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CAPÍTULO 3

Estatuto biológico del embrión


humano

Justo Aznar, Luis Miguel Pastor

21. ¿Qué es el estatuto biológico del embrión humano?


La pregunta por el estatuto biológico equivale a preguntarnos qué es, desde
el punto de vista de la biología, el embrión humano. Algunos afirman que el
embrión, hasta su implantación en el útero materno no es un ser humano,
sino tan sólo un conjunto de células, un mero material biológico. Si fuera
así, el embrión humano podría ser usado como material de experimentación
para cualquier fin, o de manipularlo con objetivos ajenos a su propio bien.
Por todo ello, un punto crucial en el debate bioético es establecer la natura-
leza biológica de ese embrión, su estatuto biológico. Si la biología dice que
es un individuo humano, entonces también podremos afirmar –teniendo en
cuenta que es una afirmación que supera el ámbito de la ciencia– que el
embrión humano es una persona humana y por tanto es ilícita la produc-
ción, manipulación, experimentación o destrucción de los embriones.

22. ¿Cuándo se inicia la vida del embrión humano?


De forma descriptiva, se puede afirmar que el ciclo vital del ser humano se
inicia a partir de una célula única –el cigoto- formada por la unión del es-
permatozoide y el ovocito, que tras su proceso de desarrollo específico, da
lugar a la formación de un individuo humano adulto. Este, una vez alcanza-
da la madurez sexual, producirá a su vez ovocitos y espermatozoides lo que
le permite iniciar así un nuevo ciclo de reproducción sexual.
Por tanto, se puede afirmar con certeza que el inicio de la vida de un nuevo
individuo de la especie humana, y como tal del ser humano, se da en el
momento en que se constituye el cigoto, sea mediante un proceso natural
de fecundación o a través de otros medios que alcancen a formar una reali-
dad biológica a partir de la cual se pueda desarrollar un ser humano adulto.
Nadie duda en la actualidad que tras la fecundación se constituye un nuevo
ser biológico con 46 cromosomas, se determina el sexo del nuevo individuo
por el complemento cromosómico del espermatozoide, y a través de la
combinación de los cromosomas paternos y maternos, éste adquiere su
propia identidad genética.
23. ¿En qué consiste el desarrollo embrionario? ¿Cuáles son
sus fases?
Es el proceso dinámico ontogenético de un ser vivo que se inicia a partir de
la fecundación. Tiene lugar por división celular, de modo que todas las célu-
las reciben una réplica exacta del ADN (información genética) ya presente
en el embrión de una célula, el cigoto. A medida que se van multiplicando
las células, adquieren rutas de especialización de acuerdo con el momento
y lugar en que se producen. Esto se debe al cumplimiento de un programa
de expresión diferencial de los genes que han de ser activos en dicho ins-
tante (momento del desarrollo) y sitio (tejido, órgano). Los cambios de apa-
riencia desde el cigoto, al embrión de unas pocas células, la mórula, el blas-
tocisto que anida en el útero, la gástrula, el feto, hasta el adulto, no son sino
etapas sucesivas que no representan un cambio cualitativo en el ser que se
está desarrollando, sino morfológico y cuantitativo, en lo que al tamaño se
refiere. Lo que parece evidente es que si en un ser vivo hay un continuum
genético, hay un continuum biológico.

24. ¿Se puede conocer a través de las ciencias biomédicas las


primeras etapas del desarrollo de un ser humano?
El inicio y desarrollo de la vida de un nuevo ser humano puede observarse
experimentalmente. Se pueden describir a todos los niveles los fenómenos
estructurales y funcionales que muestran al embrión humano como un sis-
tema integrado, capaz de autorregular su propio desarrollo, lo que indica
que se está ante un viviente completamente organizado, es decir un orga-
nismo vivo, un cuerpo humano, con todas las propiedades del mismo: cre-
cimiento, diferenciación, capacidad de reproducción, desarrollo y muerte.
Es, sin duda, una nueva individualidad biológica en la que el todo es más
que la suma de sus partes.
Y cuando la ciencia nos dice que es un cuerpo humano, podemos deducir
que hay una persona humana, porque todo cuerpo humano tiene de suyo
carácter personal.

25. ¿Las células germinales se diferencian sustancialmente del


embrión humano de una sola célula denominada cigoto?
Las células germinales o gametos son incapaces de generar independien-
temente un ser humano por sí mismas. Biológicamente son células diferen-
ciadas y especializadas para unirse en el proceso de la fecundación y cons-
tituir el cigoto. Por sí solas, son células que están destinadas a morir des-
pués de ser liberadas, si no se produce la fecundación. Tras la fecundación
aparece un nuevo ser biológico, organizado e integrado, que no es la simple
suma de las dos células germinales. Estas, tras la fusión pierden su indivi-
dualidad, vida y destino. Se ha constituido una nueva realidad biológica, que
empieza a operar de forma unitaria, que en vez de dirigirse a la muerte tiene
vida propia, es un nuevo ser biológico, y en este caso, por proceder de ga-
metos humanos, un nuevo ser humano. Estamos ante el embrión de una
sola célula, que después se desarrollará a embrión preimplantado.
En consecuencia el salto cualitativo esencial, entre células germinales y
embrión humano, se produce cuando dos células, los gametos masculino y
femenino, entre las que existe una mera relación externa pasan a formar
una única célula, el cigoto. Se puede decir que los gametos tienen capaci-
dad o posibilidad de convertirse en un ser humano solamente si su fusión
tiene lugar, en cambio no se puede afirmar esto mismo del cigoto, que por
su propia naturaleza biológica es ya un ser humano. Considerarlo de otra
forma, sería un error, tanto en el orden biológico como en el ontológico.

26. ¿Es el embrión humano preimplantado un aglomerado de


células o es un ser vivo de nuestra especie?
La biología nos muestra cada vez con más evidencia que el embrión no es
una simple yuxtaposición de células, o un conglomerado celular. Como todo
ser vivo, posee una unidad intrínseca en donde las partes están en función
del todo en orden a vivir y con la posibilidad de transmitir vida. La heteroge-
neidad de las partes hacen del embrión desde su inicio un pequeño orga-
nismo con la cualidad de moverse a si mismo. Con el paso del tiempo, y
siempre en diálogo molecular y celular entre las partes y con el medio en
que se desarrolla (inicialmente la madre) van actualizándose las potenciali-
dades de cada etapa. En el momento de su constitución las propias del ci-
goto; más tarde de embrión de una o dos semanas (embrión preimplanta-
do), luego feto, nacido, joven adulto o anciano. Es siempre el mismo, dis-
tinto de la madre desde el inicio, y con las características y propiedades
propias de un individuo humano en esa fase concreta de su vida. Por lo tan-
to, el embrión preimplantado no es un ser inerte, sino que su desarrollo se
rige por una finalidad intrínseca, así como por una fuerte comunicación bio-
química con la madre. Es un ser vivo, organizado, con sus peculiares pro-
piedades, como es por ejemplo la relación, que conlleva identidad. Hay
también una unidad de acción a través de todos los cambios graduales y
progresivos que van apareciendo en el embrión. Este es pues, una realidad
distinta a su madre, que crece, tiene su propio metabolismo y repara su in-
tegridad corporal. Desde el inicio de su desarrollo, las partes se encuentran
subordinadas al todo, y el embrión, del mismo modo que ocurre en cual-
quier sistema dinámico complejo, con un comportamiento no lineal, es mu-
cho más que la suma de sus partes. Cabe por ello decir, que el embrión, ya
desde la primera división del cigoto, es verdaderamente una unidad integra-
da, autónoma, derivada, orientada, y se puede decir, finalizada, capaz de
avanzar en su desarrollo a lo largo de un sendero epigenético de progresi-
va, irreversible e irrepetible autoorganización de la cual emergen formas y
cualidades sistemáticas totalmente nuevas o inexistentes en cada una de
sus partes aisladas.

27. ¿Existen razones biológicas que apoyen que el embrión


humano de pocos días es un ser vivo de nuestra especie?
Los últimos descubrimientos biomédicos indican que el desarrollo del em-
brión humano es un fenómeno continuo, en el que no se introduce nada ex-
trínseco a él que suponga la emergencia de algo nuevo después de la for-
mación del cigoto. Desde el mismo inicio del desarrollo, aún existiendo una
gran capacidad para adaptarse al ambiente, existe en ese embrión incipien-
te un plan propio de desarrollo, no siendo éste un mero producto biológico
únicamente dependiente del entorno materno que lo rodea. Con gran acier-
to se considera que el desarrollo embrionario presenta las siguientes pro-
piedades: coordinación, continuidad, autonomía e interactividad.
a) La coordinación consiste en que en todo el proceso del desarrollo em-
brionario es consecuencia de una sucesión de actividades moleculares y
celulares dirigidas por el mismo embrión. Se manifiesta así una de las prin-
cipales características de todo organismo vivo: la capacidad de autorregular
su desarrollo en una dirección. El embrión se determina desde sí mismo,
con autogobierno biológico propio, por lo que no es un conglomerado de cé-
lulas, sino que en él hay una unidad formal y unos fines que surgen de esa
unidad. Estos fines están impresos en el embrión desde el principio, pues si
no fuera así, no existiría ninguna posibilidad de plenitud, y aquel ser no se-
ría en absoluto lo que es ni antes ni después.
b) La segunda, la continuidad, nos indica que el desarrollo embrionario for-
ma un todo, mostrando una evolución sin quiebras en todas sus fases, tanto
a nivel morfológico, como molecular. Los cambios se dan de forma gradual,
de acuerdo al ciclo vital de cada especie, con una rigurosa unidad en la to-
talidad y sin solución de continuidad. Cada paso depende del anterior, de tal
forma, que el sistema, cuando existen las condiciones internas y externas
adecuadas, desarrolla sus inmensas potencialidades, según una finalidad
ontogénica y un plan unificador intrínseco. Si en algún momento esta unidad
del proceso se interrumpe, se produce la muerte del individuo. Por ello, se
puede afirmar que el embrión no es una vida humana en potencia, sino un
ser biológico humano lleno de potencialidades, que se van haciendo reali-
dad a medida que se va produciendo su desarrollo. El desarrollo del em-
brión es pues un proceso continuo, donde no hay hiatos que separen unas
etapas de otras.
c) En cuanto a la autonomía, el embrión posee una independencia en su
desarrollo, no es un apéndice de su madre, es más, hasta que no se fija en
la pared del útero materno está situado fuera de la madre desde un punto
de vista biológico. La madre proporciona el ambiente necesario para el de-
sarrollo del embrión, pero el embrión tiene autonomía propia. Los embriones
extrauterinos o la propia fecundación in vitro ponen claramente de manifies-
to que el embrión posee una autonomía biológica desde el inicio de su exis-
tencia. La madre no tiene una influencia absoluta sobre el control del desa-
rrollo interno del embrión y en su diferenciación, aunque es muy importante
el ambiente materno para el crecimiento del mismo.
d) Por último, interactividad con el medio, lo que significa que desde el inicio
del desarrollo como viviente que es en el tiempo, es modificado por el am-
biente o él lo modifica, produciéndose no solo cambios epigenéticos depen-
dientes del medio sino, en ocasiones, adaptaciones de ese ser vivo – en
una de sus etapas vitales más importantes – a ambientes hostiles o estre-
santes, como ocurre en la misma fecundación in vitro. La capacidad de in-
teracción muestra un todo orgánico que posee una unidad y responde al
ambiente desde él mismo, cuando un conglomerado solo mostraría res-
puestas independientes y sin orden entre sí.
En síntesis, el embrión preimplantado tiene vida propia y capacidad de auto-
rregular su desarrollo en una dirección determinada, que él mismo estable-
ce. En este despliegue, que es la ontogénesis, el ser humano se va des-
arrollando a través de una serie de fases, en las que la siguiente no elimina
la anterior, sino que la presupone, se sitúa sobre ella y la asimila. Hay uni-
dad de acción a través de cambios graduales y progresivos que van acom-
pañando al desarrollo del embrión y que son la base y fundamento de que
ese embrión temprano pueda evolucionar hasta constituirse en un ser
humano adulto.

28. ¿Tiene el embrión humano identidad genética desde el esta-


dio de cigoto?
Si. Todo ser vivo tiene su propia identidad genética que viene dada por la
información genética (esto es, la secuencia de nucleótidos del DNA de los
cromosomas que hereda la mitad del padre y la mitad de la madre). Esa
combinación de genes (genotipo) escrita en el sustrato material (genoma)
heredado de los progenitores le pertenece desde su constitución como cigo-
to y se mantiene a lo largo de todos los cambios corporales, o somáticos,
que ocurren durante su existencia.
Ahora bien esa información tiene que emitirse ( los genes tienen que expre-
sarse) de una forma ordenada. El programa de desarrollo y maduración es
la sucesión ordenada de los mensajes codificados en los genes. De una
forma continua el resultado de la expresión de los genes iniciales son seña-
les para que se expresen otros en el momento adecuado y en el sitio del
cuerpo que les corresponden. De esta forma el organismo va adquiriendo
diferentes características (fenotipo) y siempre mantiene la identidad o geno-
tipo que heredó. De este modo, el genoma no solo es el programa, ya que
éste reside en la peculiar realidad embrionaria como en todo, y los condi-
cionantes ambientales no son elementos constitutivos del embrión.

29. Desde un punto de vista biológico ¿existen otras razones


que apoyen, con independencia de su identidad genética,
que el embrión temprano no es un conglomerado celular, si-
no un ser biológico vivo organizado?
Además de su identidad genética, existen abundantes datos biológicos, ca-
da día mejor conocidos, que fuertemente avalan la tesis de que el embrión
preimplantado no es un conglomerado de células, sino un ser biológico ple-
namente organizado. Entre estas razones cabe destacar:
1) El mejor conocimiento de los mecanismos que regulan la emisión del
programa de desarrollo del embrión.
2) Diversos factores bioquímicos, especialmente los niveles intracelulares y
extracelulares de calcio, que pueden ser elementos que influyen en el
desarrollo del embrión
3) El papel que la fusión de las membranas celulares de ambos gametos,
masculino y femenino, juega en la puesta en marcha del proceso de de-
sarrollo embrionario y los nuevos conocimientos sobre los mecanismos
que determinan la asimetría y polaridad del cigoto, y como esto influye
en la asignación de funciones para cada una de sus células, así como
del embrión.
4) Todo lo relativo a la denominada información de posición, es decir, la in-
formación necesaria para el desarrollo del embrión dependiente de las
interrelaciones entre sus propias células y de éstas con el nicho celular
que ocupan.
5) La constitución protéica del fenotipo-embrión, lo que se podría denomi-
nar proteómica embrionaria.
6) El control de la función de las telomerasas, que regulan el envejecimien-
to del embrión.
7) El conocimiento del proceso de implantación embrionaria como un diálo-
go bioquímico entre la madre y el embrión.

30. ¿Hay argumentos biológicos para afirmar que el embrión


humano preimplantado no es todavía un individuo humano?
Un argumento que se ha querido esgrimir en contra de la individualidad del
embrión preimplantado, es su divisibilidad, es decir, la posibilidad de que de
un único cigoto resulten dos gemelos. Pero el que puedan existir finalmente
dos no quiere decir que ahora no exista ya un individuo humano, porque los
conceptos de individualidad e indivisibilidad no son incompatibles.
El embrión en sus primeras etapas de desarrollo es un ser humano indivi-
dual pero divisible, transformándose después en un ser humano individual e
indivisible. En este sentido, la naturaleza muestra ejemplos de organismos
biológicamente individualizados que pueden poseer la capacidad de dividir-
se sin perder su individualidad, que no resulta afectada por la posibilidad de
una división en un momento posterior.

31. ¿Empieza la vida humana con la implantación del embrión


en el útero materno?
Algunos tratan de reducir el valor onto-biológico del embrión preimplantado
afirmando que la vida humana empieza con la implantación del embrión en
el útero materno, es decir, con el embarazo. Por tanto, cualquier manipula-
ción de ese ser biológico antes de que se inicie el embarazo, es decir, antes
de la implantación, es éticamente admisible, pues no se estaría actuando
sobre un ser humano en desarrollo, sino sobre lo que ellos denominan pre-
embrión. Los que esto defienden, se apoyan en que la vida humana empe-
zaría con el embarazo, pues la posibilidad de alimentarse tras su implanta-
ción en el útero es necesaria para la viabilidad del embrión. A nuestro juicio,
es un error fundamental confundir viabilidad con ser vivo. Sin duda, la viabi-
lidad exige la existencia previa de un ser vivo, y después una serie de cir-
cunstancias, entre ellas la alimentación, para que su supervivencia sea po-
sible. Pero además, a éstos habría que recordarles que el embrión ya se
alimenta de material suministrado por su madre antes de la implantación.
En efecto, desde la fecundación, hasta la implantación, es decir, durante los
días que dura el trayecto del cigoto/embrión por la trompa de Falopio, hasta
su definitiva acomodación en el útero materno, el nuevo ser se alimenta del
material contenido en el citoplasma del propio ovocito, que naturalmente ha
sido suministrado por su madre.

32. ¿Tiene entonces alguna base científica el concepto de pre-


embrión que algunas leyes de Reproducción Asistida utili-
zan?
La idea de que la vida embrionaria empieza con la implantación, es decir a
partir del día 14 posterior a la fecundación, fue propuesta en 1979 por el
“Ethics Advisory Board” de los Estados Unidos, fundamentando su posición
en que en el día 14 finaliza la implantación del embrión que se habría inicia-
do entre los días 5º y 6º de la vida embrionaria. Esta teoría fue refrendada
en 1984 por la Comisión australiana Waller y sobre todo por la Comisión
Warnock. Sin embargo, la misma Anne McLaren –la embrióloga que más
apoyó y difundió el término preembrión– explicó más tarde las razones aje-
nas a la ciencia por las que el Comité Warnock lo introdujo en su informe la
idea de un periodo de indeterminación biológica del embrión durante sus
primeros 14 días.
Al hablar de preembrión o proembrión, se pretende que en la fase inicial del
desarrollo embrionario estaríamos ante una realidad distinta al embrión. Sin
embargo, lo que la ciencia constata es que el periodo embrionario dura en
el ser humano desde la fecundación hasta la novena semana, como puede
consultarse en cualquier libro de embriología. Nada es anterior al embrión.
En el estadio que precede al embrión sólo hay un espermatozoide y un ovo-
cito. Cuando hay fecundación estas células se transforman en un cigoto que
es un embrión unicelular. Consiguientemente la literatura científica actual ha
abandonado el concepto de preembrión.
Por tanto, la definición legal de preembrión no es más que una ficción legal,
un artificio lingüístico que no tiene ningún fundamento científico.

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