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El gran premio

“Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que
le hay, y que es galardonador de los que le buscan”
Hebreos 11:6

¿A quién no le gusta recibir un premio, aun más después de un gran esfuerzo? Algunos celebran el haber
alcanzado sus objetivos personales, obteniendo reconocimiento social, una mejor posición económica o
posibilidades de ascender en su trabajo; otros, más altruistas, se enfocan en luchar para alcanzar el bien de su
prójimo, instalar una mejora en la sociedad o alivianar el peso de las necesidades familiares. La satisfacción
estará aun más asegurada si en el camino a dichos logros, han habido muchos obstáculos que pudieron
finalmente sortearse. Los hijos de Dios también nos enfocamos en cumplir determinados objetivos, pero
sabemos que nada de eso será verdaderamente fructífero si el Señor no es el motor y a su vez la meta en todo
aquello en lo que queremos avanzar. Es más, como nos indica el versículo con el que iniciamos la lección, los
creyentes tenemos un objetivo muy preciado, que nos insta a acercarnos a Dios. Ese objetivo es buscar Su
presencia, y claro está, hay galardón en buscar a Dios. Esto no significa que el Señor nos va a dar un premio
por buscarle; en realidad, encontrarlo a Él será nuestro galardón, nuestra mayor recompensa.
Dios siempre se revela a aquellos que se atreven a buscarle, y ha plasmado Sus promesas en la Palabra para
alentarnos a perseverar en aquella búsqueda. A continuación, veremos tres desafíos que el Señor Jesús nos ha
lanzado en Mateo 7:7-8 que nutrirán nuestra fe y nuestro vínculo con Él:
1) “Pidan, y se les dará”
a- Dios es tu Padre. Él no se olvida de asegurarnos la provisión. En Mateo 7:9-11 Jesús insiste en este
principio, explicándonos que aun los padres más imperfectos tratan de dar cosas buenas a sus hijos.
Cuánto más si nuestro Padre Celestial es el Dios Todopoderoso, dueño de todos los recursos y
dispuesto en Su amor a suplir nuestras necesidades (Leer Santiago 1:17 y Filipenses 4:19).
b- Ordena tu corazón. En Santiago 4:1-3 se nos enseña que las personas suelen tener conflictos
cuando desconocen la fuente de su provisión o los verdaderos motivos por los cuales anhelan
determinadas cosas. Codician y no obtienen lo que desean porque tienen su mirada puesta en el
sistema de este mundo, y tratan de conseguirlas con sus propias fuerzas o con medios poco honrados:
“No tienen, porque no piden. Y, cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para
satisfacer sus propias pasiones” (Santiago 4:2-3). El Señor nos insta a ordenar nuestro corazón y hacer
uso de un gran recurso que tenemos como hijos de Dios: la oración de petición. Nuestro Padre que
está en los cielos nos dará Sus cosas buenas si se las pedimos.
2) “Busquen, y encontrarán”
a- Dios desea que lo encuentres. Hebreos 11:6 nos recuerda el resultado de una búsqueda en fe. El
Señor galardona a aquellos que se acercan a Él, y así como responde a las peticiones que le hacemos,
también nos responderá con Su misma presencia. Nuestra búsqueda diaria de Dios pone de manifiesto
cuánta hambre y pasión tenemos por conocerle. Y Él atiende a esa búsqueda, recibiéndonos con los
brazos abiertos: “Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. Me dejaré
encontrar – afirma el Señor” (Jeremías 29:13-14).
b- Dios se revela a los humildes, a los quebrantados de corazón, a todos aquellos que, disponen su
corazón para buscarle. Ese era el sentir de los salmistas, quienes continuamente expresaban al Señor
su dependencia y necesidad de Él. Veamos las siguientes palabras de David y sigamos su ejemplo de
devoción: “¡Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te
anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y
tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán” (Salmo 63:1-3). Así como David,
nosotros también necesitamos un encuentro diario con la presencia de Dios, y lo más maravilloso es
que Él, siendo tan grande, sublime y autosuficiente, aun así anhela tener comunión con nosotros, como
un padre que espera a sus hijos.
3) “Llamen, y se les abrirá”
a- Es necesaria tu perseverancia. Hemos entendido hasta ahora que el Señor está dispuesto a suplir
nuestras verdaderas necesidades, y que está atento a nuestra adoración, sorprendiéndonos con Su
amor y comunión. En consonancia con esto, nos impulsa entonces a que le llamemos, con la certeza de
que esa “puerta” que estemos golpeando se abrirá de par en par. La puerta es Jesús mismo, quien nos
ha allanado el camino a la salvación (Juan 10:9), pero también es una invitación a una vida en plena
comunión con Dios, una recompensa a todos aquellos que anhelan a diario escuchar Su voz
(Apocalipsis 3:20).
b- Dios recompensa a quienes prediquen de su amor. Si tenemos el privilegio de ser hijos y estar
siempre cerca de nuestro Padre, tenemos también la misión y el poder en el Espíritu para llamar a la
puerta de la salvación y de una relación con Dios a todos los que todavía no le conocen. Clamemos
entonces para que nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y las diferentes personas
que vayamos conociendo a lo largo de nuestro caminar puedan beneficiarse también con la gracia del
Señor. Quien plante o riegue la semilla del evangelio recibirá sin duda su recompensa (1 Corintios 3:8-
9). Tu oración por los perdidos y tu testimonio hacia ellos puede cambiar el destino eterno de aquellos
por quienes Cristo murió.

***Actividad N° 1: La oración es vital para el crecimiento espiritual de todos los creyentes. Es importante que
cada integrante del grupo aprenda a separar un momento al día para estar a solas con el Señor (desafío 20-
20-20) y alentar así la comunión personal. Para ello, el guía del grupo puede encomendar a los participantes la
lectura de un salmo durante cada día de la semana, y que en su tiempo de oración lean y mediten en ello
aplicándolo a su vida personal (pueden llevar un diario con las impresiones o inquietudes que vayan surgiendo
de ese tiempo de oración). [Salmos sugeridos: 27, 34, 40, 42, 46, 62, 84] ***
***Actividad N° 2: Seguramente hay personas a nuestro alrededor que todavía no han entregado sus vidas a
Jesucristo, o que quizás están apartados del camino. Cada integrante del grupo puede comprometerse a
interceder por una persona y pedir a Dios que abra el camino para testificarle o animarle a volver a la casa de
Dios***

Conclusión
Por tanto, recordemos entonces que tenemos un Padre Maravilloso en los Cielos que está atento a nuestras
verdaderas necesidades quien nos anima a buscarle y encontrarnos con su misma Presencia. Para lo cual es
imprescindible un corazón humilde y una actitud perseverante a fin de vivir una vida hermosa llena de las
bondades de nuestro Señor. Es el tiempo de ir en pos de su abrazo y animarnos a sembrar la
semilla del evangelio en todos los que nos rodean! Sin duda, se viene el gran premio para tu
vida!

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