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INTRODUCION: Jesús nos revela que tenemos un enemigo cuyo objetivo es robarnos la verdadera vida que Dios tiene

reservada para nosotros. En Juan 10:10 dice: «El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y la tengan en abundancia».

Así como fui víctima del robo, fue una experiencia que me tomó totalmente de
sorpresa, dejándome con gran frustración por la impotencia, así Jesús nos
advierte que tenemos un enemigo que tratará de robar las buenas cosas que
Dios planificó para nosotros. Si pudiera, incluso nos mataría, pero Dios limita su capacidad de maldad. En el versículo
anterior la palabra griega que se traduce por destruir es apolumí, la cual «no comunica la idea de extinción, sino de
ruina, no del ser sino del bienestar». Esto debe alertarnos y llevarnos a entender que tenemos un enemigo que
quiere arruinar nuestra vida. Y eso lo logra lastimando nuestro corazón, pues sabemos que de él "mana la vida".
Por otro lado, Jesús dijo que Él venía a darnos una vida en abundancia.
La palabra griega perisón que se traduce por abundancia, nos da la idea de una medida sobreabundante, algo por
encima de lo ordinario. Eso es lo que Dios ha pensado para nosotros.

Quiero hacerle una pregunta: ¿La vida que usted está viviendo es consistentemente buena, tan agradable que puede
decir que es extraordinaria? Si su respuesta no es afirmativa, posiblemente usted haya sido víctima del robo, del
asalto, de la estafa o del engaño, pero lo que le robaron es la calidad de vida que Dios tiene en mente para usted.
Si tiene la valentía de reconocerse en ese estado, tendrá que aceptar que es una pérdida irreparable, humanamente
hablando. ¡Pero le tengo buenas noticias! La misión de Jesús consistió en rescatar su corazón para rehabilitarlo
a fin de que disfrute esa vida extraordinaria.

Cómo nos roba el enemigo la vida en abundancia.


El enemigo natural de Dios, que es también nuestro enemigo, quiere dañarnos para lastimar así el corazón del
Creador.
1. Ataca la parte central de nuestra personalidad, el centro de nuestra verdadera vida, es decir, nuestro
corazón.
El profeta Isaías describe la labor salvadora del Mesías que vendrá a dar
esperanza a la raza humana, y ubica como el centro de la misión de Jesús la
sanidad del corazón: «El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me
ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar
a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos
apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el
día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar
que a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en
lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán
llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya», (Isaías 61:1-3)

Cuando el enemigo tiene éxito y daña nuestro corazón, experimentamos las siguientes consecuencias:
 Cautividad a nuestro dolor.
 Deuda con el pasado
 Luto por la pérdida
 Angustia y desesperanza
Por eso, la medicina de Dios consiste en darnos las buenas noticias de que nuestro corazón puede ser restaurado al
estado original.

Cuando Dios termine el proceso de restauración, experimentaremos:


 Sensación de libertad, después de haber estado prisioneros: «a publicar libertad a los cautivos, y a los presos
apertura de la cárcel”.
 Sensación de júbilo al saber al saber que nuestro pasado ha sido perdonado: “a proclamar el año de la
buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro». En la economía de Israel, Dios había
establecido que después de cada etapa de cincuenta años debía haber un «borrón y cuenta nueva» de todas
las deudas”. Y como la tierra no se vendía a perpetuidad, las propiedades familiares regresaban a sus dueños
originales. Eso constituía un gran alivio para aquellos que tenían problemas económicos. Podemos leer la
historia en el libro de Levítico, capítulo 25. Ese año se llamaba «del jubileo», y es lo que se describe aquí
como el año de la buena voluntad de Jehová. Es decir, Dios se complace al darnos nuevas oportunidades.
Cuando Dios sana tu corazón te libera de la deuda que tienes con tu pasado.

 Sensación de alivio al recibir consuelo y dignidad: «a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los
afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto». Vida en abundancia
significa que, al quitar Dios de nuestros hombros el peso de nuestro pasado, nos invita a cambiar el luto por
una fiesta constante. Disfrutamos plenamente nuestra vida. Cambia las cenizas, que eran símbolo de luto, y
nos decora con aceite, que tenía un uso cosmético para manifestar que algo bueno había acontecido.

 Experimentaremos alegría y esperanza a largo plazo:


“manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria
suya». La vida que Dios desea para nosotros está llena de alegría y esperanza, donde el espíritu angustiado no tiene
cabida. Y se nos percibe como árboles frondosos sumamente estables, que anuncian que la presencia de Dios está en
medio de nosotros: «Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de
pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita
de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no
cae; y todo lo que hace, prosperará». Salmo 1:1-3.
Un corazón sano experimenta vida en abundancia, a pesar, de que el enemigo haya intentado robarla, pues ha
encontrado a Jesús quien da vida, y vida en abundancia.
SEMANA 1

DÍA 2

Cómo Luce un corazón sano

Bitácora de Vuelo:

Lea varias veces e! siguiente verso:

«Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su

tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará» (Salmo 1:3).

Tome un momento para orar. Y pregunte al Señor:

1- ¿Qué me hace falta para llegar a ser como ese árbol plantado junto a

corrientes de aguas?

2- Siento algunos de estos síntomas:

Me siento cautivo del dolor:

Si o No

Me siento en deuda con el pasado:

Si o No

Siento el luto por alguna pérdida:


Si o No

Estoy angustiado y sin esperanza:

Si o No

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