Está en la página 1de 16

“Año de la Universalización de la Salud”

UNIVERSIDAD PRIVADA SAN PEDRO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

Tema : Fascismo - Religión

Curso : Introducción a las Ciencias Políticas

Docente : Javier Cabanillas Sulca

Integrantes :
 Balboa Paucar Yoel
 Diaz Dominguez Pedro
 Pichilingue Salinas Alan
 Galiano Gutiérrez Miguel Angel

Ciclo : III

HUACHO – PERÚ

2020
2

DEDICATORIA

El presente trabajo se lo dedicamos a


nuestros maestros quienes día a día nos
inculcan sus enseñanzas y dedicación.
3

ÍNDICE

DEDICATORIA....................................................................................................................2

ÍNDICE..................................................................................................................................3

INTRODUCCIÓN.................................................................................................................4

EL FASCISMO......................................................................................................................5

1. Definición....................................................................................................................5

2. Etimología...................................................................................................................5

3. Características.............................................................................................................6

4. En la sociedad contemporánea....................................................................................7

5. Relación con el Cristianismo......................................................................................9

6. Fascismo clerical.......................................................................................................10

7. Fascismo y religión en América Latina....................................................................11

CONCLUSIONES...............................................................................................................15

BIBLIOGRAFÍA..................................................................................................................16
4

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo que realizo a continuación trata sobre el FASCISMO, el cual


realizamos revisando diversa bibliografía así como páginas web. He tenido suerte, ya que
este tema es un tema bastante amplio y es fácil encontrar información sobre él. Me he
ayudado de medios informáticos para realizar el trabajo y, ayudado por mi experiencia en
el manejo de ordenadores he conseguido mezclar detalles de diferentes textos.

l fascismo surgió en Italia durante la Primera Guerra Mundial, para luego difundirse
por el resto de Europa durante el periodo de entreguerras. La «Gran Guerra» fue decisiva
en la gestación del fascismo, al provocar cambios masivos en la concepción de la guerra, la
sociedad, el Estado y la tecnología. El advenimiento de la guerra total y la completa
movilización de la sociedad acabaron con la distinción entre civiles y militares. Enemigo
del liberalismo, el anarquismo y toda forma de marxismo –socialdemocracia, socialismo,
comunismo–, una mayoría de especialistas coincide en colocar al fascismo en la extrema
derecha del espectro tradicional izquierda y derecha.

A continuación veremos entre los puntos principales del fascismo su definición,


etimología, características, su papel en la época contemporánea y la relación que tiene con
el cristianismo, el fascismo clerical y para culminar el fascismo y la religión en América
Latina.
5

EL FASCISMO

1. Definición

Se puede definir el fascismo como una forma de conducta política


caracterizada por una preocupación obsesiva por la decadencia de la comunidad, su
humillación o victimización y por cultos compensatorios de unidad, energía y
pureza, en la que un partido con una base de masas de militantes nacionalistas
comprometidos, trabajando en una colaboración incómoda pero eficaz con élites
tradicionales, abandona las libertades democráticas y persigue con violencia
redentora y sin limitaciones éticas o legales objetivos de limpieza interna y
expansión exterior.

El fascismo es un régimen represivo de la libertad, promotor de la


discriminación y obstructivo de la solidaridad. No es deseable para la paz y la
convivencia. Conviene, pues, distinguir que es y qué no es fascismo. Si nos
acostumbráramos a decir que los perros son lobos, cuando vinieran estos nos
cogerían desprevenidos. Lo mismo puede suceder si llamamos fascismo a lo que no
lo es. Porque el fascismo puede volver a existir.

2. Etimología

El término «fascismo» proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), un símbolo


de la era romana que consistía en un haz de varas-representaba a la justicia- y un
hacha- símbolo del poder del cónsul; y este a su vez del latín fascēs (plural de
fascis), que alude a los signos de la autoridad de los magistrados romanos.
Simboliza ambos aspectos del movimiento fascista: la fuerza de muchos unidos y
obedeciendo el deseo de un líder,  y la autoridad del Estado, que es la fuente
suprema de la ley y el orden  de toda la vida nacional.

Entre los rasgos del fascismo se encuentra la exaltación de valores como la


patria o la raza para mantener permanentemente movilizadas a las masas, lo que
llevó con frecuencia a la opresión de minorías –especialmente en el caso alemán
debido a su importante componente racista– y de la oposición política, además de
un fuerte militarismo. Sin embargo, el término «fascismo» es uno de los más
difíciles de definir con exactitud en las ciencias políticas desde los mismos orígenes
6

de este movimiento, posiblemente porque no existe una ideología ni forma de


gobierno «fascista» sistematizada y uniforme en el sentido que sí tendrían otras
ideologías políticas contemporáneas.

También se utiliza el término fascismo para designar a todo tipo de régimen


político autoritario de derecha, por lo tanto, se consideran movimientos fascistas o
fascismos al nazismo alemán, al gobierno de Francisco Franco o franquismo
español, entre otros.

3. Características

El fascismo es una ideología política y cultural fundamentada en un proyecto


de unidad monolítica denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación
frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un
partido único y los localismos en beneficio del centralismo; y propone como ideal
la construcción de una utópica sociedad perfecta, denominada cuerpo social,
formado por cuerpos intermedios y sus representantes unificados por el gobierno
central, y que este designaba para representar a la sociedad.

Para ello el fascismo inculcaba la obediencia de las masas (idealizadas como


protagonistas del régimen) para formar una sola entidad u órgano socioespiritual
indivisible. El fascismo utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el
carisma de un líder dictatorial en el que se concentra todo el poder con el propósito
de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la nación.

El fascismo se caracteriza por su método de análisis o estrategia de difusión


de juzgar sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la
pertenencia a un grupo. Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y
frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la
propaganda, y los desplaza contra un enemigo común (real o imaginario, interior o
exterior), que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de
manera irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la
población. La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran
número de mecanismos de encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad
7

general hasta desarrollar materialmente una oclocracia que se constituye en una


fuente esencial del carisma de liderazgo y en consecuencia, en una fuente principal
de la legitimidad del caudillo.

Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre


cada uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania
nazi (o nacionalsocialismo) añade un importante componente racista, que sólo es
adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el fascismo
italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos de estos,
el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más
importante.

El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos


movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido
experimentados por el nacionalismo del siglo XIX. De hecho, el fascismo es ante
todo un nacionalismo exacerbado que identifica tierra, pueblo y estado con el
partido y su líder. El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un
encuadramiento unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión
dinámica y trágica promoviendo la movilización de masas por medio de la
identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales.

4. En la sociedad contemporánea

Ahora bien, en la sociedad contemporánea, todavía se mantienen latentes los


gérmenes de ese sistema totalitario y autoritario denominado fascismo. Son estos
modelos, denominados fascismo fussi, los que operan como un fascismo camuflado
pero igualmente represivo, agresivo y dominador.

Los estudios de la primera generación de la escuela de Frankfurt mostraron lo


peligrosa que era dicha situación, sacaron a la luz formas de dominación que hasta
ese entonces se percibían como naturales y desenmascararon instituciones que las
sociedades represivas, propias del capitalismo tardío, imponían sobre sus
asociados5 y la manera como sus asociados perpetuaban dicha represión,
interiorizando la lógica del capital en sus vidas, llegando inclusive a determinar la
familia misma; al respecto, nos comentan Adorno y Horkheimer la forma en que la
familia se reduce progresivamente al valor pragmático de una relación de
8

intercambio; el hombre paga un incentivo a cambio de la disponibilidad sexual de


la mujer a sus deseos y el colectivo de las mujeres obtiene, por su monopolio
natural, cierto grado de seguridad. Es característico que precisamente allí donde el
culto romántico de la familia encuentra más rumorosos oficiantes, la institución del
divorcio ha viciado ya de contenido al matrimonio. Los individuos se tornan
fungibles como en la vida profesional, en la cual se abandona un puesto cuando se
ofrece otro mejor.

Y de la misma forma como es interiorizada por la familia, es incorporada por


los individuos y los lleva al punto de desarrollar una morbosa moralidad, moralidad
que reprende lo que la sociedad sataniza, que curiosamente es lo mismo que ésta
fomenta: el sexo, la violencia y el derroche, llegando al punto de auto-sancionarse
por ceder (como lo quiere el sistema) ante las situaciones de sangre y desnudos; de
esta forma se genera un sentimiento de culpa general y amplificado. El sueño del
capital es la vida del mafioso, es eso lo que nos venden, esa posibilidad de vida,
llena de lujos y placeres egoístamente obtenidos, que gozan un dinero sucio de
sangre y dolor, perfectamente análogo al dinero de multinacionales que es obtenido
sobre-explotando a niños en África. Por tal razón, Herbert Marcuse comenta cómo
la operabilidad del lenguaje entra a jugar un papel fundamental en nuestra
percepción de la realidad, y la forma en que el sistema totalitario y
unidimensionalizante se vale de dicha operabilidad, para lograr dominar no solo las
conductas con los mecanismos de control, sino el pensamiento mismo al redefinir
las palabras que utilizamos para ejercerlo; ejemplo de esto es la manera en que la
“obscenidad” en la actualidad no entraña más que un concepto moral en el arsenal
verbal del sistema establecido, que violenta el término aplicándolo, no a las
expresiones de su propia moralidad, sino a las de la ajena, obviando el hecho de que
esta sociedad es obscena en cuanto produce y expone indecentemente una sofocante
abundancia de bienes mientras priva a sus víctimas en el extranjero de las
necesidades de la vida; obscena al hartarse a sí misma y a sus basureros mientras
envenena y quema las escasas materias alimenticias en los escenarios de su
agresión; obscena en las palabras y sonrisas de sus políticos y sus bufones; en sus
oraciones, en su ignorancia, y en la sabiduría de sus intelectuales a sueldo.
9

En ese sentido ya no es obsceno ni morboso o inmoral un capitán que exhibe


sus medallas y preseas obtenidas en un guerra de destrucción y muerte, pero sí lo es
una fotografía de una mujer mostrando el vello de su pubis; no es obsceno un padre
de la Santa Iglesia Católica auspiciando una misa en un cuartel, derramando agua
bendita sobre los fusiles para fortalecer y convencer a los soldados de que deben
matar y morir por su patria; matar a personas como sus padres y hermanos, pero
transformados en la abstracción denominada enemigo.

Es en este punto donde una sociedad enferma debe despertar y abogar por su
liberación, liberación que debe hacerse de una forma radical, para lo cual debemos
conocer contra qué luchamos que, como ya quedó claro, es mucho más que un
régimen político o un eventual gobierno e, inclusive, es más que un sistema
económico. Lo primero que debe cambiar es el individuo mismo, la persona debe
llegar a tomar conciencia y levantarse contra sí misma, contra su propio sistema de
necesidades; debe ubicarse en la historia y, sobre todo, debe entender que la
realidad no es tan simple como se nos presenta.

5. Relación con el Cristianismo

Es muy controvertido el papel de la Iglesia católica al respecto. La


intervención de los católicos en política había dado origen a partidos confesionales
católicos como el Zentrum (Partido del Centro o Centro Católico de Heinrich
Brüning en Alemania, con especial presencia en Baviera, donde tuvo una escisión,
el Bayerische VolksPartei (Partido Popular de Baviera), y el Partito Popolare
Italiano (Partido Popular Italiano de Don Sturzo y Alcide De Gasperi); ambos
reprimidos por nazis y fascistas respectivamente. En Italia, el Vaticano promovió la
sustitución de la militancia en el prohibido Partito Popolare por la de Acción
Católica, cuya finalidad política era más discreta. Más adelante, el deseo de
Mussolini de prohibir esta fue frustrado por la encíclica papal Non abbiamo
bisogno (No tenemos necesidad).

El mismo papa, Pío XI, que había condenado el agnosticismo de Maurras


(1926), e incluso excomulgado a los miembros de Action Française (1927), tuvo no
obstante una relación pública con Mussolini que podía verse como ambigua. Los
10

Pactos de Letrán, la calificación de hombre enviado a nosotros por la Providencia o


la petición de voto a los fascistas en las elecciones de 1929 pueden considerarse
como iniciativas de buena voluntad con el régimen de Mussolini. Sin embargo,
también hubo enfrentamientos a causa de la prohibición de Acción Católica y la
Juventud Católica, que llevaron a la redacción en 1931 de la encíclica Non abbiamo
bisogno donde se condenaba la adoración del estado y la inculcación de ideas de
odio, violencia e irreverencia. Se ha encontrado también un apunte suyo en un
diario secreto describiendo su oposición íntima a nazismo y fascismo.

Pío XII siempre se ha visto como un personaje más tibio, menos expansivo y
más contemporizador. Especialmente sus relaciones con Alemania (que conocía
bien por haber sido allí nuncio apostólico) se han llegado a calificar de
complicidad, especialmente por no condenar de modo claro en un primer momento
el régimen nazi. No obstante, la encíclica Mit brennender Sorge (Con viva
preocupación, de 14 de marzo de 1937), que redactó para Pío XII siendo aún
solamente el cardenal Pacelli, y que se leyó en las 11.000 iglesias católicas
alemanas, contiene una alusión velada al régimen nazi, denunciando las violaciones
del Concordato Imperial. Las posturas ideológicas del nazismo respecto al estado y
la raza son equiparados con la idolatría.

6. Fascismo clerical

El fascismo clerical o clerofascismo es una ideología que combina las


doctrinas políticas y económicas del fascismo con la teología o tradición religiosa.
El término ha sido usado para describir a organizaciones y movimientos que
combinan elementos religiosos con el fascismo, al apoyo a éste de las
organizaciones religiosas o a regímenes totalitarios en los que el clero jugó un papel
directivo. Para el fascismo clerical católico, se usa a veces el término integrismo,
aunque el integrismo católico tiene puntos de desacuerdo con el fascismo. También
se ha denominado cristofascismo al fascismo clerical cristiano, o simplemente a las
posturas radicales dentro del cristianismo. Para el fascismo clerical islámico se
utiliza el término de islamofascismo.
11

El término fascismo clerical surgió en la década de 1920 para referirse al


vínculo entre la Iglesia y el fascismo italiano. Más recientemente, el término se ha
usado por historiadores como Hugh Trevor-Roper, que busca crear una tipología
del fascismo, distinguiendo entre fascismo clerical y tipos más radicales de
fascismo como el nazismo.

7. Fascismo y religión en América Latina

Hablar del fascismo no es un asunto sencillo. Cuando escuchamos el término


fascismo nos remitimos rápidamente al gobierno nacionalista y autoritario de
Mussolini en Italia surgido después de la crisis de la primera Guerra Mundial. En la
actualidad se habla del regreso del fascismo en distintos países del mundo y a
menudo se etiqueta como fascista a Donald Trump, presidente de Estados Unidos y
a Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. También hay quienes sostienen, sin negar
que son líderes autoritarios, que no se les puede llamar así porque ésa fue una forma
de gobierno específica en un momento histórico preciso. No obstante, los
politólogos más reconocidos consideran que el fascismo no es exclusivo de un
régimen político y que podemos observar rasgos de fascismo en muchos gobiernos
pasados y actuales. Hoy en día denominar fascista a alguien es una especie de
insulto y su uso ha convertido la palabra en una manera peyorativa de adjetivar a
otros gobiernos (nunca al propio). Y aunque frecuentemente se vincula con la
ultraderecha, sabemos que puede estar también presente en gobiernos de
ultraizquierda o gobiernos populistas. La ambivalencia se debe a que el fascismo se
planteó como tercera vía alternativa a los Estados socialistas y a los liberales, es
decir a los gobiernos de izquierda y de derecha. Norberto Bobbio, uno de los
politólogos más reconocidos de la época contemporánea, escribió que no es fácil
distinguir si un gobierno es o no fascista, ya que “Ni siquiera los fascistas sabían
qué cosa era el fascismo.” Además de complicado, es delicado usar una etiqueta
escurridiza que no está fundada en una corriente ideológica ni teórica, sino en una
política pragmática que promete a la sociedad salir de la crisis. El mismo autor
reconoce que para usar la categoría de fascista “se requiere una verdadera
operación de desciframiento” de ciertos rasgos en distintos regímenes nacionalistas.
Propone que los rasgos comunes para determinar que un gobierno es fascista son:
que surge en un contexto de crisis nacional y se presenta a sí mismo como el
12

salvador (por ello se reconocen líderes mesiánicos); que promueve un activismo


oportunista inspirado en la insatisfacción; que implementa un sistema (líder-
partido-Estado) que articula de forma total los movimientos de masas o el pueblo a
un poder, sin intermediarios. Ese poder se configura en un partido único que
controla al Estado y a las fuerzas policiacas, que integra los movimientos de masas
(sindicatos o asociaciones) y a corporaciones nacionales desde las cuales ejerce el
proteccionismo y el clientelismo corporativo; que controla de forma casi absoluta
las fuentes informativas estableciendo una relación directa entre líder y pueblo y,
por último, que instrumenta la violencia contra toda fuerza nacional centrífuga y
conflictiva a fin de mantener la unidad, lo cual contribuye a políticas
discriminatorias de los otros (raciales, nacionales, religiosas o morales).

Algunos de estos rasgos los apreciamos tanto en el gobierno derechista de Jair


Bolsonaro como en el gobierno socialista de Nicolás Maduro en Venezuela. Lo que
es interesante es que estos líderes son apoyados por movimientos cristianos (en
algunos casos con la emergencia de los neopentecostales, en otros con la derecha
católica). Incluso se habla de una especie de gran conspiración cristiana de
ultraderecha que apoya fascismos nacionales.

Estamos presenciando la crisis de los proyectos de democratización (tanto de


derecha como de izquierda) y la reemergencia de líderes políticos autoritarios, que
encuentran sustento y apoyo en liderazgos y movimientos religiosos conservadores.
El conservadurismo en América está compuesto por un bloque cristiano
conformado por dos sectores: líderes de movimientos católicos ultraconservadores
—cuya existencia data de principios de siglo XX— y por las iglesias pentecostales
y neopentecostales que han tenido un rápido crecimiento continental: Pew Research
reporta que 19 por ciento de la población latinoamericana es evangélica, pero en
algunos países latinoamericanos casi iguala a la población católica. Pero lo más
importante es que estos grupos que representan minorías activas en lo político “ya
no buscan sólo el mayor número de miembros en sus iglesias, sino los más
influyentes”.

De esta manera, las iglesias neopentecostales configuran un movimiento


emergente: se vinculan con sectores de clase media y profesionales; promueven una
teología de la prosperidad que se adecúa a los valores capitalistas y consumistas de
la economía neoliberal, y salen de los recintos eclesiales hacia el ámbito político,
13

donde extienden su guerra espiritual contra el demonio, a quien consideran causante


y responsable de todas las crisis que vive el ser humano, incluidas las crisis
políticas. En distintos países de América, desde Estados Unidos, pasando por
México, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Venezuela, Bolivia, Colombia, Perú,
Brasil, Chile y Buenos Aires, el cristianismo conservador se incorpora al mundo de
la política para contender contra el avance de su principal enemigo: la ideología de
género que amenaza el orden familiar “natural” y la distinción de sexos. Su
estrategia los lleva a fundar partidos evangélicos, a establecer negociaciones de
clientela electoral con candidatos políticos (como recientemente vimos en México
en la coalición del PES con Morena) y sobre todo a implementar la estrategia de las
“bancadas evangélicas”, que consiste en colocar adherentes en puestos de
representación en las cámaras de senadores y diputados para bloquear o reescribir
leyes que atentan contra los valores provida y profamilia.

Hay quienes plantean que la avanzada evangélica es parte de una


conspiración de la derecha cristiana estadounidense hoy liderada por el presidente
Donald Trump. Incluso la asociación Mexicanos contra la Corrupción y la
Impunidad (MCCI) realizó un detallado y bien documentado reportaje que señala
que los evangélicos en México —representados por Arturo Farella, el líder de
Cofraternice— han decidido rebautizar el proyecto de cambio nacional que
encabeza el presidente López Obrador “La Divina Cuarta Transformación”. Esta
iniciativa involucra a un asesor religioso de Donald Trump y tiene como trasfondo
una alianza cristiana estadounidense con miembros integrados en todos los partidos
políticos “para gobernar con la Biblia”. Por su parte, a Donald Trump, el líder
político del país más importante del mundo, se le reconoce como un político
evangélico fascista. Algunos indicios de ello son que emergió de la crisis
implementando el eslogan “América primero” (que era utilizado por grupos
fascistas estadounidenses); es un empresario que no tiene una formación ideológica
y que instrumenta la ultraderecha cristiana para afianzar el poder; busca construir
una gran nación estableciendo una unidad entre los WASP (white, anglo-saxon
protestants ‘protestantes blancos anglosajones’), a la vez que ha emprendido una
política persecutoria hacia los migrantes mexicanos y centroamericanos y ha
declarado la guerra a los árabes, a quienes ha construido como enemigos de la
unidad y el progreso de su blanqueada nación. Pero, sobre todo, es antidemocrático
14

y no respeta el estado de derecho, la libertad de prensa ni las instituciones.


Centraliza toda la autoridad y no tolera la disidencia. Un elemento importante en el
gobierno de Trump es su alianza con el ala derecha de los evangélicos cristianos de
Estados Unidos. A ellos les ha prometido una regeneración moral apoyando
abiertamente las políticas provida en oposición a las demandas de libertades y
derechos sexuales, como el aborto y el matrimonio entre parejas del mismo sexo.
Incluso hace unos días se autodenominó “el mejor amigo que los cristianos hayan
tenido en la Casa Blanca”. Es importante mencionar que “gobernar con la Biblia”
pone constantemente en riesgo la laicidad, basada en la división entre Estado e
Iglesia. Mientras que Trump defiende los derechos de la Primera Enmienda y los de
los cristianos en los recintos universitarios para promover la oración en las
escuelas, incumple con los derechos humanos de los niños migrantes. Por un lado
hace caso omiso a la prohibición que estipula que las iglesias no pueden apoyar a
candidatos políticos, pero por el otro señala a los demócratas como los enemigos de
los cristianos. Es también muy criticado por pastores protestantes debido a que con
frecuencia incluye a Dios en políticas de guerra (antibíblicas), en contiendas y
políticas partidistas e incluso en el reciente asesinato de Qasem Soleimani en Iraq,
hecho polémico que ha provocado la división al interior de los grupos cristianos
que representan 55 por ciento de la población adulta estadounidense; unos lo
apoyan y otros lo culpan de ignorar la doctrina cristiana.
15

CONCLUSIONES

Concluir considero importante resaltar, que quienes ven en las teorías sociales una
posibilidad de pensamiento crítico, reflexivo y sobre todo impregnado de un gran valor
humanista, y quien acepta ese juego de difamaciones y señalamientos arbitrarios y falaces,
se han dejado atrapar ya en buena parte en esa especie de mecanismo por el cual la
violencia terrorista y la represión estatal parecen alimentarse mutuamente, el cual sólo deja
dos opciones igualmente malas, a saber: la de una indignación carente de todo concepto o
la de un barato distanciamiento, por un lado, y la de una irracional solidaridad con los
terroristas, por el otro. Y lo que se queda perdido en el camino es el pensamiento crítico; si
a este se le hace responsable hoy de las simplificaciones, de las regresiones y de las
fantasías de la conciencia terrorista, ello es porque el Estado, al que hoy se trata de
defender contra el terrorismo, no es ya, con demasiada frecuencia, el Estado liberal de
derecho, sino un statu quo cuyos defensores tienen manifiestamente razones para temer al
pensamiento crítico

Es imperativo abogar por nuevas formas de liberación que neutralicen aquellas que,
bajo la bandera de la vanguardia redentora, pretenda justificar todo un abanico de actos
atroces, que no sirven más que para fortalecer la sociedad fascista, enferma y represiva que
es en la que hoy nos desarrollamos, y que encuentra en esos actos su propia justificación e,
inclusive, su razón de ser. Tenemos nuevos medios como la Internet y nuevas formas como
la pedagogía; por tanto, no es conveniente pensar que al ver al grupo de individuos
armados y de camuflado las cosas pueden y van a cambiar.
16

BIBLIOGRAFÍA

Adorno, T. & Horkheimer, M. (1969). Lecciones de Sociología. Buenos Aires: Editorial


Proteo S.A

Hayes, Fascism, pág. 208. Maurice Bardéche, único intelectual fascista de nota que se ha
esforzado por definir el fascismo después de terminar la era fascista, insiste
de forma convincente en que los llamados fascismos del Tercer Mundo son
“falsos fascismos”. Las diferencias en que hace hincapié son, sobre todo,
culturales. Quèst-ce que le fascismo? (París, 1961).

Jean Lacouture, Nasser (Londres, 1973). Acerca de las inclinaciones profascistas de la


generación de Nasser, véase James P. Jankowski, Egypt`s Young Rebels:
Young Egypt`, 1933-1952 (Stanford, 1975)

Norberto Bobbio y otros: Diccionario de política. México: Siglo XXI Editores (décima
edición en español), 1997

También podría gustarte