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Neoplatonismo

Según los neoplatónicos, el principio de todo lo existente es la unidad


absoluta, lo Uno, llamada realidad suprema o gran vacuidad, de la que surgen
todas las demás realidades por emanación. El primer ser emanado del Uno es
el Logos, llamado también Verbo, o Inteligencia, que contiene las ideas de las
cosas posibles. Después, la Inteligencia engendra el Alma como idea, principio del
movimiento y de la materia. El Uno, la Inteligencia y el Alma son las
tres hipóstasis de la Trinidad neoplatónica.

La creación.

Avicena, para explicar el origen del mundo no parte de una voluntad libre de Dios,
según el dogma hebreo, cristiano y musulmán, sino que parte de un Ser necesario
en todos sus modos, y por lo tanto también como creador. El Ser necesario produce
una inteligencia, la cual, por ser causada, ya no es simple, sino compuesta de ser y
de conocimiento. Así se introduce la multiplicidad en el mundo. De ella proceden
otras Inteligencias que van animando las diversas esferas según el sistema cósmico
de Ptolomeo, hasta que el proceso se detiene en la décima y última Inteligencia,
el dator formarum de la traducción latina, que es el principio de las almas humanas
y del mundo sublunar, y también el Entendimiento agente (parte divina del alma la
cual nos da la capacidad de pensar, podemos captar lo universal y alcanzar la
ciencia).

En relación con la anterior doctrina acerca del proceso de la creación, Avicena


enseñaba igualmente que el conocimiento que Dios tiene del mundo es sólo un
conocimiento universal, sin extenderse a las cosas singulares, doctrina que lleva
consigo la negación de la providencia divina. Por lo demás, Avicena, como la mayor
parte de los filósofos árabes, enseñaba la eternidad del mundo y de la materia.

Dios, ser necesario y ser posible

Reflexionando sobre nuestro ser y el de las cosas que nos rodean vemos que
ninguno de ellos tiene en sí la razón de su existencia: toda esencia es por sí sola,
meramente posible: necesita que alguien le dé la existencia; y ese alguien, para no
caer en una serie infinita de causas, tendrá que ser por esencia existente: su
esencia se identificará con su existencia necesariamente. Con esto llegamos a la
división fundamental del ser en A.: Ser Necesario por sí y ser posible por sí. Ahora
bien, este último, al darle aquélla existencia, se convierte en ser necesario por
otro. Con esta distinción quedan perfectamente separados Dios y las creaturas: la
materia prima aristotélica o las ideas platónicas, resultaban ser increadas, eternas
y, por tanto fuera del ámbito creador de Dios. Con esta precisión aviceniana: todo
lo que no es Dios, es ser posible por sí que recibe la existencia de Él, convirtiéndose
entonces en necesario por otro, pero nunca en necesario por Sí (Dios).

La esencia de tal Dios, simple, es impenetrable, una y auto determinante; cualquier


atributo (aun positivo) que le apliquemos tendrá sentido negativo: si es Uno
queremos decir que carece de partes; si decimos que es Perfecto, aludimos a su
carencia de cualquier cosa que le pueda faltar, etc. Este Dios es además Creador:
su acto de crear es idéntico a su acto de conocer su propia esencia, lo cual implica
que la creación es eterna.

Dios como primer motor, en su eterno aislamiento, es indiferente a los seres


individuales y solo conoce las especies, pues solo ellas en cuanto son eternas
merecen ser incluidas en su divina auto contemplación. Dios es, como ya señalo
Aristoteles, un pensamiento que eternamente se piensa en la soledad de su
perfección. Los individuos no tienen por si mismos ningún valor, pues solo la
especie es la verdadera realidad. Los seres individuales aparecen y desaparecen sin
perturbar la marcha del universo, pero aunque los individuos perezcan sus especies
nunca perecen. Las especies pasan a través de un infinito número de individuos que
eternamente se suceden y remplazan para mantener la especie a la cual deben sus
propias formas inteligibles. Es así, que los individuos participan del primer motor
mientras duran en sus formas inteligibles o especies, y, que en cuanto a oobjetos
posibles de definición, estas formas constituyen su esencia. Si lo que es procede de
su esencia entonces la esencia misma es el ser.

Si alguien confirma la que el creador no existe, le preguntaremos: las cosas que


existen en este mundo, ¿existen por si mismas o por causa de otra cosa? Si
contesta que existen por si mismas, es como si dijera que ellas son el existente
necesario ya que el significado de existente “necesario” es que existe por si mismo.
Si responde que ellas existen por causa de otra cosa, habrá confirmado el
“existente necesario” se entiende aquel se por causa del cual las cosas existe.

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