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Impacto ecológico
Los perros y gatos además de enfermedades zoonóticas pueden ser reservorios y/o
transmisores de enfermedades que pueden afectar a otros animales, tanto a otras
mascotas como a animales silvestres. Es el caso del parvovirus y del moquillo, como
ejemplo, que han causado disminuciones severas de las poblaciones de leones y otros
carnívoros en África, y el moquillo canino ha sido un factor en la extinción de los
hurones de patas negras en América.
Por otro lado, la depredación de animales silvestres que sirven de alimento a los perros
y gatos llega a ser uno de los mayores impactos ecológicos. Muchos estudios se han
realizado para evaluar el impacto de los gatos domésticos, pues es un depredador
oportunista que ha causado importantes disminuciones en las poblaciones de fauna
silvestre, incluyendo las especies que habitan en muchas de las islas en todo mundo. Se
ha detectado que los gatos se alimentan hasta del 70% de roedores nativos (especies
endémicas) de estas islas que incluso pueden llegar a extinguir. Pero no solo los
roedores están incluidos en su menú, que junto con los conejos, son de las principales
presas, y en segundo lugar están las aves; también llegan a comer insectos, reptiles,
anfibios y peces.
Y los perros no se quedan atrás, también son depredadores de fauna silvestre, pero el
mayor problema es la gran competencia que tienen contra los depredadores naturales (p.
e. zorras, cacomiztles, zorrillos, coyotes y otros). Esta competencia hace que los perros
y gatos ferales desplacen a los carnívoros nativos, ya que encuentren cada vez menor
cantidad de alimento y en consecuencia disminuyen sus poblaciones hasta llegar a las
extinciones locales.
Impacto socio-económico
Tanto perros y gatos tienen la habilidad instintiva de matar con gran efectividad. Este
instinto ha hecho que además de depredar fauna silvestre, ataquen a la fauna domestica.
En el 2009, se estimo que la pérdida económica por ataques de perros ferales en
diferentes ámbitos como en la salud, seguridad, agricultura, recursos naturales y
propiedad privada alcanzó los $620 millones de dólares anuales. Solamente en el Estado
de Texas, el daño a la ganadería fue aproximadamente $5 millones de dólares anuales.
Anualmente, se ha contabilizado en promedio 6 ataques fatales a personas por perros
ferales, siendo los adultos más afectados que los niños (47% y 32%, respectivamente).
Los gastos médicos por ataques de perros también son costosos, incluyendo el
tratamiento preventivo por el riesgo de infección por rabia.
Sumando al riesgo de enfermedades y ataques directos a personas, en algunos países del
Caribe se ha reportado pérdidas cuantiosas respecto al turismo, ya que se ha
incrementado la publicidad negativa por la pérdida del valor estético del sitio debida a la
presencia de perros y gatos sin dueño y/o ferales.
Las pérdidas en términos del costo en salud y cuidados veterinarios, las pérdidas en la
agricultura, y las pérdidas indirectas relacionadas con el ambiente y el turismo no han
sido bien cuantificadas en México. Sin embargo, es importante estimarlos para detectar
cuando es necesario designar programas de control en diferentes términos (social,
cultural, ambiental y económico).
¿Amigos o Enemigos?
No podemos poner en duda la satisfacción que da tener un compañero animal en casa,
sea perro o gato, no obstante la falta de responsabilidad y de reconocer cuáles son
nuestras obligaciones como dueños y “amigos”, nos hace perder la magnitud del
compromiso que tenemos con nuestras mascotas. Esto incluyendo los cuidados
veterinarios que requieren, que no solo es por cuidar su salud, sino lo podemos reflejar
en nuestro propio bienestar como lo vimos anteriormente.
El sentimiento protector que tenemos los humanos hacia las crías o animales jóvenes
hace que mantengamos continuamente contacto con estas etapas de vida. Reproducimos
a nuestras mascotas con afán de tener lindos cachorros que podemos regalar o vender o
adoptamos animales sin dueño o “callejeros”. Sin embargo, no concientizamos el
compromiso que adquirimos y desconocemos si el nuevo dueño lo tendrá. Cuando
obtenemos compañía perruna o gatuna desconocemos u olvidamos el potencial de
riesgo; lo dejamos salir a la calle, dejamos que se reproduzca sin control, salimos a la
calle a pasearlo o a que haga sus necesidades sin recogerlas y depositarlas en la basura,
olvidamos llevarlo al veterinario solo por revisión, desparasitación periódica o
vacunación.
Aunque en ocasiones el costo preventivo de las enfermedades de los perros y los gatos
(desparasitación y vacunación) es alto, no se compara con el costo y el riesgo potencial
de la diseminación de las enfermedades hacia los demás animales domésticos, fauna
silvestre y a los humanos. Es por eso que son recomendables las visitas al veterinario
con este fin y no solo cuando la enfermedad es visible. Además, que se deberá solicitar
al médico veterinario un programa o calendario para evitar el riesgo de enfermedad,
contagio y transmisión. Sabemos que existen campañas de vacunación antirrábica
gratuita, hagamos el esfuerzo por llevar a nuestras mascotas a vacunar. También,
existen vacunas contra moquillo (o Distemper), parvovirus y leptospira, así como otras
enfermedades de los perros y gatos, estas vacunas son aplicadas por el médico
veterinario. Al igual que las desparasitaciones, que al efectuarse periódicamente bajo la
atención del veterinario, se disminuye el riesgo de las infecciones que vimos como
ejemplos.
Existen gran cantidad de perros y gatos sin raza en las instancias de protección animal,
que pueden ser adoptados. Sin embargo, hay que considerar la también gran población
de estos animales en las calles. Esto nos indica el descontrol en su reproducción.
Llevemos a esterilizar a nuestras mascotas, machos y hembras, perros y gatos.
Estas recomendaciones no solo son por cuidar a nuestros amigos, sino también para
cuidarnos de aquellos que puedan ser nuestros enemigos, las enfermedades. Seamos
responsables con nuestras mascotas y con nosotros mismos.