Está en la página 1de 2

Extraordinario ordinario

Siempre se puede hacer algo nuevo con toda la arena, donde caía se podía
comenzar otro reloj. Tanine, nunca te había visto.

Anoche no fue más que otra vez, ahora son de nuevo las seis, o lo que fue de un
penoso amanecer. Estás bostezando, como si repitieras versos, el bostezo de las
seis es mi favorito, porque le sigue el de las seis y un cuarto, el de las seis y
media, luego es cuando respiras, se te olvida la cuenta y vuelves a empezar. He
querido que verte dormir se convierta en alguna bonificación, con tu almohadón
de terciopelo en el centro de una ciudad derramada, salpicada sobre las ventanas
que ya están encendidas en una mañana cualquiera. He querido despertarme en
una madrugada cualquiera.

Te digo, en una pronunciación lejana y tranquila, que dejes de mordisquear tus


uñas. Ves tus dedos, les das vueltas, los levantas para darles mejor luz y luego te
abalanzas sobre la uña elegida, querida, es impresionante la elegancia que le das
a tal gesto. Es verdad, sé que no es ansiedad, solo el resultado de almacenar una
manía que me trae loco, pero ahora cuento las horas para verla, te lo digo, Tanine,
no era tan culpable, solo estaba reservando el momento de escuchar tus dientes.

Una mesa de noche que dejas atrás, un adorno más en el que me has convertido,
vas a cambiarte y sales con una maleta llena de cosas, ni siquiera sabes qué
llevas ahí, pero la llevas, de lado a lado la llevas, balanceándote hasta que puedo
pausarte y ¿es un abrigo nuevo? Tiene otro tono, te da otro semblante, te viste
como solo tú quieres verte vestida; ya no eres una pequeña contenida en un soplo
de algo más. Ahora es cuando te deshaces de todo vestido con brazos al
descubierto, que una vez tuviste, para vestirte a lo Tanine y experimentar los
valores más extraños que se pueden dar, vas educando en lo que te nombras, en
las plataformas donde tú misma te has hecho observar, dándole carácter a eso
que te atreves a presentar.

No sé qué te encanta de acariciar este reloj, es como si te resistieras a deslizarte


dentro de él, resignándote a ser uno de nosotros, pero dejando en claro que tú sí
tienes opción. Sé cuánto querías librarte de mis sucesos y controlarme. Me ves
pequeñito, Tanine, me resbalaría de tus manos si quisieras tomarme, pero este
mundo está fuera de tu legislación. Y por suerte te da sueño, para que me dejes
decidir no escapar, es que estoy siempre disponible, pero inútil, cuando se está
encerrado de esta manera es difícil resolverse a hacer un movimiento o una
pronunciación cualquiera.

A veces siento que aparece mi Tanine, mi tú, tú mía, un cuerpo que se desviste y,
basta, no, Tanine mi cuerpo desnudo, no me lo muestres que no quiero verte.
Estás prediciendo mis movimientos, poniendo a prueba una debilidad que te es
fácil conocer, una caricia sin tocarme, un cabello que has arrancado sin
lastimarme, es que sabes cómo me gusta conocerte. Sabes hasta qué punto me
duele porque te detienes. Me muestras que puedes encerrarme una y otra vez en
este reloj, que ahora soy tuyo, disfrutando las torturas que ofreces, imitando tu
sonrisa de satisfacción al ver que no volverás a perderme.

Pero Tanine, no cierres la puerta, Tanine, me hiciste pequeñito, mírame, soy el


granito que te faltó contar.

¿Tanine?

Tanine, no me dejes solo, mira cómo estoy de indefenso, cuéntame como un


granito más, sí, Tanine, no me encierres, no mi Tanine, mira cuánto has crecido, ya
no muerdes tus uñas. No sabemos cuánto tiempo pasará para que salga de aquí, y
no podrás contarme de ti, pero aquí estoy, no ignores la cuenta, después
completas tus tareas. Tanine mía.

También podría gustarte