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El bienio
reformista (1931-1933).
La II República fue el primer ensayo para establecer una democracia de masas en España. Fue
la segunda experiencia republicana, tras la efímera y frustrada experiencia de la República de
1873 que sirvió de referencia hasta 1931 tanto para los republicanos como para sus
detractores. El nuevo régimen nace con la pretensión de modernizar la política del estado,
adecuar el marco legislativo e institucional de España a los cambios socioeconómicos del
primer tercio de siglo y sustituir la todavía sociedad caciquil, tradicional, rural y agraria por una
sociedad de masas más laica, participativa, industrial y urbana. El triunfo de las izquierdas
agrupadas en el Frente Popular abre una última etapa que llevará la República a la guerra
hasta 1939.
Elecciones a Cortes constituyentes y Constitución de 1931. Las nuevas Cortes aprueban una
Constitución que destaca por su enorme progresismo y que configura un régimen
democrático, parlamentario, laico, moderno y descentralizado:
• España se define como una «República democrática de trabajadores de toda clase que se
organiza en régimen de libertad y justicia», con soberanía nacional y una marcada separación
de poderes en la que el ejecutivo recaerá en los presidentes del Gobierno y de la República, un
legislativo unicameral representado por el Congreso de los Diputados y un poder judicial en
cuya cúspide se ubicaba el Tribunal Supremo.
• La única cámara legislativa será elegida por sufragio universal de todos los ciudadanos de la
• España se constituye como un estado integral, compatible con una ordenación territorial de
autonomía de regiones y municipios, que se concretará en los estatutos de autonomía de
Cataluña y País Vasco.
El bienio reformista (1931-33). Tras la promulgación de la nueva ley fundamental que sustituía
a la de 1876, Alcalá-Zamora es elegido presidente de la República y Azaña jefe de un gobierno
que desarrolló un programa de reformas para modernizar, desmontar la estructura social
tradicional y afrontar los problemas de España a través de una legislación que afectará a los
terratenientes, sectores que se fueron alejando de manera progresiva del régimen. Las
reformas fundamentales fueron:
La Reforma agraria fue el gran objetivo para la redistribución de la propiedad agraria a partir
de una Ley que pretendía satisfacer fundamentalmente a los jornaleros sin tierras y que trajo
la oposición de los pequeños y medianos propietarios.
Las reformas laborales fueron promovidas sobre todo por Largo Caballero con el objetivo de
crear un nuevo marco de relaciones laborales entre empresarios y trabajadores al tiempo que
se extendían los beneficios de la legislación laboral al campo. Una de sus principales medidas
es la Ley de Contratos de Trabajo.
Las reformas militares, alentadas por Azaña se dirigieron a la defensa de un estado más civil.
Para ello se redujo el número de oficiales profesionales, facilitando su retiro voluntario,
medida que causó gran recelo entre los militares. Además, se abogó por modernizar las escalas
y someter la jurisdicción militar a la civil.
Reforma autonómica: que afectará principalmente a regiones como Cataluña, País Vasco y
Galicia. En el escenario catalán se consigue el ansiado Estatuto, mientras que en el País Vasco
la concesión llegar tardíamente para atraer al nacionalismo vasco a la causa republicana
iniciada la Guerra Civil. Aunque finalmente para Galicia se aprueba un Estatuto que no llegará a
aplicarse ante la temprana inclusión de la zona en el bando franquista.
Impulso de las obras públicas a cargo de Prieto con el objetivo de extender el regadío y llevar a
cabo toda una serie de obras hidráulicas iniciadas con la dictadura de Primo y que continuará
el Franquismo.
Los problemas de los jornaleros, la lentitud de las reformas agrarias y la actitud revolucionaria
de los anarcosindicalistas originaron conflictos violentos.
Antonio Primo de Rivera o la Renovación Española de Calvo Sotelo. También irá afirmándose la
derecha católica conservadora representada por Acción Popular, base de la CEDA liderada por
Gil Robles.
• En Asturias estalló una auténtica revolución social y de las cuencas mineras. Los comités
revolucionarios organizaron los servicios de abastecimiento, sanidad y transporte. Se elaboró
un programa revolucionario de gobierno. La intervención de la legión y de las tropas del
ejército, coordinadas por el general Franco acabó con la violenta rebelión.
Hacia el final del bienio. Franco y se rodeó de los generales más prestigiosos para prevenir
nuevos movimientos revolucionarios. Los gobiernos de derechas siguieron desmontando la
legislación del bienio republicano-socialista: modificaron la Ley de Arrendamientos Rústicos y
la de Reforma Agraria eliminando su carácter social. Incluso se intenta presentar un proyecto
de reforma constitucional que modificaba los aspectos más controvertidos del texto de
1931.Se favorece a los militares antiazañistas aprovechando el cargo de Gil Robles como
ministro de Guerra.
A finales de 1935 asistimos al hundimiento de los gobiernos radical-derechistas por una serie
de escándalos financieros. Los más famosos fueron el escándalo Nombela y el del estraperlo.
Se produjo la crisis de gobierno, la ruptura entre radicales y cedistas y la convocatoria de
nuevas elecciones para febrero de 1936. Las izquierdas, tras la experiencia del bienio
conservador, entienden que su unión será clave para vencer a la derecha.
El Frente Popular y el camino hacia la guerra. De cara a las nuevas elecciones anticipadas, el
programa del Frente Popular firmado en enero de 1936 incluía una amnistía general, la
recuperación y ampliación de la reforma agraria y del Estatuto de Cataluña, la modificación de
las leyes Municipal, Provincial y de Orden Público, la ampliación de la enseñanza. La CNT no
participó, pero algunos dirigentes pidieron el voto para la alianza. La derecha se presentará
desunida y fragmentada.
En las elecciones de febrero de 1936 triunfa del Frente Popular. La Ley electoral favorecía las
mayorías y esto se reflejó en 278 diputados de la izquierda frente a 130 de las derechas y 40 de
los restantes Las llamadas «dos Españas» parecían definidas e irreconciliables. El
enfrentamiento será cada vez más enconado. Tras la detención de José Antonio Primo de
Rivera el clima de violencia, ausencia de gobierno y de garantías legales se incrementa. Casares
Quiroga forma gobierno en un clima de intranquilidad. En el sur se acelera la distribución y
ocupación espontánea de tierras entre marzo y julio de 1936 con innumerables huelgas
agrarias. Crecen los movimientos antirrepublicanos por la derecha e izquierda. Tienen lugar
enfrentamientos armados entre las organizaciones paramilitares sindicales y de los grupos
falangistas que se han incrementado con las juventudes cedistas. Se llega al vértice de
violencia
Desde las elecciones de febrero, altos jefes del ejército y miembros de la extrema derecha
preparaban un levantamiento contra el gobierno. Casares Quiroga se limitó a alejar a los
generales más «peligrosos»: Goded fue enviado a Mallorca, Franco a Canarias y Mola a
Pamplona, donde los carlistas también se organizan.