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“Puede que lo mejor sea enemigo de lo bueno, pero sin duda alguna lo
perfecto es enemigo mortal de ambos” (Bauman, “Comunidad, en busca
de seguridad en un mundo hostil”. 2003)
Este escrito es elaborado con base al texto de “Modernidad y mundialidad” de Andrea Revueltas, y
busca llevar un orden similar al del texto base, sin embargo trata de resaltar algunos elementos
trasversales a la discusión sobre la modernidad: como el concepto; bases éticas, contextuales y
conceptuales; principio, trayectorias, fases, logros y limitaciones.
La modernidad, nos dice la autora retomando a Lalande, “se empleaba desde el Siglo X y puede
designar bien una intención positiva: apertura y libertad de espíritu, o bien algo negativo: el
cambio por moda” (p.1), esto en un primer momento para las discusiones filosófico-religiosas de
ese entonces. Pero es en el siglo XIX que dicho concepto se retoma en el campo de la economía-
política para designar la antítesis entre Feudalismo-Capitalismo: Lo tradicional frente a lo
moderno, buscando señalar los elementos de ruptura con el orden cambiante. Ya que fue tal la
incidencia de la modernidad que si bien constituyo un proyecto de intelectuales en un principio
que se erigía como una voz de protesta frente al absolutismo religioso y político, se convirtió en
una aspiración cultural y forma de expresión artística con el tiempo. Hecho que a un punto se
revistió de una connotación ideológica al ser la bandera con la cual la practica capitalista, la clase
burguesa y la idea de Estado-Nación emergerían, de la mano de un conjunto de valores y formas
de relacionamiento social que caracterizarían a las sociedades modernas.
La razón (y su racionalidad técnica) será la base sobre la cual se sustenta el pensamiento moderno
y el eje de todas las trasformación que vendrán, y empezara a tomar lugar de manera progresiva
con el paso de los siglos, pasando de ser un saber heretiBco y subversivo, al catalizador de todo el
desarrollo y progreso de las sociedades. Pero es con la ilustración que el racionalismo cartesiano,
la creencia en la evolución y el progreso indefinido se institucionaliza, como principio rectores del
nuevo orden. Aquí la sociedad civil (participante y organizada) se erige y fortalece en
contraposición al poder ejercido por la sociedad de castas feudal, y surge como parte de un
proyecto y crítica política de tinte democrático liberal que velaba por un Estado que fuera un
medio, y no un fin, para las aspiraciones de libertad e igualdad individual, donde la esfera privada
debía ser respetada por Estado e iglesia.
En el siglo XX se vive un proceso de transformación del capitalismo, que permite dilucidar algunos
rasgos de una nueva fase de este modelo: -Acelerado desarrollo de la técnica y la ciencia; -Gran
capacidad de adaptación a las crisis fruto de la planificación, organización y racionalidad técnica;
-Organización programada de la vida en sociedad, desde la fábrica a la casa; y, -Transformación y
programación, que van de la ciencia a lo social, despojando de toda espontaneidad a la vida. Sin
embargo, los valores europeos seguirían cambiando con el tiempo gracias a estas
transformaciones, nos dice la autora citando a Lefebvre, quien arguye como nuevos valores al
trabajo, la técnica y el lenguaje (en forma de discurso e información). De aquí en adelante se
comienzan a vivir una serie de transformaciones, también producto de las crisis vividas por el
capitalismo, a saber:
En los 80’s deviene, según el autor, una nueva época de la modernidad, la posmoderna, de
consumo, ya a nivel global que cambio forma en que se daba la división social del trabajo, y la
relación jerárquica entre países centrales y periféricos, pero también entre regiones, clases y
regiones. Aquí el carácter mundializante de esta fase del capitalismo o modernidad, hace alusión
a: el carácter de red que maneja el mundo, la interacción se da entre el uno con todo, y viceversa,
ya las fronteras nacionales se empiezan a desdibujar sin desaparecer. Hay cambio en la
importancia de la productividad, prima la informática, electrónica, robótica y telecomunicaciones,
industria de la cultura y el ocio. El sector financiera y el transnacional ganan fuerza, unos
invirtiendo a largo y otros a corto plazo. A su vez, organismos internacionales multilaterales
modifican el nivel de injerencia estatal abonando un terreno favorable al actuar empresarial: mero
agenciador del territorio y los temas sociales, además de controlar la vida cotidiana, mediante
vigilancia, bajo preceptos de la necesidad de seguridad interna y externa. La información adquiere
un valor de mercancía, valor concreto de algo abstracto.
Son 3 características, dice la autora, las que nos permiten entender mejor y de manera sintética el
carácter mundializante de la modernidad y el capitalismo: su tendencia a la homogenización, por
ley, derecho y modelos culturales; la fragmentación de la vida cotidiana, deformando concepción
de tiempo-espacio; y, la jerarquización en donde se encubre lo homogéneo con lo fragmentario.
Sin embargo, es fundamentalmente el carácter mítico y dogmático sobre el progreso indefinido
sustentado en las innovaciones técnico-científicas, lo que mejor explica el móvil de adaptación del
modelo, y que oculta además el carácter despótico de la imposición de este modelo a sociedades
pre capitalista.
Como punto de reflexión de este breve análisis podemos situar fundamentalmente en el centro de
la critica el sentido que tiene para el mundo la acelerada producción de innovaciones tecnológicas
y su real valor, no especular, en nuestras relación sociales, sea entre individuos como entre grupos
y naciones, explotadas y explotadoras. Además de atender a las diversas apreciaciones que puede
tener la idea de modernidad de acuerdo a las condiciones contextuales en cada territorio, ya que
hacen ver la necesidad real, no superficial, de la implantación de un modelo que no
necesariamente es pertinente y que produce y reproduce situaciones de desigualdad y
marginación. Ya que si bien muchos ideólogos de la ilustración vieron en un principio las bondades
de la modernidad, la razón y el progreso, no precisaron los avatares del proceso modernizador, sus
implicaciones y las consecuencias que este tendría a largo plazo en la valoración misma de la vida
humana, reflejada en la enajenación actual de las personas con su estilo de vida, pero también en
el manteamiento de las desigualdades marcadas entre países centrales (desarrollados) y
periféricos (subdesarrollados), bajo la panacea de la cooperación internacional y la agencia de
organismo multilaterales.