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¿Cómo explicar que la dinámica de la Misericordia activa, es la que hace posible que todos en la

comunidad sean tratados como iguales?

La dinámica de la misericordia en este tiempo debe contemplarse en toda su trascendencia. No ver


sólo la superficie. Porque la verdadera Misericordia se desborda precisamente para subsanar la
pérdida de la noción de pecado: Esa pérdida que provocó el vacío espiritual expandido durante
varias décadas… Y consumado al propagarse nociones ambiguas de misericordia.

La realidad es la verdad de las cosas. El perjuicio que el pecado causa a quien lo comete, a la Iglesia
y a la humanidad, es real. El hombre padece enormemente a causa de su pecado, aunque se le
impida descubrirlo. Pecando nos herimos a nosotros mismos, y podemos destrozar nuestra vida
temporal y eterna.

La generosidad de Jesús no necesita concurso humano, pero pide colaboración: Los cristianos
estamos emplazados este año a dar prioridad en nuestro testimonio a la advertencia de urgente
conversión. De confesión general, reconocimiento de nuestro propio daño causado y reparación.
Hay que visitar los confesionarios antes del momento en que no den abasto. Tenemos que incordiar.
Aun a riesgo de ser tachados de visionarios, de apocalípticos, aparicionistas o perturbados, debemos
insistir a tiempo y a destiempo a nuestros hermanos para que el choque inminente con la realidad
no produzca rechazo y sí abundantes frutos transformadores.

¿Qué tan importante será el Compartir?

La dimensión oculta del año de la misericordia es esta Misericordia total, que restablece la
conciencia humana. Un auténtico derroche de generosidad y compartir. Con la conciencia
recuperamos la vida. Resucitamos como individuos y como pueblos.

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