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Iesalc - Unesco: Digital Observatory For Higher Education in Latin America and The Caribbean
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IESALC - UNESCO
IES/2002/ED/PI/30
Date of Publication: 2002
EDUCACIÓN CULPABLE, EDUCACIÓN REDENTORA
Evolución Legislativa de la Educación Superior en Colombia
Cuando nos aproximamos a la forma como los legisladores han interpretado el tema de
la educación, en buena medida estamos dando una mirada a la cómo el tema ha sido
abordado por las clases o grupos dominantes. Seguramente no seremos capaces de
aproximarnos a la problemática de los individuos, pero tendremos insumos para
interpretar la forma como las sociedades de cada época han definido la situación, la
forma como han reaccionado, al menos discursivamente, ante dicha definición y algunas
de las consecuencias de tales reacciones. Al hacer el seguimiento a conceptos como
libertad de cátedra o autonomía universitaria, o al ver cómo una determinada doctrina
(piénsese en el utilitarismo de Bentham) era impuesta para luego ser proscrita, nos
estamos aproximando a las dinámicas sociales que sirvieron como antecedente a la
sociedad en la que actualmente vivimos.
Podría decirse, quizás con razón, que la mayoría de estos debates son marginales pues
sólo han involucrado a quienes han estado cerca del poder. Igualmente podría decirse
que más allá de las razones contenidas en las exposiciones de motivos de las leyes o en
los considerandos de los decretos siempre hay razones ocultas consciente o
inconscientemente (las funciones latentes a las que se refiere Merton). Pero lo cierto es
que el contexto histórico puede arrojarnos algunas luces para dilucidar esas razones.
Empero, debe señalarse que este trabajo no pretende ser de tipo histórico. Es una
aproximación jurídica, desde la norma, por ello las transcripciones legales serán
“moderadamente extensas”, como una forma de permitir al lector sacar sus propias
conclusiones.
En este trabajo se verá cómo el tema de la educación ha estado ligado a los grandes
momentos de la historia del país, ya como un elemento fundamental para la
construcción de la ideología nacional, como ocurre en los albores de la República, bien
como una necesaria para la prosperidad industrial, como en la reforma de Ospina
Rodríguez, o bien como el soporte necesario para toda actividad en un país en
crecimiento.
*
Abogado de la Universidad Externado de Colombia, Magíster en Sociología Jurídica del Instituto
Internacional de Sociología Jurídica de Oñati, España. Estuvo vinculado al Instituto Colombiano para el
Fomento de la Educación Superior en Colombia, ICFES, durante más de cinco años. Actualmente es
Secretario General de la Universidad de Santo Tomás.
El debate ha sido atravesado tanto por influencias religiosas a lo largo de varías de sus
épocas como por intereses partidistas y hegemónicos y por intereses meramente
económicos, mercantilistas. Sin embargo, al ver la evolución, debemos concluir que se
ha avanzado en muchos aspectos, y si bien hace falta mucho para superar el rezago en el
que actualmente se encuentra el Sistema, lo que se ha logrado vale la pena, aunque es
necesario y urgente adecuarlo a las necesidades reales tanto del país como de sus
habitantes.
Bien podría hacerse un recuento de esta normatividad atado a las guerras civiles,
escaramuzas y fenómenos de violencia del país. Sin embargo ello sería artificial pues
sería sugerir que de alguna manera esta evolución ha estado ligada a los procesos de
guerra y paz de la Nación. Sin pretender ignorar tales eventos, que necesariamente
traen consecuencias sobre la cotidianeidad del país y de sus habitantes, la educación ha
estado más ligada a fenómenos políticos que a situaciones militares. Cosa diferente es
que en algunos momentos de la historia determinado tipo de formación haya sido
señalado como la culpable de las revueltas y los males de la época, pero detrás de esos
cargos se esconde un trasfondo político a veces inconfesable ante la coyuntura
específica.
Virreinato y Colonia
Aunque en el actual territorio colombiano existen universidades desde el siglo XVI,
sólo puede hablarse de legislación propiamente dicha hasta los inicios de la república.
Hasta ese momento las universidades eran instituciones confesionales, directamente
vinculadas con comunidades religiosas que atendían la escasa demanda de educación
propia de sacerdotes y abogados.
El primer claustro universitario del país fue la Universidad Tomasina (hoy Universidad
Santo Tomás). Sus antecedentes generales se resumen en el siguiente párrafo.
“En 1571 se organizó el Estudio del Convento del Rosario de Santafé, erigido en
1580, por Bula de Gregorio XIII en “Universidad de Estudio General”, en la cual
se pudieran enseñar “todas y cada una de las ciencias permitidas por el derecho y
pudiesen sus estudiantes graduarse como bachilleres, licenciados, doctores y
maestros.” “En 1608 –año en el cual el Estudio de Tunja fue declarado
“Universidad de Estudio General”- se fundó el Colegio de Santo Tomás para
primeras letras, gramática, filosofía y teología, y en 1612 el Papa Paulo V
autorizó fusionarlo con la “Academia de Santo Domingo” o “del Rosario”, que,
desde 1626, se empezó a llamar “Colegio-Universidad de Santo Tomás” o
“Universidad Tomística”1.
1
Proyecto Educativo Institucional. Universidad Santo Tomás, 2ª Edición, abril de 1999, pp. 30 – 31.
2
“La cultura media de los habitantes del Reino, aun de las clases altas, tampoco
exigía una educación diferente. Como los únicos objetivos eran mantener el
status de persona educada y prepararse para salvar el alma, bastaban a educación
religiosa, el latín y algún conocimiento de los clásicos”2 (Jaramillo: 255).
La principal posibilidad para que los neogranadinos pudieran ponerse a tono con la
ciencia moderna estuvo dada por el trabajo de José Celestino Mutis, en particular, la
Expedición Botánica.
Patria Boba
Aunque el proceso independentista colombiano empezó en 1810 inspirado en la
influencia de Rosseau y contagiado de las experiencias exitosas de la Unión Americana
la estructura colonial se mantuvo hasta mediados del siglo XIX “la república mantuvo
la legislación española en todos sus ramos: civil, procesal, penal, militar. Aun más;
exceptuada la estructura política se conservó casi intacta la organización social,
económica, fiscal y eclesiástica que los monarcas españoles habían dado al
Virreinato”3. Sin embargo, desde los inicios del movimiento independentista se vio la
necesidad de expedir una Constitución. Así, desde el Acta del Cabildo Abierto se señaló
que “se depositó en toda la Junta el supremo gobierno de este reino, interinamente
mientras la misma Junta forma la Constitución que afiance la felicidad pública...”.
Siguiendo el ejemplo de la Unión Americana y ante la imposibilidad práctica de lograr
una constitución única para todo el territorio, se buscó que cada provincia de la Nueva
Granada tuviera su propia constitución. La primera fue la constitución
cundinamarquesa de 1811, la cual habría de servir como modelo para las demás
provincias4.
Las nuevas autoridades, integradas en buen parte por pertenecientes a la élite criolla que
habían recibido educación superior en Europa, vieron en la educación el camino hacia la
consolidación de la naciente nacionalidad y el respeto de los derechos del hombre y los
deberes del ciudadano, sin dejar de lado la enseñanza y difusión de los principios del
catolicismo. En las constituciones de las provincias se consagra la obligación de crear
escuelas en cada municipio en las que se enseñe a los niños a leer, escribir y contar, se
2
Jaramillo Uribe “El Proceso de la Educación del Virreinato a la Época Contemporánea” en Manual de
Historia tomo III, capítulo XXI, p. 255 (En adelante “El proceso…”)
3
Tulio Enrique Tascón, “Historia del Derecho Constitucional”, Edición Especial, 1980. P. 43.
4
Ver Tascón: pp. 7 – 11.
3
les impartan los primeros rudimentos de la religión católica y se les instruya sobre los
derechos del hombre. Igualmente, se consagran previsiones relacionadas con los
colegios, universidades y seminarios, en los cuales se impartirá la educación superior,
en materias como gramática (latina y española), filosofía, moral, derecho (público,
patrio, político y del estado) y religión.
La difusión de las luces y de los conocimientos útiles por todas las clases del
Estado es uno de los primeros elementos de su consistencia y felicidad. El
conocimiento y aprecio de los derechos del hombre, y el odio consiguiente a la
opresión y de la tiranía, son inseparables de la ilustración pública. Ella es,
además, la que mejor iguala a todos los ciudadanos, les inculca y hace amables
sus deberes, aumenta la propiedad individual y las riquezas del Estado, suaviza
las costumbres y en gran manera mejora y previene los delitos; la que
perfecciona el gobierno y la legislación; el fiscal más temible de los
depositarios de la autoridad; el repuesto de los hombres dignos de serlo, y, en
fin, la amiga inseparable de la humanidad y de los sentimientos sociales y
benéficos. Cualesquiera que puedan ser los abusos de la luz, jamás podrán
balancear sus bienes y los males de la oscuridad, y todo los poderes del Estado
conspirarán en uno, a fomentar con el mayor esmero este germen fecundo de
felicidad y a promover los establecimientos que lo hagan más productivo5.
5
Diego Uribe Vargas, “Las Constituciones de Colombia”, Instituto de Cooperación Iberoamericana,
1985, V. II, p. 565 (En adelante: “Constituciones…”)
6
Constituciones, V. II, p. 431
4
Otro elemento común a varias de las constituciones de la época es el permitir a
cualquier ciudadano abrir escuelas de enseñanza pública, en ocasiones sujetándose al
examen del Gobierno (o de órganos civiles pero dependientes de él, como la Sociedad
Patriótica, en Cundinamarca) y la delegación de la inspección y protección de los
colegios y la Universidad en el Gobierno.
La Gran Colombia
En el Congreso de la Villa del Rosario de Cúcuta, celebrado en 1821 y convocado al
finalizar el Congreso de Angostura se dio vida jurídica y política a la Nueva República
de la Gran Colombia, integrando políticamente a Venezuela y a la Nueva Granada. Allí
se adoptaría la Carta Constitucional de la República de Cúcuta, sancionada el 6 de
octubre, la cual habría de ser la Primera Constitución Nacional (recuérdese que las
anteriores correspondían a cada una de las provincias). A diferencia de las anteriores,
en esta no había un título dedicado a la instrucción pública. Quizás la única referencia
directa al tema se encuentra en el artículo 55, donde entre las “atribuciones
exclusivamente propias del Congreso” figura bajo el ordinal 19 la de “Promover por
leyes la educación pública y el progreso de las ciencias, las artes y los establecimientos
útiles y conceder por tiempo limitado derechos exclusivos para su estímulo y fomento”8.
El Congreso de Cúcuta volvió sobre el tema expidiendo tres leyes sobre escuelas de
primeras letras. Mediante la Ley del 18 de marzo de 1826, se crearon las universidades
públicas de Santa Fe, Quito y Caracas. En 1822 se organizaron las escuelas normales
de Bogotá, Caracas y Quito y se fundaron numerosos colegios.
Pero el control sobre la educación, que en el papel era fuerte y detallado, en la práctica
era débil y presentaba fisuras. Jaramillo cuenta cómo “en aquellas ciudades donde
había universidad, los colegios quedaban incluidos en ella. Donde no existían les era
prohibido incluir cátedras de tipo universitario y otorgar títulos en teología,
jurisprudencia o medicina. Pero de hecho esta medida que se encaminaba a mejorar la
enseñanza profesional, reservándola únicamente a las universidades, no tuvo
7
Jaramillo, “El proceso…” 255.
8
“Constituciones…”, p. 816.
5
cumplimiento en la práctica” pues “para responder a las vanidades localistas” se
autorizaron cátedras de dichas materias en varias ciudades9.
Para esta época la participación del Estado en los contenidos de la educación era
intensa. Él fijaba textos y autores que deberían seguirse en las cátedras respectivas,
según las convicciones imperantes. Esto se hace evidente en el debate en torno a la
enseñanza siguiendo los principios utilitaristas de Bentham, tema que mantendría vivo
un debate tanto académico como político durante varios años. Mediante decreto de
noviembre 8 de 1825 Santander ordenaba enseñar legislación en los siguientes términos:
Parte de la justificación oficial para esta medida y para otras modificaciones al plan de
estudios, la encontramos en una Circular del 20 de octubre de 1828, en la que tras el
atentado contra la vida del Libertador – para ese entonces proclamado dictador-
ocurrido el 25 de septiembre de 1828, José Manuel Restrepo, Secretario de Estado del
Despacho del Interior exponía:
9
Jaramillo, “El proceso…” 257, 258
10
Pedro Agustín Díaz A., “Compilación de Normas sobre la Educación Superior”, Ministerio de
Educación, Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, Oficina Jurídica. Bogotá,
1974. p. 165 (en adelante las referencias a esta obra se harán como “Compilación…”).
11
Compilación: p. 231, 232.
6
Su Excelencia, meditando filosóficamente el plan de estudios, ha creído hallar el
origen del mal en las ciencias políticas que se han enseñado a los estudiantes, al
principiar su carrera de facultada mayor, cuando todavía no tienen el juicio
bastante para hacer principios las modificaciones que exigen las circunstancias
peculiares a cada nación. El mal también ha crecido sobremanera por los
autores que se escogían para el estudio de los principios de legislación, como
Bentham y otros que al lado de máximas luminosas contienen muchas opuestas
a la religión, a la moral y a la tranquilidad de los pueblos, de lo que ya hemos
recibido primicias dolorosas”12.
Las condiciones políticas y económicas del país fueron minando el interés y los recursos
destinados para la universidad. Por ejemplo, La Ley orgánica de 1826 prohibió
nombrar catedráticos que dependieran exclusivamente de sus ingresos por la docencia,
esto con el propósito de no gravar los fondos de la enseñanza con muchos sueldos.
Adicionalmente, la misma ley patrocinaba un sistema de servicios docentes gratuitos
que, naturalmente, serían desempeñados por personas que tuviesen otras rentas
(Jaramillo: 302).
Por esta misma época se creó la Dirección de Instrucción Pública, la cual contaba con
comisiones para las diversas ramas educativas: escuela primaria y colegios y
universidades que contaba con una comisión integrada por José Manuel Restrepo,
Castillo y Rada, Vicente Azuero, Fernández Madrid, Gerónimo Torres y José María
Estévez (Jaramillo: 258).
En general, las características de este período son resumidas por Arboleda y Rincón así:
12
Compilación: p. 232-234.
13
Compilación, p. 233.
14
Jaramillo, “El Proceso…”, p. 305.
7
e) Descentralización de la Universidad, fundando Universidades en centros
de influencia económica y política como Popayán (Universidad del
Cauca de hoy) y Cartagena, año 1827”15.
El inspector era el segundo jefe de la universidad (art. 56), el primero era el rector (art.
35). Las funciones del inspector eran eminentemente policivas. A él correspondía
“examinar diariamente si los catedráticos asisten a las aulas a la hora señalada y si
dan las lecciones por todo el tiempo que deben. Inmediatamente note alguna falta de
15
Gloria Cecilia Arboleda F. y Luis Hernando Rincón B. La autonomía universitaria en Colombia: Las
tensiones entre el saber, el poder y el querer, en UNICAUCA Ciencia. Número Especial 1999 pp. 281 –
289.
16
Compilación, pp. 366 – 419.
8
esta especie lo informará por escrito al catedrático y lo pondrá en conocimiento del
rector” (art. 58). Similar función tenía con respecto a los estudiantes y en ambos casos
debía llevar registros de asistencia. Igualmente llevaba un manual en el que debía
anotar “los actos de virtud que recomiende a algún alumno, e igualmente, los actos de
mala conducta, de insubordinación, de irrespeto o desaplicación o cualesquiera otras
faltas cometidas por los alumnos” (art. 62).
El decreto contemplaba además la figura de los pasantes celadores. “Para ser pasante
celador se necesita ser licenciado y tener muy buena conducta moral, política y
religiosa, modales cultos, firmeza de carácter y veintidós años cumplidos” (art. 92). En
cuanto a sus funciones, el decreto señalaba: “El pasante es el juez de las diferencias que
se susciten entre los cursantes. Hace que los estudiantes ocupen útilmente el tiempo,
impide y corrige inmediatamente todo desorden, hace observar los reglamentos
establecidos para la disciplina y buen orden y vela constantemente sobre la buena
conducta de los alumnos” (art. 93).
Este decreto sirvió como columna vertebral para el sistema educativo durante varios
años, aunque sufrió algunas modificaciones (decretos de julio 25 de 1843, enero 10 de
1844 15 de mayo y septiembre 10 de 1845), estas conservaron la estructura general y
pretendieron ajustar la norma a las exigencias de la realidad.
Estas reformas marcarían el inicio de una nueva época dominada por los principios
conservadores y una actitud de reacción frente a la influencia de Bentham en la
educación y la política del país, a la que atribuían las perturbaciones políticas y el
descenso de la moralidad pública. En esta época y bajo estos principios los jesuitas
vuelven al país y a sus funciones ligadas a la instrucción pública.18
9
la marcha de la sociedad y las indicaciones de diversos funcionarios y corporaciones
hacen indispensables”. El nuevo decreto constaría de 257 artículos distribuidos en
disposiciones proemiales, cuatro libros y 13 capítulos.
En el primer artículo de este decreto se distinguen dos ejes de entre la educación pública
la intelectual y la cristiana, teniendo la primera diferentes grados y organización,
mientras que la segunda “es general y uniforme a todos los establecimientos de
enseñanza, desde la escuela primaria hasta la universidad”.
Se conservan las tres universidades correspondientes a los tres distritos con sus
capitales, y la universidad como institución es definida en el artículo once como “un
cuerpo docente, que representado en sus casos por el rector y por las corporaciones
que establece este decreto, centraliza los estudios en cada distrito, uniforma la
enseñanza, examina a los cursantes, califica su capacidad, confiere grados académicos
y expide diplomas de profesores”.
10
Los colegios particulares también podían someterse al régimen universitario siempre
que reunieran los siguientes requisitos, contenidos en el artículo 104:
1º. Que lleven un año de existencia con el nombre de colegio, pensión o casa de
educación, y durante este término haya merecido la confianza de las familias
tanto por su dirección como por el adelantamiento intelectual.
2º. Que el jefe del establec imiento tenga las cualidades requeridas para ser
inspector de la universidad, con excepción del grado, pues basta que sea
persona de notoria instrucción en literatura y filosofía.
El régimen disciplinario de los docentes contempla, entre otras causales, sanciones por
propagar o permitir que se propaguen doctrinas impías, inmorales o subversivas del
orden legal, lo que acarrearía la destitución (art. 202). El de los estudiantes contempla
las siguientes penas: amonestación privada; amonestación en público; represión con
apercibimiento, que consiste en mantener al cursante separado de los demás en las horas
de estudio y recreo; arresto simple; pena de dolor; arresto con privación de cama;
arresto con abstinencia; pérdida de un curso; expulsión de una clase, expulsión de la
universidad o del establecimiento (art. 225).
11
todo desorden y la propagación de doctrinas contrarias a las buenas costumbres, a la
soberanía nacional y a las leyes constitutivas de la República”.
Tema de especial importancia era el de las finanzas de las instituciones. Cada uno de
los decretos que organizó las universidades dedicaba un título de alrededor de 30
artículos a las rentas, su administración y su contabilidad. En igual sentido se
expidieron decretos, como el de septiembre 30 de 1848 “que arreglaba la contabilidad
de las universidades y de los colegios que dependen del Poder Ejecutivo”20 y el decreto
de junio 1º de 1849, que en su artículo primero autorizó a las juntas de administración,
inspección y gobierno de las universidades
“1º. Para que puedan transigir los negocios litigiosos o dudosos pertenecientes
a los bienes o rentas universitarios.
2º. Para que puedan entrar en convenio con sus deudores, cuando esto sea
absolutamente necesario para asegurar el crédito o evitar mayores pérdidas; y
3º. Para poder ceder hasta la tercera parte del principal y la mitad de los
créditos al que ofrezca poner en claro el derecho que tenga la universidad a
cualquiera especie de bienes, censos o cantidades”21.
Artículo 2º. El grado o título científico no será necesario para ejercer las
profesiones científicas, pero podrán obtenerlo las personas que lo quieran del
modo que establece la presente ley.
20
Compilación: p. 535 – 547.
21
Compilación: p. 554.
22
Compilación: p. 563-565
12
Pero el asunto va más lejos y llega a la supresión de las universidades en los siguientes
términos:
Confederación Granadina
A partir de 1855, con la creación del Estado Soberano de Panamá, empezaron a
reconocerse otros en el país, a saber: Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca,
Cundinamarca, Magdalena, y Santander. Es decir que la república, para ese entonces
constitucionalmente unitaria, era efectivamente federal. Para corregir esta situación se
expidió el Acto Legislativo 10 de 1858, que sirvió de pie para la expedición de una
nueva constitución, la de 1858, con la que se iniciaría la Confederación Granadina.
Siguiendo la línea de las constituciones anteriores, esta consagra dentro de los derechos
individuales (art. 56) la libertad de “dar o recibir la instrucción que a bien tengan en los
establecimientos que no sean costeados con fondos públicos” (Constituciones: 1013).
23
Compilación: p. 563.
24
Jaramillo, “El Proceso…”, p. 309.
13
Por lo demás, esta constitución, que sólo contó con 76 artículos, no hizo otra mención a
la educación.
1861 sería un año convulsionado. En medio de una de las tantas guerras civiles por las
que atravesaría el país, el General Mosquera dictó normas que habrían de provocar la
lucha religiosa, como el de la expulsión de los jesuitas y del Delegado apostólico, la
desamortización de los bienes de manos muertas y el de extinción de las comunidades
religiosas que no se sometieron a la desamortización –que fueron todas.25 En 1963 “en
nombre y por autoridad del Pueblo (no de Dios) y de los Estados Unidos Colombianos
que representa”, fue expedida la Constitución de los “Estados Unidos de Colombia”,
calificada de atea por sus detractores y que conservaría la libertad de enseñanza con su
fórmula típica.
La restauración de la Universidad
Habría que esperar hasta el 22 de septiembre de 1867 para que el Congreso Nacional
aprobara la ley que organizaría “una Universidad Pública en la Capital de la República
de Colombia, la que llevará el nombre de Universidad Nacional de los Estados Unidos
de Colombia”. Con ella regresarían las facultades de jurisprudencia, medicina, filosofía
y letras, y se crearían la Escuela de Ciencias Naturales, la de Ingeniería y la de Artes y
Oficios. Se daba especial importancia a la enseñanza técnica con motivo de la llegada
de los ferrocarriles, el telégrafo, los servicios urbanos y las obras públicas26. La
organización interna de la universidad fue fijada mediante decreto orgánico del 13 de
enero de 1868. El secretario del Interior fue investido de funciones de director General
de Instrucción Pública y como tal encargado de la inspección y vigilancia de la
universidad, teniendo entre otras funciones la de elegir al rector, los rectores de las
escuelas, el secretario, el tesorero, el bibliotecario y los catedráticos, a propuesta del
Gran Consejo.
Lo anterior coincide en buena medida con las características que Renán Silva atribuye a
la reforma: 1) “la confianza plena en que la expansión del sistema de enseñanza es la
única garantía que puede otorgar un contenido real a las instituciones democráticas”; 2)
“la exigencia de separación del poder civil y eclesiástico en el sistema escolar”; 3) “la
reivindicación de la función docente del Estado, al incluir la educación en la órbita de
sus derechos y obligaciones”.
25
Tascón: p. 57.
26
Jaramillo, “El Proceso…”, p. 310.
14
En este contexto, se inició la reforma durante el gobierno del general Eustorgio Salgar y
continuó en los gobiernos siguientes hasta la Regeneración. Fue un proyecto ambicioso
que abarcaba la educación básica, la secundaria y la superior. Tuvo como base el
decreto orgánico de instrucción pública primaria de 1870. Constituye el primer
esfuerzo por dar a la educación unidad y autonomía administrativa por conducto de la
Dirección Nacional de Instrucción Pública, cuyo director general, con rango de
ministro, era nombrado por el Presidente con la aprobación del Senado. En cada Estado
Federal había un director de instrucción pública, nombrado por el presidente del
respectivo Estado a partir de candidatos presentados por el ejecutivo nacional y se
contaba con una Junta de Vigilancia en todos los distritos municipales. Fueron
proscritos los castigos corporales “que pueden debilitar el sentimiento del honor” así
como las preferencias por razón del origen social de los estudiantes.
El decreto creó una escuela normal nacional destinada a formar los altos funcionarios
del Sistema Educativo y habría además las escuelas normales en la capital de cada
Estado. A la luz de la reforma se creó la Universidad Nacional, en 1886, así como un
sistema de escuelas de carácter técnico y posteriormente una escuela de oficios.
27
Renán Silva, La Educación en Colombia. 1880 - 1930, en “Nueva Historia de Colombia” Vol. IV,
capítulo 2, p. 65
28
Compilación p. 843 – 851.
15
Al tenor del artículo 4º, “La instrucción secundaria o profesional abraza los
conocimientos de los ramos del saber humano que son indispensables para poseer una
ciencia o ejercer una profesión científica: se da en la Universidad i en los colejios del
Estado”. El artículo 7º faculta a las universidades y los colegios a impartir también la
educación superior, la cual no es definida en el código. Las materias que serían vistas en
este nivel fueron tratadas en el mismo artículo 7º, donde no se hizo ningún tipo de
mención a la educación religiosa. La suprema inspección y dirección de los
establecimientos públicos de educación Instrucción secundaria se radica en cabeza del
presidente del Estado, y se ordena al poder ejecutivo del mismo arreglar con el
Gobierno de la Unión el establecimiento de una Universidad en la ciudad de Popayán.
El código, de 420 artículos, se ocupó de todos los aspectos de la educación en los
distintos niveles.
La Regeneración
En un contexto de fragmentación, dado no solamente por la estructura federal del país,
sino por las frecuentes revueltas, guerras internas y levantamientos, entramos a la
década de 1880. Orden y paz eran vistos como elementos fundamentales para
incrementar la riqueza y prosperidad de la Nación. Una coalición de conservadores y
liberales independientes llevó a la presidencia del Partido Liberal al cartagenero Rafael
Nuñez, quien inició un proyecto de centralización y fortalecimiento del poder ejecutivo.
En materia de Educación, la Ley 106 de 1880 autorizaba al ejecutivo para modificar la
su régimen orgánico. En uso de esas atribuciones se expidió el Decreto 167 de 1881,
que definió a la Universidad como “Una institución de educación creada por la ley y
sostenida con fondos nacionales, para dar pública y gratuitamente educación
secundaria y profesional”. Se eliminaron los elementos de autonomía universitaria, con
respecto a lo cual Ricardo Becerra, entonces secretario de Instrucción Pública diría:
“Si los que piden la forma autonómica para la Universidad creen que esto le
daría un mejor carácter y más firme estabilidad, cumple decirles francamente
que es bueno su propósito, pero no es deseable. La Universidad no podrá tener
otra vida que da que le da el gobierno, y por lo mismo, lejos de hacer de éste un
simple patrono, como el caso del proyecto, debiera consustanciarse más y más
con él. La descentralización en asuntos de enseñanza es contraproducente, pues
tiende a la desorganización y a la ruina. Debiera pensarse más bien en una
completa regularización del ramo de la instrucción pública bajo el cuidado de
un secretario de Estado y no en simples independencias efímeras”. (Anales de
Instrucción Pública, t. I, pág. 280, citado en Jaramillo 326).
29
Constituciones 1091 – 1132.
16
cual “la instrucción primaria costeada con fondos públicos será gratuita pero no
obligatoria” (art.41).
Al respecto, Tascón nos ofrece un extracto de las memorias del General Nieto Roa en
donde éste transcribe una conversación que habría tenido con Rafael Núñez, para
entonces, presidente de la República:
“En el paseo de esta tarde, el doctor Nuñez me dijo: ‘Han sonado dos truenos
gordos, el de la instrucción pública y el de la prensa. Para mí el más
importante es el primero, porque envuelve la futura suerte de este país... Debe
aprovecharse esta ocasión para poner en manos del Gobierno, únicamente, la
dirección de la educación pública y debe cerrársele el paso a esa forma de
instrucción primaria y secundaria que ha desmoronado el país... Dejar libertad
para que esos apóstoles de la incredulidad oponga escuela mala y perversa a la
escuela moral y religiosa, es una temeridad y una grande insensatez; porque
esos colegios serán los cuarteles de instrucción de los futuros oficiales de las
turbas revolucionarias”30.
Las relaciones entre Iglesia y Estado, tan debilitadas en la época anterior, recibirían un
nuevo aire, no sólo con la Constitución de la República, sino también con el nuevo
Concordato y, en general, con el ambiente favorable a su intervención por parte de las
mayorías políticas. En su parte pertinente decía el Concordato de 1887:
Este nuevo orden permitiría más adelanta a las comunidades religiosas consolidarse
como el principal proveedor de educación en el país, hasta entrado el siglo XX. Este
favorecimiento, en apariencia injustificado, es explicado por Silva de la siguiente
manera:
30
Tascón, p. 108.
31
Silva, p. 67.
32
Lebot, Citada por Jaramillo en “El Proceso…”, p. 147.
17
“A finales del siglo XIX en Colombia sólo una institución, la Iglesia, tenía la
amplitud y solidez, la legitimidad y la aceptación necesaria para enfrentar a
través de la acción y prédica moral, en general bastante coercitiva, los
problemas de la seguridad social y el orden, la tranquilidad y la paz que la
Constitución del 86 implicaba y, por que no decirlo, que el desarrollo del país
exigía”.
“En el punto concreto del sistema educativo, la Iglesia era la única institución
poseedora de un aparato burocrático centralizado doctrinaria y
organizativamente, con la ascendencia y el respeto que las grandes masas de un
país culturalmente atrasado le profesaban y en donde nunca el anticlericalismo
radical había sobrepaso los límites prudentes de una elite ilustrada, pero
minoritaria y urbana”33.
Pero en el ocaso del XIX todavía quedaban sucesos por venir. Dos años después de la
expedición de la Constitución de 1886, estando Rafael Nuñez como Presidente, el
Consejo Nacional Legislativo expidió la Ley 61 de 1888, que sería conocida como la
ley de los caballos. En ella se borraba de un plumazo la mayoría de las garantías civiles
consagradas en la Constitución pues otorgaba al Presidente facultades judiciales
permitiéndole “prevenir y reprimir administrativamente los delitos y culpas contra el
Estado que afectaren el orden público” y “prevenir y reprimir con iguales penas las
conspiraciones contra el orden público y los atentados contra la propiedad pública o
privada que envuelvan, a su juicio, amenaza de perturbación del orden o mira de
infundir el terror entre los ciudadanos”. Por otra parte, en lo que más interesa a nuestro
tema, se le otorgaba en el artículo segundo “el derecho de inspección y vigilancia sobre
las asociaciones científicas e instituciones docentes” quedando facultado para
“suspender por el tiempo que juzgue conveniente, toda Sociedad o Establecimiento que
bajo pretexto científico o doctrinal sea foco de propaganda revolucionaria o de
enseñanzas subversivas”.34
En 1892 se promulgó la Ley 89 así como su Decreto Reglamentario, el 349 del mismo
año. Esta reglamentación se conocería como el Plan Zerda de Instrucción, con el que se
pretendía imponer un sistema de educación nacionalmente unificado. Desarrollado por
la legislación educativa de 1903 y 1904 su vida sería breve, pues se desencadenaría la
Guerra de los Mil Días. Las más extensa y devastadora de todas las que había vivido el
país a lo largo de su convulsionada historia.
El siglo XX empezó marcado por la guerra de los Mil Días y la separación de Panamá.
Señales de una prosperidad económica esquiva ya se veían venir con el auge de la
producción cafetera, pero el ambiente era aun confuso. En 1903 se inicia una nueva
reforma educativa con la Ley 39 y su decreto reglamentario, el 491 de 1904 (también
33
Silva, p. 70.
34
Tascón, p. 121.
18
conocidos como la reforma Uribe, por Antonio José Uribe, Ministro de Instrucción
Pública), en los que se retomaba buena parte del Plan Zerda, y se garantizaba la
preeminencia de la religión católica en la enseñanza. La educación se dividió en
primaria, secundaria y profesional. Si distinguió, de manera odiosa, entre la primaria
urbana, con una duración de 6 años y la primaria rural, con tan sólo 3 años en los que se
aprendería sólo lo más importante de la educación recibida en las urbanas; ignorando
que para esa época, más del 80% de la población del país era rural. La educación
secundaria se división en técnica y clásica; en la primera se veían idiomas modernos y
materias previas para la enseñanza universitaria o profesional, mientras que la segunda
acentuaba la filosofía y las letras. En materia presupuestal, los gastos de la educación
primaria recaían en los departamentos, mientras que los de la secundaria correspondían
a la Nación, a quien también se responsabilizó de la enseñanza normalista. El sistema
de inspección se divide en niveles nacional, departamental y local.35.
Ya a finales del Gobierno de Reyes, en 1905, el general liberal Rafael Uribe Uribe,
presenta un proyecto de ley “Sobre la reorganización de la Universidad Nacional”, que
fue apenas discutido, pero que contendría algunos de los elementos que serán recogidos
en la legislación universitaria de 1935. Entre ellos se pueden citar:
35
Ver Silva: 77 y Jaramillo “El Proceso…”, p. 281.
36
Silva, p. 77.
37
Ramiro Lucio y Mariana Serrano, “La Educación Superior. Tendencias y políticas estatales”,
Universidad Nacional, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Bogotá, 1992, 29.
19
La reforma educativa de los años veinte.
Los años veinte entran marcados por la prosperidad. Ingresas al país los recursos por
concepto de la indemnización por la perdida de Panamá, la inversión extranjera se
fortalece, la migración del campo a la ciudad empieza, la inversión estatal y extranjera
en servicios públicos es creciente. Todo esto hace que sea más evidente que nunca
antes la necesidad de mano de obra calificada. La ley 56 de 1927 hizo obligatoria la
enseñanza primaria, aunque de manera vaga y ambigua, pues esta podía ser recibida en
una escuela pública, en una privada o en el hogar y no era obligatoria si no había una
escuela pública gratuita a una distancia inferior a 2.5 kilómetros. Se dio impulso al
movimiento de escuela nueva, planteando la necesidad de buenas instalaciones, un
cambio en la didáctica, pasando del modelo memorístico a uno de comprensión,
participación y análisis, etc.
El movimiento reformista de Córdoba pronto haría sentir sus efectos en nuestro país.
Del seno del Congreso Estudiantil de Ibagué (1928) saldrían las aspiraciones que
habrían de marcar la educación superior hasta nuestros días: libertad de cátedra, libertad
de asistencia de los alumnos a cursos; elaboración de programas anuales y actualización
periódica de ellos, exámenes orales y escritos ajustados a los programas; si la tercer
parte de un curso invitaba a una persona a dictar conferencia sobre determinado tema, el
curso debía autorizarse; no bastaban las clases ordinarias38. Estas aspiraciones serían
recogidas por Germán Arciniegas, quien hiciera parte del Comité Ejecutivo de la
Federación de Estudiantes en 1928, en un proyecto de reforma que seguía muy de cerca
los principios del movimiento de Córdoba y las conclusiones del Congreso Estudiantil.
38
“Universidad”, ed. Germán Arciniegas, núm. 116, enero de 1929 citado en Jaramillo “El Proceso…”, p.
330.
20
Todavía siendo presidente Olaya Herrera, y “de conformidad con lo dispuesto en los
artículo 9, 10, 11 y 12 de la Ley 56 de 1927” se expidió el Decreto 1074 de 193439 “por
el cual se fija el reglamento para los exámenes de Cultura General y de admisión a las
Facultades Universitarias”, el cual sería “requisito indispensable para ingresar a las
Facultades Universitarias, oficiales y privadas”. El decreto contiene una reglamentación
más o menos detallada sobre la mecánica de los exámenes y el contenido de las
preguntas.
Igualmente se refirió al desconocimiento del país por parte de sus dirigentes y la escasa
preparación de los ciudadanos comunes. Con el propósito de corregir esta situación, se
aumenta el gasto en Educación. De manera que la Ley 12 de 1934 ordenó dedicar a
gastos educativos el 10% del presupuesto nacional. Aunque esta disposición no se
cumplió del todo, los recursos para el sector aumentaron de manera significativa40.
39
El número del Decreto es 1074 de 1934 o 1974 de 1934. En la Compilación figuran dos decretos de
idéntico contenido, ambos de fecha “Mayo 23 – 1934” el primero con el número 1074 y el segundo con el
1974. Cf. Compilación pp. 1784 – 1792.
40
Jaime Jaramillo Uribe, La educación durante los gobiernos liberales. 1930 – 1946, en “Nueva Historia
de Colombia”, Vol. IV, capítulo 3, p. 93.
21
la universidad se compondría de nueve miembros, así: el Ministro de Educación
Nacional, que sería su presidente; el Rector de la Universidad, que será su
Vicepresidente, y siete vocales elegidos para un período de dos años: dos por el
Gobierno Nacional, que deberían ser personas que hubieran desempeñado el cargo de
Ministro de Educación Nacional, o el de rector, decano o profesor universitario, uno de
las mismas calidades, elegido por los Decanos de las Facultades y escuelas que
constituyen la universidad; dos profesores elegidos por el profesorado de la universidad
y dos estudiantes, elegidos por los mismos estudiantes41.
Con la reforma constitucional de 1936, que tendría como uno de sus principales
propósitos la modificación de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se daría un
nuevo punto de apoyo al proyecto presidencial. El artículo 14 señalaría:
41
Compilación, p. 1861.
42
Lucio y Serrano, p. 31
43
Jaramillo, “El Proceso…” p. 336.
44
Constituciones, p. 1226.
22
la suprema inspección y vigilancia del Estado (...) la Escuela laica, la escuela
materialista y sin Dios, será la consecuencia inmediata de esa reforma”45.
Uno de tales decretos, el 260 de 1936, volvía a poner a la Universidad Nacional como
modelo a seguir para las demás facultades oficiales y privadas, al disponer:
Así mismo, se expidió la Ley 132 del 20 de febrero de 1936, sobre la igualdad de
condiciones para el ingreso a los establecimientos de educación superior la cual
prohibió todo forma de discriminación por sexo, raza o religión, a pesar de ello la
participación de mujer siguió siendo excepcional.
45
Laureano Gómez, El Siglo. Febrero 17 de 1936. Citado en Juan Carlos Garzón Barreto, El Proceso de
Consolidación de la Universidad Pedagógica Nacional Femenina en el Marco de la Contra-Reforma
Educativa de los años 50 en “UNICAUCA. Ciencia”, Número Especial, 1999.
23
En otro terreno, el de la educación media, la discusión giraba en torno a su estructura,
existiendo defensores del bachillerato clásico y del bachillerato moderno, como se
identificaba la propuesta de la segunda misión alemana, que sugería dividir el
bachillerato en un período de cuatro años, de formación general y otro de dos años, de
orientación práctica. La controversia se caldeó en 1937, cuando el Ministerio estableció
el examen oficial obligatorio para el ingreso a la universidad, habiendo ya estatuido a
fines de 1936 exámenes de capacitación para los maestros.
Los conservadores regresan al poder en 1946. Para ese mismo año empezaría el período
conocido como “La Violencia”, que se extendería hasta 1957. El asesinato de Jorge
Eliécer Gaitán provocaría una revuelta popular que durante el 9 de abril de 1948
sacudiría a buena parte del país y que habría de ser recordada como “el Bogotazo”. Las
razones de esta revuelta serían atribuidas por algunos a la escasa o desatinada
educación. Parece como si las causas económicas, políticas y sociales hubieran
desaparecido y para justificar los hechos, algunos líderes de la época no hubieran
encontrado mejor explicación que las deficiencias del sistema educativo. La
consecuencia de esto sería un movimiento de reacción contra los proyectos de la
Revolución en Marcha y en general contra las iniciativas liberales de gobiernos
anteriores. Quizás como nunca antes, la polarización política tuvo eco en el sistema y
en las jerarquías educativas a lo largo y ancho del país. Los inspectores se convirtieron
en perseguidores de quienes profesaban ideas diversas, y en general, los métodos del
partido conservador se hicieron cada vez más insoportables tanto para los liberales
como para los conservadores del sector ospinista. Las reformas de la Revolución en
Marcha fueron frenadas. Con respecto a la Universidad Nacional, se eliminaron las
formas de autoparticipación y co-gobierno.
24
La Ley 143 de 1948 volvería sobre el tema de la enseñanza técnica, a la que definiría
como “la parte esencialmente práctica de la educación destinada a orientar hacia el
trabajo racionalizado toda ocupación o actividad que no necesite de una cultura general
académica”.
En 1955 fue nombrado Gabriel Betancur Mejía como Ministro de Educación, quien se
ocuparía de una planeación integral de la educación en el país, contando con la asesoría
de la UNESCO. Bajo el ministerio de Betancur expertos extranjeros y colombianos
trabajaron juntos para lograr el Plan Quinquenal de Educación Integral. En este plan se
propugnaba por la unificación de la escuela primaria (todavía dividida en rural y
urbana) con cinco años de escolaridad obligatoria. Se recomendó también la división
del bachillerato en dos ciclos, uno de tres años orientado hacia las carreras prácticas y
técnicas y el otro de carácter preuniversitario y normalista. Pero este plan nunca se
25
aplicó de manera integral. Sin embargo, novedades como la Oficina de Planeamiento
Educativo, primera del género en el continente, servirían como modelo a otros países y
permitirían acceso a créditos educativos extranjeros e internacionales destinados a
reformas educativas47.
También se creó un Consejo Superior de Educación, reorganizado por Decreto 2349 Bis
de 1956, el cual era la máxima entidad asesora del Ministerio de Educación. Contaba
con nueve comisiones, cada una con cinco miembros. El Consejo Superior en sí tenía
tanto miembros como comisiones. Estos miembros eran elegidos por el Presidente de la
47
Helg 1946-1957, pp.117 – 118.
48
Ver por ejemplo La autonomía universitaria en Colombia: Las tensiones entre el saber, el poder y el
querer. Gloria Cecilia Arboleda F. y Luis Hernando Rincón Bonilla, en “UNICAUCA Ciencia”,
Número Especial 1999, pp. 281 – 289.
49
Compilación, pp. 2192 – 2194.
26
República y de ellos uno, nombrado de terna presentada por el Arzobispo de Bogotá,
representaba a la Iglesia Católica y otro, que actuaba como representante de familia, era
elegido de terna presentada por la Directiva de la Asociación Nacional de Padres de
Familia.
La Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) fue creada por el Decreto 2356
de 195650, con los siguientes objetivos: “a) preparar el personal administrativo para las
descendencias nacionales, departamentales y municipales; b) investigar la organización
administrativa, y c) investigar las medidas que en otros países se hayan tomado o se
estén desarrollando para promover el adelanto de la administración pública, y estudiar
su posible aplicación el Colombia”.
Depuesto el General Rojas Pinilla, la Junta Militar de Gobierno expide el Decreto 277
de 195851. En su artículo primero dispone que “las Universidades Oficiales
Departamentales “serán personas jurídicas autónomas”. El decreto señala como
autoridades de las universidades al Consejo Superior, al Consejo Directivo y al Rector.
El primer órgano estaba formado hasta por nueve miembros dentro de los que se
contaba el Gobernador o su representante, un delegado del Ministerio de Educación,
elegido entre los profesores de la misma universidad; uno de la Iglesia, elegido por el
ordinario respectivo, y uno de los Estudiantes y de Corporaciones Económicas a
Asociaciones Profesionales o de antiguos alumnos en el número y forma que
determinaran los estatutos. El Consejo Directivo era presidido por el Rector e integrado
además por los decanos de las facultades, un representante del profesorado y uno de los
estudiantes. El Rector era designado por el Consejo Superior para el período que fijaren
los estatutos de cada universidad.
En el Gobierno de Guillermo León Valencia se expiden los decretos 1464 de 1963, por
el cual se establecían normas para la fundación, aprobación e inspección de entidades no
universitarias de educación superior y 1297 de 1964, por el cual se reglamentaba la
educación superior en las universidades y en otros institutos.
27
1963”. Luego de esa definición general, el decreto enumera las que son reconocidas
como Universidades en Colombia52.
Por su parte, el Decreto 1464 definía como institutos o escuelas de educación superior
los que sin formar parte de una universidad fijaba un trámite concreto para las
instituciones no universitarias. En su artículo primero disponía:
52
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Fundación Universidad de América, Fundación
Universidad de Bogotá “Jorge Tadeo Lozano” y las siguientes Universidades: de Antioquia, del Atlántico,
de Los Andes, de Caldas, de Cartagena, del Cauca, de Medellín, de Nariño, del Tolima, del Valle,
Distrital “Francisco José de Caldas”, Externado de Colombia, Industrial de Santander, La Gran Colombia,
Libre de Bogotá, Nacional de Colombia, Pedagógica Nacional de Bogotá, Pedagógica y Tecnológica de
Colombia, Pontificia Bolivariana, Pontificia Javeriana, Santiago de Cali, Tecnológica de Pereira.
53
Compilación, pp. 2468 – 2500
28
estructuración de los trabajos ya realizados para el diagnóstico, la formulación de metas,
la proposición de etapas y el desarrollo de proyectos. No sólo por la extensión del
documento sino también por la importancia de los conceptos que en él se manejan, a
continuación se citarán de manera extensa algunos de sus apartes.
Por otra parte, el instituto universitario es definido como “la institución de educación
superior oficial o privada de utilidad común, que, debidamente autorizada por el
Estado, se dedica con la mayor amplitud en la admisión de graduados del nivel medio,
a impartir formación profesional en programas de duración corta con el otorgamiento
de los diplomas correspondientes, a ofrecer programa de estudio que permitan la
transferencia de estudiantes a la universidad como alumnos de años superiores, a la
educación remedial y de adultos y a prestar otros servicio a la comunidad de acuerdo
con sus funciones”, advirtiendo que “el instituto no desempeñará las funciones
privativas de la universidad, ni generalmente la universidad cumplirá las funciones
características del instituto” aunque advierte que “habrá sin embargo, programas
análogos cuando estén destinados a la transferencia de alumnos del instituto a la
universidad”.
29
comprendidos en un programa de estudios de larga duración y a un determinado nivel
en las ciencias, las artes o las profesiones”. Podían ser de licenciado o de profesional.
Los títulos eran “ciertas distinciones académicas que otorgadas por una universidad a
personas que, habiendo obtenido previamente un grado universitario, se hicieron
acreedoras a ellas por haber cumplido satisfactoriamente los requisitos comprendidos
en el respectivo plan de estudios”. Eran títulos académicos los de magíster y doctor.
“Las personas naturales o jurídicas que deseen impartir enseñanza son libres de
pertenecer al sistema de educación superior si fueren admitidas por haber
llenado los requisitos, pero en caso de no desear pertenecer a él, o querer
retirarse de él, perderán los derechos y privilegios propios del sistema y
deberán abstenerse de todo equívoco en esta materia en sus relaciones con la
comunidad, bajo las sanciones que fijará el gobierno” (num. 13.4.1)
Por otra parte, el documento también aborda la creación tanto de las instituciones
oficiales como de las privadas, de su régimen legal, de la localización de las mismas, de
los estudios generales, de las instituciones y programas prioritarios y de la financiación,
entre otros temas que debemos sacrificar en aras de la brevedad.
30
con los que la Nación contribuye al funcionamiento de dichos centros educativos. La
creación de estos cursos y carreras se haría estrictamente de acuerdo con las prioridades
resultantes de las investigaciones de recursos humanos de alto nivel que ha llevado a
cabo el ICETEX y su actualización posterior.
Este mismo año, con el Decreto 3156 de 196856, se reorganizó el Fondo Universitario
Nacional, que pasó a llamarse Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación
Superior (ICFES). Como finalidad, el instituto tendría la de “servir de órgano auxiliar
del Ministerio de Educación Nacional en lo relativo a la inspección y vigilancia de la
Educación Superior, otorgar asistencia técnica, económica y administrativa a las
universidades, dentro del respeto a su autonomía legal, y prestar aquellos servicios que
sean necesarios para el mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la misma, en
consonancia con los requerimientos del progreso armónico de la Nación”.
31
Ricardo Mosquera Mesa nos cuenta cómo “dentro de los postulados impuestos por la
Alianza para el Progreso, y en el marco de principios que caracterizaron a la llamada
Década del desarrollo, la creación del Instituto Colombiano para el Fomento de la
Educación Superior –ICFES-, en 1968 estuvo precedida del informe del señor Rudolph
P. Atcon, publicado en 1961, y el Plan Básico producido por la Universidad de
California entre 1966 y 1967. Estas acciones determinaron la adopción de un modelo
norteamericano de universidades y la exclusión del concepto europeo, y la orientación
general de la educación hacia un modelo transnacional desarrollista propuesto para
los países del Tercer Mundo considerados como bloque”.58
Para 1970 se crearon varios Institutos Politécnicos caracterizados en general por su bajo
perfil social y tecnológico, a lo que debía sumarse una fuerte tendencia a ser convertidos
en instituciones universitarias. Al sumar este nuevo elemento al contexto general de la
educación superior, a mediados esta década el país se enfrentaría a una gran
heterogeneidad de instituciones. En reacción a esta situación, mediante Decreto 817 de
197159, se creó un grupo de trabajo para el estudio de la Reforma Universitaria. Dentro
de los considerandos expuestos se decía “que el crecimiento de la Universidad
Colombiana en los últimos años ha tenido consecuencias académicas y administrativas
que exigen una consideración especial dentro de la reforma universitaria”. El equipo
estaría integrado por un grupo de personalidades del ambiente político de la época,
liderados por Luis Carlos Galán Sarmiento, entonces Ministro de Educación. Como
resultado de este ejercicio surgiría el Proyecto de Ley Número 21 de diciembre 16 de
197160, formado por 58 artículos distribuidos en ocho capítulos.
En este proyecto La educación superior era definida como “el más alto nivel que otorga
la Nación a través de las Universidades oficiales y no oficiales, y está encaminada a
elaborar y transmitir conocimientos, y a desarrollar la investigación en los diversos
campos del conocimiento y a formar al individuo”.
58
Ricardo Mosquera Mesa, Diagnóstico y perspectivas de la Educación Superior en Colombia en
“Mayoría de Edad para la Universidad Colombiana. Historia de Una Reforma”, Senado de la República
de Colombia, Comisión IV, Santafé de Bogotá, 1993, p. 20.
59
Compilación, pp. 2631.
60
Compilación, pp. 2652 – 2671
32
Educación Superior, que la presidiría, cada uno de los presidentes de los seis Consejos
Regionales Universitarios, el Rector de la Universidad Nacional de Colombia, dos
rectores de universidades no oficiales, dos profesores y dos estudiantes.
El Bienestar Universitario era definido como “el conjunto de actividades y servicios que
se prestan y dedican a la población universitaria para que sus condiciones de vida,
trabajo, estudio y vinculación orgánica a la comunidad sean las más adecuadas
posibles”. Los programas, actividades y servicios se desarrollarían en coordinación con
una serie de organismos, en su mayoría gubernamentales, señalados expresamente.
En 1974 se expidió el Decreto 135061, con el que se definían los tipos de instituciones
de educación superior. Se denominaban establecimientos de educación superior
“aquellos que, partiendo de la educación secundaria, adelantan programas
investigativos, docentes y de servicio para la obtención de títulos o la certificación de
derechos para obtenerlos”. En el contexto de este decreto, son universidades “cuando
su objetivo principal es la investigación y la docencia a través de programas que
conduzcan a la obtención de licenciaturas y grados profesionales o a títulos
académicos como los de magíster y doctor o los de artes liberales”. Por su parte, los
institutos de educación tecnológica son aquellos cuyos “programas tienen por objeto
desarrollar destrezas y habilidades relacionadas con una tecnología específica, a partir
de conocimientos generales y científicos en que ésta se fundamenta”. El decreto
consideraba establecimientos de educación superior a establecimientos que no tuvieran
carácter de universidad o de instituto de educación tecnológica pero que ofrecieran
programas de educación superior y facultaba a las universidades para ofrecer programas
de educación tecnológica y de corta duración.
61
Compilación, p. 2767.
33
A mediados de la década de los setenta surgen en varias universidades tanto públicas
como privadas62 iniciativas en torna al ofrecimiento de programas a distancia
correspondientes a este nivel. Tales iniciativas fueron “respaldadas tímidamente por
una política permisiva, pero no decidida del Gobierno”.63 Para entonces, surge también
la inquietud de disponer de una modalidad –tecnológica- que prepare un técnico
superior de alto nivel, que posteriormente se denominará –tecnólogo- diferenciando así
la modalidad técnica de la tecnología en el nivel postsecundario.
“En 1980, Colombia era uno de los países del mundo con mayor número de
universidades: contaba doscientas una instituciones de enseñanza superior.
Cincuenta y seis eran oficiales (28%) y ciento cuarenta y cinco eran privadas
(72%). Ciento veintidós estaban registradas por el ICFES y las restantes, casi
todas instituciones privadas, no tenían reconocimiento oficial. El número total
de estudiantes matriculados alcanzaba a 303.056, de los cuales128.196 (42%)
estudiaban en planteles oficiales y 174.860 (58%) en establecimientos privados.
Este incremento no se hizo siempre en beneficio de la calidad de la enseñanza
superior”66.
0
Las pioneras fueron: Universidad de Antioquia, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad Santo
Tomás, Universidad de la Sabana, Universidad San Buenaventura.
63
Luis José González Alvarez, et. al., “La Universidad Superior a Distancia en Colombia”, ICFES,
septiembre de 2000, p. 22.
64
Ramiro Lucio y Mariana Serrano, “La Educación Superior. Tendencias y políticas estatales”,
Universidad Nacional, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Bogotá, 1992, p. 97 –
99.
65
Definida ya como “el desarrollo acelerado de concentración poblacional en las ciudades y, dentro de
estas las gran metrópolis” o bien como “la transformación de naciones caracterizadas por la composición
relativa de su población, como típicamente rurales en naciones típicamente urbanas” (Lucio y Serrano, p.
97).
66
Aline Helg, La educación en Colombia. 1958 – 1980. En “Nueva Historia de Colombia, Vol. IV,
Capítulo 5, p. 138 (en adelante, Helg 1958 – 1980)
34
“El aumento de estudiantes universitarios se produjo además sin relación con
las posibilidades de empleo”.67
En igual sentido, Arboleda y Bonilla definen este modelo como desarrollista, señalando,
entre otras, las siguientes características: funcionamiento de la universidad como
empresa comercial debiendo buscar rentabilidad en sus actividades y servicios;
objetivos eminentemente pragmáticos y profesionalistas, adecuando la capacitación de
formación profesional a las condiciones de funcionamiento del mercado; privatización
progresiva de la totalidad del sistema universitario, y elitización creciente de los niveles
de formación superior68.
El 24 de enero de 1979 se expidió la Ley 8ª, “ por la cual se otorgan una facultades
extraordinarias para establecer la naturaleza, características y componentes del
Sistema de Educación Post-secundaria, se fijan requisitos para la creación y
funcionamiento de instituciones públicas y privadas de educación post-secundaria,
para organizar la Universidad Nacional de Colombia y las demás Universidades e
institutos Oficiales de nivel post-secundario y para expedir las normas sobre Escalafón
Nacional para el Sector Docente y derogar unas normas”. El epígrafe compendia la
norma. Con base en estas facultades se expediría el Decreto-Ley71 80 de 198072, “por el
cual se organiza el Sistema de Educación Post-secundaria”. En general, este, y los otros
decretos de la reforma del 80, serían muy detallados, a veces rayando en lo casuístico,
67
Helg 1958 – 1980, p. 139.
68
Arboleda y Bonilla, pp. 285 – 286.
69
Ricardo Mosquera Mesa, Concepción de la Reforma de la Educación Superior según la Ley 30 de
1992, en “Mayoría de Edad para la Universidad Colombiana. Historia de una Reforma”. Senado de la
República de Colombia, Comisión IV, Santafé de Bogotá, 1993, p. 276.
70
José Fernando Ocampo, Reforma Universitaria 1960 – 1980. Hacia una educación discriminatoria y
antidemocrática, Bogotá, Cinep, serie Controversia No. 79, 1979, citado por Lucio y Serrano, p. 191.
71
Un Decreto-Ley es una norma expedida por el Presidente de la República pero con carácter y fuerza de
ley, por surtirse en ejercicio de facultades extraordinarias otorgadas por el Legislativo.
72
ICFES, La Educación Superior en Colombia. Compilación Normativa, 1990, pp. 4 – 165.
35
pero brindaron un marco normativo para una inspección y vigilancia
predominantemente policiva.
Según lo indica el artículo 34, “el máximo nivel de Educación Superior lo constituye la
modalidad de Formación Avanzada y tiene por objeto la preparación para la
investigación y para la actividad científica o para la especialización. La investigación
73
ICFES, “La Educación Superior…”, p. 43.
36
constituye el fundamento y el ámbito necesario de esta modalidad”. A ellos pueden
ingresar quienes acrediten título de formación universitaria o de tecnólogo especializado
y conducen al título de Especialista, Magíster o Doctor.
74
Ver Mosquera, p. 54
75
Ministro de Educación Nacional; Gobernador del Departamento, Intendente o Comisario de donde
tenga su domicilio la institución; el respectivo alcalde; un miembro designado por el Presidente de la
República y el Rector de la Institución (de libre nombramiento y remoción del ejecutivo).
37
Un elemento innovador de este decreto es el exigir a las instituciones de educación
superior privadas tener carácter de personas jurídicas de utilidad común, sin ánimo de
lucro, organizadas como corporaciones o fundaciones (art. 138 y 139). Con ello se
pretendía frenar el interés mercantilista que parecía inspirar a muchos de quienes
crearon instituciones privadas con anterioridad, pero también se les otorgaban algunas
ventajas de carácter tributario. Las entidades privadas, como era de esperarlo
reaccionaron. Por un lado solicitaron subsidios alegando cumplir una función propia
del Estado, que éste no ha podido cumplir a cabalidad y haciéndolo con mayor
eficiencia. Por otro lado, mostraron recelo sobre la función de control del ICFES, toda
vez que la libertad de enseñanza era entendida como libertad incontrolada de empresa, y
finalmente, solicitaron la concesión de apoyos financieros institucionales más
indirectos, como la creación de un banco educativo para financiar inversiones en
dotación y planta física, alivios tributarios y la exención de algunos recargos en la
nómina de salarios, como los aportes al Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y al
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) a los que, por regla general, están
obligados los empleadores.76
El decreto se ocupa del Bienestar Social, definiendo sus programas como el “conjunto
de actividades que se orientan al desarrollo físico, mental, espiritual y social de
estudiantes, docentes, directivos y demás personas vinculadas a las instituciones de
educación superior”. Para garantizar el cumplimiento de estas obligaciones, el Decreto
disponía que “todas las instituciones, en la medida de sus capacidades económicas,
dedicarán como mínimo el dos por ciento (2%) de sus ingresos corrientes” (Art. 162).
Se contemplaba una serie de sanciones, variando la autoridad que las impone según su
gravedad. La amonestación pública es impuesta por EL Director del ICFES; las multas
sucesivas de hasta cien salarios mínimos legales mensuales por la Junta Directiva del
mismo Instituto; la suspensión de la personería jurídica y cancelación de la personería
76
Lucio y Serrano, p. 243 – 245.
38
jurídica por el Ministro de educación. Adicionalmente, sin que se le atribuya carácter
de sanción, pero comprendida dentro del mismo título, el Decreto otorgaba al ICFES la
facultad de “suspender o cancelar programas de formación u ordenar la no admisión
de nuevos estudiantes, cuando previa evaluación aparezca que su nivel académico no
es satisfactorio” (art. 187). Estas facultades fueron desarrolladas en el Decreto 1227 de
198977, complementado por el 2674 del mismo año, facultando al ICFES para “disponer
que se tomen las medidas correctivas de saneamiento cuando se han violado
disposiciones legales” y “suspender las funciones del rector y/o Consejos Superiores y
Directivos de ellas, cuando se presenten las situaciones de que trata el artículo 3o78 del
presente decreto a juicio del Director del ICFES, previo concepto de la Junta Directiva
y con el voto favorable de su Presidente”.
El decreto guarda silencio sobre quién elegiría al Rector, por lo que se sigue aplicando
la regla general según la cual éste es nombrado por el Presidente de la República,
debido a la naturaleza de establecimiento público propia de la Universidad.
77
“La educación superior...”, p. 147 – 150.
78
Tales situaciones eran: Cuando la institución haya rehusado la exigencia que se le haga de someter todo
lo relacionado con los asuntos administrativos y académicos a la inspección del ICFES; cuando sus
directivos, administradores o representantes legales, se hayan rehusado a declarar con los requisitos de
ley, sobre la actividad desarrollada; cuando incumplan reiteradamente las órdenes e instrucciones del
ICFES, debidamente explicadas; cuando se persista en violar sus estatutos o las disposiciones legales que
le son aplicables; cuando persistan en el manejo de la institución de educación superior en forma no
autorizada.
39
Quizás de los pocos temas que el Decreto 80 de 1980 no contempló fue el de la
educación abierta y a distancia, el cual sería uno de los elementos del programa de
gobierno de Belisario Betancur (Presidente de la República en el período 1982 – 1986).
Betancur pretendía fortalecer esta modalidad, procurando ampliar la cobertura de la
educación superior al permitirle llegar a los lugares más apartados del país. Como se
señaló anteriormente, varias universidades, la mayoría privada y católicas, ya habían
iniciado la oferta de programas académicos en esta modalidad pero no contando con el
apoyo del gobierno, sino más bien con su indiferencia.
El marco jurídico de la educación superior abierta y a distancia fue dado por los
Decretos 2412 de 1982, “por el cual se reglamenta, dirige e inspecciona la Educación
Abierta y a Distancia y se crea el Consejo de Educación Abierta y a Distancia”, y 1820
de 1983, “por el cual se reglamenta la Educación Superior Abierta y a Distancia” que
definiría el sistema de educación superior abierta y a distancia y establecería la
reglamentación sobre apertura y funcionamiento de dichos de programas.
“Una vez más observamos una problematización del sistema educativo a nivel
superior con la introducción de un espacio de virtualidad cuyos resultados no
son claramente previsibles para la mayoría de los dirigentes del sector
educativo. Más aún, el modelo propuesto como política del gobierno no se
ajustaba a ninguno de los modelos de las universidades a distancia europeas.
Éstas, como ya vimos, eran nacionales: en cada nación el gobierno creó una
para todo el país. En Colombia se abrió la posibilidad de que las diferentes
universidades, públicas y privadas, ofreciesen programas con esa metodología.
Y además, se quiso que este nuevo sistema estuviese orientado por el modelo
pedagógico de la educación superior “abierta”; ya por eso siempre fue
presentada como ‘educación superior abierta y a distancia’ ”79.
79
González Álvarez et. al. “La Educación Superior a Distancia en Colombia. Visión histórica y
lineamientos para su gestión”. ICFES, Bogotá, septiembre de 2000, p. 22.
80
Ver Lucio y Serrano, p. 202.
40
La Ley 30 de 1992
En 1991, siendo presidente de Colombia Cesar Gaviria, fue convocada una Asamblea
Nacional Constituyente de integración plural y democrática, que habría de otorgar al
país una nueva Constitución Política. El contexto estaba marcado por la derrota de la
maquinaria electoral tradicional al ser elegido Gaviria como Presidente; la
consolidación como la tercera fuerza política y electoral del país del grupo guerrillero
reinsertado M-19 y el otorgamiento de voz y voto a interlocutores de movimientos
rebeldes (no sólo el M-19) en el contexto político en general y en la Asamblea
Constituyente en particular81.
Los artículos de esta nueva Carta que mayor relación tiene con la educación superior
son el 27, el 67, el 68 y el 69. En el artículo 27 se garantizan las libertades de
enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra. El artículo 67 se ocuparía de la
educación en los siguientes términos:
La educación será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del
cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragarlos.
81
Ver Lucio y Serrano, p. 285.
41
El artículo 68 permite a los particulares fundar establecimientos educativos y señala que
la ley establecerá las condiciones para su gestión y creación. Mientras que el artículo 69
dispone:
Algo que debe tenerse en cuenta, pues ha afectado de manera sustancial el desarrollo
jurisprudencial de varios de los conceptos fundamentales no solo de la educación
superior sino también de un sinnúmero de derechos, es la implementación de la Acción
de Tutela, herramienta de participación contenida en el artículo 86 de la Constitución,
en virtud de la cual:
“Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo
momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí
misma o por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos
constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.
(...)
En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y
su resolución”.
42
Política82. En la elaboración de esta ley se distinguen tres momentos claves: 1) La
elaboración por parte del Ministerio de Educación y el ICFES, junto a un grupo de
instituciones y expertos, de un trabajo de análisis y concertación, tomando como punto
de partida la experiencia, aplicación y efectos de los decretos leyes 80 y 81 de 1981; 2)
La introducción de modificaciones al proyecto inicial por parte de Ricardo Mosquera
Mesa, en calidad de senador ponente; 3) El debate legislativo. Adicionalmente, cuando
el proyecto inicial estuvo terminado, fue socializado y discutido en cinco foros
regionales y mientras se encontraba en trámite, se recibieron en audiencia pública
representantes de los distintos grupos e instituciones interesadas83.
Dentro de los objetivos iniciales de esta reforma, siendo quizás el principal, figuraba el
de “cambiar la relación existente entre el Estado y las Instituciones de Educación
Superior en el sentido de hacerla más orientadora, más selectiva y menos
reglamentarista”85.
(..)
82
Ricardo Mosquera Mesa, Concepción de la Reforma de la Educación Superior según la Ley 30 de
1992, en “Mayoría de Edad para la Universidad Colombiana. Historia de una Reforma”. Senado de la
República de Colombia, Comisión IV, Santafé de Bogotá, 1993, p. 277.
83
Mosquera, Introducción, p. 10 – 12)
84
Exposición de Motivos para la Ley 30 de 1992. En Mosquera, “Mayoría...”, p. 52.
85
Mosquera, “Concepción...”, p. 278.
43
limitaciones de cupos en otras produjo una fuerte demanda por carreras cortas
de tipo técnico o tecnológico lo cual las instituciones han respondido en forma
bastante elástica en las últimas dos décadas. 5. El estatuto docente para los
maestros de primaria y media del sector oficial, creó incentivos muy fuertes
para la proliferación y diversificación de las licenciaturas y las
especializaciones en ciencias de la educación superior. 6. En las últimas dos
décadas ha venido incrementándose el número de programas de postgrado
(especializaciones y maestrías), principalmente en las áreas de la economía,
administración y afines, de educación y en las especialidades médicas”86.
Autonomía universitaria
Uno de los rasgos más decisivos de esta nueva legislación es el desarrollo dado al tema
de la Autonomía Universitaria. Consagrado por primera vez en la Constitución
Nacional, cobró gran importancia en virtud de las interpretaciones y los alcances que se
le atribuyeron. Al respecto Luis Bernardo Flórez señala en el prólogo al libro “Mayoría
de Edad para la Universidad Colombiana”:
86
Exposición de Motivos para la Ley 30 de 1992. En Mosquera, “Mayoría...”, p. 49.
87
La estructura general del ICFES, sus funciones y demás características serían definidas inicialmente en
el Decreto 1211 de 1993 y luego en el 2662 de 1999.
88
Luis Bernardo Flórez Enciso, Prólogo a “Mayoría de Edad para la Universidad Colombiana”, Senado
de la República de Colombia, Comisión Cuarta, Santafé de Bogotá 1993, p. 5.
44
nuevos programas en áreas no afines a las de sus especialidades tradicionales a
la ratificación del Estado”89
89
Idem.
90
Ricardo Mosquera Mesa, Concepto de la Reforma de la Educación Superior según la Ley 30 de 1992,
en “Mayoría de Edad para la Universidad Colombiana. Historia de una reforma”, p. 274.
45
g) Arbitrar y aplicar sus recursos para el cumplimiento de su misión social y de
su función institucional.
Como se puede ver, el contenido esencial de los dos artículos es el mismo, salvo porque
para las instituciones que no ostentan el carácter de Universidades se exige la
notificación de las modificaciones en sus estatutos así como sobre la creación de
programas académicos. De esta distinción se concluyó que las Universidades deben
informar al ICFES sobre la creación de sus programas académicos con el propósito de
mantener actualizado el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior,
mientras la demás instituciones deben notificar sobre el mismo aspecto. Sin embargo,
en la práctica nunca se estableció la diferencia entre “informar” y “notificar”. Los
decretos que se ocuparon de la creación de programas y la verificación de sus requisitos,
utilizan la expresión “informar o notificar” y no establecen diferencia en el trámite que
se debe seguir. De manera que en la práctica universidades y no universidades tienen
un régimen de autonomía con igual alcance.
Debe hacerse una distinción en las entidades oficiales, que para este efecto se clasifican
en “entes universitarios autónomos”, que son las universidades, y establecimientos
públicos, correspondiente a las demás instituciones oficiales. Las consecuencias de ser
considerado establecimiento público las vimos anteriormente, quedando por señalar
entonces que los entes universitarios autónomos están dotados de una autonomía similar
a la de las instituciones no oficiales, aunque están sujetos al control por parte de los
organismos estatales.
Tipología de instituciones
Al no existir diferencias prácticas de fondo en la autonomía de unas y otras
instituciones, el elemento diferenciador está dado por los programas que ofrecen. La
tipología de las Instituciones de Educación Superior inicialmente se contemplaba las
siguientes:
46
no tuvo origen en el proyecto de ley inicial presentado por el gobierno, sino que fue
elaborada en el proceso de concertación.91
91
Ver: “Así avanza la Modelación del Sistema de Educación Superior. Hacia una tipología de
programas académicos e instituciones de Educación Superior, en “Movilización Social por la Educación
Superior, Segunda Fase”, ICFES, mayo de 2000.
92
ICFES, Movilización Social por la Educación Superior. Construcción colectiva de un modelo ideal de
Educación Superior, septiembre de 1999, p. 67.
47
Lo relacionado con las instituciones de economía solidaria no hacia parte del proyecto
gubernamental, sino que surgió en los debates legislativos. Su autoría se atribuye al
Senador César Pérez, quien para entonces estaba vinculado a la Universidad
Cooperativa de Colombia. Tal participación habría de costarle la investidura como
Senador por considerarse que hubo un conflicto ilegítimo de intereses.
El artículo 132 fue derogado de manera escueta por la Ley 72 de 1993 y ni en el CESU,
ni en la Junta Directiva del ICFES se nombraron representantes de estas instituciones,
por no existir hasta la fecha instituciones a las que se les haya otorgado personería
jurídica como instituciones de economía solidaria de educación superior.
Programas académicos
En cuanto a los programas que se pueden ofrecer, la ley contempla en el nivel de
pregrado, los programas técnicos profesionales, los tecnológicos y los profesionales, y
en el de postgrado, las especializaciones, las maestrías, los doctorados y los
postdoctorados. Los programas de maestría, doctorado y postdoctorado94 tienen a la
investigación como fundamento y ámbito necesarios de su actividad (Art. 12).
Los requisitos para su ofrecimiento varían según el programa. Los de pregrado y las
especializaciones tienen requisitos comunes a partir de la vigencia del Decreto 1225 de
1996. Ambos deben someterse a un procedimiento de “notificación o información”
para obtener un código de registro en el Sistema Nacional de Información de la
93
“Las instituciones de educación superior de carácter oficial prestarán un apoyo especial y celebrarán
convenios con las penitenciarías y cárceles de distrito judicial, para que los centros educativos se
conviertan en centros regiones de educación abierta y a distancia (Cread), con el fin de ofrecer
programas previa autorización del ICFES. Estos Programas conducirán al otorgamiento de títulos en
educación superior” Artículo 94, inciso 3.
94
La inclusión de “programas” de postdoctorado es a nuestro juicio desacertada, porque los estudios
postdoctorales no corresponden a programas académicos sino a trabajos de investigación adelantados por
un doctor con el patrocinio o apoyo de una institución.
48
Educación Superior95, sin el cual no pueden hacer publicidad ni entrar en
funcionamiento. Este registro se ha convertido en una especie de “licencia de
funcionamiento” exigible tanto a las universidades como a las demás instituciones sin
distinción.
En principio, los programas de doctorado y maestría sólo pueden ser ofrecidos por las
universidades, las instituciones universitarias y las escuelas tecnológicas, pero la misma
ley prevé que, de manera excepcional, aquellas que no tengan dicho carácter puedan ser
autorizadas siempre que cumpla con los criterios fijados por el Sistema Nacional de
Acreditación para tal fin.
95
Este sistema fue creado por la Ley 30 con el propósito de “divulgar información para orientar a la
comunidad sobre la calidad, cantidad y características de las instituciones y programas del Sistema” (Art.
56). Su administración corresponde al ICFES y la reglamentación al CESU.
49
Sus principales funciones serían:
Para el desarrollo de sus funciones contaría con cuatro comités asesores (técnicas,
tecnológicas, instituciones universitarias y universidades) integrados por dos rectores
del respectivo nivel (uno de institución pública y uno de institución privada), un
representante de las comunidades académicas, dos representantes del sector productivo
y el Director del ICFES, quien los presidía.
Pero la realidad dista de esta apreciación, y resulta difícil esperar otra cosa. Los
miembros del CESU no reciben remuneración por su participación en el Consejo (con la
excepción de pasajes y viáticos a quienes asisten desde fuera de la capital), conservan
sus vínculos con su institución de origen y son elegidos en procesos democráticos en los
que la hoja de vida y sus capacidades intelectuales tienen peso pero no son el factor
primordial pues prima la capacidad política del candidato o de quien lo postula.
96
Corte Constitucional. Sentencia C-188, mayo 8 de 1996, M.P. Fabio Morón Díaz. Tomado de Iván
Francisco Pacheco A., Nuevo Compendio de Normas sobre la Educación Superior”, ICFES, noviembre
de 2001, pp. 46 – 48.
50
Asignar al CESU tareas operativas como el concepto previo para el reconocimiento de
una institución de educación superior, la aprobación de programas de maestría y
doctorado o la imposición de sanciones fue un error que se pretendió corregir con la
expedición del Decreto 1176 de 1999, que lo convirtió “en un organismo con funciones
exclusivas de coordinación, planificación, recomendación y asesoría”, el cual quedaría
con las siguientes funciones:
Para cumplir las demás funciones, los Comités Asesores a que se refería el artículo 45
de la Ley 30 de 1992, fueron fusionados en la Comisión Consultiva de Instituciones de
Educación Superior, un nuevo cuerpo integrado por cinco miembros designados por el
Ministro de Educación de ternas enviadas por el Consejo Nacional de Educación
Superior, Colciencias, el Colegio Máximo de Academias, y otras instituciones
relacionadas con el sector que gocen de alta acreditación y reconocimiento. La
Comisión tendría las siguientes funciones:
“La Sala considera que las funciones del CESU cuya descripción se efectuó en
la primera parte de este concepto, por estar consignadas en la ley especial de la
educación, ley 30 de 1992, no podían ser objeto de exclusión como aparece en
el Decreto 1176, ya que la competencia constitucional invocada por el
Presidente para ese efecto, Artículo 189.16 ‘con sujeción a lo previsto en el
51
artículo 54 de la Ley 489 (…) de 1998 no permite asignar o distribuir
funciones…”97
Inspección y Vigilancia
Según el artículo 32, la suprema inspección y vigilancia se realizará mediante un
proceso de evaluación que apoye, fomente y dignifique la Educación Superior, para
velar por:
52
expertos sobre la materia y constituye un importante paso hacia el mejoramiento de la
calidad de los programas.
Acreditación
Quizás el antecedente más remoto de la Acreditación se da en el Plan Básico de la
Educación Superior de 196998. Sin embargo, la creación del Sistema Nacional de
Acreditación y del Consejo Nacional de Acreditación (artículos 53 y 54) han constituido
en un elemento fundamental para el desarrollo de una inspección y vigilancia como
proceso evaluativo. El proceso de acreditación ha contado con apoyo creciente por
parte de las instituciones de educación superior. Inicialmente destinado a la
acreditación de programas, se extendió a la acreditación de instituciones. En un
documento preparado dentro del marco de la Movilización Social por la Educación
Superior99, el CESU señala:
La buena imagen con la que cuenta este organismo hizo que en busca de procesos más
transparentes y eficientes, se le asignaran la acreditación previa de programas de
educación y la verificación de estándares de calidad para el otorgamiento de registro
calificado de los programas de ingeniería y de ciencias de la salud, funciones que no
tienen directa relación con su objeto toda vez que corresponden a requisitos mínimos
para el ofrecimiento de dichos programas y no con criterios de máxima calidad.
98
Ver página 28.
99
La Movilización Social por la Educación Superior es un proceso participativo de amplio espectro
convocado por el Ministerio de Educación con el soporte del ICFES. En él, diferentes instancias de la
sociedad presentaron inquietudes y propuestas destinadas a mejorar el Sistema de la Educación Superior.
100
“Políticas y Compromiso del CESU con la Educación Superior colombiana: Avances y Urgencias.
Recomendaciones al Gobierno Nacional”, Consejo Nacional de Educación Superior, (CESU), ponentes,
Moisés Wasserman y Hugo Salazar García, Bogotá, febrero de 2002, p.4.
53
Académico, designado por éste; Un profesor de la Universidad, elegido por el
profesorado; Un estudiante de pregrado o de postgrado, elegido por los estudiantes; El
Rector de la Universidad, quien será el Vicepresidente del Consejo, con voz pero sin
voto.
Finalmente, la creación del Sistema de Universidades del Estado (SUE), integrado por
todas las universidades estatales u oficiales (Art. 81) y del Fondo de Desarrollo de la
Educación Superior (Fodesep), como una entidad de economía mixta organizada bajo
los principios de la economía solidaria. En la que podrán participar todas aquellas
instituciones de Educación Superior, tanto privadas como estatales u oficiales, que así lo
deseen (Art. 89) representan un nuevo esfuerzo por crear organismos que den al Sistema
de Educación Superior herramientas tanto de organización como de financiación.
54
Bibliografía General
González Álvarez, Luis José et. al., “La Universidad Superior a Distancia en
Colombia”, ICFES, septiembre de 2000.
Jaramillo Uribe, Jaime, La Educación durante los gobiernos. 1930 – 1946 en Nueva
Historia de Colombia, Vol. IV. Capítulo 3.
55
Ortíz, Blanca Inés, El Desarrollo de la Universidad Colombiana de 1946 a 1958. Las
políticas del Estado en Educación Superior y el Auge de la Universidad Privada, en
“UNICAUCA Ciencia”, Edición Especial, 1999.
Pardo Adames, Carlos Antonio, El diseño de pruebas para los Exámenes de Estado: un
proceso de investigación permanente. ICFES, mayo de 1998.
Tascón, Tulio Enrique, “Historia del Derecho Constitucional”, Edición Especial, 1980.
Universidad Santo Tomás, Proyecto Educativo Institucional, 2ª Edición, abril de 1999.
56