Eucaristía, Francisco se sienta con el
pueblo cinco minutos para orar y ofrecer el día al
Señor. La mañana la dedica a despachar asuntos
y a recibir citas en el palacio apostólico. En torno
al medio día, Francisco lee y medita un rato la
Liturgia de la Palabra del día siguiente, subrayan-
do ideas y rezándolas, dejando que la sabiduría
de la Escritura le ayude a extraer lo esencial que
quiere predicar a los demás28. Después deja que a
lo largo del día esa Palabra vaya madurando, en-
contrando sus ecos. Antes de comer, el Papa de-

27
«Cuando rezo, uso siempre la Biblia. Y la paz crece» (Co-
loquio con los superiores generales en febrero de 2017,
transcrito y publicado en La Civiltà Cattolica 4000 [2017]
por A. Spadaro).
28
Cf. J. M. Bergoglio, En tus ojos está mi palabra. Homi-
lías y discursos de Buenos Aires (1999-2013), Publicaciones
Claretianas, Madrid 2018, p. 17.

32
dica unos minutos, siquiera mentalmente, para
realizar el Examen, tal y como él lo aprendió en la
Compañía. Nos lo ha recomendado a todos en la
exhortación Gaudete et exsultate (GE 169).
Francisco se echa la siesta. Cuarenta minu-
tos. Después, por la tarde, a veces recibe visitas,
otras veces lee o escribe en su cuarto, despachan-
do cuestiones que le prepara su secretario, reza
vísperas. Sigue rumiando la Palabra de Dios. En
caso de que lo meditado sobre la Palabra no le
deje ideas claras, lo «deja dormir».
Francisco nos ha dicho: «Lo que de verdad
prefiero es la adoración de la tarde […]. Por la
tarde, entre las siete y las ocho estoy ante el San-
tísimo durante una hora en oración. Pero tam-
bién rezo mentalmente cuando espero al dentista
o en otros momentos del día»29. Después vendrá
la cena y, después de cenar y de tener un tiempe-
cito de relax o conversación en el comedor, sube
de nuevo a su habitación, lee un rato y, antes de
acostarse, abre de nuevo el breviario para rezar las
Completas, dedicando otro rato al Examen, tal y
como lo propone la Liturgia de esta Hora.
Toda similitud con la jornada tipo en la vida
de Jesús que se describe en el capítulo primero
del evangelio de Marcos (Mc 1,21-39) es mera
casualidad. O quizá no. Lo cierto es que Francis-
29
Entrevista con el P. Spadaro en La Civiltà Cattolica III,
2013, 476-477.

33
co imita ese rasgo orante de Jesús. Es un hombre
«rezador» de verdad, preocupado por vivir co-
nectado a la fuente, por contemplar, por meditar,
por discernir.
Se ha dicho de él que no toma las decisiones
en el despacho, sino que las toma en la capilla30.
No tiene planes demasiado preconcebidos, sino
que vive en constante discernimiento. Santa
Marta es el corazón del pontificado31. Es el sanc-
ta sanctorum, el lugar donde Francisco reza, lee,
escribe, prepara homilías y discursos, vuelve a
rezar, discierne, recibe gente e incluso, algunos
días, escucha un poco de música, preferiblemen-
te Wagner.
Francisco reza con disciplina ascética y, ade-
más, le sale de natural vivir en la presencia de
Dios aun en medio de tanta actividad. Francisco
es, sin duda, un contemplatibus in actione (con-
templativo en la acción). Un hombre de Dios
que hace vida claramente esa dimensión tan im-
portante del carisma de san Ignacio de Loyola.

30
J. M. Poirier-Lalanne, «Entrevista con Antonio Spa-
daro», La Nación. Consultar en: https://bit.ly/32AR2yS
(acceso: 12.07.19)
31
Cf. F. Prado, «Cinco años con Francisco», Semanario
Alfa y Omega 1064 (2018).

34
Segunda Parte
El Magisterio de Francisco
sobre la oración

En un discurso de su viaje a México en 2016,


Francisco se dirigía así a los sacerdotes, a los se-
minaristas y a las personas consagradas:
«Hay un dicho entre nosotros que dice así:
“Dime cómo rezas y te diré cómo vives, dime
cómo vives y te diré cómo rezas, porque mos-
trándome cómo rezas, aprenderé a descubrir
el Dios que vives y, mostrándome cómo vives,
aprenderé a creer en el Dios al que rezas”; por-
que nuestra vida habla de la oración y la oración
habla de nuestra vida. A rezar se aprende, como
aprendemos a caminar, a hablar, a escuchar. La
escuela de la oración es la escuela de la vida y en
la escuela de la vida es donde vamos haciendo la
escuela de la oración».
Francisco aprendió a orar, orando. El mundo
de hoy, decía Pablo VI en la Evangelii nuntian-
di, «escucha a los testigos antes que a los maes-
tros. O, si escucha a los maestros, es porque son
testigos» (cf. EN 41). Por eso Francisco puede
ser para nosotros un buen maestro de oración,
porque es un hombre orante, un testigo. Aquello
que dice Francisco sobre la oración no lo dice de

35
oídas. Lo dice porque lo vive. Vive como reza,
reza como vive. Además, no deja de animarnos
a todos en general, y a cada uno en particular, a
poner la oración en el centro de nuestra vida. El
Papa está convencido de que la vida de la Iglesia
y de la misión dependen, primariamente, de ello.
Francisco ha dicho que «debido a tanta acti-
vidad y proyectos que hay que llevar a cabo, casi
no nos queda tiempo y perdemos de vista lo fun-
damental: nuestra vida del corazón, nuestra vida
espiritual, nuestra vida que es encuentro con el
Señor en la oración»32. Necesitamos orar, pues
necesitamos afrontar la vida unidos a Dios. Así
lo vive Francisco, consciente de que «estar unidos
a Jesús confiere profundidad a la vocación cristia-
na»33 y convencido de que la propia vida «cambia
en relación con la oración»34.
La oración, aliento del alma
Al hablar de la oración, Francisco establece
una comparación sencilla y sugerente para refe-
rirse a la necesidad y la importancia que tiene en
la vida de los creyentes. Así como el cuerpo hu-

32
Francisco, La santa misa explicada a los creyentes. Ca-
tequesis sobre la Eucaristía, Publicaciones Claretianas, Ma-
drid 2018, p. 18.
33
Francisco, Homilía en las vísperas de la Asunción, 11 de
julio de 2015.
34
Francisco, A un grupo de jóvenes de la diócesis de Greno-
ble-Vienne, 17 de septiembre de 2018.

36
mano tiene algunas funciones esenciales, como
son el latido del corazón y la respiración, Fran-
cisco dice que le gusta «imaginar que la oración
personal y comunitaria de nosotros, cristianos, es
la respiración, el latido del corazón de la Iglesia,
que infunde su propia fuerza en el servicio de
quien trabaja, de quien estudia, de quien enseña
[…] que da esperanza a la tenacidad de quien
combate la injusticia»35.
Sin duda, la oración es, para Francisco, el
aliento del alma. Es como el latido del corazón o
el aire que respiramos. «No siempre somos cons-
cientes de que respiramos, pero no podemos de-
jar de respirar»36.
«La respiración no siempre es igual, sino que a
veces es tranquila, otra veces fatigada, a veces
acelerada e incluso, en ocasiones, parece que fal-
ta el aire; a veces, sin embargo, sobre todo en
lugares no contaminados como son el mar o la
montaña, respirar es realmente un placer. ¡Cuán-
tas veces un poco de aire limpio nos hace reno-
varnos, desde distintos puntos de vista!»37.
Es una insistencia que nos hace a todos los
miembros de la Iglesia. Así les decía a los obis-
pos, por ejemplo, en una visita pastoral a Milán:
«¿Cuál es el carisma más importante de un obis-
35
Francisco, La preghiera. Il respiro della vita nuova, LEV,
Ciudad del Vaticano 2019, p. 192.
36
Ibídem.
37
Ibídem, p. 193.

37
po? La oración. ¿Cuál es la tarea de un obispo, la
primera tarea? La oración. La segunda, el anun-
cio de la Palabra»38. También les dijo: «La oración
en la vida del obispo es la linfa vital que pasa a
través de la vida y sin la cual el grano se pudre
haciéndose infecundo»39.
Hablando a los obispos sobre la necesaria cer-
canía que se ha de mostrar para con los demás, les
decía lo siguiente:
«No se puede comunicar la cercanía de Dios sin
tener experiencia de ella, sin experimentarla cada
día, sin dejarse contagiar por su ternura. Cada
día, sin ahorrar tiempo, debemos estar frente a
Jesús, llevarle las personas, las situaciones, como
canales siempre abiertos entre Él y nuestro pue-
blo»40.
También a los sacerdotes les ha dicho: «No
podremos vivir el ministerio con alegría sin vivir
momentos de oración personal cara a cara con el
Señor, hablando, conversando con Él de aquello
que estoy viviendo. […] Sin el diálogo con el Se-
ñor, no puedes ir hacia delante»41.

38
Francisco, Encuentro con los sacerdotes y las personas con-
sagradas, Visita pastoral a Milán, 25 de marzo de 2017.
39
Francisco, A los obispos de Colombia, Bogotá, 7 de sep-
tiembre de 2017.
40
Francisco, Encuentro con los nuevos obispos. Sala clemen-
tina, 12 de septiembre de 2019.
41
Francisco, Encuentro con los párrocos de Roma, 15 de
febrero de 2018.

38
A los seminaristas, futuros sacerdotes, les de-
cía ya en el año 2013: «El sacerdote encuentra
en la oración la luz y la fuerza de su acción. En
efecto, nuestra misión pierde su fecundidad, e in-
cluso se apaga, en el mismo momento en que se
interrumpe la conexión con la Fuente, con el Se-
ñor. Sin la relación constante con Dios, la misión
se convierte en función»42.
La oración es un encuentro. «No siempre con
palabras –dirá Francisco–, pero siempre es un
encuentro»43. Por eso ha dicho a los sacerdotes
que «no se puede ejercer bien el ministerio si no
se vive en unión con Cristo. Sin Él no podemos
hacer nada»44. También a la vida consagrada le
ha dicho en diversas ocasiones que «el meollo de
la vida consagrada es la oración»45, advirtiéndola
también de que: «la oración es el aire que nos
hace renovar la llamada. Un aire sin el que no
podríamos ser buenos consagrados»46.

42
Francisco, Encuentro con los seminaristas, novicios y no-
vicias, Sala Pablo VI, 6 de julio de 2013.
43
Francisco, La preghiera. Il respiro della vita nuova, LEV,
Ciudad del Vaticano 2019, p. 195.
44
Francisco, Encuentro con los seminaristas del Pontificio
Seminario sardo, 17 de febrero de 2018.
45
Francisco, Homilía en el día de la Vida Consagrada, Ba-
sílica Vaticana, 2 de febrero de 2016.
46
Francisco, Discurso en el congreso organizado por la Con-
gregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Socieda-
des de Vida Apostólica, Aula Pablo VI, 4 de mayo del 2018.

39
Verdaderamente, como ha dicho Francisco,
«la oración nos libera del lastre de la mundani-
dad, nos enseña a vivir de modo alegre, a mante-
nernos lejos de la superficialidad en un ejercicio
de auténtica libertad. En la oración crecemos en
libertad, aprendemos a ser libres. La oración nos
libra de la tendencia a centrarnos en nosotros
mismos, escondidos en una experiencia religiosa
vacía, y nos lleva con docilidad en las manos de
Dios para cumplir su voluntad y corresponder a
su proyecto de salvación»47.
Además, «cuando la oración es verdadera
–dice Francisco– nos hacemos más disponibles al
Espíritu Santo que, como un gran artista, restau-
ra en cada uno de nosotros la semejanza con Jesús
[…] hace madurar en nosotros “sus mismos sen-
timientos” (Flp 2,5), la mentalidad y la mirada
de Jesús»48. «Cada uno de nosotros en su oración
puede hacerse más semejante a Jesús»49. De ahí
la importancia de la vida interior y de cultivar la
amistad con el Señor.
En la exhortación Christus vivit, en la que se
dirige especialmente a los jóvenes, Francisco les

47
Francisco, Discurso a los sacerdotes, consagrados y consa-
gradas, seminaristas y familiares, Medellín, 9 de septiembre
de 2017.
48
Francisco, La preghiera. Il respiro della vita nuova, LEV,
Ciudad del Vaticano 2019, p. 196.
49
Francisco, Homilía en las vísperas de la Asunción, 11 de
julio de 2015.

40
dedica unos números muy interesantes sobre la
importancia de la oración y la amistad con Cris-
to, recordándoles que, «por más que vivas y ex-
perimentes, no llegarás al fondo de la juventud,
no conocerás la verdadera plenitud de ser joven,
si no encuentras cada día al gran Amigo, si no
vives en amistad con Jesucristo» (ChV 150). La
oración, les recuerda Francisco, «permite que lo
conozcamos cada vez mejor, entremos en su es-
pesura y crezcamos en una unión siempre más
fuerte» (ChV 155).
Partiendo de este papel fundamental que la
oración juega en la vida de los cristianos, quisie-
ra, seguidamente, ofrecer una síntesis de lo que
son los núcleos de la doctrina del papa Francisco
sobre la cuestión. Son temas en los que Francisco
insiste en sus múltiples y dispersos textos e inter-
venciones. Evidentemente, el estilo de Francisco
no es el del teólogo que aborda de manera técnica
cuestiones teóricas sobre la oración, sino el del
pastor que ofrece pautas a los creyentes. En el
Papa encontramos una concepción clásica y tra-
dicional sobre la oración cristiana, su lógica y sus
exigencias. En Francisco sucede con este tema lo
que con otros: cuando lo lees o lo escuchas, lo
viejo suena a nuevo. Francisco tiene el don genial
de hacer que suene como novedad lo que es tra-
dicional o, mejor dicho, clásico50.
50
J. M. Bergoglio, Reflexiones en Esperanza, Diego de To-
rres, Buenos Aires 1992. pp. 212-213.

41
«Solo tú eres Santo»

Lo primero que encontramos en Francisco


sobre la oración, cuando leemos sus escritos, es
una claridad meridiana sobre lo que es y ha de
ser siempre la oración cristiana. Se trata, dice él,
de un diálogo, de una relación personal entre el
hombre y Dios. Una relación entre dos libertades.
Corresponde esto a la propia estructura dialogal
de la fe y de la antropología cristiana. Sin duda,
su raíz ignaciana le ha ayudado a profundizar en
la idea clásica de lo «sobrenatural» que aparece en
los Ejercicios Espirituales. El hombre es criatura
que está ante su creador y que, en la comunión
con Él, encuentra su meta y su destino.
«¿Qué es verdaderamente la oración? Es, sobre
todo, diálogo, relación personal con Dios. El hom-
bre ha sido creado como un ser en relación per-
sonal con Dios que encuentra su plena realización
solamente en el encuentro con su Creador»51.
Francisco subraya esta cuestión claramente en
muchos de sus discursos. Hay una distancia radi-
cal entre ambas realidades: Dios y el hombre. Al
comentar el Padrenuestro en sus catequesis, Fran-
cisco dice que la frase que estás en los cielos no
quiere expresar distancia en el sentido de lejanía,
sino más bien «una diferencia radical de amor».

51
Francisco, Audiencia general, 15 de noviembre de 2017.

42
Comentaba Francisco hace años en uno de sus
escritos52:
«A veces pregunto: ¿a quién le reza usted? Y no es
difícil encontrarse con la respuesta: “A Dios”…
Por supuesto que la mayoría de las veces, detrás
de esa palabra “Dios” está la figura del Padre o
del mismo Jesús... pero también existen perso-
nas que rezan a Dios como si rezaran a la esencia
divina. Y esto no es oración. La oración del cris-
tiano es fundamentalmente personal, un diálogo
de persona a persona».
No hay oración verdadera sin un yo delante
de un tú53. Para Francisco, Dios no es una ener-
gía cósmica impersonal. Tampoco se identifica
con el yo profundo con el que uno trataría de
conectar a través del silencio y la concentración.
«La oración cristiana es, sobre todo, un dejar lu-
gar a Dios dejando que manifieste su santidad
en nosotros y haciendo avanzar su Reino a partir
de la posibilidad de ejercitar su señorío de amor
en nuestra vida. […] La oración es el primero y
principal instrumento de trabajo en nuestras ma-

52
Francisco, Mente abierta, corazón creyente, Publicacio-
nes Claretianas, Madrid 2013, p. 206.
53
Teóforo, el monje, decía con sentido del humor que,
«para un orante, la conciencia de que está ante Dios tiene
que ser tan fuerte y real como un dolor de dientes. En la
oración, Dios tiene que ser más que lo inefable sin rostro:
tiene que ser un tú» (citado en: Mons. José Tolentino
de Mendonça, «Cuando la oración se vuelve vital», Vida
Religiosa 1 [2019] 29).

43
nos. Insistirle a Dios no sirve para convencerlo,
sino para robustecer nuestra fe y nuestra pacien-
cia, esto es, nuestra capacidad de luchar junto a
Dios por las cosas realmente importantes y nece-
sarias. En la oración somos dos: Dios y yo, que
luchamos juntos por las cosas importantes»54.
El Papa resalta la alteridad divina. No está
centrada en el yo, no es intimista, sino que está,
sobre todo, abierta al tú trascendente de Dios.
Precisamente, en otra de las catequesis sobre
el Padrenuestro55, Francisco nos hace caer en la
cuenta de cómo en la oración que Jesús mismo
nos enseñó no aparece ni una sola vez la palabra
«yo». Aparecen el tú y el nosotros, pero nunca el
«yo». A Dios todo se lo debemos. Él nos prece-
de en amor, en gracia. No podemos comprar su
amor ni su favor. Todo nos lo da gratis, inmere-
cidamente. Frente a toda sutil tentación de pela-
gianismo, que cree poder comprar a Dios, en la
intimidad del diálogo con Dios descubrimos que
Él es pura Gracia.
En relación con esta alteridad aparece el tema
de la adoración como cuestión nuclear en la doc-
trina de Francisco sobre la oración. A esta alteri-
dad trascendente la adoramos. Nos movemos en
esa alteridad descrita, que hace que nos situemos

54
Francisco Angelus, 24 de julio de 2016.
55
Francisco, «Señor, enséñanos a orar». Catequesis sobre el
Padrenuestro, Publicaciones Claretianas, Madrid 2019, p.
36.

44
ante Dios como lo que somos, criaturas, conce-
diendo a Dios el lugar que le corresponde. «Eso
es rezar», dice Francisco, «mirar a Dios y dejarse
mirar por Dios»56.
La adoración, dice Francisco, es más que si-
tuarse ante el Santísimo en el Sagrario.
«Solemos usar la oración de petición, la de ac-
ción de gracias, a veces la alabanza… pero la ado-
ración es algo que te desnuda y te presenta ante
el Señor tal cual eres. Adorar es decir: Tú eres
grande, yo no soy nada. Es estar en la presencia
de Dios así […] La adoración nos ayuda, sobre
todo, a ubicarnos correctamente ante Dios y de-
cirle: Tú solo eres santo, tú solo Señor, tú solo
altísimo Jesucristo»57.
«La adoración –decía Francisco a unos jóve-
nes religiosos– nos despoja de todo narcisismo.
Decirle “Tú eres el Señor” es lo contrario del re-
flejarse propio del narcisismo»58.
«Esto es la adoración: ponerse ante el Señor con
respeto, con calma y en silencio, dándole a Él el
primer lugar, abandonándose confiados, para pe-
dirle después que su Espíritu venga a nosotros y

56
Ibídem, p. 35.
57
Francisco, La fuerza de la vocación. Una entrevista con
Fernando Prado, Publicaciones Claretianas, Madrid 2018,
p. 73.
58
Francisco, Discurso a los participantes en el Congreso
internacional de jóvenes consagrados, 17 de septiembre de
2015.

45
dejar que nuestras cosas vayan a Él. Así, también
las personas necesitadas, los problemas urgentes,
las situaciones difíciles y pesadas entran en la
adoración… El que adora, el que va a la Fuen-
te viva del amor solo puede permanecer, por así
decirlo, “contaminado”. Y empieza a compor-
tarse con los demás como el Señor hace con él:
se vuelve más misericordioso, más comprensivo,
más disponible, supera su rigidez y se abre a los
demás»59.
Orar es decir «Padre»
Hablar de la trascendencia es hablar de un tú.
Francisco tiene claro que ese tú que está al otro
lado en el diálogo con nosotros tiene rostro. Es
el Padre. Es el Hijo el que nos lo ha revelado.
En el hijo vemos el rostro visible del Dios invi-
sible, como dice san Pablo. Jesús, rompiendo el
enigma de un nombre impronunciable, nos ha
revelado su rostro y nos ha enseñado a llamar a
Dios, Padre. Más aún, a llamarlo cariñosa y fa-
miliarmente Abbá, Papá. Esto es algo nuclear y
también novedoso.
Podemos decir Abbá por el Espíritu que habi-
ta en nosotros. Lo hacemos «por medio del Espí-
ritu Santo», dice Francisco. Así es la estructura de
la revelación: «Oramos al Padre, en el Hijo, por

59
Francisco, Discurso a la familia vicenciana con motivo
del IV centenario de su fundación, Roma, 14 de octubre de
2017.

46
el Espíritu Santo». «El Espíritu es el que enseña
desde dentro, desde el corazón, cómo decir Padre
y cómo decir Nuestro haciendo la paz con todos
nuestros enemigos»60.
Podemos llamar así a Dios «porque es un Pa-
dre –dice Francisco– lleno de ternura». Así lo
sentimos en la oración, pues la oración cristiana,
tal y como nos la ha enseñado Jesús es, en defi-
nitiva, dice Francisco, un «ponerse en manos de
Dios con amor filial» (hermosa definición). En
una de sus catequesis sobre la Eucaristía, Fran-
cisco dice rotundamente: «Orar es saber decir
Padre. Si no soy capaz de llamar “Padre” a Dios,
entonces no soy capaz de rezar»61. Tenemos que
aprender a decir Padre, esto es, «a ponernos en su
presencia con confianza de hijos»62.
Las catequesis de Francisco sobre el Padre-
nuestro son, verdaderamente, excepcionales63.
Jesús nos ha enseñado a orar con esas palabras.
Francisco nos las va desgranando en estas cate-
quesis, frase por frase. No podemos abordar aquí
todo lo que dice Francisco sobre el Padrenuestro,
ni suplir la lectura de lo que nos ha propuesto en

60
Francisco, Homilía en Santa Marta, 20 de junio de
2013.
61
Cf. Francisco, La santa misa. Catequesis sobre la Eucaris-
tía, Publicaciones Claretianas, Madrid 2018, p. 17.
62
Cf. Ibídem.
63
Cf. Francisco, Señor, enséñanos a orar. Catequesis sobre
el Padrenuestro, Publicaciones Claretianas, Madrid 2019.

47
dichas enseñanzas. Lo importante, en definitiva,
es que comprendamos quién es ese Padre, cómo
es y cómo nos piensa a nosotros. Él es el que nos
ha amado primero, el Misericordioso, el que nos
abre a la fraternidad y por eso decimos nuestro, el
que se preocupa por todos nosotros, por nuestra
salvación, por la realidad concreta de cada uno
sin anestesiarla, «por cada inquietud que se lanza
hacia el cielo», dice Francisco.
«No rezamos al Padre de un “todos” genérico o
demasiado anónimo, sino a Aquel que te ha ge-
nerado, que te ha dado la vida, a ti, a mí, como
persona individual. Es el Padre “que te acompa-
ña en tu camino”, quien conoce toda tu vida,
toda»64.
Y es que la oración solo se comprende unida
a la vida real y concreta. Él es el Padre de todos.
Esto nos hace hermanos. La fraternidad y la pre-
ocupación por los demás es una nota netamente
cristiana. Es una preocupación compartida por
muchas personas de buena voluntad, incluso
no creyentes, pero para nosotros es insoslayable.
Los demás son nuestros hermanos. Eso hace que
haya un vínculo con el otro que tiene un carácter
afectivo que añade un plus a la mera solidaridad.
Esta nota de la fraternidad, por lo general, no es
subrayada por otras espiritualidades. Podría ser la
prueba del nueve en el discernimiento para ver si
64
Francisco, Homilía en Santa Marta, 28 de junio de
2013.

48
nuestra oración, unida al misterio Pascual, como
veremos más adelante, está bien enfocada. «Se
reza con el tú y con el nosotros»65.
Junto a esto, también quisiera llamar la aten-
ción sobre una cuestión que el Papa ha subrayado
en numerosas ocasiones. Es lo referido a la ora-
ción de súplica u oración de petición. Si antes de-
cíamos que a la alteridad divina la adorábamos,
ahora decimos que a este Padre, cercano y lleno
de bondad, le pedimos.
Para Francisco, fijémonos en sus palabras, la
oración de petición, «lejos de ser una forma dé-
bil de fe es la forma de oración más auténtica,
espontánea, pues cree en Dios que es Padre, que
es bueno, que es omnipotente. Es una oración
noble. Dios, que es Padre, tiene una inmensa
compasión de nosotros y quiere que le hablemos
llamándolo “Padre” también en las dificultades».
Estamos necesitados de Dios. No somos autosu-
ficientes. En el libro Mente abierta, corazón cre-
yente, encontramos ya hace años esta afirmación
de Bergoglio: «Negar que la oración de petición
sea superior a las otras oraciones, es la soberbia
más refinada, pues sólo cuando somos pedigüe-
ños nos reconocemos criaturas»66. Algunos teó-

65
Francisco, Señor, enséñanos a orar. Catequesis sobre el Pa-
drenuestro, Publicaciones Claretianas, Madrid 2019, p. 37.
66
Francisco, Mente abierta, corazón creyente, Publicacio-
nes Claretianas, Madrid 2013, p. 20.

49
logos han puesto en cuestión la razón de ser de
este tipo de oración. Frente a esto, en Gaudete et
exsultate el Papa insiste: «No quitemos valor a la
oración de petición, que tantas veces nos serena
el corazón y nos ayuda a seguir luchando con es-
peranza» (GE 154).
«Y la oración debemos hacerla con este espíritu
de fe: creo, Señor, pero ayuda mi poca fe. Las
pretensiones de lógicas mundanas, sin embargo,
no llegan hasta el cielo, al igual que las peticiones
autorreferenciales no son escuchadas»67.
Francisco nos ha invitado a vivir con sencillez
y sinceridad nuestra oración:
«Orad siempre, pero no para convencer al Señor
a fuerza de palabras. Él sabe, mejor que nosotros,
qué necesitamos. Precisamente, la oración perse-
verante es expresión de la fe en un Dios que nos
llama a combatir con Él cada día y cada momen-
to para vencer el mal a fuerza de bien»68.
Francisco nos ha advertido también de que
hemos de enfocar bien nuestro corazón cuando
dirigimos a Dios nuestras oraciones:
«La oración no es una buena práctica para poner
un poco de paz en el corazón y, todavía menos,
un medio piadoso para obtener de Dios aquello
que me sirve. Si fuese así, se trataría de un sutil
egoísmo: rezo para estar bien, como si me toma-

67
Francisco, Audiencia general, 14 de febrero de 2018.
68
Angelus, 20 de octubre de 2013.

50
se una aspirina. No, no es así. La oración es otra
cosa, es una obra de misericordia espiritual que
quiere llevar todo al corazón de Dios: “tómalo
tú, que eres Padre”. […] En una palabra, signifi-
ca confiárselo: confiarle la Iglesia, confiarle a las
personas, confiarle las situaciones al Padre. Por
esto la oración es la mejor arma que tenemos,
una llave que abre el corazón de Dios. […] Es la
fuerza más grande de la Iglesia que no debemos
nunca perder»69.
La recomendación sobre la insistencia en la
oración que suele dar Francisco va en esa mis-
ma línea. La oración es siempre insistente, pedi-
güeña, humilde y confiada a la vez70 en ese Dios
Padre que está al final de todo, que nos escucha,
nos da lo que nos conviene y apuesta siempre por
nosotros.
«Orar siempre no quiere decir que haya que re-
citar continuamente oraciones, jaculatorias, in-
vocaciones para vivir en la presencia del Señor.
A veces nos faltan las palabras y nuestras oracio-
nes se convierten en gemidos inenarrables (Rm
8,26) suscitados por el Espíritu Santo, que es el
Maestro de la oración.
[…] Como en las relaciones entre las personas, la
oración no siempre está hecha de palabras, pero
siempre es un verdadero encuentro en el que es-

69
A los grupos de oración del Padre Pío de Pietrelcina, 6 de
febrero de 2016.
70
Francisco, Homilía en Santa Marta, 6 de diciembre de
2013.

51
tamos en la presencia del Señor, que está siempre
con nosotros (cf. Mt 28,20) y que nos da siem-
pre su amor, misericordia y esperanza, incluso
cuando nos regaña y hace que nos remuerda la
conciencia para estimularnos a la conversión»71.
Además, Francisco nos invita a que nuestra
oración sea atrevida, incluso molesta:
«En la oración sed siempre entrometidos. La ora-
ción es un trabajo que nos pide voluntad, nos
pide constancia, nos pide determinación, sin pa-
sar vergüenza. ¿Por qué? Porque estoy llamando
a la puerta de mi amigo. Dios es amigo, y con un
amigo yo puedo hacer esto. Una oración cons-
tante, entrometida»72.
Por otro lado, Francisco nos ha invitado a co-
nocer mejor siempre a este Padre a quien nos di-
rigimos. ¿Cómo conocerlo mejor? La clave nos la
da al recomendarnos leer todos los días siquiera
unos versículos del Evangelio. «La lectura diaria
del Evangelio nos ayuda a vencer el egoísmo y a
seguir con decisión a Jesús, el Maestro», ha dicho
Francisco en uno de sus tuits73. En esto, como
en tantas cosas, El Papa predica con el ejemplo,
ya lo hemos visto. Él es el primero que ora todos
los días con la Palabra de Dios. Por ello lo re-

71
Cf. Francisco, La preghiera. Il respiro della vita nuova,
LEV, Ciudad del Vaticano 2019, p. 195.
72
Francisco, Homilía en Santa Marta, 11 de octubre de
2018.
73
Francisco (@Pontifex_es), tuit del 21 de agosto de 2015.

52
comienda, sobre todo a los pastores (aunque no
solamente), pues el pastor extrae de la Escritura
para sí y para los demás la fuerza que Dios ha
depositado en ella. Es el principal sostén del pres-
bítero, su principal fuente para conocer a Cristo.
Sin duda, conocer la Escritura es conocer a Cristo
(san Jerónimo).
Necesitamos, había dicho san Juan Pablo II,
acercarnos a la Palabra «con corazón dócil y
orante», para que penetre a fondo en nuestros
pensamientos y sentimientos. El creyente se deja
estremecer por la palabra de Dios. Es parte de esa
alteridad entre el yo y el tú. El creyente es oyente
de la Palabra, no oyente de sí mismo. En Vultum
Dei quaerere (VDQ), un documento dirigido a la
vida contemplativa, Francisco dirá a las monjas
claustrales que no solo ellas, sino «toda la Igle-
sia necesita volver a descubrir la centralidad de
la Palabra de Dios» (VDQ 19), pues la Palabra
de Dios es, como decía Juan Pablo II, la «fuente
primera de toda espiritualidad» (Vita consecrata,
n. 94).
Nuestra carne en oración
En las catequesis sobre el Padrenuestro, Fran-
cisco nos ha indicado que ese diálogo filial al que
nos hemos referido es íntimo y confidencial, e
incluso busca el silencio para escuchar mejor y

53
discernir74. El amor, sin duda, necesita momen-
tos de silencio. Pero, a su vez, Francisco nos ad-
vierte en su magisterio de que ese silencio no nos
puede llevar a caer en la tentación escapista, más
propia de ese neo-gnosticismo del que nos ha
hablado en la exhortación Gaudete et exsultate,
que tiende a huir de la carne, de la historia, a
quedarse en el mundo de las ideas, desconectado
de la vida. Aunque la oración requiera también
apartarse al silencio, «este nunca es evasión que
niega el mundo que nos rodea». «El cristiano no
deja el mundo fuera de la puerta de su habitación
cuando va a rezar, sino que lleva en su corazón
personas, situaciones, problemas y muchas otras
cosas». La verdadera oración, dice Francisco,
«nos remite siempre al amor al prójimo y así, pa-
radójicamente, nos acerca más a Dios» (GE 152).
Así reza la Iglesia en ese bello himno de la Li-
turgia de las Horas:
«Padre nuestro
padre de todos
líbrame del orgullo
de estar solo.
No vengo a la soledad
cuando vengo a la oración,
pues sé que, estando contigo,
con mis hermanos estoy;

74
Cf. Francisco, «Señor, enséñanos a orar». Catequesis sobre
el Padrenuestro, Publicaciones Claretianas, Madrid 2019.

54
y sé que, estando con ellos,
tú estás en medio, Señor»75.
Es una insistencia de Francisco al hablar de
la oración. Para él, la oración cristiana es lo más
opuesto al escapismo, al intimismo que busca
consuelo en uno mismo: es, más bien, una mira-
da de esperanza y confianza, es expresión de la fe
en el poder de Dios, que es amor y nos acompaña
siempre en el camino de la vida. Creemos en un
Dios con nosotros, en un Dios que se ha hecho
historia por su encarnación y quiso hacerse uno
de nosotros para salvarnos.
No se puede orar al margen de la vida y de
la historia. Ni de la nuestra propia, ni de la de
los demás. En un escrito del año 2007, decía el
entonces cardenal Bergoglio que «situarnos ple-
namente en nuestra dimensión trascendente no
tiene nada que ver con separarnos de las cosas
creadas […] El misterio de la Encarnación es el
que marca la línea divisoria entre la trascenden-
cia cristiana y cualquier forma de espiritualismo
o trascendentalismo gnóstico»76. Una verdadera
espiritualidad nunca puede pecar de ensimisma-
miento, de olvido del ser humano, de los demás,
especialmente de los que más sufren y de los po-
bres. «El hombre –nos advirtió Juan Pablo II– es
75
Liturgia de las horas. Himno del sábado de la Semana I.
76
J. M. Bergoglio, En tus ojos está mi palabra. Homilías y
discursos de Buenos Aires (1999-2013), Publicaciones Cla-
retianas, Madrid 2018, p. 638.

55
el camino de la Iglesia […], camino trazado por
Cristo mismo»77.
En el libro Mente abierta, corazón creyente,
Francisco nos había dicho que hemos de Orar en
la vida: «allí donde hay alegría, alabanza y acción
de gracias; allí donde también hay lamento, do-
lor y súplica; está también la reflexión acerca de
los problemas de la existencia»78.
Ahí es donde debemos volver a encontrarnos
con ese Dios que pasa por nuestras vidas, actuan-
do de forma salvadora, como lo ha hecho a lo lar-
go de la historia de la humanidad y de la historia
de cada uno de nosotros, si lo sabemos leer. Así,
orar es recordar. Es traer a la memoria, volver a
pasar por el corazón, las hazañas de Dios sobre
nosotros. Recordar una y otra vez que Dios cami-
na con nosotros y agarrarnos a esa certeza.
Francisco llama a esta memoria «deuteronó-
mica». Es una memoria agradecida a Dios por
tanto bien realizado, como cuando el pueblo de
Israel fue salvado de la mano de los egipcios por
el Señor. Una memoria que siempre vuelve a la
raíz de donde todo nace: Dios Padre.
«La oración es para mí, siempre, una oración
“memoriosa”, llena de memoria, de recuerdos,
de mi historia o de aquello que el Señor ha hecho

Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptor hominis, n. 14.


77

78
Francisco, Mente abierta, corazón creyente, Publicacio-
nes Claretianas, Madrid 2013, p. 200.

56
en su Iglesia. Para mí es la memoria de aquello de
lo que habla san Ignacio en la primera semana de
los Ejercicios en el encuentro misericordioso con
Cristo resucitado y me pregunto: ¿qué he hecho
por Cristo?, ¿qué hago por Cristo?, ¿qué debo
hacer por Cristo? Es la memoria de la que Ig-
nacio habla también en la contemplatio ad amo-
rem (contemplación para alcanzar amor) cuando
pide traer a la memoria los beneficios recibidos.
Pero, sobre todo, sé que el Señor se acuerda de
mí. Yo puedo olvidarme de Él, pero sé que Él
nunca, nunca, se olvida de mí. […] Es la memo-
ria deuteronómica de las obras de Dios que están
en la base de la alianza entre Dios y su pueblo. Y
es esta memoria la que me hace hijo y la que me
hace ser también padre»79.
«Dios no es un spray, una nebulosa»80, ha di-
cho muchas veces Francisco. Dios interviene en la
historia de los hombres y de los pueblos con una
voluntad clara: su voluntad es salvadora. Explica
Francisco en esas catequesis del Padrenuestro que,
cuando decimos «hágase tu voluntad», estamos
pidiendo, en definitiva, que vuelva a buscarnos
y a salvarnos, pues su voluntad es siempre salva-
dora81. La oración confía porque tiene memoria.
79
Entrevista con el P. Spadaro en La Civiltà Cattolica III,
2013, pp. 476-477.
80
Francisco, Homilía en Santa Marta, 18 de abril de
2013. Ver también la homilía del 9 de octubre de 2014.
81
Cf. Francisco, Señor, enséñanos a orar. Catequesis sobre
el Padrenuestro, Publicaciones Claretianas, Madrid 2019,
pp. 57-60.

57
Incluso en las momentos más difíciles o en las
pruebas más duras.
Orar es interceder
«Rezad por mí» es la petición constante que
hace el papa Francisco. Con ella suele concluir sus
intervenciones en público y sus encuentros perso-
nales. Es una especie de «cantinela» a la que ya esta-
mos habituados. Sin embargo, no debe escapárse-
nos la profundidad de tal petición. El Papa, que se
hace mendigo de nuestra oración, nos enseña, con
su ejemplo, que no se puede hacer nada sin la ayu-
da divina: es necesario ponerse en manos de Dios
para cualquier cosa que queramos hacer.
La oración de intercesión es otro de los núcleos
importantes en los que Francisco insiste cuando ha-
bla de la oración. Esta oración intercesora preten-
de, dice Francisco, conmover el corazón del Padre
que, como en la parábola del amigo inoportuno (Lc
11,5-13), acaba por inclinar el oído para conceder
lo que se le pide a favor de otros. El papa Francisco
es un hombre de confianza y cree profundamente
en las palabras del Evangelio: «Pedid y se os dará,
buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá la puerta»
(Mt 7,7).
La oración de intercesión tiene un valor parti-
cular, dice Francisco en el número 154 de Gau-
dete et exsultate, porque es un «acto de confianza
en Dios y, al mismo tiempo, una expresión de
amor al prójimo». Según el Papa, «la oración de

58
intercesión expresa el compromiso fraterno con
los otros cuando en ella somos capaces de in-
corporar la vida de los demás, sus angustias más
perturbadoras y sus mejores sueños». El papa
Francisco, en una de sus homilías, ha pedido in-
cluso que no dejemos de orar e interceder por los
políticos, «incluso por los que no piensan como
nosotros»82.
La oración de intercesión nace de la sensibi-
lidad hacia el prójimo como hijo de Dios y her-
mano nuestro. «Escuchar la voz de Dios en la
oración nos hace ver, oír, conocer el dolor de los
demás»83. De ahí nace la oración de intercesión.
Pocos meses después del inicio de su pontificado,
Francisco decía en una audiencia, hablando so-
bre la comunión de los santos:
«La comunión de los santos nos recuerda que no
estamos solos, sino que hay una comunión de
vida entre todos los que pertenecen a Cristo. Por
eso, nuestra fe necesita del apoyo de los demás,
especialmente en los momentos difíciles. ¡Qué
bello es sostenernos los unos a los otros en la
maravillosa aventura de la fe!»84.

82
Francisco, Homilía en Santa Marta, 16 de septiembre
de 2019.
83
Francisco, Discurso en el encuentro con sacerdotes, reli-
giosas, religiosos, consagrados, consagradas y seminaristas en
la catedral de Kaunas, Lituania, 23 de septiembre de 2018.
84
Audiencia general, 30 de octubre de 2013.

59
Esta oración es de especial relevancia para los
pastores: «¡Cuántos dramas tienen que ver, tantas
veces, en su interacción pastoral con la gente! Eso
cansa el alma y te lleva a la oración de interce-
sión»85. Los pastores saben bien de la importan-
cia de la oración de súplica por todo su pueblo.
En medio de tanta actividad fuerte de acciones y
celebraciones, han de recordar permanentemen-
te el responsorio de la liturgia al que aludíamos
antes: «Éste es el que ama a sus hermanos, el que
ora mucho por su pueblo» (II Vísperas del común
de Pastores). Ciertamente, la oración del pastor
es una oración con un doble vínculo: «habitada
tanto por el Espíritu que clama a Dios llamán-
dolo Abba, Padre, como por el pueblo que le fue
confiado»86.
Liturgia y oración
No quisiera pasar por alto la cuestión de la
oración común que se expresa en la liturgia. El
Papa no ha ofrecido hasta el momento un pen-
samiento ex profeso sobre esta cuestión, ni parece
que la liturgia forme parte de las grandes priori-

85
Francisco, Discurso en el encuentro con sacerdotes y consa-
grados, Génova, 27 de mayo de 2017.
86
Francisco, A mis hermanos presbíteros. Carta a los sa-
cerdotes en el 160 aniversario de la muerte del cura de Ars.
(4 de agosto de 2019), Publicaciones Claretianas, Madrid
2019, p. 22.

60
dades de este pontificado87. Sin embargo, Fran-
cisco sí ha dicho algunas cosas que nos ofrecen el
marco o la clave fundamental para comprender
cómo hemos de vivir la oración litúrgica, que se-
gún él es lugar donde se expresa la fe del pueblo
de Dios (lex orandi, lex credendi), «…lugar de la
comunión inclusiva de todos y de edificación de
todo el pueblo de Dios», ha dicho Francisco. «La
liturgia no es la expresión de una piedad personal,
para mí, sino de la piedad de todo el pueblo»88.
Francisco ha invitado a que se siga profundi-
zando en la reforma litúrgica que viene del Con-
cilio Vaticano II, y que ha calificado de «irrever-
sible»89.
El pensamiento de Francisco sobre la oración
litúrgica está en estrecha relación con la misión.
Alaba la sencillez y la belleza de la liturgia (cf.
EG 24), pero también nos advierte de aquellos
que «se preocupan por el cuidado ostentoso de la
liturgia sin preocuparse de que el Evangelio ten-
ga una real inserción en el pueblo fiel de Dios y
en las necesidades concretas de la historia. Así,
la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de
museo o en una posesión de pocos» (EG 95).

87
cf. M. Augé, «El papa Francisco y la liturgia», Phase 349
(2019) 9-20.
88
Cf. Francisco, «Discurso del Papa a los participantes de
la 68ª Semana Litúrgica nacional de Italia (24 de agosto de
2017)», L’Osservatore Romano, 25 de agosto de 2017.
89
Ibídem.

61
Francisco ha impartido también unas cate-
quesis sobre la Eucaristía y sus partes durante su
pontificado. En la segunda de ellas habla de la
Eucaristía como de «la oración por excelencia, la
más alta, la más sublime y a la vez la más concre-
ta. Es el encuentro con Dios mediante su Palabra
y el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Es un encuentro
con el Señor que construye la Iglesia»90. Sin duda
Francisco tiene en alta estima a la Eucaristía.
En la exhortación Gaudete et exsultate, Fran-
cisco nos ha recordado que este encuentro con
el Señor, que se realiza en la liturgia eucarística,
tiene unas condiciones: «Nuestro culto agrada a
Dios cuando allí llevamos los intentos de vivir
con generosidad y cuando dejamos que el don de
Dios que recibimos en él se manifieste en la en-
trega a los hermanos» (GE 104). Es importante
la belleza del culto, pero también que no separe-
mos la liturgia de la caridad. Es una advertencia
que nos hace el Papa en su línea habitual, preo-
cupado siempre por que lo secundario no nuble
lo primario, y por que el Evangelio se traduzca
en vida de fraternidad y en actos concretos que
abracen la «carne», como nos enseñó Jesús.

90
Francisco, La santa misa explicada a los creyentes. Ca-
tequesis sobre la Eucaristía, Publicaciones Claretianas, Ma-
drid 2018, pp.15-19.

62
La prueba del nueve
Como hemos visto, Francisco alude en sus in-
tervenciones y en sus palabras a la oración como
algo que nos hace salir siempre de nosotros mis-
mos, porque nos va configurando más y más con
Cristo, que es, como dice san Pablo, el rostro vi-
sible del Dios invisible. Y, en este camino de con-
figuración con Cristo, el Papa nos llama la aten-
ción sobre cómo la oración nos configura con
Cristo, particularmente, en su misterio Pascual.
Nos dirá Francisco que para ver si nuestra ora-
ción nos une al Señor, tenemos que realizar la
prueba del nueve de ver si este misterio Pascual va
creciendo en nosotros. Nada mejor que sus pala-
bras para referirnos a cómo la oración alimenta
en nosotros la vocación a seguir a Jesucristo en
este camino de entrega de la propia vida:
«Para ver si nuestra oración nos une al Señor,
como nos enseña san Ignacio en los Ejercicios
Espirituales, necesitamos verificar si esta men-
talidad pascual está creciendo en nosotros. Si la
Pascua de Resurrección de Jesús para nosotros ya
no es sólo un hecho que le sucedió a Él, sino que
se convierte en nuestra manera de vernos a noso-
tros mismos, a las personas que nos rodean y al
mundo en el que vivimos, entonces con la ayuda
del Espíritu Santo podemos decir junto con el
Señor: “Nadie me quita la vida: yo mismo la doy.
Tengo el poder de darla y el poder de tomarla
de nuevo” (Jn 10,18). Esta es la mentalidad de

63
la Iglesia, del santo Pueblo fiel de Dios. Esta es
la lógica de los santos, también de aquellos “de
la puerta de al lado” (GE 6-9). La vida nueva se
hace concreta en nosotros cuando comenzamos a
vivir como Dios, entregándonos a nosotros mis-
mos. Y esto no es fruto de nuestra virtud o cuali-
dad (porque nuestras virtudes son siempre pocas
e inestables) sino porque poco a poco acogemos
su amor»91.

Cf. Francisco, La preghiera. Il respiro della vita nuova,


91

LEV, Ciudad del Vaticano 2019, p. 197.

64
Palabras Finales

No quisiera terminar este recorrido que he-


mos hecho sobre el tema sin referirme a unas
palabras de primera mano que escuché directa-
mente de boca de Francisco. Se trata de un testi-
monio personal que, a mi juicio, nos da la clave
de comprensión de todo lo que he querido ex-
poner en estas páginas. Contarlo no es traicionar
la confianza de Francisco, pues no se trata de un
secreto. Creo que nos puede edificar a todos. A la
vez, es una de las razones por las que Francisco se
me hace, realmente, más admirable.
Era la víspera de su viaje apostólico a Chile.
Había quedado con el P. Antonio Spadaro (di-
rector de La Civiltà Cattolica y editor de muchos
libros de Francisco en Italia) para ir a entregar
en propia mano a Francisco el libro En tus ojos
está mi palabra92, que contenía todas sus homilías
y discursos como pastor de Buenos Aires. Antes
había tenido la suerte de ver al Papa en otras oca-

92
J. M. Bergoglio, En tus ojos está mi palabra. Homilías y
discursos de Buenos Aires (1999-2013), Publicaciones Cla-
retianas, Madrid 2018.

65
siones, con motivo de la misa en Santa Marta,
fundamentalmente. Pero esta vez era especial.
Era la primera vez que iba a estar hablando con
el Papa largo y tendido. Estuvimos conversando
más de hora y media. Al final de la conversación,
al despedirme, le dije a Francisco que esperaba
que le fuera bien el viaje a Chile, pues los me-
dios de comunicación estaban hablando mucho
aquellos días sobre los problemas que había en la
Iglesia de aquel país, con motivo del tema de los
abusos a menores.
Le pregunté: «¿Qué le espera en Chile?». Él
me respondió: «No lo sé. Que hay problemas,
hay problemas. No hay duda. Pero, en medio de
los problemas, el Señor también está». Su respues-
ta me resultó conmovedora. El Papa me había
revelado, de forma natural, al gran creyente que
tenemos en quien hoy es Pedro.
Preparando estas páginas, volví a releer el cita-
do libro-entrevista de Ambroguetti y Rubin93, en
el que, al final de la entrevista, antes de los ane-
xos, le preguntan al entonces cardenal Bergoglio:
«¿Usted tiene una visión optimista del futuro?».
Él responde:
«Yo diría que es útil no confundir optimismo con
esperanza. El optimismo es una actitud psicoló-

93
F. Ambrogetti-S. Rubin, El Jesuita. Conversaciones con
el Cardenal J. M. Bergoglio, Vergara, Buenos Aires 2010,
p. 165.

66
gica frente a la vida. La esperanza va más allá. Es
el ancla que uno lanza al futuro y que le permite
tirar de la soga para llegar a lo que anhela. Es
esforzarse en la buena dirección. Además, la es-
peranza es teologal: está Dios de por medio. Por
todo eso, creo que la vida siempre va a triunfar».
No me cabe duda: Francisco es un hombre de
Dios, un hombre enamorado de Jesucristo94 y de
la humanidad; un profeta verdadero para estos
tiempos.

94
Francisco, La fuerza de la vocación. La vida consagrada
hoy. Una conversación con Fernando Prado, Publicaciones
Claretianas, Madrid 2018, p. 114.

67
Selección Bibliográfica

Ambrogetti, F.-Rubin, S., El Jesuita. Conversa-


ciones con el Cardenal J. M. Bergoglio, Ed. Verga-
ra, Buenos Aires 2010.
Bergoglio, J. M., En tus ojos está mi palabra. Es-
critos de Buenos Aires (1999-2013), Publicacio-
nes Claretianas, Madrid 2018.
- La acusación de sí mismo, Publicaciones
Claretianas, Madrid 2013.
- Mente abierta, corazón creyente, Publicacio-
nes Claretianas, Madrid 2013.
- Reflexiones en esperanza, Ed. Diego de To-
rres, Buenos Aires 1992.
Borghesi, M., Jorge Mario Bergoglio, una biofra-
fía intelectual, Encuentro, Madrid,2018.
Dianich, S., Magistero in movimento. Il caso di
papa Francesco. EDB, Bologna 2016.
Fares D., «Bergoglio, tiempista de la actualidad», en
https://radiomaria.org.ar/programacion/diego­-
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- La fuerza de la vocación. La vida consagrada
hoy. Una entrevista con Fernando Prado, Publi-
caciones Claretianas, Madrid 2018.
- Enséñanos a orar. Catequesis sobre el Padre-
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Fernando Prado Ayuso

Fernando Prado Ayuso


«Sin la oración, toda acción corre
el riesgo de quedarse vacía y el
A pesar de la fuerte secularización de nuestras sociedades

«No podemos
anuncio, sin alma. Jesús quiere occidentales, parece que los estudiosos de la fenomeno-
evangelizadores que anuncien logía de la religión siguen afirmando que hay una especial
la Buena Noticia no solo con sed de espiritualidad en nuestros contemporáneos. Al menos

dejar de respirar»
palabras, sino, sobre todo, con en muchos de ellos. Hay un interés más allá de la Iglesia,
una vida que se ha transfigurado pero también hay interés por parte de muchos cristianos por
en la presencia de Dios» profundizar en las cuestiones del espíritu, por aprender a Fernando Prado Ayuso
(Evangelii gaudium, n. 259). rezar más y mejor.
Raíces espirituales Bilbao (1969). Misionero claretiano
sacerdote. Licenciado en Ciencias
Este breve libro quiere ayudarnos a descubrir y a profundizar
en lo que es la naturaleza íntima de la verdadera oración y magisterio sobre la oración de la Información-Periodismo
(Univ. País Vasco-EHU) y Máster en
cristiana, de la mano de quien comenzó su pontificado
poniéndonos a todos a rezar. Puede resultarnos instructivo y
en el Papa Francisco Edición (Univ. de Salamanca).
Licenciado en Estudios Eclesiásticos
vitalmente enriquecedor. –Baccalaureatus in Theologia–
(Univ. de Deusto) y en Teología
de la Vida Religiosa (Univ. Pontif.
Salamanca-ITVR).
En la actualidad es director de la
editorial católica ‘Publicaciones
Claretianas’ y profesor ordinario de
la asignatura Teología de la misión
en el Bienio de Licenciatura en el
Instituto Teológico de Vida Religiosa

«No podemos dejar de respirar»


(ITVR) de Madrid.
Igualmente, imparte las asignaturas
de Medios de Comunicación Social
y Teología de la misión en el Aula
de Noviciado y en otros programas
formativos en la Escuela Regina
ISBN: 978-84-7966-705-4 Apostolorum (ERA) de Madrid.

9 788479 667054

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